DIA 14

Génesis, 20

1.Trasladóse de allí Abraham al país del Négueb, y se estableció entre Cadés y Sur. Habiéndose avecindado en Guerar,

2.decía Abraham de su mujer Sara: «Es mi hermana.» Entonces el rey de Guerar, Abimélek, envió por Sara y la tomó.

3.Pero vino Dios a Abimélek en un sueño nocturno y le dijo: «Date muerto por esa mujer que has tomado, y que está casada.»

4.Abimélek, que no se había acercado a ella, dijo: «Señor, ¿es que asesinas a la gente aunque sea honrada?

5.¿No me dijo él a mí: “Es mi hermana”, y ella misma dijo: “Es mi hermano?” Con corazón íntegro y con manos limpias he procedido.»

6.Y le dijo Dios en el sueño: «Ya sé yo también que con corazón íntegro has procedido, como que yo mismo te he estorbado de faltar contra mí. Por eso no te he dejado tocarla.

7.Pero ahora devuelve la mujer a ese hombre, porque es un profeta; él rogará por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, sábete que morirás sin remedio, tú y todos los tuyos.»

8.Levantóse Abimélek de mañana, llamó a todos sus siervos y les refirió todas estas cosas; los hombres se asustaron mucho.

9.Luego llamó Abimélek a Abraham, y le dijo: «¿ Qué has hecho con nosotros, o en qué te he faltado, para que trajeras sobre mí y mi reino una falta tan grande? Lo que no se hace has hecho conmigo.»

10.Y dijo Abimélek a Abraham: «¿Qué te ha movido a hacer esto?»

11.Dijo Abraham: «Es que me dije: “Seguramente no hay temor de Dios en este lugar, y van a asesinarme por mi mujer.”

12.Pero es que, además, es cierto que es hermana mía, hija de mi padre aunque no de mi madre, y vino a ser mi mujer.

13.Y desde que Dios me hizo vagar lejos de mi familia, le dije a ella: Vas a hacerme este favor: a dondequiera que lleguemos, dices de mí: Es mi hermano.»

14.Tomó Abimélek ovejas y vacas, siervos y esclavas, se los dio a Abraham, y le devolvió su mujer Sara.

15.Y dijo Abimélek: «Ahí tienes mi país por delante: quédate donde se te antoje.»

16.A Sara le dijo: «Mira, he dado a tu hermano mil monedas de plata, que serán para ti y para los que están contigo como venda en los ojos, y de todo esto serás justificada.»

17.Abraham rogó a Dios, y Dios curó a Abimélek, a su mujer, y a sus concubinas, que tuvieron hijos;

18.pues Yahveh había cerrado absolutamente toda matriz de casa de Abimélek, por lo de Sara, la mujer de Abraham.”
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Salmos, 14

1.Del maestro de coro. De David. Dice en su corazón el insensato: «¡No hay Dios!» Corrompidos están, de conducta abominable, no hay quien haga el bien.

2.Se asoma Yahveh desde los cielos hacia los hijos de Adán, por ver si hay un sensato, alguien que busque a Dios.

3.Todos ellos están descarriados, en masa pervertidos. No hay nadie que haga el bien, ni uno siquiera.

4.¿No aprenderán todos los agentes de mal que comen a mi pueblo como se come el pan, y a Yahveh no invocan?

5.Allí de espanto temblarán donde nada hay que espante, que Dios está por la raza del justo:

6.de los planes del desdichado os burláis. mas Yahveh es su refugio.

7.¿Quién traerá de Sión la salvación de Israel? Cuando cambie Yahveh la suerte de su pueblo, exultará Jacob, se alegrará Israel.”
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Mateo, 9

1.Subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad.

2.En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡ Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados.»

3.Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Este está blasfemando.»

4.Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir:

5.”Levántate y anda”?

6.Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados – dice entonces al paralítico -: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.»

7.El se levantó y se fue a su casa.

8.Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

9.Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió.

10.Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11.Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?»

12.Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.

13.Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»

14.Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?»

15.Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.

16.Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor.

17.Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.»”
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