DIA 17

GÉNESIS 24

1 Abraham era ya un viejo entrado en años, y Yahveh había bendecido a Abraham en todo.

2 Abraham dijo al siervo más viejo de su casa y mayordomo de todas sus cosas: «Ea, pon tu mano debajo de mi muslo,

3 que voy a juramentarte por Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos con los que vivo;

4 sino que irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para mi hijo Isaac.»

5 Díjole el siervo: «Tal vez no quiera la mujer seguirme a este país. ¿Debo en tal caso volver y llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?»

6 Díjole Abraham: «Guárdate de llevar allá a mi hijo.

7 Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que me tomó de mi casa paterna y de mi patria, y que me habló y me juró, diciendo: “A tu descendencia daré esta tierra”, él enviará su Ángel delante de ti, y tomarás de allí mujer para mi hijo.

8 Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.»

9 El siervo puso su mano debajo del muslo de su señor Abraham y le prestó juramento según lo hablado.

10 Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la ciudad de Najor.

11 Hizo arrodillar al los camellos fuera de la ciudad junto al pozo, al atardecer, a la hora de salir las aguadoras,

12 y dijo: «Yahveh, Dios de mi señor Abraham: dame suerte hoy, y haz favor a mi señor Abraham.

13 Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los ciudadanos salen a sacar agua.

14 Ahora bien, la muchacha a quien yo diga “Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba”, y ella responda: “Bebe, y también voy a abrevar tus camellos”, ésa sea la que tienes designada para tu siervo Isaac, y por ello conoceré que haces favor a mi señor.»

15 Apenas había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca, hija de Betuel, el hijo de Milká, la mujer de Najor, hermano de Abraham, con su cántaro al hombro.

16 La joven era de muy buen ver, virgen, que no había conocido varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y subió.

17 El siervo corrió a su encuentro y dijo: «Dame un poco de agua de tu cántaro.»

18 «Bebe, señor», dijo ella, y bajando en seguida el cántaro sobre su brazo, le dio de beber.

19 Y en acabando de darle, dijo: «También para tus camellos voy a sacar, hasta que se hayan saciado.»

20 Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo otra vez al pozo sacó agua para todos los camellos.

21 El hombre la contemplaba callando para saber si Yahveh había dado éxito o no a su misión.

22 En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,

23 y dijo: «¿De quién eres hija? Dime: ¿hay en casa de tu padre sitio para hacer noche?»

24 Ella le dijo: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.»

25 Y agregó: «También tenemos paja y forraje en abundancia, y sitio para pasar la noche.»

26 Entonces se postró el hombre y adoró a Yahveh,

27 diciendo: «Bendito sea Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que no ha retirado su favor y su lealtad para con mi señor. Yahveh me ha traído a parar a casa del hermano de mi señor.»

28 La joven corrió a anunciar a casa de su madre todas estas cosas.

29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán. Este corrió donde el hombre, afuera, a la fuente.

30 En efecto, en cuanto vio el anillo y los brazaletes en los brazos de su hermana, y oyó decir a su hermana Rebeca: «Así me ha hablado aquel hombre», se llegó a donde él. Le encontró todavía junto a los camellos cerca de la fuente,

31 y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por qué te quedas parado fuera, si yo he desocupado la casa y he hecho sitio para los camellos?»

32 El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los pies.

33 Después les sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta no haber dicho lo que tengo que decir.» A lo que respondió Labán: «Habla.»

34 «Yo soy, dijo, siervo de Abraham.

35 Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y esclavas, camellos y asnos.

36 Y Sara, la mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi señor, que le ha cedido todo cuanto posee.

37 En cuanto a mí, mi señor me ha tomado juramento, diciendo: “No tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos en cuyo país resido.

38 ¡Como no vayas a casa de mi padre y a mi parentela a tomar mujer para mi hijo…!”

39 Yo dije a mi señor: “¿Y si acaso no me sigue la mujer?”

40 Y él me dijo: “Yahveh, en cuya presencia he andado, enviará su Ángel contigo, y dará éxito a tu viaje, y así tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre.

41 Entonces quedarás libre de mi maldición, cuando llegues a mi parentela; y si no te la dieren también quedarás libre de mi maldición.»

42 Pues bien: llego hoy a la fuente y me digo: “Yahveh, Dios de mi señor Abraham, si en efecto das éxito a este mi viaje,

43 aquí me quedo parado junto a la fuente. La doncella que salga a sacar agua, y yo le diga: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro

44 y ella me responda: Bebe tú, y voy a sacar también para tus camellos, ésa será la mujer que Yahveh tiene destinada para el hijo de mi señor.”

45 Apenas había acabado de hablar conmigo mismo, cuando he aquí que Rebeca salía con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: “Ea, dame de beber”,

46 y enseguida bajó su cántaro del hombro y dijo: “Bebe, y también voy a abrevar tus camellos.” Bebí, pues, y ella abrevó también los camellos.

47 Yo le pregunté: “¿De quién eres hija?” Me respondió: “Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.” Entonces puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en sus brazos,

48 y postrándome adoré a Yahveh, y bendije a Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que me había puesto en el buen camino para tomar a la hija del hermano de mi señor para su hijo.

49 Ahora, pues, decidme si estáis dispuestos a usar de favor y lealtad para con mi señor, y si no, decídmelo también, para que yo tire por la derecha o por la izquierda.»

50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahveh ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte está mal o está bien.

51 Ahí tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como ha dicho Yahveh.»

52 Cuando el siervo de Abraham oyó lo que decían, adoró a Yahveh en tierra.

53 Acto seguido sacó el siervo objetos de plata y oro y vestidos, y se los dio a Rebeca. También hizo regalos a su hermano y a su madre.

54 Luego comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban,

y pasaron la noche. Por la mañana se levantaron, y él dijo: «Permitidme que marche donde mi señor.»

55 El hermano y la madre de Rebeca dijeron: «Que se quede la chica con nosotros unos días, por ejemplo diez. Luego se irá.»

56 Mas él les dijo: «No me demoréis. Puesto que Yahveh ha dado éxito a mi viaje, dejadme salir para que vaya donde mi señor.»

57 Ellos dijeron: «Llamemos a la joven y preguntémosle su opinión.»

58 Llamaron, pues, a Rebeca, y le dijeron: «¿Qué? ¿te vas con este hombre?» «Me voy», contestó ella.

59 Entonces despidieron a su hermana Rebeca con su nodriza, y al siervo de Abraham y a sus hombres.

60 Y bendijeron a Rebeca, y le decían: «¡Oh hermana nuestra, que llegues a convertirte en millares de miríadas, y conquiste tu descendencia la puerta de sus enemigos!»

61 Levantóse Rebeca con sus doncellas y, montadas en los camellos, siguieron al hombre. El siervo tomó a Rebeca y se fue.

62 Entretanto, Isaac había venido del pozo de Lajay Roí, pues habitaba en el país del Négueb.

63 Una tarde había salido Isaac de paseo por el campo, cuando he aquí que al alzar la vista, vio que venían unos camellos.

64 Rebeca a su vez alzó sus ojos y viendo a Isaac, se apeó del camello,

65 y dijo al siervo: «¿Quién es aquel hombre que camina por el campo a nuestro encuentro?» Dijo el siervo: «Es mi señor.» Entonces ella tomó el velo y se cubrió.

66 El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho,

67 e Isaac introdujo a Rebeca en la tienda, tomó a Rebeca, que pasó a ser su mujer, y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre.

SALMO 17

1 Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi

plegaria, que no es de labios engañosos.

 2 Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto.

3 Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin

hallar nada malo en mí; mi boca no claudica

4 al modo de los hombres. La palabra de tus labios he guardado, por

las sendas trazadas

5 ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.

6 Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído,

escucha mis palabras,

7 haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra

refugio contra los que atacan.

8 Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus

alas

9 de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan.

10 Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la arrogancia en la boca.

11 Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme

al suelo.

12 Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su

guarida.

13 ¡Levántate, Yahveh, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi

alma del impío,

14 de los mortales, con tu mano, Yahveh, de los mortales de este

mundo, cuyo lote es la vida! ¡De tus reservas llénales el vientre, que sus

hijos se sacien, y dejen las sobras para sus pequeños!

15 Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me

hartaré de tu imagen.

MATEO 10

24 «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por

encima de su amo.

25 Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su

amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus

domésticos!

26 «No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya

de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.

27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo

que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.

28 «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el

alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y

cuerpo en la gehenna.

29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos

caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.

30 En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están

todos contados.

31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.

32 «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo

también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos;

33 pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también

ante mi Padre que está en los cielos.

34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a

traer paz, sino espada.

35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su

madre, a la nuera con su suegra;

36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

37 «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de

mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

38 El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.

39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí,

la encontrará.

40 «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí,

recibe a Aquel que me ha enviado.

41 «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta

recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo

recibirá.

42 «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a

uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su

recompensa.»