DIA 29

Génesis 44


1 Entonces él dio esta orden a su mayordomo: «Llena de víveres las
talegas de estos hombres, cuanto quepa en ellas, y pones el dinero de cada
uno en la boca de su talega.
2 Y mi copa, la copa de plata, la pones en la boca del saco del
pequeño, además del dinero de su compra.» Y él hizo conforme a lo que
había dicho José.
3 Alumbró el día, y se les despachó a ellos con sus asnos.
4 Salieron de la ciudad, y no bien se habían alejado, cuando José dijo
a su mayordomo: «Levántate y persigue a esos hombres, les das alcance y
les dices: ¿Por qué habéis pagado mal por bien?
5 ¡Se trata nada menos que de lo que utiliza mi señor para beber, y
también para sus adivinaciones! ¡Qué mal habéis obrado!»
6 El les alcanzó y les habló a este tenor.
7 Ellos le dijeron: «¿Por qué habla mi señor de ese modo? ¡Lejos de
tus siervos hacer semejante cosa!
8 De modo que te hemos devuelto desde Canaán la plata que
encontramos en la boca de nuestras talegas, ¿e íbamos a robar ahora de casa
de nuestro señor plata ni oro?
9 Aquel de tus siervos a quien se le encuentre, que muera; y también
los demás nos haremos esclavos del señor.»
10 Dijo: «Sea así como decís: aquel a quien se le encuentre, será mi
esclavo; pero los demás quedaréis disculpados.»
11 Ellos se dieron prisa en bajar sus talegas a tierra y fueron abriendo
cada cual la suya;
12 él les registró empezando por el grande y acabando por el chico, y
apareció la copa en la talega de Benjamín.
13 Entonces rasgaron ellos sus túnicas, y cargando cada cual su burro
regresaron a la ciudad.
14 Judá y sus hermanos entraron a casa de José, que todavía estaba
allí, y cayeron rostro en tierra.
15 José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¡ ignorabais que uno como yo
tenía que adivinarlo sin falta?»
16 Judá dijo: «¿Qué vamos a decir al señor, qué vamos a hablar, qué
excusa vamos a dar? Dios ha hallado culpables a sus siervos, y henos aquí
como esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder
ha aparecido la copa.»
17 Replicó: «¡Lejos de mí, hacer eso! Aquel a quien se le ha hallado la
copa, ése será mi esclavo, que los demás subiréis sin novedad donde
vuestro padre.»
18 Entonces se le acercó Judá y le dijo: «Con permiso, señor, tu siervo
va a pronunciar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu
ira contra tu siervo, pues tú eres como el mismo Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos: “¿Tenéis padre o algún hermano?”
20 Y nosotros dijimos a mi señor: «”Sí, tenemos padre anciano, y un
hijo pequeño de su ancianidad. Otro hermano de éste murió; sólo le ha
quedado éste de su madre, y su padre le quiere.”
21 Entonces tú dijiste a tus siervos: «Bajádmelo, que ponga mis ojos
sobre él.”
22 Y dijimos a mi señor: “Imposible que el muchacho deje a su padre,
pues si le dejara, éste moriría.”
23 Pero dijiste a tus siervos: “Pues si no baja vuestro hermano menor
con vosotros, no volveréis a verme la cara.”
24 Así pues, cuando subimos nosotros a mi padre, tu siervo, le
expusimos las palabras de mi señor.
25 Nuestro padre dijo: “Volved y compradnos algo de comer.”
26 Dijimos: “No podemos bajar, a menos que nuestro hermano
pequeño vaya con nosotros. En ese caso sí bajaríamos. Porque no podemos
presentarnos a aquel hombre si no está con nosotros nuestro hermano el
pequeño.”
27 Mi padre, tu siervo, nos dijo: “Bien sabéis que mi mujer me dio a
los dos:
28 el uno se me marchó, y dije que seguramente habría sido
despedazado, y no le he vuelto a ver más hasta ahora.
29 Y ahora os lleváis también a éste de mi presencia, y le ocurre
alguna desgracia, y habréis hecho bajar mi ancianidad al seol con
amargura.”
30 Ahora, pues, cuando yo llegue a donde mi padre, tu siervo, y el
muchacho no esté con nosotros, teniendo como tiene el alma tan apegada a
la suya,
31 en cuanto vea que falta el muchacho morirá, y tus siervos habrán
hecho bajar la ancianidad de nuestro padre, tu siervo, con tristeza al seol.
32 La verdad es que tu siervo ha traído al muchacho de junto a su
padre bajo palabra de que: “Si no te lo traigo, quedaré en falta para con mi
padre a perpetuidad.”
33 Ahora, pues, que se quede tu siervo en vez del muchacho como
esclavo de mi señor, y suba el muchacho con sus hermanos.
34 Porque ¿cómo subo yo ahora a mi padre sin el muchacho conmigo?
¡No quiero ni ver la aflicción en que caerá mi padre!»

Génesis 45

1 Ya no pudo José contenerse delante de todos los que en pie le
asistían y exclamó: «Echad a todo el mundo de mi lado.» Y no quedó nadie
con él mientras se daba a conocer José a sus hermanos.
2 (Y se echó a llorar a gritos, y lo oyeron los egipcios, y lo oyó hasta
la casa de Faraón.)
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?» Sus
hermanos no podían contestarle, porque se habían quedado atónitos ante él.
4 José dijo a sus hermanos: «Vamos, acercaos a mí.» Se acercaron, y
él continuó: «Yo soy vuestro hermano José, a quien vendisteis a los
egipcios.
5 Ahora bien, no os pese mal, ni os dé enojo el haberme vendido acá,
pues para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros.
6 Porque con éste van dos años de hambre por la tierra, y aún quedan
cinco años en que no habrá arada ni siega.
7 Dios me ha enviado delante de vosotros para que podáis sobrevivir
en la tierra y para salvaros la vida mediante una feliz liberación.
8 O sea, que no fuisteis vosotros los que me enviasteis acá, sino Dios,
y él me ha convertido en padre de Faraón, en dueño de toda su casa y amo
de todo Egipto.
9 Subid de prisa a donde mi padre, y decidle: “Así, dice tu hijo José:
Dios me ha hecho dueño de todo Egipto; baja a mí sin demora.
10 Vivirás en el país de Gosen, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y
nietos, tus ovejas y tus vacadas y todo cuanto tienes.
11 Yo te sustentaré allí, pues todavía faltan cinco años de hambre, no
sea que quedéis en la miseria tú y tu casa y todo lo tuyo.”
12 Con vuestros propios ojos estáis viendo, y también mi hermano
Benjamín con los suyos, que es mi boca la que os habla.
13 Notificad, pues, a mi padre toda mi autoridad en Egipto y todo lo
que habéis visto, y en seguida bajad a mi padre acá.»
14 Y echándose al cuello de su hermano Benjamín, lloró; también
Benjamín lloraba sobre el cuello de José.
15 Luego besó a todos sus hermanos, llorando sobre ellos; después de
lo cual sus hermanos estuvieron conversando con él.
16 En el palacio de Faraón corrió la voz: «Han venido los hermanos
de José.» La cosa cayó bien a Faraón y sus siervos,
17 y Faraón dijo a José: «Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad
vuestras acémilas y poneos inmediatamente en Canaán ,
18 tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí, que yo os
daré lo mejor de Egipto, y comeréis lo más pingüe del país.
19 Por tu parte, ordénales: Haced esto: Tomad de Egipto carretas para
vuestros pequeños y mujeres, y os traéis a vuestro padre.
20 Y vosotros mismos no tengáis pena de vuestras cosas, que le mejor
de Egipto será para vosotros.»
21 Así lo hicieron los hijos de Israel; José les proporcionó carretas por
orden de Faraón; y les dio provisiones para el camino.
22 A todos ellos dio sendas mudas, pero a Benjamín le dio trescientas
piezas de plata y cinco mudas.
23 A su padre le envió asimismo diez burros cargados de lo mejor de
Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su
padre.
24 Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban les dijo: «No os
excitéis en el camino.»
25 Subieron, pues, de Egipto y llegaron a Canaán, a donde su padre
Jacob,
26 y le anunciaron: «Todavía vive José, y es el amo de todo Egipto.»
Pero él se quedó impasible, porque no les creía.
27 Entonces le repitieron todas las palabras que José les había dicho,
vio las carretas que José había enviado para trasportarle, y revivió el
espíritu de su padre Jacob.
28 Y dijo Israel: «¡Esto me basta! Todavía vive mi hijo José: iré y le
veré antes de morirme.»

Salmo 28 (27)
SALMOS


(1) = De David. =
1 Hacia ti clamo, Yahveh, roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo,
ante tu silencio, igual que los que bajan a la fosa.
2 Oye la voz de mis plegarias, cuando grito hacia ti, cuando elevo mis
manos, oh Yahveh, al santuario de tu santidad.
3 No me arrebates con los impíos, ni con los agentes de mal, que
hablan de paz a su vecino, mas la maldad está en su corazón.
4 Dales, Yahveh, conforme a sus acciones, y a la malicia de sus
hechos, según la obra de sus manos trátales, págales con su misma moneda.
5 Pues no comprenden los hechos de Yahveh, la obra de sus manos:
¡derríbelos él y no los rehabilite!
6 ¡Bendito sea Yahveh, que ha oído la voz de mis plegarias!
7 Yahveh mi fuerza, escudo mío, en él confió mi corazón y he
recibido ayuda: mi carne de nuevo ha florecido, le doy gracias de todo
corazón.
8 Yahveh, fuerza de su pueblo, fortaleza de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos por
siempre.

Mateo 15


21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio,
gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está
malamente endemoniada.»
23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le
rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»
24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas
de la casa de Israel.»
25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor,
socórreme!»
26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a
los perritos.»
27 «Sí, Señor – repuso ella -, pero también los perritos comen de las
migajas que caen de la mesa de sus amos.»
28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda
como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.
29 Pasando de allí Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y
se sentó allí.
30 Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados,
ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y él los curó.
31 De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos
hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos
veían; y glorificaron al Dios de Israel.
32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la
gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué
comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el
camino.»
33 Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan
suficiente para saciar a una multitud tan grande?»
34 Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y
unos pocos pececillos.»
35 El mandó a la gente acomodarse en el suelo.
36 Tomó luego los siete panes y los peces y, dando gracias, los partió
e iba dándolos a los discípulos, y los discípulos a la gente.
37 Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron
siete espuertas llenas.
38 Y los que habían comido eran 4.000 hombres, sin contar mujeres y
niños.
39 Despidiendo luego a la muchedumbre, subió a la barca, y se fue al
término de Magadán.

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