DÍA # 38

Éxodo 13


1 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 «Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno
entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos.»
3 Dijo, pues, Moisés al pueblo: «Acordaos de este día en que salisteis
de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Yahveh os ha sacado de aquí
con mano fuerte; y no comáis pan fermentado.
4 Salís hoy, en el mes de Abib.
5 Así, cuando Yahveh te haya introducido en la tierra de los cananeos,
de los hititas, de los amorreos, de los jivitas y de los jebuseos, que juró a
tus padres que te daría, tierra que mana leche y miel, celebrarás ese rito en
este mes.
6 Siete días comerás ázimos y el día séptimo será fiesta de Yahveh.
7 Se comerán ázimos durante siete días, y no se verá pan fermentado
en tu casa, ni levadura en tu casa, en todo tu territorio.
8 En aquel día harás saber a tu hijo: “Esto es con motivo de lo que
hizo conmigo Yahveh cuando salí de Egipto.”
9 Y esto te servirá como señal en tu mano, y como recordatorio ante
tus ojos, para que la ley de Yahveh esté en tu boca; porque con mano fuerte
te sacó Yahveh de Egipto.
10 Guardarás este precepto, año por año, en el tiempo debido.»
11 Cuando Yahveh te haya introducido en la tierra del cananeo, como
lo tiene jurado a ti y a tus padres, y te la haya dado,
12 consagrarás a Yahveh todo lo que abre el seno materno. Todo
primer nacido de tus ganados, si son machos, pertenecen también a
Yahveh.
13 Todo primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero; y si no
lo rescatas lo desnucarás. Rescatarás también todo primogénito de entre tus
hijos.
14 Y cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: “¿Qué significa
esto?”, le dirás: “Con mano fuerte nos sacó Yahveh de Egipto, de la casa de
servidumbre.”
15 Como Faraón se obstinó en no dejarnos salir, Yahveh mató a todos
los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del hombre
hasta el primogénito del ganado. Por eso sacrifico a Yahveh todo macho
que abre el seno materno, y rescato todo primogénito de mis hijos.
16 Esto será como señal en tu mano y como insignia entre tus ojos;
porque con mano fuerte nos sacó Yahveh de Egipto.»
17 Cuando Faraón dejó salir al pueblo, Dios no los llevó por el camino
de la tierra de los filisteos, aunque era más corto; pues se dijo Dios: «No
sea que, al verse atacado, se arrepienta el pueblo y se vuelva a Egipto.»
18 Hizo Dios dar un rodeo al pueblo por el camino del desierto del
mar de Suf. Los israelitas salieron bien equipados del país de Egipto.
19 Moisés tomó consigo los huesos de José, pues éste había hecho
jurar solemnemente a los israelitas, diciendo: « Ciertamente Dios os
visitará, y entonces llevaos de aquí mis huesos con vosotros.”
20 Partieron de Sukkot y acamparon en Etam, al borde del desierto.
21 Yahveh iba al frente de ellos, de día en columna de nube para
guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos,
de modo que pudiesen marchar de día y de noche.
22 No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la
columna de fuego por la noche.

Éxodo 14

1 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 «Di a los israelitas que se vuelvan y acampen frente a Pi Hajirot,
entre Migdol y el mar, enfrente de Baal Sefón. Frente a ese lugar
acamparéis, junto al mar.
3 Faraón dirá de los israelitas: “Andan errantes en el país, y el desierto
les cierra el paso.”
4 Yo endureceré el corazón de Faraón, y os perseguirá; pero yo
manifestaré mi gloria a costa de Faraón y de todo su ejército, y sabrán los
egipcios que yo soy Yahveh.» Así lo hicieron.
5 Cuando anunciaron al rey de Egipto que había huido el pueblo, se
mudó el corazón de Faraón y de sus servidores respecto del pueblo, y
dijeron: «¿Qué es lo que hemos hecho dejando que Israel salga de nuestro
servicio?»
6 Faraón hizo enganchar su carro y llevó consigo sus tropas.
7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto,
montados por sus combatientes.
8 Endureció Yahveh el corazón de Faraón rey de Egipto, el cual
persiguió a los israelitas, pero los israelitas salieron con la mano alzada.
9 Los egipcios los persiguieron: todos los caballos, los carros de
Faraón, con la gente de los carros y su ejército; y les dieron alcance
mientras acampaban junto al mar, cerca de Pi Hajirot, frente a Baal Sefón.
10 Al acercarse Faraón, los israelitas alzaron sus ojos, y viendo que
los egipcios marchaban tras ellos, temieron mucho los israelitas y clamaron
a Yahveh.
11 Y dijeron a Moisés: «¿Acaso no había sepulturas en Egipto para
que nos hayas traído a morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros
sacándonos de Egipto?
12 ¿No te dijimos claramente en Egipto: Déjanos en paz, queremos
servir a los egipcios? Porque mejor nos es servir a los egipcios que morir en
el desierto.»
13 Contestó Moisés al pueblo: «No temáis; estad firmes, y veréis la
salvación que Yahveh os otorgará en este día, pues los egipcios que ahora
veis, no los volveréis a ver nunca jamás.
14 Yahveh peleará por vosotros, que vosotros no tendréis que
preocuparos.»
15 Dijo Yahveh a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los
israelitas que se pongan en marcha.
16 Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para
que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto.
17 Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los
persigan, y me cubriré de gloria a costa de Faraón y de todo su ejército, de
sus carros y de los guerreros de los carros.
18 Sabrán los egipcios que yo soy Yahveh, cuando me haya cubierto
de gloria a costa de Faraón, de sus carros y de sus jinetes.
19 Se puso en marcha el Ángel de Yahveh que iba al frente del
ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de
delante se desplazó de allí y se colocó detrás,
20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento
de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que
pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche.
21 Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar
durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se
dividieron las aguas.
22 Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que
las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.
23 Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en
medio del mar, todos los caballos de Faraón, y los carros con sus guerreros.
24 Llegada la vigilia matutina, miró Yahveh desde la columna de
fuego y humo hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el
ejército egipcio.
25 Trastornó la ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con
gran dificultad. Y exclamaron los egipcios: «Huyamos ante Israel, porque
Yahveh pelea por ellos contra los egipcios.»
26 Yahveh dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas
volverán sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los
carros.»
27 Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el
mar a su lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a
las aguas. Así precipitó Yahveh a los egipcios en medio del mar,
28 pues al retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a
todo el ejército de Faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no
escapó ni uno siquiera.
29 Mas los israelitas pasaron a pie enjuto por en medio del mar,
mientras las aguas hacían muralla a derecha e izquierda.
30 Aquel día salvó Yahveh a Israel del poder de los egipcios; e Israel
vio a los egipcios muertos a orillas del mar.
31 Y viendo Israel la mano fuerte que Yahveh había desplegado
contra los egipcios, temió el pueblo a Yahveh, y creyeron en Yahveh y en
Moisés, su siervo.

Éxodo 15

1 Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh.
Dijeron: «Canto a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar
caballo y carro.
2 Mi fortaleza y mi canción es Yah. El es mi salvación. El, mi Dios,
yo le glorifico, el Dios de mi padre, a quien exalto.
3 ¡Un guerrero Yahveh, Yahveh es su nombre!
4 Los carros de Faraón y sus soldados precipitó en el mar. La flor de
sus guerreros tragó el mar de Suf;
5 cubriólos el abismo, hasta el fondo cayeron como piedra.
6 Tu diestra, Yahveh, relumbra por su fuerza; tu diestra, Yahveh,
aplasta al enemigo.
7 En tu gloria inmensa derribas tus contrarios, desatas tu furor y los
devora como paja.
8 Al soplo de tu ira se apiñaron las aguas, se irguieron las olas como
un dique, los abismos cuajaron en el corazón del mar.
9 Dijo el enemigo: «Marcharé a su alcance, repartiré despojos, se
saciará mi alma, sacaré mi espada y los aniquilará mi mano.»
10 Mandaste tu soplo, cubriólos el mar; se hundieron como plomo en
las temibles aguas.
11 ¿Quién como tú, Yahveh, entre los dioses? ¿Quién como tú,
glorioso en santidad, terrible en prodigios, autor de maravillas?
12 Tendiste tu diestra y los tragó la tierra.
13 Guiaste en tu bondad al pueblo rescatado. Tu poder los condujo a
tu santa morada.
14 Oyéronlo los pueblos, se turbaron, dolor como de parto en Filistea.
15 Los príncipes de Edom se estremecieron, se angustiaron los jefes
de Moab y todas las gentes de Canaán temblaron.
16 Pavor y espanto cayó sobre ellos. La fuerza de tu brazo los hizo
enmudecer como una piedra, hasta que pasó tu pueblo, oh Yahveh, hasta
pasar el pueblo que compraste.
17 Tú le llevas y le plantas en el monte de tu herencia, hasta el lugar
que tú te has preparado para tu sede, ¡oh Yahveh! Al santuario, Adonay,
que tus manos prepararon.
18 ¡Yahveh reinará por siempre jamás!»
19 Porque cuando los caballos de Faraón y los carros con sus
guerreros entraron en el mar, Yahveh hizo que las aguas del mar volvieran
sobre ellos, mientras que los israelitas pasaron a pie enjuto por medio del
mar.
20 María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un
tímpano y todas la mujeres la seguían con tímpanos y danzando en coro.
21 Y María les entonaba el estribillo: «Cantad a Yahveh pues se
cubrió de gloria. arrojando en el mar caballo y carro.»
22 Moisés hizo partir a los israelitas del mar de Suf y se dirigieron
hacia el desierto de Sur: caminaron tres días por el desierto sin encontrar
agua.
23 Luego llegaron a Mará, porque era amarga. Por eso se llama aquel
lugar Mará.
24 El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: «¿Qué vamos a
beber?»
25 Entonces Moisés invocó a Yahveh, y Yahveh le mostró un madero
que Moisés echó al agua, y el agua se volvió dulce. Allí dio a Israel
decretos y normas, y allí le puso a prueba.
26 Y dijo: «Si de veras escuchas la voz de Yahveh, tu Dios, y haces lo
que es recto a sus ojos, dando oídos a sus mandatos y guardando todos sus
preceptos, no traeré sobre ti ninguna de las plagas que envié sobre los
egipcios; porque yo soy Yahveh, el que te sana.»
27 Después llegaron a Elim, donde hay doce fuentes de agua y setenta
palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Salmo 39 (38)


(1) = Del maestro de coro. De Yedutún. Salmo. De David. =
1 (2) Yo me decía: «Guardaré mis caminos, sin pecar con mi lengua,
pondré un freno en mi boca, mientras esté ante mí el impío.»
2 (3) Enmudecí, quedé en silencio y calma: mas al ver su dicha se
enconó mi tormento.
3 (4) Dentro de mí mi corazón se acaloraba, de mi queja prendió el
fuego, y mi lengua llegó a hablar:
4 (5) «Hazme saber, Yahveh, mi fin, y cuál es la medida de mis días,
para que sepa yo cuán frágil soy.
5 (6) «Oh sí, de unos palmos hiciste mis días, mi existencia cual nada
es ante ti; sólo un soplo, todo hombre que se yergue,
6 (7) nada más una sombra el humano que pasa, sólo un soplo las
riquezas que amontona, sin saber quién las recogerá.»
7 (8) Y ahora, Señor, ¿qué puedo yo esperar? En ti está mi esperanza.
8 (9) De todas mis rebeldías líbrame, no me hagas la irrisión del
insensato.
9 (10) Me callo ya, no abro la boca, pues eres tú el que actúas.
10 (11) Retira de mí tus golpes, bajo el azote de tu mano me anonado.
11 (12) Reprendiendo sus yerros tú corriges al hombre, cual polilla
corroes su anhelos. Un soplo sólo, todo hombre. = Pausa. «=
12 (13) Escucha mi súplica, Yahveh, presta oído a mi grito, no te
hagas sordo a mis lágrimas. Pues soy un forastero junto a ti, un huésped
como todos mis padres.
13 (14) ¡Retira tu mirada para que respire antes que me vaya y ya no
exista más!

Salmo 40 (39)

(1) = Del maestro de coro. De David. Salmo. =
1 (2) En Yahveh puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y
escuchó mi clamor.
2 (3) Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso; asentó mis pies
sobre la roca, consolidó mis pasos.
3 (4) Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios;
muchos verán y temerán, y en Yahveh tendrán confianza.
4 (5) Dichoso el hombre aquel que en Yahveh pone su confianza, y
no se va con los rebeldes, que andan tras la mentira.
5 (6) ¡Cuántas maravillas has hecho, Yahveh, Dios mío, qué de
designios con nosotros: no hay comparable a ti! Yo quisiera publicarlos,
pregonarlos, mas su número excede toda cuenta.
6 (7) Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no
pedías holocaustos ni víctimas,
7 (8) dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha prescrito en el
rollo del libro
8 (9) hacer tu voluntad. Oh Dios mío, en tu ley me complazco en el
fondo de mi ser.
9 (10) He publicado la justicia en la gran asamblea; mira, no he
contenido mis labios, tú lo sabes, Yahveh.
10 (11) No he escondido tu justicia en el fondo de mi corazón, he
proclamado tu lealtad, tu salvación, no he ocultado tu amor y tu verdad a la
gran asamblea.
11 (12) Y tú, Yahveh, no contengas tus ternuras para mí. Que tu amor
y tu verdad incesantes me guarden.
12 (13) Pues desdichas me envuelven en número incontable. Mis
culpas me dan caza, y no puedo ya ver; más numerosas son que los cabellos
de mi cabeza, y el corazón me desampara.
13 (14) ¡Dígnate, oh Yahveh, librarme, Yahveh, corre en mi ayuda!
14 (15) ¡Queden avergonzados y confusos todos juntos los que
buscan mi vida para cercenarla! ¡Atrás, sean confundidos los que desean mi
mal!
15 (16) Queden consternados de vergüenza los que dicen contra mí:
«¡Ja, Ja!»
16 (17) ¡En ti se gocen y se alegren todos los que te buscan! Repitan
sin cesar: «¡Grande es Yahveh!», los que aman tu salvación.
17 (18) Y yo, pobre soy y desdichado, pero el Señor piensa en mí; tú,
mi socorro y mi libertador, oh Dios mío, no tardes.

Mateo 22


23 Aquel día se le acercaron unos saduceos, esos que niegan que haya
resurrección, y le preguntaron:
24 «Maestro, Moisés dijo: Si alguien muere sin tener hijos, su
hermano se casará con la mujer de aquél para dar descendencia a su
hermano.
25 Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se
casó y murió; y, no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano.
26 Sucedió lo mismo con el segundo, y con el tercero, hasta los siete.
27 Después de todos murió la mujer.
28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque
todos la tuvieron.»
29 Jesús les respondió: «Estáis en un error, por no entender las
Escrituras ni el poder de Dios.
30 Pues en la resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido,
sino que serán como ángeles en el cielo.
31 Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído
aquellas palabras de Dios cuando os dice:
32 = Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
= No es un Dios de muertos, sino de vivos.»
33 Al oír esto, la gente se maravillaba de su doctrina.
34 Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los
saduceos, se reunieron en grupo,
35 y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba:
36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»
37 El le dijo: = «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu mente. =
38 Este es el mayor y el primer mandamiento.
39 El segundo es semejante a éste: = Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. =
40 De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»
41 Estando reunidos los fariseos, les propuso Jesús esta cuestión:
42 «¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De
David.»
43 Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama
Señor, cuando dice:
44 = Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a
tus enemigos debajo de tus pies?
45 Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
46 Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se
atrevió ya a hacerle más preguntas.

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