# 81

Jueces 20

1 Salieron, pues, todos los israelitas y se reunió toda la comunidad
como un solo hombre, desde Dan hasta Berseba y el país de Galaad,
delante de Yahveh, en Mispá.
2 Los principales de todo el pueblo y todas las tribus de Israel
acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: 400.000 hombres de a pie,
armados de espada.
3 Oyeron los benjaminitas que los hijos de Israel habían subido a
Mispá… Los israelitas dijeron: «Decidnos cómo ha sido el crimen.»
4 El levita, marido de la mujer asesinada, tomó la palabra y dijo:
«Había llegado yo con mi concubina a Guibeá de Benjamín para pasar la
noche.
5 Los señores de Guibeá se levantaron contra mí y rodearon por la
noche la casa; intentaron matarme a mí, y abusaron tanto de mi concubina
que murió.
6 Tomé entonces a mi concubina, la descuarticé y la envié por todo el
territorio de la heredad de Israel, porque habían cometido una vergüenza y
una infamia en Israel.
7 Aquí estáis todos, israelitas: tratadlo y tomad aquí mismo una
resolución.»
8 Todo el pueblo se levantó como un solo hombre diciendo: «Ninguno
de nosotros marchará a su tienda, nadie volverá a su casa.
9 Esto es lo que hemos de hacer con Guibeá. Echaremos a suertes
10 y tomaremos de todas las tribus de Israel diez hombres por cada
cien, cien por cada mil, y mil por cada 10.000; ellos recogerán víveres para
la tropa, para hacer, en cuanto lleguen, con Guibeá de Benjamín según la
infamia que han cometido en Israel.»
11 Así se juntó contra la ciudad toda la gente de Israel como un solo
hombre.
12 Las tribus de Israel enviaron emisarios a toda la tribu de Benjamín
diciendo: «¿Qué crimen es ése que se ha cometido entre vosotros?
13 Ahora, pues, entregadnos a esos hombres malvados de Guibeá,
para que los matemos y desaparezca el mal de Israel.» Pero los benjaminitas
no quisieron hacer caso a sus hermanos los israelitas.14 Los benjaminitas, dejando sus ciudades, se reunieron en Guibeá
para salir al combate contra los israelitas.
15 Aquel día los benjaminitas llegados de las diversas ciudades
hicieron el censo, que dio en total 25.000 hombres armados de espada, sin
contar los habitantes de Guibeá.
16 En toda esta tropa había setecientos hombres elegidos, zurdos,
capaces todos ellos de lanzar una piedra con la honda contra un cabello sin
errar el tiro.
17 La gente de Israel hizo también el censo. Sin contar a Benjamín,
eran 400.000 armados de espada; todos hombres de guerra.
18 Partieron, pues, y subieron a Betel. Consultaron a Dios y le
preguntaron los israelitas: «¿Quién de nosotros subirá el primero a combatir
contra los benjaminitas?» Y Yahveh respondió: «Judá subirá primero.»
19 Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
20 Salieron los hombres de Israel para combatir contra Benjamín y se
pusieron en orden de batalla frente a Guibeá.
21 Pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron muertos en
tierra aquel día a 22.000 hombres de Israel.
22 Los israelitas subieron a llorar delante de Yahveh hasta la tarde y
luego consultaron a Yahveh diciendo: «¿He de entablar combate otra vez
contra los hijos de mi hermano Benjamín?» Yahveh respondió: «Subid
contra él.»
23 Entonces la tropa de Israel recobró su valor y volvió a ponerse en
orden de batalla en el mismo lugar que el primer día.
24 El segundo día los israelitas se acercaron a los benjaminitas;
25 pero también aquel segundo día Benjamín salió de Guibeá a su
encuentro y volvió a dejar tendidos en tierra a 18.000 israelitas; todos ellos
armados de espada.
26 Entonces todos los israelitas y todo el pueblo subieron hasta Betel,
lloraron, se quedaron allí delante de Yahveh, ayunaron todo el día hasta la
tarde y ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión delante de
Yahveh.
27 Consultaron luego los israelitas a Yahveh, pues el arca de la alianza
de Dios se encontraba allí,
28 y Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba entonces a su
servicio. Dijeron: «¿He de salir otra vez a combatir a los hijos de mi
hermano Benjamín o debo dejarlo?» Yahveh respondió: «Subid, porque
mañana lo entregaré en vuestras manos.»
29 Israel puso gente emboscada alrededor de Guibeá.
30 Al tercer día los israelitas marcharon contra los benjaminitas y se
pusieron en orden de batalla como las otras veces frente a Guibeá.
31 Los benjaminitas salieron a su encuentro y se dejaron atraer lejos
de la ciudad. Comenzaron como las otras veces a matar gente del pueblo
por los caminos que suben, uno a Betel y otro a Guibeá, a campo raso: unos
treinta hombres de Israel.32 Los benjaminitas se dijeron: «Han sido derrotados ante nosotros
como la primera vez.» Pero los israelitas se habían dicho: «Vamos a huir
para atraerlos lejos de la ciudad hacia los caminos.»
33 Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos,
tomaron posiciones en Baal Tamar, y los emboscados de Israel atacaron
desde su puesto al oeste de Gueba.
34 10.000 hombres elegidos de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El
combate se endureció; los benjaminitas no se daban cuenta de la calamidad
que se les venía encima.
35 Yahveh derrotó a Benjamín ante Israel y aquel día los israelitas
mataron en Benjamín a 25.100 hombres, todos ellos armados de espada.
36 Los benjaminitas se vieron derrotados. Los hombres de Israel
habían cedido terreno a Benjamín porque contaban con la emboscada que
habían puesto contra Guibeá.
37 Los emboscados marcharon a toda prisa contra Guibeá, se
desplegaron y pasaron a cuchillo a toda la ciudad.
38 La gente de Israel y los emboscados habían convenido en levantar
una humareda, como señal, desde la ciudad;
39 entonces harían frente a los combatientes de Israel. Benjamín
comenzó matando a algunos israelitas, unos treinta hombres. Y se decían:
«Están completamente derrotados ante nosotros, como en la primera
batalla.»
40 Pero entonces, la señal, la columna de humo, comenzó a levantarse
de la ciudad, y Benjamín, mirando atrás, vio que toda la ciudad subía en
llamas al cielo.
41 Entonces los hombres de Israel hicieron frente y los benjaminitas
temblaron al ver la calamidad que se les venía encima.
42 Volvieron la espalda ante la gente de Israel camino del desierto,
pero los combatientes los acosaban, y los que venían de la ciudad los
destrozaban cogiéndolos en medio.
43 Así envolvieron a Benjamín, lo persiguieron sin descanso y lo
aplastaron hasta llegar frente a Gueba por el oriente.
44 Cayeron de Benjamín 18.000 hombres, todos ellos hombres
valerosos.
45 Volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Peña de
Rimmón. Los israelitas fueron atrapando por los caminos a 5.000 hombres.
Luego persiguieron a Benjamín hasta Guidom y le mataron 2.000 hombres.
46 El total de los benjaminitas que cayeron aquel día fue de 25.000
hombres, armados de espada, todos ellos hombres valerosos.
47 Seiscientos hombres habían podido volverse y escapar al desierto,
hacia la Peña de Rimmón. Se quedaron en la Peña de Rimmón cuatro
meses.
48 Las tropas de Israel se volvieron contra los benjaminitas, y pasaron
a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado, y a todo lo que
encontraron. Incendiaron también todas las ciudades que encontraron.

Jueces 21

1 Los hombres de Israel habían jurado en Mispá: «Ninguno de
nosotros dará su hija en matrimonio a Benjamín.»
2 El pueblo fue a Betel y allí permaneció delante de Dios hasta la
tarde clamando y llorando con grandes gemidos.
3 Decían: «Yahveh, Dios de Israel, ¿por qué ha de suceder esto en
Israel, que desaparezca hoy de Israel una de sus tribus?»
4 Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí
un altar, y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión.
5 Dijeron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no
acudió a la asamblea ante Yahveh?» Porque se había jurado solemnemente
que el que no subiera a Mispá ante Yahveh tenía que morir.
6 Los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían:
«Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel.
7 ¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues
nosotros hemos jurado por Yahveh no darles nuestras hijas en
matrimonio.»
8 Entonces se dijeron: «¿Cuál es la única tribu de Israel que no subió
ante Yahveh a Mispá?» Y vieron que nadie de Yabés de Galaad había ido al
campamento, a la asamblea.
9 Hicieron el censo del pueblo y no había ninguno de los habitantes de
Yabés de Galaad.
10 Entonces la comunidad mandó allá 12.000 hombres de los
valientes y les dio esta orden: «Id y pasad a cuchillo a los habitantes de
Yabés de Galaad, incluidos las mujeres y los niños.
11 Esto es lo que habéis de hacer: Consagraréis al anatema a todo
varón y a toda mujer que haya conocido varón, pero dejaréis con vida a las
doncellas.» Así lo hicieron.
12 Entre los habitantes de Yabés de Galaad encontraron cuatrocientas
muchachas vírgenes que no habían conocido varón y las llevaron al
campamento (de Silo, que está en el país de Canaán).
13 Toda la comunidad mandó emisarios a los benjaminitas que
estaban en la Peña de Rimmón para hacer las paces.
14 Volvió entonces Benjamín. Les dieron las mujeres de Yabés de
Galaad que habían quedado con vida, pero no hubo suficientes para todos.
15 El pueblo se compadeció de Benjamín, pues Yahveh había abierto
una brecha entre las tribus de Israel.
16 Decían los ancianos de la comunidad: «¿Qué podemos hacer para
proporcionar mujeres a los que quedan, pues las mujeres de Benjamín han
sido exterminadas?»
17 Y añadían: «¿Cómo conservar un resto a Benjamín para que no sea
borrada una tribu de Israel?
18 Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio.»
Es que los israelitas habían pronunciado este juramento: «Maldito sea el
que dé mujer a Benjamín.»19 Pero se dijeron: «Es ahora la fiesta de Yahveh, la que se celebra
todos los años en Silo.» (La ciudad está al norte de Betel, al oriente de la
calzada que sube de Betel a Siquem y al sur de Leboná.)
20 Dieron esta orden a los benjaminitas: «Id a poner una emboscada
entre las viñas.
21 Estaréis alerta, y cuando las muchachas de Silo salgan para danzar
en corro, saldréis de las viñas y raptaréis cada uno una mujer de entre las
muchachas de Silo y os iréis a la tierra de Benjamín.
22 Si sus padres o sus hermanos vienen a querellarse contra vosotros,
les diremos: “Hacednos el favor de perdonarles, pues no hemos podido
tomar cada uno una mujer en el combate; porque no sois vosotros los que se
las habéis dado, porque entonces seríais culpables.»
23 Así lo hicieron los benjaminitas y se llevaron tantas mujeres
cuantos eran ellos de entre las danzarinas que raptaron; luego se fueron,
volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y se establecieron en ellas.
24 Los israelitas se marcharon entonces de allí cada uno a su tribu y a
su clan y partieron de allí cada uno a su heredad.
25 Por aquel tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le
parecía bien.

RUT
Rut 1

1 En los días en que juzgaban los Jueces hubo hambre en el país, y un
hombre de Belén de Judá se fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los
campos de Moab.
2 Este hombre se llamaba Elimélek, su mujer Noemí y sus dos hijos
Majlón y Kilyón; eran efrateos de Belén de Judá. Llegados a los campos de
Moab, se establecieron allí.
3 Murió Elimélek, el marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos.
4 Estos se casaron con mujeres moabitas, una de las cuales se llamaba
Orpá y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años.
5 Murieron también ellos dos, Majlón y Kilyón, y quedó sola Noemí,
sin sus dos hijos y sin marido.
6 Entonces decidió regresar de los campos de Moab con sus dos
nueras, porque oyó en los campos de Moab que Yahveh había visitado a su
pueblo y le daba pan.
7 Salió, pues, con sus nueras, del país donde había vivido y se
pusieron en camino, para volver a la tierra de Judá.
8 Noemí dijo a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a casa de
vuestra madre. Que Yahveh tenga piedad con vosotras como vosotras la
habéis tenido con los que murieron y conmigo.
9 Que Yahveh os conceda encontrar vida apacible en la casa de un
marido.» Y las besó. Pero ellas rompieron a llorar,
10 y dijeron: «No; contigo volveremos a tu pueblo.»11 Noemí respondió: «Volveos, hijas mías, ¿por qué vais a venir
conmigo? ¿Acaso tengo yo aún hijos en mi seno que puedan ser maridos
vuestros?
12 Volveos, hijas mías, andad, porque yo soy demasiado vieja para
casarme otra vez. Y aun cuando dijera que no he perdido toda esperanza,
que esta misma noche voy a tener un marido y que tendré hijos
13 ¿habríais de esperar hasta que fueran mayores? ¿dejaríais por eso
de casaros? No, hijas mías, yo tengo gran pena por vosotros, porque la
mano de Yahveh ha caído sobre mí.»
14 Ellas rompieron a llorar de nuevo; después Orpá besó a su suegra y
se volvió a su pueblo, pero Rut se quedó junto a ella.
15 Entonces Noemí dijo: «Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a
su dios, vuélvete tú también con ella.»
16 Pero Rut respondió: «No insistas en que te abandone y me separe
de ti, porque donde tú vayas, yo iré, donde habites, habitaré. Tu pueblo será
mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
17 Donde tú mueras moriré y allí seré enterrada. Que Yahveh me dé
este mal y añada este otro todavía si no es tan sólo la muerte lo que nos ha
de separar.»
18 Viendo Noemí que Rut estaba decidida a acompañarla, no insistió
más.
19 Caminaron, pues, las dos juntas hasta Belén. Cuando llegaron a
Belén se conmovió toda la ciudad por ellas. Las mujeres exclamaban: «¿No
es esta Noemí?»
20 Mas ella respondía: «¡No me llaméis ya Noemí, llamadme Mará,
porque Sadday me ha llenado de amargura!
21 Colmada partí yo, vacía me devuelve Yahveh. ¿Por qué me llamáis
aún Noemí, cuando Yahveh da testimonio contra mí y Sadday me ha hecho
desdichada?»
22 Así fue como regresó Noemí, con su nuera Rut la moabita, la que
vino de los campos de Moab. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de
la cebada.
Rut 2

1 Tenía Noemí por parte de su marido un pariente de buena posición,
de la familia de Elimélek, llamado Booz.
2 Rut la moabita dijo a Noemí: «Déjame ir al campo a espigar detrás
de aquél a cuyos ojos halle gracia»; ella respondió: «Vete, hija mía.»
3 Fue ella y se puso a espigar en el campo detrás de los segadores, y
quiso su suerte que fuera a dar en una parcela de Booz, el de la familia de
Elimélek.
4 Llegaba entonces Booz de Belén y dijo a los segadores: «Yahveh
con vosotros.» Le respondieron: «Que Yahveh te bendiga.»
5 Preguntó Booz al criado que estaba al frente de los segadores: «¿De
quién es esta muchacha?»6 El criado que estaba al frente de los segadores dijo: «Es la joven
moabita que vino con Noemí de los campos de Moab.
7 Ella dijo: “Permitidme, por favor, espigar y recoger detrás de los
segadores.” Ha venido y ha permanecido en pie desde la mañana hasta
ahora.»
8 Booz dijo a Rut: «¿Me oyes, hija mía? No vayas a espigar a otro
campo ni te alejes de aquí; quédate junto a mis criados.
9 Fíjate en la parcela que sieguen y vete detrás de ellos. ¿No he
mandado a mis criados que no te molesten? Si tienes sed vete a las vasijas
y bebe de lo que saquen del pozo los criados.»
10 Cayó ella sobre su rostro y se postró en tierra y le dijo: «¿Cómo he
hallado gracia a tus ojos para que te fijes en mí, que no soy más que una
extranjera?»
11 Booz le respondió: «Me han contado al detalle todo lo que hiciste
con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo has dejado a tu
padre y a tu madre y la tierra en que naciste, y has venido a un pueblo que
no conocías ni ayer ni anteayer.
12 Que Yahveh te recompense tu obra y que tu recompensa sea
colmada de parte de Yahveh, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a
refugiarte.»
13 Ella dijo: «Halle yo gracia a tus ojos, mi señor, pues me has
consolado y has hablado al corazón de tu sierva, cuando yo no soy ni
siquiera como una de tus siervas.»
14 A la hora de la comida, Booz le dijo: «Acércate aquí, puedes comer
pan y mojar tu bocado en el vinagre.» Ella se sentó junto a los segadores, y
él le ofreció un puñado de grano tostado. Comió ella hasta saciarse y aun le
sobró.
15 Cuando se levantó ella para seguir espigando, Booz ordenó a sus
criados: «Dejadla espigar también entre las gavillas y no la molestéis.
16 Sacad incluso para ella espigas de las gavillas y dejadlas caer para
que las espigue, y no la riñáis.»
17 Estuvo espigando en el campo hasta el atardecer y, cuando
desgranó lo que había espigado, había como una medida de cebada.
18 Ella se lo llevó y entró en la ciudad, y su suegra vio lo que había
espigado. Sacó lo que le había sobrado después de haberse saciado y se lo
dio.
19 Su suegra le dijo: «¿Dónde has estado espigando hoy y qué has
hecho? ¡Bendito sea el que se ha fijado en ti!» Ella contó a su suegra con
quién había estado trabajando y añadió: «El hombre con quien he trabajado
hoy se llama Booz.»
20 Noemí dijo a su nuera: «Bendito sea Yahveh que no deja de
mostrar su bondad hacia los vivos y los muertos.» Le dijo Noemí: «Ese
hombre es nuestro pariente, es uno de los que tienen derecho de rescate
sobre nosotros.»
21 Dijo Rut a su suegra: «Hasta me ha dicho: Quédate con mis criados
hasta que hayan acabado toda mi cosecha.»22 Dijo Noemí a Rut su nuera: «Es mejor que salgas con sus criados,
hija mía, así no te molestarán en otro campo.»
23 Se quedó, pues, con los criados de Booz para espigar hasta que
acabó la recolección de la cebada y la recolección del trigo, y siguió
viviendo con su suegra.

Rut 3


1 Noemí, su suegra, le dijo: «Hija mía, ¿es que no debo procurarte una
posición segura que te convenga?
2 Ahora bien: ¿Acaso no es pariente nuestro aquel Booz con cuyos
criados estuviste? Pues mira: Esta noche estará aventando la cebada en la
era.
3 Lávate, perfúmate y ponte encima el manto, y baja a la era; que no te
reconozca ese hombre antes que acabe de comer y beber.
4 Cuando se acueste, mira el lugar en que se haya acostado, vas,
descubres un sitio a sus pies y te acuestas; y él mismo te indicará lo que
debes hacer.»
5 Ella le dijo: «Haré cuanto me has dicho.»
6 Bajó a la era e hizo cuanto su suegra le había mandado.
7 Booz comió y bebió y su corazón se puso alegre. Entonces fue a
acostarse junto al montón de cebada. Vino ella sigilosamente, descubrió un
sitio a sus pies y se acostó.
8 A media noche sintió el hombre un escalofrío, se volvió y notó que
había una mujer acostada a sus pies.
9 Dijo: «¿Quien eres tú?», y ella respondió: «Soy Rut tu sierva.
Extiende sobre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho de
rescate.»
10 El dijo: «Bendita seas de Yahveh, hija mía; tu último acto de
piedad filial ha sido mejor que el primero, porque no has pretendido a
ningún joven, pobre o rico.
11 Y ahora, hija mía, no temas; haré por ti cuanto me digas, porque
toda la gente de mi pueblo sabe que tú eres una mujer virtuosa.
12 Ahora bien: es verdad que tengo derecho de rescate, pero hay un
pariente más cercano que yo con derecho de rescate.
13 Pasa aquí esta noche, y mañana, si él quiere ejercer su derecho, que
lo ejerza; y si no quiere, yo te rescataré, ¡vive Yahveh! Acuéstate hasta el
amanecer.»
14 Se acostó ella a sus pies hasta la madrugada; se levantó él a la hora
en que todavía un hombre no puede reconocer a otro, pues se decía: «Que
no se sepa que la mujer ha venido a la era.»
15 El dijo: «Trae el manto que tienes encima y sujeta bien.» Sujetó
ella, y él midió seis medidas de cebada y se las puso a cuestas, y él entró en
la ciudad.
16 Volvió ella donde su suegra que le dijo: «¿Cómo te ha ido, hija
mía?» Y le contó cuanto el hombre había hecho por ella,17 y añadió: «Me ha dado estas seis medidas de cebada, pues dijo:
“No debes volver de vacío donde tu suegra.”»
18 Noemí le dijo: «Quédate tranquila, hija mía, hasta que sepas cómo
acaba el asunto; este hombre no parará hasta concluirlo hoy mismo.»

Rut 4

1 Mientras tanto Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí.
Acertó a pasar el pariente de que había hablado Booz, y le dijo: «Acércate y
siéntate aquí, fulano.» Y éste fue y se sentó.
2 Tomó diez de los ancianos de la ciudad y dijo: «Sentaos aquí.» Y se
sentaron.
3 Dijo entonces al que tenía el derecho de rescate: «Noemí, que ha
vuelto de los campos de Moab, vende la parcela de campo de nuestro
hermano Elimélek.
4 He querido hacértelo saber y decirte: «Adquiérela en presencia de
los aquí sentados, en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si vas a
rescatar, rescata; si nos vas a rescatar, dímelo para que yo lo sepa, porque
fuera de ti no hay otro que tenga derecho de rescate, pues voy yo después
de ti.» El dijo: «Yo rescataré.»
5 Booz añadió: «El día que adquieras la parcela para ti de manos de
Noemí tienes que adquirir también a Rut la moabita, mujer del difunto, para
perpetuar el nombre del difunto en su heredad.»
6 El pariente respondió: «Así no puedo rescatar, porque podría
perjudicar mi herencia. Usa tú mi derecho de rescate, porque yo no puedo
usarlo.»
7 Antes en Israel, en caso de rescate o de cambio, para dar fuerza al
contrato, había la costumbre de quitarse uno la sandalia y dársela al otro.
Esta era la manera de testificar en Israel.
8 El que tenía el derecho de rescate dijo a Booz: «Adquiérela para ti.»
Y se quitó la sandalia.
9 Entonces dijo Booz a los ancianos y a todo el pueblo: «Testigos sois
vosotros hoy de que adquiero todo lo de Elimélek y todo lo de Kilyón y
Majlón de manos de Noemí
10 y de que adquiero también a Rut la moabita, la que fue mujer de
Kilyón, para que sea mi mujer a fin de perpetuar el nombre del difunto en
su heredad y que el nombre del difunto no sea borrado entre sus hermanos y
en la puerta de su localidad. Vosotros sois hoy testigos.»
11 Toda la gente que estaba en la puerta y los ancianos respondieron:
«Somos testigos. Haga Yahveh que la mujer que entra en tu casa sea como
Raquel y como Lía, las dos que edificaron la casa de Israel. Hazte poderoso
en Efratá y sé famoso en Belén.
12 Sea tu casa como la casa de Peres, el que Tamar dio a Judá, gracias
a la descendencia que Yahveh te conceda por esta joven.»
13 Booz tomó a Rut, y ella fue su mujer; se unió a ella, y Yahveh hizo
que concibiera, y dio a luz un niño.14 Las mujeres dijeron a Noemí: «Bendito sea Yahveh que no ha
permitido que te falte hoy uno que te rescate para perpetuar su nombre en
Israel.
15 Será el consuelo de tu alma y el apoyo de tu ancianidad, porque lo
ha dado a luz tu nuera que te quiere y es para ti mejor que siete hijos.»
16 Tomó Noemí al niño y le puso en su seno y se encargó de criarlo.
17 Las vecinas le pusieron un nombre diciendo: «Le ha nacido un hijo
a Noemí» y le llamaron Obed. Es el padre de Jesé, padre de David.
18 Estos son los descendientes de Peres. Peres engendró a Jesrón.
19 Jesrón engendró a Ram y Ram engendró a Aminadab.
20 Aminadab engendró a Najsón y Najsón engendró a Salmón.
21 Salmón engendró a Booz y Booz engendró a Obed.
22 Obed engendró a Jesé y Jesé engendró a David.

Salmo 119

81 = Kaf. = En pos de tu salvación mi alma languidece, en tu palabra
espero.
82 Languidecen mis ojos en pos de tu promesa diciendo: «¿Cuándo
vas a consolarme?» 83 Aun hecho igual que un pellejo que se ahúma, de tus preceptos no
me olvido.
84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿cuándo harás justicia de mis
perseguidores?
85 Los soberbios han cavado fosas para mí en contra de tu ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad, con mentira se me persigue,
¡ayúdame!
87 Poco falta para que me borren de la tierra, mas yo tus ordenanzas
no abandono.
88 Según tu amor dame la vida, y guardaré el dictamen de tu boca.
89 = Lámed. = Para siempre, Yahveh, tu palabra, firme está en los
cielos.
90 Por todas las edades tu verdad, tú fijaste la tierra, ella persiste.
91 Por tus juicios subsiste todo hasta este día, pues toda cosa es sierva
tuya.
92 Si tu ley no hubiera sido mi delicia, ya habría perecido en mi
miseria.
93 Jamás olvidaré tus ordenanzas, por ellas tú me das la vida.
94 Tuyo soy, sálvame, pues tus ordenanzas voy buscando.
95 Para perderme me acechan los impíos, yo estoy atento a tus
dictámenes.
96 De todo lo perfecto he visto el límite: ¡Qué inmenso es tu
mandamiento!

97 = Mem. = ¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi
meditación.
98 Más sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento, que
por siempre es mío.
99 Tengo más prudencia que todos mis maestros, porque mi
meditación son tus dictámenes.
100 Poseo más cordura que los viejos, porque guardo tus ordenanzas.
101 Retraigo mis pasos de toda mala senda para guardar tu palabra.
102 De tus juicios no me aparto, porque me instruyes tú.
103 ¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca!
104 Por tus ordenanzas cobro inteligencia, por eso odio toda senda de
mentira.
105 = Nun. = Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi
sendero.
106 He jurado, y he de mantenerlo, guardar tus justos juicios.
107 Humillado en exceso estoy, Yahveh, dame la vida conforme a tu
palabra.
108 Acepta los votos de mi boca, Yahveh, y enséñame tus juicios.
109 Mi alma está en mis manos sin cesar, mas no olvido tu ley.
110 Me tienden un lazo los impíos, mas yo no me desvío de tus
ordenanzas. 111 Tus dictámenes son mi herencia por siempre, ellos son la alegría
de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a practicar tus preceptos, recompensa por
siempre.
113 = Sámek. = Aborrezco la doblez y amo tu ley.
114 Mi refugio y mi escudo eres tú, yo espero en tu palabra.
115 ¡Apartaos de mí, malvados, quiero guardar los mandamientos de
mi Dios!
116 Sosténme conforme a tu promesa, y viviré, no defraudes mi
esperanza.
117 Sé tú mi apoyo, y seré salvo, y sin cesar tendré a la vista tus
preceptos.
118 Tú deshaces a todos los que se desvían de tus preceptos, mentira
es su astucia.
119 Tienes por escoria a todos los impíos de la tierra, por eso amo yo
tus dictámenes.
120 Por tu terror tiembla mi carne, de tus juicios tengo miedo.
121 = Ain. = Juicio y justicia he practicado, a mis opresores no me
entregues.
122 Sé fiador de tu siervo para el bien, no me opriman los soberbios.
123 En pos de tu salvación languidecen mis ojos, tras tu promesa de
justicia.
124 Según tu amor trata a tu siervo, enséñame tus preceptos.
125 Yo soy tu servidor, hazme entender, y aprenderé tus dictámenes.
126 Ya es hora de actuar, Yahveh, se ha violado tu ley.
127 Por eso amo yo tus mandamientos más que el oro, más que el oro
fino.
128 Por eso me guío por todas tus ordenanzas y odio toda senda de
mentira.

Marcos 2

18 Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando,
vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos
de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?»19 Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda
mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no
pueden ayunar.
20 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán, en aquel día.
21 Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo,
pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se
produce un desgarrón peor.
22 Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo,
el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los
pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.
23 Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus
discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas.
24 Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es
lícito?»
25 El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo
necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre,
26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote
Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es
lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»
27 Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el
hombre para el sábado.
28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»

Marcos 3

1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la
mano paralizada.
2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
3 Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»
4 Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar
una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban.
5 Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón,
dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su
mano.
6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos
contra él para ver cómo eliminarle.
7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran
muchedumbre de Galilea. También de Judea,
8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores
de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él.
9 Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le
prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran.
10 Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le
echaban encima para tocarle.
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y
gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»12 Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
13 Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.
14 Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a
predicar
15 con poder de expulsar los demonios.
16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;
17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a
quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno;
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo,
Tadeo, Simón el Cananeo
19 y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
20 Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que
no podían comer.
21 Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues
decían: «Está fuera de sí.»
22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído
por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.»
23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede
Satanás expulsar a Satanás?
24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede
subsistir.
25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá
subsistir.
26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede
subsistir, pues ha llegado su fin.
27 Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si
no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa.
28 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los
pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.
29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón
nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»
30 Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»
31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a
llamar.
32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu
madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»
33 El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»
34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su
alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.
35 Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana
y mi madre.»

Marcos 4

1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta
gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda
la gente estaba en tierra a la orilla del mar.2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su
instrucción:
3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.
4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino;
vinieron las aves y se la comieron.
5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y
brotó en seguida por no tener hondura de tierra;
6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y
no dio fruto.
8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose,
dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.»
9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le
preguntaban sobre las parábolas.
11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de
Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas,
12 para que = por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no
entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.» =
13 Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces,
comprenderéis todas las parábolas?
14 El sembrador siembra la Palabra.
15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra
son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra
sembrada en ellos.
16 De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al
oír la Palabra, al punto la reciben con alegría,
17 pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en
cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra,
sucumben en seguida.
18 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído
la Palabra,
19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y
las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin
fruto.
20 Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra,
la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»

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