2 Samuel 5
1 Vinieron todas las tribus de Israel donde David a Hebrón y le
dijeron: «Mira: hueso tuyo y carne tuya somos nosotros.
2 Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las
entradas y salidas de Israel. Yahveh te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo
Israel, tú serás el caudillo de Israel.»
3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón.
El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh, y
ungieron a David como rey de Israel.
4 Treinta años tenía cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años.
5 Reinó en Hebrón sobre Judá siete años y seis meses. Reinó en
Jerusalén sobre todo Israel y sobre Judá 33 años.
6 Marchó el rey con sus hombres sobre Jerusalén contra los jebuseos
que habitaban aquella tierra. Dijeron éstos a David: «No entrarás aquí;
porque hasta los ciegos y cojos bastan para rechazarte.» (Querían decir: no
entrará David aquí.)
7 Pero David conquistó la fortaleza de Sión que es la Ciudad de
David.
8 Y dijo David aquel día: «Todo el que quiera atacar a los jebuseos
que suba por el canal…, en cuanto a los ciegos y a los cojos, David los
aborrece.» Por eso se dice: «Ni cojo ni ciego entrarán en la Casa.»
9 David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. Edificó
una muralla en derredor, desde el Milló hacia el interior.
10 David iba medrando y Yahveh el Dios Sebaot estaba con él.
11 Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros con maderas de
cedro, carpinteros y canteros que construyeron la casa de David.
12 Y David conoció que Yahveh le había confirmado como rey de
Israel y que había exaltado su reino a causa de su pueblo Israel.
13 Tomó David más concubinas y mujeres de Jerusalén, después de
venir de Hebrón, y le nacieron a David hijos e hijas.
14 Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalén:
Sammúa, Sobab, Natán, Salomón,
15 Yibjar, Elisua, Néfeg, Yafía,
16 Elisamá, Baalyadá, Elifélet.
17 Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey de
Israel, subieron todos en busca de David. Lo supo David y bajó al refugio.
18 Llegaron los filisteos y se desplegaron por el Valle de Refaím.
19 Entonces David consultó a Yahveh diciendo: «¿Debo subir contra
los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Respondió Yahveh a David:
«Sube, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tus manos.»
20 Llegó David a Baal Perasim. Allí los derrotó David y dijo:
«Yahveh me ha abierto brecha entre mis enemigos como brecha de aguas.»
Por eso se llamó aquel lugar Baal Perasim.
21 Ellos abandonaron allí sus ídolos y David y sus hombres se los
llevaron.
22 Volvieron a subir los filisteos y se desplegaron por el Valle de
Refaím.
23 David consultó a Yahveh, que le dijo: «No subas contra ellos. Da
un rodeo detrás de ellos y atácalos frente a las balsameras.
24 Cuando oigas ruido de pasos en la cima de las balsameras, ataca
con decisión porque Yahveh sale delante de ti para derrotar al ejército de
los filisteos.»
25 Hizo David lo que Yahveh le ordenaba y batió a los filisteos desde
Gabaón hasta la entrada de Guézer.
2 Samuel 6
1 Reunió de nuevo David a todo lo mejor de Israel, 30.000 hombres.
2 Se levantó David y partió con todo el pueblo que estaba con él a
Baalá de Judá para subir desde allí el arca de Dios que lleva el nombre de
Yahveh Sebaot que se sienta sobre los querubines.
3 Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y la llevaron de la
casa de Abinadab que está en la loma. Uzzá y Ajyó, hijos de Abinadab,
conducían la carreta con el arca de Dios.
4 Uzzá caminaba al lado del arca de Dios y Ajyó iba delante de ella.
5 David y toda la casa de Israel bailaban delante de Yahveh con todas
sus fuerzas, cantando con cítaras, arpas, adufes, sistros y cimbalillos.
6 Al llegar a la era de Nakón, extendió Uzzá la mano hacia el arca de
Dios y la sujetó porque los bueyes amenazaban volcarla.
7 Entonces la ira de Yahveh se encendió contra Uzzá: allí mismo le
hirió Dios por este atrevimiento y murió allí junto al arca de Dios.
8 David se irritó porque Yahveh había castigado a Uzzá y se llamó
aquel lugar Peres Uzzá hasta el día de hoy.
9 Aquel día David tuvo miedo de Yahveh y dijo: «¿Como voy a llevar
a mi casa el arca de Yahveh?»
10 Y no quiso llevar el arca de Yahveh junto a sí, a la Ciudad de
David, sino que la hizo llevar a casa de Obededom de Gat.
11 El arca de Yahveh estuvo en casa de Obededom de Gat tres meses
y Yahveh bendijo a Obededom y a toda su casa.
12 Se hizo saber al rey David: «Yahveh ha bendecido la casa de
Obededom y todas sus cosas a causa del arca de Dios.» Fue David e hizo
subir el arca de Dios de casa de Obededom a la Ciudad de David, con gran
alborozo.
13 Cada seis pasos que avanzaban los portadores del arca de Yahveh,
sacrificaba un buey y un carnero cebado.
14 David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante Yahveh, ceñido
de un efod de lino.
15 David y toda la casa de Israel hacían subir el arca de Yahveh entre
clamores y resonar de cuernos.
16 Cuando el arca de Yahveh entró en la Ciudad de David, Mikal, hija
de Saúl, que estaba mirando por la ventana, vio al rey David saltando y
girando ante Yahveh y le despreció en su corazón.
17 Metieron el arca de Yahveh y la colocaron en su sitio, en medio de
la tienda que David había hecho levantar para ella y David ofreció
holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Yahveh.
18 Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y
sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre de Yahveh Sebaot
19 y repartió a todo el pueblo, a toda la muchedumbre de Israel,
hombres y mujeres, una torta de pan, un pastel de dátiles y un pan de pasas
a cada uno de ellos, y se fue todo el pueblo cada uno a su casa.
20 Cuando se volvía David para bendecir su casa, Mikal, hija de Saúl,
le salió al encuentro y le dijo: «¡Cómo se ha cubierto hoy de gloria el rey de
Israel, descubriéndose hoy ante las criadas de sus servidores como se
descubriría un cualquiera!»
21 Respondió David a Mikal: «En presencia de Yahveh danzo yo.
Vive Yahveh, el que me ha preferido a tu padre y a toda tu casa para
constituirme caudillo de Israel, el pueblo de Yahveh, que yo danzaré ante
Yahveh,
22 y me haré más vil todavía; seré vil a tus ojos pero seré honrado ante
las criadas de que hablas.
23 Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.
2 Samuel 7
1 Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de
todos sus enemigos de alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro
mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.»
3 Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te dicta el corazón,
porque Yahveh está contigo.»
4 Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán diciendo:
5 «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a edificar tú
una casa para que yo habite?
6 No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los
israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de un lado para otro
en una tienda, en un refugio.
7 En todo el tiempo que he caminado entre todos los israelitas ¿he
dicho acaso a uno de los jueces de Israel a los que mandé que apacentaran a
mi pueblo Israel: “¿Por qué no me edificáis una casa de cedro?”
8 Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo
te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi
pueblo Israel.
9 He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de delante de ti
a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de
los grandes de la tierra:
10 fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en
él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndole como
antes,
11 en el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré paz
con todos sus enemigos. Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una
casa.
12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres,
afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y
consolidaré el trono de su realeza.
13 (El constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono
de su realeza para siempre.)
14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le
castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres,
15 pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien
quité de delante de mí.
16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono
estará firme, eternamente.»
17 Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.
18 El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo,
señor mío Yahveh, y qué mi casa, que me has traído hasta aquí?
19 Y aun esto es poco a tus ojos, señor mío, Yahveh que hablas
también a la casa de tu siervo para el futuro lejano… Señor Yahveh.20 ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras? Tú me tienes
conocido, Señor Yahveh.
21 Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra y tu
corazón, par dárselo a conocer a tu siervo.
22 Por eso eres grande, mi Señor Yahveh; nadie como tú, no hay Dios
fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.
23 ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel a quien un
dios haya ido a rescatar para hacerle su pueblo, dándole renombre y
haciendo en su favor grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu
pueblo, al que rescataste de Egipto, a naciones y dioses extraños?
24 Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo para
siempre, y tú, Yahveh, eres su Dios.
25 Y ahora, Yahveh Dios, mantén firme eternamente la palabra que
has dirigido a tu siervo y a su casa y haz según tu palabra.
26 Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se diga: Yahveh
Sebaot es Dios de Israel; y que la casa de tu siervo David subsista en tu
presencia,
27 ya que tú, Yahveh Sebaot, Dios de Israel, has hecho esta revelación
a tu siervo diciendo: “yo te edificaré una casa”: por eso tu siervo ha
encontrado valor para orar en tu presencia.
28 Ahora, mi Señor Yahveh, tú eres Dios, tus palabras son verdad y
has prometido a tu siervo esta dicha;
29 dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para que permanezca
por siempre en tu presencia, pues tú mi Señor Yahveh, has hablado y con
tu bendición la casa de tu siervo será eternamente bendita.»
2 Samuel 8
1 Después de esto, batió David a los filisteos y los humilló; tomó
David a Gat y sus dependencias de manos de los filisteos…
2 Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo
que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una
cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas quedaron sometidos a David,
pagando tributo.
3 David batió a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a
imponerse su dominio en el Río.
4 David le apresó 1.700 hombres de carro y 20.000 de a pie y
desjarretó toda la caballería de los carros reservando cien tiros.
5 Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadézer, rey de
Sobá: pero David causó 22.000 bajas a los arameos.
6 Y estableció David gobernadores en Aram de Damasco. Los
arameos quedaron sometidos a David, pagando tributo; Yahveh hizo
triunfar a David por dondequiera que iba.
7 Tomó David los escudos de oro que llevaban los servidores de
Hadadézer y los llevó a Jerusalén.
8 De Tebaj y de Berotay, ciudades de Hadadézer, tomó el rey una gran
cantidad de bronce.9 Tou, rey de Jamat, supo que David había derrotado a todas las
fuerzas de Hadadézer,
10 y envió a su hijo Hadoram al rey David para saludarle y felicitarle
por haber atacado y vencido a Hadadézer, ya que Tou estaba siempre en
guerra con Hadadézer. Traía Hadoram vasos de plata, oro y bronce.
11 El rey David los consagró también a Yahveh, con la plata y el oro
consagrado procedente de todos los pueblos sometidos,
12 de Edom, de Moab, de los ammonitas, de los filisteos, de Amalec y
del botín de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.
13 David se hizo famoso cuando volvió de su victoria sobre los
edomitas, en el valle de la Sal, en número de 18.000.
14 Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas quedaron
sometidos a David, y Yahveh hizo triunfar a David dondequiera que iba.
15 Reinó David sobre todo Israel, administrando derecho y justicia a
todo su pueblo.
16 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército, y Josafat, hijo de Ajilub,
era el heraldo.
17 Sadoq, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélek, eran sacerdotes.
Seraya era secretario,
18 Benaías, hijo de Yehoyadá, mandaba a los keretos y los peleteos.
Los hijos de David eran sacerdotes.
2 Samuel 9
1 David preguntó: «¿Queda todavía algún hijo de la casa de Saúl?
Quiero favorecerle por amor a Jonatán.
2 Tenía la familia de Saúl un siervo llamado Sibá. Le convocaron ante
David y el rey le dijo: «¿Eres tú Sibá?» Respondió: «Tu siervo soy.»
3 Dijo el rey: «¿Queda alguien todavía de la casa de Saúl para que yo
tenga con él una misericordia sin medida?» Sibá contestó al rey: «Vive
todavía un hijo de Jonatán, tullido de pies.»
4 El rey le preguntó: «¿Dónde está?» Respondió Sibá al rey: «Esta en
casa de Makir, hijo de Ammiel, en Lo Debar.»
5 Y el rey David mandó traerlo de la casa de Makir, hijo de Ammiel,
de Lo Debar.
6 Llegó Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, adonde David y
cayendo sobre su rostro se postró. David le dijo: «Meribbaal», y respondió:
«Aquí tienes a tu siervo.»
7 David le dijo: «No temas, quiero favorecerte por amor de Jonatán, tu
padre. Haré que te devuelvan todos los campos de tu padre Saúl, y tú
comerás siempre a mi mesa.»
8 El se postró y dijo: «¿Qué es tu siervo, para que te fijes en un perro
muerto como yo?»
9 Llamó el rey a Sibá, criado de Saúl, y le dijo: «Todo lo que
pertenecía a Saúl y a toda su casa, se lo doy al hijo de tu señor.10 Cultivarás para él la tierra tú, tus hijos y tus siervos, y se lo llevarás
a la familia de tu señor para que pueda comer. Meribbaal, el hijo de tu
señor, comerá siempre a mi mesa.» Tenía Sibá quince hijos y veinte siervos.
11 Respondió Sibá al rey: «Tu siervo hará todo lo que mi señor el rey
ha mandado a su siervo.» Meribbaal comía a la mesa de David como uno de
los hijos del rey.
12 Tenía Meribbaal un hijo pequeño, llamado Miká. Todos los que
vivían en casa de Sibá eran siervos de Meribbaal.
13 Pero Meribbaal vivía en Jerusalén porque comía siempre a la mesa
del rey. Estaba tullido de pies.
2 Samuel 10
1 Después de esto murió el rey de los ammonitas y reinó en su lugar
su hijo Janún.
2 Dijo David: «Tendré con Janún, hijo de Najás, la misma
benevolencia que su padre tuvo conmigo.» David envió a sus servidores
para que le consolaran por su padre. Cuando los servidores de David
llegaron al país de los ammonitas,
3 dijeron los jefes de los ammonitas a Janún, su señor: «¿Acaso David
te envía a consolar porque quiere hacer honor a tu padre ante tus ojos? ¿No
te ha enviado David sus siervos para espiar la ciudad, explorarla y
destruirla?»
4 Entonces Janún prendió a los servidores de David, les rapó la mitad
de la barba, cortó sus vestidos hasta la mitad de las nalgas, y los despachó.
5 Se lo comunicaron a David y envió gente a su encuentro porque los
hombres estaban cubiertos de vergüenza; el rey les mandó a decir:
«Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba; después volveréis.»
6 Vieron los ammonitas que se habían hecho odiosos a David y
enviaron para tomar a sueldo arameos de Bet Rejob y arameos de Sobá
20.000 infantes; del rey de Maaká mil hombres y del rey de Tob 12.000.
7 Lo supo David y mandó a Joab con toda la tropa, los valientes.
8 Salieron a campaña los ammonitas y se ordenaron en batalla a la
entrada de la puerta, mientras que los arameos de Sobá y de Rejob, y los
hombres de Tob y de Maaká estaban aparte en el campo.
9 Viendo Joab que tenía un frente de combate por delante y otro por
detrás, escogió a los mejores de Israel y los puso en línea contra los
arameos.
10 Puso el resto del ejército al mando de su hermano Abisay y lo
ordenó en batalla frente a los ammonitas.
11 Y dijo: «Si los arameos me dominan, ven en mi ayuda; si los
ammonitas te dominan a ti, vendré en tu socorro.
12 Ten fortaleza, esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades
de nuestro Dios y que Yahveh haga lo que bien le parezca.»
13 Y avanzó Joab con su ejército para luchar contra los arameos, que
huyeron ante él.
14 Viendo los ammonitas que los arameos emprendían la fuga,
huyeron también ellos ante Abisay y entraron en la ciudad, mientras que
Joab se alejó de los ammonitas y entró en Jerusalén.
15 Vieron los arameos que habían sido vencidos por Israel y se
concentraron todos.
16 Hadadézer mandó venir a los arameos del otro lado del Río. Y
llegaron a Jelam, viniendo a su cabeza Sobak, jefe del ejército de
Hadadézer.
17 Se dio aviso a David, quien reuniendo a todo Israel pasó el Jordán
y llegó a Jelam; los arameos se ordenaron en batalla frente a David y
combatieron contra él.
18 Huyeron los arameos ante Israel y David abatió a los arameos
setecientos carros y 40.000 de carro. Hirió también a Sobak, jefe de su
ejército, que murió allí mismo.
19 Cuando todos les reyes vasallos de Hadadézer vieron que habían
sido batidos ante Israel, hicieron la paz con Israel y le quedaron sometidos.
Los arameos no se atrevieron a seguir ayudando a los ammonitas.
2 Samuel 11
1 A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, envió
David a Joab con sus veteranos y todo Israel. Derrotaron a los ammonitas y
pusieron sitio a Rabbá, mientras David se quedó en Jerusalén.
2 Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el
terrado de la casa del rey cuando vio desde lo alto del terrado a una mujer
que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa.
3 Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: «Es
Betsabé, hija de Eliam, mujer de Urías el hitita.»
4 David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó
con ella, cuando acababa de purificarse de sus reglas. Y ella se volvió a su
casa.
5 La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: «Estoy
encinta.»
6 David mandó decir a Joab: «Envíame a Urías el hitita.» Joab envió a
Urías adonde David.
7 Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército
y por la marcha de la guerra.
8 Y dijo David a Urías: «Baja a tu casa y lava tus pies.» Salió Urías de
la casa del rey, seguido de un obsequio de la mesa real.
9 Pero Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con la guardia de
su señor, y no bajó a su casa.
10 Avisaron a David: «Urías no ha bajado a su casa.» Preguntó David
a Urías: «¿No vienes de un viaje? ¿Por qué no has bajado a tu casa?
11 Urías respondió a David: «El arca, Israel y Judá habitan en tiendas;
Joab mi señor y los siervos de mi señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar
yo en mi casa para comer, beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida y
la vida de tu alma, no haré tal!»12 Entonces David dijo a Urías: «Quédate hoy también y mañana te
despediré.» Se quedó Urías aquel día en Jerusalén y al día siguiente
13 le invitó David a comer con él y le hizo beber hasta emborracharse.
Por la tarde salió y se acostó en el lecho, con la guardia de su señor, pero no
bajó a su casa.
14 A la mañana siguiente escribió David una carta a Joab y se la envió
por medio de Urías.
15 En la carta había escrito: «Poned a Urías frente a lo más reñido de
la batalla y retiraos de detrás de él para que sea herido y muera.»
16 Estaba Joab asediando la ciudad y colocó a Urías en el sitio en que
sabía que estaban los hombres más valientes.
17 Los hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab;
cayeron algunos del ejército de entre los veteranos de David; y murió
también Urías el hitita.
18 Joab envió a comunicar a David todas las noticias de la guerra,
19 y ordenó al mensajero: «Cuando hayas acabado de decir al rey
todas las noticias sobre la batalla,
20 si salta la cólera del rey de te dice: “¿Por qué os habéis acercado a
la ciudad para atacarla? ¿No sabíais que tirarían sobre vosotros desde la
muralla?
21 ¿Quien mató a Abimélek, el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una
mujer sobre él una piedra de molino desde lo alto de la muralla y murió él
en Tebés? ¿Por qué os habéis acercado a la muralla?”, tú le dices: También
ha muerto tu siervo Urías el hitita.»
22 Partió el mensajero y en llegando comunicó a David todo lo que le
había mandado Joab. David se irritó contra Joab y dijo al mensajero: «¿Por
qué os habéis acercado a la muralla para luchar? ¿Quién mató a Abimélek,
el hijo de Yerubbaal? ¿No arrojó una mujer sobre él una piedra de molino
desde lo alto de la muralla y murió él en Tebés? ¿Por qué os habéis
acercado a la muralla?»
23 El mensajero dijo a David: «Aquellos hombres se crecieron frente a
nosotros, hicieron una salida contra nosotros en campo raso y los
rechazamos hasta la entrada de la puerta,
24 pero los arqueros tiraron contra tus veteranos desde lo alto de la
muralla y murieron algunos de los veteranos del rey. También murió tu
siervo Urías el hitita.»
25 Entonces David dijo al mensajero: «Esto has de decir a Joab: “No
te inquietes por este asunto, porque la espada devora ya a uno ya a otro.
Redobla tu ataque contra la ciudad y destrúyela.” Y así le darás ánimos.»
26 Supo la mujer de Urías que había muerto Urías su marido e hizo
duelo por su señor.
27 Pasado el luto, David envió por ella y la recibió en su casa
haciéndola su mujer; ella le dio a luz un hijo; pero aquella acción que David
había hecho desagradó a Yahveh.
2 Samuel 12
1 Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él le dijo: «Había
dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre.
2 El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia;
3 el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que
había comprado. El la alimentaba y ella iba creciendo con él y sus hijos,
comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una
hija.
4 Vino un visitante donde el hombre rico, y dándole pena tomar su
ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa,
tomó la ovejita del pobre, y dio de comer al viajero llegado a su casa.»
5 David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a
Natán: «¡Vive Yahveh! que merece la muerte el hombre que tal hizo.
6 Pagará cuatro veces la oveja por haber hecho semejante cosa y por
no haber tenido compasión.»
7 Entonces Natán dijo a David: «Tú eres ese hombre. Así dice Yahveh
Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de
Saúl.
8 Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de
tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré
todavía otras cosas.
9 ¿Por qué has menospreciado a Yahveh haciendo lo malo a sus ojos,
matando a espada a Urías el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y
matándole por la espada de los ammonitas?
10 Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has
despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya.
11 Así habla Yahveh: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra
ti. Tomaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con
tus mujeres a la luz de este sol.
12 Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante
todo Israel y a la luz del sol.»
13 David dijo a Natán: «He pecado contra Yahveh.» Respondió Natán
a David: «También Yahveh perdona tu pecado; no morirás.
14 Pero por haber ultrajado a Yahveh con ese hecho, el hijo que te ha
nacido morirá sin remedio.»
15 Y Natán se fue a su casa. Hirió Yahveh al niño que había
engendrado a David la mujer de Urías y enfermó gravemente.
16 David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y
entrando en casa pasaba la noche acostado en tierra.
17 Los ancianos de su casa se esforzaban por levantarle del suelo, pero
el se negó y no quiso comer con ellos.
18 El séptimo día murió el niño; los servidores de David temieron
decirle que el niño había muerto, porque se decían: «Cuando el niño aún
vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le diremos que el niño ha
muerto? ¡Hará un desatino!»
19 Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió
David que el niño había muerto y dijo David a sus servidores: «¿Es que ha
muerto el niño?» Le respondieron: «Ha muerto.»
20 David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de
vestidos. Fue luego a la casa de Yahveh y se postró. Se volvió a su casa,
pidió que le trajesen de comer y comió.
21 Sus servidores le dijeron: «¿Qué es lo que haces? Cuando el niño
aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que ha muerto te levantas y comes.»
22 Respondió: «Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía:
¿Quién sabe si Yahveh tendrá compasión de mí y el niño vivirá?
23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer
que vuelva? Yo iré donde él, pero él no volverá a mí.»
24 David consoló a Betsabé su mujer, fue donde ella y se acostó con
ella; dio ella a luz un hijo y se llamó Salomón; Yahveh le amó,
25 y envió al profeta Natán que le llamó Yedidías, por lo que había
dicho Yahveh.
26 Joab atacó a Rabbá de los ammonitas y conquistó la ciudad real.
27 Y envió Joab mensajeros a David para decirle: «He atacado a
Rabbá y me he apoderado también de la ciudad real.
28 Ahora, pues, reúne el resto del ejército, acampa contra la ciudad y
tómala, para que no sea yo quien la conquiste y no le dé mi nombre.»
29 Reunió David todo el ejército y partió para Rabbá, la atacó y la
conquistó.
30 Tomó de la cabeza de Milkom la corona, que pesaba un talento de
oro; tenía ésta engarzada una piedra preciosa que fue puesta en la cabeza de
David; y se llevó un enorme botín de la ciudad.
31 A la gente que había en ella la hizo salir y la puso a trabajar en las
sierras, en los trillos de dientes de hierro, en las hachas de hierro y los
empleó en los hornos de ladrillo. Lo mismo hizo con todas la ciudades de
los ammonitas. Luego David regresó con todo el ejército a Jerusalén.
Salmo 133 (132)
(1) = Canción de las subidas. De David. = 1 ¡Oh, qué bueno, qué
dulce habitar los hermanos todos juntos!
2 Como un ungüento fino en la cabeza, que baja por la barba, que baja
por la barba de Aarón, hasta la orla de sus vestiduras.
3 Como el rocío del Hermón que baja por las alturas de Sión; allí
Yahveh la bendición dispensa, la vida para siempre.
Salmo 134 (133)
(1) = Canción de las subidas. =
1 ¡Oh, bendecid a Yahveh todos los servidores de Yahveh, que servís
en la Casa de Yahveh, en los atrios de la Casa del Dios nuestro!
2 ¡Por las noches alzad las manos hacia el santuario, y bendecid a
Yahveh!
3 ¡Bendígate Yahveh desde Sión, él, que hizo los cielos y la tierra!
Salmo 135 (134)
(1) ¡Aleluya!
1 Alabad el nombre de Yahveh, alabad, servidores de Yahveh,
2 que servís en la Casa de Yahveh, en los atrios de la Casa del Dios
nuestro.
3 Alabad a Yahveh, porque es bueno Yahveh, salmodiad a su nombre,
que es amable.
4 Pues Yahveh se ha elegido a Jacob, a Israel, como su propiedad.
5 Bien sé yo que es grande Yahveh, nuestro Señor más que todos los
dioses.
6 Todo cuanto agrada a Yahveh, lo hace en el cielo y en la tierra, en
los mares y en todos los abismos.
7 Levantando las nubes desde el extremo de la tierra, para la lluvia
hace él los relámpagos, saca de sus depósitos el viento.
8 El hirió a los primogénitos de Egipto, desde el hombre al ganado;
9 mandó señales y prodigios en medio de ti, Egipto, contra Faraón y
todos sus siervos.
10 Hirió a naciones en gran número, dio muerte a reyes poderosos, 11 a Sijón, rey de los amorreos, a Og, rey de Basán, y a todos los
reinos de Canaán;
12 y dio sus tierras en herencia, en herencia a su pueblo Israel.
13 ¡Yahveh, tu nombre para siempre, Yahveh, tu memoria de edad en
edad!
14 Porque Yahveh a su pueblo hace justicia, y se compadece de sus
siervos.
15 Los ídolos de las naciones, plata y oro, obra de manos de hombre
16 tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven;
17 tienen oídos y no oyen, ni un soplo siquiera hay en su boca.
18 Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su
confianza.
19 Caza de Israel, bendecid a Yahveh, casa de Aarón, bendecid a
Yahveh,
20 casa de Leví, bendecid a Yahveh, los que a Yahveh teméis,
bendecid a Yahveh.
21 ¡Bendito sea Yahveh desde Sión, el que habita en Jerusalén!
Salmo 136 (135)
¡Aleluya!
1 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
2 Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor;
3 dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.
4 El solo hizo maravillas, porque es eterno su amor.
5 Hizo los cielos con inteligencia, porque es eterno su amor;
6 sobre las aguas asentó la tierra, porque es eterno su amor.
7 Hizo las grandes lumbreras, porque es eterno su amor;
8 el sol para regir el día, porque es eterno su amor;
9 la luna y las estrellas para regir la noche, porque es eterno su amor.
10 Hirió en sus primogénitos a Egipto, porque es eterno su amor;
11 y sacó a Israel de entre ellos, porque es eterno su amor;
12 con mano fuerte y tenso brazo, porque es eterno su amor.
13 El mar de Suf partió en dos, porque es eterno su amor;
14 por medio a Israel hizo pasar, porque es eterno su amor;
15 y hundió en él a Faraón con sus huestes, porque es eterno su amor.
16 Guió a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor;
17 hirió a grandes reyes, porque es eterno su amor;
18 y dio muerte a reyes poderosos, porque es eterno su amor;
19 a Sijón, rey de los amorreos, porque es eterno su amor;
20 y a Og, rey de Basán, porque es eterno su amor.
21 Y dio sus tierras en herencia, porque es eterno su amor;
22 en herencia a su siervo Israel, porque es eterno su amor. 23 En nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterno su
amor;
24 y nos libró de nuestros adversarios, porque es eterno su amor.
25 El da el pan a toda carne, porque es eterno su amor;
26 ¡Dad gracias al Dios de los cielos, porque es eterno su amor!
Marcos 12
28 Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les
había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos?»
29 Jesús le contestó: «El primero es: = Escucha, Israel: El Señor,
nuestro Dios, es el único Señor, =
30 = y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, = con toda tu mente y = con todas tus fuerzas. =
31 El segundo es: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. = No
existe otro mandamiento mayor que éstos.»
32 Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que =
El es único y que no hay otro fuera de El, =
33 = y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas
las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo = vale más que todos los
holocaustos y sacrificios.»
34 Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No
estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle
preguntas.
35 Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo:
«¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
36 David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: = Dijo el Señor a
mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de
tus pies. =
37 El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo
suyo?» La muchedumbre le oía con agrado.
38 Decía también en su instrucción: «Guardaos de los escribas, que
gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas,
39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros
puestos en los banquetes;
40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas
oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa.
41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la
gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho.
42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una
cuarta parte del as.
43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad
que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del
Tesoro.
44 Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha
echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.
Marcos 13

1 Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira
qué piedras y qué construcciones.»
2 Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará
piedra sobre piedra que no sea derruida.»
3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo,
le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés:
4 «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas
cosas están para cumplirse.»
5 Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.
6 Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy”, y
engañarán a muchos.
7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os
alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
8 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá
terremotos en diversos lugares, habrá hambre: esto será el comienzo de los
dolores de alumbramiento.
9 «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los
tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante
gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos.
10 Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las
naciones.
11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais
a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no
seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.
12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se
levantarán hijos contra padres y los matarán.
13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que
persevere hasta el fin, ése se salvará.
14 «Pero cuando veáis = la abominación de la desolación = erigida
donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea,
huyan a los montes;
15 el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa,
16 y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
18 Orad para que no suceda en invierno.
19 Porque aquellos días habrá = una tribulación cual no la hubo =
desde el principio de la creación, que hizo Dios, = hasta el presente, = ni la
volverá a haber.
20 Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero
en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.
21 Entonces, si alguno os dice: “Mirad, el Cristo aquí” “Miradlo allí”,
no lo creáis.
22 Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y
prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho
todo.
24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá, la luna no dará su resplandor,
25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los
cielos serán sacudidas.
26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con
gran poder y gloria;
27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus
elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están
tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El
está cerca, a las puertas.
30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto
suceda.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo,
ni el Hijo, sino sólo el Padre.
33 «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da
atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que
vele;
35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa,
si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada.
36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.
37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»