# 110

Tobías 7

1 Cuando entraron en Ecbátana dijo Tobías: «Hermano Azarías,
guíame en derechura a casa de Ragüel, nuestro hermano.» Le condujo, pues
a casa de Ragüel y le encontraron sentado a la puerta del patio. Le
saludaron ellos primero y él les contestó: «Mucha dicha os deseo,
hermanos, y en buena salud vengáis.» Los llevó a su casa
2 y dijo a su mujer Edna: «¡Cómo se parece este muchacho a mi
hermano Tobit!»
3 Edna les preguntó: «¿De dónde sois, hermanos?» Respondieron:
«Somos de los hijos de Neftalí, de los deportados de Nínive.»
4 Les dijo: «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Ellos contestaron:
«Sí, le conocemos.» – «¿Está bien?» –
5 «Vive y está bien.» Y Tobías añadió: «Es mi padre.»
6 Ragüel se puso en pie de un salto, le besó, lloró y le dijo: «¡Bendito
seas, hijo! Tienes un padre honrado y bueno. ¡Qué gran desgracia, haberse
quedado ciego un hombre tan justo y tan limosnero!» Y echándose al cuello
de su hermano Tobías, rompió a llorar.
7 También lloró su mujer Edna y su hija Sarra.
8 Mató luego un carnero del rebaño y los acogió con toda cordialidad.
9 Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Tobías dijo
entonces a Rafael: «Hermano Azarías, di a Ragüel que me dé por mujer a
mi hermana Sarra.»
10 Al oír Ragüel estas palabras dijo al joven: «Come, bebe y disfruta
esta noche, porque ningún hombre hay, fuera de ti, que tenga derecho a
tomar a mi hija Sarra, de modo que ni yo mismo estoy facultado para darla
a otro, si no es a ti, que eres mi pariente más próximo. Pero voy a hablarte
con franqueza, muchacho.
11 Ya la he dado a siete maridos, de nuestros hermanos, y todos
murieron la misma noche que entraron donde ella. Así que, muchacho,
ahora come y bebe y el Señor os dará su gracia y su paz.» Pero Tobías
replicó: «No comeré ni beberé hasta que no hayas tomado una decisión
acerca de lo que te he pedido.» Ragüel le dijo: «¡Está bien! A ti se te debe
dar, según la sentencia del libro de Moisés, y el Cielo decreta que te sea
dada. Recibe a tu hermana. A partir de ahora, tú eres su hermano y ella es tu
hermana. Tuya es desde hoy por siempre. Que el Señor del Cielo os guíe a
buen fin esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz.»
12 Llamó Ragüel a su hija Sarra, y cuando ella se presentó, la tomó
de la mano y se la entregó a Tobías, diciendo: «Recíbela, pues se te da por
mujer, según la ley y la sentencia escrita en el libro de Moisés. Tómala y
llévala con bien a la casa de tu padre. Y que el Dios del Cielo os guíe en paz
por el buen camino.»
13 Llamó luego a la madre, mandó traer una hoja de papiro y escribió
el contrato matrimonial, con lo cual se la entregó por mujer, conforme a la
sentencia de la ley de Moisés.
14 Y acabado esto, empezaron a comer y beber.
15 Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la otra
habitación y lleva allí a Sarra.»
16 Ella fue y preparó un lecho en la habitación, tal como se lo había
ordenado, y llevó allí a Sarra. Lloró ella y luego, secándose las lágrimas, le
dijo: «Ten confianza, hija: que el Señor del Cielo te dé alegría en vez de
esta tristeza. Ten confianza, hija.» Y salió.

Tobías 8

1 Cuando acabaron de comer y beber, decidieron acostarse, y
tomando al joven le llevaron al aposento.
2 Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el
corazón del pez de la bolsa donde los tenía, los puso sobre las brasas de los
perfumes.
3 El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la
región de Egipto. Fuese Rafael a su alcance, le ató de pies y manos y en un
instante le encadenó.
4 Los padres salieron y cerraron la puerta de la habitación. Entonces
Tobías se levantó del lecho y le dijo: «Levántate, hermana, y oremos y
pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve.»
5 Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a
salvo. Comenzó él diciendo: ¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y
bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! Bendígante los
cielos, y tu creación entera, por los siglos todos.
6 Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y
ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo
dijiste: = No es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda
semejante a él. =
7 Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta
intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra
ancianidad.
8 Y dijeron a coro: «Amén, amén.»
9 Y se acostaron para pasar la noche. Se levantó Ragüel y, llamando a
los criados que tenía en casa, fueron a cavar una tumba,
10 porque se decía: «No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y
escarnio.»
11 Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su
mujer
12 y le dijo: «Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha
muerto, le enterraremos sin que nadie se entere.»
13 Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta;
y entrando ella vio que estaban acostados juntos y dormidos.
14 Salió la criada y les anunció: «Vive, nada malo ha ocurrido.»
15 Ragüel bendijo al Dios del Cielo, diciendo: ¡Bendito seas, oh
Dios, con toda pura bendición y seas bendecido por los siglos todos!
16 Seas bendecido por haberme alegrado y no haber ocurrido el mal
que temía, sino que has hecho con nosotros según tu gran piedad.
17 Seas bendecido por tener compasión de dos hijos únicos. Ten,
Señor, piedad de ellos y dales tu salvación, y haz que su vida transcurra en
alegría y piedad.
18 Después ordenó a sus criados que rellenasen la fosa antes que
amaneciera.
19 Mandó a su mujer cocer una gran hornada; y él fue al establo,
tomó dos bueyes y cuatro carneros y ordenó que los aderezaran. Y
comenzaron los preparativos.
20 Hizo llamar a Tobías y le dijo: «Durante catorce días no te
moverás de aquí; te quedarás conmigo comiendo y bebiendo y llenarás de
gozo el corazón de mi hija por sus tristezas pasadas.
21 Luego, tomarás la mitad de todo cuanto aquí poseo y te volverás
con felicidad a casa de tu padre. Cuando mi mujer y yo hayamos muerto,
también será para vosotros la otra mitad. Ten confianza, hijo; yo soy tu
padre y Edna tu madre; junto a ti estaremos y junto a tu hermana desde
ahora en adelante. Ten confianza, hijo.»

Tobías 9

1 Entonces Tobías llamó a Rafael y le dijo:
2 «Hermano Azarías, toma contigo cuatro criados y dos camellos y
vete a Ragués.
3 Dirígete a Gabael, dale el recibo y hazte cargo del dinero; invítale
también a que se venga contigo a la boda.
4 Tú sabes que mi padre lleva cuenta de los días, y uno solo que
demore, le doy un gran disgusto;
5 ya ves que Ragüel me ha conjurado, y que no puedo desatender su
deseo.» Rafael se puso en camino para Ragués de Media con los cuatro
criados y los dos camellos y fueron a pernoctar en casa de Gabael. Le
presentó el recibo y le dio la noticia de que Tobías, hijo de Tobit, se había
casado y le invitaba a la boda. Gabael se levantó, le entregó todos los sacos
de dinero, con los sellos intactos, y los cargaron sobre los camellos.
6 Levantándose de madrugada, partieron juntos para la boda y
llegados a casa de Ragüel encontraron a Tobías puesto a la mesa. Y como
se levantara a toda prisa para saludarle, Gabael rompió a llorar y le bendijo
diciendo: «¡Hombre bueno y honrado, hijo de un hombre honrado y bueno,
justo y limosnero! Que el Señor te conceda las bendiciones del cielo a ti, a
tu mujer, al padre y a la madre de tu mujer. ¡Bendito sea Dios, que me ha
permitido ver un vivo retrato de mi primo Tobit!»

Tobías 10

1 Tobit, mientras tanto, llevaba cuenta, uno por uno, de los días de ida
y vuelta. Cuando se cumplió el plazo sin que el hijo hubiera regresado,
2 pensó: «¿Habrá algo que le retenga allí? ¡Acaso haya muerto
Gabael y no haya nadie que le entregue el dinero!»
3 Y empezó a ponerse triste.
4 Ana, su mujer, decía: «Mi hijo ha muerto y ya no se cuenta entre los
vivos.» Y rompió a llorar y a lamentarse por su hijo, diciendo:
5 «¡Ay de mí, hijo mío! ¡Que te dejé marchar a ti, luz de mis ojos!»
6 Tobit le dijo: «Calla, hermana, no pienses eso. El está bien. Habrán
tenido algún contratiempo allí, pero su compañero es hombre de fiar y uno
de los nuestros; no te inquietes por él, que debe estar cerca.»
7 Ella le replicó: «Déjame, no intentes engañarme. Mi hijo ha
muerto.» Y todos los días se iba a mirar el camino por donde su hijo había
marchado. No creía a nadie. Y cuando se ponía el sol, entraba en casa y
pasaba las noches gimiendo y llorando, sin poder dormir.
8 Cuando se pasaron los catorce días con que Ragüel había
determinado celebrar la boda de su hija, se dirigió a él Tobías y le dijo:
«Déjame regresar, porque estoy seguro que mi padre y mi madre están
pensando que ya no van a volver a verme. Así que te ruego, padre, que me
permitas regresar al lado de mi padre. Ya te dije en qué situación le he
dejado.»
9 Ragüel respondió a Tobías: «Quédate, hijo; quédate commigo y yo
enviaré mensajeros a tu padre Tobit para que le den noticias tuyas.» Pero
Tobías replicó: «No. Te ruego que me permitas volver al lado de mi padre.»
10 Entonces Ragüel se levantó y entregó a Tobías su mujer Sarra y la
mitad de todos sus bienes, criados, criadas, bueyes y carneros, asnos y
camellos, vestidos, plata y utensilios,
11 y les dejó partir gozosos. Al despedirse de Tobías le dijo: «¡Salud,
hijo, y buen viaje! El Señor del Cielo os guíe a vosotros y a tu mujer Sarra
por buen camino y que pueda yo ver vuestros hijos antes de morir.»
12 A su hija Sarra le dijo: «Vas al lado de tu suegro, pues desde ahora
ellos son padres tuyos igual que los que te han engendrado. Vete en paz,
hija. Que tenga buenas noticias de ti, mientras yo viva.» Y saludándoles, se
despidió de ellos.
13 Edna dijo a Tobías: «Hijo y hermano queridísimo: Que el Señor te
devuelva y que yo viva hasta ver tus hijos y de mi hija Sarra antes de morir.
En presencia del Señor te entrego a mi hija en custodia; no le causes tristeza
en todos los días de tu vida. Vete en paz, hijo. A partir de ahora, yo soy tu
madre y Sarra es tu hermana. ¡Ojalá pudiéramos vivir juntos todos los días
de nuestra vida!» Y besando a los dos, los dejó partir llenos de gozo.
14 Tobías salió de casa de Ragüel contento y gozoso, y bendiciendo
al Señor del Cielo y de la tierra, rey de todas las cosas, porque había llevado
a buen término su viaje. Bendijo a Ragüel y a su mujer Edna y les dijo:
«Que pueda yo honraros todos los días de mi vida.»

Tobías 11

1 Cuando llegaron cerca de Kaserín, que está frente a Nínive,
2 dijo Rafael: «Tú sabes bien en qué situación dejamos a tu padre;
3 vamos a adelantarnos nosotros a tu mujer para preparar la casa,
mientras llegan los demás.»
4 Prosiguieron, pues, los dos juntos; el ángel le dijo: «Toma contigo
la hiel.» El perro seguía detrás de ellos.
5 Estaba Ana sentada, con la mirada fija en el camino de su hijo.
6 Tuvo la corazonada de que él venía y dijo al padre: «Mira, ya viene
tu hijo y el hombre que le acompañaba.»
7 Rafael iba diciendo a Tobías, mientras se acercaban al padre:
«Tengo por seguro que se abrirán los ojos de tu padre.
8 Untale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las
manchas blancas se contraigan y se le caerán como escamos de los ojos. Y
así tu padre podrá mirar y ver la luz.»
9 Corrió Ana y se echó al cuello de su hijo, diciendo: «¡Ya te he
visto, hijo! ¡Ya puedo morir!» Y rompió a llorar.
10 Tobit se levantó y trompicando salió a la puerta del patio.
11 Corrió hacia él Tobías, llevando en la mano la hiel del pez; le
sopló en los ojos y abrazándole estrechamente le dijo: «¡Ten confianza,
padre!» Y le aplicó el remedio y esperó;
12 y luego, con ambas manos le quitó las escamas de la comisura de
los ojos.
13 Entonces él se arrojó a su cuello, lloró y le dijo: «¡Ahora te veo,
hijo, luz de mis ojos!»
14 Y añadió: ¡Bendito sea Dios! ¡Bendito su gran Nombre! ¡Bendito
todos sus santos ángeles! ¡Bendito su gran Nombre por todos los siglos!
15 Porque me había azotado, pero me tiene piedad y ahora veo a mi
hijo Tobías. Tobías entró en casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con
toda su voz; luego contó a su padre el éxito de su viaje, cómo traía el dinero
y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él
y estaba ya a las puertas de Nínive.
16 Tobit salió al encuentro de su nuera hasta las puertas de Nínive,
bendiciendo a Dios, lleno de gozo. Cuando los de Nínive le vieron caminar,
avanzando con su antigua firmeza, sin necesidad de lazarillo, se
maravillaron. Tobit proclamó delante de ellos que Dios se había
compadecido de él y le había abierto los ojos.
17 Se acercó Tobit a Sarra, la mujer de su hijo, y la bendijo diciendo:
«¡Bienvenida seas, hija! Y bendito sea tu Dios, hija, que te ha traído hasta
nosotros. Bendito sea tu padre, y bendito Tobías, mi hijo, y bendita tú
misma, hija. Bienvenida seas, entra en tu casa con gozo y bendición.»
18 Todos los judíos de Nínive celebraron fiesta aquel día.
19 También Ajikar y Nabad, primos de Tobit, vinieron a
congratularle.

Tobías 12

1 Acabados los días de la boda, llamó Tobit a su hijo Tobías y le dijo:
«Hijo, ya es tiempo de pagar el salario al hombre que te acompañó. Y le
añadirás un sobresueldo.»
2 Respondió Tobías: «Padre, ¿qué salario puedo darle? Aun
entregándole la mitad de la hacienda que traje conmigo, no salgo perdiendo.
3 Me ha guiado incólume, ha cuidado de mi mujer, me ha traído el
dinero y te ha curado a ti. ¿Qué salario voy a darle?»
4 Díjole Tobit: «Hijo, bien merece que tome la mitad de cuanto
trajo.»
5 Le llamó, pues, Tobías y le dijo: «Toma como salario la mitad de
todo cuanto trajiste y vete en paz.»
6 Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios
y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para
bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones
de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.
7 Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno
proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios. Practicad el bien y no
tropezaréis con el mal.
8 «Buena es la oración con ayuno; y mejor es la limosna con justicia
que la riqueza con iniquidad. Mejor es hacer limosna que atesorar oro.
9 La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los
limosneros tendrán larga vida.
10 Los pecadores e inicuos son enemigos de su propia vida.
11 «Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Ya os he
manifestado que es bueno mantener oculto el secreto del rey y que también
es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.
12 Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía
ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo
hacía cuando enterrabas a los muertos.
13 Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida,
para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba.
14 También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tú nuera
Sarra.
15 Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre
presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».
16 Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror.
17 El les dijo: «No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios
por siempre.
18 Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía
hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los
días, a él debéis cantar.
19 Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia.
20 Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios.
Mirad, yo subo al que me ha enviado. Poned por escrito todo cuanto os ha
sucedido.» Y se elevó.
21 Ellos se levantaron pero ya no le vieron más. Alabaron a Dios y
entonaron himnos, dándole gracias por aquella gran maravilla de habérseles
aparecido un ángel de Dios.

Tobías 13

1 Y dijo: ¡Bendito sea Dios, que vive eternamente, y bendito sea su
reinado!
2 Porque él es quien castiga y tiene compasión; el que hace descender
hasta el más profundo Hades de la tierra y el que hace subir de la gran
Perdición, sin que haya nada que escape de su mano.
3 Confesadle, hijos de Israel, ante todas las gentes, porque él os
dispersó entre ellas
4 y aquí os ha mostrado su grandeza. Exaltadle ante todos los
vivientes, porque él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los
siglos.
5 Os ha castigado por vuestras injusticias, mas tiene compasión de
todos vosotros y os juntará de nuevo de entre todas las gentes en que os ha
dispersado.
6 Si os volvéis a él de todo corazón y con toda el alma, para obrar en
verdad en su presencia, se volverá a vosotros sin esconder su faz. Mirad lo
que ha hecho con vosotros y confesadle en alta voz. Bendecid al Señor de
justicia y exaltad al Rey de los siglos. Yo le confieso en el país del destiero,
y publico su fuerza y su grandeza a gentes pecadoras. ¡Volved, pecadores!
Practicad la justica en su presencia. ¡Quién sabe si os amará y os tendrá
misericordia!
7 Yo exalto a mi Dios y mi alma se alegra en el Rey del Cielo. Su
grandeza
8 sea de todos celebrada y confiésenle todos en Jerusalén.
9 ¡Jerusalén, ciudad santa! Dios te castigó por las obras de tus hijos,
mas tendrá otra vez piedad de los hijos de los justos.
10 Confiesa al Señor cumplidamente y alaba al Rey de los siglos para
que de nuevo levante en ti, con regocijo, su Tienda, y llene en ti de gozo a
todos los cautivos y muestre en ti su amor a todo miserable por todos los
siglos de los siglos.
11 Brillará luz de lámparas por todos los confines de la tierra.
Vendrán a ti de lejos pueblos numerosos, y los habitantes del confín del
mundo, al Nombre del Señor, tu Dios, llevando en sus manos los obsequios
para el Rey del Cielo. Todas las generaciones darán en ti señales de alegría,
y el Nombre del Elegido durará por siempre.
12 ¡Malditos cuantos digan palabras crueles! ¡Malditos sean cuantos
te destruyan! ¡Cuantos derriben tus muros echen tus torres por tierra y
pasen a fuego tus moradas! ¡Mas sean benditos por siempre los que te
construyan!
13 Entonces exultarás, te alegrarás por los hijos de los justos, pues
serán reunidos todos y bendecirán al Señor de los siglos.
14 ¡Dichosos los que te amen! ¡Dichosos los que se alegren en tu paz!
¡Dichosos cuantos hombres tuvieron tristeza en todos tus castigos, pues se
alegrarán en ti y verán por siempre toda tu alegría!
15 Bendice, alma mía, al Señor y gran Rey,
16 que Jerusalén va a ser reconstruida y en la ciudad su Casa para
siempre. Seré feliz si alguno quedare de mi raza para ver tu Gloria y
confesar al Rey del Cielo. Las puertas de Jerusalén serán rehechas con
zafiros y esmeraldas, y de piedras preciosas sus murallas. Las torres de
Jerusalén serán alzadas con oro, y con oro puro sus defensas.
17 Las plazas de Jerusalén serán soladas con rubí y piedra de Ofir; las
puertas de Jerusalén entonarán cantos de alegría y todas sus casas cantarán:
¡Aleluya! ¡Bendito sea el Dios de Israel! Y los benditos bendecirán el Santo
Nombre por todos los siglos de los siglos.

Tobías 14

1 Aquí acabaron las palabras de acción de gracias de Tobit. Tobit
murió en paz a la edad de 112 años y recibió honrosa sepultura en Nínive.
2 Tenía 62 años cuando perdió la vista; y después de recuperarla,
vivió feliz, practicando la limosna, bendiciendo siempre a Dios y
proclamando sus grandezas.
3 Cercana ya su muerte, llamó a su hijo Tobías y le recomendó: «Hijo
mío, toma tus hijos
4 y vete a Media, porque yo creo en la profecía que pronunció Dios
por Nahúm sobre Nínive. Todo cuanto los profetas de Israel, enviados por
Dios, anunciaron sobre Asur y Nínive, todo vendrá y se realizará. Todo
tendrá cumplimiento. No se rebajará ni una sola de sus palabras. Todo
llegará a su tiempo. Habrá más seguridad en Media que en Asiria y
Babilonia, porque sé y creo que cuanto ha dicho Dios se cumplirá, sucederá
y no fallará ni una de sus palabras. «Todos nuestros hermanos que habitan
en la tierra de Israel serán numerados y deportados de aquella tierra
venturosa. Todo el país de Israel quedará desierto. Un desierto serán
Jerusalén y Samaría. La Casa de Dios quedará desolada y quemada durante
algún tiempo.
5 Pero Dios tendrá una vez más compasión de ellos y los volverá a la
tierra de Israel; construirán de nuevo la Casa, aunque no como la primera,
hasta que se cumplan los tiempos; entonces volverán todos del destierro,
edificarán una Jerusalén maravillosa y construirán en ella la Casa de Dios,
como lo anunciaron los profetas de Israel.
6 Todas las naciones del universo se volverán a Dios en verdad y le
temerán; abandonarán los ídolos que los extraviaron en la mentira de sus
errores
7 y bendecirán al Dios de los siglos en justicia. Todos los israelitas
salvados aquellos días se acordarán de Dios en verdad, se reunirán e irán a
Jerusalén y les será dada la tierra de Abraham, que ellos habitarán por
siempre y en seguridad. Y los que aman a Dios en verdad se alegrarán. Pero
los que cometen pecados e injusticias desaparecerán de toda la tierra.
8 «Ahora, pues, hijos, yo os recomiendo que sirváis a Dios en verdad
y hagáis lo que es agradable en su presencia. Mandad a vuestros hijos que
practiquen la justicia y la limosna, que se acuerden de Dios y bendigan su
Nombre en todo tiempo, en verdad y con todas sus fuerzas.
9 «Tú, hijo, sal de Nínive. No te quedes aquí.
10 El día que sepultes a tu madre junto a mí, ya ese mismo día, no te
quedes en este territorio, porque he visto que se cometen aquí muchas
injusticias y muchos engaños, sin rebozo. Mira, hijo lo que hizo Nadab con
Ajikar, que le había criado. ¿No le hizo bajar vivo a la tierra? Pero Dios le
cubrió de infamia ante su misma víctima. Sacó a Ajikar a la luz y metió a
Nadab en las tinieblas eternas, por haber tramado la muerte de Ajikar. Por
haber practicado la limosna se libró Ajikar de la trampa mortal que le había
tendido Nadab. Fue Nadab quien cayó en la trampa de muerte para su
perdición.
11 Ved, pues, hijos, a dónde lleva la lismona y a dónde la injusticia: a
la muerte. Pero me falta el aliento.» Le tendieron en el lecho y expiró, y se
le dio honrosa sepultura.
12 Cuando murió su madre, Tobías la sepultó al lado de su padre, y se
marchó con su mujer y sus hijos a Media, quedándose a vivir en Ecbátana,
junto a su suegro Ragüel.
13 Los rodeó de atenciones en su ancianidad y los sepultó en
Ecbátana de Media, heredando él la casa de Ragüel y la de Tobit, su padre.
14 Murió, honrado, a la edad de 117 años.
15 Antes de morir presenció y oyó la ruina de Nínive y vio cómo los
ninivitas eran llevados cautivos a Media, cuando la deportación de Ciajares,
rey de Media. Y bendijo a Dios por todo cuanto había hecho a los ninivitas
y asirios. Antes de morir pudo alegrarse por la suerte de Nínive y bendijo al
Señor Dios por los siglos de los siglos. Amén.

JUDIT

Judit 1

1 El año doce del reinado de Nabucodonosor, que reinó sobre los
asirios en la gran ciudad de Nínive, Arfaxad, que reinaba en aquel tiempo
sobre los medos, en Ecbátana,
2 rodeó esta ciudad con un muro de piedras de sillería que tenían tres
codos de anchura y seis codos de longitud, dando al muro una altura de
setenta codos y una anchura de cincuenta.
3 Alzó torres de cien codos junto a las puertas, siendo la anchura de
sus cimientos sesenta codos.
4 Las puertas se elevaban a setenta codos de altura, con una anchura
de cuarenta codos, para permitir la salida de sus fuerzas y el desfile
ordenado de la infantería.
5 Por aquellos días, el rey Nabucodonosor libró batallas contra el rey
Arfaxad, en la gran llanura que está en el territorio de Ragáu.
6 Se le unieron todos los habitantes de las montañas, todos los
habitantes de Eufrates, del Tigris y del Hidaspes y los de la llanura de
Arioj, rey de Elam. Se congregaron, pues, muchos pueblos, para combatir a
los hijos de Jeleúd.
7 Envió, además, Nabucodonosor, rey de Asiria, mensajeros a todos
los habitantes de Persia, y a todos los habitantes de Occidente: a los de
Cilicia, Damasco, el Líbano y el Antilíbano, y a todos los que viven en el
litoral,
8 a todos los pueblos del Carmelo y Galaad, de la Galilea superior y
de la gran llanura de Esdrelón,
9 a todos los de Samaría y sus ciudades, y a los del otro lado del
Jordán, hasta Jerusalén, Batanea, Jelús, Cadés, el río de Egipto, Tafnes,
Remeses y toda la tierra de Gósem,
10 y hasta más arriba de Tanis y Menfis, a todos los habitantes de
Egipto, hasta los confines de Etiopía.
11 Pero los moradores de toda aquella tierra despreciaron el mensaje
de Nabucodonosor, rey de los asirios, y no quisieron ir con él a la guerra,
pues no le temían, sino que le consideraban un hombre sin apoyo. Así que
despidieron a los mensajeros de vacío y afrentados.
12 Nabucodonosor experimentó una gran cólera contra toda aquella
tierra y juró por su trono y por su reino que tomaría venganza y pasaría a
cuchillo todo el territorio de Cilicia, Damasco y Siria, y a todos los
habitantes de Moab, a los ammonitas, a toda la Judea y a todos los de
Egipto, hasta los confines de los dos mares.
13 El año diecisiete libró batalla con su ejército contra el rey Arfaxad;
le derrotó en el combate, poniendo en fuga a todas las fuerzas de Arfaxad,
a toda su caballería y a todos sus carros;
14 se apoderó de sus ciudades, llegó hasta Ecbátana, ocupó sus torres,
devastó sus calles y convirtió en afrenta su hermosura.
15 Alcanzó a Arfaxad en las montañas de Ragáu, lo atravesó con sus
lanzas y le destruyó para siempre.
16 Luego regresó con sus soldados y con una inmensa multitud de
gente armada que se les había agregado. Y se quedó allí con su ejército,
viviendo en la molicie, durante 120 días.

Judit 2

1 El año dieciocho, el día veintidós del primer mes, se celebró
consejo en el palacio de Nabucodonosor, rey de Asiria, en orden a la
venganza que había de tomarse a toda aquella tierra, tal como lo había
anunciado.
2 Convocó a todos sus ministros y a todos sus magnates y expuso
ante ellos su secreto designio, decidiendo con su propia boca la total
desgracia de aquella tierra.
3 Y ellos sentenciaron que debía ser destruida toda carne que no
había escuchado las palabras de su boca.
4 Acabado el consejo, Nabucodonosor, rey de Asiria, llamó a
Holofernes, jefe supremo del ejército y segundo suyo, y le dijo:
5 «Así dice el gran rey, señor de toda la tierra: Parte de junto a mí.
Toma contigo hombres de valor probado, unos 120.000 infantes y una gran
cantidad de caballos, con 12.000 jinetes;
6 marcha contra toda la tierra de occidente, pues no escucharon las
palabras de mi boca.
7 Ordénales que pongan a tu disposición tierra y agua, porque partiré
airado contra ellos y cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de
mis soldados, a los que entregaré el país como botín.
8 Sus heridos llenarán sus barrancos; sus ríos y torrentes, repletos
todos de cadáveres, se desbordarán;
9 y los deportaré hasta los confines de la tierra.
10 Parte, pues, y comienza por apoderarte de su territorio. Si se
rinden a ti, resérvamelos para el día de su vergüenza.
11 Pero que no perdone tu ojo a los rebeldes. Entrégalos a la muerte y
al saqueo en todo el país conquistado.
12 Porque, por mi vida y por el poderío de mi reino, como lo he
dicho, lo cumpliré por mi propia mano.
13 Por tu parte, no traspases ni una sola de las órdenes de tu señor; las
cumplirás estrictamente, sin tardanza, tal como te lo he mandado.»
14 En saliendo Holofernes de la presencia de su señor, convocó a
todos los príncipes, jefes y capitanes del ejército asirio,
15 y eligió a los hombres más selectos para la guerra, como lo había
ordenado su señor: unos 120.000 hombres, más 12.000 arqueros a caballo,
16 y los puso en orden de combate, como se ordena una multitud para
la batalla.
17 Tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el
bagage e incontable número de ovejas, bueyes y cabras para el
avituallamiento;
18 provisiones abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata
de la casa real.
19 Se puso luego Holofernes en camino con todo su ejército para
preceder al rey Nabucodonosor y para cubrir toda la superficie de la tierra
de occidente con sus carros, sus caballos y sus mejores infantes.
20 Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como
la arena de la tierra, que les seguía en tan gran número que no se podía
calcular.
21 Se alejaron de Nínive tres jornadas de camino hasta la llanura de
Bektilez, y acamparon junto a Bektilez, cerca del monte que está a la
izquierda de la Cilicia superior.
22 Tomó todo su ejército, infantes, jinetes y carros, y partió de allí
hacia la montaña.
23 Desbarató a Put y Lud, devastó a todos los hijos de Rassis y a los
hijos de Ismael que están al borde del desierto, al sur de Jeleón,
24 atravesó el Eufrates, recorrió Mesopotamia, arrasó todas las
ciudades altas que dominan el torrente Abroná y llegó hasta el mar.
25 Se apoderó del territorio de Cilicia y, derrotando a cuantos se le
oponían, alcanzó la frontera de Jafet por el sur, frente a Arabia.
26 Cercó a todos los madianitas, incendió sus tiendas y saqueó sus
aduares;
27 descendió hacia la llanura de Damasco, al tiempo de la siega del
trigo, incendió todos sus cultivos, exterminó sus rebaños de ovejas y
bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus campos y pasó a cuchillo a todos
sus jóvenes.
28 Temor y espanto de él cayó sobre todos los habitantes del litoral.
Los de Sidón y Tiro, los habitantes de Sur y Okina, los de Yamnia, Azoto y
Ascalón temblaron ante él.

Judit 3

1 Entonces le enviaron mensajeros para decirle en son de paz:
2 «Nosotros, siervos del gran rey Nabucodonosor, nos postramos ante
ti. Trátanos como mejor te parezca.
3 Nuestras granjas y todo nuestro territorio, nuestros campos de trigo,
los rebaños de ovejas y bueyes, todas las majadas de nuestros
campamentos, están a tu disposición. Haz con ellos lo que quieras.
4 También nuestras ciudades y los que las habitan son siervos tuyos.
Ven, dirígete a ellas y haz lo que te parezca bien.»
5 Los enviados se presentaron ante Holofernes y le comunicaron estas
palabras.
6 Entonces él bajó con todo su ejército al litoral, puso guarniciones en
las ciudades altas, y les tomó los mejores hombres en calidad de tropas
auxiliares.
7 Los habitantes de las ciudades y todos los de los contornos salieron
a recibirle con coronas y danzando al son de tambores.
8 El saqueó sus santuarios y taló sus bosques sagrados, pues había
recibido la orden de destruir todas las divinidades del país para que todas
las gentes adorasen únicamente a Nabucodonosor y todas las lenguas y
todas las tribus le proclamasen dios.
9 Llegó después frente a Esdrelón, junto a Dotán, que está ante la
gran sierra montañosa de Judea,
10 acamparon entre Gueba y Escitópolis y se detuvo allí un mes,
haciendo acopio de provisiones para su ejército.

Proverbios 29

15 Vara y reprensión dan sabiduría, muchacho dejado a sí mismo,
avergüenza a su madre.
16 Cuando se multiplican los malos, se multiplican los delitos, pero
los justos contemplarán su caída.
17 Corrige a tu hijo y te dejará tranquilo; y hará las delicias de tu
alma.
18 Cuando no hay visiones, el pueblo se relaja, pero el que guarda la
ley es dichoso.
19 No se corrige a un siervo con palabras, porque aunque las entienda,
no las cumple.
20 ¿Has visto un hombre dispuesto siempre a hablar? más se puede
esperar de un necio que de él.
21 Si se mima a un esclavo desde niño, al final será un ingrato.
22 El hombre violento provoca querellas, el hombre airado multiplica
los delitos.
23 El orgullo del pobre lo humillará; el humilde de espíritu obtendrá
honores.
24 El que reparte con ladrón se odia a sí mismo, oye la imprecación,
pero no revela nada.
25 Temblar ante los hombres es un lazo; el que confía en Yahveh está
seguro.
26 Son muchos los que buscan el favor del jefe, pero es Yahveh el que
juzga a cada uno.
27 Abominación para los justos es el hombre inicuo abominación para
el malo el de recto camino.

Proverbios 30

1 Palabras de Agur, hijo de Yaqué, de Massá. Oráculo de este hombre
para Itiel, para Itiel y para Ukal.
2 ¡Soy el más estúpido de los hombres! No tengo inteligencia humana.
3 No he aprendido la sabiduría, ¿y voy a conocer la ciencia de los
santos?
4 ¿Quién subió a los cielos y volvió a bajar? ¿quién ha recogido viento
en sus palmas? ¿quién retuvo las aguas en su manto? ¿quién estableció los
linderos de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el nombre de su hijo, si es que lo
sabes?
5 Probadas son todas las palabras de Dios; él es un escudo para
cuantos a él se acogen.
6 No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y pases por
mentiroso.
7 Dos cosas te pido. No me las rehúses antes de mi muerte:
8 Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa; no me des pobreza ni
riqueza, déjame gustar mi bocado de pan,
9 no sea que llegue a hartarme y reniegue, y diga: «¿Quién es
Yahveh?». o no sea que, siendo pobre, me dé al robo, e injurie el nombre de
mi Dios.
10 No calumnies a un siervo ante su amo no sea que te maldiga y
tengas que pagar la pena.
11 Hay gente que maldice a su padre, y a su madre no bendice,
12 gente que se cree pura y no está limpia de su mancha,
13 ¡gente de qué altivos ojos, cuyos párpados se alzan!;
14 gente cuyos dientes son espadas, y sus mandíbulas cuchillos, para
devorar a los desvalidos echándolos del país y a los pobres de entre los
hombres.
15 La sanguijuela tiene dos hijas: «¡Daca, daca!» Hay tres cosas
insaciables y cuatro que no dicen: «¡Basta!»
16 El seol, el seno estéril, la tierra que no se sacia de agua, y el fuego
que no dice: «¡Basta!»
17 Al ojo que se ríe del padre y desprecia la obediencia de una madre,
lo picotearán los cuervos del torrente, los aguiluchos lo devorarán.
18 Tres cosas hay que me desbordan y cuatro que no conozco:
19 el camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente por la
roca, el camino del navío en alta mar, el camino del hombre en la doncella.
20 Este es el camino de la mujer adúltera: come, se limpia la boca y
dice: «¡No he hecho nada de malo ¡»
21 Por tres cosas tiembla la tierra y cuatro no puede soportar:
22 Por esclavo que llega a rey, por idiota que se ahíta de comer,
23 por mujer odiada que se casa, por esclava que hereda a su señora.
24 Hay cuatro seres los más pequeños de la tierra, pero que son más
sabios que los sabios:
25 las hormigas – multitud sin fuerza – que preparan en verano su
alimento;
26 los damanes – multitud sin poder -, que ponen sus casas en la roca;
27 las langostas, que sin tener rey, salen todas en orden;
28 el lagarto, al que se agarra con la mano y está en los palacios de los
reyes.
29 Hay tres cosas de paso gallardo y cuatro de elegante marcha:
30 el león – fuerte entre los animales -, que ante nada retrocede,
31 el esbelto gallo o el macho cabrío, y el rey que arenga a su pueblo.
32 Si hiciste el necio, envalentonándote, y has reflexionado, pon mano
en boca,
33 pues apretando la leche se saca mantequilla apretando la nariz se
saca sangre y apretando la ira, se saca querella.

Filipenses 4

1 Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, mi gozo y mi corona,
manteneos así firmes en el Señor, queridos.
2 Ruego a Evodia, lo mismo que a Síntique, tengan un mismo sentir
en el Señor.
3 También te ruego a ti, Sícigo, verdadero «compañero», que las
ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente
y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4 Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.
5 Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor
está cerca.
6 No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión,
presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica,
acompañadas de la acción de gracias.
7 Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de
justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa
digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta.
9 Todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí,
ponedlo por obra y el Dios de la paz estará con vosotros.
10 Me alegré mucho en el Señor de que ya al fin hayan florecido
vuestros buenos sentimientos para conmigo. Ya los teníais, sólo que os
faltaba ocasión de manifestarlos.
11 No lo digo movido por la necesidad, pues he aprendido a
contentarme con lo que tengo.
12 Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la
saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación.
13 Todo lo puedo en Aquel que me conforta.
14 En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
15 Y sabéis también vosotros, filipenses, que en el comienzo de la
evangelización, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió
cuentas de «haber y debe», sino vosotros solos.
16 Pues incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos
veces con que atender a mi necesidad.
17 No es que yo busque el don; sino que busco que aumenten los
intereses en vuestra cuenta.
18 Tengo cuanto necesito, y me sobra; nado en la abundancia después
de haber recibido de Epafrodito lo que me habéis enviado, = suave aroma
=, sacrificio que Dios acepta con agrado.
19 Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con
magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.
20 Y a Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los
hermanos que están conmigo.
22 Os saludan todos los Santos, especialmente los de la Casa del
César.
23 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.

EPÍSTOLA A FILEMÓN

Filemón 1

1 Pablo, preso de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a nuestro
querido amigo y colaborador Filemón,
2 a la hermana Apfia, a nuestro compañero de armas, Arquipo, y a la
Iglesia de tu casa.
3 Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo.
4 Doy gracias sin cesar a mi Dios, recordándote en mis oraciones,
5 pues tengo noticia de tu caridad y de tu fe para con el Señor Jesús y
para bien de todos los santos,
6 a fin de que tu participación en la fe se haga eficiente mediante el
conocimiento perfecto de todo el bien que hay en nosotros en orden a
Cristo.
7 Pues tuve gran alegría y consuelo a causa de tu caridad, por el alivio
que los corazones de los santos han recibido de ti, hermano.
8 Por lo cual, aunque tengo en Cristo bastante libertad para mandarte
lo que conviene,
9 prefiero más bien rogarte en nombre de la caridad, yo, este Pablo ya
anciano, y además ahora preso de Cristo Jesús.
10 Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas,
Onésimo,
11 que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora muy útil para ti y para
mí.
12 Te lo devuelvo, a éste, mi propio corazón.
13 Yo querría retenerle conmigo, para que me sirviera en tu lugar, en
estas cadenas por el Evangelio;
14 mas, sin consultarte, no he querido hacer nada, para que esta buena
acción tuya no fuera forzada sino voluntaria.
15 Pues tal vez fue alejado de ti por algún tiempo, precisamente para
que lo recuperaras para siempre,
16 y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un
hermano querido, que, siéndolo mucho para mí, ¡cuánto más lo será para ti,
no sólo como amo, sino también en el Señor!.
17 Por tanto, si me tienes como algo unido a ti, acógele como a mí
mismo.
18 Y si en algo te perjudicó, o algo te debe, ponlo a mi cuenta.
19 Yo mismo, Pablo, lo firmo con mi puño; yo te lo pagaré… Por no
recordarte deudas para conmigo, pues tú mismo te me debes.
20 Sí, hermano, hazme este favor en el Señor. ¡Alivia mi corazón en
Cristo!
21 Te escribo confiado en tu docilidad, seguro de que harás más de lo
que te pido.
22 Y al mismo tiempo, prepárame hospedaje; pues espero que por
vuestras oraciones se os concederá la gracia de mi presencia.
23 Te saludan Epafras, mi compañero de cautiverio en Cristo Jesús,
24 Marcos, Aristarco, Demás y Lucas, mis colaboradores.
25 Que la gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

Lucas 1

1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas
que se han verificado entre nosotros,
2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron
testigos oculares y servidores de la Palabra,
3 he decidido yo también, después de haber investigado
diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre
Teófilo,
4 para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado
Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón,
que se llamaba Isabel;
6 los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los
mandamientos y preceptos del Señor.
7 No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada
edad.
8 Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su
grupo,
9 le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el
Santuario del Señor para quemar el incienso.
10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del
incienso.
11 Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del
incienso.
12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
13 El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido
escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Juan;
14 será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
15 porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará
lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre,
16 y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
17 e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, = para hacer
volver los corazones de los padres a los hijos, = y a los rebeldes a la
prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»
18 Zacarías dijo al ángel: = «¿En qué lo conoceré? = Porque yo soy
viejo y mi mujer avanzada en edad.»
19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios,
y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva.
20 Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que
sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se
cumplirán a su tiempo.»
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su
demora en el Santuario.
22 Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había
tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció
mudo.
23 Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue
a su casa.
24 Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta
durante cinco meses
25 diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en
que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.

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