
Iniciamos otro proyecto de compartir nuestra experiencia de auto-formación católica/cristiana. Estaremos, publicando el Libro de los Salmos según fueron traducidos y comentados por el P. Juan Straubinger. Un sacerdote y exégeta aleman que vivió muchos años en la Argentina. Tradujo la Biblia al español. Su versión se considera la primera versión de la Biblia en español. Esta versión fue recomendada por el P. Javier Olivera Ravassi, creador de una de las mejores plataformas de evangelización por medios digitales que es “Que no te lo cuenten”. Hasta ahora, de las que conozco en nuestra lengua, la mejor tanto por su rigor intelectual, la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, la calidad de los recursos que invita, la diversidad de temas y la combinación de erudición con sencillez y claridad en la exposición de las ideas. Obviamente, una recomendación del P. Olivera Ravassi es una propuesta que genera en mi persona una respuesta positiva. Seguimos este proyecto que desde hace algún tiempo guía mi vida: “Ponerme del lado de Dios y tratar de ponerlo a El del lado mío”. Para eso es que hago estos estudios. Confío, que le ayuden también a los lectores.
Primer Libro de los Salmos
Salmo 1
Fruto seguro de la Palabra divina
1∗
¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los malvados,
ni pone el pie
en el camino de los pecadores,
ni entre los burladores toma asiento,
2mas tiene su deleite en la Ley del Señor,
y en ella medita día y noche!
3∗
Es como un árbol
plantado junto a ríos de agua,
que a su tiempo dará fruto
y cuyas hojas no se marchitan;
todo cuanto hiciere prosperará.
4∗
No así los malvados, no así.
Ellos son como paja
que el viento desparrama.
5∗
Por eso en el juicio no estarán en pie los malvados,
ni los pecadores en la reunión de los justos.
6∗
Porque el camino de los justos
lo cuida Yahvé,
y el camino de los malvados tiene mal fin.
1 ss. San Jerónimo llama a este primer Salmo “el prólogo del Espíritu Santo al Libro de los Salmos”, porque aquí se traza el camino que conduce a la felicidad. Esta consiste en seguir las normas que para ello nos da Dios (véase Salmo 24, 8 y nota). “No es quizá sin intención que el libro comienza por esta palabra: Dichoso. Todo el Salterio describirá la dicha verdadera e indicará los caminos que llevan a ella o de ella nos apartan” (Desnoyers). Véase todo el Salmo 118 y sus notas. Los que no siguen la enseñanza del Señor no participarán de esta felicidad. Entre los burladores: En II Pedro 3, 3, el Apóstol, como observa Pirot, señala a estos mismos burladores a propósito de la Parusía del Señor (cf. versículo 5) e indica como remedio contra ellos, lo mismo que aquí (versículo 2) el pensamiento siempre puesto en las palabras de los profetas y de los apóstoles (II Pedro 3, 2).
∗ 3. Véase Jeremías 17, 8. Nótese la maravillosa promesa que esto encierra. Al que se siente incapaz de dar fruto, Dios le asegura aquí la fecundidad con una sola condición: meditar constantemente las divinas palabras, las cuales son más dulces que la miel (Salmo 118, 103) y nos capacitan para toda obra buena (II Timoteo 3, 16-17).
∗ 4. Como paja: literalmente, la cascarilla ligera del trigo: “cuando el buen grano sea separado de la pajuela. Cf. Mateo 3, 12” (Fillion).
∗ 5. No estarán en pie: La Vulgata dice: no resurgirán. Los LXX: no resucitarán. Muchos intérpretes refieren esto al día del juicio, el gran día de Yahvé, “cuando se hará el discernimiento definitivo”. (Cf. Lucas 20, 35; 21, 36; I Corintios 15, 20 ss.; Sabiduría 5, 1; Efesios 6, 13; I Tesalonicenses 4, 15 ss. Ni los pecadores, etc. La separación de los buenos y de los malos no tendrá lugar hasta el juicio, “en que aparecerá incontestado el reinado de Cristo sobre la tierra” (Bover-Cantera). El P. Ubach observa que la reunión de los justos también podría “aludir a la asamblea de los tiempos mesiánicos (Isaías 65, 8, 25; Malaquías 3, 11, 12 17 y 18), en la cual los israelitas piadosos, reunidos en Palestina, habrán de servir a Yahvé fielmente y ser colmados de sus bendiciones”.
∗ 6. Camino: “En sentido metafórico se llama «camino» la conducta o modo de proceder de los hombres. Dios conoce o atiende con especial benevolencia y providencia al camino que siguen los justos, mientras la conducta de los impíos lleva a éstos a la ruina” (Prado).