DIA 19 / 20

Génesis 27

1 Como hubiese envejecido Isaac, y no viese ya por tener debilitados sus ojos, llamó a Esaú, su hijo mayor: ¡Hijo mío!» El cual le respondió:

«Aquí estoy.»

2 «Mira, dijo, me he hecho viejo e ignoro el día de mi muerte.

3 Así pues, toma tus saetas, tu aljaba y tu arco, sal al campo y me cazas alguna pieza.

4 Luego me haces un guiso suculento, como a mí me gusta, y me lo traes para que lo coma, a fin de que mi alma te bendiga antes que me muera.»

5 – Ahora bien, Rebeca estaba escuchando la conversación de Isaac con su hijo Esaú. – Esaú se fue al campo a cazar alguna pieza para el padre,

6 y entonces Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Acabo de oír a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú diciendo:

7 Tráeme caza, y hazme un guiso suculento para que yo lo coma y te bendiga delante de Yahveh antes de morirme.

8 Pues bien, hijo mío, hazme caso en lo que voy a recomendarte.

9 Ve al rebaño y tráeme de allí dos cabritos hermosos. Yo haré con ellos un guiso suculento para tu padre como a él le gusta,

10 y tú se lo presentas a tu padre, que lo comerá, para que te bendiga antes de su muerte.»

11 Jacob dijo a su madre Rebeca: ¡Pero si mi hermano Esaú es velludo, y yo soy lampiño!

12 ¡A ver si me palpa mi padre, y le parece que estoy mofándome de él! ¡Entonces me habré buscado una maldición en vez de una bendición!»

13 Dícele su madre: «¡Sobre mí tu maldición, hijo mío! Tú, obedéceme, basta con eso, ve y me los traes.»

14 El fue a buscarlos y los llevó a su madre, y ella hizo un guiso suculento, como le gustaba a su padre.

15 Después tomó Rebeca ropas de Esaú, su hijo mayor, las más preciosas que tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo pequeño.

16 Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello,

17 y puso el guiso y el pan que había hecho en las manos de su hijo Jacob.

18 Este entró a donde su padre, y dijo: «¡Padre!» El respondió: «Aquí estoy; ¿quién eres, hijo?»

19 Jacob dijo a su padre: «Soy tu primogénito Esaú. He hecho como dijiste, Anda, levántate, siéntate, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma.»

20 Dice Isaac a su hijo: «¡Qué listo has andado en hallarla, hijo!» –

Respondió: «Sí; es que Yahveh, tu Dios, me la puso delante.»

21 Dice Isaac a Jacob: «Acércate, que te palpe, hijo, a ver si realmente eres o no mi hijo Esaú.»

22 Acercóse Jacob a su padre Isaac, el cual le palpó y dijo: «La voz es la de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.»

23 Y no le reconoció, porque sus manos estaban velludas, como las de su hermano Esaú. Y se dispuso a bendecirle.

24 Dijo, pues: «¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?» Respondió: «El mismo.»

25 Dijo entonces: «acércamelo, que coma de la caza, hijo, para que te bendiga mi alma.» Acercóle, y comió; le trajo también vino, y bebió.

26 Dícele su padre Isaac: «Acércate y bésame, hijo.»

27 El se acercó y le besó, y al aspirar Isaac el aroma de sus ropas, le bendijo diciendo: «Mira, el aroma de mi hijo como el aroma de un campo, que ha bendecido Yahveh.

28 ¡Pues que Dios te dé el rocío del cielo y la grosura de la tierra, mucho trigo y mosto!

29 Sírvante pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y adórente los hijos de tu madre. ¡Quien te maldijere, maldito sea, y quien te bendijere, sea bendito!»

30 Así que hubo concluido Isaac de bendecir a Jacob, y justo cuando acababa de salir Jacob de la presencia de su padre Isaac, llegó su hermano Esaú de su cacería.

31 Hizo también él un guiso suculento y llevándoselo a su padre le dijo: «Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma.»

32 Dícele su padre Isaac: «¿Quién eres tú?» Contestóle: «Soy tu hijo primogénito, Esaú.»

33 A Isaac le entró un temblor fuerte, y le dijo: «Pues entonces, ¿quién es uno que ha cazado una pieza y me le ha traído? Porque de hecho yo he comido antes que tú vinieses, y le he bendecido, y bendito está.»

34 Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y por extremo amargo, y dijo a su padre: «¡Bendíceme también a mí, padre mío!»

35 Díjole éste: «Ha venido astutamente tu hermano, y se ha llevado tu bendición.»

36 Dijo Esaú: «Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces: se llevó mi primogenitura, y he aquí que ahora se ha llevado mi bendición.» Y añadió: «¿No has reservado alguna bendición para mí?»

37 Respondió Isaac y dijo a Esaú: «Mira, le he puesto por señor tuyo, le he dado por siervos a todos sus hermanos y le he abastecido de trigo y vino. Según eso, ¿qué voy a hacer por ti, hijo mío?»

38 Dijo Esaú a su padre: «¿Es que tu bendición es única, padre mío?

¡Bendíceme también a mí, padre mío!» Isaac guardó silencio y Esaú alzó la voz y rompió a llorar.

39 Su padre Isaac le dijo por respuesta: «He aquí que lejos de la grosura de la tierra será tu morada, y lejos del rocío que baja del cielo.

40 De tu espada vivirás y a tu hermano servirás. Mas luego, cuando te hagas libre, partirás su yugo de sobre tu cerviz.»

41 Esaú se enemistó con Jacob a causa de la bendición con que le había bendecido su padre; y se dijo Esaú: «Se acercan ya los días del luto por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob.»

42 Se dio aviso a Rebeca de las palabras de Esaú, su hijo mayor; y ella envió a llamar a Jacob, su hijo pequeño, y le dijo: «Mira que tu hermano Esaú va a vengarse de ti matándote.

43 Ahora, pues, hijo mío, hazme caso: levántate y huye a Jarán, a donde mi hermano Labán,

44 y te quedas con él una temporada, hasta que se calme la cólera de tu hermano;

45 hasta que se calme la ira de tu hermano contra ti, y olvide lo que has hecho. Entonces enviaré yo a que te traigan de allí. ¿Por qué he de perderos a los dos en un mismo día?»

46 Rebeca dijo a Isaac: «Me da asco vivir al lado de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het como las que hay por aquí, ¿para qué seguir viviendo?»

Génesis 28

1 Llamó, pues, Isaac a Jacob, le bendijo y le dio esta orden: «No tomes mujer de las hijas de Canaán.

2 Levántate y ve a Paddán Aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre.

3 Que El Sadday te bendiga, te haga fecundo y te acreciente, y que te conviertas en asamblea de pueblos.

4 Que te dé la bendición de Abraham a ti y a tu descendencia, para que te hagas dueño de la tierra donde has vivido y que Dios ha dado a Abraham.»

5 Y despidió Isaac a Jacob, el cual se fue a Paddán Aram, a casa de Labán, hijo de Betuel el arameo, hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú.

6 Vio Esaú que Isaac había bendecido a Jacob, y le enviaba a Paddán Aram a tomarse mujer allí, y que al bendecirle le había dado esta orden: «No tomes mujer de las hijas de Canaán»,

7 y Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, había marchado a Paddán Aram.

8 Vio, pues, Esaú que las hijas de Canaán eran mal vistas de su padre Isaac,

9 y acudiendo Esaú a Ismael, tomóse por mujer, además de las que tenía, a Majlat, hija de Ismael, el hijo de Abraham, y hermana de Nebayot.

10 Jacob salió de Berseba y fue a Jarán.

11 Llegando a cierto lugar, se dispuso a hacer noche allí, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y acostóse en aquel lugar.

12 Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.

13 Y vio que Yahveh estaba sobre ella, y que le dijo: «Yo soy Yahveh, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia.

14 Tu descendencia será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra; y por tu descendencia.

15 Mira que yo estoy contigo; te guardaré por doquiera que vayas y te devolveré a este solar. No, no te abandonaré hasta haber cumplido lo que te he dicho.»

16 Despertó Jacob de su sueño y dijo: «¡Así pues, está Yahveh en este lugar y yo no lo sabía!»

17 Y asustado dijo: «¡Qué temible es este lugar! ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!»

18 Levantóse Jacob de madrugada, y tomando la piedra que se había puesto por cabezal, la erigió como estela y derramó aceite sobre ella.

19 Y llamó a aquel lugar Betel, aunque el nombre primitivo de la ciudad era Luz.

20 Jacob hizo un voto, diciendo: «Si Dios me asiste y me guarda en este camino que recorro, y me da pan que comer y ropa con que vestirme,

21 y vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces Yahveh será mi Dios;

22 y esta piedra que he erigido como estela será Casa de Dios; y de todo lo que me dieres, te pagaré el diezmo.»

Génesis 29

1 Jacob se puso en marcha y se fue al país de los orientales.

2 Cuando he aquí que divisa un pozo en el campo, y allí mismo tres rebaños de ovejas sesteando junto a él, pues de aquel pozo se abrevaban los rebaños. Sobre la boca del pozo había una gran piedra.

3 Allí se reunían todos los rebaños: se revolvía la piedra de encima de la boca del pozo, abrevaban las ovejas, y devolvían la piedra a su sitio sobre la boca del pozo.

4 Jacob les dijo (a los pastores): «Hermanos, ¡de dónde sois?» Dijeron ellos: «Somos de Jarán.»

5 «¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?» – «Lo conocemos.»

6 – «¿Se encuentra bien?» – «Muy bien; precisamente ahí llega Raquel, su hija, con las ovejas.»

7 Dijo él: «Todavía es muy de día, no es hora de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a apacentarlas.»

8 Contestaron: «No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños y se revuelva la piedra de sobre la boca del pozo. Entonces abrevaremos las ovejas.»

9 Aún estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora.

10 En cuanto vio Jacob a Raquel, hija de Labán, el hermano de su madre, y las ovejas de Labán, hermano de su madre, acercóse Jacob y revolvió la piedra de sobre la boca y abrevó los ovejas de Labán, el hermano de su madre.

11 Jacob besó a Raquel y luego estalló en sollozos.

12 Jacob anunció a Raquel que era pariente de su padre e hijo de Rebeca. Ella se echó a correr y lo anunció a su padre.

13 En cuanto oyó Labán hablar de Jacob, el hijo de su hermana, corrió a su encuentro, le abrazó, le besó y le llevó a su casa. Entonces él contó a Labán toda esta historia,

14 y Labán le dijo: «En suma, que tú eres hueso mío y carne mía.» Y Jacob se quedó con él un mes cumplido.

15 Labán dijo a Jacob: «¿Acaso porque seas pariente mío has de servirme de balde? Indícame cuál será tu salario.»

16 Ahora bien, Labán tenía dos hijas: la mayor llamada Lía, y la pequeña, Raquel.

17 Los ojos de Lía eran tiernos. Raquel, en cambio, era de bella presencia y de buen ver.

18 Jacob estaba enamorado de Raquel. Así pues, dijo: «Te serviré siete años por Raquel, tu hija pequeña.»

19 Dijo Labán: «Mejor es dártela a ti que dársela a otro. Quédate conmigo.»

20 Sirvió, pues, Jacob por Raquel siete años, que se le antojaron como unos cuantos días, de tanto que la amaba.

21 Jacob dijo a Labán: «Dame mi mujer, que se ha cumplido el plazo, y quiero casarme con ella.»

22 Labán juntó a todos los del lugar y dio un banquete.

23 Luego a la tarde tomó a su hija Lía y la llevó a Jacob, y éste se unió a ella.

24 Labán dio su esclava Zilpá como esclava de su hija Lía.

25 Se hizo de mañana, ¡y resultó que aquélla era Lía! Jacob dijo a Labán: «¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿No te he servido por Raquel?

¿Pues por qué me has hecho trampa?»

26 Labán dijo: «No se usa en nuestro lugar dar la menor antes que la mayor.

27 Cumple esta semana, y te daré también a la otra por el servicio que me prestarás todavía otros siete años.»

28 Así lo hizo Jacob; y habiendo cumplido aquella semana, le dio por mujer a su hija Raquel.

29 Labán dio su esclava Bilhá como esclava de su hija Raquel.

30 El se unió también a Raquel, y amó a Raquel más que a Lía, y sirvió en casa de su tío otros siete años más.

31 Vio Yahveh que Lía era aborrecida y la hizo fecunda, mientras que Raquel era estéril.

32 Lía quedó encinta y dio a luz un hijo al que llamó Rubén, pues dijo: «Yahveh ha reparado en mi cuita: ahora sí que me querrá mi marido.»

33 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: Yahveh ha oído que yo era aborrecida y me ha dado también a éste.» Y le llamó Simeón.

34 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Ahora, esta vez, mi marido se aficionará a mí, ya que le he dado tres hijos.» Por eso le llamó Leví.

35 Concibió otra vez y dio a luz un hijo, y dijo: «Esta vez alabo a Yahveh.» Por eso le llamó Judá, y dejó de dar a luz.

Salmo 18 (17)

(1) = Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl. =

(2) = Dijo: = 1 Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado).

 2 (3) Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio.

3 (4) Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.

 4 (5) Las olas de la muerte me envolvían, me espantaban las trombas de Belial,

 5 (6) los lazos del seol me rodeaban, me aguardaban los cepos de la Muerte.

 6 (7) Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué; y escuchó mi voz desde su Templo, resonó mi llamada en sus oídos.

 7 (8) La tierra fue sacudida y vaciló, retemblaron las bases de los montes, (vacilaron bajo su furor);

8 (9) una humareda subió de sus narices, y de su boca un fuego que abrasaba, (de él salían carbones encendidos).

 9 (10) El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus pies;

 10 (11) cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó.

 11 (12) Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones;

 12 (13) del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de luego.

13 (14) Tronó Yahveh en los cielos, lanzó el Altísimo su voz;

 14 (15) arrojó saetas, y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró derrota.

 15 (16) El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices.

 16 (17) El extiende su mano de lo alto para asirme, para sacarme de las profundas aguas;

 17 (18) me libera de un enemigo poderoso, de mis adversarios más fuertes que yo.

18 (19) Me aguardaban el día de mi ruina, más Yahveh fue un apoyo para mí;

 19 (20) me sacó a espacio abierto, me salvó porque me amaba.

 20 (21) Yahveh me recompensa conforme a mi justicia, me paga conforme a la pureza de mis manos;

 21 (22) porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el mal lejos de mi Dios.

 22 (23) Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no aparto de mi lado;

 23 (24) he sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he guardado.

24 (25) Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según la pureza de mis manos que tiene ante sus ojos.

 25 (26) Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin tacha;

 26 (27) con el puro eres puro, con el ladino, sagaz;

 27 (28) tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.

 28 (29) Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas;

 29 (30) con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la muralla.

30 (31) Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh acrisolada. El es el escudo de cuantos a él se acogen.

 31 (32) Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?

 32 (33) El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino irreprochable,

 33 (34) que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie,

 34 (35) el que mis manos para el combate adiestra y mis brazos para tensar arco de bronce.

35 (36) Tú me das tu escudo salvador, (tu diestra me sostiene), tu cuidado me exalta,

 36 (37) mis pasos ensanchas ante mí, no se tuercen mis tobillos.

 37 (38) Persigo a mis enemigos, les doy caza, no vuelvo hasta haberlos acabado;

 38 (39) los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.

 39 (40) Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,

 40 (41) a mis enemigos haces dar la espalda, extermino a los que me odian.

41 (42) Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.

 42 (43) Los machaco como polvo al viento, como al barro de las calles los piso.

 43 (44) De las querellas de mi pueblo tú me libras, me pones a la cabeza de las gentes; pueblos que no conocía me sirven;

 44 (45) los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen,

 45 (46) los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.

 46 (47) ¡Viva Yahveh, bendita sea mi roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado,

47 (48) el Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas!

 48 (49) Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, del hombre violento me salvas.

 49 (50) Por eso he de alabarte entre los pueblos, a tu nombre, Yahveh, salmodiaré.

 50 (51) El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y a su linaje para siempre.

Salmo 19 (18)

(1) = Del maestro de coro. Salmo. De David. =

 1 (2) Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento;

 2 (3) el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia.

 3 (4) No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír;

 4 (5) mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo. En el mar levantó para el sol una tienda,

5 (6) y él, como un esposo que sale de su tálamo, se recrea, cual atleta, corriendo su carrera.

 6 (7) A un extremo del cielo es su salida, y su órbita llega al otro extremo, sin que haya nada que a su ardor escape.

 7 (8) La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo.

 8 (9) Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz de los ojos.

9 (10) El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos,

 10 (11) apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales.

 11 (12) Por eso tu servidor se empapa en ellos, gran ganancia es guardarlos.

 12 (13) Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros? De las faltas ocultas límpiame.

 13 (14) Guarda también a tu siervo del orgullo, no tenga dominio sobre mí. Entonces seré irreprochable, de delito grave exento.

14 (15) ¡Sean gratas las palabras de mi boca, y el susurro de mi corazón, sin tregua ante ti, Yahveh, roca mía, mi redentor.

Mateo 11

16 «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los

chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo:

17 “Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos

entonado endechas, y no os habéis lamentado.”

18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene.”

19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un

comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría

se ha acreditado por sus obras.»

20 Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían

realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:

21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en

Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo

ha que en sayal y ceniza se habrían convertido.

22 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y

Sidón que para vosotras.

23 Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? = ¡Hasta el

Hades te hundirás! = Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros

que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy.

24 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la

tierra de Sodoma que para ti.»

25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo,

Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a

sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.

26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.

27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al

Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a

quien el Hijo se lo quiera revelar.

28 «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os

daré descanso.

29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y

humilde de corazón; = y hallaréis descanso para vuestras almas. =

30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Mateo 12

1 En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus

discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas.

2 Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.»

3 Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió

hambre él y los que le acompañaban,

4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia,

que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los

sacerdotes?

5 ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los

sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa?

6 Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo.

7 Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: = Misericordia

quiero, que no sacrificio, = no condenaríais a los que no tienen culpa.

8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

9 Pasó de allí y se fue a la sinagoga de ellos.

10 Había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le preguntaron si

era lícito curar en sábado, para poder acusarle.

11 El les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta

cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca?

12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es

lícito hacer bien en sábado.»

13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió, y

quedó restablecida, sana como la otra.

14 Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para

ver cómo eliminarle.

15 Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a

todos.

16 Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran;

17 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:

18 = He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se

complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.

=

19 = No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. =

20 = La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante,

hasta que lleve a la victoria el juicio: =

21 = en su nombre pondrán las naciones su esperanza. =

22 Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le

curó, de suerte que el mudo hablaba y veía.

23 Y toda la gente atónita decía: «¿No será éste el Hijo de David?»

24 Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios

más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios.»

25 El, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido

contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí

misma no podrá subsistir.

26 Si Satanás expulsa a Satanás, contra sí mismo está dividido:

¿cómo, pues, va a subsistir su reino?

27 Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los

expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.

28 Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha

llegado a vosotros el Reino de Dios.

29 «O, ¿cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y saquear su

ajuar, si no ata primero al fuerte? Entonces podrá saquear su casa.

30 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge

conmigo, desparrama.

31 «Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los

hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.

32 Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le

perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni

en este mundo ni en el otro.

33 «Suponed un árbol bueno, y su fruto será bueno; suponed un árbol

malo, y su fruto será malo; porque por el fruto se conoce el árbol.

34 Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas

siendo malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

35 El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas y el hombre

malo, del tesoro malo saca cosas malas.

36 Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán

cuenta en el día del Juicio.

37 Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras

serás condenado.»

38 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro,

queremos ver una señal hecha por ti.»

39 Mas él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal

pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás.

40 Porque de la misma manera que Jonás = estuvo en el vientre del

cetáceo tres días y tres noches, = así también el Hijo del hombre estará en el

seno de la tierra tres días y tres noches.

41 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la

condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí

hay algo más que Jonás.

42 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación

y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la

sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.

43 «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por

lugares áridos en busca de reposo, pero no lo encuentra.

44 Entonces dice: “Me volveré a mi casa, de donde salí.” Y al llegar la

encuentra desocupada, barrida y en orden.

45 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él;

entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el

principio. Así le sucederá también a esta generación malvada.»

46 Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y

sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él.

47 Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos

que desean hablarte.»

48 Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y

quiénes son mis hermanos?»

49 Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi

madre y mis hermanos.

50 Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es

mi hermano, mi hermana y mi madre.»

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