# 57

Números 20

1 Los israelitas, toda la comunidad, llegaron al desierto de Sin el mes
primero, y se quedó todo el pueblo en Cadés. Allí murió María y allí la
enterraron.
2 No había agua para la comunidad, por lo que se amotinaron contra
Moisés y contra Aarón.
3 El pueblo protestó contra Moisés, diciéndole: «Ojalá hubiéramos
perecido igual que perecieron nuestros hermanos delante de Yahveh.
4 ¿Por qué habéis traído la asamblea de Yahveh a este desierto, para
que muramos en él nosotros y nuestros ganados?
5 ¿Por qué nos habéis subido de Egipto, para traernos a este lugar
pésimo: un lugar donde no hay sembrado, ni higuera, ni viña, ni ganado, y
donde no hay ni agua para beber?»
6 Moisés y Aarón dejaron la asamblea, se fueron a la entrada de la
Tienda del Encuentro, y cayeron rostro en tierra. Y se les apareció la gloria
de Yahveh.

7 Yahveh habló con Moisés y le dijo:

8 «Toma la vara y reúne a la comunidad, tú con tu hermano Aarón.
Hablad luego a la peña en presencia de ellos, y ella dará sus aguas. Harás
brotar para ellos agua de la peña, y darás de beber a la comunidad y a sus
ganados.»
9 Tomó Moisés la vara de la presencia de Yahveh como se lo había
mandado.
10 Convocaron Moisés y Aarón la asamblea ante la peña y él les dijo:
«Escuchadme, rebeldes. ¿Haremos brotar de esta peña agua para vosotros?»
11 Y Moisés alzó la mano y golpeó la peña con su vara dos veces. El
agua brotó en abundancia, y bebió la comunidad y su ganado.
12 Dijo Yahveh a Moisés y Aarón: «Por no haber confiado en mí,
honrándome ante los israelitas, os aseguro que no guiaréis a esta asamblea
hasta la tierra que les he dado.»
13 Estas son las aguas de Meribá, donde protestaron los israelitas
contra Yahveh, y con las que él manifestó su santidad.
14 Envió Moisés mensajeros desde Cadés: «Al rey de Edom. Así dice
tu hermano Israel: Ya sabes por qué gran calamidad hemos pasado.
15 Nuestros padres bajaron a Egipto y nos quedamos en Egipto mucho
tiempo. Pero los egipcios nos trataron mal, a nosotros igual que a nuestros
padres.
16 Clamamos entonces a Yahveh, y escuchó nuestra voz: envió un
ángel, y nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cadés, ciudad fronteriza de
tu territorio.
17 Déjanos, por favor, pasar por tu tierra. No cruzaremos por campo
ni por viñedo, ni beberemos agua de pozo. Seguiremos el camino real, sin
torcer ni a la derecha ni a la izquierda hasta que crucemos tus fronteras.»
18 Edom le respondió: «No pasarás por mí. Si lo haces, saldré espada
en mano a tu encuentro.»19 Le respondieron los israelitas: «Seguiremos por la calzada, y si
bebemos agua tuya, yo y mis rebaños, pagaremos su precio. Se trata de
pasar a pie: no tiene importancia».
20 Respondió él: «No pasarás.» Y salió Edom a su encuentro con
mucha gente y mano poderosa.
21 Como Edom negó el paso a Israel por su territorio, Israel dio un
rodeo.
22 Partieron de Cadés los israelitas, toda la comunidad, y llegaron a
Hor de la Montaña.
23 Y dijo Yahveh a Moisés y Aarón en Hor de la Montaña, en la
frontera del país de Edom:
24 «Que se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la
tierra que he dado a los israelitas, por haberos rebelado contra mi voz en
las aguas de Meribá.
25 Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y súbelos a la montaña de Hor.
26 Le quitarás a Aarón sus vestiduras y se las pondrás a su hijo
Eleazar. Entonces Aarón se reunirá con los suyos: allí morirá.»
27 Moisés hizo como le había mandado Yahveh. Subieron a Hor de la
Montaña a la vista de toda la comunidad.
28 Quitó Moisés a Aarón sus vestiduras y se las puso a su hijo
Eleazar. Y murió allí Aarón, en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar
bajaron de la montaña.
29 Toda la comunidad se dio cuenta de que había fallecido Aarón, y
lloró a Aarón toda la casa de Israel durante treinta días.

Números 21

1 Oyó el rey de Arad, cananeo, que ocupaba el Négueb, que llegaba
Israel por el camino de Atarim, y atacó a Israel y le hizo algunos
prisioneros.
2 Entonces Israel formuló este voto a Yahveh: «Si entregas a ese
pueblo en mi mano, consagraré al anatema sus ciudades.»
3 Oyó Yahveh la voz de Israel y les entregó aquel cananeo. Los
consagraron al anatema a ellos y a sus ciudades. Por eso se llamó aquel
lugar Jormá.
4 Partieron de Hor de la Montaña, camino del mar de Suf, rodeando la
tierra de Edom. El pueblo se impacientó por el camino.
5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos
habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan
ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»
6 Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que
mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.
7 El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado
contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de
nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo.
8 Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un
mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»

9 Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si
una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce,
quedaba con vida.
10 Partieron los israelitas y acamparon en Obot.
11 Partieron de Obot y acamparon en Iyyé Haabarim, en el desierto
que limita con Moab, hacia la salida del sol.
12 Partieron de allí y acamparon en el torrente de Zered.
13 De allí partieron y acamparon más allá del Arnón. Este estaba en el
desierto y salía del territorio de los amorreos, pues el Arnón hacía de
frontera de Moab, entre moabitas y amorreos.
14 Por eso se dice en el libro de las Guerras de Yahveh: … Vaheb,
cerca de Sufá y el torrente del Arnón,
15 y el declive del torrente que corre hacia la región de Ar y se apoya
en la frontera de Moab.
16 Y de allí fueron a Beer – Este es el pozo a propósito del cual dijo
Yahveh a Moisés: «Reúne al pueblo y les daré agua.»
17 Entonces Israel entonó este cántico: Sobre el Pozo. Cantadle,
18 Pozo que cavaron Príncipes, que excavaron los jefes del pueblo,
con el cetro, con sus bastones. – Y del desierto a Mattaná,
19 de Mattaná a Najaliel, de Najaliel a Bamot,
20 y de Bamot al valle que está en el campo de Moab, hacia la cumbre
del Pisgá, que domina la parte del desierto.
21 Israel envió mensajeros a decir a Sijón, rey de los amorreos:
22 «Quisiera pasar por tu tierra. No me desviaré por campos y
viñedos, ni beberé agua de pozo. Seguiremos el camino real hasta que
crucemos tus fronteras.»
23 Pero Sijón negó a Israel el paso por su territorio; reunió toda su
gente y salió al desierto, al encuentro de Israel, hasta Yahás, donde atacó a
Israel.
24 Pero Israel le hirió a filo de espada y se apoderó de su tierra, desde
el Arnón hasta el Yabboq, hasta los límites de los hijos de Ammón, porque
Yazer estaba en la frontera de los hijos de Ammón.
25 Israel tomó todas aquellas ciudades. Ocupó Israel todos los pueblos
de los amorreos, Jesbón y todas sus aldeas.
26 Porque Jesbón era la ciudad de Sijón, rey de los amorreos. Este
había combatido al primer rey de Moab, y le había quitado toda su tierra
hasta el Arnón.
27 Por eso dicen los trovadores: ¡Venid a Jesbón, que sea construida,
fortificada, la ciudad de Sijón!
28 Porque fuego ha salido de Jesbón, una llama de la ciudad de Sijón:
ha devorado Ar Moab, ha tragado las alturas del Arnón.
29 ¡Ay de ti, Moab!, perdido estás, pueblo de Kemós. Entrega sus
hijos a la fuga y sus hijas al cautiverio, en manos de Sijón, el rey amorreo.
30 Su posteridad ha perecido, desde Jesbón hasta Dibón, y hemos
dado fuego desde Nofaj hasta Mádaba. 31 Israel se estableció en la tierra de los amorreos.
32 Moisés mandó a explorar Yazer y la tomaron junto con sus aldeas
despojando al amorreo que vivía allí.
33 Se volvieron y subieron camino de Basán. Og, rey de Basán, salió a
su encuentro con toda su gente, para darles batalla en Edreí.
34 Yahveh dijo a Moisés: «No le temas, porque lo he puesto en tu
mano con todo su pueblo y su tierra. Harás con él como hiciste con Sijón,
el rey amorreo que habitaba en Jesbón.»
35 Y le batieron a él, a sus hijos y a toda su gente, hasta que no quedó
nadie a salvo. Y se apoderaron de su tierra.

Salmo 79 (78)

(1) = Salmo. De Asaf. =
1 Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu
sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén,
2 han entregado el cadáver de tus siervos por comida a los pájaros del
cielo, la carne de tus amigos a las bestias de la tierra.
3 Han derramado como agua su sangre en torno a Jerusalén, ¡y nadie
sepultaba!
4 Nos hemos hecho la irrisión de los vecinos, burla y escarnio de
nuestros circundantes.
5 ¿Hasta cuándo, Yahveh, tu cólera? ¿hasta el fin? ¿han de quemar tus
celos como fuego?
6 Derrama tu furor sobre las gentes, que no te reconocen, y sobre los
reinos que tu nombre no invocan.
7 Porque han devorado a Jacob y han devastado su dominio.
8 No recuerdes contra nosotros culpas de antepasados, vengan presto a
nuestro encuentro tus ternuras, pues estamos abatidos del todo;

9 ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu
nombre; líbranos, borra nuestros pecados, por causa de tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?» ¡Que
entre las gentes se conozca, a nuestros propios ojos, la venganza de la
sangre de tus siervos derramada!
11 ¡Llegue hasta ti el suspiro del cautivo, con la grandeza de tu brazo
preserva a los hijos de la muerte!
12 ¡Devuelve siete veces a nuestros vecinos, en su entraña, su afrenta,
la afrenta que te han hecho, Señor!
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto, eternamente te daremos
gracias, de edad en edad repetiremos tu alabanza.

Hechos 15

1 Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os
circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros.»

2 Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de
Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos
de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar
esta cuestión.
3 Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria,
contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos
los hermanos.
4 Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los
apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con
ellos.
5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe,
se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y
mandarles guardar la Ley de Moisés.
6 Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este
asunto.
7 Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo:
«Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios
entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la
Buena Nueva y creyeran.
8 Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor
comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros;
9 y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus
corazones con la fe.
10 ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el
cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros
pudimos sobrellevar?
11 Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del
Señor Jesús, del mismo modo que ellos.»
12 Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar
todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos
entre los gentiles.
13 Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo:
«Hermanos, escuchadme.
14 Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para
procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre.
15 Con esto concuerdan los oráculos de los Profetas, según está
escrito:
16 = «Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que
está caída; reconstruiré sus ruinas, y la volveré a levantar. =
17 = Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las
naciones que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace =
18 = que estas cosas = sean conocidas desde la eternidad.
19 «Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se
conviertan a Dios,
20 sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por
los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre.

21 Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus
predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas.»

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