Deuteronomio 10
1 Yahveh me dijo entonces: «Labra dos tablas de piedra como las
primeras y sube donde mí a la montaña; hazte también un arca de madera.
2 Yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras que
rompiste, y tú las depositarás en el arca.»
3 Hice un arca de madera de acacia, labré dos tablas de piedra como
las primeras y subí a la montaña con las dos tablas en la mano.
4 El escribió en las tablas lo mismo que había escrito antes, las diez
Palabras que Yahveh había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día
de la Asamblea. Y Yahveh me las entregó.
5 Yo volví a bajar del monte, puse las tablas en el arca que había
hecho y allí quedaron, como me había mandado Yahveh.
6 Los israelitas partieron de los pozos de Bené Yaacán, hacia Moserá.
Allí murió Aarón y allí fue enterrado. Le sucedió en el sacerdocio su hijo
Eleazar.
7 De allí se dirigieron a Gudgoda y de Gudgoda a Yotbatá, lugar de
torrentes.
8 Yahveh separó entonces a la tribu de Leví para llevar el arca de la
alianza de Yahveh, sirviéndole y dando la bendición en su nombre hasta el
día de hoy.
9 Por eso Leví no ha tenido parte ni heredad con sus hermanos:
Yahveh es su heredad, como Yahveh tu Dios le dijo.
10 Yo me quedé en el monte, como la primera vez, cuarenta días y
cuarenta noches. También esta vez me escuchó Yahveh y renunció a
destruirte.
11 Y me dijo Yahveh: «Levántate, ve a ponerte al frente de este
pueblo, para que vayan a tomar posesión de la tierra que yo juré a sus
padres que les daría.»
12 Y ahora, Israel, ¿qué te pide tu Dios, sino que temas a Yahveh tu
Dios, que sigas todos sus caminos, que le ames, que sirvas a Yahveh tu
Dios con todo tu corazón y con toda tu alma,
13 que guardes los mandamientos de Yahveh y sus preceptos que yo
te prescribo hoy para que seas feliz?
14 Mira: De Yahveh tu Dios son los cielos y los cielos de los cielos, la
tierra y cuanto hay en ella.
15 Y con todo, sólo de tus padres se prendó Yahveh y eligió a su
descendencia después de ellos, a vosotros mismos, de entre todos los
pueblos, como hoy sucede.
16 Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más
vuestra cerviz,
17 porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de
los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de
personas ni admite soborno;
18 que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a
quien da pan y vestido.
19 (Amad al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en el país de
Egipto.)20 A Yahveh tu Dios temerás, a él servirás, vivirás unido a él y en su
nombre jurarás.
21 El será objeto de tu alabanza y él tu Dios, que ha hecho por ti esas
cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.
22 No más de setenta personas eran tus padres cuando bajaron a
Egipto, y Yahveh tu Dios te ha hecho ahora numeroso como las estrellas
del cielo.
Deuteronomio 11
1 Amarás a Yahveh tu Dios y guardarás siempre sus ritos, sus
preceptos, normas y mandamientos.
2 Vosotros sabéis hoy – no vuestros hijos, que ni saben ni han visto la
lección de Yahveh vuestro Dios, su grandeza, su mano fuerte y su tenso
brazo –
3 las señales y hazañas que realizó él en medio de Egipto, contra
Faraón rey de Egipto y todo su pueblo;
4 lo que hizo con el ejército de Egipto, con sus caballos y sus carros,
precipitando sobre ellos las aguas del mar de Suf cuando os perseguían, y
aniquilándolos Yahveh hasta el día de hoy;
5 lo que ha hecho por vosotros en el desierto hasta vuestra llegada a
este lugar;
6 lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab el rubenita, cuando la
tierra abrió su boca y los tragó en medio de todo Israel, con sus familias, sus
tiendas y todos los que les seguían.
7 Pues vuestros mismos ojos han visto toda esta gran obra que Yahveh
ha realizado.
8 Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para
que os hagáis fuertes y lleguéis a poseer la tierra a la que vais a pasar para
tomarla en posesión,
9 y para que prolonguéis vuestros días en el suelo que Yahveh juró dar
a vuestros padres y a su descendencia, tierra que mana leche y miel.
10 Porque la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión no es
como el país de Egipto del que habéis salido, donde después de sembrar
había que regar con el pie, como se riega un huerto de hortalizas.
11 Sino que la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión es
una tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo.
12 De esta tierra se cuida Yahveh tu Dios; los ojos de Yahveh tu Dios
están constantemente puestos en ella, desde que comienza el año hasta que
termina.
13 Y si vosotros obedecéis puntualmente a los mandamientos que yo
os prescribo hoy, amando a Yahveh vuestro Dios y sirviéndole con todo
vuestro corazón y con toda vuestra alma,
14 yo daré a vuestro país la lluvia a su tiempo, lluvia de otoño y lluvia
de primavera, y tú podrás cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite;
15 yo daré a tu campo hierba para tu ganado, y comerás hasta hartarte.16 Cuidad bien que no se pervierta vuestro corazón y os descarriéis a
dar culto o otros dioses, y a postraros ante ellos;
17 pues la ira de Yahveh se encendería contra vosotros y cerraría los
cielos, no habría más lluvia, el suelo no daría su fruto y vosotros pereceríais
bien pronto en esa tierra buena que Yahveh os da.
18 Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas
a vuestra mano como una señal, y sean como una insignia entre vuestros
ojos.
19 Enseñádselas a vuestros hijos, hablando de ellas tanto si estás en
casa como si vas de viaje, así acostado como levantado.
20 Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas,
21 para que vuestros días y los días de vuestros hijos en la tierra que
Yahveh juró dar a vuestros padres sean tan numerosos como los días del
cielo sobre la tierra.
22 Porque, si de verdad guardáis todos estos mandamientos que yo os
mando practicar, amando a Yahveh vuestro Dios, siguiendo todos sus
caminos y viviendo unidos a él,
23 Yahveh desalojará delante de vosotros a todas esas naciones, y
vosotros desalojaréis a naciones más numerosas y fuertes que vosotros.
24 Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro; desde el
Río, el río Eufrates, hasta el mar occidental, se extenderá vuestro territorio.
25 Nadie podrá resistiros; Yahveh vuestro Dios hará que se os tema y
se os respete sobre la haz de toda la tierra que habéis de pisar, como él os ha
dicho.
26 Mira: Yo pongo hoy ante vosotros bendición y maldición.
27 Bendición si escucháis los mandamientos de Yahveh vuestro Dios
que yo os prescribo hoy,
28 maldición si desoís los mandamientos de Yahveh vuestro Dios, si
os apartáis del camino que yo os prescribo hoy, para seguir a otros dioses
que no conocéis.
29 Cuando Yahveh tu Dios te haya introducido en la tierra a la que vas
a entrar para tomarla en posesión, pondrás la bendición sobre el monte
Garizim y la maldición sobre el monte Ebal.
30 (Estos montes están, como sabéis, al otro lado del Jordán, detrás
del camino del poniente, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá,
frente a Guilgal, cerca de la Encina de Moré.)
31 Ya que vais a pasar el Jordán para ir a tomar posesión de la tierra
que Yahveh vuestro Dios os da, cuando la poseáis y habitéis en ella,
32 cuidaréis de poner en práctica todos los preceptos y normas que yo
os expongo hoy.
Deuteronomio 12
1 Estos son los preceptos y normas que cuidaréis de poner en práctica
en la tierra que Yahveh el Dios de tus padres te ha dado en posesión, todos
los días que viváis en su suelo.2 Suprimiréis todos los lugares donde los pueblos que vais a desalojar
han dado culto a sus dioses, en lo alto de los montes, en las colinas, y bajo
todo árbol frondoso;
3 demoleréis su altares, romperéis sus estelas, quemaréis sus cipos,
derribaréis las esculturas de sus dioses y suprimiréis su nombre de este
lugar.
4 No procederéis así respecto de Yahveh vuestro Dios,
5 sino que sólo vendréis a buscarle al lugar elegido por Yahveh
vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner en él la morada de su
nombre.
6 Allí llevaréis vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros
diezmos y las ofrendas reservadas de vuestras manos, vuestras ofrendas
votivas y vuestras ofrendas voluntarias, los primogénitos de vuestro ganado
mayor y menor,
7 allí comeréis en presencia de Yahveh vuestro Dios y os regocijaréis,
vosotros y vuestras casas, de todas las empresas en que Yahveh tu Dios te
haya bendecido.
8 No haréis lo que nosotros hacemos aquí hoy, cada cual lo que le
parece bien,
9 porque todavía no habéis llegado al lugar de descanso y a la heredad
que Yahveh tu Dios te da.
10 Pero cuando paséis el Jordán y habitéis en la tierra que Yahveh
vuestro Dios os da en herencia, cuando él os haya puesto al abrigo de todos
vuestros enemigos de alrededor, y viváis con tranquilidad,
11 llevaréis al lugar elegido por Yahveh vuestro Dios para morada de
su nombre todo lo que yo os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros
sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas reservadas de vuestras manos,
lo más selecto de vuestras ofrendas que hayáis prometido con voto a
Yahveh;
12 y os regocijaréis en presencia de Yahveh, vosotros, vuestros hijos y
vuestras hijas, vuestros siervos y vuestras siervas, así como el levita que
vive en vuestras ciudades, ya que no tiene parte ni heredad con vosotros.
13 Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar sagrado que
veas;
14 sólo en el lugar elegido por Yahveh en una de tus tribus podrás
ofrecer tus holocaustos y sólo allí pondrás en práctica todo lo que yo te
mando.
15 Podrás, sin embargo, siempre que lo desees, sacrificar y comer la
carne, como bendición que te ha dado Yahveh tu Dios, en todas tus
ciudades. Tanto el puro como el impuro podrán comerla, como si fuese
gacela o ciervo.
16 Sólo la sangre no la comeréis; la derramarás en tierra como agua.
17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto
o de tu aceite, ni los primogénitos de tu ganado mayor o menor, ninguna de
tus ofrendas votivas o de tus ofrendas voluntarias, ni las ofrendas
reservadas de tus manos.18 Sino que lo comerás en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar
elegido por Yahveh tu Dios y solamente allí, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y
tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Y te regocijarás en presencia
de Yahveh tu Dios por todas tus empresas.
19 Guárdate de dejar abandonado al levita mientras vivas en tu suelo.
20 Cuando Yahveh tu Dios haya ensanchado tu territorio, como te ha
prometido, y digas: «Querría comer carne», si deseas comer carne, podrás
hacerlo siempre que quieras.
21 Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre
está demasiado lejos de ti, podrás sacrificar del ganado mayor y menor que
Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he prescrito; lo podrás
comer en tus ciudades a la medida de tus deseos;
22 y lo comerás como se come la gacela o el ciervo; podrán comerlo
tanto el puro como el impuro.
23 Guárdate sólo de comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no
debes comer la vida con la carne.
24 No la comerás, la derramarás en tierra como agua.
25 No la comerás, para que seas feliz, tú y tu hijo después de ti, por
haber hecho lo que es justo a los ojos de Yahveh.
26 Pero las cosas sagradas que te correspondan y las que hayas
prometido con voto, irás a llevarlas a aquel lugar elegido por Yahveh.
27 Harás el holocausto de la carne y de la sangre sobre el altar de
Yahveh tu Dios; la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar
de Yahveh tu Dios, y tu podrás comer la carne.
28 Observa y escucha todas estas cosas que yo te mando, para que
seas feliz siempre, tú y tu hijo después de ti, por haber hecho lo que es
bueno y justo a los ojos de Yahveh tu Dios.
29 Cuando Yahveh tu Dios haya exterminado las naciones que tú vas
a desalojar ante ti, cuando las hayas desalojado y habites en su tierra,
30 guárdate de dejarte prender en el lazo siguiendo su ejemplo
después de haber sido ellos exterminados ante ti, y de buscar sus dioses,
diciendo; «¿Cómo servían estas naciones a sus dioses? Así haré yo
también,»
31 No procederás así con Yahveh tu Dios. Porque todo lo que es una
abominación para Yahveh, lo que detesta, lo hacen ellos en honor de sus
dioses: llegan incluso a quemar al fuego a sus hijos e hijas en honor de sus
dioses.
Deuteronomio 13
1 Todo esto que yo os mando, cuidaréis de ponerlo por obra, sin
añadir ni quitar nada.
2 Si surge en medio de ti un profeta o vidente en sueños, que te
propone una señal o un prodigio,
3 y llega a realizarse la señal o el prodigio que te ha anunciado, y te
dice: «Vamos en pos de otros dioses (que tú no conoces) a servirles»,
4 no escucharás las palabras de ese profeta o de ese vidente en sueños.
Es que Yahveh vuestro Dios os pone a prueba para saber si verdaderamente
amáis a Yahveh vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra
alma.
5 A Yahveh vuestro Dios seguiréis y a él temeréis, guardaréis sus
mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis y viviréis unidos a él.
6 Ese profeta o vidente en sueños deberá morir por haber predicado la
rebelión contra Yahveh tu Dios – que te sacó del país de Egipto y te rescató
de la casa de servidumbre – para apartarte del camino que Yahveh tu Dios te
ha mandado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
7 Si tu hermano, hijo de tu padre o hijo de tu madre, tu hijo o tu hija,
la esposa que reposa en tu seno o el amigo que es tu otro yo, trata de
seducirte en secreto diciéndote: «Vamos a servir a otros dioses»,
desconocidos de ti y de tus padres,
8 de entre los dioses de los pueblos próximos o lejanos que os rodean
de un extremo a otro de la tierra,
9 no accederás ni le escucharás, tu ojo no tendrá piedad de él, no le
perdonarás ni le encubrirás,
10 sino que le harás morir; tu mano caerá la primera sobre él para
darle muerte, y después la mano de todo el pueblo.
11 Le apedrearás hasta que muera, porque trató de apartarte de
Yahveh tu Dios, el que te sacó del país de Egipto, de la casa de
servidumbre.
12 Y todo Israel, cuando lo sepa, tendrá miedo y dejará de cometer
este mal en medio de ti.
13 Si oyes decir que en una de las ciudades que Yahveh tu Dios te da
para habitar en ella
14 algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, han
seducido a sus conciudadanos diciendo: «Vamos a dar culto a otros dioses»,
desconocidos de vosotros,
15 consultarás, indagarás y preguntarás minuciosamente. Si es verdad,
si se comprueba que en medio de ti se ha cometido tal abominación,
16 deberás pasar a filo de espada a los habitantes de esa ciudad; la
consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella;
17 amontonarás todos sus despojos en medio de la plaza pública y
prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos, todo ello en honor de
Yahveh tu Dios. Quedará para siempre convertida en un montón de ruinas,
y no volverá a ser edificada.
18 De este anatema no se te quedará nada en la mano, para que
Yahveh aplaque el ardor de su ira y sea misericordioso contigo, tenga
piedad de ti y te multiplique como prometió bajo juramento a tus padres,
19 a condición de que escuches la voz de Yahveh tu Dios guardando
todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy y haciendo lo que es justo
a los ojos de Yahveh tu Dios.
Deuteronomio 14
1 Hijos sois de Yahveh vuestro Dios. No os haréis incisión ni tonsura
entre los ojos por un muerto.
2 Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios, y Yahveh te
ha escogido para que seas el pueblo de su propiedad personal entre todos
los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.
3 No comerás nada que sea abominable.
4 Estos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
5 ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza.
6 Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos mitades, y que
rumia, lo podéis comer.
7 Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña
partida y hendida no podréis comer los siguientes: el camello, la liebre y el
damán, que rumian pero no tienen la pezuña hendida; los tendréis por
impuros.
8 Tampoco el cerdo, que tiene la pezuña partida y hendida, pero no
rumia; lo tendréis por impuro. No comeréis su carne ni tocaréis su cadáver.
9 De entre todo lo que vive en el agua, podéis comer lo siguiente: todo
lo que tiene aletas y escamas lo podéis comer.
10 Pero no comeréis lo que no tiene aletas y escamas: lo tendréis por
impuro.
11 Podéis comer toda ave pura,
12 pero las siguientes no las podéis comer: el águila, el
quebrantahuesos, el águila marina,
13 el buitre, las diferentes especies de halcón,
14 todas las especies de cuervo,
15 el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de
gavilanes,
16 el búho, el ibis, el cisne,
17 el pelícano, el calamón, el somormujo,
18 la cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el
murciélago.
19 Tendréis por impuro todo bicho alado, no lo comeréis.
20 Podéis comer todo volátil puro.
21 No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que
vive en tus ciudades para que él la coma, o bien véndesela a un extranjero.
Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios. No cocerás el
cabrito en la leche de su madre.
22 Cada año deberás apartar el diezmo de todo lo que tus sementeras
hayan producido en tus campos,
23 y, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar que él haya elegido
para morada de su nombre, comerás el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de
tu aceite, así como los primogénitos de tu ganado mayor y menor; a fin de
que aprendas a temer siempre a Yahveh tu Dios.
24 Si el camino es demasiado largo para ti, si no puedes transportarlo
porque el lugar elegido por Yahveh para morada de su nombre te cae
demasiado lejos, cuando Yahveh tu Dios te haya bendecido,25 lo cambiarás por dinero, llevarás el dinero en tu mano e irás al
lugar elegido por Yahveh tu Dios;
26 allí emplearás este dinero en todo lo que desees, ganado mayor o
menor, vino o bebida fermentada, todo lo que tu alma apetezca. Comerás
allí en presencia de Yahveh tu Dios y te regocijarás, tú y tu casa.
27 Y no abandonarás al levita que vive en tus ciudades, ya que él no
tiene parte ni heredad contigo.
28 Cada tres años apartarás todos los diezmos de tus cosechas de ese
año y los depositarás a tus puertas.
29 Vendrán así el levita – ya que él no tiene parte ni heredad contigo –
el forastero, el huérfano y la viuda que viven en tus ciudades, y comerán
hasta hartarse. Y Yahveh tu Dios te bendecirá en todas las obras que
emprendas.
Deuteronomio 15
1 Cada siete años harás remisión.
2 En esto consiste la remisión. Todo acreedor que posea una prenda
personal obtenida de su prójimo, le hará remisión; no apremiará a su
prójimo ni a su hermano, si se invoca la remisión en honor de Yahveh.
3 Podrás apremiar al extranjero, pero a tu hermano le concederás la
remisión de lo que te debe.
4 Cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti, porque Yahveh
te otorgará su bendición en la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia
para que la poseas,
5 pero sólo si escuchas de verdad la voz de Yahveh tu Dios cuidando
de poner en práctica todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy.
6 Sí, Yahveh tu Dios te bendecirá como te ha dicho: prestarás a
naciones numerosas, y tú no pedirás prestado, dominarás a naciones
numerosas, y a ti no te dominarán.
7 Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las
ciudades de tu tierra que Yahveh tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni
cerrarás tu mano a tu hermano pobre,
8 sino que le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para
remediar su indigencia.
9 Cuida de no abrigar en tu corazón estos perversos pensamientos:
«Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», para mirar con
malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada; él apelaría a Yahveh contra
ti y te cargarías con un pecado.
10 Cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por esta
acción te bendecirá Yahveh, tu Dios en todas tus obras y en todas tus
empresas.
11 Pues no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este
mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es
indigente y pobre en tu tierra.
12 Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti, te servirá
durante seis años y al séptimo le dejarás libre.13 Al dejarle libre, no le mandarás con las manos vacías;
14 le harás algún presente de tu ganado menor, de tu era y de tu lagar;
le darás según como te haya bendecido Yahveh tu Dios.
15 Recordarás que tu fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh
tu Dios te rescató: por eso te mando esto hoy.
16 Pero si él te dice: «No quiero marcharme de tu lado», porque te
ama, a ti y a tu casa, porque le va bien contigo,
17 tomarás un punzón, le horadarás la oreja contra la puerta, y será tu
siervo para siempre. Lo mismo harás con tu sierva.
18 No se te haga demasiado duro el dejarle en libertad, porque el
haberte servido seis años vale por un doble salario de jornalero. Y Yahveh
tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.
19 Todo primogénito que nazca en tu ganado mayor o menor, si es
macho, lo consagraras a Yahveh tu Dios. No someterás al trabajo al
primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tu oveja.
20 Lo comerás, tú y tu casa, cada año, en presencia de Yahveh tu
Dios, en el lugar elegido por Yahveh.
21 Si tiene alguna tara, si es cojo o ciego o con algún otro defecto
grave, no lo sacrificarás a Yahveh tu Dios.
22 Lo comerás en tus ciudades, lo mismo el puro que el impuro, como
si fuese gacela o ciervo;
23 sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como agua.
Deuteronomio 16
1 Guarda el mes de Abib y celebra en él la Pascua en honor de Yahveh
tu Dios, porque fue en el mes de Abib, por la noche, cuando Yahveh tu
Dios te sacó de Egipto.
2 Sacrificarás en honor de Yahveh tu Dios una víctima pascual de
ganado mayor y menor, en el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada
de su nombre.
3 No comerás con la víctima pan fermentado; durante siete días la
comerás con ázimos – pan de aflicción – porque a toda prisa saliste del país
de Egipto: para que te acuerdes todos los días de tu vida del día en que
saliste del país de Egipto.
4 Durante siete días no se verá junto a ti levadura, en todo tu territorio,
y de la carne que hayas sacrificado la tarde del primer día no deberá quedar
nada para la mañana siguiente.
5 No podrás sacrificar la Pascua en ninguna de las ciudades que
Yahveh tu Dios te da,
6 sino que sólo en el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de
su nombre, sacrificarás la Pascua, por la tarde a la puesta del sol, hora en
que saliste de Egipto.
7 La cocerás y la comerás en el lugar elegido por Yahveh tu Dios, y a
la mañana siguiente te volverás y marcharás a tus tiendas.
8 Comerás ázimos durante seis días; el día séptimo habrá reunión en
honor de Yahveh tu Dios; y no harás ningún trabajo.9 Contarás siete semanas. Cuando la hoz comience a cortar las espigas
comenzarás a contar estas siete semanas.
10 Y celebrarás en honor de Yahveh tu Dios la fiesta de las Semanas,
con la ofrenda voluntaria que haga tu mano, en la medida en que Yahveh tu
Dios te haya bendecido.
11 En presencia de Yahveh tu Dios te regocijarás, en el lugar elegido
por Yahveh tu Dios para morada de su nombre: tú, tu hijo y tu hija, tu
siervo y tu sierva, el levita que vive en tus ciudades, el forastero, el
huérfano y la viuda que viven en medio de ti.
12 Te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y cuidarás de poner en
práctica estos preceptos.
13 Celebrarás la fiesta de las Tiendas durante siete días, cuando hayas
recogido la cosecha de tu era y de tu lagar.
14 Durante tu fiesta te regocijarás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu
sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que viven en tus
ciudades.
15 Durante siete días harás fiesta a Yahveh tu Dios en el lugar elegido
por Yahveh; porque Yahveh tu Dios te bendecirá en todas tus cosechas y en
todas tus obras, y serás plenamente feliz.
16 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yahveh tu
Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los Ázimos, en la fiesta de
las Semanas, y en la fiesta de las Tiendas. Nadie se presentará ante Yahveh
con las manos vacías;
17 sino que cada cual ofrecerá el don de su mano, según la bendición
que Yahveh tu Dios te haya otorgado.
18 Establecerás jueces y escribas para tus tribus en cada una de las
ciudades que Yahveh te da; ellos juzgarán al pueblo con juicios justos.
19 No torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás
soborno, porque el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las
palabras de los justos.
20 Justicia, sólo justicia has de buscar, para que vivas y poseas la
tierra que Yahveh tu Dios te da.
21 No plantarás cipo, ni ninguna clase de árbol, junto al altar de
Yahveh tu Dios que hayas construido;
22 y no te erigirás estela, cosa que detesta Yahveh tu Dios.
Deuteronomio 17
1 No sacrificarás a Yahveh tu Dios ganado mayor o menor que tenga
cualquier tara o defecto, porque es una abominación para Yahveh tu Dios.
2 Si hay en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yahveh tu Dios
te da, un hombre o una mujer que haga lo que es malo a los ojos de Yahveh
tu Dios, violando su alianza,
3 que vaya a servir a otros dioses y se postre ante ellos, o ante el sol, la
luna, o todo el ejército de los cielos, cosa que yo no he mandado,4 y es denunciado a ti; si, después de escucharle y haber hecho una
indagación minuciosa, se verifica el hecho y se comprueba que en Israel se
ha cometido tal abominación,
5 sacarás a las puertas de tu ciudad a ese hombre o mujer, culpables de
esta mala acción, y los apedrearás, al hombre o a la mujer, hasta que
mueran.
6 No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por declaración de
dos o tres testigos; no se le hará morir por declaración de un solo testigo.
7 La primera mano que se pondrá sobre él para darle muerte será la de
los testigos, y luego la mano de todo el pueblo. Así harás desaparecer el mal
de en medio de ti.
8 Si tienes que juzgar un caso demasiado difícil para ti, una causa de
sangre, de colisión de derechos, o de lesiones, un litigio cualquiera en tus
ciudades, te levantarás, subirás al lugar elegido por Yahveh tu Dios,
9 y acudirás a los sacerdotes levitas y al juez que entonces esté en
funciones. Ellos harán una investigación y te indicarán el fallo de la causa.
10 Te ajustarás al fallo que te hayan indicado en este lugar elegido por
Yahveh, y cuidarás de actuar conforme a cuanto te hayan enseñado.
11 Te ajustarás a las instrucciones que te hayan dado y a la sentencia
que te dicten, sin desviarte a derecha ni a izquierda del fallo que te señalen.
12 Si alguno procede insolentemente, no escuchando ni al sacerdote
que se encuentra allí al servicio de Yahveh tu Dios, ni al juez, ese hombre
morirá. Harás desaparecer el mal de Israel.
13 Así todo el pueblo, al saberlo, temerá y no actuará más con
insolencia.
14 Si cuando llegues a la tierra que Yahveh tu Dios te da, la tomes en
posesión y habites en ella, dices: «Querría poner un rey sobre mí como
todas las naciones de alrededor».
15 deberás poner sobre ti un rey elegido por Yahveh, y a uno de entre
tus hermanos pondrás sobre ti como rey; no podrás darte por rey a un
extranjero que no sea hermano tuyo.
16 Pero no ha de tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a
Egipto para aumentar su caballería, porque Yahveh os ha dicho: «No
volveréis a ir jamás por ese camino.»
17 No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su
corazón. Tampoco deberá tener demasiada plata y oro.
18 Cuando suba al trono real, deberá escribir esta Ley para su uso,
copiándola del libro de los sacerdotes levitas.
19 La llevará consigo; la leerá todos los días de su vida para aprender
a temer a Yahveh su Dios, guardando todas las palabras de esta Ley y estos
preceptos, para ponerlos en práctica.
20 Así su corazón no se engreirá sobre sus hermanos y no se apartará
de estos mandamientos ni a derecha ni a izquierda. Y así prolongará los días
de su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
Deuteronomio 18
1 Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni
heredad con Israel: vivirán de los manjares ofrecidos a Yahveh y de su
heredad.
2 Esta tribu no tendrá heredad entre sus hermanos; Yahveh será su
heredad, como él le ha dicho.
3 Este será el derecho de los sacerdotes sobre aquellos que ofrezcan
un sacrificio de ganado mayor o menor: se dará al sacerdote la espaldilla,
las quijadas y el cuajar.
4 Le darás las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así
como las primicias del esquileo de tu ganado menor.
5 Porque a él le ha elegido Yahveh tu Dios entre todas las tribus para
ejercer su ministerio en el nombre de Yahveh él y sus hijos para siempre.
6 Si el levita llega de una de tus ciudades de todo Israel donde reside,
y entra por deseo propio en el lugar elegido por Yahveh,
7 oficiará en el nombre de Yahveh su Dios, como todos sus hermanos
levitas que se encuentran allí en presencia de Yahveh;
8 comerá una porción igual a la de ellos, aparte lo que obtenga por la
venta de sus bienes patrimoniales.
9 Cuando hayas entrado en la tierra que Yahveh tu Dios te da, no
aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones.
10 No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por
el fuego, que practique adivinación, astrología, hechicería o magia,
11 ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni
evocador de muertos.
12 Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para
Yahveh tu Dios y por causa de estas abominaciones desaloja Yahveh tu
Dios a esas naciones delante de ti.
13 Has de ser íntegro con Yahveh tu Dios.
14 Porque esas naciones que vas a desalojar escuchan a astrólogos y
adivinos, pero a ti Yahveh tu Dios no te permite semejante cosa.
15 Yahveh tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un
profeta como yo, a quien escucharéis.
16 Es exactamente lo que tú pediste a Yahveh tu Dios en el Horeb, el
día de la Asamblea, diciendo: «Para no morir, no volveré a escuchar la voz
de Yahveh mi Dios, ni miraré más a este gran fuego».
17 Y Yahveh me dijo a mí: «Bien está lo que han dicho.
18 Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta
semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo
le mande.
19 Si alguno no escucha mis palabras, las que ese profeta pronuncie en
mi nombre, yo mismo le pediré cuentas de ello.
20 Pero si un profeta tiene la presunción de decir en mi nombre una
palabra que yo no he mandado decir, y habla en nombre de otros dioses, ese
profeta morirá.»
21 Acaso vas a decir en tu corazón: «¡Cómo sabremos que esta
palabra no la ha dicho Yahveh?»
22 Si ese profeta habla en nombre de Yahveh, y lo que dice queda sin
efecto y no se cumple, es que Yahveh no ha dicho tal palabra; el profeta lo
ha dicho por presunción; no le tengas miedo.
Salmo 92 (91)
(1) = Salmo. Cántico. Para el día de sábado. =
1 (2) Bueno es dar gracias a Yahveh, y salmodiar a tu nombre,
Altísimo,
2 (3) publicar tu amor por la mañana, y tu lealtad por las noches,
3 (4) al son del arpa de diez cuerdas y la lira, con un susurro de cítara.
4 (5) Pues con tus hechos, Yahveh, me regocijas, ante las obras de tus
manos grito:
5 (6) «¡Qué grandes son tus obras, Yahveh, qué hondos tus
pensamientos!»
6 (7) El hombre estúpido no entiende, el insensato no comprende estas
cosas.
7 (8) Si brotan como hierba los impíos, si florecen todos los agentes
de mal, es para ser destruidos por siempre;
8 (9) mas tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
9 (10) Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los
agentes de mal.
10 (11) Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí
aceite nuevo;
11 (12) mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los
malvados.
12 (13) Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del
Líbano.
13 (14) Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del
Dios nuestro.
14 (15) Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y
lozanos,
15 (16) para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay
falsedad en él.
Salmo 93 (92)
1 Reina Yahveh, de majestad vestido, Yahveh vestido, ceñido de
poder, y el orbe está seguro, no vacila.
2 Desde el principio tu trono esta fijado, desde siempre existes tú.
3 Levantan los ríos, Yahveh, levantan los ríos su voz, los ríos levantan
su bramido;
4 más que la voz de muchas aguas más imponente que las ondas del
mar, es imponente Yahveh en las alturas.
5 Son veraces del todo tus dictámenes; la santidad es el ornato de tu
Casa, oh Yahveh, por el curso de los días.
Salmo 94 (93)
1 ¡Dios de las venganzas, Yahveh, Dios de las venganzas, aparece!
2 ¡Levántate, juez de la tierra, da su merecido a los soberbios!
3 ¿Hasta cuándo los impíos, Yahveh, hasta cuándo triunfarán los
impíos?
4 Cacarean, dicen insolencias, se pavonean todos los agentes de mal.
5 A tu pueblo, Yahveh, aplastan, a tu heredad humillan.
6 Matan al forastero y a la viuda, asesinan al huérfano.
7 Y dicen: «No lo ve Yahveh, el Dios de Jacob no se da cuenta.»
8 ¡Comprended, estúpidos del pueblo!, insensatos, ¿cuándo vais a ser
cuerdos?
9 El que plantó la oreja, ¿no va a oír? El que formó los ojos, ¿no ha de
ver?
10 El que corrige a las naciones, ¿no ha de castigar? El que el saber al
hombre enseña,
11 Yahveh, conoce los pensamientos del hombre, que no son más que
un soplo.
12 Dichoso el hombre a quien corriges tú, Yahveh, a quien instruyes
por tu ley,
13 para darle descanso en los días de desgracia, mientras se cava para
el impío la fosa.
14 Pues Yahveh no dejará a su pueblo, no abandonará a su heredad;
15 sino que el juicio volverá a la justicia, y en pos de ella todos los de
recto corazón.
16 ¿Quién se alzará por mí contra los malvados? ¿quién estará por mí
contra los agentes de mal?
17 Si Yahveh no viniese en mi ayuda, bien presto mi alma moraría en
el silencio.
18 Cuando digo: «Vacila mi pie», tu amor, Yahveh, me sostiene;
19 en el colmo de mis cuitas interiores, tus consuelos recrean mi alma.
20 ¿Eres aliado tú de un tribunal de perdición, que erige en ley la
tiranía?
21 Se atropella la vida del justo, la sangre inocente se condena.
22 Mas Yahveh es para mí una ciudadela, mi Dios la roca de mi
amparo;
23 él hará recaer sobre ellos su maldad, los aniquilará por su malicia,
Yahveh, nuestro Dios, los aniquilará.
Salmo 95 (94)
1 Venid, cantemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca de nuestra
salvación;
2 con acciones de gracias vayamos ante él, aclamémosle con salmos.
3 Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los
dioses;
4 en sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres
de los montes;
5 suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos
formaron.6 Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas ante Yahveh que nos
ha hecho!
7 Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el
rebaño de su mano. ¡Oh, si escucharais hoy su voz!:
8 «No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de
Massá en el desierto,
9 donde me pusieron a prueba vuestros padres, me tentaron aunque
habían visto mi obra.
10 «Cuarenta años me asqueó aquella generación, y dije: Pueblo son
de corazón torcido, que mis caminos no conocen.
11 Y por eso en mi cólera juré: ¡No han de entrar en mi reposo!»
Salmo 96 (95)
1 ¡Cantad a Yahveh un canto nuevo, cantad a Yahveh, toda la tierra,
2 cantad a Yahveh, su nombre bendecid! Anunciad su salvación día
tras día,
3 contad su gloria a las naciones, a todos los pueblos sus maravillas.
4 Que grande es Yahveh, y muy digno de alabanza, más temible que
todos los dioses.
5 Pues nada son todos los dioses de los pueblos. Mas Yahveh los
cielos hizo;
6 gloria y majestad están ante él, poder y fulgor en su santuario.
7 Rendid a Yahveh, familias de los pueblos, rendid a Yahveh gloria y
poder,
8 rendid a Yahveh la gloria de su nombre. Traed ofrendas y en sus
atrios entrad,
9 postraos ante Yahveh en esplendor sagrado, ¡tiemble ante su faz la
tierra entera!
10 Decid entre las gentes: «¡Yahveh es rey!» El orbe está seguro, no
vacila; él gobierna a los pueblos rectamente.
11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto
encierra;
12 exulte el campo y cuanto en él existe, griten de júbilo todos los
árboles del bosque,
13 ante la faz de Yahveh, pues viene él, viene, sí, a juzgar la tierra! El
juzgará al orbe con justicia, a los pueblos con su lealtad.
Hechos 22
17 «Habiendo vuelto a Jerusalén y estando en oración en el Templo,
caí en éxtasis;
18 y le vi a él que me decía: “Date prisa y marcha inmediatamente de
Jerusalén, pues no recibirán tu testimonio acerca de mí.”
19 Yo respondí: “Señor, ellos saben que yo andaba por las sinagogas
encarcelando y azotando a los que creían en ti;
20 y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo también
me hallaba presente, y estaba de acuerdo con los que le mataban y guardaba
sus vestidos.”
21 Y me dijo: “Marcha, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles”.»
22 Le estuvieron escuchando hasta estas palabras y entonces alzaron
sus voces diciendo: «¡Quita a ése de la tierra!; ¡no es justo que viva!»
23 Vociferaban, agitaban sus vestidos y arrojaban polvo al aire.
24 El tribuno mandó llevarlo dentro del cuartel y dijo que lo
sometieran a los azotes para averiguar por qué motivo gritaban así contra
él.
25 Cuando le tenían estirado con las correas, dijo Pablo al centurión
que estaba allí: «¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haberle
juzgado?»
26 Al oír esto el centurión fue donde el tribuno y le dijo: «¿Qué vas a
hacer? Este hombre es ciudadano romano.»
27 Acudió el tribuno y le preguntó: «Dime, ¿eres ciudadano romano?»
«Sí», respondió.
28 – «Yo, dijo el tribuno, conseguí esta ciudadanía por una fuerte
suma.» – «Pues yo, contestó Pablo, la tengo por nacimiento.»
29 Al momento se retiraron los que iban a darle tormento. El tribuno
temió al darse cuenta que le había encadenado siendo ciudadano romano.30 Al día siguiente, queriendo averiguar con certeza de qué le
acusaban los judíos, le sacó de la cárcel y mandó que se reunieran los
sumos sacerdotes y todo el Sanedrín; hizo bajar a Pablo y le puso ante ellos.
Hechos 23
1 Pablo miró fijamente al Sanedrín y dijo: «Hermanos, yo me he
portado con entera buena conciencia ante Dios, hasta este día.»
2 Pero el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que le asistían que le
golpeasen en la boca.
3 Entonces Pablo le dijo: «¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!
¿Tú te sientas para juzgarme conforme la Ley y mandas, violando la Ley,
que me golpeen?»
4 Pero los que estaban a su lado le dijeron: «¿Insultas al Sumo
Sacerdote de Dios?»
5 Pablo contestó: «No sabía, hermanos, que fuera el Sumo Sacerdote;
pues está escrito: = No injuriarás al jefe de tu pueblo.» =
6 Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra
fariseos, gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de
fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga.»
7 Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y
la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni
espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso.
9 Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos
escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: «Nosotros no
hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algún espíritu o un
ángel?»
10 Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese
despedazado por ellos y mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de
entre ellos y le llevase al cuartel.
11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: «¡Animo!,
pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también
en Roma.»
12 Al amanecer, los judíos se confabularon y se comprometieron bajo
anatema a no comer ni beber hasta que hubieran matado a Pablo.
13 Eran más de cuarenta los comprometidos en esta conjuración.
14 Estos, pues, se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos
y le dijeron: «Bajo anatema nos hemos comprometido a no probar cosa
alguna hasta que no hayamos dado muerte a Pablo.
15 Vosotros por vuestra parte, de acuerdo con el Sanedrín, indicad al
tribuno que os lo baje donde vosotros, como si quisierais examinar más a
fondo su caso; nosotros estamos dispuestos a matarle antes de que llegue.»
16 El hijo de la hermana de Pablo se enteró de la celada. Se presentó
en el cuartel, entró y se lo contó a Pablo.
17 Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: «Lleva a este joven
donde el tribuno, pues tiene algo que contarle.»18 El tomó y le presentó al tribuno diciéndole: «Pablo, el preso, me
llamó y me rogó que te trajese este joven que tiene algo que decirte.»
19 El tribuno le tomó de la mano, le llevó aparte y le preguntó: «¿Qué
es lo que tienes que contarme?»
20 – «Los judíos, contestó, se han concertado para pedirte que mañana
bajes a Pablo al Sanedrín con el pretexto de hacer una indagación más a
fondo sobre él.
21 Pero tú no les hagas caso, pues le preparan una celada más de
cuarenta hombres de entre ellos, que se han comprometido bajo anatema a
no comer ni beber hasta haberle dado muerte; y ahora están preparados,
esperando tu asentimiento.»
22 El tribuno despidió al muchacho dándole esta recomendación: «No
digas a nadie que me has denunciado estas cosas.»
23 Después llamó a dos centuriones y les dijo: «Tened preparados
para la tercera hora de la noche doscientos soldados, para ir a Cesarea,
setenta de caballería y doscientos lanceros.
24 Preparad también cabalgaduras para que monte Pablo; y llevadlo a
salvo al procurador Félix.»
25 Y escribió una carta en estos términos:
26 «Claudio Lisias saluda al excelentísimo procurador Félix.»
27 Este hombre había sido apresado por los judíos y estaban a punto
de matarlo cuando, al saber que era romano, acudí yo con la tropa y le libré
de sus manos.
28 Queriendo averiguar el crimen de que le acusaban, le bajé a su
Sanedrín.
29 Y hallé que le acusaban sobre cuestiones de su Ley, pero que no
tenía ningún cargo digno de muerte o de prisión.
30 Pero habiéndome llegado el aviso de que se preparaba una celada
contra este hombre, al punto te lo he mandado y he informado además a sus
acusadores que formulen sus quejas contra él ante ti.»
31 Los soldados, conforme a lo que se les había ordenado, tomaron a
Pablo y lo condujeron de noche a Antipátrida;
32 a la mañana siguiente dejaron que los de caballería se fueran con él
y ellos se volvieron al cuartel.
33 Al llegar aquéllos a Cesarea, entregaron la carta al procurador y le
presentaron también a Pablo.
34 Habiéndola leído, preguntó de qué provincia era y, al saber que era
de Cilicia, le dijo:
35 «Te oiré cuando estén también presentes tus acusadores.» Y mandó
custodiarle en el pretorio de Herodes.
Hechos 24
1 Cinco días después bajó el Sumo Sacerdote Ananías con algunos
ancianos y un tal Tértulo, abogado, y presentaron ante el procurador
acusación contra Pablo.2 Citado Pablo, Tértulo dio principio a la acusación diciendo:
«Gracias a ti gozamos de mucha paz y las mejoras realizadas por tu
providencia en beneficio de esta nación,
3 en todo y siempre las reconocemos, excelentísimo Félix, con todo
agradecimiento.
4 Pero para no molestarte más, te ruego que nos escuches un momento
con tu característica clemencia.
5 Hemos encontrado esta peste de hombre que provoca altercados
entre los judíos de toda la tierra y que es el jefe principal de la secta de los
nazoreos.
6 Ha intentado además profanar el Templo, pero nosotros le
apresamos.
8 Interrogándole, podrás tú llegar a conocer a fondo todas estas cosas
de que le acusamos.»
9 Los judíos le apoyaron, afirmando que las cosas eran así.
10 Entonces el procurador concedió la palabra a Pablo y éste
respondió: «Yo sé que desde hace muchos años vienes juzgando a esta
nación; por eso con toda confianza voy a exponer mi defensa.
11 Tú mismo lo puedes comprobar: No hace más de doce días que yo
subí a Jerusalén en peregrinación.
12 Y ni en el Templo, ni en las sinagogas ni por la ciudad me han
encontrado discutiendo con nadie ni alborotando a la gente.
13 Ni pueden tampoco probarte las cosas de que ahora me acusan.
14 «En cambio te confieso que según el Camino, que ellos llaman
secta, doy culto al Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en
la Ley y está escrito en los Profetas
15 y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que habrá
una resurrección, tanto de los justos como de los pecadores.
16 Por eso yo también me esfuerzo por tener constantemente una
conciencia limpia ante Dios y ante los hombres.
17 «Al cabo de muchos años he venido a traer limosnas a los de mi
nación y a presentar ofrendas.
18 Y me encontraron realizando estas ofrendas en el Templo después
de haberme purificado, y no entre tumulto de gente.
19 Y fueron algunos judíos de Asia… – que son los que debieran
presentarse ante ti y acusarme si es que tienen algo contra mí;
20 o si no, que digan estos mismos qué crimen hallaron en mí cuando
comparecí ante el Sanedrín,
21 a no ser este solo grito que yo lancé estando en medio de ellos: “Yo
soy juzgado hoy por vosotros a causa de la resurrección de los muertos.»
22 Félix, que estaba bien informado en lo referente al Camino, les dio
largas diciendo: «Cuando baje el tribuno Lisias decidiré vuestro asunto.»
23 Y ordenó al centurión que custodiase a Pablo, que le dejase tener
alguna libertad y que no impidiese a ninguno de los suyos el asistirle.24 Después de unos días vino Félix con su esposa Drusila, que era
judía; mandó traer a Pablo y le estuvo escuchando acerca de la fe en Cristo
Jesús.
25 Y al hablarle Pablo de la justicia, del dominio propio y del juicio
futuro, Félix, aterrorizado, le interrumpió: «Por ahora puedes marcharte;
cuando encuentre oportunidad te haré llamar.»
26 Esperaba al mismo tiempo Félix que Pablo le diese dinero; por eso
frecuentemente le mandaba a buscar y conversaba con él.
27 Pasados dos años Félix recibió como sucesor a Porcio Festo; y
queriendo congraciarse con los judíos, dejó a Pablo prisionero.