# 70

San Pablo se defiende de las acusaciones: “Y si ahora estoy aquí procesado es por la esperanza que tengo en la Promesa hecha por Dios a nuestros padres.” Hechos 26 v. 6
Deuteronomio 19

1 Cuando Yahveh tu Dios haya exterminado a las naciones cuya tierra
te va a dar Yahveh tu Dios, cuando las hayas desalojado y habites en sus
ciudades y sus casas,
2 te reservarás tres ciudades en medio de la tierra que Yahveh tu Dios
te da en posesión.
3 Tendrás franco el camino de acceso a ellas, y dividirás en tres partes
el territorio del país que Yahveh tu Dios te da en posesión: esto para que
todo homicida pueda huir allá.
4 Este es el caso del homicida que puede salvar su vida huyendo allá.
El que mate a su prójimo sin querer, sin haberle odiado antes
5 (por ejemplo, si va al bosque con su prójimo a cortar leña y, al
blandir su mano el hacha para tirar el árbol, se sale el hierro del mango y va
a herir mortalmente a su prójimo), éste puede huir a una de esas ciudades y
salvar su vida:
6 no sea que el vengador de sangre, cuando su corazón arde de ira,
persiga al asesino, le dé alcance por ser largo el camino, y le hiera de
muerte, siendo así que éste no es reo de muerte, puesto que no odiaba
anteriormente al otro.
7 Por eso te doy yo esta orden: «Te reservarás tres ciudades»;
8 y si Yahveh tu Dios dilata tu territorio, como juró a tus padres, y te
da toda la tierra que prometió dar a tus padres. –
9 a condición de que guardes y practiques todos los mandamientos
que yo te prescribo hoy, amando a Yahveh tu Dios y siguiendo siempre sus
caminos -, a estas tres ciudades añadirás otras tres.
10 Así no se derramará sangre inocente en medio de la tierra que
Yahveh tu Dios te da en herencia, y no habrá sangre sobre ti.
11 Pero si un hombre odia a su prójimo y le tiende una emboscada, se
lanza sobre él, le hiere mortalmente y aquél muere, y luego huye a una de
estas ciudades,
12 los ancianos de su ciudad mandarán a prenderle allí, y le entregarán
en manos del vengador de sangre, para que muera.
13 No tendrá tu ojo piedad de él. Harás desaparecer de Israel todo
derramamiento de sangre inocente, y así te irá bien.
14 No desplazarás los mojones de tu prójimo, puestos por los
antepasados, en la heredad recibida en la tierra que Yahveh tu Dios te da en
posesión.
15 Un solo testigo no es suficiente para convencer a un hombre de
cualquier culpa o delito; sea cual fuere el delito que haya cometido, sólo
por declaración de dos o tres testigos será firme la causa.
16 Si un testigo injusto se levanta contra un hombre para acusarle de
transgresión,17 los dos hombres que por ello tienen pleito comparecerán en
presencia de Yahveh, ante los sacerdotes y los jueces que estén entonces en
funciones.
18 Los jueces indagarán minuciosamente, y si resulta que el testigo es
un testigo falso, que ha acusado falsamente a su hermano,
19 haréis con él lo que él pretendía hacer con su hermano. Así harás
desaparecer el mal de en medio de ti.
20 Los demás, al saberlo, temerán y no volverán a cometer una
maldad semejante en medio de ti.
21 No tendrá piedad tu ojo. Vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie.

Deuteronomio 20

1 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y veas caballos,
carros y un pueblo más numeroso que tú, no les tengas miedo; porque está
contigo Yahveh tu Dios, el que te sacó del país de Egipto.
2 Cuando estéis para entablar combate, el sacerdote se adelantará y
hablará al pueblo.
3 Les dirá: «Escucha, Israel; hoy vais a entablar combate con vuestros
enemigos; no desmaye vuestro corazón, no tengáis miedo ni os turbéis, ni
tembléis ante ellos,
4 porque Yahveh vuestro Dios marcha con vosotros para pelear en
favor vuestro contra vuestros enemigos y salvaros.»
5 Luego los escribas hablarán al pueblo y dirán: «¿Quién ha edificado
una casa nueva y no la ha estrenado todavía? Váyase y vuelva a su casa, no
sea que muera en el combate y la estrene otro hombre.
6 «¿Quién ha plantado una viña y todavía no la ha disfrutado? Váyase
y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y la disfrute otro.
7 «¿Quién se ha desposado con una mujer y no se ha casado aún con
ella? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y se case
con ella otro hombre.»
8 Los escribas dirán además al pueblo: «¿Quién tiene miedo y siente
enflaquecer su ánimo? Váyase y vuelva a su casa, para que no desanime el
corazón de sus hermanos como lo está el suyo.»
9 En cuanto los escribas hayan acabado de hablar al pueblo, se
pondrán al frente de él jefes de tropa.
10 Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le
propondrás la paz.
11 Si ella te responde con la paz y te abre sus puertas, todo el pueblo
que se encuentre en ella te deberá tributo y te servirá.
12 Pero si no hace la paz contigo y te declara la guerra, la sitiarás.
13 Yahveh tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de
espada a todos sus varones;
14 las mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la ciudad,
todos sus despojos, lo tomarás como botín. Comerás los despojos de los
enemigos que Yahveh tu Dios te haya entregado.15 Así has de tratar a las ciudades muy alejadas de ti, que no forman
parte de estas naciones.
16 En cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahveh tu Dios te da
en herencia, no dejarás nada con vida,
17 sino que las consagrarás al anatema: a hititas, amorreos, cananeos,
perizitas, jivitas, y jebuseos, como te ha mandado Yahveh tu Dios,
18 para que no os enseñen a imitar todas esas abominaciones que ellos
hacían en honor de sus dioses: ¡pecaríais contra Yahveh vuestro Dios!
19 Si, al atacar una ciudad, tienes que sitiarla mucho tiempo para
tomarla, no destruirás su arbolado metiendo en él el hacha; te alimentarás
de él sin talarlo. ¿Son acaso hombres los árboles del campo para que los
trates como a sitiados?
20 Sin embargo podrás destruir y cortar los árboles que sabes que no
son frutales, y hacer con ellos obras de asedio contra esa ciudad que está en
guerra contigo, hasta que caiga.

Deuteronomio 21

1 Si en el suelo que Yahveh tu Dios te da en posesión se descubre un
hombre muerto, tendido en el campo, sin que se sepa quién lo mató,
2 tus ancianos y tus escribas irán a medir la distancia entre la víctima
y las ciudades de alrededor.
3 Los ancianos de la ciudad que resulte más próxima al muerto,
tomarán una becerra a la que no se le haya hecho todavía trabajar ni llevar
el yugo.
4 Los ancianos de esa ciudad bajarán la becerra a un torrente de agua
perenne, donde no se haya arado ni se siembre, y allí, en el torrente,
romperán la nuca de la becerra.
5 Se adelantarán entonces los sacerdotes hijos de Leví; porque a ellos
ha elegido Yahveh tu Dios para estar a su servicio y para dar la bendición
en el nombre de Yahveh, y a su decisión corresponde resolver todo litigio y
toda causa de lesiones.
6 Todos los ancianos de la ciudad mas próxima al hombre muerto se
lavarán las manos en el torrente, sobre la becerra desnucada.
7 Y pronunciarán estas palabras: «Nuestras manos no han derramado
esa sangre y nuestros ojos no han visto nada.
8 Cubre a Israel tu pueblo, tú Yahveh que lo rescataste, y no dejes que
se derrame sangre inocente en medio de tu pueblo Israel.» Así quedarán a
cubierto de esa sangre,
9 y tú habrás quitado de en medio de ti la sangre inocente, haciendo lo
que es justo a los ojos de Yahveh.
10 Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos, y Yahveh tu Dios
los entregue en tus manos y te lleves sus cautivos,
11 si ves entre ellos una mujer hermosa, te prendas de ella y quieres
tomarla por mujer,
12 la llevarás a tu casa. Ella se rapará la cabeza y se hará las uñas,13 se quitará su vestido de cautiva y quedará en tu casa llorando a su
padre y a su madre un mes entero. Después de esto podrás llegarte a ella, y
serás su marido y ella será tu mujer.
14 Si más tarde resulta que ya no la quieres, la dejarás marchar en
libertad, y no podrás venderla por dinero, ni hacerla tu esclava, por cuanto
la has humillado.
15 Si un hombre tiene dos mujeres a una de las cuales ama y a la otra
no, y tanto la mujer amada como la otra le dan hijos, si resulta que el
primogénito es de la mujer a quien no ama,
16 el día que reparta la herencia entre sus hijos no podrá dar el
derecho de primogenitura al hijo de la mujer que ama, en perjuicio del hijo
de la mujer que no ama, que es el primogénito.
17 Sino que reconocerá como primogénito al hijo de ésta, dándole una
parte doble de todo lo que posee: porque este hijo, primicias de su vigor,
tiene derecho de primogenitura.
18 Si un hombre tiene un hijo rebelde y díscolo, que no escucha la voz
de su padre ni la voz de su madre, y que, castigado por ellos, no por eso les
escucha,
19 su padre y su madre le agarrarán y le llevarán afuera donde los
ancianos de su ciudad, a la puerta del lugar.
20 Dirán a los ancianos de su ciudad: «Este hijo nuestro es rebelde y
díscolo, y no nos escucha, es un libertino y un borracho.»
21 Y todos los hombres de su ciudad le apedrearán hasta que muera.
Así harás desaparecer el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo,
temerá.
22 Si un hombre, reo de delito capital, ha sido ejecutado y le has
colgado de un árbol,
23 no dejarás que su cadáver pase la noche en el árbol; lo enterrarás el
mismo día, porque un colgado es una maldición de Dios. Así no harás
impuro el suelo que Yahveh tu Dios te da en herencia.

Deuteronomio 22

1 Si ves extraviada alguna res del ganado mayor o menor de tu
hermano, no te desentenderás de ella, sino que se la llevarás a tu hermano.
2 Y si tu hermano no es vecino tuyo, o no le conoces, la recogerás en
tu casa y la guardarás contigo hasta que tu hermano venga a buscarla;
entonces se la devolverás.
3 Lo mismo harás con su asno, con su manto, o con cualquier objeto
perdido por tu hermano que tú encuentres; no puedes desentenderte.
4 Si ves caído en el camino el asno o el buey de tu hermano, no te
desentenderás de ellos, sino que le ayudarás a levantarlos.
5 La mujer no llevará ropa de hombre ni el hombre se pondrá vestidos
de mujer, porque el que hace esto es una abominación para Yahveh tu Dios.
6 Si encuentras en el camino un nido de pájaros, con polluelos o
huevos, sobre un árbol o en el suelo, y la madre echada sobre los polluelos
o sobre los huevos, no tomarás a la madre con las crías.7 Deja marchar a la madre, y puedes quedarte con las crías. Así
tendrás prosperidad y larga vida.
8 Cuando construyas una casa nueva, pondrás un pretil a tu azotea; así
tu casa no incurrirá en la venganza de sangre en el caso de que alguno se
cayera de allí.
9 No sembrarás tu viña con semilla de dos clases, no sea que quede
consagrado todo: la semilla que siembres y el fruto de la viña.
10 No ararás con un buey y una asna juntos.
11 No vestirás ropa tejida mitad de lana y mitad de lino.
12 Te harás unas borlas en las cuatro puntas del manto con que te
cubras.
13 Si un hombre se casa con una mujer, y después de llegarse a ella, le
cobra aversión,
14 le atribuye acciones torpes y la difama públicamente diciendo: «Me
he casado con esta mujer y, al llegarme a ella, no la he encontrado virgen,»
15 el padre de la joven y su madre tomarán las pruebas de su
virginidad y las descubrirán ante los ancianos de la ciudad, a la puerta.
16 El padre de la joven dirá a los ancianos: «Yo di mi hija por esposa
a este hombre; él le ha cobrado aversión,
17 y ahora le achaca acciones torpes diciendo: “No he encontrado
virgen a tu hija.” Sin embargo, aquí tenéis las señales de la virginidad de mi
hija», y levantarán el paño ante los ancianos de la ciudad.
18 Los ancianos de aquella ciudad tomarán a ese hombre, le
castigarán,
19 y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al
padre de la joven, por haber difamado públicamente a una virgen de Israel.
El la recibirá por mujer, y no podrá repudiarla en toda su vida.
20 Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las pruebas
de la virginidad,
21 sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres
de su ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido una
infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así harás desaparecer
el mal de en medio de ti.
22 Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada,
morirán los dos: el hombre que se acostó con la mujer y la mujer misma.
Así harás desaparecer de Israel el mal.
23 Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la
encuentra en la ciudad y se acuesta con ella,
24 los sacaréis a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearéis
hasta que mueran: a la joven por no haber pedido socorro en la ciudad, y al
hombre por haber violado a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer
el mal de en medio de ti.
25 Pero si es en el campo donde el hombre encuentra a la joven
prometida, la fuerza y se acuesta con ella, sólo morirá el hombre que se
acostó con ella;26 no harás nada a la joven: no hay en ella pecado que merezca la
muerte. El caso es semejante al de un hombre que se lanza sobre su prójimo
y le mata:
27 porque fue en el campo donde la encontró, y la joven prometida
acaso gritó sin que hubiera nadie que la socorriera.
28 Si un hombre encuentra a una joven virgen no prometida, la agarra
y se acuesta con ella, y son sorprendidos,
29 el hombre que acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta
monedas de plata; ella será su mujer, porque la ha violado, y no podrá
repudiarla en toda su vida.
30 (1) Nadie tomará a la mujer de su padre, no retirará el borde del
manto de su padre.

Deuteronomio 23

1 (2) El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado
no será admitido en la asamblea de Yahveh.
2 (3) El bastardo no será admitido en la asamblea de Yahveh; ni
siquiera en su décima generación será admitido en la asamblea de Yahveh.
3 (4) El ammonita y el moabita no serán admitidos en la asamblea de
Yahveh; ni aun en la décima generación serán admitidos en la asamblea de
Yahveh, nunca jamás.
4 (5) Porque no vinieron a vuestro encuentro con el pan y el agua
cuando estábais de camino a la salida de Egipto, y porque alquiló para
maldecirte a Balaam, hijo de Beor, desde Petor, Aram de Mesopotamia.
5 (6) Sólo que Yahveh tu Dios no quiso escuchar a Balaam, y Yahveh
tu Dios te cambió la maldición en bendición, porque Yahveh tu Dios te
ama.
6 (7) No buscarás jamás mientras vivas su prosperidad ni su bienestar.
7 (8) No tendrás por abominable al idumeo, porque es tu hermano;
tampoco al egipcio tendrás por abominable, porque fuiste forastero en su
país.
8 (9) A la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos
en la asamblea de Yahveh.
9 (10) Cuando salgas a campaña contra tus enemigos, te guardarás de
todo mal.
10 (11) Si hay entre los tuyos un hombre que no esté puro, por causa
de una polución nocturna, saldrá del campamento y no volverá a entrar.
11 (12) Pero a llegar la tarde se lavará, y a la puesta del sol podrá
volver al campamento.
12 (13) Tendrás fuera del campamento un lugar, y saldrás allá fuera.
13 (14) Llevarás en tu equipo una estaca, y cuando vayas a evacuar
afuera, harás un hoyo con la estaca, te darás vuelta, y luego taparás tus
excrementos.14 (15) Porque Yahveh tu Dios recorre el campamento para protegerte
y entregar en tu mano a tus enemigos. Por eso tu campamento debe ser una
cosa sagrada, Yahveh no debe ver en él nada inconveniente; de lo contrario
se apartaría de ti.
15 (16) No entregarás a su amo el esclavo que se haya acogido a ti
huyendo de él.
16 (17) Se quedará contigo, entre los tuyos, en el lugar que escoja en
una de tus ciudades, donde le parezca bien; no le molestarás.
17 (18) No habrá hieródula entre las israelitas, ni hieródulo entre los
israelitas.
18 (19) No llevarás a la casa de Yahveh tu Dios don de prostituta ni
salario de perro, sea cual fuere el voto que hayas hecho: porque ambos son
abominación para Yahveh tu Dios.
19 (20) No prestarás a interés a tu hermano, ya se trate de réditos de
dinero, o de víveres, o de cualquier otra cosa que produzca interés.
20 (21) Al extranjero podrás prestarle a interés, pero a tu hermano no
le prestarás a interés, para que Yahveh tu Dios te bendiga en todas tus
empresas, en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión.
21 (22) Si haces un voto a Yahveh tu Dios, no tardarás en cumplirlo,
porque sin duda Yahveh tu Dios te lo reclamaría, y te cargarías con un
pecado.
22 (23) Si te abstienes de hacer voto, no habrá pecado en ti.
23 (24) Pero lo que salga de tus labios lo mantendrás, y cumplirás el
voto que has hecho voluntariamente a Yahveh tu Dios, lo que has dicho con
tu propia boca.
24 (25) Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas
que quieras, hasta saciarte, pero no las meterás en tu zurrón.
25 (26) Si pasas por las mieses de tu prójimo, podrás arrancar espigas
con tu mano, pero no meterás la hoz en la mies de tu prójimo.

Salmo 96 (95)

1 ¡Cantad a Yahveh un canto nuevo, cantad a Yahveh, toda la tierra,
2 cantad a Yahveh, su nombre bendecid! Anunciad su salvación día
tras día,
3 contad su gloria a las naciones, a todos los pueblos sus maravillas.
4 Que grande es Yahveh, y muy digno de alabanza, más temible que
todos los dioses.
5 Pues nada son todos los dioses de los pueblos. Mas Yahveh los
cielos hizo;
6 gloria y majestad están ante él, poder y fulgor en su santuario.
7 Rendid a Yahveh, familias de los pueblos, rendid a Yahveh gloria y
poder,
8 rendid a Yahveh la gloria de su nombre. Traed ofrendas y en sus
atrios entrad,
9 postraos ante Yahveh en esplendor sagrado, ¡tiemble ante su faz la
tierra entera!
10 Decid entre las gentes: «¡Yahveh es rey!» El orbe está seguro, no
vacila; él gobierna a los pueblos rectamente.
11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto
encierra;
12 exulte el campo y cuanto en él existe, griten de júbilo todos los
árboles del bosque,
13 ante la faz de Yahveh, pues viene él, viene, sí, a juzgar la tierra! El
juzgará al orbe con justicia, a los pueblos con su lealtad.

Salmo 97 (96)

1 ¡Reina Yahveh! ¡La tierra exulte, alégrense las islas numerosas!
2 Nube y Bruma densa en torno a él, Justicia y Derecho, la base de su
trono.
3 Delante de él avanza fuego y a sus adversarios en derredor abrasa;
4 iluminan el orbe sus relámpagos, lo ve la tierra y se estremece.
5 Los montes como cera se derriten ante el Dueño de la tierra toda;
6 los cielos anuncian su justicia, y todos los pueblos ven su gloria.7 ¡Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían de
vanidades; se postran ante él todos los dioses!
8 Sión lo oye y se alboroza, exultan las hijas de Judá a causa de tus
juicios, Yahveh.
9 Porque tú eres Yahveh, el Altísimo sobre toda la tierra, muy por
encima de los dioses todos.
10 Yahveh ama a los que el mal detestan, él guarda las almas de sus
fieles y de la mano de los impíos los libra.
11 La luz se alza para el justo, y para los de recto corazón la alegría.
12 Justos, alegraos en Yahveh, celebrad su memoria sagrada.

Salmo 98 (97)

1 = Salmo. = Cantad a Yahveh un canto nuevo, porque ha hecho
maravillas; victoria le ha dado su diestra y su brazo santo.
2 Yahveh ha dado a conocer su salvación, a los ojos de las naciones ha
revelado su justicia;
3 se ha acordado de su amor y su lealtad para con la casa de Israel.
Todos los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
4 ¡Aclamad a Yahveh, toda la tierra, estallad, gritad de gozo y
salmodiad!
5 Salmodiad para Yahveh con la cítara, con la cítara y al son de la
salmodia;
6 con las trompetas y al son del cuerno aclamad ante la faz del rey
Yahveh.
7 Brama el mar y cuanto encierra, el orbe y los que le habitan;
8 los ríos baten palmas, a una los montes gritan de alegría,
9 ante el rostro de Yahveh, pues viene a juzgar a la tierra; él juzgará al
orbe con justicia, y a los pueblos con equidad.

Hechos 25

1 Tres días después de haber llegado a la provincia, subió Festo de
Cesarea a Jerusalén.
2 Los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron
acusación contra Pablo e insistentemente
3 le pedían una gracia contra él, que le hiciera trasladar a Jerusalén,
mientras preparaban una celada para matarle en el camino.
4 Pero Festo les contestó que Pablo debía estar custodiado en Cesarea,
y que él mismo estaba para marchar allá inmediatamente.
5 «Que bajen conmigo, les dijo, los que entre vosotros tienen
autoridad y si este hombre es culpable en algo, formulen acusación contra
él.»
6 Después de pasar entre ellos no más de ocho o diez días, bajó a
Cesarea y al día siguiente se sentó en el tribunal y mandó traer a Pablo.
7 Así que éste se presentó le rodearon los judíos que habían bajado de
Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, que no
podían probar.
8 Pablo se defendía diciendo: «Yo no he cometido falta alguna ni
contra la Ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el César.»
9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, preguntó a Pablo:
«¿Quieres subir a Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas en mi
presencia?»
10 Pablo contestó: «Estoy ante el tribunal del César, que es donde
debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún mal, como tú muy
bien sabes.
11 Si, pues, soy reo de algún delito o he cometido algún crimen que
merezca la muerte, no rehúso morir; pero si en eso de que éstos me acusan
no hay ningún fundamento, nadie puede entregarme a ellos; apelo al
César.»
12 Entonces Festo deliberó con el Consejo y respondió: «Has apelado
al César, al César irás.»
13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea
y fueron a saludar a Festo.
14 Como pasaran allí bastantes días, Festo expuso al rey el caso de
Pablo: «Hay aquí un hombre, le dijo, que Félix dejó prisionero.

15 Estando yo en Jerusalén presentaron contra él acusación los sumos
sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo contra él sentencia
condenatoria.
16 Yo les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a un
hombre antes de que el acusado tenga ante sí a los acusadores y se le dé la
posibilidad de defenderse de la acusación.
17 Ellos vinieron aquí juntamente conmigo, y sin dilación me senté al
día siguiente en el tribunal y mandé traer al hombre.
18 Los acusadores comparecieron ante él, pero no presentaron
ninguna acusación de los crímenes que yo sospechaba;

19 solamente tenían contra él unas discusiones sobre su propia religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive.

20 Yo estaba perplejo sobre estas cuestiones y le propuse si quería ir a
Jerusalén y ser allí juzgado de estas cosas.
21 Pero como Pablo interpuso apelación de que su caso se reservase a
la decisión del Augusto, mandé que se le custodiara hasta remitirle al
César.»
22 Agripa dijo a Festo: «Querría yo también oír a ese hombre.» –
«Mañana, dijo, le oirás.»
23 Al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con gran ostentación y
entraron en la sala de audiencia, junto con los tribunos y los personajes de
más categoría de la ciudad. A una orden de Festo, trajeron a Pablo.
24 Festo dijo: «Rey Agripa y todos los aquí presentes; aquí veis a este
hombre, contra quien toda la multitud de los judíos vinieron donde mí tanto
en Jerusalén como aquí, gritando que no debía vivir ya más.
25 Yo comprendí que no había hecho nada digno de muerte; pero
como él ha apelado al Augusto, he decidido enviarle.
26 No sé en concreto qué escribir al Señor sobre él; por eso le he
presentado ante vosotros, y sobre todo ante ti, rey Agripa, para saber,
después del interrogatorio, lo que he de escribir.
27 Pues me parece absurdo enviar un preso sin indicar las acusaciones
formuladas contra él.»

Hechos 26

1 Agripa dijo a Pablo: «Se te permite hablar en tu favor.» Entonces
Pablo extendió su mano y empezó su defensa:
2 «Me considero feliz, rey Agripa, al tener que defenderme hoy ante ti
de todas las cosas de que me acusan los judíos,
3 principalmente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones
de los judíos. Por eso te pido que me escuches pacientemente.
4 «Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando
estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén.
5 Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden
testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de
nuestra religión.

6 Y si ahora estoy aquí procesado es por la esperanza que tengo en la Promesa hecha por Dios a nuestros padres,


7 cuyo cumplimiento están esperando nuestras doce tribus en el culto
que asiduamente, noche y día, rinden a Dios. Por esta esperanza, oh rey, soy
acusado por los judíos.

8 ¿Por qué tenéis vosotros por increíble que Dios resucite a los
muertos?
9 «Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los
medios el nombre de Jesús, el Nazoreo.
10 Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos
sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles; y cuando se
les condenaba a muerte, yo contribuía con mi voto.
11 Frecuentemente recorría todas las sinagogas y a fuerza de castigos
les obligaba a blasfemar y, rebosando furor contra ellos, los perseguía hasta
en las ciudades extranjeras.
12 «En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y
comisión de los sumos sacerdotes;
13 y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del
cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis
compañeros en su resplandor.
14 Caímos todos a tierra y yo oí una voz que me decía en lengua
hebrea: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Te es duro dar coces contra el
aguijón.”
15 Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo el Señor: “Yo soy
Jesús a quien tú persigues.
16 Pero levántate, y ponte en pie; pues me he aparecido a ti para
constituirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como
de las que te manifestaré.
17 = Yo te libraré = de tu pueblo y = de los gentiles, a los cuales yo te
envío, =
18 = para que les abras los ojos; = para que se conviertan = de las
tinieblas a la luz, = y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el
perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados,
mediante la fe en mí.”
19 «Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
20 sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de
Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado
que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de
conversión.
21 Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban
darme muerte.
22 Con el auxilio de Dios hasta el presente me he mantenido firme
dando testimonio a pequeños y grandes sin decir cosa que esté fuera de lo
que los profetas y el mismo Moisés dijeron que había de suceder:
23 que el Cristo había de padecer y que, después de resucitar el
primero de entre los muertos, anunciaría la luz al pueblo y a los gentiles.»

24 Mientras estaba él diciendo esto en su defensa, Festo le interrumpió
gritándole: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te hacen perder la cabeza.»
25 Pablo contestó: «No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que
hablo cosas verdaderas y sensatas.
26 Bien enterado está de estas cosas el rey, ante quien hablo con
confianza; no creo que se le oculte nada, pues no han pasado en un rincón.
27 ¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.»
28 Agripa contestó a Pablo: «Por poco, con tus argumentos, haces de
mí un cristiano.»
29 Y Pablo replicó: «Quiera Dios que por poco o por mucho, no
solamente tú, sino todos los que me escuchan hoy, llegaran a ser tales como
yo soy, a excepción de estas cadenas.»
30 El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados
se levantaron,
31 y mientras se retiraban iban diciéndose unos a otros: «Este hombre
no ha hecho nada digno de muerte o de prisión.»
32 Agripa dijo a Festo: «Podía ser puesto en libertad este hombre si no
hubiera apelado al César.»

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