# 79

Jueces 9

1 Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Siquem, donde los
hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su
madre:
2 «Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquem:
¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres,
todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande uno solo? Recordad además
que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne.»
3 Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a
todos los señores de Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek,
porque se decían: «Es nuestro hermano.»
4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los
que Abimélek contrató a hombres miserables, y vagabundos, que se fueron
con él.
5 Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los
hijos de Yerubbaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó
Jotam, el hijo menor de Yerubbaal, porque se escondió.
6 Luego se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet Milló, y
fueron y proclamaron rey a Abimélek junto al Terebinto de la estela que
hay en Siquem.
7 Se lo anunciaron a Jotam, quien se colocó en la cumbre del monte
Garizim, alzó la voz y clamó: «Escuchadme, señores de Siquem, y que Dios
os escuche.8 Los árboles se pusieron en camino para ungir a uno como su rey.
Dijeron al olivo: “Sé tú nuestro rey.”
9 Les respondió el olivo: “¿Voy a renunciar a mi aceite con el que
gracias a mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por
encima de los árboles?”
10 Los árboles dijeron a la higuera: “Ven tú, reina sobre nosotros.”
11 Les respondió la higuera: “¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi
sabroso fruto, para ir a vagar por encima de los árboles?
12 Los árboles dijeron a la vid: “Ven tú, reina sobre nosotros.”
13 Les respondió la vid: “¿Voy a renunciar a mi mosto, el que alegra a
los dioses y a los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?”
14 Todos los árboles dijeron a la zarza: “Ven tú, reina sobre nosotros.”
15 La zarza respondió a los árboles: “Si con sinceridad venís a
ungirme a mí para reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y
si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano.”»
16 «Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a
Abimélek? ¿Os habéis portado bien con Yerubbaal y su casa y le habéis
tratado según el mérito de sus manos?
17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la
mano de Madián;
18 y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis
matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis
puesto por rey a Abimélek, el hijo de su esclava, sobre los señores de
Siquem, por ser él vuestro hermano.
19 Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y
con su casa en el día de hoy, que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la
suya.
20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélek y devore a los
señores de Siquem y de Bet Milló; y que salga fuego de los señores de
Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek.»
21 Y Jotam huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció,
lejos del alcance de su hermano Abimélek.
22 Abimélek gobernó tres años en Israel.
23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélek y los
señores de Siquem; y los señores de Siquem traicionaron a Abimélek,
24 para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Yerubbaal
fuera vengado y su sangre cayera sobre su hermano Abimélek, que los
había asesinado, y sobre los señores de Siquem, que le habían ayudado a
asesinar a sus hermanos.
25 Los señores de Siquem prepararon contra él emboscadas en las
cimas de los montes y saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino.
Y se dio aviso a Abimélek.
26 Gaal, hijo de Obed, acompañando a sus hermanos, vino a pasar por
Siquem y se ganó la confianza de los señores de Siquem.27 Salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas,
hicieron fiesta y entraron en el templo de su dios. Comieron y bebieron y
maldijeron a Abimélek.
28 Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: «¿Quién es Abimélek y qué
es Siquem para que le sirvamos? ¿por qué el hijo de Yerubbaal y Zebul, su
lugarteniente, no han de servir a la gente de Jamor, padre de Siquem? ¿Por
qué hemos de servirles nosotros?
29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimélek y
le diría: Refuerza tu ejército y sal a la lucha.»
30 Zebul, gobernador de la ciudad, se enteró de la propuesta de Gaal,
hijo de Obed, y montó en cólera.
31 Envió secretamente mensajeros donde Abimélek, para decirle:
«Mira que Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos, ha llegado a Siquem y
están soliviantando a la ciudad contra ti.
32 Por tanto, levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y
tiende una emboscada en el campo;
33 por la mañana temprano, en cuanto salga el sol, te levantas y te
lanzas contra la ciudad. Cuando Gaal salga a tu encuentro con su gente,
harás con él lo que te venga a mano.»
34 Abimélek se levantó de noche con todas las tropas de que disponía
y tendieron una emboscada frente a Siquem, repartidos en cuatro grupos.
35 Cuando Gaal, hijo de Obed, salió y se detuvo a la entrada de la
puerta de la ciudad, Abimélek y la tropa que le acompañaba salieron de su
emboscada.
36 Gaal vio la tropa y dijo a Zebul: «Mira la gente que baja de las
cumbres de los montes.» Zebul respondió: «Es la sombra de los montes lo
que ves y te parecen hombres.»
37 Gaal volvió a decir: «Mirad la gente que baja del lado del Ombligo
de la Tierra, y otra partida llega por el camino de la Encina de los
Adivinos.»
38 Zebul le dijo entonces: «¿Qué has hecho de tu boca tú que decías:
“¿Quién es Abimélek para que le sirvamos?” ¿ No es esa la gente que
despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos.»
39 Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a
Abimélek.
40 Abimélek persiguió a Gaal, pero se le escapó; y muchos cayeron
muertos antes de llegar a la puerta.
41 Abimélek habitó en Arumá; y Zebul expulsó a Gaal y a sus
hermanos y no les dejó habitar en Siquem.
42 Al día siguiente el pueblo salió al campo. Se dio aviso de ello a
Abimélek,
43 que tomó su tropa, la repartió en tres grupos y tendió una
emboscada en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, cayó
sobre ellos y los derrotó.44 Abimélek y el grupo que estaba con él, atacó y tomó posiciones a
la entrada de la puerta de la ciudad; los otros dos grupos se lanzaron contra
todos los que estaban en el campo y los derrotaron.
45 Todo aquel día estuvo Abimélek atacando a la ciudad. Cuando la
tomó, mató a la población, arrasó la ciudad y la sembró de sal.
46 Al saberlo los vecinos de Migdal Siquem se metieron en la cripta
del templo de El Berit.
47 Se comunicó a Abimélek que todos los señores de Migdal Siquem
estaban juntos;
48 entonces Abimélek subió al monte Salmón, con toda su tropa, y
tomando un hacha en sus manos, cortó una rama de árbol, la alzó y
echándosela al hombro dijo a la tropa que le acompañaba: «Lo que me
habéis visto hacer, deprisa, hacedlo también vosotros.»
49 Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a
Abimélek, pusieron las ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta
con ellos debajo. Así murieron también todos los habitantes de Migdal
Siquem, unos mil hombres y mujeres.
50 Marchó Abimélek contra Tebés, la asedió y tomó.
51 Había en medio de la ciudad una torre fuerte, y en ella se
refugiaron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad.
Cerraron por dentro y subieron a la terraza de la torre.
52 Abimélek llegó hasta la torre, la atacó y alcanzó la puerta de la
torre con ánimo de prenderle fuego.
53 Entonces una mujer le arrojó una muela de molino a la cabeza y le
partió el cráneo.
54 El llamó enseguida a su escudero y le dijo: «Desenvaina tu espada
y mátame, para que no digan de mí: Lo ha matado una mujer.» Su escudero
lo atravesó y murió.
55 Cuando la gente de Israel vio que Abimélek había muerto, se
volvió cada uno a su lugar.
56 Así devolvió Dios a Abimélek el mal que había hecho a su padre al
matar a sus setenta hermanos.
57 Y también sobre la cabeza de la gente de Siquem hizo Dios caer
toda su maldad. De este modo se cumplió en ellos la maldición de Jotam,
hijo de Yerubbaal.

Jueces 10

1 Después de Abimélek surgió para salvar a Israel Tolá, hijo de Puá,
hijo de Dodó. Era de Isacar y habitaba en Samir, en la montaña de Efraím.
2 Fue juez de Israel veintitrés años; murió y fue sepultado en Samir.
3 Tras él surgió Yaír, de Galaad, que fue juez de Israel veintidós años.
4 Tenía treinta hijos que montaban treinta pollinos y tenían treinta
ciudades, que se llaman todavía hoy los Aduares de Yaír, en el país de
Galaad.
5 Murió Yaír, y fue sepultado en Camón.6 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh.
Sirvieron a los Baales y a las Astartés, a los dioses de Aram y Sidón, a los
dioses de Moab, a los de los ammonitas y de los filisteos. Abandonaron a
Yahveh y ya no le servían.
7 Entonces se encendió la cólera de Yahveh contra Israel y los entregó
en manos de los filisteos y en manos de los ammonitas.
8 Estos molestaron y oprimieron a los israelitas desde aquel año
durante dieciocho años, a todos los israelitas que vivían en Transjordania,
en el país amorreo de Galaad.
9 Los ammonitas pasaron el Jordán para atacar también a Judá, a
Benjamín y a la casa de Efraím, e Israel pasó por grave aprieto.
10 Los israelitas clamaron a Yahveh diciendo: «Hemos pecado contra
ti, porque hemos abandonado a Yahveh nuestro Dios para servir a los
Baales.»
11 Y Yahveh dijo a los israelitas: «Cuando los egipcios, los amorreos,
los ammonitas, los filisteos,
12 los sidonios, Amalec y Madián os oprimían y clamasteis a mí ¿no
os salvé de sus manos?
13 Pero vosotros me habéis abandonado y habéis servido a otros
dioses. Por eso no he de salvaros otra vez.
14 Id y gritad a los dioses que habéis elegido: que os salven ellos en el
tiempo de vuestra angustia».
15 Los israelitas respondieron a Yahveh: «Hemos pecado, haz con
nosotros todo lo que te plazca; pero, por favor, sálvanos hoy.»
16 Y retiraron de en medio de ellos a los dioses extranjeros y sirvieron
a Yahveh. Y Yahveh no pudo soportar el sufrimiento de Israel.
17 Los ammonitas se concentraron y vinieron a acampar en Galaad.
Los israelitas se reunieron y acamparon en Mispá.
18 Entonces el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros:
«¿Quién será el hombre que emprenda el ataque contra los hijos de
Ammón? El estará al frente de todos los habitantes de Galaad.»

Jueces 11

1 Jefté el galaadita, era un valiente guerrero. Era hijo de una prostituta.
Y era Galaad el que había engendrado a Jefté.
2 Pero la mujer de Galaad le había dado hijos, y crecieron los hijos de
la mujer y echaron a Jefté diciéndole: « Tú no tendrás herencia en la casa de
nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.»
3 Jefté huyó lejos de sus hermanos y se quedó en el país de Tob. Se le
juntó una banda de gente miserable, que hacía correrías con él.
4 Andando el tiempo, los ammonitas vinieron a combatir contra Israel.
5 Y cuando los ammonitas estaban atacando a Israel, los ancianos de
Galaad fueron a buscar a Jefté al país de Tob.
6 Dijeron a Jefté: «Ven, tú serás nuestro caudillo en la guerra con los
ammonitas.»7 Pero Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «¿No sois vosotros
los que me odiasteis y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué acudís
a mí ahora que estáis en aprieto?»
8 Los ancianos de Galaad replicaron a Jefté: «Por eso ahora volvemos
donde ti: ven con nosotros; tú atacarás a los ammonitas y serás nuestro jefe
y el de todos los habitantes de Galaad.»
9 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «Si me hacéis volver para
combatir a los ammonitas y Yahveh me los entrega, yo seré vuestro jefe.»
10 Respondieron a Jefté los ancianos de Galaad: «Yahveh sea testigo
entre nosotros si no hacemos como tú has dicho.»
11 Jefté partió con los ancianos de Galaad y el pueblo le hizo su jefe y
caudillo; y Jefté repitió todas sus condiciones delante de Yahveh en Mispá.
12 Jefté envió al rey de los ammonitas mensajeros que le dijeran:
«¿Qué tenemos que ver tú y yo para que vengas a atacarme en mi propio
país?»
13 El rey de los ammonitas respondió a los mensajeros de Jefté:
«Porque Israel, cuando subía de Egipto, se apoderó de mi país desde el
Arnón hasta el Yabboq y el Jordán. Así que ahora devuélvemelo por las
buenas.»
14 Jefté envió de nuevo mensajeros al rey de los ammonitas
15 y le dijo: «Así habla Jefté: Israel no se ha apoderado ni del país de
Moab ni del de los ammonitas.
16 Cuando subió de Egipto, Israel caminó por el desierto hasta el mar
de Suf y llegó a Cadés.
17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle:
“Déjame, por favor, pasar por tu país”, pero el rey de Edom no les atendió.
Los envió también al rey de Moab, el cual tampoco accedió, e Israel se
quedó en Cadés;
18 luego, avanzando por el desierto, rodeó el país de Edom y el de
Moab y llegó al oriente del país de Moab. Acamparon a la otra parte del
Arnón, sin cruzar la frontera de Moab, pues el Arnón es el límite de Moab.
19 Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba
en Jesbón, y le dijo: “Déjame, por favor, pasar por tu país hasta llegar a mi
destino.”
20 Pero Sijón le negó a Israel el paso por su territorio, reunió toda su
gente, que acampó en Yahsá, y atacó a Israel.
21 Yahveh, Dios de Israel, puso a Sijón y a todo su pueblo en manos
de Israel, que los derrotó, y conquistó Israel todo el país de los amorreos
que habitaban allí.
22 Así conquistaron todo el territorio de los amorreos, desde el Arnón
hasta el Yabboq y desde el desierto hasta el Jordán.
23 Con que Yahveh, Dios de Israel, quitó su heredad a los amorreos
en favor de su pueblo Israel, ¿y tú se la vas a quitar?
24 ¿No posees ya todo lo que tu dios Kemós ha quitado para ti a sus
poseedores? Igualmente nosotros poseemos todo lo que Yahveh nuestro
Dios ha quitado para nosotros a sus poseedores.25 ¿Vas a ser tú más que Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab? ¿Pudo
acaso él hacerse fuerte contra Israel y luchar contra él?
26 Cuando se estableció Israel en Jesbón y en sus filiales, en Aroer y
en sus filiales y en todas las ciudades que están a ambos lados del Arnón,
(trescientos años) ¿por qué no las habéis recuperado desde entonces?
27 Yo no te he ofendido; eres tú el que te portas mal conmigo si me
atacas. Yahveh, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de
Ammón.»
28 Pero el rey de los ammonitas no hizo caso de las palabras que Jefté
le mandó decir.
29 El espíritu de Yahveh vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y
Manasés, pasó por Mispá de Galaad y de Mispá de Galaad pasó donde los
ammonitas.
30 Y Jefté hizo un voto a Yahveh: «Si entregas en mis manos a los
ammonitas,
31 el primero que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro
cuando vuelva victorioso de los ammonitas, será para Yahveh y lo ofreceré
en holocausto.»
32 Jefté pasó donde los ammonitas para atacarlos, y Yahveh los puso
en sus manos.
33 Los derrotó desde Aroer hasta cerca de Minnit (veinte ciudades) y
hasta Abel Keramim. Fue grandísima derrota y los ammonitas fueron
humillados delante de los israelitas.
34 Cuando Jefté volvió a Mispá, a su casa, he aquí que su hija salía a
su encuentro bailando al son de las panderetas. Era su única hija; fuera de
ella no tenía ni hijo ni hija.
35 Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó: «¡Ay, hija mía! ¡Me has
destrozado! ¿Habías de ser tú la causa de mi desgracia? Abrí la boca ante
Yahveh y no puedo volverme atrás.»
36 Ella le respondió: «Padre mío, has abierto tu boca ante Yahveh, haz
conmigo lo que salió de tu boca, ya que Yahveh te ha concedido vengarte
de tus enemigos los ammonitas.»
37 Después dijo a su padre: «Que se me conceda esta gracia: déjame
dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar con mis compañeras mi
virginidad.»
38 El le dijo: «Vete.» Y la dejó marchar dos meses. Ella se fue con sus
compañeras y estuvo llorando su virginidad por los montes.
39 Al cabo de los dos meses, volvió donde su padre y él cumplió en
ella el voto que había hecho. La joven no había conocido varón. Y se hizo
costumbre en Israel:
40 de año en año las hijas de Israel van a lamentarse cuatro días al año
por la hija de Jefté el galaadita.

Jueces 12

1 Los hombres de Efraím se juntaron, pasaron el Jordán en dirección a
Safón y dijeron a Jefté: «Por qué has ido a atacar a los ammonitas y no nos has invitado a marchar contigo? Vamos a prender fuego a tu casa contigo
dentro.»
2 Jefté les respondió: «Teníamos un gran conflicto mi pueblo y yo con
los ammonitas; os pedí ayuda y no me librasteis de sus manos.
3 Cuando vi que nadie venía a ayudarme, arriesgué la vida, marché
contra los ammonitas y Yahveh los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues,
habéis subido hoy contra mí para hacerme la guerra?»
4 Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y atacó a
Efraím, los de Galaad derrotaron a los de Efraím, porque éstos decían:
«vosotros los galaaditas sois fugitivos de Efraím, en medio de Efraím, en
medio de Manasés.»
5 Galaad cortó a Efraím los vados del Jordán y cuando los fugitivos de
Efraím decían: «Dejadme pasar», los hombres de Galaad preguntaban:
«¿Eres efraimita?» Y si respondía: «No»,
6 le añadían: «Pues di Sibbólet». Pero él decía: «Sibbólet» porque no
podía pronunciarlo así. Entonces le echaban mano y lo degollaban junto a
los vados del Jordán. Perecieron en aquella ocasión 42.000 hombres de
Efraím.
7 Jefté juzgó a Israel seis años; luego Jefté el galaadita murió y fue
sepultado en su ciudad, Mispá de Galaad.
8 Después de él fue juez en Israel Ibsán de Belén.
9 Tenía treinta hijos y treinta hijas. A éstas las casó fuera y de fuera
trajo treinta mujeres para sus hijos. Fue juez en Israel siete años.
10 Y murió Ibsán y fue sepultado en Belén.
11 Después de él fue juez en Israel Elón de Zabulón. Juzgó a Israel
diez años.
12 Y murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayyalón, en tierra de
Zabulón.
13 Después de él fue juez en Israel Abdón, hijo de Hillel, de Piratón.
14 Tenía cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban setenta
pollinos. Juzgó a Israel ocho años.
15 Y murió Abdón, hijo de Hillel de Piratón, y fue sepultado en
Piratón, en tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas.

Jueces 13

1 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh y
Yahveh los entregó a merced de los filisteos durante cuarenta años.
2 Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su
mujer era estéril y no había tenido hijos.
3 El ángel de Yahveh se apareció a esta mujer y le dijo: «Bien sabes
que eres estéril y que no has tenido hijos,
4 pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber
vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro.
5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por
su cabeza, porque el niño será nazir de Dios desde el seno de su madre. El
comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos.»6 La mujer fue a decírselo a su marido: «Un hombre de Dios ha
venido donde mí; su aspecto era como el del Ángel de Dios, muy terrible.
No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado su nombre.
7 Pero me ha dicho: “Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante
no bebas vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro, porque el
niño será nazir de Dios desde el seno de su madre hasta el día de su
muerte.»
8 Manóaj invocó a Yahveh y dijo: «Te ruego, Señor, que el hombre de
Dios que has enviado venga otra vez donde nosotros y nos enseñe lo que
hemos de hacer con el niño cuando nazca.»
9 Dios escuchó a Manóaj y el Ángel de Dios vino otra vez donde la
mujer cuando estaba sentada en el campo. Manóaj, su marido, no estaba con
ella.
10 La mujer corrió enseguida a informar a su marido y le dijo: «Mira,
se me ha aparecido el hombre que vino donde mí el otro día.»
11 Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde el hombre
y le dijo: «¿Eres tú el que has hablado con esta mujer?» El respondió: «Yo
soy.»
12 Le dijo Manóaj: «Cuando tu palabra se cumpla ¿cuál deberá ser la
norma del niño y su conducta?»
13 El Ángel de Yahveh respondió a Manóaj: «Deberá abstenerse él de
todo lo que indiqué a esta mujer.
14 No probará nada de lo que procede de la viña, no beberá vino ni
bebida fermentada, no comerá nada impuro y observará todo lo que yo le he
mandado.»
15 Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: «Permítenos retenerte y
prepararte un cabrito.»
16 Pero el Ángel de Yahveh dijo a Manóaj: «Aunque me obligues a
quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto,
ofréceselo a Yahveh.» Porque Manóaj no sabía que era el Ángel de Yahveh.
17 Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: «¿Cuál es tu nombre
para que, cuando se cumpla tu palabra, te podamos honrar?»
18 El Ángel de Yahveh le respondió: «¿Por qué me preguntas el
nombre, si es maravilloso?.»
19 Manóaj tomó el cabrito y la oblación y lo ofreció en holocausto,
sobre la roca, a Yahveh, que obra maravillas. Manóaj y su mujer estaban
mirando.
20 Cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Ángel de Yahveh
subía en la llama. Manóaj y su mujer lo estaban viendo y cayeron rostro en
tierra.
21 Al desaparecer el Ángel de Yahveh de la vista de Manóaj y su
mujer, Manóaj se dio cuenta de que era el Ángel de Yahveh.
22 Y dijo Manóaj a su mujer: «Seguro que vamos a morir, porque
hemos visto a Dios.»
23 Su mujer le respondió: «Si Yahveh hubiera querido matarnos no
habría aceptado de nuestra mano el holocausto ni la oblación, no nos habría mostrado todas estas cosas ni precisamente ahora nos habría hecho oír
esto.»
24 La mujer dio a luz un hijo y le llamó Sansón. El niño creció y
Yahveh le bendijo.
25 Y el espíritu de Yahveh comenzó a excitarle en el Campamento de
Dan, entre Sorá y Estaol.

Jueces 14

1 Sansón bajó a Timná y se fijó en Timná en una mujer entre las hijas
de los filisteos.
2 Subió y se lo dijo a su padre y a su madre: «He visto en Timná una
mujer de entre las hijas de los filisteos: tomádmela para esposa.»
3 Su padre y su madre le dijeron: «¿No hay ninguna mujer entre las
hijas de tus hermanos y en todo mi pueblo, para que vayas a tomar mujer
entre esos filisteos incircuncisos?» Pero Sansón respondió a su padre:
«Toma a ésa para mí, porque esa es la que me gusta.»
4 Su padre y su madre no sabían que esto venía de Yahveh, que
buscaba un pretexto contra los filisteos, pues por aquel tiempo los filisteos
dominaban a Israel.
5 Sansón bajó a Timná y al llegar a las viñas de Timná, vio un
leoncillo que venía rugiendo a su encuentro.
6 El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano,
Sansón despedazó al león como se despedaza un cabrito; pero no contó ni a
su padre ni a su madre lo que había hecho.
7 Bajó y habló con la mujer, la cual le agradó.
8 Algún tiempo después, volvió Sansón para casarse con ella. Dio un
rodeo para ver el cadáver del león y he aquí que en el cuerpo del león había
un enjambre de abejas con miel.
9 La recogió en su mano y según caminaba la iba comiendo. Cuando
llegó donde su padre y su madre les dio miel y comieron, pero no les dijo
que la había cogido del cadáver del león.
10 Su padre bajó donde la mujer y Sansón hizo allí un banquete, pues
así suelen hacer los jóvenes.
11 Pero, al verle, eligieron treinta compañeros para que estuvieran con
él.
12 Sansón les dijo: «Os voy a proponer una adivinanza. Si me dais la
solución dentro de los siete días de la fiesta y acertáis, os daré treinta
túnicas y treinta mudas.
13 Pero si no podéis darme la solución, entonces me daréis vosotros
treinta túnicas y treinta mudas.» Ellos le dijeron: «Propón tu adivinanza,
que te escuchamos.»
14 El les dijo: «Del que come salió comida, y del fuerte salió
dulzura.» A los tres días aún no habían acertado la adivinanza.
15 Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón: «Convence a tu marido
para que nos explique la adivinanza. Si no, te quemaremos a ti y a la casa
de tu padre. ¿O es que nos habéis invitado para robarnos?»

16 La mujer de Sansón se puso a llorar sobre él, y dijo: «Tú me odias
y no me amas. Has propuesto una adivinanza a los hijos de mi pueblo y a
mí no me la has explicado.» El le respondió: «Ni a mi padre ni a mi madre
se la he explicado ¿y te la voy a explicar a ti?»
17 Ella estuvo llorando encima de él los siete días que duró la fiesta.
Por fin el séptimo día se la explicó, porque lo tenía asediado y ella explicó
la adivinanza a los hijos de su pueblo.
18 El séptimo día, antes que entrara en la alcoba, la gente de la ciudad
dijo a Sansón: «¿Qué hay más dulce que la miel, y qué más fuerte que el
león?» El les respondió: «Si no hubierais arado con mi novilla, no habríais
acertado mi adivinanza.»
19 Luego el espíritu de Yahveh le invadió, bajó a Ascalón y mató allí
a treinta hombres, tomó sus despojos y entregó las mudas a los acertantes
de la adivinanza; luego, encendido en cólera, subió a la casa de su padre.
20 La mujer de Sansón pasó a ser de un compañero suyo, el que había
sido su amigo de confianza.

Salmo 119 (118)

1 = Alef = Dichosos los que van por camino perfecto, los que
proceden en la ley de Yahveh.
2 Dichosos los que guardan sus dictámenes, los que le buscan de todo
corazón,
3 y los que, sin cometer iniquidad, andan por sus caminos.
4 Tú tus ordenanzas promulgaste, para que sean guardadas
cabalmente.
5 ¡Ojalá mis caminos se aseguren para observar tus preceptos!
6 Entonces no tendré vergüenza alguna al mirar a todos tus
mandamientos.
7 Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos
juicios.
8 Tus preceptos, los observaré, no me abandones tú del todo.
9 = Bet. = ¿Cómo el joven guardará puro su camino? Observando tu
palabra.
10 De todo corazón ando buscándote, no me desvíes de tus
mandamientos.
11 Dentro del corazón he guardado tu promesa, para no pecar contra
ti.
12 Bendito tú, Yahveh, enséñame tus preceptos.
13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.
14 En el camino de tus dictámenes me recreo más que en toda riqueza.
15 En tus ordenanzas quiero meditar y mirar a tus caminos.
16 En tus preceptos tengo mis delicias, no olvido tu palabra.
17 = Guímel. = Haz merced a tu siervo y viviré. y guardaré tu palabra.
18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley.
19 Un forastero soy sobre la tierra, tus mandamientos no me ocultes.
20 Mi alma se consume deseando tus juicios en todo tiempo.
21 Tú increpas a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus
mandamientos.
22 Echa lejos de mí oprobio y menosprecio, porque he guardado tus
dictámenes.
23 Aunque los príncipes hablen en sesión contra mí, tu servidor
medita en tus preceptos.
24 Tus dictámenes hacen mis delicias, mis consejeros, tus preceptos.
25 = Dálet. = Mi alma está pegada al polvo, hazme vivir conforme a tu
palabra. 26 Mis caminos expuse, y tú me respondiste, enséñame tus preceptos.
27 Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus
maravillas.
28 Se va en lágrimas mi alma por el tedio, sosténme conforme a tu
palabra.
29 Aléjame del camino de mentira, y dame la gracia de tu ley,
30 He escogido el camino de la lealtad, a tus juicios me conformo.
31 A tus dictámenes me mantengo adherido, no me confundas, tú,
Yahveh.
32 Corro por el camino de tus mandamientos, pues tú mi corazón
dilatas.
33 = He. = Enséñame, Yahveh, el camino de tus preceptos, yo lo
quiero guardar en recompensa.
34 Hazme entender, para guardar tu ley y observarla de todo corazón.
35 Llévame por la senda de tus mandamientos porque mi
complacencia tengo en ella.
36 Inclina mi corazón hacia tus dictámenes, y no a ganancia injusta.
37 Aparta mis ojos de mirar vanidades, por tu palabra vivifícame.
38 Mantén a tu siervo tu promesa, que conduce a tu temor.
39 Aparta de mí el oprobio que me espanta, pues son buenos tus
juicios.
40 Mira que deseo tus ordenanzas, hazme vivir por tu justicia.
41 = Vau. = ¡Llegue hasta mí tu amor, Yahveh, tu salvación, conforme
a tu promesa!
42 Y daré respuesta al que me insulta, porque confío en tu palabra.
43 No quites de mi boca la palabra de verdad, porque espero en tus
juicios.
44 Yo observaré sin descanso tu ley para siempre jamás.
45 Y andaré por camino anchuroso, porque tus ordenanzas voy
buscando.
46 De tus dictámenes hablaré ante los reyes, y no tendré que
avergonzarme.
47 Y me deleitaré en tus mandamientos, que amo mucho.
48 Tiendo mis manos hacia tus mandamientos, en tus preceptos
medito.

Santiago 4

1 ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros?
¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?
2 ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir?
Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís.
3 Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo
en vuestras pasiones.
4 ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad
con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye
en enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: Tiene deseos ardientes el
espíritu que él ha hecho habitar en nosotros?
6 Más aún, da una gracia mayor; por eso dice: = Dios resiste a los
soberbios y da su gracia a los humildes. =
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros.
8 Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores,
las manos; limpiad los corazones, hombres irresolutos.
9 Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que vuestra risa se
cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza.
10 Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
11 No habléis mal unos de otros, hermanos. El que habla mal de un
hermano o juzga a su hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si
juzgas a la Ley, ya no eres un cumplidor de la Ley, sino un juez.
12 Uno solo es el legislador y juez, que puede salvar o perder. En
cambio tú, ¿quién eres para juzgar al prójimo?
13 Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal
ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»;14 vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana…
¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece!
15 En lugar de decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o
aquello».
16 Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de
este tipo es mala.
17 Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.

Santiago 5

1 Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias
que están para caer sobre vosotros.
2 Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados;
3 vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su
herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como
fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos.
4 Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron
vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a
los oídos del Señor de los ejércitos.
5 Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a
los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza.
6 Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
7 Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad:
el labrador espera el fruto precioso de la tierra aguardándolo con paciencia
hasta recibir las lluvias tempranas y tardías.
8 Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones
porque la Venida del Señor está cerca.
9 No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser juzgados; mirad
que el Juez está ya a las puertas.
10 Tomad, hermanos, como modelo de sufrimiento y de paciencia a
los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
11 Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia.
Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el
Señor le dio; porque = el Señor es compasivo y misericordioso. =
12 Ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni por
ningún otra cosa. Que vuestro sí sea sí, y el no, no; para no incurrir en
juicio.
13 ¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que
cante salmos.
14 ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la
Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor.
15 Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se
levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.
16 Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por
los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho
poder.17 Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró
insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres
años y seis meses.
18 Después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su
fruto.
19 Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y
otro le convierte,
20 sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado,
salvará su alma de la muerte y = cubrirá multitud de pecados. =

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

Marcos 1

1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: = Mira, envío mi
mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. =
3 = Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas, =
4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo
de conversión para perdón de los pecados.
5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de
Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de
langostas y miel silvestre.
7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no
soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu
Santo.»
9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea,
y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el
Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.
11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado,
en ti me complazco.»
12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por
Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.
14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y
proclamaba la Buena Nueva de Dios:
15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva.»
16 Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de
Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de
hombres.»
18 Al instante, dejando las redes, le siguieron.
19 Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y
a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes;
20 y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la
barca con los jornaleros, se fueron tras él.21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se
puso a enseñar.
22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como los escribas.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un
espíritu inmundo, que se puso a gritar:
24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a
destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»
25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.»
26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito
y salió de él.
27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a
otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda
hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.»
28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región
de Galilea.

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