# 78

Jueces 5

1 Aquel día, Débora y Baraq, hijo de Abinoam, entonaron este
cántico:
2 Al soltarse en Israel la cabellera, cuando el pueblo se ofrece
voluntario, ¡bendecid a Yahveh!
3 ¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oídos, príncipes! yo a Yahveh, yo voy a
cantar. tocaré el salterio para Yahveh, Dios de Israel.
4 Cuando saliste de Seír, Yahveh, cuando avanzaste por los campos de
Edom, tembló la tierra, gotearon los cielos, las nubes en agua se fundieron.
5 Los montes se licuaron delante de Yahveh, el del Sinaí, delante de
Yahveh, el Dios de Israel.
6 En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Yael, no había
caravanas; los que hollaban calzadas marchaban por senderos desviados,
7 Vacíos en Israel quedaron los poblados, vacíos hasta tu despertar, oh
Débora, hasta tu despertar, oh madre de Israel.
8 Se elegían dioses nuevos; por entonces la guerra en las puertas; ni un
escudo se ve ni una lanza para 40.000 en Israel!
9 Mi corazón con los jefes de Israel, con los voluntarios del pueblo.
¡Bendecid a Yahveh!
10 Los que cabalgáis en blancas asnas, los que os sentáis sobre
tapices, los que vais por el camino, cantad,
11 al clamor de los repartidores junto a los abrevaderos. Allí se cantan
los favores de Yahveh, los favores a sus poblados de Israel. (Entonces el
pueblo de Yahveh bajó a las puertas).
12 Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta, entona un
cantar! ¡Animo! ¡Arriba, Baraq! ¡Apresa a los que te apresaron, hijo de
Abinoam!
13 Entonces Israel bajó a las puertas, el pueblo de Yahveh bajó por él,
como un héroe.
14 Los principales de Efraím en el valle. Detrás de ti Benjamín entre
tu gente. De Makir han bajado capitanes, de Zabulón los que manejan cetro.
15 Los jefes de Isacar están con Débora, y Neftalí, con Baraq, en la
llanura, lanzado tras sus huellas. En los arroyos de Rubén, magnánimas
decisiones.
16 ¿Por qué te has quedado en los corrales, escuchando silbidos entre
los rebaños? (En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.)
17 Allende el Jordán, Galaad se queda, y Dan, ¿por qué vive en naves
extranjeras? Aser se ha quedado a orillas del mar, tranquilo en sus puertos
mora.
18 Zabulón es un pueblo que reta a la muerte, y Neftalí, en las alturas
del país.
19 Vinieron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de
Canaán, en Tanak, en las aguas de Meguiddó, mas sin lograr botín de plata.
20 Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon
contra Sísara.
21 El torrente Quisón barriólos, ¡el viejo torrente, el torrente Quisón!
¡Avanza, alma mía, con denuedo!22 Cascos de caballos sacuden el suelo: ¡galopan, galopan sus
corceles!

Débora – Gobernante, Jueza y Profetiza. Reconocida en el Viejo Testamento como la Madre del Pueblo de Israel.

CÁNTICO DE DÉBORA

23 Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Yahveh, maldecid, maldecid a
sus moradores: pues no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de Yahveh
como los héroes.
24 ¡Bendita entre las mujeres Yael (la mujer de Jéber el quenita), entre
las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea!
25 Pedía agua, le dio leche, en la copa de los nobles le sirvió nata.
26 Tendió su mano a la clavija, la diestra al martillo de los carpinteros.
Hirió a Sísara, le partió la cabeza, le golpeó y le partió la sien;
27 a sus pies se desplomó, cayó, durmió, a sus pies se desplomó, cayó;
donde se desplomó, allí cayó, deshecho.
28 A la ventana se asoma y atisba la madre de Sísara, por las celosías:
«¿Por qué tarda en llegar su carro? ¿por qué se retrasa el galopar de su
carroza?
29 La más discreta de sus princesas le responde; ella se lo repite a sí
misma:
30 ¡«Será que han cogido botín y lo reparten: una doncella, dos
doncellas para cada guerrero; botín de paños de colores para Sísara, botín
de paños de colores; un manto, dos mantos bordados para mi cuello!»
31 ¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahveh! ¡Y sean los que te
aman como el salir del sol con todo su fulgor! Y el país quedó tranquilo
cuarenta años.

Jueces 6

1 Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahveh y Yahveh los
entregó durante siete años en manos de Madián,
2 y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los
israelitas se valieron de las hendiduras de las montañas, de las cuevas y las
cumbres escarpadas.
3 Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de
Oriente: subían contra Israel,
4 acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra
hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes,
ni asnos,
5 porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus
tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país para
saquearlo.
6 Así Madián redujo a Israel a una gran miseria y los israelitas
clamaron a Yahveh.
7 Cuando los israelitas clamaron a Yahveh por causa de Madián,
8 Yahveh envió a los israelitas un profeta que les dijo: «Así habla
Yahveh, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de
servidumbre.
9 Os libré de la mano de los egipcios y de todos los que os oprimían.
Los arrojé de delante de vosotros, os di su tierra,10 y os dije: “Yo soy Yahveh, vuestro Dios. No veneréis a los dioses
de los amorreos, en cuya tierra habitáis.” Pero no habéis escuchado mi
voz.»
11 Vino el Ángel de Yahveh y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que
pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón majaba trigo en el lagar para
ocultárselo a Madián,
12 cuando el Ángel de Yahveh se le apareció y le dijo: «Yahveh
contigo, valiente guerrero.»
13 Contestó Gedeón: «Perdón, señor mío. Si Yahveh está con nosotros
¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos
cuentan nuestros padres cuando dicen: “¿No nos hizo subir Yahveh de
Egipto?” Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha entregado en
manos de Madián…»
14 Entonces Yahveh se volvió hacia él y dijo: «Vete con esa fuerza
que tienes y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te
envía?»
15 Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo
a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de
mi padre.»
16 Yahveh le respondió: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián
como si fuera un hombre solo.»
17 Gedeón le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos dame una señal de
que eres tú el que me hablas.
18 No te marches de aquí, por favor, hasta que vuelva donde ti. Te
traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti». El respondió: «Me quedaré
hasta que vuelvas.»
19 Gedeón se fue, preparó un cabrito y con una medida de harina hizo
unas tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla, y lo
llevó bajo el terebinto. Cuando se acercaba,
20 le dijo el Ángel de Yahveh: «Toma la carne y las tortas ázimas,
ponlas sobre esa roca y vierte el caldo.» Gedeón lo hizo así.
21 Entonces el Ángel de Yahveh extendió la punta del bastón que
tenía en la mano y tocó la carne y las tortas ázimas. Salió fuego de la roca,
consumió la carne y las tortas ázimas, y el Ángel de Yahveh desapareció de
su vista.
22 Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el Ángel de Yahveh y
dijo: «¡Ay, mi señor Yahveh! ¡Pues he visto al Ángel de Yahveh cara a
cara!»
23 Yahveh le respondió: «La paz sea contigo. No temas, no morirás.»
24 Gedeón levantó en aquel lugar un altar a Yahveh y lo llamó
Yahveh-Paz. Todavía hoy está en Ofrá de Abiezer.
25 Sucedió que aquella misma noche Yahveh dijo a Gedeón: «Toma
el toro de tu padre, el toro de siete años; vas a derribar el altar de Baal
propiedad de tu padre y cortar el cipo que está junto a él.26 Luego construirás a Yahveh tu Dios, en la cima de esa altura
escarpada, un altar bien preparado. Tomarás el toro y lo quemarás en
holocausto, con la leña del cipo que habrás cortado.»
27 Gedeón tomó entonces diez hombres de entre sus criados e hizo
como Yahveh le había ordenado. Pero, como temía a su familia y a la gente
de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo de noche.
28 A la mañana siguiente se levantó la gente de la ciudad; el altar de
Baal estaba derruido, el cipo que se alzaba junto a él, cortado; y el toro
había sido ofrecido en holocausto sobre el altar recién construido.
29 Entonces se dijeron unos a otros: «¿Quién habrá hecho esto?» Tras
indagar y buscar dijeron: «Es Gedeón, hijo de Joás, el que lo ha hecho.»
30 La gente de la ciudad dijo entonces a Joás: «Haz salir a tu hijo, y
que muera, pues ha derruido el altar de Baal y cortado el cipo que se alzaba
a su lado.»
31 Joás respondió a todos los que tenía delante: «¿Es que vosotros
vais a salir en defensa de Baal? ¿Vosotros le vais a salvar? (El que defiende
a Baal, tiene que morir antes del amanecer.) Si es dios, que pleitee con él,
ya que le destruyó su altar.»
32 Aquel día se llamó a Gedeón Yerubbaal, porque decían: «¡Que
Baal pleitee con él, pues le destruyó su altar!».
33 Todo Madián, Amalec y los hijos de Oriente se juntaron, pasaron el
Jordán, y acamparon en la llanura de Yizreel.
34 El espíritu de Yahveh revistió a Gedeón; él tocó el cuerno y
Abiezer se reunió a él.
35 Envió mensajeros por todo Manasés, que se reunió también con él;
y envió mensajeros por Aser, Zabulón y Neftalí, que le salieron al
encuentro.
36 Gedeón dijo a Dios: «Si verdaderamente vas a salvar por mi mano
a Israel, como has dicho,
37 yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre
el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi
mano, como has prometido.»
38 Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y
exprimió su rocío, una copa llena de agua.
39 Gedeón dijo a Dios: «No te irrites contra mí si me atrevo a hablar
de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón:
que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo.»
40 Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y
por todo el suelo había rocío.

Jueces 7

1 Madrugó Yerubbaal (o sea Gedeón), así como todo el pueblo que
estaba con él, y acampó junto a En Jarod; el campamento de Madián
quedaba al norte del suyo, al pie de la colina de Moré, en el valle.
2 Yahveh dijo a Gedeón: «Demasiado numeroso es el pueblo que te
acompaña para que ponga yo a Madián en sus manos; no se vaya aenorgullecer Israel de ello a mi costa diciendo: “¡Mi propia mano me ha
salvado!”
3 Ahora pues, pregona esto a oídos del pueblo: “El que tenga miedo y
tiemble, que se vuelva y mire desde el monte Gelboé”. 22.000 hombres de
la tropa se volvieron y quedaron 10.000.
4 Yahveh dijo a Gedeón: «Hay todavía demasiada gente; hazles bajar
al agua y allí te los pondré a prueba. Aquel de quien te diga: “Que vaya
contigo”, ése irá contigo. Y aquel de quien te diga: “Que no vaya contigo”,
no ha de ir.»
5 Gedeón hizo bajar la gente al agua y Yahveh le dijo: «A todos los
que lamieren el agua con la lengua como lame un perro, los pondrás a un
lado y a todos los que se arrodillen para beber, los pondrás al otro.»
6 El número de los que lamieron el agua con las manos a la boca
resultó ser de trescientos. Todo el resto del pueblo se había arrodillado para
beber.
7 Entonces Yahveh dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que
han lamido el agua os salvaré, y entregaré a Madián en tus manos. Que
todos los demás vuelvan cada uno a su casa.»
8 Tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus cuernos, y
mandó a todos los israelitas cada uno a su tienda, quedándose sólo con los
trescientos hombres. El campamento de Madián estaba debajo del suyo en
el valle.
9 Aquella noche le dijo Yahveh: «Levántate y baja al campamento,
porque lo he puesto en tus manos.
10 No obstante, si temes bajar, baja al campamento con tu criado Purá,
11 y escucha lo que dicen. Se fortalecerá tu mano con ello y luego
bajarás a atacar al campamento. Bajó, pues, con su criado Purá hasta la
extremidad de las avanzadillas del campamento.
12 Madián, Amalec y todos los hijos de Oriente habían caído sobre el
valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables como
la arena de la orilla del mar.
13 Se acercó Gedeón y he aquí que un hombre contaba un sueño a su
vecino; decía: «He tenido un sueño: una hogaza de pan de cebada rodaba
por el campamento de Madián, llegó hasta la tienda, chocó contra ella y la
volcó lo de arriba abajo.»
14 Su vecino le respondió: «Esto no puede significar más que la
espada de Gedeón, hijo de Joás, el israelita. Dios ha entregado en sus manos
a Madián y a todo el campamento.»
15 Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su explicación, se
postró, volvió al campamento de Israel y dijo: « ¡Levantaos! porque
Yahveh ha puesto en vuestras manos el campamento de Madián.»
16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos. Les dio a
todos cuernos y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros.
17 Les dijo: «Miradme a mí y haced lo mismo. Cuando llegue yo al
extremo del campamento, lo que yo haga lo haréis vosotros.18 Yo y todos mis compañeros tocaremos los cuernos; vosotros
también tocaréis los cuernos alrededor del campamento y gritaréis: ¡Por
Yahveh y por Gedeón!»
19 Gedeón y los cien hombres que le acompañaban llegaron al
extremo del campamento al comienzo de la guardia de la medianoche,
cuando acababan de hacer el relevo de los centinelas; tocaron los cuernos y
rompieron los cántaros que llevaban en la mano.
20 Entonces los tres cuerpos del ejército tocaron los cuernos, y
rompieron los cántaros; en la izquierda tenían las antorchas y en la derecha
los cuernos para tocarlos; gritaban: «Espada por Yahveh y por Gedeón!»
21 Y se quedaron quietos cada uno en su lugar alrededor del
campamento. Todo el campamento se despertó y, lanzando alaridos, se
dieron a la fuga.
22 Mientras los trescientos tocaban los cuernos, Yahveh volvió la
espada de cada uno contra su compañero por todo el campamento. La tropa
huyó hasta Bet Hassittá, hacia Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá frente a
Tabbat.
23 Los hombres de Israel se reunieron, de Neftalí, de Aser y de todo
Manasés, y persiguieron a Madián.
24 Gedeón envió mensajeros por toda la montaña de Efraím diciendo:
«Bajad al encuentro de Madián y cortadles los vados hasta Bet Bará y el
Jordán.» Se reunieron todos los hombres de Efraím y ocuparon los vados
hasta Bet Bará y el Jordán.
25 Hicieron prisioneros a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb;
mataron a Oreb en la Peña de Oreb y a Zeeb en el Lagar de Zeeb.
Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón, al otro lado del Jordán, las
cabezas de Oreb y Zeeb.

Jueces 8

1 La gente de Efraím dijo a Gedeón: «¿Por qué has hecho esto con
nosotros, no convocándonos cuando has ido a combatir a Madián?» Y
discutieron con él violentamente.
2 El les respondió: «¿Qué he hecho yo en comparación de lo que
habéis hecho vosotros? ¿No vale más el rebusco de Efraím que la vendimia
de Abiézer?
3 Dios ha entregado a los jefes de Madián en vuestras manos, a Oreb y
a Zeeb. ¿Qué he podido hacer yo en comparación con vosotros?» Con estas
palabras que les dijo, se calmó su animosidad contra él.
4 Gedeón llegó al Jordán y lo pasó; pero él y los trescientos hombres
que tenía consigo estaban agotados por la persecución.
5 Dijo, pues, a la gente de Sukkot: «Dad, por favor, tortas de pan a la
tropa que me sigue, porque está agotada, y voy persiguiendo a Zébaj y a
Salmunná, reyes de Madián.
6 Pero los jefes de Sukkot respondieron: «¿Acaso has sujetado ya las
manos de Zébaj y Salmunná para que demos pan a tu ejército?»7 Gedeón les respondió: «Bien; cuando Yahveh haya entregado en mis
manos a Zébaj y a Salmunná, os desgarraré las carnes con espinas del
desierto y con cardos.»
8 De allí subió a Penuel y les habló de igual manera. Pero la gente de
Penuel le respondió como lo había hecho la gente de Sukkot.
9 El respondió a los de Penuel: «Cuando vuelva vencedor, derribaré
esa torre.»
10 Zébaj y Salmunná estaban en Carcor con su ejército, unos 15.000
hombres, todos los que habían quedado del ejército de los hijos de Oriente.
Los que habían caído eran 120.000 guerreros.
11 Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este
de Nóbaj y de Yogbohá, y derrotó al ejército, cuando se creían ya seguros.
12 Zébaj y Salmunná huyeron. El los persiguió e hizo prisioneros a los
dos reyes de Madián, Zébaj y Salmunná. Y destruyó todo el ejército.
13 Después de la batalla, Gedeón, hijo de Joás, volvió por la pendiente
de Jares.
14 Habiendo detenido a un joven de la gente de Sukkot, le interrogó, y
él le dio por escrito los jefes de Sukkot y los ancianos: 77 hombres.
15 Gedeón se dirigió entonces a la gente de Sukkot y dijo: «Aquí
tenéis a Zébaj y Salmunná, a propósito de los cuales me injuriasteis
diciendo: ¿Acaso has sujetado ya las manos de Zébaj y Salmunná para que
demos pan a tus tropas agotadas?»
16 Tomó entonces a los ancianos de la ciudad y cogiendo espinas del
desierto y cardos, desgarró a los hombres de Sukkot.
17 Derribó la torre de Penuel y mató a los habitantes de la ciudad.
18 Luego dijo a Zébaj y Salmunná: «¿Cómo eran los hombres que
matasteis en el Tabor?» Ellos respondieron: «Se parecían a ti; cualquiera de
ellos tenía la apariencia de un hijo de rey.»
19 Respondió Gedeón: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Vive
Yahveh que, si los hubieseis dejado vivos, no os mataría!»
20 Y dijo a Yéter, su hijo mayor: «¡Levántate! ¡Mátalos!» Pero el
muchacho no desenvainó la espada; no se atrevía, porque era todavía muy
joven.
21 Zébaj y Salmunná dijeron entonces: «Levántate tú, hiérenos,
porque según es el hombre es su valentía.» Gedeón se levantó, mató a Zébaj
y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.
22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: «Reina sobre nosotros tú,
tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano de Madián.»
23 Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros
ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.»
24 Y añadió Gedeón: «Os voy a pedir una cosa: que cada uno me dé
un anillo de su botín.» Porque los vencidos tenían anillos de oro, pues eran
ismaelitas.
25 Respondieron ellos: «Te los damos con mucho gusto.» Extendió él
su manto y ellos echaron en él cada uno un anillo de su botín.26 El peso de los anillos de oro que les había pedido, se elevó a 1.700
siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura
que llevaban los reyes de Madián, ni tampoco los collares que pendían del
cuello de sus camellos.
27 Gedeón hizo con todo ello un efod, que colocó en su ciudad, en
Ofrá. Y todo Israel se prostituyó allí tras él y vino a ser una trampa para
Gedeón y su familia.
28 Allí fue humillado Madián ante los israelitas, y no volvió a levantar
cabeza. El país estuvo tranquilo cuarenta años, mientras vivió Gedeón.
29 Se fue, pues, Yerubbaal, hijo de Joás, y se quedó en su casa.
30 Gedeón tuvo setenta hijos, nacidos de él, pues tenía muchas
mujeres.
31 Y la concubina que tenía en Siquem, le dio a luz también un hijo, a
quien puso por nombre Abimélek.
32 Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez y fue
enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer.
33 Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a
prostituirse ante los Baales y tomaron por dios a Baal Berit.
34 Los israelitas olvidaron a Yahveh su Dios, que los había librado de
la mano de todos los enemigos de alrededor.
35 No fueron agradecidos con la casa de Yerubbaal-Gedeón, por todo
el bien que había hecho a Israel.

Salmo 117 (116)

¡Aleluya!1 ¡Alabad a Yahveh, todas las naciones, celebradle, pueblos todos!
2 Porque es fuerte su amor hacia nosotros, la verdad de Yahveh dura
por siempre.

Salmo 118 (117)

¡Aleluya!
1 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
2 ¡Diga la casa de Israel: que es eterno su amor!
3 ¡Diga la casa de Aarón: que es eterno su amor!
4 ¡Digan los que temen a Yahveh: que es eterno su amor!
5 En mi angustia hacia Yahveh grité, él me respondió y me dio
respiro;
6 Yahveh está por mí, no tengo miedo, ¿qué puede hacerme el
hombre?
7 Yahveh está por mí, entre los que me ayudan, y yo desafío a los que
me odian.
8 Mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en hombre;
9 mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en magnates.
10 Me rodeaban todos los gentiles: en el nombre de Yahveh los
cercené;
11 me rodeaban, me asediaban: en el nombre de Yahveh los cercené.
12 Me rodeaban como avispas, llameaban como fuego de zarzas: en el
nombre de Yahveh los cercené.
13 Se me empujó, se me empujó para abatirme, pero Yahveh vino en
mi ayuda;
14 mi fuerza y mi cántico es Yahveh, él ha sido para mí la salvación.
15 Clamor de júbilo y salvación, en las tiendas de los justos: «¡La
diestra de Yahveh hace proezas,
16 excelsa la diestra de Yahveh, la diestra de Yahveh hace proezas!»
17 No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Yahveh;
18 me castigó, me castigó Yahveh, pero a la muerte no me entregó.
19 ¡Abridme las puertas de justicia, entraré por ellas, daré gracias a
Yahveh!
20 Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos.
21 Gracias te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la
salvación.
22 La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha
convertido;
23 esta ha sido la obra de Yahveh, una maravilla a nuestros ojos.
24 ¡Este es el día que Yahveh ha hecho, exultemos y gocémonos en
él!
25 ¡Ah, Yahveh, da la salvación! ¡Ah, Yahveh, da el éxito!
26 ¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la Casa de
Yahveh os bendecimos. 27 Yahveh es Dios, él nos ilumina. ¡Cerrad la procesión, ramos en
mano, hasta los cuernos del altar!
28 Tú eres mi Dios, yo te doy gracias, Dios mío, yo te exalto.
29 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!

Santiago 2

1 Hermanos míos, no entre la acepción de personas en la fe que tenéis
en nuestro Señor Jesucristo glorificado.
2 Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo
de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido
sucio;
3 y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le
decís: «Tú, siéntate aquí, en un buen lugar»; y en cambio al pobre le decís:
«Tú, quédate ahí de pie», o «Siéntate a mis pies».
4 ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con
criterios malos?
5 Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a
los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que
prometió a los que le aman?
6 ¡En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre! ¿No son acaso
los ricos los que os oprimen y os arrastran a los tribunales?
7 ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido
invocado sobre vosotros?
8 Si cumplís plenamente la Ley regia según la Escritura: = Amarás a
tu prójimo como a ti mismo, = obráis bien;
9 pero si tenéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis
convictos de transgresión por la Ley.
10 Porque quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se
hace reo de todos.
11 Pues el que dijo: = No adulteres, = dijo también: = No mates. = Si
no adulteras, pero matas, eres transgresor de la Ley.
12 Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados
por la Ley de la libertad.
13 Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo
misericordia; pero la misericordia se siente superior al juicio.
14 ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no
tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?
15 Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del
sustento diario,16 y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos»,
pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
17 Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta.
18 Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo tengo
obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe.
19 ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los
demonios lo creen y tiemblan.
20 ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril?
21 Abraham nuestro padre ¿no alcanzó la justificación por las obras
cuando = ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? =
22 ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe
alcanzó su perfección?
23 Y alcanzó pleno cumplimiento la Escritura que dice: = Creyó
Abraham en Dios y le fue reputado como justicia = y fue llamado amigo de
Dios.»
24 Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe
solamente.
25 Del mismo modo Rajab, la prostituta, ¿no quedó justificada por las
obras dando hospedaje a los mensajeros y haciéndoles marchar por otro
camino?
26 Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la
fe sin obras está muerta.

Santiago 3

1 No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos,
sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo,
2 pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un
hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.
3 Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan,
dirigimos así todo su cuerpo.
4 Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos
las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del
piloto quiere.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de
grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande.
6 Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es
uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo y, encendida por la
gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos.
7 Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser
domados y de hecho han sido domados por el hombre;
8 en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal
turbulento; está llena de veneno mortífero.
9 Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los
hombres, hechos a imagen de Dios;
10 de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto,
hermanos míos, no debe ser así.11 ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga?
12 ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la
vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce.
13 ¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que
muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la
sabiduría.
14 Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de
contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad.
15 Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural,
demoníaca.
16 Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay
desconcierto y toda clase de maldad.
17 En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar,
pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos
frutos, imparcial, sin hipocresía.
18 Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la
paz.

%d bloggers like this: