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1 Samuel 17

1 Reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en
Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes Dammim.
2 Se reunieron Saúl y los hombres de Israel, acamparon en el valle del
Terebinto y se ordenaron en batalla frente a los filisteos.
3 Ocupaban los filisteos una montaña por un lado y los israelitas
ocupaban la montaña frontera, quedando el valle por medio.
4 Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque,
llamado Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura;
5 tenía un yelmo de bronce sobre su cabeza y estaba revestido de una
coraza de escamas, siendo el peso de la coraza 5.000 siclos de bronce.

6 Tenía en las piernas grebas de bronce y una jabalina de bronce entre
los hombros.
7 El asta de su lanza era como enjullo de tejedor y la punta de su lanza
pesaba seiscientos siclos de hierro. Su escudero le precedía.
8 Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel diciéndoles: «¿Para qué
habéis salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y
vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre y que baje contra mí.
9 Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos vuestros esclavos
pero si yo le venzo y le mato, seréis nuestros esclavos y nos serviréis.»
10 Y añadió el filisteo: «Yo desafío hoy a las filas de Israel; dadme un
hombre y lucharemos mano a mano.»
11 Oyó Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo y se consternaron
y se llenaron de miedo.
12 Era David hijo de un efrateo de Belén de Judá, llamado Jesé, que
tenía ocho hijos. En tiempo de Saúl este hombre era ya anciano, muy
entrado en años.
13 Los tres hijos mayores de Jesé se fueron a la guerra con Saúl; el
nombre de los tres hijos suyos que marcharon a la guerra era Eliab, el
primogénito, Abinadab, el segundo, y Sammá, el tercero.
14 David era el más pequeño; cuanto a los tres mayores, habían
seguido a Saúl.
15 (David alternaba sus viajes al campamento de Saúl con el cuidado
del rebaño de su padre en Belén).
16 El filisteo se acercaba mañana y tarde y se presentó así durante
cuarenta días.
17 Jesé dijo a su hijo David: «Lleva a tus hermanos esta medida de
trigo tostado y estos diez panes y corre al campamento a donde tus
hermanos.
18 Y estos diez requesones llévalos al jefe de millar; entérate de la
salud de tus hermanos y toma señal de recibo de ellos.
19 Están Saúl, ellos y todos los hombres de Israel en el valle del
Terebinto, guerreando con los filisteos.»
20 Se levantó David de madrugada, dejó el rebaño al guarda y,
tomado las cosas, se fue como le había mandado Jesé, y llegó al círculo del
campamento justo cuando salía el ejército para ordenarse en batalla,
lanzando el grito de guerra.
21 Israel y los filisteos se pusieron en orden de batalla, fila contra fila.
22 Dejó David las cosas en manos del guardia de la impedimenta y
corrió a las filas y fue a preguntar a sus hermanos cómo estaban.
23 Mientras hablaba con ellos el hombre de las tropas de choque,
llamado Goliat, el filisteo de Gat, subía de las filas de los filisteos, diciendo
las mismas palabras, y le oyó David.
24 En viéndole todos los hombres de Israel huyeron delante de él,
llenos de miedo.25 Los hombres de Israel decían: «¿Habéis visto a este hombre que
sube? Sube a provocar a Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes
riquezas y le dará su hija y librará de tributo la casa de su padre en Israel.»
26 Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a su lado: «¿Qué
se hará al hombre que mate a ese filisteo y aparte la afrenta de Israel? Pues
¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes de Dios vivo?»
27 Y el pueblo le repitió las mismas palabras: «Así se hará al hombre
que lo mate.»
28 Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y
se encendió en cólera Eliab contra David, y le dijo: «¿Para qué has bajado,
y a quién has dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Ya sé yo tu
atrevimiento y la maldad de tu corazón. Has bajado para ver la batalla.»
29 Respondió David: «Pues ¿qué he hecho yo? ¿es que uno no puede
hablar?»
30 Y volviéndose se dirigió a otro y preguntó lo mismo y la gente le
respondió como la primera vez.
31 Fueron oídas las palabras que decía David y se lo contaron a Saúl,
que le hizo venir.
32 Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a
combatir con ese filisteo.»
33 Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo para luchar con
él, porque tú eres un niño y él es hombre de guerra desde su juventud.»
34 Respondió David a Saúl: «Cuando tu siervo estaba guardando el
rebaño de su padre y venía el león o el oso y se llevaba una oveja del
rebaño,
35 salía tras él, le golpeaba y se la arrancaba de sus fauces, y si se
revolvía contra mí, lo sujetaba por la quijada y lo golpeaba hasta matarlo.
36 Tu siervo ha dado muerte al león y al oso, y ese filisteo
incircunciso será como uno de ellos, pues ha insultado a las huestes de Dios
vivo.»
37 Añadió David: «Yahveh que me ha librado de las garras del león y
del oso, me librará de la mano de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y
que Yahveh sea contigo.»
38 Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios vestidos y le
puso un casco de bronce en la cabeza y le cubrió con una coraza.
39 Ciñó a David su espada sobre su vestido. Intentó David caminar,
pues aún no estaba acostumbrado, y dijo a Saúl: «No puedo caminar con
esto, pues nunca lo he hecho.» Entonces se lo quitaron.
40 Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco cantos
lisos y los puso en su zurrón de pastor, en su morral , y con su honda en la
mano se acercó al filisteo.
41 El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su
escudero.
42 Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció, porque
era un muchacho rubio y apuesto.43 Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro, pues vienes contra
mí con palos?» Y maldijo a David el filisteo por sus dioses,
44 y dijo el filisteo a David: «Ven hacia mí y daré tu carne a las aves
del cielo y a las fieras del campo.»
45 Dijo David al filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y
jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Yahveh Sebaot, Dios de los
ejércitos de Israel, a los que has desafiado.
46 Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré
la cabeza y entragaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres del ejército
filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra
que hay Dios para Israel.
47 Y toda esta asamblea sabrá que no por la espada ni por la lanza
salva Yahveh, porque de Yahveh es el combate y os entrega en nuestras
manos.»
48 Se levantó el filisteo y fue acercándose al encuentro de David; se
apresuró David, salió de las filas y corrió al encuentro del filisteo.
49 Metió su mano David en su zurrón, sacó de él una piedra, la lanzó
con la honda e hirió al filisteo en la frente; la piedra se clavó en su frente y
cayó de bruces en tierra.
50 Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo
y le mató sin tener espada en su mano.
51 Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y tomando la espada de
éste de sacó de su vaina, le mató y le cortó la cabeza. Viendo los filisteos
que había muerto su campeón, huyeron.
52 Se levantaron los hombres de Israel y de Judá y, lanzando el grito
de guerra, persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las
puertas de Ecrón. Los cadáveres de los filisteos cubrían el camino, desde
Saaráyim hasta Gat y Ecrón.
53 Cuando los hijos de Israel regresaron de perseguir sañudamente a
los filisteos, saquearon el campamento.
54 Tomó David la cabeza del filisteo, y la llevó a Jerusalén; pero sus
armas las colocó en su tienda.
55 Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a
Abner, jefe del ejército: «¿De quién es hijo este muchacho, Abner?» Abner
respondió: «Por tu vida, oh rey, que no lo sé.»
56 El rey dijo: «Pregunta de quién es hijo este muchacho.»
57 Cuando volvió David de matar al filisteo, le tomó Abner y le llevó
ante Saúl con la cabeza del filisteo en la mano .
58 Saúl le preguntó: «¿De quién eres hijo, muchacho?» David
respondió: «De tu siervo Jesé, de Belén.»

1 Samuel 18

1 En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al
alma de David, y le amó Jonatán como a sí mismo.
2 Le retuvo Saúl aquel día y no le permitió regresar a casa de su padre.
3 Hizo Jonatán alianza con David, pues le amaba como a sí mismo.

4 Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, su vestido
y también su espada, su arco y su cinturón.
5 David lograba éxito en todas las campañas que Saúl le
encomendaba, y le puso Saúl al frente de hombres de guerra, y se hizo
querer de todo el pueblo, también de los servidores de Saúl.
6 A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las
mujeres de todas la ciudades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar
danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría.
7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y
David sus miríadas.
8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan
miríadas a David y a mí millares; sólo le falta ser rey.»
9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de
envidia.
10 Al día siguiente se apoderó de Saúl un espíritu malo de Dios y
deliraba en medio de la casa; David tocaba como otras veces. Tenía Saúl la
lanza en la mano.
11 Blandió Saúl la lanza y dijo: «Voy a clavar a David en la pared.»
Pero David le esquivó dos veces.
12 Temía Saúl a David porque Yahveh estaba con David y de Saúl se
había apartado
13 y le alejó Saúl de junto a sí, nombrándole jefe de mil y entraba y
salía a la cabeza de la tropa.
14 David ejecutaba con éxito todas sus empresas y Yahveh estaba con
él.
15 Viendo Saúl que tenía mucho éxito le temió.
16 Todo Israel y Judá quería a David, pues salía y entraba a la cabeza
de ellos.
17 Dijo Saúl a David: «Voy a darte por mujer a mi hija mayor Merab,
tan sólo con que me seas valeroso y luches las batallas de Yahveh.» Saúl se
había dicho: «Que no muera por mi mano, sino por mano de los filisteos.»
18 Dijo David a Saúl: «¿Quién soy yo y cuál es mi linaje, la casa de
mi padre en Israel, para ser yerno del rey?»
19 Pero cuando llegó el tiempo de entregar a Merab, la hija de Saúl, a
David, fue entregada a Adriel de Mejolá.
20 Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David; se lo dijeron a Saúl y le
agradó la noticia.
21 Dijo Saúl: «Se la entregaré, pero será para él un lazo, pues caerá
sobre él la mano de los filisteos.» (Saúl, pues, dijo dos veces a David:
«Ahora serás mi yerno.»)
22 Ordenó Saúl a sus servidores: «Insinuad a David: Mira que el rey
te estima; también te estiman todos sus servidores; procura ser yerno del
rey.»
23 Los servidores de Saúl dijeron estas palabras a oídos de David y
David replicó: «¿Os parece sencillo ser yerno del rey? Yo soy un hombre
pobre y ruin.»24 Comunicaron a Saúl sus servidores: «Estas palabras ha dicho
David.»
25 Respondió Saúl: «Decid así a David: No quiere el rey dote, sino
cien prepucios de filisteos para vengarse de los enemigos del rey.»
Tramaba el rey hacer sucumbir a David a manos de los filisteos.
26 Los servidores comunicaron a David estas palabras y la cosa
pareció bien a David para llegar a ser yerno del rey. No se había cumplido
el plazo,
27 cuando se levantó David y partió con sus hombres. Mató a los
filisteos doscientos hombres y trajo David sus prepucios que entregó
cumplidamente al rey para ser yerno del rey. Saúl le dio a su hija Mikal por
mujer.
28 Temió Saúl, pues sabía que Yahveh estaba con David y que toda la
casa de Israel le amaba.
29 Aumentó el temor de Saúl hacia David y fue siempre hostil a
David.
30 Salían los jefes de los filisteos, pero en todas sus incursiones
obtenía David más éxito que los demás servidores de Saúl, y su nombre se
hizo muy famoso.

1 Samuel 19

1 Saúl dijo a su hijo Jonatán y a todos sus servidores que haría morir a
David; pero Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David,
2 y avisó Jonatán a David diciéndole: «Mi padre Saúl te busca para
matarte. Anda sobre aviso mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto
y escóndete.
3 Yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo, donde tú estés, y
hablaré por ti a mi padre; veré lo que hay y te avisaré.»
4 Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: «No peque
el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te
ha hecho grandes servicios.
5 Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran
victoria para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a
pecar contra sangre inocente haciendo morir a David sin motivo?»
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: «¡Vive Yahveh!, no
morirá.»
7 Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y
llevó a David donde Saúl, y se quedó a su servicio como antes.
8 Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les
causó una gran derrota y huyeron ante él.
9 Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh; estaba sentado en
medio de la casa con su lanza en su mano y David tocaba.
10 Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David
a Saúl y la lanza se clavó en la pared; huyó David y se puso a salvo.
Aquella misma noche

11 envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle y matarle por la
mañana, pero su mujer Mikal advirtió a David: «Si no te pones a salvo esta
misma noche, mañana morirás.»
12 Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó
poniéndose a salvo.
13 Tomó Mikal uno de los terafim y lo puso en el lecho, colocó una
estera de pelos de cabra a la cabecera y la cubrió con un vestido.
14 Cuando Saúl mandó gente para prender a David, ella dijo: «Está
enfermo.»
15 Pero Saúl envió de nuevo los emisarios para ver a David y les dijo:
«Traédmelo en su lecho, para matarlo.»
16 Entraron los enviados y hallaron un terafim en el lecho y la estera
de pelos de cabra en la cabecera.
17 Dijo Saúl a Mikal: «¿Por qué me has engañado y has dejado
escapar a mi enemigo para que se salve?» Respondió Mikal a Saúl: «El me
dijo: déjame escapar o te mato.»
18 Huyó, pues, David y se puso a salvo, yéndose a donde Samuel, en
Ramá, y le contó cuanto Saúl le había hecho. Después, él y Samuel se
fueron a habitar en las celdas.
19 Avisaron a Saúl: «Mira, David está en las celdas de Ramá.»
20 Mandó Saúl emisarios para prender a David; vieron éstos la
agrupación de los profetas en trance de profetizar, con Samuel a la cabeza.
Vino sobre los emisarios de Saúl el espíritu de Dios y también ellos se
pusieron en trance.
21 Se lo comunicaron a Saúl y envió nuevos emisarios que también se
pusieron en trance. Saúl volvió a enviar mensajeros por tercera vez y
también éstos se pusieron en trance.
22 Entonces partió él mismo para Ramá y llegó a la gran cisterna de la
era que está en Seku y preguntó: «¿Dónde están Samuel y David?», y le
dijeron: «Están en las celdas de Ramá.»
23 Se fue de allí a las celdas de Ramá y vino también sobre él el
espíritu de Dios e iba caminando en trance hasta que llegó a las celdas de
Ramá.
24 También él se quitó sus vestidos y se puso en trance profético ante
Samuel, y quedó desnudo en tierra todo aquel día y toda aquella noche, por
lo que se suele decir: «¿Conque también Saúl entre los profetas?»

1 Samuel 20

1 Huyó David de las celdas de Ramá y se fue a decir a Jonatán: «¿Qué
he hecho, cuál es mi falta y en qué he pecado contra tu padre para que
busque mi muerte?»
2 Jonatán le dijo: «De ninguna manera, no morirás. Mi padre no hace
ninguna cosa, grande o pequeña, sin descubrírmela; ¿por qué me había de
ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!»
3 Pero David volvió a jurar: «Save muy bien tu padre que me tienes
mucho afecto y se ha dicho: “Que no lo sepa Jonatán para que no se apene.” Y, con todo, por Yahveh y por tu vida, que no hay más que un paso entre yo
y la muerte.»
4 Dijo Jonatán a David: «Dime lo que deseas y te lo haré.»
5 Dijo David a Jonatán: «Mira, mañana es el novilunio; yo tendría que
sentarme con el rey a comer, pero tú me dejarás marchar y me esconderé en
el campo hasta la noche.
6 Si tu padre nota mi ausencia, dirás: “David me ha pedido con
insistencia que le deje hacer una escapada a Belén, su ciudad, porque se
celebra el sacrificio anual de toda la familia.”
7 Si tu padre dice: “Está bien,” tu siervo está a salvo; pero si se
enfurece, sabrás que por su parte está decretada la ruina.
8 Haz este favor a tu siervo ya que hiciste que tu siervo estableciera
contigo alianza de Yahveh; si hay falta en mí, dame tú mismo la muerte;
¿para qué llevarme hasta tu padre?»
9 Respondió Jonatán: «¡Lejos de ti! Si yo supiera con certeza que por
parte de mi padre está decretado que venga la ruina sobre ti, ¿no te lo
avisaría?»
10 Respondió David a Jonatán: «¿Quién me avisará si tu padre te
responde con aspereza?»
11 Respondió Jonatán a David: «Ven, salgamos al campo.» Y salieron
ambos al campo.
12 Dijo Jonatán a David: «Por Yahveh, Dios de Israel, te juro que
mañana a esta misma hora sondearé a mi padre; si la cosa se pone bien para
David y no envío quien te lo haga saber,
13 que Yahveh haga esto a Jonatán y añada esto otro. Si mi padre
decide hacerte mal, te lo haré saber para que te pongas a salvo y vayas en
paz. Y que Yahveh sea contigo como lo fue con mi padre.
14 Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo la bondad de
Yahveh y, si muerto,
15 nunca apartes tu misericordia de mi casa. Y cuando Yahveh haya
exterminado a los enemigos de David de la faz de la tierra,
16 que no sea exterminado Jonatán con la casa de Saúl; de lo
contrario, que Yahveh pida cuentas a David.»
17 Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues le
amaba como a sí mismo.
18 Jonatán le dijo: «Mañana es novilunio y se notará tu ausencia,
porque mirarán tu asiento.
19 Pasado mañana se notará más; tú irás al sitio en que te escondiste el
día del suceso aquel, y te pones junto a la loma que tú sabes.
20 Ese mismo día iré a lanzar flechas por esa parte, como para tirar al
blanco.
21 Mandaré al muchacho: “Anda, busca la flecha.” Si digo al
muchacho: “La flecha está más acá de ti, tómala,” vienes, porque todo va
bien para ti y no hay nada, por Yahveh.
22 Pero si digo al muchacho: “La flecha está más allá de ti,” vete,
porque Yahveh quiere que te vayas.23 Cuanto a la palabra que tú y yo tenemos hablada, mira, Yahveh
está entre los dos para siempre.»
24 David se escondió en el campo. Llegado el novilunio, el rey se
puso a la mesa para comer.
25 Se sentó el rey en su asiento, como de costumbre, en el asiento de
la pared; Jonatán se sentó enfrente y Abner al lado de Saúl; el asiento de
David quedó vacío.
26 Saúl no dijo nada aquel día, porque pensó: «Será un accidente, no
estará puro por no haberse purificado.»
27 Al día siguiente del novilunio, el segundo día, se fijaron en el
asiento de David, y Saúl dijo a su hijo Jonatán: ¿Por qué no ha venido a
comer ni ayer ni hoy el hijo de Jesé?»
28 Jonatán respondió a Saúl: «David me pidió con insistencia poder ir
a Belén.
29 Me dijo: “Déjame ir, por favor, porque es nuestro sacrificio de
familia en la ciudad y mis hermanos me han reclamado. Así que, si he
hallado gracia a tus ojos, déjame hacer una escapada para ver a mis
hermanos.” Por esto no ha venido a la mesa del rey.»
30 Se encendió la cólera de Saúl contra Jonatán y le dijo: «¡Hijo de
una perdida! ¿Acaso no sé yo que prefieres al hijo de Jesé para vergüenza
tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre?
31 Pues mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo
ni tú ni tu realeza; así que manda a buscarlo y tráemelo, porque es reo de
muerte.»
32 Respondió Jonatán a su padre Saúl y le dijo: «¿Por qué ha de
morir? ¿Qué ha hecho?»
33 Blandió Saúl su lanza contra él para herirle y comprendió Jonatán
que por parte de su padre la muerte de David era cosa decidida.
34 Se levantó Jonatán de la mesa ardiendo en ira y no comió el
segundo día del novilunio, pues estaba afligido por David, porque su padre
le había injuriado.
35 A la mañana siguiente salió Jonatán con un muchacho al campo, a
la hora acordada con David.
36 Dijo al muchacho: «Corre a buscar las flechas que voy a tirar.»
Corrió el muchacho, y entonces Jonatán lanzó las flechas más allá de él.
37 Cuando el muchacho llegaba al lugar donde había lanzado la flecha
Jonatán, éste gritó detrás de él: «¿ Acaso no está la flecha más allá de ti?»,
38 y siguió gritando detrás del muchacho: «Pronto, date prisa, no te
detengas.» Tomó el muchacho de Jonatán la flecha y volvió donde su señor.
39 El muchacho no se enteró de nada. Solamente lo entendían Jonatán
y David.
40 Dio Jonatán sus armas al muchacho que estaba con él y le dijo:
«Anda, llévalas a la ciudad.»
41 Se marchó el muchacho y David se levantó de junto a la loma y,
cayendo sobre su rostro en tierra, se postró tres veces. Se abrazaron los dos
y lloraron copiosamente.42 Dijo Jonatán a David: Vete en paz, ya que nos hemos jurado en
nombre de Yahveh: “Que Yahveh esté entre tú y yo, entre mi descendencia
y la tuya para siempre.”»

1 Samuel 21

1 Se levantó David y se fue, y Jonatán volvió a la ciudad.
2 Llegó David a Nob, donde el sacerdote Ajimélek; vino Ajimélek
temblando al encuentro de David y le preguntó: « Por qué vienes solo y no
hay nadie contigo?»
3 Respondió David al sacerdote Ajimélek: «El rey me ha dado una
orden y me ha dicho: «Que nadie sepa el asunto a que te mando y lo que te
ordeno.» A los muchachos los he citado en tal lugar.
4 Así pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo que haya.»
5 Respondió el sacerdote a David: «No tengo a mano pan profano,
pero hay pan consagrado, si es que los muchachos se han abstenido al
menos del trato con mujeres.»
6 Respondió David al sacerdote:» Ciertamente que la mujer nos está
prohibida, como siempre que salgo a campaña, y los cuerpos de los
muchachos están puros; aunque es un viaje profano, cierto que hoy sus
cuerpos están puros.»
7 Diole entonces el sacerdote panes consagrados, porque no había allí
otro pan sino el pan de la presencia, el retirado de delante de Yahveh para
colocar pan reciente el día que tocaba retirarlo.
8 Estaba allí aquel día uno de los servidores de Saúl, detenido ante
Yahveh; se llamaba Doeg, edomita, el más robusto de los pastores de Saúl.
9 Dijo David a Ajimélek: «¿No tienes aquí a mano una lanza o una
espada? Porque ni siquiera he cogido mi espada y mis armas, pues urgía la
orden del rey.»
10 Respondió el sacerdote: «Ahí está la espada de Goliat el filisteo
que mataste en el valle del Terebinto, envuelta en un paño detrás del efod;
si la quieres tómala; fuera de ésta, no hay otra.» Dijo David: «Ninguna
mejor. Dámela.»
11 Se levantó David y huyó aquel día de Saúl, yendo donde Akís, rey
de Gat.
12 Los servidores de Akís le dijeron: «¿No es este David, rey de la
tierra? ¿No es éste a quien cantaban en corro : Saúl mató sus millares y
David sus miríadas?»
13 Meditó David estas palabras y temió mucho a Akís, rey de Gat.
14 Y se fingió demente ante sus ojos haciéndose el loco en medio de
ellos; tamborileaba sobre el batiente de la puerta y dejaba caer la saliva
sobre su barba.
15 Dijo pues Akís a sus servidores: «Mirad, este hombre está loco.
¿Para qué me lo habéis traído?
16 ¿Es que me hacen falta locos, que me habéis traído a este para que
haga el loco a mi costa? ¿Va a entrar éste en mi casa?»

Salmo 124 (123)

(1) = Canción de las subidas. De David. = 1 Si Yahveh no hubiera
estado por nosotros, – que lo diga Israel –
2 si Yahveh no hubiera estado por nosotros, cuando contra nosotros se
alzaron los hombres,
3 vivos entonces nos habrían tragado en el fuego de su cólera.
4 Entonces las aguas nos habrían anegado, habría pasado sobre
nosotros un torrente,
5 habrían pasado entonces sobre nuestra alma aguas voraginosas.
6 ¡Bendito sea Yahveh que no nos hizo presa de sus dientes!
7 Nuestra alma como un pájaro escapó del lazo de los cazadores. El
lazo se rompió y nosotros escapamos;
8 nuestro socorro en el nombre de Yahveh, que hizo el cielo y la
tierra.

Salmo 125 (124)

(1) = Canción de las subidas. =
1 Los que confían en Yahveh son como el monte Sión, que es
inconmovible, estable para siempre.
2 ¡Jerusalén, de montes rodeada! Así Yahveh rodea a su pueblo desde
ahora y por siempre.
3 Jamás ha de caer el cetro de impiedad sobre la suerte de los justos,
para que los justos no alarguen a la maldad su mano.
4 Haz bien, Yahveh, a los buenos, a los de recto corazón.
5 ¡Mas a los que yerran por sus caminos tortuosos, los suprima
Yahveh con los agentes de mal! ¡Paz a Israel!

Salmo 126 (125)

(1) = Canción de las subidas. = 1 Cuando Yahveh hizo volver a los cautivos de Sión, como soñando
nos quedamos;
2 entonces se llenó de risa nuestra boca y nuestros labios de gritos de
alegría. Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho
Yahveh con éstos!
3 ¡Sí, grandes cosas hizo con nosotros Yahveh, el gozo nos colmaba!
4 ¡Haz volver, Yahveh, a nuestros cautivos como torrentes en el
Négueb!
5 Los que siembran con lágrimas cosechan entre cánticos.
6 Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando
trayendo sus gavillas.

Marcos 8

1 Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo
qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice:
2 «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que
permanecen conmigo y no tienen qué comer.
3 Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y
algunos de ellos han venido de lejos.»
4 Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan
a éstos aquí en el desierto?»5 El les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le respondieron:
«Siete.»
6 Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando
los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos
para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente.
7 Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición
sobre ellos, mandó que también los sirvieran.
8 Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete
espuertas.
9 Fueron unos 4.000; y Jesús los despidió.
10 Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la
región de Dalmanutá.
11 Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole
una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba.
12 Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por
qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta
generación ninguna señal.»
13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
14 Se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la
barca más que un pan.
15 El les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la
levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.»
16 Ellos hablaban entre sí que no tenían panes.
17 Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no
tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente
embotada?
18 = ¿Teniendo ojos no véis y teniendo oídos no oís? = ¿No os
acordáis de
19 cuando partí los cinco panes para los 5.000? ¿Cuántos canastos
llenos de trozos recogisteis?» «Doce», le dicen.
20 «Y cuando partí los siete entre los 4.000, ¿cuántas espuertas llenas
de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete.»
21 Y continuó: «¿Aún no entendéis?»
22 Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le
toque.
23 Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y
habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba:
«¿Ves algo?»
24 El, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como
árboles, pero que andan.»
25 Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver
perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas
las cosas.
26 Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de
Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen
los hombres que soy yo?»
28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías;
otros, que uno de los profetas.»
29 Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro
le contesta: «Tú eres el Cristo.»
30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho
y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser
matado y resucitar a los tres días.
32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a
reprenderle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro,
diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son
los de Dios, sino los de los hombres.»
34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame.
35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
36 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su
vida?
37 Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
38 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta
generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará
de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»

Marcos 9

1 Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay
algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino
de Dios.»
2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y
los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos,
3 y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que
ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
4 Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
5 Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos
aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías»;
6 – pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
7 Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino
una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»
8 Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a
Jesús solo con ellos.9 Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que
habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
10 Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era
eso de «resucitar de entre los muertos.»
11 Y le preguntaban: «¿Por qué dicen los escribas que Elías debe
venir primero?»
12 El les contestó: «Elías vendrá primero y restablecerá todo; mas,
¿cómo está escrito del Hijo del hombre que sufrirá mucho y que será
despreciado?
13 Pues bien, yo os digo: Elías ha venido ya y han hecho con él cuanto
han querido, según estaba escrito de él.»
14 Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y
a unos escribas que discutían con ellos.
15 Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle.
16 El les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?»
17 Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo
que tiene un espíritu mudo
18 y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar
espurnarajos, rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos
que lo expulsaran, pero no han podido.»
19 El les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!»
20 Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente
al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos.
21 Entonces él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le
viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño.
22 Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con
él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.»
23 Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para
quien cree!»
24 Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca
fe!»
25 Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu
inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y
no entres más en él.»
26 Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El
muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que
había muerto.
27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie.
28 Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus
discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?»
29 Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la
oración.»

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