# 84

1 Samuel 14

1 Un día, Jonatán, hijo de Saúl, dijo a su escudero: «Ven, vamos a
cruzar hasta la avanzadilla de los filisteos que están en este paso», pero
nada dijo a su padre.
2 Saúl estaba situado en el límite de Gueba, bajo el granado que está
cerca de la era, y las gentes que estaban con él eran como unos seiscientos
hombres.
3 Ajías, hijo de Ajitub, hermano de Ikabod, hijo de Pinjás, hijo de Elí,
sacerdote de Yahveh en Silo, llevaba el efod. La tropa no advirtió que
Jonatán se había marchado.
4 En el paso que Jonatán intentaba franquear para llegar a la
avanzadilla de los filisteos, hay un picacho por un lado y un picacho por el
otro. Uno se llama Boses y el otro Senné;
5 el primer picacho está al norte, frente a Mikmás, el segundo al sur,
frente a Gueba.
6 Jonatán dijo a su escudero: «Ven, crucemos hasta la avanzadilla de
esos incircuncisos. Acaso Yahveh haga algo por nosotros, porque nada
impide a Yahveh dar la victoria con pocos o con muchos.»
7 Su escudero respondió: «Haz todo lo que tu corazón te dicte. Por mi
parte estoy contigo, a tu voluntad.»8 Jonatán dijo: «Vamos a pasar hacia esa gente y nos haremos ver de
ellos.
9 Si nos dicen: “¡Alto ahí! hasta que lleguemos a vosotros”, nos
quedaremos en el sitio y no subiremos a ellos.
10 Pero si nos dicen: “Subid hacia nosotros,” subiremos, porque
Yahveh los ha entregado en nuestras manos; esto nos servirá de señal.»
11 Cuando se dejaron ver de la avanzadilla de los filisteos, éstos
dijeron: «Mirad los hebreos que salen de los escondrijos donde se habían
metido.»
12 Y la gente de la avanzadilla, dirigiéndose a Jonatán y a su
escudero, dijeron: «Subid hacia nosotros, que os vamos a enseñar algo.»
Entonces Jonatán dijo a su escudero: «Sube detrás de mí, pues Yahveh los
ha entregado en manos de Israel.»
13 Subió Jonatán ayudándose de pies y manos, y su escudero le
seguía. Caían los filisteos ante Jonatán y detrás de él su escudero los iba
rematando.
14 Este primer estrago que hicieron Jonatán y su escudero fue de una
veintena de hombres…
15 Cundió el terror en el campo y en el campamento y en la gente
toda; la avanzadilla y los cuerpos de descubierta fueron presa del espanto, la
tierra tembló y hubo un terror de Dios.
16 Los escuchas de Saúl que estaban en Gueba de Benjamín vieron
que el campamento se agitaba de un lado para otro,
17 y Saúl dijo a las tropas que estaban con él: «Pasad revista y ved
quién se ha marchado de los nuestros.» Se pasó revista y vieron que
faltaban Jonatán y su escudero.
18 Entonces Saúl dijo a Ajías: «Trae el efod», porque este era el que
llevaba el efod en presencia de Israel.
19 Pero mientras Saúl hablaba al sacerdote, el tumulto del
campamento filisteo iba creciendo y Saúl dijo al sacerdote: «Retira tu
mano.»
20 Saúl y toda la tropa que estaba con él se reunieron y llegaron al
campo de batalla, y he aquí que la espada de cada uno se volvía contra el
otro, ¡un enorme desconcierto!
21 Los hebreos que de antes estaban al servicio de los filisteos y que
habían subido con ellos al campamento, también desertaron y se pasaron a
los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán.
22 Todos los israelitas que se habían escondido en la montaña de
Efraím, al saber que los filisteos huían, los persiguieron hostigándolos.
23 Aquel día Yahveh dio la victoria a Israel. El combate se extendió
más allá de Bet Jorón.
24 Los hombres de Israel estaban en gran apuro aquel día y Saúl
pronunció una imprecación sobre el pueblo: «Maldito el hombre que coma
algo antes del anochecer, antes que me haya vengado de mis enemigos.» Y
nadie del pueblo probó bocado.
25 Había, pues, un panal de miel por el suelo,26 y el pueblo llegó al panal cuando la miel estaba destilando, pero
nadie se llevó la mano a su boca, porque el pueblo temía la imprecación.
27 Jonatán no había oído la imprecación que su padre había
pronunciado sobre el pueblo y alargó la punta de la vara que tenía en la
mano, la metió en el panal y después llevó la mano a su boca y le brillaron
los ojos.
28 Uno del pueblo le habló diciendo: «Tu padre ha pronunciado
solemnemente esta imprecación sobre el pueblo; ha dicho “Maldito el
hombre que coma hoy algo.”»
29 Jonatán respondió: «Mi padre ha causado un trastorno al país. Ved
cómo tengo los ojos más brillantes por haber tomado este poco de miel.
30 Pues si la tropa hubiese comido hoy del botín tomado al enemigo
¿no hubiera sido mayor el estrago de los filisteos?»
31 Aquel día fueron batidos los filisteos desde Mikmás hasta Ayyalón
y la gente quedó extenuada.
32 La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado menor, bueyes
y terneros, los inmoló sobre el suelo y lo comieron con la sangre.
33 Avisaron a Saúl: «El pueblo está pecando contra Yahveh comiendo
la sangre.» El entonces dijo: «Habéis sido infieles. Rodadme hasta aquí una
piedra grande.»
34 Luego dijo: «Repartíos entre el pueblo y decidles: que cada uno
traiga su buey o su carnero; los inmolaréis aquí y comeréis, sin pecar contra
Yahveh por comerlo con sangre.» Todos los hombres llevaron cada cual lo
que tenía aquella noche y lo inmolaron allí.
35 Alzó Saúl un altar a Yahveh; este fue el primer altar que edificó.
36 Saúl dijo: «Bajemos durante la noche en persecución de los
filisteos y saqueémoslos hasta el amanecer; no dejaremos ni un solo
hombre.» Le respondieron: «Haz lo que mejor te parezca.» Pero el
sacerdote dijo: «Acerquémonos aquí a Dios.»
37 Consultó Saúl a Dios: «¿Bajaré en persecución de los filisteos?
¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero no respondió en aquella ocasión.
38 Entonces dijo Saúl: «Acercaos aquí todos los principales del
pueblo. Investigad en qué ha consistido el pecado de hoy.
39 ¡Vive Yahveh! que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi
hijo Jonatán, morirá sin remisión.» Nadie del pueblo se atrevió a
responderle.
40 Dijo a todo Israel: «Poneos a un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos
pondremos al otro», y el pueblo respondió a Saúl: «Haz lo que mejor te
parezca.»
41 Dijo entonces Saúl: «Yahveh Dios de Israel, ¿por qué no respondes
hoy a tu siervo? Si el pecado es mío o de mi hijo Jonatán, Yahveh Dios de
Israel, da = urim; = si el pecado es de tu pueblo Israel, da = tummim =.»
Fueron señalado Saúl y Jonatán, quedando libre el pueblo.
42 Saúl dijo: «Sortead entre mi hijo Jonatán y yo»; y fue señalado
Jonatán.43 Dijo entonces Saúl a Jonatán: «Cuéntame lo que has hecho.»
Jonatán respondió: «No he hecho más que probar un poco de miel con la
punta de la vara que tenía en la mano. Estoy dispuesto a morir.»
44 Saúl replicó: «Que Dios me haga esto y me añada esto otro si no
mueres, Jonatán.»
45 Pero el pueblo dijo a Saúl: «¿Es que va a morir Jonatán siendo él
quien ha conseguido esta gran victoria en Israel? ¡Dios nos libre! ¡Vive
Yahveh! que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, porque con
ayuda de Dios lo hizo.» Así rescató el pueblo a Jonatán y no murió.
46 Regresó Saúl de la persecución de los filisteos y los filisteos
alcanzaron su país.
47 Cuando Saúl se constituyó rey sobre Israel guerreó por todas partes
contra todos sus enemigos: contra Moab, los ammonitas, Edom, el rey de
Sobá y los filisteos; doquiera se dirigía resultaba vencedor.
48 Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y libró a Israel del
poder de los que le saqueaban.
49 Los hijos de Saúl fueron: Jonatán, Isyó y Malki Súa. Los nombres
de sus dos hijas eran: Merab la mayor y Mikal la más pequeña.
50 La mujer de Saúl se llamaba Ajinoam, hija de Ajimaas. El jefe de
su ejército se llamaba Abner, hijo de Ner, tío de Saúl:
51 Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel.
52 Hubo una guerra encarnizada contra los filisteos toda la vida de
Saúl. En cuanto Saúl veía un hombre fuerte y valeroso, se lo incorporaba.

1 Samuel 15

1 Samuel dijo a Saúl: «Yahveh me ha enviado para consagrarte rey
sobre su pueblo Israel. Escucha, pues, las palabras de Yahveh:
2 Esto dice Yahveh Sebaot: He decidido castigar lo que Amalec hizo a
Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto.
3 Ahora, vete y castiga a Amalec, consagrándolo al anatema con todo
lo que posee, no tengas compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y
lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos.»
4 Convocó Saúl al pueblo y le pasó revista en Telam: 200.000 infantes
y 10.000 hombres de Judá.
5 Avanzó Saúl hasta la capital de Amalec y se emboscó en el
barranco.
6 Dijo Saúl a los quenitas: «Marchaos, apartaos de los amalecitas, no
sea que os haga desaparecer con ellos, pues os portasteis bien con todos los
israelitas cuando subían de Egipto»; y los quenitas se apartaron de los
amalecitas.
7 Batió Saúl a los amalecitas desde Javilá, en dirección de Sur que
está al este de Egipto.
8 Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo
a filo de espada en cumplimiento del anatema.
9 Pero Saúl y la tropa perdonaron a Agag y a lo más escogido del
ganado mayor y menor, las reses cebadas y los corderos y todo lo bueno.No quisieron consagrarlo al anatema, pero consagraron al anatema toda la
hacienda vil y sin valor.
10 Le fue dirigida la palabra de Dios a Samuel diciendo:
11 «Me arrepiento de haber dedo la realeza a Saúl, porque se ha
apartado de mí y no ha ejecutado mis órdenes.» Se conmovió Samuel y
estuvo clamando a Yahveh toda la noche.
12 Se levantó Samuel por la mañana al encuentro de Saúl. Avisaron a
Samuel: «Saúl ha ido a Carmelo y se ha erigido un monumento; después ha
seguido y ha bajado a Guilgal.»
13 Llegó Samuel donde Saúl y éste dijo: «Bendito seas de Yahveh. Ya
he ejecutado la orden de Yahveh.»
14 Pero Samuel preguntó: «¿Y qué son esos balidos que vienen a mis
oídos y esos mugidos que oigo?»
15 Respondió Saúl: «Los hemos traído de Amalec porque el pueblo ha
perdonado lo mejor del ganado mayor y menor con intención de ofrecerlo
en sacrificio a Yahveh tu Dios. Cuanto a lo demás, lo hemos entregado al
anatema.»
16 Pero Samuel dijo a Saúl: «Basta ya y deja que te anuncie lo que
Yahveh me ha revelado esta noche.» El le dijo: «Habla.»
17 Entonces Samuel dijo: «Aunque tú eres pequeño a tus propios ojos
¿no eres el jefe de las tribus de Israel? Yahveh te ha ungido rey de Israel.
18 Yahveh te ha enviado por el camino y te ha dicho: “Vete, y
consagra al anatema a estos pecadores, los amalecitas, hazles la guerra hasta
el exterminio”.
19 Por qué no has escuchado a Yahveh? ¿Por qué te has lanzado sobre
el botín y has hecho lo que desagrada a Yahveh?»
20 Saúl respondió a Samuel: «¡Yo he obedecido a Yahveh! Anduve
por el camino por el que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he
entregado al anatema a los amalecitas.
21 Del botín, el pueblo ha tomado el ganado mayor y menor, lo mejor
del anatema, para sacrificarlo a Yahveh tu Dios en Guilgal.»
22 Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahveh en los holocaustos
y sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahveh? Mejor es
obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros.
23 Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de terafim la
contumacia. Porque has rechazado la palabra de Yahveh, él te rechaza para
que no seas rey.
24 Saúl dijo a Samuel: «He pecado traspasando la orden de Yahveh y
tus mandatos, porque tuve miedo al pueblo y le escuché.
25 Ahora, pues, perdona mi pecado, por favor, y ven conmigo para
que adore a Yahveh.»
26 Pero Samuel respondió a Saúl: «No iré más contigo; ya que has
rechazado la palabra de Yahveh, Yahveh te ha rechazado para que no seas
rey de Israel.»
27 Y como Samuel se volviera para marcharse, le asió Saúl el extremo
del manto, que se desgarró,28 y Samuel dijo: «Hoy te ha desgarrado Yahveh el reino de Israel y
se lo ha dado a otro mejor que tú.»
29 (Y la Gloria de Israel no miente ni se arrepiente, porque no es un
hombre para arrepentirse).
30 Saúl dijo: «He pecado, pero, con todo, te ruego que me honres
ahora delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel y vengas
conmigo para que adore a Yahveh tu Dios.»
31 Volvió Samuel con Saúl y éste adoró a Yahveh.
32 Después dijo Samuel: «Traedme a Agag, rey de los amalecitas», y
vino Agag hacia él y se resistía diciendo: «En verdad es amarga la muerte.»
33 Samuel dijo: «Como tu espada ha privado a las mujeres de sus
hijos, así entre las mujeres, privada de su hijo será tu madre», y Samuel
despedazó a Agag ante Yahveh en Guilgal.
34 Partió Samuel para Ramá, y Saúl subió a su casa en Guibeá de
Saúl.
35 Samuel no vio más a Saúl hasta el día de su muerte. Y lloraba
Samuel por Saúl, pero Yahveh se había arrepentido de haberle hecho rey de
Israel.
1 Samuel 16
1 Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar llorando por
Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena
tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto
entre sus hijos un rey para mí.»
2 Samuel replicó: «¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará.»
Respondió Yahveh: «Lleva contigo una becerra y di: “He venido a
sacrificar a Yahveh.”
3 Invitarás a Jesé al sacrificio y yo te indicaré lo que tienes que hacer,
y me ungirás a aquel que yo te diga.»
4 Hizo Samuel lo que Yahveh le había ordenado y se fue a Belén.
Salieron temblando a su encuentro los ancianos de la ciudad y le
preguntaron: «¿Es de paz tu venida, vidente?»
5 Samuel respondió: «Sí; he venido a sacrificar a Yahveh. Purificaos y
venid conmigo al sacrificio.» Purificó a Jesé y a sus hijos y les invitó al
sacrificio.
6 Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo: «Sin duda está
ante Yahveh su ungido.»
7 Pero Yahveh dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran
estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada
del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el
corazón.»
8 Llamó Jesé a Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, que dijo:
«Tampoco a éste ha elegido Yahveh.»
9 Jesé hizo pasar a Sammá, pero Samuel dijo: «Tampoco a éste ha
elegido Yahveh.»10 Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: «A
ninguno de éstos ha elegido Yahveh.»
11 Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más muchachos?»
El respondió: «Todavía falta el más pequeño, que está guardando el
rebaño.» Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo traigan, porque no
comeremos hasta que haya venido.»
12 Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa
presencia. Dijo Yahveh: «Levántate y úngelo, porque éste es.»
13 Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus
hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh.
Samuel se levantó y se fue a Ramá.
14 El espíritu de Yahveh se había apartado de Saúl y un espíritu malo
que venía de Yahveh le perturbaba.
15 Dijéronle, pues, los servidores de Saúl: «Mira, un espíritu malo de
Dios te aterroriza;
16 permítenos, señor, que tus siervos que están en tu presencia te
busquen un hombre que sepa tocar la cítara, y cuando te asalte el espíritu
malo de Dios tocará y te hará bien.»
17 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme, pues, un hombre que sepa
tocar bien y traédmelo.»
18 Tomó la palabra uno de los servidores y dijo: «He visto a un hijo
de Jesé el belemita que sabe tocar; es valeroso, buen guerrero, de palabra
amena, de agradable presencia y Yahveh está con él.»
19 Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «Envíame a tu
hijo David, el que está con el rebaño.»
20 Tomó Jesé cinco panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a
Saúl con su hijo David.
21 Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró
mucho afecto y le hizo su escudero.
22 Mandó Saúl a decir a Jesé: «Te ruego que tu hijo David se quede a
mi servicio, porque ha hallado gracia a mis ojos.»
23 Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara,
la tocaba, Saúl, encontraba calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba
de él.

Salmo 122 (121)

(1) = Canción de las subidas. De David. = 1 ¡Oh, qué alegría cuando
me dijeron: Vamos a la Casa de Yahveh!
2 ¡Ya estamos, ya se posan nuestros pies en tus puertas, Jerusalén!
3 Jerusalén, construida cual ciudad de compacta armonía,
4 a donde suben las tribus, las tribus de Yahveh, es para Israel el
motivo de dar gracias al nombre de Yahveh.
5 Porque allí están los tronos para el juicio, los tronos de la casa de
David.
6 Pedid la paz para Jerusalén: ¡en calma estén tus tiendas,

7 haya paz en tus muros, en tus palacios calma!
8 Por amor de mis hermanos y de mis amigos, quiero decir: ¡La paz
contigo!
9 ¡Por amor de la Casa de Yahveh nuestro Dios, ruego por tu ventura.

Salmo 123 (122)

(1) = Canción de las subidas. =
1 A ti levanto mis ojos, tú que habitas en el cielo;
2 míralos, como los ojos de los siervos en la mano de sus amos. Como
los ojos de la sierva en la mano de su señora, así nuestros ojos en Yahveh
nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros.
3 ¡Ten piedad de nosotros, Yahveh, ten piedad de nosotros, que
estamos saturados de desprecio!
4 ¡Nuestra alma está por demás saturada del sarcasmo de los
satisfechos, (¡El desprecio es para los soberbios!)

Marcos 7
EFFETÁ

1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos
de Jerusalén.
2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras,
es decir no lavadas,
3 – es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado
las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,
4 y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas
cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y
bandejas -.
5 Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus
discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que
comen con manos impuras?»
6 El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está
escrito: = Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de
mí. =
7 = En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son
preceptos de hombres. =
8 Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres.»
9 Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para
conservar vuestra tradición!
10 Porque Moisés dijo: = Honra a tu padre y a tu madre = y: = el que
maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. = Pero
vosotros decís:
11 Si uno dice a su padre o a su madre: “Lo que de mí podrías recibir
como ayuda lo declaro Korbán – es decir: ofrenda -“,
12 ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre,
13 anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis
transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.»
14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended.
15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda
contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al
hombre.
16 Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
17 Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le
preguntaban sobre la parábola.
18 El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No
comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede
contaminarle,
19 pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al
excusado?» – así declaraba puros todos los alimentos -.20 Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al
hombre.
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones
malas: fornicaciones, robos, asesinatos,
22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria,
insolencia, insensatez.
23 Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al
hombre.»
24 Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una
casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido,
25 sino que, en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya
hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies.
26 Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que
expulsara de su hija al demonio.
27 El le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está
bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»
28 Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen
bajo la mesa migajas de los niños.»
29 El, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha
salido de tu hija.»
30 Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y
que el demonio se había ido.
31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar
de Galilea, atravesando la Decápolis.
32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le
ruegan imponga la mano sobre él.
33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos
y con su saliva le tocó la lengua.
34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: =
«Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!»
35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua
y hablaba correctamente.
36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo
prohibía, tanto más ellos lo publicaban.
37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien;
hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

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