1 Crónicas 8
1 Benjamín engendró a Bela, su primogénito; Asbel, el segundo;
Ajiram el tercero;
2 Nojá, el cuarto, y Rafá, el quinto.
3 Los hijos de Bela fueron: Addar y Guerrá, padre de Ehúd,
4 Abisúa, Naamán, Ajoaj,
5 Guerá, Sefufán y Juram.
6 Estos son los hijos de Ehúd, los jefes de familia de los que moraban
en Gueba y a los que deportaron a Manájat:7 Naamán, Ajías y Guerá. Este los deportó, y engendró a Uzzá y
Ajijud.
8 Sajaráyim engendró hijos en los campos de Moab, después de haber
repudiado a sus mujeres Jusim y Baará.
9 Y de su nueva mujer engendró a Yobab, Sibías, Mesá, Malckom,
10 Yeús, Sakías y Mirmá. Estos son sus hijos, jefes de casas paternas.
11 Y de Jusim engendró a Atibub y Elpáal:
12 Hijos de Elpáal: Héber. Misam y Semed, el cual edificó Onó, Lud
y sus aldeas anejas.
13 Beriá y Sema fueron cabezas de familia de los habitantes de
Ayyalón, que pusieron en fuga a los moradores de Gat.
14 Hermano suyo: Sesaq. Yeremot,
15 Zebadías, Arad, Eder.
16 Miguel, Yispá, Yojá: eran hijos de Beriá.
17 Zebadías, Mesullam, Jizquí, Jáber.
18 Yismeray, Yizlías y Yobab: hijos de Elpáal.
19 Yaquim, Zikrí, Zabdí,
20 Elienay. Silletay, Eliel,
21 Adaías, Beraías y Simrat: hijos de Simí.
22 Yispán, Héber, Eliel,
23 Abdón, Zikrí, Janán,
24 Jananías, Elam, Antotías,
25 Yifdías y Penuel: hijos de Sesaq.
26 Samseray, Serajías, Atalías,
27 Yaaresías, Elías y Zikri: hijos de Yerojam.
28 Estos eran los jefes de las casas paternas, según sus linages, que
habitaban en Jerusalén.
29 En Gabaón habitaba Yeiel, padre de Gabaón, cuya mujer se
llamaba Maaká.
30 Su hijo primogénito: Abdón; después Sur, Quis, Báal, Ner, Nadab,
31 Guedor, Ajyó, Záker.
32 Miqlot engendró a Simá. También éstos habitaron, igual que sus
hermanos, en Jerusalén, con sus hermanos.
33 Ner engendró a Quis, Quis engendró a Saúl, Saúl engendró a
Jonatán, Malki Súa, Abinadab y Esbáal.
34 Hijo de Jonatán: Merib Báal. Merib Báal engendró a Miká.
35 Hijos de Miká: Pitón, Mélek, Tarea, Ajaz.
36 Ajaz engendró a Yehoaddá, Yehoaddá engendró a Alémet,
Azmávet y Zimri; Zimrí engendró a Mosá.
37 Mosá engendró a Biná, cuyo hijo fue Rafá, cuyo hijo fue Elasá,
cuyo hijo fue Asel.
38 Asel tuvo seis hijos, cuyos nombres son: Azricam, su primogénito;
después, Israel, Searías, Abdías y Janán. Todos ellos son hijos de Asel.
39 Hijos de Eseq, hermano suyo: Ulam, su primogénito, Yeús, el
segundo, y Elifélet, el tercero.40 Los hijos de Ulam fueron esforzados guerreros que manejaban el
arco; tuvieron muchos hijos y nietos: 150. Todos estos eran descendientes
de Benjamín.
1 Crónicas 9
1 Todos los israelitas estaban registrados en las genealogías e inscritos
en el libro de los reyes de Israel y de Judá, cuando fueron deportados a
Babilonia por sus infidelidades.
2 Los primeros que volvieron a habitar en sus propiedades y ciudades
fueron israelitas, sacerdotes, levitas y donados.
3 En Jerusalén habitaron hijos de Judá, hijos de Benjamín, hijos de
Efraím y de Mamassés.
4 Utay, hijo de Ammihúd, hijo de Omrí, hijo de Imrí, hijo de Baní, de
los hijos de Peres, hijo de Judá.
5 De los silonitas: Asaías, el primogénito, y sus hijos.
6 De los hijos de Zéraj: Yeuel y sus hermanos: 690.
7 De los hijos de Benjamín: Sallú, hijo de Mesullam, hijo de
Hodavías, hijo de Hassenuá;
8 Yibneías, hijo de Yerojam: Ela, hijo de Uzzí, hijo de Mikrí, y
Mesullam, hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Yibnías,
9 y sus hermanos, según sus genealogías: 956. Todos estos eran jefes
de familia en sus respectivas casas paternas.
10 De los sacerdotes: Yedaías, Yehoyarib, Yakín,
11 Azarías, hijo de Jilquías, hijo de Mesullam, hijo de Sadoq, hijo de
Merayot, hijo de Ajitub, príncipe de la Casa de Dios.
12 Adaías, hijo de Yerojam, hijo de Pasjur, hijo de Malkías; Masay,
hijo de Adiel, hijo de Yajzerá, hijo de Mesullam, hijo de Mesillemit, hijo de
Immer;
13 y sus hermanos, jefes de sus casas paternas: 1.760 hombres aptos
para los ejercicios del culto de la Casa de Dios.
14 De los levitas: Semaías, hijo de Jassub, hijo de Azricam, hijo de
Jasabías, de los hijos de Merarí.
15 Baqbacar, Herés, Galal y Mattanías, hijo de Miká, hijo de Zikrí,
hijo de Asaf.
16 Abdías, hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Yedutún; y
Berekías, hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitaban en los poblados de los
netofatíes.
17 Los porteros: Sallum, Aqcub, Talmón, Ajimán y sus hermanos.
Sallum era el jefe;
18 y están hasta el presente junto a la puerta del rey, al oriente. Estos
son los porteros del campamento de los hijos de Leví:
19 Sallum, hijo de Qoré, hijo de Ebyasaf, hijo de Coré, y sus
hermanos los coreítas, de la misma casa paterna, tenían el servicio del culto
como guardianes de los umbrales de la Tienda, pues sus padres habían
tenido a su cargo la guardia de acceso al campamento de Yahveh.20 Antiguamente había sido su jefe Pinjás, hijo de Eleazar, con el que
estaba Yahveh.
21 Zacarías, hijo de Meselemías, era portero de la entrada de la Tienda
del Encuentro.
22 El total de los elegidos para porteros era de 212, y estaban inscritos
en sus poblados. David y Samuel el vidente les habían establecido en sus
cargos permanentemente.
23 Tanto ellos como sus hijos tenían a su cargo las puertas de la Casa
de Yahveh, la casa de la Tienda.
24 Había porteros a los cuatro vientos: al oriente, al occidente, al norte
y al mediodía.
25 Sus hermanos, que habitaban en sus poblados, tenían que venir
periódicamente a estar con ellos durante siete días,
26 porque los cuatro jefes de los porteros eran permanentes; algunos
levitas estaban al cuidado de las cámaras y de los tesoros de la Casa de
Dios.
27 Pasaban la noche alrededor de la Casa de Dios, pues les incumbía
su vigilancia y habían de abrirla todas las mañanas.
28 Unos tenían el cuidado de los utensilios del culto, y los contaban al
meterlos y al sacarlos.
29 Otros estaban encargados de los utensilios y de todos los
instrumentos del Santuario, de la flor de harina, el vino, el aceite, el
incienso y los aromas.
30 Los que hacían la mezcla para los aromas eran sacerdotes.
31 Mattitías, uno de los levitas, primogénito de Sallum el coreíta,
estaba al cuidado constante de las cosas que se freían en sartén.
32 Entre los quehatitas, sus hermanos, algunos estaban encargados de
poner en filas los panes cada sábado.
33 Había también cantores, cabezas de familia de los levitas y
moraban en las habitaciones de la Casa, exentos de servicio, pues se
ocupaban de día y de noche en su ministerio.
34 Estos son, según sus genealogías, los cabezas de familia de los
levitas, jefes de sus linajes que habitaban en Jerusalén.
35 En Gabaón moraban el padre de Gabaón, Yeiel, cuya mujer se
llamaba Maaká
36 y Abdón su hijo primogénito; después, Sur, Quis, Báal, Ner,
Nadab,
37 Guedor, Ajyó, Zacarías y Miqlot.
38 Miqlot engendró a Simam. También éstos habitaron en Jerusalén
junto a sus hermanos y en unión con éstos.
39 Ner engendró a Quis, Quis engendró a Saúl, Saúl engendró a
Jonatán, Malki Súa, Abínadab y Esbáal.
40 Hijo de Jonatán: Merib Báal. Merib Báal engendró a Miká.
41 Hijos de Miká: Pitón, Mélek, Tajrea.
42 Ajaz engendró a Yará, Yará engendró a Alémet, Azmavet y Zimrí.
Zimrí engendró a Mosá.43 Mosá engendró a Binná. Refaías, hijo suyo: Elasá, hijo suyo; Asel,
hijo suyo.
44 Asel tuvo seis hijos, cuyos nombres son: Azricam, su primogénito,
Ismael, Searías, Obadías y Janán. Estos fueron los hijos de Asel.
1 Crónicas 10
1 Trabaron batalla los filisteos contra Israel; huyeron los hombres de
Israel ante los filisteos, y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé.
2 Los filisteos apretaron de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a
Jonatán, Abinadab y Malki Súa, hijos de Saúl.
3 El peso de la batalla cargó sobre Saúl, los arqueros le descubrieron y
fue herido por los arqueros.
4 Dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella; no
sea que vengan esos incircuncisos y hagan mofa de mí.» Pero el escudero
no quiso, pues estaba lleno de temor. Entonces tomó Saúl la espada y se
arrojó sobre ella.
5 Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó, también él,
sobre su espada y murió con él.
6 Así murió Saúl con sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente
con él.
7 Viendo todos los hombres de Israel, que estaban en el valle, que las
tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto,
abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se
establecieron en ellas.
8 Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos, y
encontraron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gelboé.
9 Despojándole, se llevaron su cabeza y sus armas, y mandaron
anunciar la buena nueva por el contorno del país de los filisteos, a sus
dioses y al pueblo.
10 Depositaron sus armas en el templo de su dios y clavaron su cabeza
en el templo de Dagón.
11 Supieron todos los habitantes de Yabés de Galaad lo que los
filisteos habían hecho con Saúl,
12 se levantaron todos los valientes, tomaron el cadáver de Saúl y los
cadáveres de sus hijos, y los llevaron a Yabés. Enterraron sus huesos bajo el
tamarindo de Yabés, y ayunaron siete días.
13 Saúl murió a causa de la infidelidad que había cometido contra
Yahveh, porque no guardó la palabra de Yahveh y también por haber
interrogado y consultado a una nigromante,
14 en vez de consultar a Yahveh, por lo que le hizo morir, y transfirió
el reino a David, hijo de Jesé.
1 Crónicas 11
1 Congregóse todo Israel en torno a David, en Hebrón, y dijeron:
«Mira: hueso tuyo y carne tuya somos nosotros.
2 Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las
entradas y salidas de Israel; Yahveh, tu Dios, te ha dicho: “Tú apacentarás a
mi pueblo Israel.”»
3 Vinieron todos los ancianos de Israel adonde el rey, a Hebrón; David
hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh; y ellos
ungieron a David como rey sobre Israel, según la palabra que Yahveh había
pronunciado por boca de Samuel.
4 Después marchó David con todo Israel contra Jerusalén, o sea,
Jebús; los habitantes del país eran jebuseos.
5 Y decían los habitantes de Jebús a David: «No entrarás aquí.»
Conquistó David la fortaleza de Sión, que es la Ciudad de David.
6 Y dijo David: «El que primero ataque al jebuseo, será jefe y
capitán.» Subió el primero Joab, hijo de Sarvia, y pasó a ser jefe.
7 Se instaló David en la fortaleza; por eso la llamaron Ciudad de
David.
8 Y edificó en derredor de la ciudad, tanto el Milló como la
circunvalación; Joab restauró el resto de la ciudad.
9 David iba medrando, y Yahveh Sebaot estaba con él.
10 He aquí los jefes de los valientes que tenía David, y que, durante su
reinado, se esforzaron con él y con todo Israel para hacerle reinar, conforme
a la palabra de Yahveh respecto de Israel.
11 Esta es la lista de los héroes que tenía David: Yasobam, hijo de
Jakmoní, jefe de los Treinta, que blandió su lanza e hizo más de trescientas
bajas de una sola vez.
12 Después de él Eleazar, hijo de Dodó, el ajotita, que era uno de los
Tres héroes.
13 Este estaba con David en Pas Dammim, donde los filisteos se
habían concentrado para la batalla. Había allí una parcela toda de cebada, y
el pueblo estaba ya huyendo delante de los filisteos,
14 pero él se apostó en medio de la parcela, la defendió y derrotó a los
filisteos. Yahveh obró allí una gran victoria.
15 Tres de los Treinta bajaron a la peña de la cueva de Adullam,
donde David, cuando los filisteos se hallaban acampados en el valle de los
Refaím.
16 David estaba a la sazón en el refugio, mientras que una guarnición
de filisteos ocupaba Belén.
17 Vínole a David un deseo y dijo: «¡Quién me diera a beber agua de
la cisterna que hay a la puerta de Belén!»
18 Rompieron los Tres por el campamento de los filisteos, y sacaron
agua de la cisterna que hay a la puerta de Belén, se la llevaron y se la
ofrecieron a David, pero David no quiso beberla, sino que la derramó como
libación a Yahveh,
19 diciendo: «¡Líbreme Dios de hacer tal cosa! ¿Voy a beber yo la
sangre de estos hombres junto con sus vidas? Pues con riesgo de sus vidas
la han traído.» Y no quiso beberla. Esto hicieron los Tres héroes.20 Abisay, hermano de Joab, era el primero de los Treinta. Hirió con
su lanza a trescientos hombres, y conquistó renombre entre los Treinta.
21 Fue más afamado que los Treinta, llegando a ser su capitán; pero
no igualó a los Tres.
22 Benaías, hijo de Yehoyadá, hombre valeroso y pródigo en hazañas,
de Cabseel, mató a los dos héroes de Moab; además bajó y mató a un león
dentro de una cisterna, en un día de nieve.
23 Mató también a un egipcio que tenía cinco codos de altura; tenía el
egipcio una lanza en su mano del tamaño de un enjullo de tejedor, pero
Benaías bajó contra él con un bastón, arrancó la lanza de la mano del
egipcio, y con su misma lanza le mató.
24 Esto hizo Benaías, hijo de Yehoyadá, y se conquistó renombre
entre los Tres héroes.
25 Fue muy famoso entre los Treinta, pero no igualó a los Tres; David
le hizo jefe de su guardia personal.
26 Los valientes esforzados fueron: Asahel, hermano de Joab; Eljanán,
hijo de Dodó, de Belén;
27 Sammot, de Harod; Jeles, el pelonita;
28 Irá, hijo de Iqqués, de Técoa; Abiézer, de Anatot;
29 Sibbekay, de Jusá; Ilay, el ajotita;
30 Mahray, de Netofá; Jéled, hijo de Baaná, de Netofá;
31 Itay, hijo de Ribay, de Guibeá, de los hijos de Benjamín; Benaías,
de Piratón;
32 Juray, de los torrentes de Gaás; Abiel, el arbatita;
33 Azmávet, de Bajurim; Elyajabá, de Saalbón;
34 Bené Hasem, el guizonita; Jonatán, hijo de Sagué, de Arar;
35 Ajiam, hijo de Sakar, el ararita; Elifélet, hijo de Ur;
36 Jéfer, de Mekerá; Ajías, el pelonita;
37 Jesró, de Carmelo; Naaray, hijo de Ezbay;
38 Joel, hermano de Natán; Mibjar, hijo de Agrí;
39 Sélecq, el ammonita; Najray, de Berot, escudero de Joab, hijo de
Sarvia;
40 Irá, de Yattir; Gareb, de Yattir;
41 Urías, el hitita; Zabad, hijo de Ajlay;
42 Adiná, hijo de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, y con él
treinta;
43 Janán, hijo de Maaká; Josafat, el mitnita;
44 Uzzías, de Astarot: Sama y Yeiel, hijos de Jotam, de Aroer;
45 Yediael, hijo de Simrí; Jojá, su hermano, el tisita.
46 Eliel, el majavita; Yeribay y Yosavías, hijos de Elnaam; Yitmá, el
moabita;
47 Eliel, Obed y Yaasiel, de Sobá.
1 Crónicas 12
1 Estos son los que vinieron donde David, a Siquelag, cuando estaba
retenido lejos de Saúl, hijo de Quis. Estaban también entre los valientes que
le ayudaron en la guerra.
2 Manejaban el arco con la derecha y con la izquierda, lanzando
piedras y flechas con el arco. De los hermanos de Saúl el benjaminita:
3 Ajiézer, el jefe, y Joás, hijos de Semaá de Guibeá; Yeziel y Pélet,
hijos de Azmávet; Beraká y Jehú, de Anatot;
4 Yismaías, de Gabaón, valeroso entre los Treinta y jefe de los
mismos;
5 Jeremías, Yajaziel, Yojanán, Yozabad, de Guederot;
6 Eluzay, Yerimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif;
7 Elcaná, Isaías, Azarel, Yoézer, Yasobam, coreítas;
8 Yoelá y Zebadías, hijos de Yerojam, de Guedor.
9 Y hubo también gaditas que se pasaron a David en el desierto,
guerreros valientes, hombres de guerra, preparados para el combate,
diestros con el escudo y la lanza. Sus rostros, como rostros de león, y
ligeros como la gacela salvaje.
10 Su jefe era Ezer; Obadías, el segundo; Eliab, el tercero;
11 Masmanná, el cuarto; Yirmeyá, el quinto;
12 Attay, el sexto; Eliel, el séptimo;
13 Yojanán, el octavo; Elzabad, el noveno;
14 Jeremías, el décimo; Makbannay, el undécimo;
15 estos eran, entre los hijos de Gad, jefes del ejército; el menor
mandaba sobre cien, y el mayor sobre mil.
16 Estos fueron los que atravesaron el Jordán en el mes primero,
cuando suele desbordarse por todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos
los habitantes de los valles, a oriente y occidente.
17 También vinieron al refugio, donde estaba David, algunos de los
hijos de Benjamín y Judá.
18 Presentóse David delante de ellos y les dijo: «Si venís a mí en son
de paz para ayudarme, mi corazón irá a una con vosotros; pero si es para
engañarme en favor de mis enemigos, sin que hubiere violencia en mis
manos, ¡véalo el Dios de nuestros padres y lo castigue!»
19 Entonces el espíritu revistió a Amasay, jefe de los Treinta: «¡A ti,
David! ¡Contigo, hijo de Jesé! ¡Paz, paz a ti! ¡Y paz a los que te ayuden,
pues tu Dios te ayuda a ti!» David los recibió y los puso entre los jefes de
las tropas.
20 También de Manasés se pasaron algunos a David, cuando éste iba
con los filisteos a la guerra contra Saúl, aunque no les ayudaron, porque los
tiranos de los filisteos, habido consejo, le despidieron, diciendo: «Se pasará
a Saúl, su señor, con nuestras cabezas.»
21 Cuando regresó a Siquelag, pasáronse a él algunos de los hijos de
Manasés: Adná, Yozabad, Yediel, Miguel, Yozabad, Elihú y Silletay, jefes
de millares de Manasés.
22 Estos ayudaron a David al frente de algunas partidas, pues todos
eran hombres valientes y llegaron a ser jefes en el ejército.23 Cada día, en efecto, acudía gente a David para ayudarle, hasta que
el campamento llegó a ser grande, como un campamento de Dios.
24 Este es el número de los guerreros preparados para la guerra que
vinieron donde David, a Hebrón, para transferirle el reino de Saúl,
conforme a la orden de Yahveh.
25 De los hijos de Judá, llevando escudo y lanza, 6.800, armados para
la guerra.
26 De los hijos de Simeón, hombres valerosos para la guerra, 7.100.
27 De los hijos de Leví, 4.600.
28 Yehoyadá, príncipe de los hijos de Aarón, con otros 3.700.
29 Sadoq, joven y valeroso, con veintidós jefes de su casa paterna.
30 De los hijos de Benjamín, hermano de Saúl, 3.000; hasta entonces
la mayor parte de ellos habían permanecido fieles a la casa de Saúl.
31 De los hijos de Efraím, 20.800 hombres valientes, famosos en sus
casas paternas.
32 De la media tribu de Manasés, 18.000, nominalmente designados
para ir a proclamar rey a David.
33 De los hijos de Isacar, duchos en discernir las oportunidades y
saber lo que Israel debía hacer, 200 jefes, y todos sus hermanos bajo sus
órdenes.
34 De Zabulón, 50.000 aptos para salir a campaña, preparados para la
batalla, provistos de todas las armas de guerra, audaces en la lucha, con
corazón entero.
35 De Neftalí, 1.000 jefes, y con ellos 37.000 hombres con escudo y
lanza.
36 De los danitas, preparados para la batalla, 28.600.
37 De Aser, aptos para salir a campaña y preparados para la batalla,
40.000.
38 Y de Transjordania, de los rubenitas, de los gaditas y de la media
tribu de Manasés, provistos de todos los pertrechos de guerra para la
batalla, 120.000.
39 Todos estos hombres de guerra, formados en orden de batalla,
vinieron a Hebrón con corazón entero para proclamar a David rey sobre
todo Israel; y los demás israelitas estaban unánimes en hacer rey a David.
40 Permanecieron allí con David tres días comiendo y bebiendo,
porque sus hermanos les proveían.
41 Además, los que estaban cerca y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí
traían víveres en asnos, camellos, mulos y bueyes; provisiones de harina,
tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor y menor en abundancia;
pues reinaba la alegría en Israel.
1 Crónicas 13
1 Después de consultar David con los jefes de millar y de ciento y con
todos los caudillos,
2 dijo a toda la asamblea de Israel: «Si os parece bien y la cosa viene
de Yahveh, nuestro Dios, vamos a mandar un mensaje a nuestros hermanos que han quedado a todas las regiones de Israel y, además, a los sacerdotes y
levitas en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros;
3 y volvamos a traer a nuestro lado el arca de nuestro Dios, ya que no
nos hemos preocupado de ella desde los días de Saúl.»
4 Toda la asamblea resolvió hacerlo así, pues la propuesta pareció
bien a todo el pueblo.
5 Congregó entonces David a todo Israel, desde Sijor de Egipto hasta
la Entrada de Jamat, para traer el arca de Dios desde Quiryat Yearim.
6 Fue, pues, David, con todo Israel, hacia Baalá, a Quiryat Yearim de
Judá, para subir allí el arca del Dios que lleva el Nombre de Yahveh que
está sobre los querubines.
7 Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y se la llevaron de la
casa de Abinadab; Uzzá y Ajyó conducían la carreta.
8 David y todo Israel bailaban delante de Dios con todas sus fuerzas,
cantando y tocando cítaras, salterios, adufes, címbalos y trompetas.
9 Al llegar a la era de Kidón, extendió Uzzá su mano para sostener el
arca, porque los bueyes amenazaban volcarla.
10 Se encendió contra Uzzá la ira de Yahveh y le hirió por haber
extendido su mano hacia el arca; y Uzzá murió allí delante de Dios.
11 Se irritó David porque Yahveh había castigado a Uzzá; y se llamó
aquel lugar Peres de Uzzá hasta el día de hoy.
12 Y tuvo David aquel día miedo a Dios, y dijo: «¿Cómo voy a llevar
a mi casa el arca de Dios»
13 Y no trasladó David el arca de Dios a su casa, a la Ciudad de
David, sino que la hizo llevar a la casa de Obededom de Gat.
14 El arca de Dios habitó tres meses en la casa de Obededom. Y
bendijo Yahveh la casa de Obededom y cuanto tenía.
1 Crónicas 14
1 Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros y maderas de cedro, y
también albañiles y carpinteros, para edificarle una casa.
2 Y conoció David que Yahveh le había confirmado como rey de
Israel, pues había ensalzado su realeza por amor a Israel su pueblo.
3 Tomó David otras mujeres en Jerusalén y engendró mas hijos e
hijas.
4 Estos son los nombres de los que tuvo en Jerusalén: Sammúa,
Sobab, Natán, Salomón,
5 Yibjar, Elisúa, Elpálet,
6 Nógah, Néfeg, Yafía,
7 Elisamá, Baalyadá y Elifélet.
8 Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre
todo Israel, subieron todos en su busca. Lo supo David y les salió al paso.
9 Llegaron los filisteos y se desplegaron por el valle de Refaím.
10 Consultó David a Dios, diciendo: «¿Debo subir contra los filisteos?
¿Los entregarás en mis manos?» Yahveh le respondió: «Sube, pues yo los
entregaré en tu mano.»11 Y subieron a Baal Perasim, donde David los derrotó. Dijo entonces
David: «Dios ha abierto brecha entre mis enemigos por mi mano, como una
brecha de aguas.» Por eso se llamó a aquel lugar Baal Perasim.
12 Abandonaron allí a sus ídolos, y dijo David: «Arrojadlos al fuego.»
13 Otra vez invadieron los filisteos el valle,
14 y David volvió a consultar a Dios, y Dios le contestó: «No subas
contra ellos: da un rodeo y atácalos frente a las balsameras.
15 Y cuando oigas el ruido de pasos en la copa de las balsameras,
saldrás a la batalla, porque Dios sale delante de ti para derrotar el
campamento de los filisteos.»
16 Hizo David como le había mandado Dios, y derrotaron al
campamento de los filisteos desde Gabaón hasta Guézer.
17 La fama de David se extendió por todas las regiones, pues Yahveh
le hizo temible a todas las naciones.
1 Crónicas 15
1 Se hizo casas en la Ciudad de David, preparó un lugar para el arca
de Dios y le levantó una Tienda.
2 Entonces dijo David: «Solamente los levitas han de llevar el arca de
Dios, pues a ellos los escogió Yahveh para llevar el arca de Yahveh y
servirle por siempre.»
3 Congregó, pues, David a todo Israel en Jerusalén para subir el arca
de Yahveh al lugar que para ella había preparado.
4 David reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas:
5 De los hijos de Quehat: a Uriel, el jefe, y a sus hermanos, 120;
6 de los hijos de Merarí: a Asaías, el jefe, y a sus hermanos, 220;
7 de los hijos de Guersom: a Joel, el jefe, y a sus hermanos, 130;
8 de los hijos de Elisafán: a Semaías, el jefe, y a sus hermanos,
doscientos;
9 de los hijos de Hebrón: a Eliel, el jefe, y a sus hermanos, ochenta;
10 de los hijos de Uzziel: a Amminadab, el jefe, y a sus hermanos,
112.
11 También llamó David a los sacerdotes Sadoq y Abiatar, y a los
levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaiás, Eliel y Amminadab,
12 y les dijo: «Vosotros sois los cabezas de familia de los levitas.
Santificaos, vosotros y vuestros hermanos, para subir el arca de Yahveh, el
Dios de Israel, al lugar que para ella tengo preparado;
13 pues por no haber estado vosotros la vez primera, Yahveh, nuestro
Dios, hizo brecha en nosotros, ya que no le consultamos conforme a la
norma.»
14 Se santificaron, pues, los sacerdotes y los levitas, para subir el arca
de Yahveh, Dios de Israel.
15 Y los levitas trasladaron el arca de Dios a hombros, como lo había
ordenado Moisés, según la palabra de Yahveh, llevando los varales sobre
los hombros.16 Dijo David a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos
los cantores, con instrumentos músicos, salterios, cítaras y címbalos, para
que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.
17 Los levitas designaron a Hemán, hijo de Joel; y de sus hermanos, a
Asaf, hijo de Berekías; y de los hijos de Merarí, hermanos suyos, a Etán,
hijo de Cusaías.
18 Y con ellos, como segundos, a sus hermanos Zacarías, hijo de
Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Unní, Eliab, Benaías, Maaseías, Mattitías,
Eliflehú, Miqneías, Obededom y Yeiel, porteros.
19 Los cantores Hemán, Asaf y Etán hacían resonar címbalos de
bronce.
20 Zacarías, Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Unní, Eliab, Maaseías y
Benaías tenían salterios de tonos altos.
21 Mattitías, Eliflehú, Miqneías, Obededom, Yeiel y Azazaías tenían
cítaras de octava, para dirigir el canto.
22 Kenanías, jefe de los levitas encargados del transporte, dirigía el
traslado, porque era hombre entendido.
23 Berekías y Elcaná eran porteros del arca.
24 Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benaías y Eliezer,
sacerdotes, tocaban las trompetas delante del arca de Dios. Obededom y
Yejiyías eran porteros del arca.
25 Así pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares,
fueron a traer el arca de la alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom,
con alborozo.
26 Y habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la
alianza de Yahveh, sacrificaron siete becerros y siete carneros.
27 David iba revestido de un manto de lino fino, lo mismo que todos
los levitas, que portaban el arca, los cantores y Kenanías, el jefe que dirigía
el traslado. Llevaba también David sobre sí un efod de lino.
28 Todo Israel subía el arca de la alianza de Yahveh entre clamores y
resonar de cuernos, trompetas y címbalos, y haciendo sonar los salterios y
las cítaras.
29 Cuando el arca de la alianza de Yahveh entró en la Ciudad de
David, Mikal, hija de Saúl, estaba mirando por una ventana, y vio al rey
David que saltaba y bailaba, y le despreció en su corazón.
Proverbios 13
1 El hijo sabio atiende a la instrucción de su padre, el arrogante no
escucha la reprensión.
2 Con el fruto de su boca, come el hombre lo que es bueno, pero el
alma de los pérfidos se nutre de violencia.
3 Quien vigila su boca, guarda su vida; quien abre sus labios, busca su
ruina.
4 Tiene hambre el perezoso, mas no se cumple su deseo; el deseo de
los diligentes queda satisfecho.
5 El justo odia la palabra mentirosa, pero el malo infama y deshonra.
6 La justicia guarda al íntegro en su camino, mas la maldad arruina al
pecador.
7 Hay quien se hace el rico y nada tiene, hay quien se hace el pobre y
tiene gran fortuna.
8 El precio de la vida de un hombre es su riqueza; pero el pobre no
hace caso a la amenaza.
9 La luz de los justos alegremente luce, la lámpara de los malos se
apaga.
10 La insolencia sólo disputas proporciona; con los que admiten
consejos está la sabiduría.
11 Fortuna rápida, vendrá a menos, quien junta poco a poco, irá en
aumento.
12 Espera prolongada enferma el corazón; árbol de vida es el deseo
cumplido.
13 Quien desprecia la palabra se perderá, quien respeta el mandato se
salvará.
14 La lección del sabio es fuente de vida, para sortear las trampas de
la muerte.
15 Una gran prudencia alcanza favor, el camino de los pérfidos no
tiene fin,
16 Todo hombre cauto obra con conocimiento, el tonto ostenta su
necedad.17 Mensajero perverso cae en desgracia, mensajero leal trae la
curación.
18 Miseria e ignominia al que rechaza la instrucción, gloria al que
acepta la reprensión.
19 Deseo cumplido, dulzura para el alma, los necios detestan
abandonar el mal.
20 El que anda con los sabios será sabio; quien frecuenta los necios se
hará malo.
21 A los pecadores los persigue la desgracia, los justos son colmados
de dicha.
22 El hombre de bien deja herencia a los hijos de sus hijos, al justo se
reserva la riqueza del pecador.
23 Las roturas de los pobres dan mucho de comer; pero hay perdición
cuando falta justicia.
24 Quien escatima la vara, odia a su hijo, quien le tiene amor, le
castiga.
25 Come el justo y queda satisfecho, pero el vientre de los malos pasa
necesidad.
Proverbios 14
1 La Sabiduría edifica su casa; le Necedad con sus manos la destruye.
2 Quien anda en rectitud, teme a Yahveh; el de torcido camino le
desprecia.
3 En la boca del necio hay una raíz de orgullo, pero los labios de los
sabios los protegen.
4 Donde no hay bueyes, pesebre vacío; cosecha abundante con la
fuerza del toro.
5 Testigo veraz no miente, testigo falso respira mentiras.
6 Busca el arrogante la sabiduría pero en vano, al inteligente la ciencia
le es fácil.
7 Apártate del hombre necio, pues no conocerías labios doctos.
8 Sabiduría del cauto es atender a su conducta, la necedad de los
tontos es engaño.
9 De los necios se aparta el sacrificio expiatorio, pero entre los rectos
se encuentra el favor de Dios.
10 El corazón conoce su propia amargura, y con ningún extraño
comparte su alegría.
11 La casa de los malos será destruida, la tienda de los rectos
florecerá.
12 Hay caminos que parecen rectos, pero, al cabo, son caminos de
muerte.
13 También en el reír padece el corazón, y al cabo la alegría es dolor.
14 El perverso de corazón está satisfecho de su conducta, y el hombre
de bien, de sus obras.
15 El simple cree cuanto se dice, el cauto medita sus propios pasos.16 El sabio teme el mal y de él se aparta, el necio es presuntuoso y
confiado.
17 El de genio pronto, hace necedades, el hombre artero es odiado.
2 Corintios 10
1 Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la
benignidad de Cristo, yo tan humilde cara a cara entre vosotros, y tan
atrevido con vosotros desde lejos.
2 Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra,
con esa audacia con que pienso atreverme contra algunos que consideran
procedemos según la carne.
3 Pues aunque vivimos en la carne no combatimos según la carne.
4 ¡No!, las armas de nuestro combate no son carnales, antes bien, para
la causa de Dios, son capaces de arrasar fortalezas. Deshacemos sofismas
5 y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y
reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo.
6 Y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia cuando vuestra
obediencia sea perfecta.
7 ¡Mirad cara a cara! Si alguien cree ser de Cristo, considere una vez
más dentro de sí mismo esto: si él es de Cristo, también lo somos nosotros.
8 Y aun cuando me gloriara excediéndome algo, respecto de ese poder
nuestro que el Señor nos dio para edificación vuestra y no para ruina, no me
avergonzaría.
9 Pues no quiero aparecer como que os atemorizo con mis cartas.
10 Porque se dice que las cartas son severas y fuertes, mientras que la
presencia del cuerpo es pobre y la palabra despreciable.11 Piense ese tal que lo que somos a distancia y de palabra por carta,
lo seremos también de cerca y de obra.
12 Ciertamente no osamos igualarnos ni compararnos a algunos que se
recomiendan a sí mismos. Midiéndose a sí mismos según su opinión y
comparándose consigo mismos, obran sin sentido.
13 Nosotros, en cambio, no nos gloriaremos desmesuradamente; antes
bien, nos mediremos a nosotros mismos por la norma que Dios mismo nos
ha asignado como medida al hacernos llegar también hasta vosotros.
14 Porque no traspasamos los límites debidos, como sería si no
hubiéramos llegado hasta vosotros; hasta vosotros hemos llegado con el
Evangelio de Cristo.
15 No nos gloriamos desmesuradamente a costa de los trabajos de los
demás; sino que esperamos, mediante el progreso de vuestra fe,
engrandecernos cada vez más en vosotros conforme a nuestra norma,
16 extendiendo el Evangelio más allá de vosotros en lugar de
gloriarnos en territorio ajeno por trabajos ya realizados.
17 = El que se gloríe, gloríese en el Señor. =
18 Que no es hombre de probada virtud el que a sí mismo se
recomienda, sino aquel a quien el Señor recomienda.
2 Corintios 11
1 ¡Ojalá pudierais soportar un poco mi necedad! ¡Sí que me la
soportáis!
2 Celoso estoy de vosotros con celos de Dios. Pues os tengo
desposados con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo.
3 Pero temo que, al igual que la serpiente engañó a Eva con su astucia,
se perviertan vuestras mentes apartándose de la sinceridad con Cristo.
4 Pues, cualquiera que se presenta predicando otro Jesús del que os
prediqué, y os proponga recibir un Espíritu diferente del que recibisteis, y
un Evangelio diferente del que abrazasteis ¡lo toleráis tan bien!
5 Sin embargo, no me juzgo en nada inferior a esos «superapóstoles».
6 Pues si carezco de elocuencia, no así de ciencia; que en todo y en
presencia de todos os lo hemos demostrado.
7 ¿Acaso tendré yo culpa porque me abajé a mí mismo para ensalzaros
a vosotros anunciándoos gratuitamente el Evangelio de Dios?
8 A otras Iglesias despojé, recibiendo de ellas con qué vivir para
serviros.
9 Y estando entre vosotros y necesitado, no fui gravoso a nadie;
fueron los hermanos llegados de Macedonia los que remediaron mi
necesidad. En todo evité el seros gravoso, y lo seguiré evitando.
10 ¡Por la verdad de Cristo que está en mí!, que esta gloria no me será
arrebatada en las regiones de Acaya.
11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo? ¡Dios lo sabe!
12 Y lo que hago, continuaré haciéndolo para quitar todo pretexto a
los que lo buscan con el fin de ser iguales a nosotros en lo que se glorían.13 Porque esos tales son unos falsos apóstoles, unos trabajadores
engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo.
14 Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel
de luz.
15 Por tanto, no es mucho que sus ministros se disfracen también de
ministros de justicia. Pero su fin será conforme a sus obras.
16 Digo una vez más que nadie me tome por fatuo; pero, aunque sea
como fatuo, permitidme que también me gloríe yo un poco.
17 Lo que os voy a decir, no lo diré según el Señor, sino como en un
acceso de locura, en la seguridad de tener algo de qué gloriarme.
18 Ya que tantos otros se glorían según la carne, también yo me voy a
gloriar.
19 Gustosos soportáis a los fatuos, ¡vosotros que sois sensatos!
20 Soportáis que os esclavicen, que os devoren, que os roben, que se
engrían, que os abofeteen.
21 Para vergüenza vuestra lo digo; ¡como si nos hubiéramos mostrado
débiles…! En cualquier cosa en que alguien presumiere – es un locura lo que
digo – también presumo yo.
22 ¿Que son hebreos? También yo lo soy. ¿Que son israelitas?
¡También yo! ¿Son descendencia de Abraham? ¡También yo!
23 ¿Ministros de Cristo? – ¡Digo una locura! – ¡Yo más que ellos! Más
en trabajos; más en cárceles; muchísimo más en azotes; en peligros de
muerte, muchas veces.
24 Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno.
25 Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces
naufragué; un día y una noche pasé en el abismo.
26 Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros
de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en
despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos;
27 trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed;
muchos días sin comer; frío y desnudez.
28 Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación
por todas las Iglesias.
29 ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo
sin que yo me abrase?
30 Si hay que gloriarse, en mi flaqueza me gloriaré.
31 El Dios y Padre del Señor Jesús, ¡bendito sea por todos los siglos!,
sabe que no miento.
32 En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta guardia en la
ciudad de los damascenos con el fin de prenderme.
33 Por una ventana y en una espuerta fui descolgado muro abajo. Así
escapé de sus manos.
2 Corintios 12
1 ¿Que hay que gloriarse? – aunque no trae ninguna utilidad -; pues
vendré a las visiones y revelaciones del Señor.
2 Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años – si en el
cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el
tercer cielo.
3 Y sé que este hombre – en el cuerpo o fuera del cuerpo del cuerpo no
lo sé, Dios lo sabe –
4 fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no
puede pronunciar.
5 De ese tal me gloriaré; pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré en mis
flaquezas.
6 Si pretendiera gloriarme no haría el fatuo, diría la verdad. Pero me
abstengo de ello. No sea que alguien se forme de mí una idea superior a lo
que en mí ve u oye de mí.
7 Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas
revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me
abofetea para que no me engría.
8 Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí.
9 Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra
perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome
sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.
10 Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las
necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues,
cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.
11 ¡Vedme aquí hecho un loco! Vosotros me habéis obligado. Pues
vosotros debíais recomendarme, porque en nada he sido inferior a esos
«superapóstoles», aunque nada soy.
12 Las características del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros:
paciencia perfecta en los sufrimientos y también señales, prodigios y
milagros.
13 Pues ¿en qué habéis sido inferiores a las demás Iglesias, excepto en
no haberos sido yo gravoso? ¡Perdonadme este agravio!
14 Mirad, es la tercera vez que estoy a punto de ir a vosotros, y no os
seré gravoso, pues no busco vuestras cosas sino a vosotros. Efectivamente,
no corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres
atesorar para los hijos.
15 Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente
por vuestras almas. Amándoos más ¿seré yo menos amado?
16 Es verdad, en nada os fui gravoso; pero en mi astucia, os capturé
con dolo.
17 ¿Acaso os exploté por alguno de los que os envié?
18 Invité a Tito y mandé con él al hermano. ¿Os ha explotado acaso
Tito? ¿No hemos obrado según el mismo espíritu? ¿No hemos seguido las
mismas huellas?
19 Hace tiempo, pensáis, que nos estamos justificando delante de
vosotros. Delante de Dios, en Cristo, estamos hablando. Y todo esto,
queridos míos, para edificación vuestra.20 En efecto, temo que a mi llegada no os encuentre como yo querría;
ni me encontréis como querríais: que haya discordias, envidias, iras,
disputas, calumnias, murmuraciones, insolencias, desórdenes.
21 Temo que en mi próxima visita el Señor me humille por causa
vuestra y tenga que llorar por muchos que anteriormente pecaron y no se
convirtieron de sus actos de impureza, fornicación y libertinaje.