# 107

Esdras 7

Después de estos acontecimientos, bajo el reinado de Artajerjes, rey
de Persia, Esdras, hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Jilquías,
2 hijo de Sallum, hijo de Sadoq, hijo de Ajitub,
3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot,
4 hijo de Zerajías, hijo de Uzzí, hijo de Buqquí,
5 hijo de Abisúa, hijo de Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sumo
sacerdote Aarón,
6 este Esdras subió de Babilonia. Era un escriba versado en la Ley de
Moisés que había dado Yahveh, Dios de Israel. Como la mano de Yahveh
su Dios estaba con él, el rey le concedió todo lo que pedía.
7 Subieron también a Jerusalén, el año séptimo del rey Artajerjes,
parte de los israelitas, de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y
donados.
8 El llegó a Jerusalén el mes quinto: era el año séptimo del rey.
9 Había dispuesto para el día uno del primer mes su salida de
Babilonia, y el día uno del quinto mes llegaba a Jerusalén. ¡La mano
bondadosa de su Dios estaba con él!
10 Porque Esdras había aplicado su corazón a escrutar la Ley de
Yahveh, a ponerla en práctica y a enseñar en Israel los preceptos y las
normas.
11 Esta es la copia del documento que el rey Artajerjes entregó a
Esdras, el sacerdote-escriba dedicado a escribir las palabras de los
mandamientos de Yahveh y sus decretos acerca de Israel.
12 «Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, secretario de la Ley
del Dios del cielo, paz perfecta, etc.
13 «Estas son mis órdenes: Todo aquel que en mi reino pertenezca al
pueblo de Israel, a sus sacerdotes o a sus levitas, y quiera volver a
Jerusalén, puede partir contigo,14 ya que tú eres enviado por el rey y sus siete consejeros para
inspeccionar a Judá y Jerusalén en lo referente a la Ley de tu Dios que está
en tus manos,
15 y para llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros han
ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén,
16 así como toda la plata y el oro que hayas reunido de toda la
provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias que el pueblo y los
sacerdotes hayan hecho para la Casa de su Dios en Jerusalén.
17 Con este dinero procura comprar novillos, carneros, corderos, con
las oblaciones y libaciones correspondientes, para ofrecerlo luego sobre el
altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén;
18 y la plata y el oro que sobre, lo emplearéis como mejor os parezca
a ti y a tus hermanos, conforme a la voluntad de vuestro Dios.
19 Los utensilios que se te entregan para el servicio de la Casa de tu
Dios, deposítalos delante de tu Dios en Jerusalén.
20 Lo que aún se necesite para la Casa de tu Dios y que tú tengas que
procurarte, se te dará de los tesoros reales.
21 Yo mismo, el rey Artajerjes, doy esta orden a todos los tesoreros de
Transeufratina: “Todo lo que os pida el sacerdote Esdras, Secretario de la
Ley del Dios del cielo, se lo daréis puntualmente,
22 hasta la suma de cien talentos de plata, cien cargas de trigo, cien
medidas de vino y cien medidas de aceite; la sal se le dará sin tasa.
23 Todo lo que ordena el Dios del cielo, debe ser cumplido con celo
para la Casa del Dios del cielo, a fin de que la Cólera no caiga sobre el
reino del rey y de sus hijos.
24 Os hacemos saber también que no se puede percibir impuesto,
contribución o peaje, de ninguno de los sacerdotes, levitas, cantores,
porteros, donados, de ninguno de los servidores de esta Casa de Dios.”
25 «Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría de tu Dios, que posees,
establece escribas y jueces que administren la justicia a todo el pueblo de
Transeufratina, a todos los que conocen la Ley de tu Dios. A quienes la
ignoran, habréis de enseñársela.
26 Y a todo aquel que no cumpla la Ley de tu Dios y la ley del rey,
aplíquesele una rigurosa justicia: muerte, destierro, multa en dinero o
cárcel.»
27 ¡Bendito sea Yahveh, Dios de nuestros padres, que movió de esta
manera el corazón del rey para glorificar la Casa de Yahveh en Jerusalén,
28 y a mí me granjeó gracia delante del rey, de sus consejeros y de los
altos jefes del rey! Yo cobré ánimo porque la mano de Yahveh mi Dios
estaba conmigo, y reuní a los jefes de Israel para que salieran conmigo.

Esdras 8

1 Estos son, con su genealogía, los cabezas de familia que subieron
conmigo de Babilonia en el reinado del rey Artajerjes:
2 De los hijos de Pinjás: Guersom; de los hijos de Itamar: Daniel; de
los hijos de David: Jattús,3 hijo de Sekanías; de los hijos de Pardós: Zacarías, con el que fueron
registrados 150 varones;
4 de los hijos de Pajat Moab: Elyehoenay, hijo de Zerajías, y con él
doscientos varones;
5 de los hijos de Zattú: Sekanías, hijo de Yajaziel, y con él trescientos
varones;
6 de los hijos de Adín: Ebed, hijo de Jonatán, y con él cincuenta
varones;
7 de los hijos de Elam: Isaías, hijo de Atalías, y con él setenta varones;
8 de los hijos de Sefatías: Zebadías, hijo de Miguel, y con él ochenta
varones;
9 de los hijos de Joab: Abdías, hijo de Yejiel y con él 218 varones;
10 de los hijos de Baní: Selomit, hijo de Yosifías, y con él 160
varones;
11 de los hijos de Bebay: Zacarías, hijo de Bebay, y con él veintiocho
varones;
12 de los hijos de Azgad: Yojanán, hijo de Haqcadán, y con él 110
varones;
13 de los hijos de Adonicam: los últimos, cuyos nombres son: Elifélet,
Yeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones;
14 y de los hijos de Bigvay: Utay, hijo de Zabud, y con él setenta
varones.
15 Yo los reuní junto al río que corre hacia Ahavá. Allí acampamos
tres días. Observé que había laicos y sacerdotes, pero no encontré ningún
levita.
16 Entonces llamé a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Yarib, Elnatán,
Natán, Zacarías, y Mesullam, hombres discretos,
17 y les mandé donde Iddó, jefe de la localidad de Kasifías; puse en su
boca las palabras que habían de decir a Iddó y a sus hermanos, establecidos
en la localidad de Kasifías, para que nos proporcionaran ministros para la
Casa de nuestro Dios.
18 Y gracias a la mano bondadosa de nuestro Dios que estaba con
nosotros, nos trajeron a un hombre experto, de los hijos de Majlí, hijo de
Leví, hijo de Israel: a Serebías, con sus hijos y hermanos: dieciocho
hombres;
19 además a Jasabías, y con él a su hermano Isaías, de los hijos de
Merarí, y sus hijos: veinte hombres.
20 Y de los donados que David y los jefes habían destinado al servicio
de los levitas: 220 donados. Todos ellos fueron designados nominalmente.
21 Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno para humillarnos
delante de nuestro Dios y pedirle un viaje feliz para nosotros, nuestros hijos
y nuestros bienes.
22 Pues me daba vergüenza solicitar del rey tropa y gente de a caballo
para protegernos del enemigo en el camino; por el contrario, habíamos
declarado al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, con todos los
que le buscan; y su poder y su cólera sobre todos los que le abandonan.»23 Ayunamos, pues, buscando a nuestro Dios por esta intención, y él
nos atendió.
24 Elegí a doce jefes de los sacerdotes, y además a Serebías y
Jasabías, y con ellos a diez de sus hermanos;
25 les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrendas que el rey, sus
consejeros, sus jefes y todos los israelitas que se encontraban allí habían
reservado para la Casa de nuestro Dios.
26 Pesé y les entregué 650 talentos de plata, cien utensilios de plata de
dos talentos, cien talentos de oro,
27 veinte copas de oro de mil dáricos y dos objetos de hermoso bronce
dorado, preciosos como el oro.
28 Y les dije: «Vosotros estáis consagrados a Yahveh; estos utensilios
son sagrados; esta plata y este oro son una ofrenda voluntaria a Yahveh,
Dios de nuestros padres.
29 Vigilad y guardadlos hasta que los peséis ante los jefes de los
sacerdotes y de los levitas y los cabezas de familia de Israel, en Jerusalén,
en las cámaras de la Casa de Yahveh.»
30 Los sacerdotes y levitas tomaron entonces la plata, todo lo que
había sido pesado, el oro y los utensilios, para llevarlos a Jerusalén, a la
Casa de nuestro Dios.
31 El día doce del primer mes partimos del río Ahavá para ir a
Jerusalén: la mano de nuestro Dios estaba con nosotros y nos salvó en el
camino de la mano de enemigos y salteadores.
32 Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días.
33 El cuarto día, la plata, el oro y los utensilios fueron pesados en la
Casa de nuestro Dios y entregados al sacerdote Meremot, hijo de Urías,
con quien estaba Eleazar, hijo de Pinjás; les acompañaban los levitas
Yozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binnuy.
34 Todo se contó y se pesó, y se registró su peso total. En aquel
tiempo,
35 los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al
Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, 96 carneros, 77 corderos y
doce machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahveh.
36 Y se entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los
gobernadores de Transeufratina, los cuales favorecieron al pueblo y la Casa
de Dios.

Esdras 9

1 Concluido esto, se me presentaron los jefes diciendo: «El pueblo de
Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de las gentes del país,
hundidas en sus abominaciones – cananeos, hititas, perizitas, jebuseos,
ammonitas, moabitas, egipcios y amorreos -,
2 sino que han tomado para ellos y para sus hijos mujeres de entre las
hijas de ellos: la raza santa se ha mezclado con las gentes del país; los jefes
y los consejeros han sido los primeros en esta rebeldía.»3 Al oír esto rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué los pelos
de la cabeza y de la barba, y me senté desolado.
4 Todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel se reunieron
en torno a mí, a causa de esta rebeldía de los deportados. Yo permanecí
sentado, desolado, hasta la oblación de la tarde.
5 A la hora de la oblación de la tarde salí de mi postración y, con las
vestiduras y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí las manos hacia
Yahveh mi Dios,
6 y dije: «Dios mío, harta vergüenza y confusión tengo para levantar
mi rostro hacia ti, Dios mío. Porque nuestros crímenes se han multiplicado
hasta sobrepasar nuestra cabeza, y nuestro delito ha crecido hasta el cielo.
7 Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy nos hemos
hecho muy culpables: por nuestros crímenes fuimos entregados, nosotros,
nuestros reyes y nuestros sacerdotes, en manos de los reyes de los países, a
la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, como todavía hoy sucede.
8 Mas ahora, en un instante, Yahveh nuestro Dios nos ha concedido la
gracia de dejarnos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo:
nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha reanimado en medio
de nuestra esclavitud.
9 Porque esclavos fuimos nosotros, pero en nuestra esclavitud nuestro
Dios no nos ha abandonado; nos ha granjeado el favor de los reyes de
Persia, dándonos ánimos para levantar de nuevo la Casa de nuestro Dios y
restaurar sus ruinas y procurándonos un valladar seguro en Judá y
Jerusalén.
10 Pero ahora, Dios nuestro, ¿qué vamos a decir, si, después de todo
esto, hemos abandonado tus mandamientos,
11 que por medio de tus siervos los profetas tú habías prescrito en
estos términos: “La tierra en cuya posesión vais a entrar es una tierra
manchada por la inmundicia de las gentes de la tierra, por las
abominaciones con que la han llenado de un extremo a otro con su
impureza?
12 Así pues, no deis vuestras hijas a sus hijos ni toméis sus hijas para
vuestros hijos; no busquéis nunca su paz ni su bienestar, a fin de que podáis
haceros fuertes, comáis los mejores frutos de la tierra y la dejéis en herencia
a vuestros hijos para siempre.”
13 «Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras
malas acciones y nuestras culpas – y eso que tú, Dios nuestro, has
disminuido nuestros crímenes y nos has concedido esta liberación –
14 ¿hemos de volver a violar tus mandamientos, emparentándonos con
estas gentes abominables? ¿No te irritarías tú contra nosotros hasta
exterminarnos sin que quedara Resto ni salvación?
15 Yahveh, Dios de Israel, justo eres, pues un Resto nos hemos
salvado, como en el caso presente: aquí estamos ante ti, con nuestro delito.
Pues por su causa nadie resiste en tu presencia.»

Esdras 10

1 Mientras Esdras, llorando y prosternado ante la Casa de Dios, oraba
y hacía esta confesión, una inmensa asamblea de Israel, hombres, mujeres
y niños, se había reunido en torno a él: y este pueblo lloraba copiosamente.
2 Entonces, Sekanías, hijo de Yejiel, de los hijos de Elam, dijo a
Esdras: «Hemos sido rebeldes a nuestro Dios, casándonos con mujeres
extranjeras, tomadas de entre las gentes del país. Ahora bien, a pesar de
ello, todavía, hay una esperanza para Israel.
3 Hagamos alianza con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres
extranjeras y a los hijos nacidos de ellas, conforme al consejo de mi señor
y de los temerosos de los mandamientos de nuestro Dios. Hágase según la
Ley.
4 Levántate, que este asunto te incumbe a ti; nosotros estaremos a tu
lado. ¡Animo y manos a la obra!»
5 Entonces Esdras se levantó e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes
y de los levitas y a todo Israel que harían conforme a lo dicho; y lo juraron.
6 Luego Esdras se retiró de delante de la Casa de Dios y se fue al
aposento de Yehojanán, hijo de Elyasib, donde pasó la noche sin comer
pan ni beber agua, haciendo duelo a causa de la rebeldía de los deportados.
7 Se publicó un bando en Judá y Jerusalén a todos los deportados para
que se reunieran en Jerusalén.
8 Todo aquel que no viniera en el plazo de tres días, según el consejo
de los jefes y de los ancianos, vería consagrada al anatema toda su hacienda
y sería él mismo excluido de la asamblea de los deportados.
9 Todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron, pues, en
Jerusalén en el plazo de tres días: era el día veinte del mes noveno; todo el
pueblo se situó en la plaza de la Casa de Dios, temblando, debido al caso, y
también porque llovía a cántaros.
10 Entonces el sacerdote Esdras se levantó y les dijo: «Habéis sido
rebeldes al casaros con mujeres extranjeras, aumentando así el delito de
Israel.
11 Ahora, pues, dad gracias a Yahveh, Dios de vuestros padres, y
cumplid su voluntad separándoos de las gentes del país y de las mujeres
extranjeras.»
12 Toda la asamblea respondió en alta voz: Sí; haremos como tú
dices;
13 sólo que el pueblo es numeroso, y estamos en la estación de las
lluvias: no podemos soportar la intemperie; además, no se trata de una cosa
de un día o dos, porque somos muchos los que hemos incurrido en este
pecado.
14 Nuestros jefes podrían representar a toda la asamblea: todos los que
en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras, vendrían a
plazos fijados, acompañados de los ancianos y los jueces de cada ciudad,
hasta que hayamos apartado de nosotros el furor de la cólera de nuestro
Dios por causa de este asunto.»
15 Sólo Jonatán, hijo de Asahel, y Yajzeías, hijo de Tiqvá, se
opusieron a esto, apoyados por Mesullam y el levita Sabtay.16 Los deportados actuaron según lo convenido. El sacerdote Esdras
escogió como colaboradores a los cabezas de familia, según sus casas, todos
ellos designados nominalmente. Se comenzaron las sesiones para examinar
el caso el día uno del décimo mes.
17 Y el día uno del primer mes se había terminado ya con todos los
hombres que estaban casados con mujeres extranjeras.
18 Entre los sacerdotes, se halló que se habían casado con mujeres
extranjeras los siguientes: entre los hijos de Josué, hijo de Yosadaq, y entre
sus hermanos: Maaseías, Eliezer, Yarib y Guedalías;
19 éstos se comprometieron bajo juramento a despedir a sus mujeres,
y ofrecieron por su delito un carnero en sacrificio de reparación.
20 Entre los hijos de Immer: Jananí y Zebadías.
21 Entre los hijos de Jarim: «Maaseías, Elías, Semaías, Yejiel y
Uzziyías.
22 Entre los hijos de Pasjur: Elyoenay, Maaseías, Ismael, Natanael,
Yozabad y Elasá.
23 Entre los levitas: Yozabad, Simí, Quelaías (es decir, Quelitá),
Petajías, Judá y Eliezer.
24 Entre los cantores: Elyasib y Zakkur. Entre los porteros: Sallum,
Telem y Urí.
25 Entre los israelitas: de los hijos de Parós: Ramías, Yizziyías,
Malkiyías, Miyyamín, Eleazar, Malkiyías y Benaías;
26 de los hijos de Elam: Mattanías, Zacarías, Yejiel, Abdí, Yeremot y
Elías;
27 de los hijos de Zattú: Elyoenáy. Elyasib Mattanías, Yeremot,
Zabad y Azizá:
28 de los hijos de Bebay: Yehojanán, Jananías, Zabbay, Atlay;
29 de los hijos de Bigvay: Mesullam, Malluk, Yedaías, Yasub, Yisal,
Yeremot;
30 de los hijos de Pajat Moab: Adná, Kelal, Benaías, Maaseías,
Mattanías, Besalel, Binnuy y Manasés;
31 de los hijos de Jarim: Eliezer, Yissiyías, Malkiyías, Semaías,
Simeón,
32 Benjamín, Malluk, Semarías;
33 de los hijos de Jasum: Mattenay, Mattattá, Zabad, Elifélet,
Yeremay, Manasés, Simí;
34 de los hijos de Baní: Maaday, Amram, Joel,
35 Benaías, Bedías, Kelaías,
36 Vanías, Meremot, Elyasib,
37 Mattanías, Mattenay y Yaassay;
38 de los hijos de Binnuy: Simí,
39 Selemías, Natán y Adaías;
40 de los hijos de Zakkay: Sasay, Saray,
41 Azareel, Selemías, Semarías,
42 Sallum, Amarías, José;43 de los hijos de Nebo: Yeiel, Mattitías, Zabad, Zebiná, Yadday,
Joel, Benaías.
44 Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, pero
despidieron tanto a las mujeres como a sus hijos.

NEHEMÍAS
Nehemías 1

1 Palabras de Nehemías, hijo de Jakalías. En el mes de Kisléu, el año
veinte del rey Artajerjes, estando yo en la ciudadela de Susa,
2 Jananí, uno de mis hermanos, llegó con algunos hombres venidos de
Judá. Yo les pregunté por los judíos – el Resto que se había salvado del
cautiverio – y por Jerusalén.
3 Me respondieron: «Los restos del cautiverio que han quedado allí en
la provincia se encuentran en gran estrechez y confusión. La muralla de
Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas incendiadas.»
4 Al oír estas palabras me senté y me puse a llorar; permanecí en
duelo algunos días ayunando y orando ante el Dios del cielo.
5 Y dije: «Ah, Yahveh, Dios del cielo, tú, el Dios grande y temible,
que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus
mandamientos;
6 estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de
tu siervo, que yo hago ahora en tu presencia día y noche, por los hijos de
Israel, tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos
cometido contra ti; ¡yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado!
7 Hemos obrado muy mal contigo, no observando los mandamientos,
los preceptos y las normas que tú habías prescrito a Moisés tu siervo.
8 Pero acuérdate de la palabra que confiaste a Moisés tu siervo: “Si
sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos;
9 pero si, volviéndoos a mí guardáis mis mandamientos y los ponéis
en práctica, aunque vuestros desterrados estuvieron en los confines de los
cielos, yo los reuniré de allí y los conduciré de nuevo al Lugar que he
elegido para morada de mi Nombre.”
10 Aquí tienes a tus siervos y a tu pueblo que tú has rescatado con tu
gran poder y tu fuerte mano.
11 ¡Ea, Señor, estén atentos tus oídos a la oración de tu siervo, a la
oración de tus servidores, que desean venerar tu Nombre! Concede ahora,
te suplico, gracia a tu siervo y haz que encuentre favor ante ese hombre.»
Era yo entonces copero del rey.

Nehemías 2

1 En el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes, siendo yo
encargado del vino, tomé vino y se lo ofrecí al rey. Anteriormente nunca
había estado yo triste.2 Me dijo, pues, el rey: «¿Por qué ese semblante tan triste? Tú,
enfermo no estás. ¿Acaso tienes alguna preocupación en el corazón?» Yo
quedé muy turbado,
3 y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no ha de estar triste
mi semblante, cuando la ciudad donde están las tumbas de mis padres está
en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego?»
4 Replicóme el rey: «¿Qué deseas, pues?» Invoqué al Dios del cielo,
5 y respondí al rey: «Si le place al rey y estás satisfecho de tu siervo,
envíame a Judá, a la ciudad de las tumbas de mis padres, para que yo la
reconstruya.»
6 El rey me preguntó, estando la reina sentada a su lado: «¿Cuánto
durará tu viaje? ¿Cuándo volverás?» Yo le fijé un plazo que pareció
aceptable al rey, y él me envió.
7 Añadí al rey: «Si le place al rey, que se me den cartas para los
gobernadores de Transeufratina, para que me faciliten el camino hasta Judá;
8 y asimismo una carta para Asaf, el encargado de los parques reales,
para que me proporcione madera de construcción para las puertas de la
ciudadela del Templo, la muralla de la ciudad y la casa en que yo me he de
instalar.» El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba
conmigo.
9 Me dirigí, pues, a los gobernadores de Transeufratina y les entregué
las cartas del rey. El rey me había hecho escoltar por oficiales del ejército y
gente de a caballo.
10 Al enterarse de ello Samballat el joronita y Tobías el servidor
ammonita, les sentó muy mal que alguien viniera a procurar el bienestar de
los israelitas.
11 Llegué a Jerusalén y me quedé allí tres días.
12 Luego me levanté de noche con unos pocos hombres, sin
comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado que hiciera por
Jerusalén, y sin llevar conmigo más que la cabalgadura en que iba montado.
13 Saliendo, pues, de noche por la puerta del Valle, me dirigí hacia la
Fuente del Dragón y hacia la puerta del Muladar: inspeccioné la muralla de
Jerusalén por donde tenía brechas, y las puertas que habían sido devoradas
por el fuego.
14 Continué luego hacia la puerta de la Fuente y la alberca del Rey,
pero no había paso para mi cabalgadura.
15 Volví a subir, pues, de noche, por el Torrente, inspeccionando la
muralla, y volví a entrar por la puerta del Valle. Así regresé a casa.
16 Los consejeros no supieron dónde había ido ni lo que había hecho.
Hasta entonces no había dicho nada a los judíos: ni a los sacerdotes ni a los
notables ni a los consejeros ni a los funcionarios;
17 entonces les dije: «Vosotros mismos veis la triste situación en que
nos encontramos, pues Jerusalén está en ruinas, y sus puertas devoradas por
el fuego. Vamos a reconstruir la muralla de Jerusalén, y no seremos más
objeto de escarnio.»18 Y les referí cómo la mano bondadosa de mi Dios había estado
conmigo, y les relaté también las palabras que el rey me había dicho. Ellos
dijeron: «¡Levantémonos y construyamos!» Y se afianzaron en su buen
propósito.
19 Al enterarse de ello Samballat el joronita, Tobías el siervo
ammonita y Guésem el árabe, se burlaron de nosotros y vinieron a
decirnos: «¿Qué hacéis? ¿Es que os habéis rebelado contra el rey?»
20 Yo les respondí: «El Dios del cielo nos hará triunfar. Nosotros sus
siervos, vamos a ponernos a la obra. En cuanto a vosotros, no tenéis parte
ni derecho ni recuerdo en Jerusalén.»

Nehemías 3

1 El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los sacerdotes se
encargaron de construir la puerta de las Ovejas: la armaron, fijaron sus
hojas, barras y goznes, y continuaron hasta la torre de los Cien y hasta la
torre de Jananel.
2 Al lado de ellos construyeron los de Jericó; a su lado construyó
Zakkur, hijo de Imrí.
3 Los hijos de Hassenáa construyeron la puerta de los Peces: la
armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes.
4 A su lado reparó Meremot, hijo de Urías, hijo de Haqcós; a
continuación reparó Mesullam, hijo de Berekías, hijo de Mesezabel; a su
lado reparó Sadoq, hijo de Baaná.
5 Junto a él repararon los de Técoa, pero sus notables se negaron a
poner su cuello al servicio de sus señores.
6 La puerta del Barrio nuevo la repararon Yoyadá, hijo de Paséaj, y
Mesullam, hijo de Besodías: la armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes.
7 A continuación de éstos repararon Melatías de Gabaón y Yadón de
Meronot, así como los de Gabaón y de Mispá, a expensas del gobernador de
Transeufratina.
8 A su lado reparó Uzziel, miembro del gremio de los orfebres, y a
continuación reparó Jananías, del gremio de los perfumistas: ellos
reconstruyeron Jerusalén hasta el muro de la Plaza.
9 A continuación reparó Refaías, hijo de Jur, jefe de la mitad del
distrito de Jerusalén.
10 A continuación reparó Yedaías, hijo de Harumaf, delante de su
casa; a continuación reparó Jattús, hijo de Hasabneías.
11 Malkiyías, hijo de Jarim, y Jassub, hijo de Pajat Moab, repararon la
parte siguiente, hasta la torre de los Hornos.
12 A continuación de éstos reparó, con sus hijos, Sallum, hijo de
Hallojés, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
13 Repararon la puerta del Valle, Hanún y los habitantes de Zanóaj: la
construyeron, fijaron sus hojas, barras y goznes, e hicieron mil codos de
muro, hasta la puerta del Muladar.
14 La puerta del Muladar la reparó Malkiyías, hijo de Rekab, jefe del
distrito de Bet Hakkérem, con sus hijos: fijó sus hojas, barras y goznes.15 La puerta de la Fuente la reparó Sallum, hijo de Kol Jozé, jefe del
distrito de Mispá: la construyó, la cubrió y fijó sus hojas, barras y goznes.
También restauró el muro de la alberca del canal, que está junto al huerto
del rey, hasta las escaleras que bajan de la Ciudad de David.
16 Después de él Nehemías, hijo de Aztuq, jefe de la mitad del distrito
de Bet Sur, reparó hasta enfrente de las tumbas de David, hasta la alberca
artificial y hasta la Casa de los Valientes.
17 A continuación repararon los levitas: Rejum, hijo de Baní; a su
lado reparó Jasabías, jefe de la mitad del distrito de Queilá, en su distrito;
18 a continuación repararon sus hermanos: Binnuy, hijo de Jenadad,
jefe de la mitad del distrito de Queilá;
19 a continuación Ezer, hijo de Josué, jefe de Mispá, reparó otra
sección frente a la subida del Arsenal del Angulo.
20 Después de él Baruc, hijo de Zabbay, reparó otro sector, desde el
Angulo hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Elyasib.
21 Después de él Meremot, hijo de Urías, hijo de Haqcós, reparó otro
sector, desde la puerta de la casa de Elyasib hasta el término de la misma.
22 Después de él prosiguieron la reparación los sacerdotes que
habitaban en la Vega.
23 Repararon a continuación Benjamín y Jassub frente a sus casas.
Después de ellos Azarías, hijo de Maaseías, hijo de Ananías, reparó junto a
su casa.
24 Después de él Binnuy, hijo de Jenadad, reparó otra sección, desde
la casa de Azarías hasta el Angulo y la esquina.
25 A continuación Palal, hijo de Uzay, reparó enfrente del Angulo y
de la torre en saliente de la casa del rey, la de arriba que da al patio de la
cárcel. Después de él Pedaías, hijo de Parós, reparó
26 hasta la puerta de las Aguas hacia Oriente y hasta delante de la
torre en saliente.
27 A continuación los de Técoa repararon otro sector frente a la torre
grande en saliente hasta el muro del Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos repararon los sacerdotes, cada uno
frente a su casa.
29 Después de ellos reparó Sadoq, hijo de Immer, frente a su casa.
Después de él reparó Semaías, hijo de Sekanías, encargado de la puerta
Oriental.
30 Después de él, Jananías, hijo de Selemías, y Janún, sexto hijo de
Salaf, repararon otro sector. A continuación reparó Mesullam, hijo de
Berekías, frente a su vivienda.
31 Después de él Malkiyías, del gremio de los orfebres, reparó hasta la
casa de los donados y de los comerciantes, frente a la puerta de la
Inspección, hasta la cámara alta del ángulo.
32 Y entre la cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas,
repararon los orfebres y los comerciantes.
33 Cuando Samballat se enteró de que estábamos reconstruyendo la
muralla, montó en cólera y se irritó mucho. Se burlaba de los judíos,34 y decía delante de sus hermanos y de la gente principal de Samaría:
«¿Qué pretenden hacer esos miserables judíos? ¿Es que quieren terminar en
un día? ¿Van a dar vida a esas piedras, sacadas de montones de escombros
y calcinadas?»
35 Tobías el ammonita, que estaba junto a él, dijo: «¡Déjales que
construyan; que si un chacal se alza, abrirá brecha en su muralla de piedra!»
36 ¡Escucha, Dios nuestro, porque nos desprecian. Haz que caiga su
insulto sobre su cabeza. Entrégalos al desprecio en un país de cautividad!
37 No pases por alto su iniquidad, ni su pecado sea borrado en tu
presencia, porque han insultado a los constructores.
38 Construimos, pues, la muralla, que quedó terminada hasta media
altura. El pueblo había puesto su corazón en el trabajo.

Proverbios 25

1 También estos son proverbios de Salomón, transcritos por los
hombres de Ezequías, rey de Judá.
2 Es gloria de Dios ocultar una cosa, y gloria de los reyes escrutarla.
3 Los cielos por su altura, la tierra por su profundidad, y el corazón de
los reyes: son inescrutables.
4 Quita las escorias de la plata, y quedará enteramente pura;
5 quita al malo de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia.
6 No te des importancia ante el rey, no te coloques en el sitio de los
grandes;
7 porque es mejor que te digan: «Sube acá», que ser humillado delante
del príncipe. Lo que han visto tus ojos,
8 no te apresures a llevarlo a juicio; pues ¿qué harás a la postre cuando
tu prójimo te confunda?
9 Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no descubras los secretos
de otro,
10 no sea que el que lo oye te avergüence, y que tu difamación no
tenga vuelta.
11 Manzanas de oro con adornos de plata, es la palabra dicha a
tiempo.
12 Anillo de oro, o collar de oro fino, la reprensión sabia en oído
atento.13 Como frescor de nieve el día de la siega el mensajero leal, para el
que lo envía: conforta el ánimo de su señor.
14 Nubes y viento, pero no lluvia, el hombre que se jacta de que va a
hacer un regalo, pero miente.
15 Con paciencia se persuade al juez, una lengua dulce quebranta los
huesos.
16 ¿Has hallado miel?, come lo que necesites; no llegues a hartarte y
la vomites.
17 Pon tu pie pocas veces en casa del vecino, no sea que se hastíe y te
aborrezca.
18 Martillo, espada, flecha aguda: es el hombre que da testimonio
falso contra su prójimo.
19 Diente roto, pie titubeante: la confianza en el pérfido, el día de la
angustia,
20 como quitar el vestido en día helado. Poner vinagre sobre salitre, es
cantar canciones a un corazón triste.
21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de
beber;
22 así amontonas sobre su cabeza brasas y Yahveh te dará la
recompensa.
23 El viento norte trae la lluvia, la lengua que disimula, rostros
airados.
24 Mejor es vivir en la esquina del terrado, que casa en común con
mujer litigiosa.
25 Agua fresca en fauces sedientas: la noticia buena de un país lejano.
26 Fuente hollada, manantial ensuciado, el justo que titubea ante el
malo.
27 No es bueno comer mucha miel, ni buscar gloria y más gloria.
28 Ciudad abierta y sin muralla es el hombre que no domina su ánimo.

Proverbios 26

1 Como nieve en verano y lluvia en la siega, así de mal le sienta la
gloria al insensato.
2 Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina, así no se realiza la
maldición sin motivo.
3 Látigo para el caballo, brida para el asno y vara para la espalda de
los necios.
4 No respondas al necio según su necedad, no sea que tú también te
vuelvas como él.
5 Responde al necio según su necedad, no vaya a creerse que es un
sabio.
6 Se corta los pies, se empapa de amargura, el que envía un recado en
mano de necio.
7 Como las piernas vacilantes del cojo, es el proverbio en boca de los
necios.8 Como sujetar una piedra en la honda, es conceder honores a un
necio.
9 Como espino que va a parar a mano de borracho, es el proverbio en
boca de los necios.
10 Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo al necio y
al borracho que pasan.
11 Como el perro vuelve a su vómito, vuelve el necio a su insensatez.
12 ¿Has visto a un hombre que se cree sabio? Más se puede esperar de
un necio que de él.
13 Dice el perezoso: «¡Un león en el camino! ¡Un león en la plaza!»
14 La puerta gira en los goznes, y el perezoso en la cama.

Efesios 5

1 Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos,
2 y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros
como = oblación y víctima de suave aroma. =
3 La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione
entre vosotros, como conviene a los santos.
4 Lo mismo de la grosería, las necedades o las chocarrerías, cosas que
no están bien; sino más bien, acciones de gracias.
5 Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso

que es ser idólatra – participará en la herencia del Reino de Cristo y de
Dios.6 Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene le cólera
de Dios sobre los rebeldes.
7 No tengáis parte con ellos.
8 Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el
Señor. Vivid como hijos de la luz;
9 pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad.
10 Examinad qué es lo que agrada al Señor,
11 y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes
bien, denunciadlas.
12 Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente
da vergüenza;
13 pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz.
14 Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice:
Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará
Cristo.
15 Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como
imprudentes, sino como prudentes;
16 aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos.
17 Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad
de Señor.
18 = No os embriaguéis con vino, = que es causa de libertinaje;
llenaos más bien del Espíritu.
19 Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados;
cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor,
20 dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre
de nuestro Señor Jesucristo.
21 Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo.
22 Las mujeres a sus maridos, como al Señor,
23 porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de
la Iglesia, el salvador del Cuerpo.
24 Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres
deben estarlo a sus maridos en todo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y
se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud
de la palabra,
27 y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha
ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada.
28 Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios
cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo.
29 Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la
alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia,
30 pues somos miembros de su Cuerpo.
31 = Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer, y los dos se harán una sola carne. =
32 Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.33 En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer
como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.

Efesios 6

1 Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo.
2 = Honra a tu padre y a tu madre, = tal es el primer mandamiento que
lleva consigo una promesa:
3 = Para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra. =
4 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien
mediante la instrucción y la corrección según el Señor.
5 Esclavos, obedeced a vuestros amos de este mundo con respeto y
temor, con sencillez de corazón, como a Cristo,
6 no por ser vistos, como quien busca agradar a los hombres, sino
como esclavos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios;
7 de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres;
8 conscientes de que cada cual será recompensado por el Señor según
el bien que hiciere: sea esclavo, sea libre.
9 Amos, obrad de la misma manera con ellos, dejando las amenazas;
teniendo presente que está en los cielos el Amo vuestro y de ellos, y que en
él no hay acepción de personas.
10 Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.
11 Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas
del Diablo.
12 Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra
los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este
mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.
13 Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes.
14 ¡En pie!, pues; = ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos
de la Justicia como coraza, =
15 calzados los pies con = el Celo por el Evangelio de la paz, =
16 embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con
él todos los encendidos dardos del Maligno.
17 Tomad, también, = el yelmo de la salvación = y la espada del
Espíritu, que es la Palabra de Dios;
18 siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu,
velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos,
19 y también por mí, para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca
y pueda dar a conocer con valentía el Misterio del Evangelio,
20 del cual soy embajador entre cadenas, y pueda hablar de él
valientemente como conviene.
21 Para que también vosotros sepáis cómo me va y qué hago, os
informará de todo Tíquico, el hermano querido y fiel ministro en el Señor,
22 a quien envío donde vosotros expresamente para que sepáis de
nosotros y consuele vuestros corazones.23 Paz a los hermanos, y caridad con fe de parte de Dios Padre y del
Señor Jesucristo.
24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en
la vida incorruptible.

EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES
Colosenses 1

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el
hermano,
2 a los santos de Colosas, hermanos fieles en Cristo. Gracia a vosotros
y paz de parte de Dios, nuestro Padre.
3 Damos gracias sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
por vosotros en nuestras oraciones,
4 al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que
tenéis con todos los santos,
5 a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y acerca
de la cual fuisteis ya instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio,
6 que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo
que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de
Dios en la verdad:
7 tal como os la enseñó Epafras, nuestro querido consiervo y fiel
ministro de Cristo, en lugar nuestro,
8 el cual nos informó también de vuestro amor en el Espíritu.
9 Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el
día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su
voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en
todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de
Dios;
11 confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda
constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría
12 gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la
herencia de los santos en la luz.
13 El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del
Hijo de su amor,
14 en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.
15 El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,
16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la
tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,
17 él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.

18 El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el
Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en
todo,
19 pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud,
20 y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante
la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.

21 Y a vosotros, que en otro tiempo fuisteis extraños y enemigos, por
vuestros pensamientos y malas obras,
22 os ha reconciliado ahora, por medio de la muerte en su cuerpo de
carne, para presentaros santos, inmaculados e irreprensibles delante de El;
23 con tal que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe, firmes e
inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido
proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser
ministro.
24 Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y
completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de
su Cuerpo, que es la Iglesia,
25 de la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios
me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la Palabra de
Dios,
26 al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado
ahora a sus santos,
27 a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de
este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de
la gloria,
28 al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a todos
los hombres con toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfectos en
Cristo.
29 Por esto precisamente me afano, luchando con la fuerza de Cristo
que actúa poderosamente en mí.

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