# 106

2 Crónicas 36

1 El pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, y le proclamó
rey en Jerusalén, en lugar de su padre.

2 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres
meses en Jerusalén.
3 El rey de Egipto le destituyó en Jerusalén, e impuso al país una
contribución de cien talentos de plata y un talento de oro.
4 El rey de Egipto proclamó rey de Judá y Jerusalén a Eliaquim,
hermano de Joacaz, cambiándole el nombre por el de Yoyaquim. Y a
Joacaz, su hermano, le tomó Nekó y lo llevó a Egipto.
5 Yoyaquim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó
once años en Jerusalén. Hizo el mal a los ojos de Yahveh su Dios.
6 Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él y le ató con
cadenas de bronce para conducirle a Babilonia.
7 Nabucodonosor llevó también a Babilonia algunos objetos de la
Casa de Yahveh que depositó en su santuario, en Babilonia.
8 El resto de los hechos de Yoyaquim, las abominaciones que cometió
y todo lo que le sucedió, está escrito en el libro de los reyes de Israel y de
Judá. En su lugar reinó su hijo Joaquín.
9 Joaquín tenía ocho años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses
y diez días en Jerusalén; hizo el mal a los ojos de Yahveh.
10 A la vuelta de un año mandó el rey Nabucodonosor que le llevasen
a Babilonia, juntamente con los objetos más preciosos de la Casa de
Yahveh, y puso por rey en Judá y Jerusalén a Sedecías, hermano de
Joaquín.
11 Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once
años en Jerusalén.
12 Hizo el mal a los ojos de Yahveh su Dios, y no se humilló ante el
profeta Jeremías que le hablaba por boca de Yahveh.
13 También él se rebeló contra el rey Nabucodonosor, que le había
hecho jurar por Dios; endureció su cerviz y se obstinó en su corazón, en vez
de volverse a Yahveh, el Dios de Israel.
14 Del mismo modo, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo
multiplicaron sus infidelidades, según todas las costumbres abominables de
las gentes, y mancharon la Casa de Yahveh, que él se había consagrado en
Jerusalén.
15 Yahveh, el Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos
por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su
Morada.
16 Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus
palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira de Yahveh
contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.
17 Entonces hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que mató a
espada a los mejores en la Casa de su santuario, sin perdonar a joven ni a
doncella, a viejo ni a canoso; a todos los entregó Dios en su mano.
18 Todos los objetos de la Casa de Dios, grandes y pequeños, los
tesoros de la Casa de Yahveh y los tesoros del rey y de sus jefes, todo se lo
llevó a Babilonia.

19 Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén:
pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos
preciosos.
20 Y a los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia,
donde fueron esclavos de él y de sus hijos hasta el advenimiento del reino
de los persas;
21 para que se cumpliese la palabra de Yahveh, por boca de Jeremías:
«Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la
desolación, hasta que se cumplan los setenta años.»
22 En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la
palabra de Yahveh, por boca de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro,
rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino:
23 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me
ha dado todos los reinos de la tierra. El me ha encargado que le edifique una
Casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo,
¡sea su Dios con él y suba!»

ESDRAS
Esdras 1

1 En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la
palabra de Yahveh, por boca de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de
Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su
reino:
2 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha
dado todos los reinos de la tierra. El me ha encargado que le edifique una
Casa en Jerusalén, en Judá.
3 Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios con él.
Suba a Jerusalén, en Judá, a edificar la Casa de Yahveh, Dios de Israel, el
Dios que está en Jerusalén.
4 A todo el resto del pueblo, donde residan, que las gentes del lugar
les ayuden proporcionándoles plata, oro, hacienda y ganado, así como
ofrendas voluntarias para la Casa de Dios que está en Jerusalén.»
5 Entonces los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes
y los levitas, todos aquellos cuyo ánimo había movido Dios, se pusieron en
marcha para subir a edificar la Casa de Yahveh en Jerusalén;
6 y todos sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata,
oro, hacienda, ganado, objetos preciosos en cantidad, además de toda clase
de ofrendas voluntarias.
7 El rey Ciro mandó tomar los utensilios de la Casa de Yahveh que
Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén y había depositado en el
templo de su dios.
8 Ciro, rey de Persia, los puso en manos del tesorero Mitrídates, el
cual los contó para entregárselos a Sesbassar, el príncipe de Judá.
9 Este es el inventario: fuentes de oro: 30; fuentes de plata: 1.000;
reparadas: 29;10 copas de oro: 30; copas de plata: 1.000; estropeadas: 410; otros
utensilios: 1.000.
11 Total de los utensilios de oro y plata: 5.400. Todo esto se lo llevó
Sesbassar cuando se permitió a los deportados volver de Babilonia a
Jerusalén.
Esdras 2
1 Estas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio,
aquellas que había deportado a Babilonia Nabucodonosor, rey de
Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y Judá, cada uno a su ciudad.
2 Vinieron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías,
Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejum, Baaná. Lista de los
hombres del pueblo de Israel:
3 los hijos de Parós: 2.172;
4 los hijos de Sefatías: 372;
5 los hijos de Araj: 775;
6 los hijos de Pajat Moab, por parte de los hijos de Josué y de Joab:
2.812;
7 los hijos de Elam: 1.254;
8 los hijos de Zattú: 945;
9 los hijos de Zakkay: 760;
10 los hijos de Baní: 642;
11 los hijos de Bebay: 623;
12 los hijos de Azgad: 1.222;
13 los hijos de Adonicam: 666;
14 los hijos de Bigvay: 2.056;
15 los hijos de Adín: 454;
16 los hijos de Ater, de Ezequías: 98;
17 los hijos de Besay: 323;
18 los hijos de Yorá: 112;
19 los hijos de Jasum: 223;
20 los hijos de Guibbar: 95;
21 los hombres de Belén: 123;
22 los hombres de Netofá: 56;
23 los hombres de Anatot: 128;
24 los hombres de Azmávet: 42;
25 los hombres de Quiryat Yearim, Kefirá y Beerot: 743;
26 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
27 los hombres de Mikmás: 122;
28 los hombres de Betel y de Ay: 223;
29 los hijos de Nebo: 52;
30 los hijos de Magbís: 156,
31 los hijos del otro Elam: 1.254;
32 los hijos de Jarim: 320;
33 los hombres de Lod, Jadid y Onó: 725;
34 los hombres de Jericó: 345;35 los hombres de Senaá: 3.630.
36 Sacerdotes: los hijos de Yedaías, de la casa de Josué: 973;
37 los hijos de Immer: 1.052;
38 los hijos de Pasjur: 1.247;
39 los hijos de Jarim: 1.017.
40 Levitas: los hijos de Josué, y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías:
74.
41 Cantores: los hijos de Asaf: 128.
42 Porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de
Talmón, los hijos de Aqcub, los hijos de Jatitá, los hijos de Sobay: en total
139.
43 Donados: los hijos de Sijá, los hijos de Jasufá, los hijos de Tabbaot,
44 los hijos de Querós, los hijos de Siahá, los hijos de Padón,
45 los hijos de Lebaná, los hijos de Jagabá, los hijos de Aqcub,
46 los hijos de Jagab, los hijos de Salmay, los hijos de Janán,
47 los hijos de Guiddel, los hijos de Gajar, los hijos de Reaías,
48 los hijos de Resín, los hijos de Necodá, los hijos de Gazzam,
49 los hijos de Uzzá, los hijos de Paséaj, los hijos de Besay,
50 los hijos de Asná, los hijos de los meunitas, los hijos de los
nefusitas,
51 los hijos de Baqbuq, los hijos de Jacufá, los hijos de Jarjur,
52 los hijos de Baslut, los hijos de Mejidá, los hijos de Jarsá,
53 los hijos de Barcós, los hijos de Sisrá, los hijos de Témaj,
54 los hijos de Nesíaj, los hijos de Jatifá.
55 Hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotay, los hijos de
Has Soféret, los hijos de Perudá,
56 los hijos de Yaalá, los hijos de Darcón, los hijos de Guiddel,
57 los hijos de Sefatías, los hijos de Jattil, los hijos de Pokéret
Hassebáyim, los hijos de Amí.
58 Total de los donados y de los hijos de los siervos de Salomón: 392.
59 Y estos son los que venían de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Kerub, Addán e
Immer, y que no pudieron probar si su familia y su familia y su estirpe eran
de origen israelita:
60 los hijos de Delaías, los hijos de Tobías, los hijos de Necodá: 652.
61 Y entre los sacerdotes: los hijos de Jobayías, los hijos de Haqcós,
los hijos de Barzillay – el cual se había casado con una de las hijas de
Barzillay el gaaladita, cuyo nombre adoptó -.
62 Estos investigaron en su registro genealógico, pero no figuraban,
por lo cual se les excluyó del sacerdocio como ilegítimos,
63 y el Gobernador les prohibió comer de las cosas sacratísimas hasta
que no se presentara un sacerdote para el Urim y el Tummim.
64 La asamblea ascendía a 42.360 personas,
65 sin contar sus siervos y siervas en número de 7.337. Tenían
también 200 cantores y cantoras.
66 Tenían 736 caballos, 245 mulos,
67 435 camellos y 6.720 asnos.68 Algunos de los cabezas de familia, al llegar a la Casa de Yahveh en
Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la Casa de Dios, para que
fuese reedificada en su mismo emplazamiento.
69 Según sus posibilidades, entregaron al tesoro de la obra 61.000
dracmas de oro, 5.000 minas de plata y 100 túnicas sacerdotales.
70 Los sacerdotes, los levitas y parte del pueblo se establecieron en
Jerusalén; los cantores, los porteros y los donados, en sus ciudades
respectivas. Todo Israel estaba, pues, en sus ciudades.

Esdras 3

1 Llegado el séptimo mes, los israelitas estaban ya en sus ciudades y
entonces todo el pueblo se congregó como un solo hombre en Jerusalén.
2 Josué, hijo de Yosadaq, con sus hermanos los sacerdotes, y
Zorobabel, hijo de Sealtiel, con sus hermanos, se pusieron a reconstruir el
altar del Dios de Israel, para ofrecer en él holocaustos, como está escrito en
la Ley de Moisés, hombre de Dios.
3 Erigieron el altar en su emplazamiento, a pesar del temor que les
infundían los pueblos de la tierra, y ofrecieron en él holocaustos a Yahveh,
holocaustos de la mañana y de la tarde;
4 celebraron la fiesta de las Tiendas, según está escrito, con el número
de holocaustos cotidianos establecidos según el rito de cada día;
5 después, ofrecieron el holocausto perpetuo y los de los sábados,
novilunios y todas las solemnidades consagradas a Yahveh, además de lo
que cada uno quería ofrecer voluntariamente a Yahveh.
6 Desde el día primero del séptimo mes, comenzaron a ofrecer
holocaustos a Yahveh, aunque no se habían echado todavía los cimientos
del santuario de Yahveh.
7 Se dio entonces dinero a los canteros y a los carpinteros; a los
sidonios y a los tirios se les mandó víveres, bebidas y aceite, para que
enviasen por mar a Joppe madera de cedro del Líbano, según la
autorización de Ciro, rey de Persia.
8 El año segundo de su llegada a la Casa de Dios en Jerusalén, el
segundo mes, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadaq, con el
resto de sus hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos los que habían
vuelto del destierro a Jerusalén, comenzaron la obra; designaron a algunos
levitas, de veinte años en adelante, para dirigir las obras de la Casa de
Yahveh.
9 Josué, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, los hijos de
Hodavías, se pusieron como un solo hombre a dirigir a los que trabajaban
en la obra de la Casa de Dios.
10 En cuanto los albañiles echaron los cimientos del santuario de
Yahveh, se presentaron los sacerdotes, revestidos de lino fino, con
trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar a Yahveh
según las prescripciones de David, rey de Israel.
11 Cantaron alabando y dando gracias a Yahveh: «Porque es bueno,
porque es eterno su amor para Israel.» Y el pueblo entero prorrumpía engrandes clamores, alabando a Yahveh, porque la Casa de Yahveh tenía ya
sus cimientos.
12 Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia, ya ancianos, que
habían conocido con sus propios ojos la primera Casa, sobre sus cimientos,
lloraban con grandes gemidos, mientras que otros lanzaban gozosos
clamores.
13 Y nadie podía distinguir los acentos de clamor jubiloso de los
acentos de lamentación del pueblo, porque el pueblo lanzaba grandes
clamores, y el estrépito se podía oír desde muy lejos.

Esdras 4

1 Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín se enteraron de que los
deportados estaban edificando un santuario a Yahveh, Dios de Israel,
2 se presentaron a Zorobabel, a Josué y a los cabezas de familia, y les
dijeron: «Vamos a edificar junto con vosotros, porque, como vosotros,
buscamos a vuestro Dios y le sacrificamos, desde los tiempos de
Asarjaddón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.»
3 Zorobabel, Josué y los restantes cabezas de familia israelitas les
contestaron: «No podemos edificar juntos nosotros y vosotros una Casa a
nuestro Dios: a nosotros solos nos toca construir para Yahveh, Dios de
Israel, como nos lo ha mandado Ciro, rey de Persia.»
4 Entonces el pueblo de la tierra se puso a desanimar al pueblo de
Judá y a meterles miedo para que no siguiesen edificando;
5 y sobornaron contra ellos a algunos consejeros para hacer fracasar su
proyecto; así durante todo el tiempo de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado
de Darío, rey de Persia.
6 Bajo el reinado de Jerjes, al comienzo de su reinado, presentaron
ellos por escrito una denuncia contra los habitantes de Judá y Jerusalén.
7 En tiempo de Artajerjes, Mitrídates, Tabeel y demás colegas suyos
escribieron contra Jerusalén a Artajerjes, rey de Persia. El texto del
documento estaba en escritura aramea y en lengua aramea.
8 Rejum, gobernador, y Simsay, secretario, escribieron al rey
Artajerjes contra Jerusalén una carta. –
9 Rejum el gobernador, Simsay el secretario y demás colegas; los
jueces y los legados, funcionarios persas; las gentes de Uruk, de Babilonia y
de Susa – es decir los elamitas –
10 y los restantes pueblos que el gran Asurbanipal deportó y
estableció en las ciudades de Samaría y en el resto de Transeufratina.
11 Esta es la copia de la carta que le enviaron: «Al rey Artajerjes, tus
servidores, las gentes de Transeufratina, etc.
12 Ha de saber el rey que los judíos que subieron de tu lado hacia
nosotros y llegaron a Jerusalén están reconstruyendo esta ciudad rebelde y
perversa; tratan de levantar las murallas, y ya han echado los cimientos.
13 Sepa, pues, el rey, que si esta ciudad se reconstruye y se levantan
sus murallas, no se pagarán más impuestos, contribución ni peaje, y al fin
esta ciudad perjudicará a los reyes.14 Ahora bien, a nosotros, puesto que comemos la sal del palacio, nos
resulta intolerable ver esta afrenta que se hace al rey; por eso enviamos al
rey esta denuncia,
15 para que se investigue en las Memorias de tus padres: en estas
Memorias encontrarás y te enterarás de que esta ciudad es una ciudad
rebelde, molesta para los reyes y las provincias, y que en ella se han
fomentado insurrecciones desde antiguo. Por este motivo fue destruida esta
ciudad.
16 Nosotros informamos al rey que, si esta ciudad se reconstruye y se
levantan sus murallas, bien pronto ya no tendrás más territorios en
Transeufratina.»
17 El rey envió esta respuesta: «A Rejum, gobernador, a Simsay,
secretario, y a los restantes colegas residentes en Samaría y demás lugares
en Transeufratina, paz, etc.
18 «El documento que nos habéis enviado ha sido traducido y leído en
mi presencia.
19 Di orden de que se investigase, y se ha encontrado que esta ciudad
se ha venido rebelando contra los reyes desde antiguo, y que por ella se han
fomentado revueltas e insurrecciones.
20 Que hubo en Jerusalén reyes poderosos, cuyo dominio se extendía
sobre toda Transeufratina: se les pagaba impuestos, contribuciones y peaje.
21 Ordenad, pues, que se interrumpa la empresa de esos hombres: esa
ciudad no debe ser reconstruida hasta nueva orden.
22 Guardaos de actuar con negligencia en este asunto, no sea que el
mal aumente en perjuicio de los reyes.»
23 En cuanto la copia del documento del rey Artajerjes fue leída ante
Rejum, el gobernador, Simsay, el secretario , y sus colegas, salieron a toda
prisa hacia Jerusalén, donde los judíos, y les obligaron a suspender sus
obras por la fuerza de las armas.
24 Así se suspendieron las obras de la Casa de Dios en Jerusalén:
quedaron interrumpidas hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de
Persia.

Esdras 5

1 Los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Iddó, empezaron a profetizar a
los judíos de Judá y de Jerusalén, en nombre del Dios de Israel que velaba
sobre ellos.
2 Con esto, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadaq, se
decidieron a reanudar la construcción de la Casa de Dios en Jerusalén: los
profetas de Dios estaban con ellos, apoyándoles.
3 Por entonces, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y
sus colegas vinieron donde ellos y les preguntaron: «¿Quién os ha
autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?
4 ¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?»5 Pero los ojos de su Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y
no se les obligó a suspender la obra en espera de que llegase un informe a
Darío y volviera un decreto oficial sobre el particular.
6 Copia de la carta que Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar
Boznay y sus colegas, las autoridades de Transeufratina, remitieron al rey
Darío.
7 Le enviaron un escrito de este tenor: «Al rey Darío, paz completa.
8 Sepa el rey que nosotros hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa
del gran Dios: se está reconstruyendo con piedras sillares; se recubren de
madera las paredes; la obra se ejecuta cuidadosamente y adelanta en sus
manos.
9 Preguntando, pues, a estos ancianos, les hemos dicho: “¿Quién os ha
autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?”
10 Les hemos preguntado además sus nombres para informarte de
ello; y así te damos por escrito los nombres de los hombres que están al
frente de ellos.
11 «Ellos nos han dado esta respuesta: “Nosotros somos servidores del
Dios del cielo y de la tierra; estamos reconstruyendo una Casa que estuvo
en pie anteriormente durante muchos años y que un gran rey de Israel
construyó y acabó.
12 Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y él los entregó en
manos de Nabucodonosor, el caldeo, rey de Babilonia.
13 Sin embargo, el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro
dio autorización para reconstruir esta Casa de Dios;
14 además los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios que
Nabucodonosor había quitado al santuario de Jerusalén y había llevado al
santuario de Babilonia, el rey Ciro los mandó sacar del santuario de
Babilonia, y entregar a un hombre llamado Sesbassar, a quien constituyó
sátrapa;
15 y le dijo: Toma estos utensilios; vete a llevarlos al santuario de
Jerusalén y que sea reconstruida la Casa de Dios en su emplazamiento;
16 vino, pues, este Sesbassar y echó los cimientos de la Casa de Dios
en Jerusalén, y desde entonces hasta el presente se viene reconstruyendo,
pero no está acabada.”
17 «Ahora, pues, si le place al rey, investíguese en el departamento del
tesoro del rey de Babilonia si es verdad que el rey Ciro dio autorización
para reconstruir esta Casa de Dios en Jerusalén. Y que se nos remita la
decisión del rey sobre este asunto.»

Esdras 6

1 Entonces, por orden del rey Darío, se investigó en los archivos del
tesoro conservado allí en Babilonia,
2 y se encontró en Ecbátana, la fortaleza situada en la provincia de los
medos, un rollo cuyo tenor era el siguiente: «Memorándum.
3 «El año primero del rey Ciro, el rey Ciro ha ordenado: “Casa de
Dios en Jerusalén”: «La Casa será construida como lugar donde se ofrezcan sacrificios y sus fundamentos quedarán establecidos. Su altura será de
sesenta codos, su anchura de sesenta codos.
4 Habrá tres hileras de piedras de sillería y una de madera. Los gastos
serán costeados por la casa del rey.
5 Además, los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios, que
Nabucodonosor sacó del santuario de Jerusalén y se llevó a Babilonia,
serán restituidos, para que todo vuelva a ocupar su lugar en el santuario de
Jerusalén y vuelva a ser colocado en la Casa de Dios.
6 «Ahora, pues, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y
vosotros, sus colegas, las autoridades de Transeufratina, retiraos de allí;
7 dejad trabajar en esta Casa de Dios al sátrapa de Judá y a los
ancianos de los judíos, y que reconstruyan esa Casa de Dios en
su
emplazamiento.
8 Estas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos
de los judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos
reales de los impuestos de Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los
gastos exactamente y sin interrupción.
9 Lo que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos,
carneros y corderos, así como trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará
sin falta cada día, según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén,
10 para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se
ruegue por la vida del rey y de sus hijos.
11 Ordeno, además, lo siguiente: A todo aquel que no cumpla este
edicto, le será arrancada de su casa una viga, se le amarrará a ella y será
azotado; en cuanto a su casa, será reducida, por este delito, a un montón de
escombros.
12 Y el Dios que ha puesto allí la morada de su Nombre, aplaste a
todo aquel rey o pueblo que trate de transgredir esto, destruyendo esa Casa
de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he promulgado este decreto. Sea ejecutado
exactamente.»
13 Entonces Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus
colegas ejecutaron exactamente las instrucciones mandadas par el rey
Darío.
14 Así, los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con
éxito, según la profecía de Ageo el profeta, y de Zacarías, hijo de Iddó.
Llevaron a término la construcción según la orden del Dios de Israel y la
orden de Ciro y de Darío.
15 Esta Casa fue terminada el día veintitrés del mes de Adar, el año
sexto del reinado del rey Darío.
16 Los israelitas – los sacerdotes, los levitas y el resto de los
deportados – celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de Dios;
17 ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros,
doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como sacrificio por el
pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las
tribus de Israel.18 Luego establecieron a los sacerdotes según sus categorías, y a los
levitas según sus clases, para el servicio de la Casa de Dios en Jerusalén,
según está escrito en el libro de Moisés.
19 Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes;
20 ya que los levitas se habían purificado como un solo hombre, todos
estaban puros; inmolaron, pues, la pascua para todos los deportados, para
sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos.
21 Comieron la pascua los israelitas que habían vuelto del destierro y
todos aquellos que, habiendo roto con la impureza de las gentes del país se
habían unido a ellos para buscar a Yahveh, Dios de Israel.
22 Celebraron con júbilo, durante siete días, la fiesta de los Ázimos,
porque Yahveh les había llenado de gozo, pues volvió hacia ellos el corazón
del rey de Asiria, para que reafirmase sus manos en las obras de la Casa de
su Dios, el Dios de Israel.

Proverbios 23

1 Si te sientas a comer con poderoso, mira bien al que está frente a ti;
2 pon un cuchillo a tu garganta si eres hombre de apetito;
3 no desees sus manjares, porque es alimento engañoso.
4 No te fatigues por enriquecerte, deja de pensar en ello.
5 Pones tus ojos en ello y no hay nada. Porque se hace alas como
águila, y se vuela hasta el cielo.
6 No comas pan con hombre de malas intenciones, ni desees sus
manjares. 7 Porque, según lo que calcula en su interior, te dice: «¡Come y
bebe!», pero su corazón no está contigo.
8 Nada más comer lo vomitarías y tus palabras amables serían tu
ruina.
9 A oídos de necio no hables, porque se burlará de la prudencia de tus
dichos.
10 No desplaces el lindero antiguo, no entres en el campo de los
huérfanos,
11 porque su vengador es poderoso, y defendería su pleito contra ti.
12 Aplica tu corazón a la instrucción, y tus oídos a las palabras de la
ciencia.
13 No ahorres corrección al niño, que no se va a morir porque le
castigues con la vara.
14 Con la vara le castigarás y librarás su alma del seol.
15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, se alegrará también mi corazón,
16 y exultarán mis riñones al decir tus labios cosas rectas.
17 No envidie tu corazón a los pecadores, más bien en el temor de
Yahveh permanezca todo el día,
18 porque hay un mañana, y tu esperanza no será aniquilada.
19 Escucha, hijo, y serás sabio, y endereza tu corazón por el camino…
20 No seas de los que se emborrachan de vino, ni de los que se ahítan
de carne,
21 porque borracho y glotón se empobrecen y el sopor se viste de
harapos.
22 Escucha a tu padre, que él te engendró, y no desprecies a tu madre
por ser vieja.
23 Adquiere la verdad y no la vendas: la sabiduría, la instrucción, la
inteligencia.
24 El padre del justo rebosa de gozo, quien engendra un sabio por él
se regocija.
25 Se alegrarán tu padre y tu madre, y gozará la que te ha engendrado.
26 Dame, hijo mío, tu corazón, y que tus ojos hallen deleite en mis
caminos.
27 Fosa profunda es la prostituta, pozo angosto la mujer extraña.
28 También ella como ladrón pone emboscadas, y multiplica entre los
hombres los traidores.
29 ¿Para quién las «Desgracias»? ¿para quién los «Ayes»? ¿para quién
los litigios? ¿para quién los lloros? ¿para quién los golpes sin motivo? ¿para
quién los ojos turbios?
30 Para los que se eternizan con el vino, los que van en busca de vinos
mezclados.
31 No mires el vino: ¡Qué buen color tiene! ¡cómo brinca en la copa!
¡qué bien entra!
32 Pero, a la postre, como serpiente muerde, como víbora pica.
33 Tus ojos verán cosas extrañas, y tu corazón hablará sin ton ni son. 34 Estarás como acostado en el corazón del mar, o acostado en la
punta de un mástil.
35 «Me han golpeado, pero no estoy enfermo; me han tundido a palos,
pero no lo he sentido, ¿Cuándo me despertaré…?, me lo seguiré
preguntando.»

Proverbios 24

1 No tengas envidia de los malos, no desees estar con ellos,
2 porque su corazón trama violencias, y sus labios hablan de
desgracias.
3 Con la sabiduría se construye una casa, y con la prudencia se
afianza;
4 con la ciencia se llenan los cilleros de todo bien precioso y deseable.
5 El varón sabio está fuerte, el hombre de ciencia fortalece su vigor;
6 porque con sabios consejos harás la guerra, y en la abundancia de
consejeros está el éxito.
7 Muy alta está la sabiduría para el necio: no abre su boca en la puerta.
8 Al que piensa en hacer mal, se le llama maestro en intrigas.
9 La necedad sólo maquina pecados, el arrogante es abominable a los
hombres.
10 Si te dejas abatir el día de la angustia, angosta es tu fuerza.
11 Libra a los que son llevados a la muerte, y a los conducidos al
suplicio ¡si los pudieras retener!
12 Si dices: «Mira que no lo sabíamos», ¿acaso el que pesa los
corazones no comprende? ¿el que vigila tu alma, no lo sabe? El da a cada
hombre según sus obras.
13 Come miel, hijo mío, porque es buena. Panal de miel es dulce a tu
paladar.
14 Pues sábete que así será la sabiduría para tu alma, y si la hallas, hay
un mañana, y tu esperanza no será aniquilada.
15 No pongas, malvado, asechanzas en la mansión del justo, no hagas
violencia a su morada.
16 Que siete veces cae el justo, pero se levanta, mientras los malos se
hunden en la desgracia.
17 No te alegres por la caída de tu enemigo, no se goce tu corazón
cuando se hunde;
18 no sea que lo vea Yahveh y le desagrade, y aparte de él su ira.
19 No te enfurezcas por causa de los malvados, ni tengas envidia de
los malos.
20 Porque para el malvado no hay un mañana: la lámpara de los malos
se extinguirá.
21 Teme, hijo mío, a Yahveh y al rey, no te relaciones con los
innovadores,
22 porque al instante surgirá su calamidad, y ¿quién sabe el castigo
que pueden ambos dar?23 También esto pertenece a los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no está bien.
24 Al que dice al malo: «Eres justo», le maldicen los pueblos y le
detestan las naciones;
25 los que los castigan, viven felices, y viene sobre ellos la bendición
del bien.
26 Besa en los labios, el que responde con franqueza.
27 Ordena tus trabajos de fuera y prepara tus faenas en el campo; y
después puedes construirte tu casa.
28 No des testimonio, en vano, contra tu prójimo, ni engañes con tus
labios.
29 No digas: «Como él me ha hecho a mí, le haré yo a él, daré a cada
uno según sus obras.»
30 He pasado junto al campo de un perezoso, y junto a la viña de un
hombre insensato,
31 y estaba todo invadido de ortigas, los cardos cubrían el suelo, la
cerca de piedras estaba derruída.
32 Al verlo, medité en mi corazón, al contemplarlo aprendí la lección:
33 «Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los
brazos cruzados
34 y llegará, como vagabundo, tu miseria y como un mendigo tu
pobreza.»

Efesios 2

1 Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
2 en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este
mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el Espíritu que actúa en los
rebeldes…
3 entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en
medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de
la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los
demás, a la Cólera…
4 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos
amo,
5 estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente
con Cristo – por gracia habéis sido salvados –
6 y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús,
7 a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de
su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8 Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no
viene de vosotros, sino que es un don de Dios;
9 tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe.
10 En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a
las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos.
11 Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según
la carne, llamados = incircuncisos = por la que se llama = circuncisión = –
por una operación practicada en la carne -,
12 estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de
Israel y extraños a las alianzas de la Promesa, sin esperanza y sin Dios en el
mundo.
13 Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo
estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo.
14 Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno,
derribando el muro que los separaba, la enemistad,
15 anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus
preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo,
haciendo la paz,
16 y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la
cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad.17 Vino a anunciar la paz: = paz a vosotros que estabais lejos, y paz a
los que estaban cerca. =
18 Pues por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un
mismo Espíritu.
19 Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de
los santos y familiares de Dios,
20 edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la
piedra angular Cristo mismo,
21 en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un
templo santo en el Señor,
22 en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados,
hasta ser morada de Dios en el Espíritu.

Efesios 3

1 Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los
gentiles…
2 si es que conocéis la misión de la gracia que Dios me concedió en
orden a vosotros:
3 cómo me fue comunicado por una revelación el conocimiento del
Misterio, tal como brevemente acabo de exponeros.
4 Según esto, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio
de Cristo;
5 Misterio que en generaciones pasadas no fue dado a conocer a los
hombres, como ha sido ahora revelado a sus santos apóstoles y profetas por
el Espíritu:
6 que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y
partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio,
7 del cual he llegado a ser ministro, conforme al don de la gracia de
Dios a mí concedida por la fuerza de su poder.
8 A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la
de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo,
9 y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde
siglos en Dios, Creador de todas las cosas,
10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a
los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia,
11 conforme al previo designio eterno que realizó en Cristo Jesús,
Señor nuestro,
12 quien, mediante la fe en él, nos da valor para llegarnos
confiadamente a Dios.
13 Por lo cual os ruego no os desaniméis a causa de las tribulaciones
que por vosotros padezco, pues ellas son vuestra gloria.
14 Por eso doblo mis rodillas ante el Padre,
15 de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra,
16 para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis
fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior,17 que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que,
arraigados y cimentados en el amor,
18 podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad,
19 y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para
que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios.
20 A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas
incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al
poder que actúa en nosotros,
21 a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las
generaciones y todos los tiempos. Amén.

Efesios 4

1 Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera
digna de la vocación con que habéis sido llamados,
2 con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a
otros por amor,
3 poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo
de la paz.
4 Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que
habéis sido llamados.
5 Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en
todos.
7 A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la
medida de los dones de Cristo.
8 Por eso dice: = Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los
hombres. =
9 ¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones
inferiores de la tierra?
10 Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los
cielos, para llenarlo todo.
11 El mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelizadores; a otros, pastores y maestros,
12 para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones
del ministerio, para edificación del Cuerpo de Cristo,
13 hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento
pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la
plenitud de Cristo.
14 Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados
por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la
astucia que conduce engañosamente al error,
15 antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta
Aquel que es la Cabeza, Cristo,
16 de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de
toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su
edificación en el amor.
17 Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como
viven los gentiles, según la vaciedad de su mente,
18 sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de
Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza
19 los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al
libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas.
20 Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido,
21 si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados
conforme a la verdad de Jesús
22 a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo
que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias,
23 a renovar el espíritu de vuestra mente,
24 y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia
y santidad de la verdad.
25 Por tanto, desechando la mentira, = hablad con verdad cada cual
con su prójimo, = pues somos miembros los unos de los otros.
26 = Si os airáis, no pequéis; = no se ponga el sol mientras estéis
airados,
27 ni deis ocasión al Diablo.
28 El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos,
haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en
necesidad.
29 No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea
conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os
escuchen.
30 No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis
sellados para el día de la redención.
31 Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de
maldad, desaparezca de entre vosotros.
32 Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos
mutuamente como os perdonó Dios en Cristo.

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