I Macabeos 14
1 El año 172 juntó el rey Demetrio su ejército y partió para Media
para procurarse ayuda con que combatir a Trifón.
2 Pero al enterarse Arsaces, rey de Persia y Media, de que Demetrio
había entrado en su término, mandó a uno de sus generales para capturarle
vivo.
3 Partió éste y derrotó al ejército de Demetrio, le hizo prisionero y le
llevó ante Arsaces que le puso en prisión.
4 El país de Judá gozó de paz durante todos los días de Simón. El
procuró el bien a su nación, les fue grato su gobierno y su gloria en todo
tiempo.
5 Además de toda su gloria, tomó a Joppe como puerto y se abrió
paso a las islas del mar.
6 Ensanchó las fronteras de su nación, se hizo dueño del país,
7 y repatrió numerosos cautivos. Tomó Gázara, Bet Sur y la
Ciudadela, la limpió de sus impurezas y no hubo quien le resistiera.
8 Cultivaban en paz sus tierras; la tierra daba sus cosechas y los
árboles del llano sus frutos.
9 Los ancianos se sentaban en las plazas, todos conversaban sobre el
bienestar y los jóvenes vestían galas y armadura.
10 Procuró bastimentos a las ciudades, las protegió con
fortificaciones hasta llegar la fama de su gloria a los confines de la tierra.
11 Estableció la paz en el país y gozó Israel de gran alegría.
12 Se sentaba cada cual bajo su parra y su higuera y no había nadie
que les inquietara.
13 No quedó en el país quien les combatiera y fueron derrotados los
reyes en aquellos días.
14 Dio apoyo a los humildes de su pueblo hizo desaparecer a todo
impío y malvado. Observó fielmente la Ley,
15 dio gloria al Lugar Santo y multiplicó su ajuar.
16 Cuando llegó a Roma y hasta Esparta la noticia de la muerte de
Jonatán, lo sintieron mucho;
17 pero cuando supieron que su hermano Simón le había sucedido en
el sumo sacerdocio y había tomado el mando del país y sus ciudades,
18 le escribieron en planchas de bronce para renovar con él la amistad
y la alianza que habían establecido con sus hermanos Judas y Jonatán.
19 Se leyeron en Jerusalén ante la asamblea.
20 Esta es la copia de la carta enviada por los espartanos: «Los
magistrados y la ciudad de los espartanos saludan al sumo sacerdote Simón,
a los ancianos, a los sacerdotes y al resto del pueblo de los judíos, nuestros
hermanos.
21 Los embajadores enviados a nuestro pueblo nos han informado de
vuestra gloria y honor y nos hemos alegrado con su venida.
22 Hemos registrado sus declaraciones entre las decisiones del pueblo
en estos términos: Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatros, hijo de Jasón,
embajadores de los judíos, se nos han presentado para renovar la amistad
con nosotros.
23 Ha sido del agrado del pueblo recibir con honor a estos personajes
y depositar la copia de sus discursos en los archivos públicos para que el
pueblo espartano conserve su recuerdo. Se ha sacado una copia de esto para
el sumo sacerdote Simón.»
24 Después, envió Simón a Roma a Numenio con un gran escudo de
oro de mil minas de peso para confirmar la alianza con ellos.
25 Cuando estos hechos llegaron a conocimiento del pueblo, dijeron:
«¿Cómo mostraremos nuestro reconocimiento a Simón y a sus hijos?
26 Porque se ha mostrado valiente, tanto él como sus hermanos y la
casa de su padre, ha combatido y rechazado a los enemigos de Israel y le ha
conseguido su libertad.» Grabaron una inscripción en planchas de bronce y
las fijaron en estelas en el monte Sión.
27 Esta es la copia de la inscripción: «El dieciocho de Elul del año
172, año tercero del gran sumo sacerdote Simón, en Asaramel,
28 en la gran asamblea de los sacerdotes, del pueblo, de los príncipes
de la nación y de los ancianos del país, se nos hizo saber lo siguiente:
29 «En los muchos combates que se dieron en nuestra región, Simón
hijo de Matatías, sacerdote descendiente de los hijos de Yehoyarib, y sus
hermanos se expusieron al peligro, hicieron frente a los enemigos de su
nación para mantener en pie su Lugar Santo y la Ley y alcanzaron inmensa
gloria para su nación.
30 Jonatán realizó la unidad de la nación y llegó a ser sumo sacerdote
suyo hasta que fue a reunirse con su pueblo.
31 Quisieron los enemigos de los judíos invadir el país para
devastarlo y llevar su mano contra el Lugar Santo.
32 Pero entonces se levantó Simón para combatir por su nación y
gastó mucha hacienda propia en armar las tropas de su nación y pagarles la
soldada.
33 Fortificó las ciudades de Judea y Bet Sur, ciudad fronteriza de
Judea, donde se encontraban antes las armas de los enemigos, y puso en ella
una guarnición de guerreros judíos.
34 Fortificó Joppe, situada junto al mar, y Gázara, en los límites de
Azoto, donde habitaban anteriormente los enemigos, y estableció en ella
una población judía a la que proveyó de todo lo necesario para su sustento.
35 Viendo el pueblo la fidelidad de Simón y la gloria que procuraba
alcanzar para su nación, le nombró su hegumeno y sumo sacerdote por
todos los servicios que había prestado, por la justicia y fidelidad que había
guardado a su nación y por sus esfuerzos de toda clase por exaltar a su
pueblo.
36 En sus días se consiguió felizmente por su medio exterminar a los
gentiles de su país y a los que se encontraban en la Ciudad de David, en
Jerusalén, donde se habían hecho una Ciudadela desde la que hacían salidas
y mancillaban los alrededores del Lugar Santo causando graves ultrajes a su
santidad.
37 Estableció en ella guerreros judíos, la fortificó para defensa de la
región y de la ciudad y dio mayor altura a las murallas de Jerusalén.
38 En consecuencia, el rey Demetrio le concedió el sumo sacerdocio,
39 le contó en el número de sus amigos y le colmó de honores,
40 pues había sabido que los romanos llamaban a los judíos amigos,
aliados y hermanos, que habían recibido con honor a los embajadores de
Simón
41 y que a los judíos y a los sacerdotes les había parecido bien que
fuese Simón su hegumeno y sumo sacerdote para siempre hasta que
apareciera un profeta digno de fe,
42 y también que fuese su estratega, que estuviese a su cuidado
designar los encargados de las obras del Lugar Santo, de la administración
del país, de los armamentos y de las plazas fuertes
43 (que estuviese a su cuidado el Lugar Santo), que todos le
obedeciesen, que se redactasen en su nombre todos los documentos en el
país, que vistiese de púrpura y llevase adornos de oro.
44 A nadie del pueblo ni de los sacerdotes le estará permitido
rechazar ninguna de estas disposiciones, ni contradecir sus órdenes, ni
convocar en el país asambleas sin contar con él, ni vestir de púrpura, ni
llevar fíbula de oro.
45 Todo aquel que obre contrariamente a estas decisiones o anule
alguna de ellas, será reo.
46 El pueblo entero estuvo de acuerdo en conceder a Simón el
derecho de obrar conforme a estas disposiciones,
47 y Simón aceptó y le pareció bien ejercer el sumo sacerdocio, ser
estratega y etnarca de los judíos y sacerdotes y estar al frente de todos.»
48 Decretaron que este documento se grabase en planchas de bronce,
que se fijasen estas en el recinto del Lugar Santo, en lugar visible,
49 y que se archivasen copias en el Tesoro a disposición de Simón y
de sus hijos.
I Macabeos 15
1 Envió Antíoco, hijo del rey Demetrio, desde las islas del mar una
carta a Simón, sacerdote y etnarca de los judíos, y a toda la nación,
2 redactada en los siguientes términos: «El rey Antíoco saluda a
Simón, sumo sacerdote y etnarca, y a la nación de los judíos.
3 Puesto que una peste de hombres ha venido a apoderarse del reino
de nuestros padres, y he resuelto reivindicar mis derechos sobre él y
restablecerlo como anteriormente estaba, y he reclutado fuerzas
considerables y equipado navíos de guerra,
4 y quiero desembarcar en el país para encontrarme con los que lo
han arruinado y han devastado muchas ciudades de mi reino,
5 ratifico ahora en tu favor todas las exenciones que te concedieron
los reyes anteriores a mí y cuantas dispensas de otras donaciones te
otorgaron.
6 Te autorizo a acuñar moneda propia de curso legal en tu país.
7 Jerusalén y el Lugar Santo sean libres. Todas las armas que has
fabricado y las fortalezas que has contruido y ocupas, queden en tu poder.
8 Cuanto debes al tesoro real y cuanto en el futuro dejes a deber, te
sea perdonado desde ahora para siempre.
9 Y cuando hayamos ocupado nuestro reino, te honraremos a ti, a tu
nación y al santuario con tales honores que vuestra gloria será conocida en
toda la tierra.»
10 El año 174 partió Antíoco para el país de sus padres y todas las
tropas se pasaron a él de modo que pocos quedaron con Trifón.
11 Antíoco se lanzó en su persecución y Trifón se refugió en Dora a
orillas del mar,
12 porque veía que las desgracias se abatían sobre él y se encontraba
abandonado de sus tropas.
13 Antíoco puso cerco a Dora con los 120.000 combatientes y los
8.000 jinetes que consigo tenía.
14 Bloqueó la ciudad, y de la parte del mar se acercaron las naves, de
modo que estrechó a la ciudad por tierra y por mar sin dejar que nadie
entrase o saliese.
15 Entre tanto, regresaron de Roma Numenio y sus acompañantes
trayendo cartas para los reyes y países, escritas de este modo:
16 «Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey Tolomeo.
17 Han venido a nosotros, en calidad de amigos y aliados nuestros,
los embajadores de los judíos para renovar nuestra antigua amistad y
alianza, enviados por el sumo sacerdote Simón y por el pueblo de los
judíos,
18 y nos han traído un escudo de oro de mil minas.
19 Nos ha parecido bien, en consecuencia, escribir a los reyes y
países que no intenten causarles mal alguno, ni les ataquen a ellos ni a sus
ciudades ni a su país, y que no presten su apoyo a los que los ataquen.
20 Hemos decidido aceptar de ellos el escudo.
21 Si, pues, individuos perniciosos huyen de su país y se refugian en
el vuestro, entregadlos al sumo sacerdote Simón para que los castigue según
su ley.»
22 Cartas iguales fueron remitidas al rey Demetrio, a Atalo, a
Ariarates, a Arsaces
23 y a todos los países: a Sámpsamo, a los espartanos, a Delos, a
Mindos, a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a
Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Gortina, a Cnido, a Chipre y a
Cirene.
24 Redactaron además una copia de esta carta para el sumo sacerdote
Simón.
25 El rey Antíoco, pues, tenía puesto cerco a Dora en los arrabales,
lanzaba sin tregua sus tropas contra la ciudad y construía ingenios de
guerra. Tenía bloqueado a Trifón y nadie podía entrar ni salir.
26 Simón le envió 2.000 hombres escogidos para ayudarle en la
lucha, además de plata, oro y abundante material.
27 Pero no quiso recibir el envío; antes bien rescindió cuanto había
convenido anteriormente con Simón y se mostró hostil con él.
28 Envió donde él a Atenobio, uno de sus amigos, a entrevistarse con
él y decirle: «Vosotros ocupáis Joppe, Gázara y la Ciudadela de Jerusalén,
ciudades de mi reino.
29 Habéis devastado sus territorios, causado graves daños en el país y
os habéis adueñado de muchas localidades de mi reino.
30 Devolved, pues, ahora las ciudades que habéis tomado y los
impuestos de las localidades de que os habéis adueñado fuera de los límites
de Judea.
31 O bien, pagad en compensación quinientos talentos de plata y
otros quinientos talentos por los estragos que habéis causado y por los
impuestos de las ciudades. De lo contrario iremos y os haremos la guerra.»
32 Llegó, pues, Atenobio, el amigo del rey, a Jerusalén y al ver la
magnificencia de Simón, su aparador con vajilla de oro y plata y todo el
esplendor que le rodeaba, quedó asombrado. Le comunicó el mensaje del
rey
33 y Simón le respondió con estas palabras: «Ni nos hemos
apoderado de tierras ajenas ni nos hemos apropiado bienes de otros, sino de
la heredad de nuestros padres. Por algún tiempo la poseyeron injustamente
nuestros enemigos
34 y nosotros, aprovechando una ocasión favorable, hemos
recuperado la heredad de nuestros padres.
35 En cuanto a Joppe y Gázara que nos reclamas, esas ciudades
causaban graves daños al pueblo y asolaban nuestro país. Por ellas daremos
cien talentos.» No respondió palabra Atenobio,
36 sino que se volvió furioso donde el rey y le refirió la respuesta, la
magnificencia de Simón y todo lo que había visto. El rey montó en violenta
cólera.
37 Trifón, embarcado en una nave, huyó a Ortosia.
38 Entonces el rey nombró a Cendebeo epistratega de la Zona
Marítima y le entregó tropas de infantería y de caballería,
39 con la orden de acampar frente a Judea, construir Cedrón,
fortificar sus puertas y combatir contra el pueblo. El rey partió en
seguimiento de Trifón.
40 Cendebeo llegó a Yamnia y comenzó a hostigar al pueblo, efectuar
incursiones por Judea, capturar prisioneros y matar.
41 Reconstruyó Cedrón donde alojó caballería y tropas para recorrer
en salidas los caminos de Judea como se lo tenía ordenado el rey.
I Macabeos 16
1 Subió Juan de Gázara y comunicó a su padre Simón las actividades
de Cendebeo.
2 Simón llamó entonces a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les
dijo: «Mis hermanos y yo y la casa de mi padre hemos combatido a los
enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy y llevamos
muchas veces a feliz término la liberación de Israel;
3 pero ahora ya estoy viejo mientras que vosotros, por la misericordia
del Cielo, estáis en buena edad. Ocupad, pues, mi puesto y el de mi
hermano, salid a combatir por nuestra nación y que el auxilio del Cielo sea
con vosotros.»
4 Escogió luego en el país 20.000 combatientes y jinetes que
partieron contra Cendebeo y pasaron la noche en Modín.
5 Al levantarse de mañana, avanzaron hacia la llanura y he aquí que
un ejército numeroso, infantería y caballería, venía a su encuentro. Un
torrente se interponía entre ellos.
6 Juan con sus tropas tomó posiciones frente al enemigo y advirtiendo
que sus tropas tenían miedo de pasar el torrente, lo pasó él el primero, y sus
hombres, al verle, pasaron detrás de él.
7 Dividió su ejército (en dos cuerpos) y puso a los jinetes en medio de
los de a pie, pues la caballería de los contrarios era muy numerosa.
8 Tocaron las trompetas y Cendebeo y su ejército salieron derrotados.
Muchos de ellos cayeron heridos de muerte y los que quedaron huyeron en
dirección a la fortaleza.
9 Entonces cayó herido Judas, el hermano de Juan. Pero Juan los
persiguió hasta que Cendebeo entró en Cedrón que él había construido.
10 Fueron también a refugiarse en las torres que hay por los campos
de Azoto y Juan le prendió fuego. Unos 2.000 de ellos sucumbieron y Juan
regresó en paz a Judea.
11 Tolomeo, hijo de Abubos, había sido nombrado estratega de la
llanura de Jericó y poseía mucha plata y oro,
12 pues era yerno del sumo sacerdote.
13 Su corazón se ensoberbeció tanto que aspiró a apoderarse del país,
para lo cual tramaba quitar a traición la vida a Simón y a sus hijos.
14 Yendo Simón de inspección por las ciudades del país
preocupándose de su administración, bajó con sus hijos, Matatías y Judas, a
Jericó. Era el año 177 en el undécimo mes que es el mes de Sebat.
15 El hijo de Abubos los recibió traidoramente en una pequeña
fortaleza llamada Dok que él había construido, les dio un gran banquete y
ocultó allí hombres.
16 Cuando Simón y sus hijos estuvieron bebidos, se levantó Tolomeo
con los suyos, tomaron sus armas y lanzándose sobre Simón en la sala del
banquete, le mataron a él, a sus dos hijos y a algunos de sus servidores.
17 Cometió de esta manera una gran alevosía y devolvió mal por
bien.
18 Luego escribió Tolemeo al rey contándole lo ocurrido y pidiéndole
que le enviara tropas en su auxilio para entregarle el país y sus ciudades.
19 Envió otros a Gázara para quitar de en medio a Juan. Escribió a los
quiliarcos invitándoles a venir donde él para darles plata, oro y otras
dádivas.
20 Envió otros que se apoderasen de Jerusalén y del monte del
santuario.
21 Pero adelantándose uno, anunció a Juan en Gázara que su padre y
sus hermanos había perecido y añadió: «Ha enviado gente a matarte a ti
también.»
22 Al oír estas noticias quedó profundamente afectado, prendió a los
hombres que venían a matarle y les dio muerte, pues sabía que pretendían
asesinarle.
23 Las restantes actividades de Juan, sus guerras, las proezas que
llevó a cabo, las murallas que levantó y otras empresas suyas
24 están escritas en el libro de los Anales de su pontificado a partir
del día en que fue nombrado sumo sacerdote como sucesor de su padre.
II MACABEOS
II Macabeos 1
1 A los hermanos judíos que viven en Egipto, les saludan sus
hermanos judíos que están en Jerusalén y en la región de Judea, deseándoles
una paz dichosa.
2 Que Dios os llene de bienes y recuerde su alianza con Abraham,
Isaac y Jacob, sus fieles servidores.
3 Que a todos os dé corazón para adorarle y cumplir su voluntad con
corazón grande y ánimo generoso.
4 Que abra vuestro corazón a su Ley y a sus preceptos, y os otorgue
la paz.
5 Que escuche vuestras súplicas, se reconcilie con vosotros y no os
abandone en tiempo de desgracia.
6 Esto es lo que estamos ahora pidiendo por vosotros.
7 Ya el año 169, en el reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, os
escribimos así: «En lo más grave de la tribulación que ha caído sobre
nosotros en estos años, desde que Jasón y sus partidarios traicionaron la
tierra santa y el reino,
8 incendiaron el portón (del Templo) y derramaron sangre inocente,
suplicamos al Señor y hemos sido escuchados. Hemos ofrecido un sacrificio
con flor de harina, hemos encendido las lámparas y presentado los panes.»
9 También ahora os escribimos para que celebréis la fiesta de las
Tiendas en el mes de Kisléu. Es el año 188.
10 Los que están en Jerusalén y en Judea, los ancianos y Judas
saludan y desean prosperidad a Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo, del
linaje de los sacerdotes ungidos, y a los judíos que están en Egipto.
11 Salvados por Dios de grandes peligros, le damos rendidas gracias,
como a quien nos ha guiado en la batalla contra el rey,
12 ya que El ha arrojado fuera a los que combatían contra la ciudad
santa.
13 Pues, cuando llegó a Persia su jefe acompañado de un ejército, al
parecer invencible, fueron desbaratados en el templo de Nanea, gracias al
engaño tramado por los sacerdotes de Nanea.
14 Antíoco, y con él sus amigos, llegaron a aquel lugar como tratando
de desposarse con la diosa, con objeto de apoderarse, a título de dote, de
abundantes riquezas.
15 Una vez que los sacerdotes del templo de Nanea las hubieron
expuesto y que él se hubo presentado con unas pocas personas en el recinto
sagrado, cerraron el templo en cuanto entró Antíoco.
16 Abrieron la puerta secreta del techo y a pedradas aplastaron al jefe;
le descuartizaron, y cortándole la cabeza, la arrojaron a los que estaban
fuera.
17 En todo sea bendito nuestro Dios que ha entregado los impíos (a la
muerte).
18 A punto de celebrar en el veinticinco de Kisléu la purificación del
Templo, nos ha parecido conveniente informaros, para que también
vosotros la celebréis como la fiesta de las Tiendas y del fuego aparecido
cuando ofreció sacrificios Nehemías, el que construyó el Templo y el altar.
19 Pues, cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los
sacerdotes piadosos de entonces, habiendo tomado fuego del altar, lo
escondieron secretamente en una concavidad semejante a un pozo seco, en
el que tan a seguro lo dejaron, que el lugar quedó ignorado de todos.
20 Pasados muchos años, cuando a Dios le plugo, Nehemías, enviado
por el rey de Persia, mandó que buscaran el fuego los descendientes de los
sacerdotes que lo habían escondido;
21 pero como ellos informaron que en realidad no habían encontrado
fuego, sino un líquido espeso, él les mandó que lo sacasen y trajesen.
Cuando estuvo dispuesto el sacrificio, Nehemías mandó a los sacerdotes
que rociaran con aquel líquido la leña y lo que había colocado sobre ella.
22 Cumplida la orden, y pasado algún tiempo, el sol que antes estaba
nublado volvió a brillar, y se encendió una llama tan grande que todos
quedaron maravillados.
23 Mientras se consumía el sacrificio, los sacerdotes hacían oración:
todos los sacerdotes con Jonatán que comenzaba, y los demás, como
Nehemías, respondían.
24 La oración era la siguiente: «Señor, Señor Dios, creador de todo,
temible y fuerte, justo y misericordioso, tú, rey único y bueno,
25 tú, solo generoso, solo justo, todopoderoso y eterno, que salvas a
Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste,
26 acepta el sacrificio por todo tu pueblo Israel, guarda tu heredad y
santifícala.
27 Reúne a los nuestros dispersos, da libertad a los que están
esclavizados entre las naciones, vuelve tus ojos a los despreciados y
abominados, y conozcan los gentiles que tú eres nuestro Dios.
28 Aflige a los que tiranizan y ultrajan con arrogancia.
29 Planta a tu pueblo en tu lugar santo, como dijo Moisés.»
30 Los sacerdotes salmodiaban los himnos.
31 Cuando fue consumido el sacrificio, Nehemías mandó derramar el
líquido sobrante sobre unas grandes piedras.
32 Hecho esto, se encendió una llamarada que quedó absorbida por el
mayor resplandor que brillaba en el altar.
33 Cuando el hecho se divulgó y se refirió al rey de los persas que en
el lugar donde los sacerdotes deportados habían escondido el fuego, había
aparecido aquel líquido con el que habían santificado las ofrendas del
sacrificio Nehemías y sus compañeros,
34 el rey después de verificar tal hecho mandó alzar una cerca
haciendo sagrado el lugar.
35 El rey recogía grandes sumas y las repartía a quienes quería hacer
favores.
36 Nehemías y sus compañeros llamaron a ese líquido «neftar», que
significa «purificación»; pero la mayoría lo llama «nafta».
II Macabeos 2
1 Se encuentra en los documentos que el profeta Jeremías mandó a
los deportados que tomaran fuego como ya se ha indicado;
2 y cómo el profeta, después de darles la Ley, ordenó a los deportados
que no se olvidaran de los preceptos del Señor ni se desviaran en sus
pensamientos al ver ídolos de oro y plata y las galas que los envolvían.
3 Entre otras cosas, les exhortaba a no apartar la Ley de sus
corazones.
4 Se decía también en el escrito cómo el profeta, después de una
revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el arca; y cómo salió hacia el
monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios.
5 Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva;
allí metió la Tienda, el arca y el altar del incienso, y tapó la entrada.
6 Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino,
pero no pudieron encontrarlo.
7 En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: «Este lugar
quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea
propicio.
8 El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del
Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón
rogó que el Lugar fuera solemnemente consagrado.»
9 Se explicaba también cómo éste, dotado de sabiduría, ofreció el
sacrificio de la dedicación y la terminación del Templo.
10 Como Moisés oró al Señor y bajó del cielo fuego, que devoró las
ofrendas del sacrificio, así también oró Salomón y bajó fuego que consumió
los holocaustos.
11 Moisés había dicho: «La víctima por el pecado ha sido consumida
por no haber sido comida.»
12 Salomón celebró igualmente los ocho días de fiesta.
13 Lo mismo se narraba también en los archivos y en las Memorias
del tiempo de Nehemías; y cómo éste, para fundar una biblioteca, reunió los
libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los
reyes acerca de las ofrendas.
14 De igual modo Judas reunió todos los libros dispersos a causa de
la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos.
15 Por tanto, si tenéis necesidad de ellos, enviad a quienes os los
lleven.
16 A punto ya de celebrar la purificación, os escribimos: Bien haréis
también en celebrar estos días.
17 El Dios que salvó a todo su pueblo y que a todos otorgó la
heredad, el reino, el sacerdocio y la santidad,
18 como había prometido por la Ley, el mismo Dios, como
esperamos, se apiadará pronto de nosotros y nos reunirá de todas partes bajo
el cielo en el Lugar Santo; pues nos ha sacado de grandes males y ha
purificado el Lugar.
19 La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos, la purificación
del más grande Templo, la dedicación del altar,
20 las guerras contra Antíoco Epífanes y su hijo Eupátor,
21 y las manifestaciones celestiales en favor de los que combatieron
viril y gloriosamente por el Judaísmo, de suerte que, aun siendo pocos,
saquearon toda la región, ahuyentaron las hordas bárbaras,
22 recuperaron el Templo famoso en todo el mundo, liberaron la
ciudad y restablecieron las leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues
el Señor se mostró propicio hacia ellos con toda benignidad;
23 todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene,
intentaremos nosotros compendiarlo en uno solo.
24 Porque al considerar la marea de números y la dificultad existente,
por la amplitud de la materia, para los que quieren sumergirse en los relatos
de la historia,
25 nos hemos preocupado por ofrecer algún atractivo a los que desean
leer, facilidad a los que gustan retenerlo de memoria, y utilidad a cualquiera
que lo lea.
26 Para nosotros, que nos hemos encargado de la fatigosa labor de
este resumen, no es fácil la tarea, sino de sudores y desvelos,
27 como tampoco al que prepara un banquete y busca el provecho de
los demás le resulta esto cómodo. Sin embargo, esperando la gratitud de
muchos, soportamos con gusto esta fatiga,
28 dejando al historiador la tarea de precisar cada suceso y
esforzándonos por seguir las normas de un resumen.
29 Pues así como al arquitecto de una casa nueva corresponde la
preocupación por la estructura entera; y, en cambio, al encargado de la
encáustica y pinturas, el cuidado de lo necesario para la decoración, lo
mismo me parece de nosotros:
30 profundizar, revolver las cuestiones y examinar punto por punto
corresponde al que compone la historia;
31 pero buscar concisión al exponer y renunciar a tratar el asunto de
forma exhaustiva debe concederse al divulgador.
32 Comencemos, por tanto, desde ahora la narración, después de
haber abundado tanto en los preliminares; pues sería absurdo abundar en lo
que antecede a la historia y ser breve en la historia misma.
Cantar 8
1 ¡Ah, si fueras tú un hermano mío, amamantado a los pechos de mi
madre! Podría besarte, al encontrarte afuera, sin que me despreciaran.
2 Te llevaría, te introduciría en la casa de mi madre, y tú me
enseñarías. Te daría a beber vino aromado, el licor de mis granadas.
3 Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza.
4 Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, no despertéis, no desveléis al
amor, hasta que le plazca.
5 ¿Quién es ésta que sube del desierto, apoyada en su amado? Debajo
del manzano te desperté, allí donde te concibió tu madre, donde concibió la
que te dio a luz.
6 Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo.
Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el seol la
pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh.
7 Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo. Si
alguien ofreciera todos los haberes de su casa por el amor, se granjearía
desprecio.
8 Tenemos una hermana pequeña: no tiene pechos todavía. ¿Qué
haremos con nuestra hermana el día que se hable de ella?
9 – Si es una muralla, construiremos sobre ella almenas de plata si es
una puerta, apoyaremos contra ella barras de cedro.
10 – Yo soy una muralla, y mis pechos, como torres. Así soy a sus ojos
como quien ha hallado la paz.
11 Salomón tenía una viña en Baal Hamón. Encomendó la viña a los
guardas, y cada uno le traía por sus frutos mil siclos de plata.
12 Mi viña, la mía, está ante mí; los mil siclos para ti, Salomón; y
doscientos para los guardas de su fruto.
13 ¡Oh tú, que moras en los huertos, mis compañeros prestan oído a tu
voz: ¡deja que la oiga!
14 ¡Huye, amado mío, sé como la gacela o el joven cervatillo, por los
montes de las balsameras!
SABIDURÍA
Sabiduría 1
1 Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del
Señor y con sencillez de corazón buscadle.
2 Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifesta a los que
no desconfían de él.
3 Pues los pensamientos tortuosos apartan de Dios y el Poder, puesto
a prueba, rechaza a los insensatos.
4 En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en
cuerpo sometido al pecado;
5 pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los
pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad.
6 La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre, pero no deja sin
castigo los labios del blasfemo; que Dios es testigo de sus riñones,
observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su lengua.
7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra y él, que todo lo mantiene
unido, tiene conocimiento de toda palabra.
8 Nadie, pues, que profiera iniquidades quedará oculto, ni le pasará
por alto la Justicia vengadora.
9 Las deliberaciones del impío serán examinadas; el eco de sus
palabras llegará hasta el Señor para castigo de sus maldades.
10 Un oído celoso lo escucha todo, no se le oculta ni el rumor de la
murmuración.
11 Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservad vuestra
lengua de la maledicencia; que la palabra más secreta no se pronuncia en
vano, y la boca mentirosa da muerte al alma.
12 No os busquéis la muerte con los extravíos de vuestra, vida, no os
atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos;
13 que no fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción
de los vivientes;
14 él todo lo creó para que subsistiera, las criaturas del mundo non
saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni imperio del Hades sobre la
tierra,
15 porque la justicia es inmortal.
16 Pero los impíos con las manos y las palabras llaman a la muerte;
teniéndola por amiga, se desviven por ella, y con ella conciertan un pacto,
pues bien merecen que les tenga por suyos.
Sabiduría 2
1 Porque se dicen discurriendo desacertadamente: «Corta es y triste
nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie
que haya vuelto del Hades.
2 Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca
hubiéramos sido. Porque humo es el aliento de nuestra nariz y el
pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón;
3 al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá
como aire inconsistente.
4 Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará
de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará
como niebla acosada por los rayos del sol y por su calor vencida.
5 Paso de una sombra es el tiempo que vivimos, no hay retorno en
nuestra muerte; porque se ha puesto el sello y nadie regresa.
6 Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las
criaturas con el ardor de la juventud.
7 Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase
ninguna flor primaveral,
8 coronémonos de rosas antes que se marchiten;
9 ningún prado quede libre de nuestra orgía, dejemos por doquier
constancia de nuestro regocijo; que nuestra parte es ésta, ésta nuestra
herencia.
10 Oprimamos al justo pobre, no perdonemos a la viuda, no
respetemos las canas llenas de años del anciano.
11 Sea nuestra fuerza norma de la justicia, que la debilidad, como se
ve, de nada sirve.
12 Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro
modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas
contra nuestra educación.
13 Se gloría de tener el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo
hijo del Señor.
14 Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es
insufrible,
15 lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños.
16 Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de
impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener
a Dios por padre.
17 Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará
en su tránsito.
18 Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las
manos de sus enemigos.
19 Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y
probar su entereza.
20 Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le
visitará.»
21 Así discurren, pero se equivocan; los ciega su maldad;
22 no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la
santidad ni creen en el premio de las almas intachables.
23 Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo
imagen de su misma naturaleza;
24 mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la
experimentan los que le pertenecen.
Lucas 11
1 Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le
dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a
sus discípulos.»
2 El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre,
venga tu Reino,
3 danos cada día nuestro pan cotidiano,
4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»
5 Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a
él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes,
6 porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué
ofrecerle”,
7 y aquél, desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya
está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a
dártelos”,
8 os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al
menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.»
9 Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá.
10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama,
se le abrirá.
11 ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en
lugar de un pez le da una culebra;
12 o, si pide un huevo, le da un escorpión?
13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan!»
14 Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando
salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron.
15 Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los
demonios, expulsa los demonios.»
16 Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
17 Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino
dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.
18 Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va
a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por
Beelzebul.
19 Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan
vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha
llegado a vosotros el Reino de Dios.
21 Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes
están en seguro;
22 pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en
las que estaba confiado y reparte sus despojos.»
23 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge
conmigo, desparrama.
24 «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por
lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: “Me volveré a
mi casa, de donde salí.”
25 Y al llegar la encuentra barrida y en orden.
26 Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se
instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.»
27 Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer
de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
criaron!»
28 Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y
la guardan.»
29 Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: «Esta generación es
una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la
señal de Jonás.
30 Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el
Hijo del hombre para esta generación.
31 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de
esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la
tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.
32 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la
condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí
hay algo más que Jonás.
33 «Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el
celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor.
34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano,
también todo tu cuerpo está luminoso; pero cuando está malo, también tu
cuerpo está a oscuras.
35 Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.
36 Si, pues, tu cuerpo está enteramente luminoso, no teniendo parte
alguna oscura, estará tan enteramente luminoso, como cuando la lámpara te
ilumina con su fulgor.»
37 Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él;
entrando, pues, se puso a la mesa.
38 Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las
abluciones antes de comer.
39 Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por
fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y
maldad.
40 ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?
41 Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán
puras para vosotros.
42 Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la
menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor
a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello.
43 ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las
sinagogas y que se os salude en las plazas!
44 ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre
los que andan los hombres sin saberlo!»
45 Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas,
también nos injurias a nosotros!»
46 Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a
los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de
vuestros dedos!
47 «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que
vuestros padres mataron!
48 Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros
padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis.
49 «Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y
apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán,
50 para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos
los profetas derramada desde la creación del mundo,
51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció
entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta
generación.
52 «¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la
ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis
impedido.»
53 Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a
acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas,
54 buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.
Lucas 12
1 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse
unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de
la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no
haya de saberse.
3 Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que
hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los
terrados.
4 «Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el
cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
5 Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de
matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése.
6 «¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de
ellos está olvidado ante Dios.
7 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No
temáis; valéis más que muchos pajarillos.
8 «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres,
también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios.
9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante
de los ángeles de Dios.
10 «A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le
perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará.
11 Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué
diréis,
12 porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo
que conviene decir.»
13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la
herencia conmigo.»
14 El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o
repartidor entre vosotros?»
15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la
abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.»
16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron
mucho fruto;
17 y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde
reunir mi cosecha?”
18 Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré
otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes,
19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para
muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.”
20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el
alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?”
21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a
Dios.»
22 Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por
vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis:
23 porque la vida vale más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido;
24 fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni
granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
25 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe,
añadir un codo a la medida de su vida?
26 Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué
preocuparos de lo demás?
27 Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni
Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos.
28 Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al
horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
29 Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y
no estéis inquietos.
30 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya
sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso.
31 Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.