Isaías 34
1 Acercaos, naciones, a oír, atended, pueblos; oiga la tierra y cuanto
hay en ella, el orbe y cuanto en él brota,
2 que ira tiene Yahveh contra todas las naciones, y cólera contra todas
sus mesnadas. Las ha anatematizado, las ha entregado a la matanza.
3 Sus heridos yacen tirados, de sus cadáveres sube el hedor, y sus
montes chorrean sangre;
4 se esfuma todo el ejército de los cielos. Se enrollan como un libro
los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa,
como una hoja mustia de higuera.
5 Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende
sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia.
6 La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de
sangre de carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros,
porque tiene Yahveh un sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom.
7 En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de
valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado
de sebo.
8 Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del
defensor de Sión.
9 Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su
tierra pez ardiente.
10 Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de
ella. De generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá
quien pase por ella.
11 La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en
ella. Tenderá Yahveh sobre ella la plomada del caos y el nivel del vacío.
12 Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en ella nobles que
proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados.
13 En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus
fortalezas; será morada de chacales y dominio de avestruces.
14 Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al
otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso.
15 Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo.
También allí se juntarán los buitres.
16 Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos,
ninguno de ellos echará en falta a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado
y su mismo espíritu los junta.
17 Es él mismo el que los echa a suertes, con su mano les reparte el
país a cordel; lo poseerán por siempre y morarán en él de generación en
generación.
Isaías 35
1 Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la
florezca como flor;
2 estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo. La gloria
del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Se verá la
gloria de Yahveh, el esplendor de nuestro Dios.
3 Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes.
4 Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis! Mirad que
vuestro Dios viene vengador; es la recompensa de Dios, él vendrá y os
salvará.
5 Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los
sordos se abrirán.
6 Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará
gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en
la estepa,
7 se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial
de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el
papiro.
8 Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se la llamará; no pasará
el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.
9 No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se
encontrará en ella; los rescatados la recorrerán.
10 Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre
aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría
les acompañarán! ¡Adiós, penar y suspiros!
Isaías 36
1 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asur,
contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
2 El rey de Asur envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías,
al copero mayor con un fuerte destacamento. Se colocó éste en el canal de
la alberca superior, que está junto al camino del campo del Batanero.
3 El mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario
Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, salieron donde él.
4 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey,
el rey de Asur: ¿Qué confianza es ésa en la que fías?
5 Te has pensado que meras palabras de los labios son consejo y
bravura para la guerra. Pero ahora ¿en quién confías, que te has rebelado
contra mí?
6 Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que
penetra y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues así es Faraón,
rey de Egipto, para todos los que confían en él.
7 Pero vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh nuestro Dios.”
¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha
dicho a Judá y a Jerusalén: “Os postraréis delante de este altar?”
8 Pues apuesta ahora con mi señor, el rey de Asur: te daré dos mil
caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos.
9 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores
de mi señor? ¡Te fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!
10 Y ahora ¿acaso he subido yo contra esta tierra para destruirla, sin
contar con Yahveh? Yahveh me ha dicho: “Sube contra esta tierra y
destrúyela.”»
11 Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor,
háblanos a nosotros tus siervos en arameo, que lo entendemos; no nos
hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.»
12 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir
estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres que se encuentran sobre la
muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas con
vosotros?»
13 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz en lengua
judía, diciendo: «Escuchad las palabras del gran rey, el rey de Asur.
14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros.
15 Que Ezequías no os haga confiar en Yahveh diciendo: “De cierto
nos librará Yahveh, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de
Asur.”
16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asur: Haced
paces conmigo, rendíos a mí, y comerá cada uno de su viña y de su higuera,
y beberá cada uno de su cisterna,
17 hasta que yo llegue y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra
de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas.
18 Que no os engañe Ezequías, diciendo: “Yahveh nos librará.”
¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada uno a su tierra de la
mano del rey de Asur?
19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad, dónde los dioses de
Sefarváyim, dónde están los dioses de Samaría? ¿Acaso han librado a
Samaría de mi mano?
20 ¿Quiénes, de entre todos los dioses de los países, los han librado de
mi poder, para que libre Yahveh a Jerusalén de mi mano?»
21 Calló el pueblo y no le respondió una palabra, porque el rey había
dado esta orden diciendo: «No le respondáis.»
22 Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, el secretario
Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, fueron donde Ezequías, desgarrados
los vestidos, y le relataron las palabras del copero mayor.
Isaías 37
1 Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de
sayal y se fue a la Casa de Yahveh.
2 Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los
sacerdotes ancianos cubiertos de sayal donde el profeta Isaías, hijo de
Amós.
3 Ellos le dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de
castigo y de vergüenza. Los hijos están para salir del seno, pero no hay
fuerza para dar a luz.
4 ¿No habrá oído Yahveh tu Dios las palabras del copero mayor al que
ha enviado el rey de Asur, su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No
castigará Yahveh tu Dios las palabras que ha oído? Dirige una plegaria en
favor del Resto que aún queda!»
5 Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías,
6 éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahveh: No
tengas miedo por las palabras que has oído, con las que me insultaron los
criados del rey de Asur.
7 Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a su
tierra, y en su tierra yo lo haré caer a espada.»
8 El copero mayor se volvió y encontró al rey de Asur atacando a
Libná , pues había oído que había partido de Lakís,
9 porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus:
«Ha salido a guerrear contra ti.» Senaquerib volvió a enviar mensajeros
para decir a Ezequías:
10 «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el
que confías pensando: “No será entregada Jerusalén en manos del rey de
Asur”.
11 Bien has oído lo que los reyes de Asur han hecho a todos los
países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar!
12 ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis
padres aniquilaron, a Gozán, a Jarán, a Résef, a los edenitas que estaban en
Tel Basar?
13 ¿Dónde está el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Laír, de
Sefarváyim, de Hená y de Ivvá?»
14 Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó.
Luego subió a la Casa de Yahveh y Ezequías la desenrolló ante Yahveh.
15 Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahveh:
16 «Yahveh Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú
sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos
y la tierra.
17 «Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira.
Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo.
18 Es verdad, Yahveh, que los reyes de Asur han exterminado a todas
las naciones y su territorio,
19 y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses,
sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han
sido aniquilados.
20 Ahora, pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán
todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.»
21 Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh,
Dios de Israel, a quien has suplicado acerca de Senaquerib, rey de Asur.
22 Esta es la palabra que Yahveh pronuncia contra él: Ella te
desprecia, ella te hace burla, la virgen hija de Sión. Mueve la cabeza a tus
espaldas la hija de Jerusalén.
23 ¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado tu
voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel!
24 Por tus siervos insultas a Adonay y dices: “Con mis muchos carros
subo a las cumbres de los montes, a las laderas del Líbano, derribo la altura
de sus cedros, la flor de sus cipreses, alcanzo el postrer de sus refugios su
jardín del bosque.
25 Yo he cavado y bebido en extranjeras aguas. Secaré bajo la planta
de mis pies, todos los Nilos del Egipto.”
26 ¿Lo oyes bien? Desde antiguo lo tengo preparado; desde viejos días
lo había planeado, ahora lo ejecuto. Tú has convertido en cúmulos de ruinas
las fuertes ciudades.
27 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, son planta
del campo, verdor de hierba, hierba de tejados, pasto quemado por el viento
de Oriente.
28 Si te alzas o te sientas, si sales o entras, yo lo sé; (y que te alzas
airado contra mí).
29 Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis
oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a
devolverte por la ruta por la que has venido.
30 La señal será ésta: Este año se comerá lo que rebrote, lo que nazca
de sí al año siguiente. Al año tercero sembrad y segad, plantad las viñas y
comed su fruto.
31 El resto que se salve de la casa de Judá echará raíces por debajo y
fruto en lo alto.
32 Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión;
el celo de Yahveh Sebaot lo hará.
33 Por eso, así dice Yahveh del rey de Asiria: No entrará en esta
ciudad, no lanzará flechas en ella, no le opondrá escudo, ni alzará en contra
de ella empalizada.
34 Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad,
oráculo de Yahveh.
35 Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por quien soy y por mi
siervo David.»
36 Aquella misma noche salió el Angel de Yahveh e hirió en el
campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres; a la hora de
despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.
37 Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en
Nínive.
38 Y sucedió que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok,
sus hijos Adrammélek y Saréser le mataron a espada y se pusieron a salvo
en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó en su lugar.
Isaías 38
1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías,
hijo de Amós, vino a decirle: «Así habla Yahveh: Haz testamento, porque
muerto eres y no vivirás.»
2 Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahveh.
3 Dijo: «¡Ah, Yahveh! Dígnate recordar que yo he andado en tu
presencia con fidelidad y corazón perfecto haciendo lo recto a tus ojos.» Y
Ezequías lloró con abundantes lágrimas.
4 Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahveh, diciendo:
5 «Vete y di a Ezequías: Así habla Yahveh, Dios de tu padre David:
He oído tu plegaria, he visto tus lágrimas y voy a curarte. Dentro de tres
días subirás a la Casa de Yahveh. Añadiré quince años a tus días.
6 Te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y
ampararé a esta ciudad.»
7 Isaías respondió: «Esta será para ti de parte de Yahveh, la señal de
que Yahveh hará lo que ha dicho.
8 Mira, voy a hacer retroceder a la sombra diez gradas de las que ha
descendido el sol por las gradas de Ajaz. Y desanduvo el sol diez gradas
por las que había descendido.
9 Cántico de Ezequías, rey de Judá cuando estuvo enfermo y sanó de
su mal:
10 Yo dije: A la mitad de mis días me voy; en las puertas del seol se
me asigna un lugar para el resto de mis años.
11 Dije: No veré a Yahveh en la tierra de los vivos; no veré ya a
ningún hombre de los que habitan el mundo.
12 Mi morada es arrancada, se me arrebata como tienda de pastor.
Enrollo como tejedor mi vida, del hilo del tejido me cortaste. De la noche a
la mañana acabas conmigo;
13 grité hasta la madrugada: Como león tritura todos mis huesos. De
la noche a la mañana acabas conmigo.
14 Como grulla, como golondrina chirrío, zureo como paloma. Se
consumen mis ojos de mirar hacia arriba. Yahveh, estoy oprimido, sal por
mí.
15 ¿Qué diré? ¿De qué le hablaré, cuando él mismo lo ha hecho?
Caminaré todos mis años en la amargura de mi alma.
16 El Señor está con ellos, viven y todo lo que hay en ellos es vida de
su espíritu. Tú me curarás, me darás la vida.
17 Entonces mi amargura se trocará en bienestar, pues tú preservaste
mi alma de la fosa de la nada, porque te echaste a la espalda todos mis
pecados.
18 Que el Seol no te alaba ni la Muerte te glorifica, ni los que bajan al
pozo esperan en tu fidelidad.
19 El que vive, el que vive, ése te alaba, como yo ahora. El padre
enseña a los hijos tu fidelidad.
20 Yahveh, sálvame, y mis canciones cantaremos todos los días de
nuestra vida junto a la Casa de Yahveh.
21 Isaías dijo: «Traed una masa de higos, aplicadla sobre la úlcera y
sanará.»
22 Ezequías dijo: «¿Cuál será la señal de que subiré a la Casa de
Yahveh?»
Isaías 39
1 En aquel tiempo, Merodak Baladán, hijo de Baladán, rey de
Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequías porque había oído que
había estado enfermo y se había curado.
2 Se alegró Ezequías por ello y enseñó a los enviados su cámara del
tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite precioso, su arsenal y todo
cuanto había en los tesoros; no hubo nada que Ezequías no les mostrara en
su casa y en todo su dominio.
3 Entonces el profeta Isaías fue donde el rey Ezequías y le dijo: «¿Qué
han dicho esos hombres y de dónde han venido a ti?» Respondió Ezequías:
«Han venido de un país lejano, de Babilonia.»
4 Dijo: «¿Qué han visto en tu casa?» Respondió Ezequías: «Han visto
cuanto hay en mi casa; nada hay en los tesoros que no les haya enseñado.»
5 Dijo Isaías a Ezequías: «Escucha la palabra de Yahveh Sebaot:
6 Vendrán días en que todo cuanto hay en tu casa y cuanto reunieron
tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia; nada quedará, dice
Yahveh.
7 Y se tomará de entre tus hijos, los que han salido de ti, los que has
engendrado, para que sean eunucos en el palacio del rey de Babilonia.»
8 Respondió Ezequías a Isaías: «Es buena la palabra de Yahveh que
me dices.» Pues pensaba: «¡Con tal que haya paz y seguridad en mis días!»
Isaías 40
1 Consolad, consolad a mi pueblo – dice vuestro Dios.
2 Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha
cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de
mano de Yahveh castigo doble por todos sus pecados.
3 Una voz clama: «En el desierto abrid camino a Yahveh, trazad en la
estepa una calzada recta a nuestro Dios.
4 Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase
lo escabroso llano, y las breñas planicie.
5 Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la
boca de Yahveh ha hablado.»
6 Una voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?» – «Toda carne
es hierba y todo su esplendor como flor del campo.
7 La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de
Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo).
8 La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre.
9 Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz
poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las
ciudades de Judá: «Ahí está vuestro Dios.»
10 Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo.
Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede.
11 Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos,
en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas.
12 ¿Quién midió los mares con el cuenco de la mano, y abarcó con su
palmo la dimensión de los cielos, metió en un tercio de medida el polvo de
la tierra, pesó con la romana los montes, y los cerros con la balanza?
13 ¿Quién abarcó el espíritu de Yahveh, y como consejero suyo le
enseñó?
14 ¿Con quién se aconsejó, quién le explicó y le enseñó la senda de la
justicia, y le enseñó la ciencia, y el camino de la inteligencia le mostró?
15 Las naciones son como gota de un cazo, como escrúpulo de
balanza son estimadas. Las islas como una chinita pesan.
16 El Líbano no basta para la quema, ni sus animales para holocausto.
17 Todas las naciones son como nada ante él, como nada y vacío son
estimadas por él.
18 Pues ¿con quién asemejaréis a Dios, qué semejanza le aplicaréis?
19 El fundidor funde la estatua, el orfebre con oro la recubre y funde
cadenas de plata.
20 El que presenta una ofrenda de pobre escoge madera incorruptible,
se busca un hábil artista para erigir una estatua que no vacile.
21 ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No os lo había mostrado
desde el principio? ¿No lo entendisteis desde que se fundó la tierra?
22 El está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como
saltamontes; él expande los cielos como un tul, y los ha desplegado como
una tienda que se habita.
23 El aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la
nada.
24 Apenas han sido plantados, apenas sembrados, apenas arraiga en
tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y una ráfaga como
tamo se los lleva.
25 ¿Con quién me asemejaréis y seré igualado?, dice el Santo.
26 Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace
salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su nombre llama.
Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta ni una.
27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas, Israel: «Oculto está mi camino
para Yahveh, y a Dios se le pasa mi derecho?»
28 ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde
siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni
se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable.
29 Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le
acrecienta.
30 Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan,
31 mientras que a los que esperan en Yahveh él les renovará el vigor,
subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin
cansarse.
Isaías 41
1 Hacedme silencio, islas, y renueven su fuerza las naciones.
Alléguense y entonces hablarán, reunámonos todos a juicio.
2 ¿Quién ha suscitado de Oriente a aquel a quien la justicia sale al
paso? ¿Quién le entrega las naciones, y a los reyes abaja? Conviértelos en
polvo su espada, en paja dispersa su arco;
3 les persigue, pasa incólume, el sendero con sus pies no toca.
4 ¿Quién lo realizó y lo hizo? El que llama a las generaciones desde el
principio: yo, Yahveh, el primero, y con los últimos yo mismo.
5 Ved, islas, y temed; confines de la tierra, y temblad. Acercaos y
venid.
6 El uno ayuda al otro y dice a su colega: «¡Animo!»
7 Anima el fundidor al orfebre, el que pule a martillo al que bate en el
yunque, diciendo de la soldadura: «Está bien.» Y fija el ídolo con clavos
para que no se mueva.
8 Y tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí, simiente de mi amigo
Abraham;
9 que te así desde los cabos de la tierra, y desde lo más remoto te
llamé y te dije: «Siervo mío eres tú, te he escogido y no te he rechazado»:
10 No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo
te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera.
11 ¡Oh! Se avergonzarán y confundirán todos los abrasados en ira
contra ti. Serán como nada y perecerán los que buscan querella.
12 Los buscarás y no los hallarás a los que disputaban contigo. Serán
como nada y nulidad los que te hacen la guerra.
13 Porque yo, Yahveh tu Dios, te tengo asido por la diestra. Soy yo
quien te digo: «No temas, yo te ayudo.»
14 No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo – oráculo
de Yahveh – y tu redentor es el Santo de Israel.
15 He aquí que te he convertido en trillo nuevo, de dientes dobles.
Triturarás los montes y los desmenuzarás, y los cerros convertirás en tamo.
16 Los beldarás, y el viento se los llevará, y una ráfaga los dispersará.
Y tú te regocijarás en Yahveh, en el Santo de Israel te gloriarás.
17 Los humildes y los pobres buscan agua, pero no hay nada. La
lengua se les secó de sed. Yo, Yahveh, les responderé, Yo, Dios de Israel,
no los desampararé.
18 Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas
manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar
de aguas.
19 Pondré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares. Pondré
en la estepa el enebro, el olmo y el ciprés a una,
20 de modo que todos vean y sepan, adviertan y consideren que la
mano de Yahveh ha hecho eso, el Santo de Israel lo ha creado.
21 «Aducid vuestra defensa – dice Yahveh – allegad vuestras pruebas –
dice el rey de Jacob.
22 Alléguense e indíquennos lo que va a suceder. Indicadnos cómo
fue lo pasado, y reflexionaremos; o bien hacednos oír lo venidero para que
lo conozcamos.
23 Indicadnos las señales del porvenir, y sabremos que sois dioses. En
suma, haced algún bien o algún mal, para que nos pongamos en guardia y
os temamos.
24 ¡Oh! Vosotros sois nada, y vuestros hechos, nulidad, lo mejor de
vosotros, abominación.»
25 Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado
por su nombre. Ha hollado a los sátrapas como lodo, como el alfarero patea
el barro.
26 ¿Quién lo indicó desde el principio, para que se supiese, o desde
antiguo, para que se dijese: «Es justo»? Ni hubo quien lo indicase, ni hubo
quien lo hiciese oír, ni hubo quien oyese vuestras palabras.
27 Primicias de Sión: «¡Aquí están, aquí están!» envío a Jerusalén la
buena nueva.
28 Miré, y no había nadie; entre éstos no había consejeros a quienes
yo preguntara y ellos respondieran.
29 ¡Oh! Todos ellos son nada; nulidad sus obras, viento y vacuidad
sus estatuas.
Isaías 42
1 He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se
complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él: dictará ley a las
naciones.
2 No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz.
3 Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente
hará justicia;
4 no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho,
y su instrucción atenderán las islas.
5 Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende, el que
hace firme la tierra y lo que en ella brota, el que da aliento al pueblo que
hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.
6 Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y
te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes,
7 para abrir los ojos ciegos, para sacar del calabozo al preso, de la
cárcel a los que viven en tinieblas.
8 Yo, Yahveh, ese es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez
a los ídolos.
9 Lo de antes ya ha llegado, y anuncio cosas nuevas; antes que se
produzcan os las hago saber.
10 Cantad a Yahveh un cántico nuevo, su loor desde los confines de la
tierra. Que le cante el mar y cuanto contiene, las islas y sus habitantes.
11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las explanadas en que
habita Quedar. Aclamen los habitantes de Petra, desde la cima de los
montes vociferen.
12 Den gloria a Yahveh, su loor en las islas publiquen.
13 Yahveh como un bravo sale, su furor despierta como el de un
guerrero; grita y vocifera, contra sus enemigos se muestra valeroso.
14 «Estaba mudo desde mucho ha, había ensordecido, me había
reprimido. Como parturienta grito, resoplo y jadeo entrecortadamente.
15 Derribaré montes y cedros, y todo su césped secaré; convertiré los
ríos en tierra firme y las lagunas secaré.
16 Haré andar a los ciegos por un camino que no conocían, por
senderos que no conocían les encaminaré. Trocaré delante de ellos la
tiniebla en luz, y lo tortuoso en llano. Estas cosas haré, y no las omitiré.»
17 Haceos atrás, confusos de vergüenza, los que confiáis en ídolos, los
que decís a la estatua fundida: «Vosotros sois nuestros dioses.»
18 ¡Sordos, oíd! ¡Ciegos, mirad y ved!
19 ¿Quién está ciego, sino mi siervo? ¿y quién tan sordo como el
mensajero a quien envío? (¿Quién es tan ciego como el enviado y tan sordo
como el siervo de Yahveh?)
20 Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las orejas,
pero no has oído.
21 Yahveh se interesa, por causa de su justicia, en engrandecer y dar
lustre a la Ley.
22 Pero es un pueblo saqueado y despojado, han sido atrapados en
agujeros todos ellos, y en cárceles han sido encerrados. Se les despojaba y
no había quien salvase; se les depredaba y nadie decía: «¡Devuelve!»
23 ¿Quién de vosotros escuchará esto, atenderá y hará caso para el
futuro?
24 ¿Quién entregó al pillaje a Jacob, y a Israel a los saqueadores? ¿No
ha sido Yahveh, contra quien pecamos, rehusamos andar por sus caminos, y
no escuchamos sus instrucciones?
25 Vertió sobre él el ardor de su ira, y la violencia de la guerra le
abrasó, por todos lados sin que se apercibiese, le consumió, sin que él
reflexionase.
Eclesiástico 1
1 Toda sabiduría viene del Señor, y con él está por siempre.
2 La arena de los mares, las gotas de la lluvia, los días de la eternidad,
¿quién los puede contar?
3 La altura del cielo, la anchura de la tierra, la profundidad del
abismo, ¿quién los alcanzará?
4 Antes de todo estaba creada la Sabiduría, la inteligente prudencia
desde la eternidad.
6 La raíz de la sabiduría ¿a quién fue revelada?, sus recursos, ¿quién
los conoció?
8 Sólo uno hay sabio, en extremo temible, el que en su trono está
sentado.
9 El Señor mismo la creó, la vio y la contó y la derramó sobre todas
sus obras,
10 en toda carne conforme a su largueza, y se la dispensó a los que le
aman.
11 Gloria es y orgullo el temor del Señor, contento y corona de júbilo.
12 El temor del Señor recrea el corazón, da contento y recocijo y
largos días.
13 Para el que teme al Señor, todo irá bien al fin, en el día de su
muerte se le bendecirá.
14 Principio de la sabiduría es temer al Señor, fue creada en el seno
materno juntamente con los fieles.
15 Entre los hombres puso su nido, fundación eterna, y con su linaje
se mantendrá fielmente.
16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor, ella les embriaga de sus
frutos.
17 Toda su casa colma de cosas deseables, y de sus productos sus
graneros.
18 Corona de la sabiduría el temor del Señor, ella hace florecer paz y
buena salud.
19 (El la vio y la contó), ciencia y conocimiento inteligente hizo
llover, y la gloria de los que la poseen exaltó.
20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas, los largos días.
22 No puede justificarse la pasión del injusto, que el impulso de su
pasión le hace caer.
23 Hasta su hora aguanta el que es paciente, mas después se le brinda
contento.
24 Hasta su hora oculta sus palabras, y entonces muchos labios
prolamarán su inteligencia.
25 En los tesoros de la sabiduría están las máximas de la ciencia, mas
abominación para el pecador es la piedad para con Dios.
26 Si apeteces sabiduría, guarda los mandamientos, y el Señor te la
dispensará.
27 Pues sabiduría y enseñanza es el temor del Señor; su
complacencia, la fidelidad y mansedumbre.
28 No seas indócil al temor del Señor, ni te acerques a él con corazón
partido.
29 No seas hipócrita delante de los hombres, pon guardia a tus labios.
30 No te exaltes a ti mismo, para no caer y acarrearte deshonra,
porque el Señor revelaría tus secretos y en medio de la asamblea te echaría
por tierra, por no haberte llegado al temor del Señor, porque tu corazón está
lleno de fraude.
Eclesiástico 2
1 Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.
2 Endereza tu corazón, manténte firme, y no te aceleres en la hora de
la adversidad.
3 Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus
postrimerías.
4 Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu
humillación sé paciente.
5 Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el
honor de la humillación.
6 Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y
espera en él.
7 Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis,
para no caer.
8 Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la
recompensa.
9 Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y
misericordia.
10 Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al
Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y quedó
abandonado? ¿Quién le invocó y fue desatendido?
11 Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados
y salva en la hora de la tribulación.
SEGUNDA EPÍSTOLA DE SAN PEDRO
2 Pedro 1
1 Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la
justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe
tan preciosa como la nuestra.
2 A vosotros, gracia y paz abundantes por el conocimiento de nuestro
Señor.
3 Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a
la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su
propia gloria y virtud,
4 por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y
sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la
naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la
concupiscencia.
5 Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe
la virtud, a la virtud el conocimiento,
6 al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la
tenacidad la piedad,
7 a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad.
8 Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán
inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor
Jesucristo.
9 Quien no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la
purificación de sus pecados pasados.
10 Por tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra
vocación y vuestra elección. Obrando así nunca caeréis.
11 Pues así se os dará amplia entrada en el Reino eterno de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo.
12 Por esto, estaré siempre recordándoos estas cosas, aunque ya las
sepáis y estéis firmes en la verdad que poseéis.
13 Me parece justo, mientras me encuentro en esta tienda, estimularos
con el recuerdo,
14 sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha
manifestado nuestro Señor Jesucristo.
15 Pero pondré empeño en que, en todo momento, después de mi
partida, podáis recordar estas cosas.
16 Os hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor
Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con
nuestros propios ojos su majestad.
17 Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime
Gloria le dirigió esta voz: «Este es mi Hijo muy amado en quien me
complazco.»
18 Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando
con él en el monte santo.
19 Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual
hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro,
hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la
mañana.
20 Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura
puede interpretarse por cuenta propia;
21 porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino
que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios.
2 Pedro 2
1 Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre
vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que,
negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida
destrucción.
2 Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la
verdad será difamado.
3 Traficarán con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde
hace tiempo su condenación no está ociosa, ni su perdición dormida.
4 Pues si Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron, sino que,
precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó para ser
custodiados hasta el Juicio;
5 si no perdonó al antiguo mundo, aunque preservó a Noé, heraldo de
la justicia, y a otros siete, cuando hizo venir el diluvio sobre un mundo de
impíos;
6 si condenó a la destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra,
reduciéndolas a cenizas, poniéndolas como ejemplo para los que en el
futuro vivirían impíamente;
7 y si libró a Lot, el justo, oprimido por la conducta licenciosa de
aquellos hombres disolutos
8 – pues este justo, que vivía en medio de ellos, torturaba día tras día
su alma justa por las obras inicuas que veía y oía –
9 es porque el Señor sabe librar de las pruebas a los piadosos y
guardar a los impíos para castigarles en el día del Juicio,
10 sobre todo a los que andan tras la carne con apetencias impuras y
desprecian al Señorío. Atrevidos y arrogantes, no temen insultar a las
Glorias,
11 cuando los Ángeles, que son superiores en fuerza y en poder, no
pronuncian juicio injurioso contra ellas en presencia del Señor.
12 Pero éstos, como animales irracionales, destinados por naturaleza a
ser cazados y muertos, que injurian lo que ignoran, con muerte de animales
morirán,
13 sufriendo daño en pago del daño que hicieron. Tienen por felicidad
el placer de un día; hombres manchados e infames, que se entregan de lleno
a los placeres mientras banquetean con vosotros.
14 Tienen los ojos llenos de adulterio, que no se sacian de pecado,
seducen a las almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la codicia,
¡hijos de maldición!
15 Abandonando el camino recto, se desviaron y siguieron el camino
de Balaam, hijo de Bosor, que amó un salario de iniquidad,
16 pero fue reprendido por su mala acción. Un mudo jumento,
hablando con voz humana, impidió la insensatez del profeta.
17 Estos son fuentes secas y nubes llevadas por el huracán, a quienes
está reservada la oscuridad de las tinieblas.
18 Hablando palabras altisonantes, pero vacías, seducen con las
pasiones de la carne y el libertinaje a los que acaban de alejarse de los que
viven en el error.
19 Les prometen libertad, mientras que ellos son esclavos de la
corrupción, pues uno queda esclavo de aquel que le vence.
20 Porque si, después de haberse alejado de la impureza del mundo
por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, se enredan
nuevamente en ella y son vencidos, su postrera situación resulta peor que la
primera.
21 Pues más les hubiera valido no haber conocido el camino de la
justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo precepto que le fue
transmitido.
22 Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: = «el perro vuelve
a su vómito» = y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno».
2 Pedro 3
1 Esta es ya, queridos, la segunda carta que os escribo; en ambas, con
lo que os recuerdo, despierto en vosotros el recto criterio.
2 Acordaos de las predicciones de los santos profetas y del
mandamiento de vuestros apóstoles que es el mismo del Señor y Salvador.
3 Sabed ante todo que en los últimos días vendrán hombres llenos de
sarcasmo, guiados por sus propias pasiones,
4 que dirán en son de burla: «¿Dónde queda la promesa de su Venida?
Pues desde que murieron los Padres, todo sigue como al principio de la
creación».
5 Porque ignoran intencionadamente que hace tiempo existieron unos
cielos y también una tierra surgida del agua y establecida entre las aguas
por la Palabra de Dios,
6 y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado por las
aguas del diluvio,
7 y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma Palabra, están
reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la
destrucción de los impíos.
8 Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día
es como mil años y, = mil años, como un día. =
9 No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como
algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo
que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
10 El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos,
con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se
disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá.
11 Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene
que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad,
12 esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los
cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?
13 Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y
nueva tierra, en lo que habite la justicia.
14 Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos,
esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha.
15 La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, como os lo
escribió también Pablo, nuestro querido hermano, según la sabiduría que le
fue otorgada.
16 Lo escribe también en todas las cartas cuando habla en ellas de
esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y
los débiles interpretan torcidamente – como también las demás Escrituras –
para su propia perdición.
17 Vosotros, pues, queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no
sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de
vuestra firme postura.
18 Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad.
Amén
EPÍSTOLA A LOS HEBREOS
Hebreos 1
1 Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a
nuestros Padres por medio de los Profetas;
2 en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien
instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos;
3 el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y
el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la
purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas,
4 con una superioridad sobre los ángeles tanto mayor cuanto más les
supera en el nombre que ha heredado.
5 En efecto, ¿a qué ángel dijo alguna vez: = Hijo mío eres tú; yo te he
engendrado hoy; = y también: = Yo seré para él Padre, y él será para mi
Hijo? =
6 Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el mundo dice: = Y
adórenle todos los ángeles de Dios. =
7 Y de los ángeles dice: = El que hace a sus ángeles vientos, y a sus
servidores llamas de fuego. =
8 Pero del Hijo: = Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos; = y:
= El cetro de tu realeza, cetro de equidad. =
9 = Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, ¡oh
Dios!, tu Dios con óleo de alegría con preferencia a tus compañeros. =
10 Y también: = Tú al comienzo, ¡oh Señor!, pusiste los cimientos de
la tierra, y obras de tu mano son los cielos. =
11 = Ellos perecerán, mas tú permaneces; todos como un vestido
envejecerán; =
12 = como un manto los enrollarás, = como un vestido, = y serán
cambiados. Pero tú eres el mismo y tus años no tendrán fin. =
13 Y ¿a qué ángel dijo alguna vez: = Siéntate a mi diestra, hasta que
ponga a tus enemigos por escabel de tus pies? =
14 ¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de
asistir a los que han de heredar la salvación?
Hebreos 2
1 Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos
oído, para que no nos extraviemos.
2 Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal
firmeza que toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
3 ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran
salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego
confirmada por quienes la oyeron,
4 testificando también Dios con señales y prodigios, con toda suerte
de milagros y dones del Espíritu Santo repartidos según su voluntad.
5 En efecto, Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero del cual
estamos hablando.
6 Pues atestiguó alguien en algún lugar: = ¿Qué es el hombre, que te
acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que de él te preocupas? =
7 = Le hiciste por un poco inferior a los ángeles; de gloria y honor le
coronaste. =
8 = Todo lo sometiste debajo de sus pies. = Al = someterle todo, =
nada dejó que no le estuviera sometido. Mas al presente, no vemos todavía
que = le esté sometido todo. =
9 Y a aquel que = fue hecho inferior a los ángeles por un poco, = a
Jesús, le vemos = coronado de gloria y honor = por haber padecido la
muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos.
10 Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es
todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el
sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.
11 Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el
mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles = hermanos =
12 cuando dice: = Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de
la asamblea te cantaré himnos. = Y también:
13 = Pondré en él mi confianza. = Y nuevamente: = Henos aquí, a mí
y a los hijos que Dios me dio. =
14 Por tanto, así como los = hijos = participan de la sangre y de la
carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la
muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo,
15 y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida
sometidos a esclavitud.
16 Porque, ciertamente, no se ocupa de los ángeles, sino de la =
descendencia de Abraham. =
17 Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus = hermanos, = para ser
misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a
expiar los pecados del pueblo.
18 Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los
que se ven probados.