# 146

Oseas 5

1 Escuchad esto, sacerdotes, estad atentos, casa de Israel, casa real,
prestad oído, porque el juicio es cosa vuestra; pero vosotros habéis sido un
lazo en Mispá, y una red tendida en el Tabor.
2 Han ahondado la fosa de Sittim, mas yo seré castigo para todos
ellos.
3 Yo conozco a Efraím, e Israel no se me oculta. Sí, tú te has
prostituido, Efraím, e Israel se ha contaminado,
4 No les permiten sus obras volver a su Dios, pues un espíritu de
prostitución hay dentro de ellos, y no conocen a Yahveh.
5 El orgullo de Israel testifica contra él; Israel y Efraím tropiezan por
sus culpas, y también Judá tropieza con ellos.
6 Con su ganado menor y mayor irán en busca de Yahveh, pero no lo
encontrarán: ¡se ha retirado de ellos!
7 Han sido infieles a Yahveh, han engendrado hijos bastardos; pues
ahora los va a devorar el novilunio juntamente con sus campos.
8 Tocad el cuerno en Guibeá, la trompeta en Ramá, dad la alarma en
Bet Aven, ¡detrás de ti, Benjamín!
9 Efraím será una desolación el día del castigo; en las tribus de Israel
hago saber cosa segura.
10 Los príncipes de Judá son como los que desplazan los linderos,
sobre ellos voy a derramar como agua mi furor.
11 Está oprimido Efraím, quebrantado el juicio, porque se complace
en ir tras la Vanidad.
12 Pues yo he de ser como polilla para Efraím, como carcoma para la
casa de Judá.
13 Efraím ha visto su dolencia y Judá su llaga. Efraím entonces ha
sido a Asiria, y Judá ha mandado mensaje al gran rey; pero éste no podrá
sanaros ni curar vuestra llaga.
14 Porque yo soy como un león para Efraím, como un leoncillo para la
casa de Judá. Yo, yo mismo desgarraré y me iré, arrebataré y no habrá
quien salve.
15 Voy a volverme a mi lugar, hasta que hayan expiado y busquen mi
rostro. En su angustia me buscarán.

Oseas 6

1 «Venid, volvamos a Yahveh, pues él ha desgarrado y él nos curará,
él ha herido y él nos vendará.
2 Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y
en su presencia viviremos.
3 Conozcamos, corramos al conocimiento de Yahveh: cierta como la
aurora es su salida; vendrá a nosotros como la lluvia temprana, como la
lluvia tardía que riega la tierra.»
4 ¿Qué he de hacer contigo, Efraím? ¿Qué he de hacer contigo, Judá?
¡Vuestro amor es como nube mañanera, como rocío matinal, que pasa!
5 Por eso les he hecho trizas por los profetas, los he matado por las
palabras de mi boca, y mi juicio surgirá como la luz.
6 Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más
que holocaustos.
7 Pero ellos en Adam han violado la alianza, allí me han sido infieles.
8 Galaad es ciudad de malhechores, llena de huellas de sangre.
9 Como emboscada de bandidos es la pandilla de sacerdotes: asesinan
por el camino de Siquem, y cometen infamia.
10 Cosa horrible he visto en Betel: allí se prostituye Efraím y se
contamina Israel.
11 También para ti, Judá, hay preparada una cosecha, cuando yo
cambie la suerte de mi pueblo.

Oseas 7

1 Cuando yo quiero sanar a Israel, se descubre la culpa de Efraím y las
maldades de Samaria; porque practican la mentira, y mientras el ladrón
entra dentro se despliega la pandilla afuera.
2 Y no se dicen en su corazón que yo me acuerdo de toda su maldad.
Ahora les envuelven sus obras, ante mi rostro están.
3 Con su maldad recrean al rey, con sus mentiras a los príncipes.
4 Todos ellos, adúlteros, son como un horno ardiente, que el panadero
deja de atizar desde que amasa la pasta hasta que fermenta.
5 En el día de nuestro rey los príncipes enferman por el ardor del vino,
¡y aquél tiende la mano a chocarreros!
6 Cuando acechan, su corazón es como un horno en sus intrigas: toda
la noche duerme el panadero, y a la mañana él quema con fuego llameante.
7 Todos están calientes como un horno, y devoran a sus propios
jueces. Todos sus reyes han caído, y ninguno entre ellos clama a mí.
8 Efraím se mezcla con los pueblos, Efraím es una torta a la que no se
ha dado vuelta.
9 Extranjeros devoran su fuerza, ¡y él no lo sabe! Ya las canas
blanquean en él, ¡y él no lo sabe!
10 El orgullo de Israel testifica contra él, pero no se vuelven a Yahveh
su Dios, con todo esto, no le buscan.
11 Efraím es cual ingenua paloma, sin cordura; llaman a Egipto,
acuden a Asiria.
12 Dondequiera que vayan, yo echaré mi red sobre ellos, como ave del
cielo los haré caer y los visitaré por su maldad.
13 ¡Ay de ellos, que de mí se han alejado! ¡Ruina sobre ellos por
haberse rebelado contra mí! Yo los rescataría, pero ellos dicen contra mí
mentiras.
14 Y no claman a mí de corazón cuando gimen en sus lechos; por el
trigo y el mosto se hacen incisiones se rebelan contra mí.
15 Yo fortalecí su brazo, ¡y ellos contra mí maquinan el mal!
16 Se vuelven a lo que no es nada, son como un arco engañoso.
Caerán a espada sus príncipes, por la iracundia de su lengua: ¡tal será su
escarnio en el país de Egipto!

Oseas 8

1 ¡Emboca la trompeta! Como un águila cae el mal sobre la casa de
Yahveh; porque han quebrantado mi alianza y han sido rebeldes a mi Ley.
2 Ellos me gritan: «¡Dios mío, los de Israel te conocemos!»
3 Pero Israel ha rechazado el bien: ¡el enemigo le perseguirá!
4 Han puesto reyes sin contar conmigo, han puesto príncipes sin
saberlo yo. Con su plata y su oro se han hecho ídolos, ¡para ser
encarcelados!
5 ¡Tu becerro repele, Samaria! Mi cólera se ha inflamado contra ellos:
¿hasta cuándo no podrán purificarse?
6 Porque viene de Israel, un artesano ha hecho eso, y eso no es Dios.
Sí, quedará hecho trizas el becerro de Samaria.
7 Pues que viento siembran, segarán tempestad: tallo que no tendrá
espiga, que no dará harina; y si la da, extranjeros la tragarán.
8 ¡Tragado ha sido Israel! Están ahora entre las naciones como un
objeto que nadie quiere.
9 Porque han subido a Asiria, ese onagro solitario; Efraím se ha
comprado amores;
10 aunque los compre entre las naciones, yo los voy a reunir ahora y
pronto sufrirán bajo la carga del rey de príncipes.
11 Efraím ha multiplicado los altares para pecar, sólo para pecar le
han servido los altares.
12 Aunque yo escriba para él las excelencias de mi ley, por cosa
extraña se las considera.
13 ¡Ya pueden ofrecer sacrificios en mi honor, y comerse la carne!
Yahveh no los acepta; ahora recordará sus culpas y visitará sus pecados:
ellos volverán a Egipto.
14 Olvida Israel a su Hacedor, edifica palacios; Judá multiplica las
ciudades fuertes. Pero yo prenderé fuego a sus ciudades, que devorará sus
alcázares.

Oseas 9

1 No te regocijes, Israel, no jubiles como los pueblos, pues te has
prostituido, lejos de tu Dios, y amas ese salario sobre todas las eras de
grano.
2 Ni la era ni el lagar los alimentarán, y el mosto los dejará corridos.
3 No habitarán ya en la tierra de Yahveh: Efraím volverá a Egipto, y
en Asiria comerán viandas impuras.
4 No harán a Yahveh libaciones de vino, ni sus sacrificios le serán
gratos: cual pan de duelo será para ellos, cuantos lo coman se harán
impuros; pues su pan será para ellos solos, no entrará en la Casa de Yahveh.
5 ¿Qué haréis el día de solemnidad, el día de la fiesta de Yahveh?
6 Vedlos que han escapado de la devastación: Egipto los recogerá,
Menfis los sepultará; sus tesoros de plata, la ortiga los heredará, la zarza
llenará sus tiendas.
7 Han llegado los días de la visita, han llegado los días de la
retribución. ¡Lo sabrá Israel! – «¡El profeta es un necio, un loco el hombre
del espíritu!» – Por la grandeza de tu culpa, grande será la hostilidad.
8 Vigila a Efraím, con mi Dios, el profeta: lazos se le tienden en todos
sus caminos, hostilidad en la Casa de su Dios.
9 Han llegado al fondo de la corrupción, como en los días de Guibeá;
él recordará sus culpas y visitará sus pecados.
10 Como uvas en desierto encontré yo a Israel, como breva de higuera
en sus primicias vi a vuestros padres. Pero al llegar ellos a Baal Peor se
consagraron a la Infamia, y se hicieron abominables como el objeto de su
amor.
11 A Efraím, como un pájaro, se le vuela su gloria, desde el
nacimiento, desde el seno, desde la concepción.
12 Y aunque críen a sus hijos, yo les privaré de ellos antes que se
hagan hombres: y ¡ay de ellos también cuando yo los abandone!
13 Efraím, tal lo he visto, era como Tiro plantada en la pradera, pero
Efraím tendrá que sacar sus hijos al verdugo.
14 Dales, Yahveh…, ¿qué les darás? ¡Dales seno que aborte y pechos
secos!
15 Toda su maldad apareció en Guilgal, sí, allí les cobré odio. Por la
maldad de sus acciones, de mi Casa los expulsaré; ya no he de amarlos más:
rebeldes son todos sus príncipes.
16 Efraím ha sido herido, su raíz está seca, ya no darán fruto. Aunque
den a luz, yo haré morir el tesoro de su seno.
17 Mi Dios los rechazará porque no le han escuchado, y andarán
errantes entre las naciones.

Oseas 10

1 Vid frondosa era Israel produciendo fruto a su aire: cuanto más
aumentaba su fruto, más aumentaba los altares; cuanto mejor era su tierra,
mejores hacía las estelas.
2 Su corazón es doble, mas ahora van a expiar; él romperá sus altares,
demolerá sus estelas.
3 Entonces dirán: «No tenemos rey, porque no hemos temido a
Yahveh, y el rey, ¿qué haría por nosotros?
4 Pronuncian palabras, juramentos vanos, conclusión de alianzas, y el
juicio florece como hierba venenosa en los surcos del campo.
5 Por el becerro de Bet Aven tiemblan los habitantes de Samaria; sí,
por él hace duelo su pueblo, por él sus sacerdotes: ¡que exulten por su
gloria, porque ha emigrado lejos de él!
6 El también será llevado a Asiria, como ofrenda para el gran rey.
Efraím recogerá vergüenza, e Israel quedará corrida de su plan.
7 ¡Se ha acabado Samaria! Su rey es como espuma sobre la haz del
agua.
8 Serán destruidos los altos de Aven, el pecado de Israel. Espinas y
zarzas treparán por sus altares. Dirán entonces a los montes: «¡Cubridnos!»
y a las colinas: «¡Caed sobre nosotros!»
9 Desde los días de Guibeá, has pecado, Israel, ¡allí se han plantado!
¿No los alcanzará en Guibeá la guerra, a los hijos de la injusticia?
10 Voy a venir a visitarlos, y se aliarán pueblos contra ellos, cuando
sean visitados por su doble culpa.
11 Efraím era una novilla domesticada, que gustaba de la trilla; yo
pasé el yugo sobre su hermoso cuello; uncí el carro a Efraím, Judá araba,
Jacob rastrillaba.
12 Sembraos simiente de justicia, recoged cosecha de amor,
desbarbechad lo que es barbecho; ya es tiempo de buscar a Yahveh, hasta
que venga a lloveros justicia.
13 Habéis arado maldad, injusticia habéis segado, habéis comido fruto
de mentira. Por haber confiado en tus carros, en la multitud de tus valientes,
14 tumulto de guerra se alzará en tu pueblo, y todas tus fortalezas
serán devastadas, como Salmán devastó a Bet Arbel el día de la batalla,
cuando la madre fue estrellada sobre sus hijos.
15 Eso ha hecho con vosotros Betel por vuestra redoblada maldad. ¡A
la aurora desaparecerá el rey de Israel!

Oseas 11

1 Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
2 Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí: a los Baales
sacrificaban, y a los ídolos ofrecían incienso.
3 Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos
no conocieron que yo cuidaba de ellos.
4 Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos
como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le
daba de comer.
5 Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado
a convertirse.
6 Hará estragos la espada en sus ciudades, aniquilará sus cerrojos y
devorará, por sus perversos planes.
7 Mi pueblo tiene querencia a su infidelidad; cuando a lo alto se les
llama, ni uno hay que se levante.
8 ¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel? ¿Voy a
dejarte como a Admá, y hacerte semejante a Seboyim? Mi corazón está en
mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas.
9 No daré curso al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraím,
porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo soy el Santo, y no vendré
con ira.
10 En pos de Yahveh marcharán, él rugirá como un león; y cuando
ruja él, los hijos vendrán azorados de occidente,
11 azorados vendrán de Egipto, como un pájaro, como paloma desde
el país de Asiria; y yo les asentaré en sus casas – oráculo de Yahveh -.

Oseas 12

1 Efraím me ha rodeado de mentira, de engaño la casa de Israel. (Pero
Judá todavía está con Dios, y sigue fiel al Santo.)
2 Efraím se apacienta de viento, anda tras el solano todo el día;
mentira y pillaje multiplica, hacen alianza con Asiria y llevan aceite a
Egipto.
3 Yahveh tiene pleito con Judá, va a visitar a Jacob, según su
conducta, según sus obras le devolverá.
4 En el seno materno suplantó a su hermano, y de mayor luchó con
Dios.
5 Luchó con el ángel y le pudo, lloró y le imploró gracia. En Betel le
encontró y allí habló con nosotros.
6 Sí, Yahveh Dios Sebaot, Yahveh es su renombre.
7 Y tú volverás, gracias a tu Dios: observa amor y derecho, y espera
en tu Dios siempre.
8 Canaán tiene en su mano balanzas tramposas, es amigo de explotar.
9 Y Efraím dice: «Sí, me he enriquecido, me ha fraguado una
fortuna.» ¡Ninguna de sus ganancias se hallará, por el pecado de que se ha
hecho culpable!
10 Yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto: aún te haré morar
en tiendas como en los días del Encuentro;
11 hablaré a los profetas, multiplicaré las visiones, y por medio de los
profetas hablaré en parábolas.
12 Si Galaad es iniquidad, ellos no son más que mentira. En Guilgal
sacrifican toros; por eso sus altares serán como escombros sobre los surcos
de los campos.
13 Huyó Jacob a la campiña de Aram, sirvió Israel por una mujer, por
una mujer guardó rebaños.
14 Por un profeta subió Yahveh a Israel de Egipto, y por un profeta
fue guardado.
15 Efraím le ha irritado amargamente: él dejará su sangre sobre él, su
Señor le pagará su agravio.

Oseas 13

1 Cuando hablaba Efraím, cundía el terror, se había impuesto en
Israel, pero se hizo culpable con Baal y murió.
2 Y todavía continúan pecando: se han hecho imágenes fundidas, con
su plata, ídolos de su invención: ¡obra de artesanos todo ello! ¡Con ellos
hablan los que sacrifican hombres que envían besos a becerros!
3 Por eso serán como nube mañanera, como rocío matinal que pasa,
como paja aventada de la era, como humo por la ventana.
4 Pero yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces
otro Dios fuera de mí, ni hay más salvador que yo.
5 Yo te conocí en el desierto, en la tierra ardorosa.
6 Cuando estaban en su pasto se saciaron, se saciaron y se engrió su
corazón, por eso se olvidaron de mí.
7 Pues yo seré para ellos cual león, como leopardo en el camino
acecharé.
8 Caeré sobre ellos como osa privada de sus cachorros, desgarraré las
telas de su corazón, los devoraré allí mismo cual leona, la bestia del campo
los despedazará.
9 Tu destrucción ha sido, Israel, porque sólo en mí estaba tu socorro.
10 ¿Dónde está, pues, tu rey, para que te salve, y en todas tus ciudades
tus jueces? aquellos de quienes tú decías: «Dame rey y príncipes.»
11 Rey en mi cólera te doy, y te lo quito en mi furor.
12 Encerrada está la culpa de Efraím, bien guardado su pecado.
13 Dolores de parturienta le asaltan, pero él es un hijo necio que no se
presenta a tiempo por donde rompen los hijos.
14 ¿De la garra del seol los libraré, de la muerte los rescataré? ¿Dónde
están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio, seol? La compasión está oculta
a mis ojos.
15 Aunque Efraím dé fruto entre sus hermanos, el solano llegará, el
viento de Yahveh subirá del desierto, para que se seque su manantial, y se
agote su fuente; él arrebatará el tesoro de todos los objetos preciosos.

Oseas 14

1 Rea de castigo es Samaria, porque se rebeló contra su Dios. A
espada caerán, serán sus niños estrellados, y reventadas sus mujeres encinta.
2 Vuelve, Israel, a Yahveh tu Dios, pues has tropezado por tus culpas.
3 Tomad con vosotros palabras, y volved a Yahveh. Decidle: «Quita
toda culpa; toma lo que es bueno; y en vez de novillos te ofreceremos
nuestros labios.
4 Asiria no nos salvará, no montaremos ya a caballo, y no diremos
más “Dios nuestro” a la obra de nuestros manos, oh tú, en quien halla
compasión el huérfano.»
5 – Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente; pues mi cólera
se ha apartado de él,
6 seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, y hundirá sus
raíces como el Líbano.
7 Sus ramas se desplegarán, como el del olivo será su esplendor, y su
fragancia como la del Líbano.
8 Volverán a sentarse a mi sombra; harán crecer el trigo, florecerán
como la vid, su renombre será como el del vino del Líbano.
9 Efraím… ¿qué tiene aún con los ídolos? Yo le atiendo y le miro. Yo
soy como un ciprés siempre verde, y gracias a mí se te halla fruto.
10 ¿Quién es sabio para entender estas cosas, inteligente para
conocerlas?: Que rectos son los caminos de Yahveh, por ellos caminan los
justos, mas los rebeldes en ellos tropiezan.

JOEL
Joel 1

1 Palabra de Yahveh que fue dirigida a Joel, hijo de Petuel.
2 ¡Oíd esto, ancianos, prestad oído, habitantes todos de la tierra!
¿Sucedió algo semejante en vuestros días, o en los días de vuestros padres?
3 Contádselo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a
la otra generación.
4 Lo que dejó la oruga lo devoró la langosta, lo que dejó la langosta lo
devoró el pulgón, lo que dejó el pulgón lo devoró el saltón.
5 ¡Despertad, borrachos, y llorad, gemid todos los bebedores de vino,
por el licor que se os ha quitado de la boca!
6 Porque una nación ha subido contra mi tierra, fuerte e innumerable:
sus dientes son dientes de león, y tienen muelas de leona.
7 En desolación ha dejado mi viña, destrozada mi higuera: la ha
pelado del todo y derribado, y sus ramas han quedado blancas.
8 ¡Suspira tú como virgen ceñida de sayal por el esposo de su
juventud!
9 Oblación y libación han sido arrancadas de la Casa de Yahveh. En
duelo están los sacerdotes, los ministros de Yahveh.
10 El campo ha sido arrasado, en duelo está el suelo, porque el grano
ha sido arrasado, ha faltado el mosto, y el aceite virgen se ha agotado.
11 ¡Consternaos, labradores, gemid, viñadores, por el trigo y la
cebada, porque se ha perdido la cosecha del campo!
12 Se ha secado la viña, se ha amustiado la higuera, granado, palmera,
manzano, todos los árboles del campo están secos. ¡Sí, se ha secado la
alegría de entre los hijos de hombre!
13 ¡Ceñíos y plañid, sacerdotes, gemid, ministros del altar; venid,
pasad la noche en sayal, ministros de mi Dios, porque a la Casa de vuestro
Dios se le ha negado oblación y libación!
14 Promulgad un ayuno, llamad a concejo, reuníos, ancianos, y
vosotros todos, habitantes de la tierra, en la Casa de Yahveh, vuestro Dios,
y clamad a Yahveh:
15 «¡Ay, el Día, que está cerca el Día de Yahveh, ya llega como
devastación de Sadday!»
16 ¿No ha sido arrancada la comida de delante de nuestros ojos, y de
la Casa de nuestro Dios la alegría y el júbilo?
17 Se han podrido los granos bajo los terrones; los graneros han sido
devastados, derruidos los silos, porque falta el grano.
18 ¡Cómo muge el ganado, cómo vagan sin rumbo los rebaños de
vacas, porque no hay pastor para ellos! ¡Hasta los rebaños de ovejas tienen
que expiar!
19 A ti clamo, Yahveh, porque el fuego ha devorado los pastizales del
desierto, la llama ha abrasado todos los árboles del campo.
20 Hasta las bestias del campo jadean tras de ti, porque están secas las
corrientes de agua, y el fuego ha devorado los pastizales del desierto

Joel 2

1 ¡Tocad el cuerno en Sión, clamad en mi monte santo! ¡Tiemblen
todos los habitantes del país, porque llega el Día de Yahveh, porque está
cerca!
2 ¡Día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y densa niebla!
Como la aurora sobre los montes se despliega un pueblo numeroso y fuerte,
como jamás hubo otro, ni lo habrá después de él en años de generación en
generación.
3 Delante de él devora el fuego, detrás de él la llama abrasa. Como un
jardín de Edén era delante de él la tierra, detrás de él, un desierto desolado.
¡No hay escape ante él!
4 Aspecto de corceles es su aspecto, como jinetes, así corren.
5 Como estrépito de carros, por las cimas de los montes saltan, como
el crepitar de la llama de fuego que devora hojarasca; ¡como un pueblo
poderoso en orden de batalla!
6 Ante él se estremecen los pueblos, todos los rostros mudan de color.
7 Corren como bravos, como guerreros escalan las murallas; cada uno
va por su camino, y no intercambian su ruta.
8 Nadie tropieza con su vecino, van cada cual por su calzada; a través
de los dardos arremeten sin romper la formación.
9 Sobre la ciudad se precipitan, corren por la muralla, hasta las casas
suben, a través de las ventanas entran como ladrones.
10 ¡Ante él tiembla la tierra, se estremecen los cielos, el sol y la luna
se oscurecen, y las estrellas retraen su fulgor!
11 Ya da Yahveh la voz delante de su ejército, porque sus batallones
son inmensos, porque es fuerte el ejecutor de su palabra, porque es grande
el Día de Yahveh, y muy terrible: ¿quién lo soportará?
12 «Mas ahora todavía – oráculo de Yahveh – volved a mí de todo
corazón, con ayuno, con llantos, con lamentos.»
13 Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh
vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en
amor, y se ablanda ante la desgracia.
14 ¡Quién sabe si volverá y se ablandará, y dejará tras sí una
bendición, oblación y libación a Yahveh vuestro Dios!
15 ¡Tocad el cuerno en Sión, promulgad un ayuno, llamad a concejo,
16 congregad al pueblo, convocad la asamblea, reunid a los ancianos,
congregad a los pequeños y a los niños de pecho! Deje el recién casado su
alcoba y la recién casada su tálamo.
17 Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros de
Yahveh, y digan: «¡Perdona, Yahveh, a tu pueblo, y no entregues tu
heredad al oprobio a la irrisión de las naciones! ¿Por qué se ha de decir
entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios?»
18 Y Yahveh se llenó de celo por su tierra, y tuvo piedad de su pueblo.
19 Respondió Yahveh y dijo a su pueblo: «He aquí que yo os envío
grano, mosto y aceite virgen: os hartaréis de ello, y no os entregaré más al
oprobio de las naciones.
20 Al que viene del Norte le alejaré de vosotros, y le echaré hacia una
tierra de aridez y desolación: su vanguardia hacia el mar oriental, hacia el
mar occidental su retaguardia. Y subirá su hedor, y subirá su fetidez».
(¡Porque él hace grandezas!)
21 No temas, suelo, jubila y regocíjate, porque Yahveh hace
grandezas.
22 No temáis, bestias del campo, porque ya reverdecen los pastizales
del desierto, los árboles producen su fruto, la higuera y la vid dan su
riqueza.
23 ¡Hijos de Sión, jubilad, alegraos en Yahveh vuestro Dios! Porque
él os da la lluvia de otoño, con justa medida, y hace caer para vosotros
aguacero de otoño y primavera como antaño.
24 Las eras se llenarán de trigo puro, de mosto y aceite virgen los
lagares rebosarán.
25 «Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y
el pulgón, el saltón y la oruga, mi gran ejército, que contra vosotros envié.»
26 Comeréis en abundancia hasta hartaros, y alabaréis el nombre de
Yahveh vuestro Dios, que hizo con vosotros maravillas. (¡Mi pueblo no será
confundido jamás!)
27 «Y sabréis que en medio de Israel estoy yo, ¡yo, Yahveh, vuestro
Dios, y no hay otro! ¡Y mi pueblo no será confundido jamás!»

Joel 3

1 «Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda
carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos
soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
2 Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos
días.
3 Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego,
columnas de humo».
4 El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, ante la venida del
Día de Yahveh, grande y terrible.
5 Y sucederá que todo el que invoque el nombre de Yahveh será
salvo, porque = en el monte Sión = y en Jerusalén = habrá supervivencia =,
como ha dicho Yahveh, y entre los supervivientes estarán los que llame
Yahveh.

Joel 4

1 «Porque he aquí que en aquellos días, en el tiempo aquel, cuando yo
cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
2 congregaré a todas las naciones y las haré bajar al Valle de Josafat:
allí entraré en juicio con ellas, acerca de mi pueblo y mi heredad, Israel.
Porque lo dispersaron entre las naciones, y mi tierra se repartieron.
3 Y echaron suertes sobre mi pueblo, cambiaron el niño por la
prostituta, y a la niña la vendieron por vino para beber.»
4 «Y vosotros también, ¿qué sois para mí, Tiro y Sidón, y distritos
todos de Filistea? ¿Queréis exigir paga de mí? Mas, si queréis cobrar de mí,
¡bien pronto he de volver sobre vuestra cabeza vuestra paga!
5 Vosotros que arrebatasteis mi plata y mi oro, que llevasteis a
vuestros templos mis mejores alhajas,
6 y a los hijos de Judá y Jerusalén los vendisteis a los hijos de Yaván,
para alejarlos de su término.
7 He aquí que yo los voy a reclamar del lugar donde los vendisteis, y
volveré sobre vuestra cabeza vuestra paga:
8 venderé vuestros hijos y vuestras hijas en manos de los hijos de
Judá, y ellos los venderán a los sabeos, a una nación lejana, ¡porque ha
hablado Yahveh!»
9 Publicad esto entre las naciones: ¡Proclamad la guerra, incitad a los
bravos! ¡Que avancen y suban todos los hombres de guerra!
10 Forjad espadas de vuestros azadones y lanzad de vuestras
podaderas; y diga el débil: «¡Soy un bravo!»
11 ¡Daos prisa, venid, naciones todas circundantes, y congregaos allá!
(¡Haz bajar, Yahveh, a tus bravos!)
12 «¡Despiértense y suban las naciones al Valle de Josafat! Que allí
me sentaré yo para juzgar a todas las naciones circundantes.
13 Meted la hoz, porque la mies está madura; venid, pisad, que el
lagar está lleno, y las cavas rebosan, tan grande es su maldad.»
14 ¡Multitudes y multitudes en el Valle de la Decisión! Porque está
cerca el Día de Yahveh, en el Valle de la Decisión.
15 El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retraen su fulgor.
16 Ruge Yahveh desde Sión, desde Jerusalén da su voz: ¡el cielo y la
tierra se estremecen! Mas Yahveh será un refugio para su pueblo, una
fortaleza para los hijos de Israel.
17 «Sabréis entonces que yo soy Yahveh vuestro Dios, que habito en
Sión, mi monte santo. Santa será Jerusalén, y los extranjeros no pasarán
más por ella.»
18 Sucederá aquel día que los montes destilarán vino y las colinas
fluirán leche; por todas las torrenteras de Judá fluirán las aguas; y una
fuente manará de la Casa de Yahveh que regará el valle de las Acacias.
19 Egipto quedará hecho una desolación, Edom un desierto desolado,
por su violencia contra los hijos de Judá, por haber derramado sangre
inocente en su tierra.
20 Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén de edad en edad.
21 «Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune», y Yahveh morará en
Sión.

Eclesiástico 42

15 Voy a evocar las obras del Señor, lo que tengo visto contaré. Por
las palabras del Señor fueron hechas sus obras, y la creación está sometida a
su voluntad.
16 El sol mira a todo iluminándolo, de la gloria del Señor está llena
su obra.
17 No son capaces los Santos del Señor de contar todas sus
maravillas, que firmemente estableció el Señor omnipotente, para que en su
gloria el universo subsistiera.
18 El sondea el abismo y el corazón humano, y sus secretos cálculos
penetra. Pues el Altísimo todo saber conoce, y fija sus ojos en las señales de
los tiempos.
19 Anuncia lo pasado y lo futuro, y descubre las huellas de las cosas
secretas.
20 No se le escapa ningún pensamiento, ni una palabra se le oculta.
21 Las grandezas de su sabiduría las puso en orden, porque él es antes
de la eternidad y por la eternidad; nada le ha sido añadido ni quitado, y de
ningún consejero necesita.
22 ¡Qué amables son todas sus obras!: como una centella hay que
contemplarlas.
23 Todo esto vive y permanece eternamente, para cualquier menester
todo obedece.
24 Todas las cosas de dos en dos, una frente a otra, y nada ha hecho
deficiente.
25 Cada cosa afirma la excelencia de la otra, ¿quién se hartará de
contemplar su gloria?
Eclesiástico 43
1 Orgullo de las alturas, firmamento de pureza, tal la vista del cielo en
su espectáculo de gloria.
2 El sol apareciendo proclama a su salida: «¡Qué admirable la obra
del Altísimo!»
3 En su mediodía reseca la tierra, ante su ardor, ¿quién puede resistir?
4 Se atiza el horno para obras de forja: tres veces más el sol que
abrasa las montañas; vapores ardientes despide, ciega los ojos con el brillo
de sus rayos.
5 Grande es el Señor que lo hizo, y a cuyo mandato emprende su
rápida carrera.
6 También la luna: sale siempre a su hora, para marcar los tiempos,
señal eterna.
7 De la luna procede la señal de las fiestas, astro que mengua,
después del plenilunio.
8 Lleva el mes su nombre; crece ella maravillosamente cuando
cambia, enseña del ejército celeste que brilla en el firmamento del cielo.
9 Hermosura del cielo es la gloria de las estrellas. orden radiante en
las alturas del Señor.
10 Por las palabras del Señor están fijas según su orden. y no aflojan
en su puesto de guardia.
11 Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su
esplendor!
12 Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del
Altísimo.
13 Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su
decreto.

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