Zacarías 6
1 Alcé otra vez los ojos y tuve una visión: Eran cuatro carros que
salían de entre dos montes; y los montes eran montes de bronce.
2 En el primer carro había caballos rojos, en el segundo carro caballos
negros,
3 en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos
tordos.
4 Tomé la palabra y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son
éstos, señor mío?»
5 El ángel respondió y me dijo: «Son los cuatro vientos del cielo que
salen después de presentarse ante el Señor de toda la tierra.
6 Donde están los caballos negros, salen hacía el país del norte; los
blancos salen detrás de ellos y los tordos salen hacía el país del sur.»
7 Briosos salían, impacientes por recorrer la tierra. Les dijo: «Id,
recorred la tierra.» Y recorrieron la tierra.
8 Y a mí me gritó y me habló así: «Mira, los que salen hacia el país
del norte van a aplacar mi espíritu en el país del norte.»
9 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
10 «Haz una colecta entre los deportados: Jelday, Tobías y Yedaías;
vienes aquel día y entras en la casa de Josías, hijo de Sefanías, a donde han
llegado de Babilonia,
11 tomas la plata y el oro, haces una corona, la pones en la cabeza del
sumo sacerdote Josué, hijo de Yehosadaq,
12 y le hablas de esta manera: Así dice Yahveh Sebaot: He aquí un
hombre cuyo nombre es Germen: debajo de él habrá germinación (y él
edificará el Templo de Yahveh).
13 El edificará el Templo de Yahveh; él llevará las insignias reales, se
sentará y dominará en su trono; habrá un sacerdote a su derecha, y consejo
de paz habrá entre ellos dos.
14 Será la corona para Jelday, Tobías y Yedaías, y para el hijo de
Sefanías, un memorial de gracia en el Templo de Yahveh.
15 Y los que están lejos vendrán y reedificarán el Templo de Yahveh.
Sabréis entonces que Yahveh Sebaot me ha enviado a vosotros. Así será si
de verdad escucháis la voz de Yahveh vuestro Dios.»
Zacarías 7
1 El año cuarto del rey Darío, la palabra de Yahveh fue dirigida a
Zacarías, el día cuatro del noveno mes, el mes de Kisléu.
2 Betel había enviado a Sar Eser y a Réguem Mélek, con su gente, a
ablandar el rostro de Yahveh,
3 y a decir a los sacerdotes de la Casa de Yahveh Sebaot y a los
profetas: «¿Deberé llorar en el quinto mes haciendo abstinencia como lo he
hecho durante tantos años?»
4 Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes y di: «Cuando
habéis ayunado y plañido, en el quinto y séptimo mes, y esto durante
setenta años, ¿habéis ayunado de verdad por mí?
6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no sois vosotros los que coméis y
bebéis?
7 ¿No conocéis las palabras que Yahveh proclamó por ministerio de
los antiguos profetas, cuando Jerusalén vivía en paz, con sus ciudades de
alrededor, y estaban habitados el Négueb y la Tierra Baja?
8 (La palabra de Yahveh fue dirigida a Zacarías en estos términos:
9 Así dijo Yahveh Sebaot): Juicio fiel juzgad, y amor y compasión
practicad cada cual con su hermano.
10 No oprimáis a la viuda, al huérfano, al forastero, ni al pobre; y no
maquinéis mal uno contra otro en vuestro corazón.
11 Para ellos no quisieron hacer caso; hombro rebelde presentaron y
endurecieron sus oídos para no escuchar;
12 su corazón hicieron de diamante para no oír la Ley y las palabras
que Yahveh Sebaot había dirigido por su espíritu, por ministerio de los
antiguos profetas. Hubo entonces gran enojo de Yahveh Sebaot.
13 Y sucedió que, como él había clamado y ellos no habían
escuchado, así ellos clamaban y yo no les escuchaba, dice Yahveh Sebaot.
14 Sino que los dispersé entre todas las naciones que no conocían, y la
tierra quedó devastada detrás de ellos: ya nadie iba ni venía. Y así
convirtieron una tierra de delicias en desolación.»
Zacarías 8
1 Fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
2 Así dice Yahveh Sebaot: Con gran celo he celado a Sión, con gran
ira la he celado.
3 Así dice Yahveh: Me he vuelto a Sión, y en medio de Jerusalén
habito. Jerusalén se llamará Ciudad-de-Fidelidad, y el monte de Yahveh
Sebaot, Monte-de-Santidad.
4 Así dice Yahveh Sebaot: Aún se sentarán viejos y viejas en las
plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano, por ser muchos sus
días;
5 las plazas de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas en sus
plazas jugando.
6 Así dice Yahveh Sebaot: Si ello parece imposible a los ojos del
Resto de este pueblo, en aquellos días, ¿también a mis ojos va a ser
imposible?, oráculo de Yahveh Sebaot.
7 Así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo salvo a mi pueblo del país
del oriente y del país donde se pone el sol;
8 voy a traerlos para que moren en medio de Jerusalén. Y serán mi
pueblo y yo seré su Dios con fidelidad y con justicia.
9 Así dice Yahveh Sebaot: Reafírmense vuestras manos, vosotros que
oís en estos días esas palabras de la boca de los profetas, desde el día en
que se echaron los cimientos de la Casa de Yahveh Sebaot, para la
reconstrucción del Templo.
10 Porque hasta estos días no había paga para los hombres ni paga
para el ganado; paz ninguna había, a causa del enemigo, para el que salía y
entraba, y yo había dado rienda suelta a todos los hombres unos contra
otros.
11 Pero ahora ya no soy yo para el Resto de este pueblo como en días
pasados, oráculo de Yahveh Sebaot.
12 Porque hay simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su
producto y los cielos darán su rocío; yo daré en posesión al Resto de este
pueblo todas estas cosas.
13 Y sucederá que así como habéis sido maldición entre las naciones,
casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré yo, y seréis bendición; ¡no
tengáis miedo, y que se reafirmen vuestras manos!
14 Pues así dice Yahveh Sebaot: Como yo había decidido haceros
mal, cuando me irritaron vuestros padres – dice Yahveh Sebaot – y no me
arrepentí de ello,
15 así en cambio he decidido en estos días hacer bien a Jerusalén y a
la casa de Judá: ¡no temáis!
16 He aquí las cosas que debéis hacer: Decid verdad unos a otros;
juicio de paz juzgad en vuestras puertas;
17 mal unos contra otros no meditéis en vuestro corazón, y juramento
falso no améis, porque todas estas cosas las odio yo, oráculo de Yahveh.
18 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
19 «Así dice Yahveh Sebaot: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del
quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la
casa de Judá en regocijo, alegría y faustas solemnidades. Amad, pues, la
verdad y la paz.»
20 Así dice Yahveh Sebaot: Todavía habrá pueblos que vengan, y
habitantes de grandes ciudades.
21 Y los habitantes de una ciudad irán a la otra diciendo: «Ea, vamos a
ablandar el rostro de Yahveh y a buscar a Yahveh Sebaot: ¡yo también
voy!»
22 Y vendrán pueblos numerosos y naciones poderosas a buscar a
Yahveh Sebaot en Jerusalén, y a ablandar el rostro de Yahveh.
23 Así dice Yahveh Sebaot: En aquellos días, diez hombres de todas
las lenguas de las naciones asirán por la orla del manto a un judío diciendo:
«Queremos ir con vosotros, porque hemos oído decir que Dios está con
vosotros.»
Zacarías 9
1 Oráculo. La palabra de Yahveh, en el país de Jadrak y en Damasco,
su reposo; porque de Yahveh es la fuente de Aram, como todas las tribus de
Israel;
2 y también Jamat que está en su frontera, (Tiro) y Sidón, la que es tan
sabia.
3 Se ha construido Tiro una fortaleza, ha amontonado plata como
polvo y oro como barro de las calles.
4 He aquí que el Señor va a apoderarse de ello: hundirá en el mar su
poderío, y ella misma será devorada por el fuego.
5 Ascalón lo verá y temerá, Gaza también, y se retorcerá de dolor y
Ecrón, pues su esperanza ha fracasado; desaparecerá de Gaza el rey,
Ascalón no será ya habitada,
6 y un bastardo habitará en Asdod. Yo truncaré el orgullo de los
filisteos;
7 quitaré su sangre de su boca, y sus abominaciones de sus dientes.
Quedará él también como resto para nuestro Dios, será como un familiar en
Judá, y Ecrón será como el jebuseo.
8 Yo acamparé junto a mi Casa como guardia contra quien va y quien
viene; y no pasará más opresor sobre ellos, porque ahora miro yo con mis
ojos.
9 ¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He
aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un
asno, en un pollino, cría de asna.
10 El suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de Jerusalén; será
suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su
dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.
11 En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, yo soltaré a tus cautivos
de la fosa en la que no hay agua.
12 Volved a la fortaleza, cautivos de la esperanza; hoy mismo, yo lo
anuncio, el doble te he de devolver.
13 Porque he entesado para mí a Judá, el arco he cargado con Efraím.
Voy a incitar a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Yaván, y te haré como
espada de un bravo.
14 Yahveh aparecerá sobre ellos, y saldrá como relámpago su flecha;
(el Señor) Yahveh tocará el cuerno y avanzará en los torbellinos del sur.
15 Yahveh Sebaot los escudará; y devorarán y pisotearán las piedras
de la honda, beberán la sangre como vino, y se llenarán como copa de
aspersiones, como los cuernos del altar.
16 Los salvará Yahveh su Dios el día aquel, como rebaño de su
pueblo, porque serán piedras de diadema refulgentes sobre su suelo.
17 ¡Qué espléndido será, qué hermoso! El trigo hará florecer a los
mancebos y el mosto a las doncellas.
Zacarías 10
1 Pedid a Yahveh la lluvia en tiempo de primavera. Yahveh, el que
hace las nubes de tormenta, lluvia copiosa les dará, hierba en su campo a
cada uno.
2 Porque los terafim predicen falsedad y los adivinos ven mentira,
porque sueños de ilusión predicen y con cosa vana quieren consolar, por eso
emigran ellos como ovejas, abatidos porque no hay pastor.
3 Contra los pastores arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré.
Cuando Yahveh Sebaot visite a su rebaño, la Casa de Judá, hará de ellos
como su caballo de honor en el combate.
4 De él saldrá el Angulo, de él la Clavija, de él el Arco de combate, de
él todos los Caudillos. Juntos
5 serán como bravos que pisarán el barro de las calles en el combate;
combatirán, porque Yahveh está con ellos, y serán confundidos los que
montan caballos.
6 Yo haré fuerte la casa de Judá y victoriosa la casa de José; los
recobraré porque me apiado de ellos, y serán como si yo no los hubiera
desechado, pues yo soy Yahveh su Dios, y los atenderé.
7 Como bravos serán los de Efraím, estará alegre su corazón como de
vino; sus hijos lo verán y se alegrarán, exultará en Yahveh su corazón.
8 Yo les silbaré para reunirlos, pues los he rescatado, y serán tan
numerosos como eran.
9 Yo los sembré entre los pueblos, mas en lejanas tierras se acordarán
de mí, criarán a sus hijos y retornarán.
10 Los haré volver del país de Egipto, de Asur los recogeré, y los
conduciré al país de Galaad y al Líbano, donde no habrá bastante para ellos.
11 Atravesarán el mar de la angustia, (él herirá en el mar las ondas), y
quedarán secas todas las honduras del Nilo. Será abatido el orgullo de Asur,
y el cetro de Egipto llegará a su fin.
12 Yo los haré fuertes en Yahveh, y en su Nombre marcharán, oráculo
de Yahveh.
Zacarías 11
1 Abre tus puertas, Líbano, y el fuego devore tus cedros.
2 Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, porque los majestuosos han
sido arrasados. Gemid, encinas de Basán, porque ha sido abatida la selva
impenetrable.
3 Se oye gemido de pastores, porque ha sido arrasado su esplendor, se
oye rugido de leones, porque ha sido arrasada la gloria del Jordán.
4 Así dice Yahveh mi Dios: Apacienta las ovejas de matadero,
5 esas que sus compradores matan impunemente, mientras sus
vendedores dicen: «¡Bendito sea Yahveh; ya soy rico!», y a las que no
perdonan los pastores.
6 Pues yo no perdonaré más a los habitantes de esta tierra, oráculo de
Yahveh; mas he aquí que voy a entregar a los hombres, a cada uno en
manos de su vecino y en manos de su rey; ellos aplastarán la tierra y yo no
los libraré de sus manos.
7 Apacenté, pues, las ovejas de matadero destinadas a los tratantes de
ovejas, y me procuré dos cayados: a uno lo llamé «Gracia» y al otro
«Vínculo». Me puse a apacentar las ovejas,
8 y me deshice de los tres pastores en un mes. Pero mi alma se
impacientó con ellos y su alma también se hastió de mí.
9 Entonces dije: «¡No os apacentaré más; la que tenga que morir, que
muera, la que tenga que desaparecer, que desaparezca, y las que queden,
que se coman unas a otras!»
10 Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo partí, para romper la alianza
que Yahveh había concluido con todos los pueblos.
11 Quedó roto aquel día, y los tratantes de ovejas que me observaban
supieron que era una palabra de Yahveh.
12 Yo les dije: «Si os parece bien, dadme mi jornal; sino, dejadlo.»
Ellos pesaron mi jornal: treinta siclos de plata.
13 Yahveh me dijo: «¡Echalo al tesoro, esa lindeza de precio en que
me han apreciado!» Tomé, pues, los treinta siclos de plata y los eché en la
Casa de Yahveh, en el tesoro.
14 Después partí mi segundo cayado «Vínculo», para romper la
fraternidad entre Judá e Israel.
15 Yahveh me dijo entonces: «Toma todavía el hato de un pastor
necio.
16 Pues he aquí que yo voy a suscitar en esta tierra un pastor que no
hará caso de la oveja perdida, ni buscará a la extraviada, ni curará a la
herida, ni se ocupará de la sana, sino que comerá la carne de la cebada, y
hasta las uñas les arrancará.
17 ¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas! ¡Espada sobre su
brazo y sobre su ojo derecho; que su brazo se seque del todo, y del todo se
oscurezca su ojo!»
Zacarías 12
1 Oráculo. Palabra de Yahveh sobre Israel. Oráculo de Yahveh, el que
despliega los cielos, funda la tierra y forma el espíritu del hombre en su
interior.
2 He aquí que yo hago de Jerusalén una copa de vértigo para todos los
pueblos del contorno (durante el asedio contra Jerusalén).
2-b (y también sobre Judá).
3 Aquel día haré yo de Jerusalén una piedra de levantamiento para
todos los pueblos: todos los que la levanten se desgarrarán completamente.
Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra.
4 Aquel día – oráculo de Yahveh – heriré de aturdimiento a todo
caballo, y a su caballero, de locura. Y a todos los pueblos heriré de ceguera.
(Mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos.)
5 Entonces dirán en su corazón los jefes de Judá: «La fuerza de los
habitantes de Jerusalén está en Yahveh Sebaot su Dios.»
6 Aquel día haré de los jefes de Judá como un brasero con fuego de
leña, como una antorcha con fuego de gavillas; y devorarán a derecha e
izquierda a todos los pueblos del contorno, mientras que Jerusalén será de
nuevo habitada en su lugar.
7 Salvará Yahveh en primer lugar a las tiendas de Judá, para que el
prestigio de la casa de David y el prestigio de los habitantes de Jerusalén no
se crezca sobre Judá.
8 Aquel día protegerá Yahveh a los habitantes de Jerusalén: el más
flaco entre ellos será aquel día como David, y la casa de David será como
Dios, como un ángel de Yahveh, al frente de ellos.
9 Aquel día me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan
contra Jerusalén;
10 derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de
Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto
a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por
hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un
primogénito.
11 Aquel día será grande la lamentación en Jerusalén, como la
lamentación de Hadad Rimmón en la llanura de Meguiddó.
12 Y se lamentará el país, cada familia aparte: la familia de la casa de
David aparte y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Natán aparte y
sus mujeres aparte;
13 la familia de la casa de Leví aparte; y sus mujeres aparte; la familia
de la casa de Semeí aparte y sus mujeres aparte;
14 todas las demás familias, cada familia aparte y sus mujeres aparte.
Zacarías 13
1 Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los
habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza.
2 Aquel día – oráculo de Yahveh Sebaot – extirparé yo de esta tierra
los nombres de los ídolos y no se volverá a mentarlos; igualmente a los
profetas y el espíritu de impureza los quitaré de esta tierra.
3 Y, si todavía alguien se pone a profetizar, le dirán su padre y su
madre que le engendraron: «¡No has de vivir tú, que dices mentiras en
nombre de Yahveh!» Y su padre y su madre que le engendraron le
traspasarán mientras esté profetizando.
4 Aquel día se avergonzarán los profetas, cada cual de su visión,
cuando profeticen, y no se vestirán el manto de pelo con ánimos de mentir,
5 sino que dirán cada uno: «¡Yo no soy profeta; soy un campesino,
pues la tierra es mi ocupación desde mi juventud!»
6 Y si alguien le dice: «¿Y esas heridas que hay entre tus manos?»,
responderá: «Las he recibido en casa de mis amigos.»
7 ¡Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi
compañía!, oráculo de Yahveh Sebaot. ¡Hiere al pastor, que se dispersen las
ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños!
8 Y sucederá en toda esta tierra – oráculo de Yahveh – que dos tercios
serán en ella exterminados (perecerán) y el otro tercio quedará en ella.
9 Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata
y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre y yo le
responderé; diré: «¡El es mi pueblo!» y él dirá: «¡Yahveh es mi Dios!»
Zacarías 14
1 He aquí que viene el Día de Yahveh en que serán repartidos tus
despojos en medio de ti.
2 Yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén. Será
tomada la ciudad, las casas serán saqueadas y violadas las mujeres. La
mitad de la ciudad partirá al cautiverio, pero el Resto del pueblo no será
extirpado de la ciudad.
3 Saldrá entonces Yahveh y combatirá contra esas naciones como el
día en que él combate, el día de la batalla.
4 Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está
enfrente de Jerusalén, al oriente, y el monte de los Olivos se hendirá por el
medio de oriente a occidente haciéndose un enorme valle: la mitad del
monte se retirará al norte y la otra mitad al sur.
5 Y huiréis al valle de mis montes, porque el valle de los montes
llegará hasta Yasol; huiréis como huisteis a causa del terremoto en los días
de Ozías, rey de Judá. Y vendrá Yahveh mi Dios y todos los santos con él.
6 Aquel día no habrá ya luz, sino frío y hielo.
7 Un día único será – conocido sólo de Yahveh -: no habrá día y luego
noche, sino que a la hora de la tarde habrá luz.
8 Sucederá aquel día que saldrán de Jerusalén aguas vivas, mitad hacia
el mar oriental, mitad hacia el mar occidental: las habrá tanto en verano
como en invierno.
9 Y será Yahveh rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único
Yahveh y único su nombre!
10 Toda esta tierra se tornará llanura, desde Gueba hasta Rimmón, al
sur de Jerusalén. Y ésta, encumbrada, será habitada en su lugar, desde la
Puerta de Benjamín hasta el emplazamiento de la antigua Puerta, es decir,
hasta la Puerta de los Ángulos, y desde la torre de Jananel hasta los Lagares
del rey.
11 Se habitará en ella y no habrá más anatema: ¡Jerusalén será
habitada en seguridad!
12 Y ésta será la plaga con que herirá Yahveh a todos los pueblos que
hayan hecho la guerra a Jerusalén: pudrirá su carne estando ellos todavía en
pie, sus ojos se pudrirán en sus cuencas, y su lengua se pudrirá en su boca.
13 Y cundirá aquel día entre ellos un inmenso pánico de Yahveh:
agarrará cada uno la mano de su prójimo y levantarán la mano unos contra
otros.
14 También Judá combatirá en Jerusalén. Y serán reunidas las
riquezas de todas las naciones de alrededor: oro, plata y vestidos en
cantidad inmensa.
15 Semejante será la plaga de los caballos, mulos, camellos y asnos, y
de todo el ganado que haya en aquellos campamentos: ¡una plaga como ésa!
16 Y todos los supervivientes de todas las naciones que hayan venido
contra Jerusalén subirán de año en año a postrarse ante el Rey Yahveh
Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas.
17 Y para aquella familia de la tierra que no suba a Jerusalén a
postrarse ante el Rey Yahveh Sebaot no habrá lluvia.
18 Si la familia de Egipto no sube ni viene, caerá sobre ella la plaga
con que Yahveh herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las
Tiendas.
19 Tal será el castigo de Egipto y el castigo de todas las naciones que
no suban a celebrar la fiesta de las Tiendas.
20 Aquel día se hallará en los cascabeles de los caballos: «Consagrado
a Yahveh», y serán las ollas en la Casa de Yahveh como copas de aspersión
delante del altar.
21 Y toda olla, en Jerusalén y Judá, estará consagrada a Yahveh
Sebaot; todos los que quieran sacrificar vendrán a tomar de ellas, y en ellas
cocerán; y no habrá más comerciante en la Casa de Yahveh Sebaot el día
aquel.
MALAQUÍAS
Malaquías 1
1 Oráculo. Palabra de Yahveh a Israel por ministerio de Malaquías.
2 Os he amado, dice Yahveh. Y vosotros decís: ¿En qué nos has
amado? – ¿No era acaso Esaú el hermano de Jacob?, oráculo de Yahveh. Sin
embargo yo amé a Jacob,
3 y a Esaú le odié. Entregué sus montes a la desolación y su heredad a
los chacales del desierto.
4 Si dice Edom: «Hemos sido aplastados, pero volveremos a edificar
nuestras ruinas», así dice Yahveh Sebaot: Ellos edificarán, mas yo
demoleré, y se les llamará: «Territorio de impiedad», y «Pueblo contra el
que Yahveh está irritado para siempre».
5 Vuestros ojos lo verán y vosotros diréis: «¡Grande es Yahveh más
allá del término de Israel!»
6 El hijo honra a su padre, el siervo a su señor. Pues si yo soy padre,
¿dónde está mi honra? Y si señor, ¿dónde mi temor?, dice Yahveh Sebaot a
vosotros sacerdotes que menospreciáis mi Nombre. – Decís: ¿En qué hemos
menospreciado tu Nombre? –
7 Presentando en mi altar pan impuro. – Y decís ahora: ¿En qué te
hemos manchado? – Pensando que la mesa de Yahveh es despreciable.
8 Y cuando presentáis para el sacrificio una res ciega, ¿no está mal? Y
cuando presentáis una coja o enferma, ¿no está mal? Anda, ofrécesela a tu
gobernador: ¿se te pondrá contento o te acogerá con agrado?, dice Yahveh
Sebaot.
9 Ahora, pues, ablandad el rostro de Dios para que tenga compasión
de nosotros. De vuestras manos viene esto, ¿acaso os acogerá
benignamente?, dice Yahveh Sebaot.
10 ¡Oh, quién de vosotros cerrará las puertas para que no encendáis mi
altar en vano! No tengo ninguna complacencia en vosotros, dice Yahveh
Sebaot, y no me es grata la oblación de vuestras manos.
11 Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre
entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de
incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones,
dice Yahveh Sebaot.
12 Pero vosotros lo profanáis, cuando decís: ¡La mesa del Señor es
impura, y despreciables sus alimentos!,
13 y añadís: ¡Oh, qué fatiga!, y me desdeñáis, dice Yahveh Sebaot.
Cuando traéis una res robada, o coja, o enferma, cuando traéis una oblación
así, ¿la voy a aceptar de vuestras manos?, dice Yahveh Sebaot.
14 ¡Maldito el tramposo que tiene macho en su rebaño, pero que
promete en voto y sacrifica al Señor bestia defectuosa! ¡Que yo soy un gran
Rey, dice Yahveh Sebaot, y mi Nombre es terrible entre las naciones!
Malaquías 2
1 Y ahora, a vosotros esta orden, sacerdotes:
2 Si no escucháis ni tomáis a pecho dar gloria a mi Nombre, dice
Yahveh Sebaot, yo lanzaré sobre vosotros la maldición y maldeciré vuestra
bendición; y hasta la he maldecido ya, porque ninguno de vosotros toma
nada a pecho.
3 He aquí que yo voy a romper vuestro brazo, os echaré estiércol a la
cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis aventados con él.
4 Sabréis así que yo os dirigí esta orden para que subsistiera mi
alianza con Leví, dice Yahveh Sebaot.
5 Mi alianza era con él vida y paz, y se las concedí; era temor, y él me
temía y ante mi Nombre guardaba reverencia.
6 La Ley de verdad estaba en su boca, e iniquidad no se hallaba en sus
labios; en paz y en rectitud caminaba conmigo, y a muchos recobró de la
culpa.
7 Pues los labios del sacerdote guardan la ciencia, y la Ley se busca en
su boca; porque él es el mensajero de Yahveh Sebaot.
8 Pero vosotros os habéis extraviado del camino, habéis hecho
tropezar a muchos en la Ley, habéis corrompido la alianza de Leví, dice
Yahveh Sebaot.
9 Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el
pueblo, de la misma manera que vosotros no guardáis mis caminos y hacéis
acepción de personas en la Ley.
10 ¿No tenemos todos nosotros un mismo Padre? ¿No nos ha creado
el mismo Dios? ¿Por qué nos traicionamos los unos a los otros, profanando
la alianza de nuestros padres?
11 Judá ha traicionado; una abominación se ha cometido en Israel y en
Jerusalén. Porque Judá ha profanado el santuario querido de Yahveh, al
casarse con la hija de un dios extranjero.
12 ¡Que extirpe Yahveh al hombre que hace tal, ya sea testigo o
defensor, de las tiendas de Jacob y de entre los que presentan la oblación a
Yahveh Sebaot!
13 Y esta otra cosa hacéis también vosotros: cubrir de lágrimas el altar
de Yahveh, de llantos y suspiros, porque él ya no se vuelve hacia la
oblación, ni la acepta con gusto de vuestras manos.
14 Y vosotros decís: ¿Por qué? – Porque Yahveh es testigo entre tú y
la esposa de tu juventud, a la que tú traicionaste, siendo así que ella era tu
compañera y la mujer de tu alianza.
15 ¿No ha hecho él un solo ser, que tiene carne y espíritu? Y este uno
¿qué busca? ¡Una posteridad dada por Dios! Guardad, pues, vuestro
espíritu; no traiciones a la esposa de tu juventud.
16 Pues yo odio el repudio, dice Yahveh Dios de Israel, y al que
encubre con su vestido la violencia, dice Yahveh Sebaot. Guardad, pues,
vuestro espíritu y no cometáis tal traición.
17 Vosotros cansáis a Yahveh con vuestras palabras. – Y decís: ¿En
qué le cansamos? – Cuando decís: Todo el que hace el mal es bueno a los
ojos de Yahveh, y él le acepta complacido; o también: ¿Dónde está el Dios
del juicio?
Malaquías 3
1 He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de
mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el
Angel de la alianza, que vosotros deseáis, he aquí que viene, dice Yahveh
Sebaot.
2 ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie
cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de
lavandero.
3 Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los
acrisolará como el oro y la plata; y serán para Yahveh los que presentan la
oblación en justicia.
4 Entonces será grata a Yahveh la oblación de Judá y de Jerusalén,
como en los días de antaño, como en los años antiguos.
5 Yo me acercaré a vosotros para el juicio, y seré un testigo expeditivo
contra los hechiceros y contra los adúlteros, contra los que juran con
mentira, contra los que oprimen al jornalero, a la viuda y al huérfano, contra
los que hacen agravio al forastero sin ningún temor de mí, dice Yahveh
Sebaot.
6 Que yo, Yahveh, no cambio, y vosotros, hijos de Jacob, no termináis
nunca.
7 Desde los días de vuestros padres venís apartándoos de mis
preceptos y no los observáis. Volveos a mí y yo me volveré a vosotros,
dice Yahveh Sebaot. – Decís: ¿En qué hemos de volver? –
8 ¿Puede un hombre defraudar a Dios? ¡Pues vosotros me defraudáis a
mí! – Y aún decís: ¿En qué te hemos defraudado? – En el diezmo y en la
ofrenda reservada.
9 De maldición estáis malditos, porque me defraudáis a mí vosotros,
la nación entera.
10 Llevad el diezmo íntegro a la casa del tesoro, para que haya
alimento en mi Casa; y ponedme así a prueba, dice Yahveh Sebaot, a ver si
no os abro las esclusas del cielo y no vacío sobre vosotros la bendición
hasta que ya no quede,
11 y no ahuyento de vosotros al devorador, para que no os destruya el
fruto del suelo y no se os quede estéril la viña en el campo, dice Yahveh
Sebaot.
12 Todas las naciones os felicitarán entonces, porque seréis una tierra
de delicias, dice Yahveh Sebaot.
13 Duras me resultan vuestras palabras, dice Yahveh. – Y todavía
decís: ¿Qué hemos dicho contra ti? –
14 Habéis dicho: Cosa vana es servir a Dios; ¿qué ganamos con
guardar su mandamiento o con andar en duelo ante Yahveh Sebaot?
15 Más bien, llamamos felices a los arrogantes: aun haciendo el mal
prosperan, y aun tentando a Dios escapan libres.
16 Entonces los que temen a Yahveh se hablaron unos a otros. Y puso
atención Yahveh y oyó; y se escribió ante él un libro memorial en favor de
los que temen a Yahveh y piensan en su Nombre.
17 Serán ellos para mí, dice Yahveh Sebaot, en el día que yo preparo,
propiedad personal; y yo seré indulgente con ellos como es indulgente un
padre con el hijo que le sirve.
18 Entonces vosotros volveréis a distinguir entre el justo y el impío,
entre quien sirve a Dios y quien no le sirve.
19 Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno; todos los
arrogantes y los que cometen impiedad serán como paja; y los consumirá el
Día que viene, dice Yahveh Sebaot, hasta no dejarles raíz ni rama.
20 Pero para vosotros, los que teméis mi Nombre, brillará el sol de
justicia con la salud en sus rayos, y saldréis brincando como becerros bien
cebados fuera del establo.
21 Y pisotearéis a los impíos, porque serán ellos ceniza bajo la planta
de vuestros pies, el día que yo preparo, dice Yahveh Sebaot.
22 Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo, a quien yo prescribí en el
Horeb preceptos y normas para todo Israel.
23 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de
Yahveh, grande y terrible.
24 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de
los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema.
14 Y cuando cumplía el ministerio de los altares ordenando la ofrenda
del Altísimo Todopoderoso,
15 alargaba su mano a la copa, hacía la libación del jugo de racimo, y
lo derramaba al pie del altar, como calmante aroma al Altísimo Rey
universal.
16 Entonces prorrumpían en gritos los hijos de Aarón, tocaban con
sus trompetas de metal batido, hacían oír su sonido imponente, como
memorial delante del Altísimo.
17 Todo el pueblo entonces de repente, en masa, caía rostro en tierra,
para adorar a su Señor, al Todopoderoso, Dios Altísimo.
18 Y los salmistas también le alababan con sus voces, el son vibrante
formaba una dulce melodía.
19 Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el
Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su
liturgia.
20 Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de
los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el
honor de pronunciar su nombre.
21 Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del
Altísimo.
22 Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes
hace grandes cosas, el que exaltó nuestros días desde el seno materno, y que
nos trata según su misericordia.
23 Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días
en Israel por los siglos de los siglos.
24 Que su misericordia sea fiel con nosotros y en nuestros días nos
rescate.
25 Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es
nación:
26 los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos y el pueblo necio
que mora en Siquem.
27 Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro
Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría
a raudales.
28 Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se
hará sabio.
29 Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue
es la luz del Señor.
Eclesiástico 51
1 Quiero darte gracias, Señor, Rey, y alabarte, oh Dios mi salvador, a
tu nombre doy gracias.
2 Pues protector y auxilio has sido para mí, y has rescatado mi cuerpo
de la perdición, del lazo de la lengua insidiosa, de los labios que urden
mentira; frente a mis adversarios has sido auxilio y me has rescatado,
3 según la abundancia de tu misericordia y la gloria de tu nombre, de
las dentelladas de los dispuestos a devorarme, de la mano de los que buscan
mi alma, de las muchas tribulaciones que he sufrido,
4 del ahogo del fuego que me envolvía, de entre el fuego que yo no
había encendido,
5 de la hondura de las entrañas del seol, de la lengua impura, de la
palabra mentirosa,
6 – calumnia de lengua injusta ante el rey. Cerca de la muerte estaba
mi alma, mi vida estaba junto al seol, abajo.
7 Por todas partes me asediaban y no había quien auxiliara, volví los
ojos a un apoyo humano y no había ninguno.
8 Entonces me acordé de tu misericordia, Señor, y de tu actuación
desde la eternidad, que tú levantas a los que en ti esperan, y los salvas de la
mano de enemigos.
9 Y elevé de la tierra mi plegaria, supliqué ser librado de la muerte.
10 Clamé al Señor, padre de mi Señor: «No me abandones en días de
tribulación, en la hora de los orgullosos, cuando no hay socorro. Alabaré tu
nombre sin cesar, te cantaré en acción de gracias.»
11 Y mi oración fue escuchada, pues tú me salvaste de la perdición, y
me libraste del momento malo.
12 Por eso te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
13 Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar
abiertamente la sabiduría en mi oración,
14 a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la
andaré buscando.
15 En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi
pie avanzó en derechura, desde mi juventud he seguido sus huellas.
16 Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran
enseñanza.
17 Gracias a ella he hecho progesos, a quien me dio sabiduría daré
gloria.
18 Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no quedaré
confundido.
19 Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he estado
atento, he tendido mis manos a la altura y he llorado mi ignorancia de ella.
20 Hacia ella endurecé mi alma, y en la pureza la he encontrado.
Logré con ella un corazón desde el principio, por eso no quedaré
abandonado.
21 Mis entrañas se conmovieron por buscarla, por eso he logrado una
buena adquisición.
22 Me dio el Señor una lengua en recompensa, y con ella le alabaré.
23 Acercaos a mí, ignorantes, instalaos en la casa de instrucción.
24 ¿Por qué habéis de decir que estáis privados de ella, cuando
vuestras almas tienen tanta sed?
25 He abierto mi boca y he hablado: Adquiridla sin dinero;
26 someted al yugo vuestro cuello, que vuestra alma reciba la
instrucción: está ahí a vuestro alcance.
27 Ved con vuestros ojos lo poco que he penado y el mucho descanso
que he encontrado para mí.
28 Participad de la instrucción con una gran suma de dinero, que
mucho oro adquiriréis con ella.
29 Que vuestra alma se recree en la misericordia del Señor, no os
avergoncéis de su alabanza.
30 Ejecutad vuestra obra antes del momento fijado, y él os dará a su
tiempo vuestra recompensa. Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá.
Colosenses 1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el
hermano,
2 a los santos de Colosas, hermanos fieles en Cristo. Gracia a vosotros
y paz de parte de Dios, nuestro Padre.
3 Damos gracias sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
por vosotros en nuestras oraciones,
4 al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que
tenéis con todos los santos,
5 a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y acerca
de la cual fuisteis ya instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio,
6 que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo
que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de
Dios en la verdad:
7 tal como os la enseñó Epafras, nuestro querido consiervo y fiel
ministro de Cristo, en lugar nuestro,
8 el cual nos informó también de vuestro amor en el Espíritu.
9 Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el
día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su
voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en
todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de
Dios;
11 confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda
constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría
12 gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la
herencia de los santos en la luz.
13 El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del
Hijo de su amor,
14 en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.
15 El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,
16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la
tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,
17 él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.
18 El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el
Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en
todo,
19 pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud,
20 y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante
la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.
21 Y a vosotros, que en otro tiempo fuisteis extraños y enemigos, por
vuestros pensamientos y malas obras,
22 os ha reconciliado ahora, por medio de la muerte en su cuerpo de
carne, para presentaros santos, inmaculados e irreprensibles delante de El;
23 con tal que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe, firmes e
inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido
proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser
ministro.
Filipenses 2
5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo
haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como
hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de
cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo
nombre.
10 Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos,
en la tierra y en los abismos,
11 = y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria
de Dios Padre.
Juan 3
16 En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por
nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
17 Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer
necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de
Dios?
18 Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y
según la verdad.
19 En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquilizaremos
nuestra conciencia ante Él,
20 en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor
que nuestra conciencia y conoce todo.
21 Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena
confianza ante Dios,