DE LA OSCURIDAD A LA LUZ

2 PEDRO II

1 Pero hubo también falsos profetas en el pueblo, así como entre vosotros habrá falsos doctores, que introducirán furtivamente sectarismos perniciosos, y llegando a renegar del Señor que los rescató, atraerán sobre ellos una pronta ruina. 2 Muchos los seguirán en sus disoluciones, y por causa de ellos el camino de la verdad será calumniado. 3 Y por avaricia harán tráfico de vosotros, valiéndose de razones inventadas: ellos, cuya condenación ya de antiguo no está ociosa y cuya ruina no se duerme.

LA VID Y LOS SARMIENTOS. 1 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que, estando en Mí, no lleva fruto, lo quita, pero todo sarmiento que lleva fruto, lo limpia, para que lleve todavía más fruto1101. 3 Vosotros estáis ya limpios, gracias a la palabra que Yo os he hablado1102. 4 Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Así como el sarmiento no puede por sí mismo llevar fruto, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí1103. 5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada1104. 6 Si alguno no permanece en Mí, es arrojado fuera como los sarmientos, y se seca; después los recogen y los echan al fuego, y se queman1105. 7 Si vosotros permanecéis en Mí, y
mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis, pedidlo, y lo tendréis1106: 8 En esto es glorificado mi Padre: que llevéis mucho
fruto, y seréis discípulos míos”1107

NOTAS. P. JUAN STRAUBINGER

1103 4. Nosotros (los sarmientos) necesitamos estar unidos a Cristo (la vid) por medio de la gracia (la savia de la vid), para poder obrar santamente, puesto que sólo la gracia da a nuestras obras un valor sobrenatural. Véase 2 Co. 3, 5; Ga. 2, 16 ss. “La gracia y la gloria proceden de Su inexhausta plenitud. Todos los miembros de su Cuerpo místico, y sobre todo los más importantes, reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada día más en integridad y en santidad de vida” (Pío XII, Enc. del Cuerpo Místico). Cf. 1 Co. 12, 1 ss.; Ef. 4, 7 ss.

1104 5. No podéis hacer nada: A explicar este gran misterio dedica especialmente S. Pablo su admirable Epístola a los Gálatas, a quienes llama “insensatos” (Ga. 3, 1) porque querían, como judaizantes salvarse por el solo cumplimiento de la Ley, sin aplicarse los méritos del Redentor mediante la fe en Él (cf. el discurso de Pablo a Pedro en Ga. 2, 11-21). La Alianza a base de la Ley dada a Moisés no podía salvar. Sólo podía hacerlo la Promesa del Mesías hecha a Abrahán; pues el hombre que se somete a la Ley, queda obligado a cumplir toda la Ley, y como nadie es capaz de hacerlo, perece. En cambio Cristo vino para salvar gratuitamente, por la donación de sus propios méritos, que se aplican a los que creen en esa Redención gratuita, los cuales reciben, mediante esa fe (Ef. 2, 8 s.), el Espíritu Santo, que es el Espíritu del mismo Jesús (Ga. 4, 6), y nos hace hijos del Padre como Él (Jn. 1,12), prodigándonos su gracia y sus dones que nos capacitan para cumplir el Evangelio, y derramando en nuestros corazones la caridad (Rm. 5, 5) que es la plenitud de esa Ley (Rm. 13, 10; Ga. 5, 14).

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