# 53

Números 8

1 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
2 Habla a Aarón y dile: «Cuando coloques las lámparas, habrán de
alumbrar las siete lámparas hacia la parte delantera del candelabro.»
3 Así lo hizo Aarón: colocó las lámparas en la parte delantera del
candelabro, tal como había mandado Yahveh a Moisés.
4 Este candelabro era de oro macizo; desde el pie hasta las flores era
de oro macizo. Hizo el candelabro según el modelo que Yahveh había
mostrado a Moisés.
5 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
6 «Aparta a los levitas del resto de los israelitas y purifícalos.
7 Para esta purificación harás con ellos de la siguiente manera: los
rociarás con agua lustral; se rasurarán ellos todo el cuerpo, lavarán sus
vestidos y así quedarán purificados.
8 Tomarán luego un novillo, con su correspondiente oblación de flor
de harina amasada con aceite y tú tomarás otro novillo como sacrificio por
el pecado.
9 Mandarás que se acerquen los levitas a la Tienda del Encuentro y
convocarás a toda la comunidad de los israelitas.
10 Harás que se acerquen los levitas ante Yahveh, y los israelitas les
impondrán las manos.
11 Entonces Aarón presentará a los levitas como ofrenda mecida
delante de Yahveh, de parte de los israelitas. Así quedarán destinados al
servicio de Yahveh.12 Los levitas impondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos y
tú ofrecerás uno como sacrificio por el pecado y otro en holocausto a
Yahveh para expiar por los levitas.
13 Pondrás luego a los levitas delante de Aarón y de sus hijos y los
presentarás como ofrenda mecida a Yahveh.
14 Así separarás a los levitas del resto de los israelitas para que me
pertenezcan.
15 Después comenzarán los levitas a servir en la Tienda del
Encuentro. Los purificarás y los presentarás como ofrenda mecida,
16 porque son «donados», son donados a mí, de entre los israelitas, en
lugar de todos los que abren el seno materno, de todos los primogénitos; los
he tomado para mí de entre los demás israelitas.
17 Porque míos son todos los primogénitos entre los israelitas, igual
de hombres que de ganados: me los consagré el día que herí a todos los
primogénitos en Egipto.
18 Y tomé a los levitas para sustituir a todos los primogénitos de los
israelitas.
19 Yo cedo los levitas, como «donados», a Aarón y a sus hijos, de
entre los israelitas, para que presten el servicio, en nombre de los israelitas,
en la Tienda del Encuentro, y para expiar por los israelitas de manera que
ningún israelita incurra en castigo por acercarse al Santuario.»
20 Moisés y Aarón y toda la comunidad de los israelitas hicieron con
los levitas conforme había mandado Yahveh a Moisés; así hicieron con
ellos los israelitas.
21 Los levitas se purificaron, lavaron sus vestidos, y Aarón los
presentó como ofrenda mecida delante de Yahveh; y Aarón hizo expiación
por ellos para purificarlos.
22 Después de lo cual entraron los levitas a prestar servicio en la
Tienda del Encuentro en presencia de Aarón y de sus hijos. Según había
mandado Yahveh a Moisés acerca de los levitas, así hicieron con ellos.
23 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
24 «Esto es lo referente a los levitas. De veinticinco años para arriba
entrará al servicio de la Tienda del Encuentro,
25 y desde los cincuenta años cesará en el servicio; no servirá ya más.
26 Ayudará a sus hermanos en la Tienda del Encuentro en el
desempeño de su ministerio, mas no prestará servicio. Así harás con los
levitas en lo tocante a sus funciones.»


Números 9


1 Habló Yahveh a Moisés, en el desierto del Sinaí, el año segundo de
la salida de Egipto, el mes primero, y le dijo:
2 «Que los israelitas celebren la Pascua a su tiempo.
3 La celebrarán el día catorce de este mes, entre dos luces, al tiempo
debido. La celebrarán según todos sus preceptos y normas.»
4 Moisés dijo a los israelitas que celebraran la Pascua.5 La celebraron en el desierto del Sinaí, el primer mes, el día catorce
del mes, entre dos luces. Según había mandado Yahveh a Moisés lo
hicieron los israelitas.
6 Pero sucedió que algunos hombres estaban impuros por contacto de
cadáver humano y no podían celebrar la Pascua aquel día. Se presentaron a
Moisés y Aarón el mismo día
7 y les dijeron: «Estamos impuros por contacto de cadáver humano.
¿Por qué hemos de quedar excluidos de presentar la ofrenda a Yahveh a su
tiempo con los demás israelitas?»
8 Moisés les respondió: «Esperad, que voy a consultar lo que os
manda Yahveh.»
9 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
10 «Diles a los israelitas: Si uno de vosotros o de vuestros
descendientes está impuro por cadáver, o está de viaje en tierra lejana,
también celebrará la Pascua en honor de Yahveh.
11 La celebrarán el mes segundo, el día catorce, entre dos luces. La
comerán con panes ázimos y hierbas amargas.
12 No dejarán nada para la mañana, ni le quebrantarán ningún hueso.
Según todo el ritual de la Pascua la celebrarán.
13 Pero el que, encontrándose puro y no habiendo estado de viaje,
deje de celebrar la Pascua, ese tal será extirpado de su pueblo. Ese hombre
cargará con su pecado, por no haber presentado la ofrenda a Yahveh a su
tiempo.
14 Y si un forastero reside entre vosotros y celebra la Pascua en honor
de Yahveh, la celebrará según los preceptos y normas de la Pascua. Uno
mismo será el ritual para vosotros, tanto para el forastero como para el
nativo del país.»
15 El día en que se erigió la Morada, la Nube cubrió la Morada, la
Tienda del Testimonio. Por la tarde se quedaba sobre la Morada, con
aspecto de fuego, hasta la mañana.
16 Así sucedía permanentemente: la Nube la cubría y por la noche
tenía aspecto de fuego.
17 Cuando se levantaba la Nube de encima de la Tienda, los israelitas
levantaban el campamento, y en el lugar en que se paraba la Nube,
acampaban los israelitas.
18 A la orden de Yahveh partían los israelitas y a la orden de Yahveh
acampaban. Quedaban acampados todos los días que la Nube estaba parada
sobre la Morada.
19 Si se detenía la Nube muchos días sobre la Morada, los israelitas
cumplían con el culto de Yahveh y no partían.
20 En cambio, si la Nube estaba sobre la Morada pocos días, a la
orden de Yahveh acampaban y a la orden de Yahveh partían.
21 Si la Nube estaba sobre la Morada sólo de la noche a la mañana, y
por la mañana se alzaba, ellos partían. Si estaba un día y una noche y luego
se elevaba, partían.22 Si, en cambio, se detenía sobre la Morada dos días, o un mes, o un
año, reposando sobre ella, los israelitas se quedaban en el campamento y no
partían; pero en cuanto se elevaba, partían.
23 A la orden de Yahveh acampaban y a la orden de Yahveh movían
el campamento. Rendían culto a Yahveh, según la orden de Yahveh
transmitida por Moisés.


Números 10

1 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
2 «Hazte dos trompetas: las harás de plata maciza. Te servirán para
convocar a la comunidad y dar la señal de mover el campamento.
3 Cuando suenen las dos, se reunirá junto a ti toda la comunidad, a la
entrada de la Tienda del Encuentro.
4 Pero cuando suene una sola, se reunirán contigo los principales,
jefes de millares de Israel.
5 Cuando toquéis a clamoreo, partirán los que acampan a oriente.
6 Cuando toquéis a clamoreo por segunda vez, partirán los
campamentos que acampan al mediodía, Tocaréis a clamoreo para partir;
7 en cambio, para congregar la asamblea, tocaréis sin clamoreo.
8 Los hijos de Aarón, los sacerdotes, serán los que toquen las
trompetas: este serán un decreto perpetuo para vosotros y para vuestra
descendencia.
9 Cuando, ya en vuestra tierra, partáis para el combate contra un
enemigo que os oprime, tocaréis las trompetas a clamoreo; así se acordará
Yahveh, vuestro Dios, de vosotros, y seréis librados de vuestros enemigos.
10 En vuestros días de fiesta, solemnidades, neomenias, tocaréis las
trompetas durante vuestros holocaustos y sacrificios de comunión. Así
haréis que vuestro Dios se acuerde de vosotros. Yo, Yahveh, vuestro Dios.»
11 El año segundo, el mes segundo, el día veinte del mes, se levantó la
Nube de encima de la Morada del Testimonio,
12 y los israelitas partieron, en orden de marcha, del desierto del Sinaí.
La nube se detuvo en el desierto de Parán.
13 Partieron en vanguardia según la orden que Yahveh había dado a
Moisés:
14 la bandera del campamento de los hijos de Judá en primer lugar,
por cuerpos de ejército. Al frente de su tropa, iba Najsón, hijo de
Aminadab;
15 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Isacar, Natanael, hijo
de Suar;
16 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo
de Jelón.
17 Entonces fue desmontada la Morada y partieron los hijos de
Guerson y los hijos de Merarí, llevando la Morada.
18 Partió luego la bandera del campamento de Rubén, por cuerpos de
ejército: al frente de su tropa iba Elisur, hijo de Sedeur;19 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Simeón, Selumiel,
hijo de Surisadday;
20 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de
Reuel.
21 Entonces partieron los quehatitas, que llevaban el santuario (la
Morada se montaba antes de que llegaran).
22 Partió luego la bandera del campamento de los hijos de Efraím, por
cuerpos de ejército; al frente de su tropa iba Elisamá, hijo de Ammihud.
23 Al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel,
hijo de Pedahsur;
24 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Benjamín, Abidán,
hijo de Guideoní.
25 Luego, cerrando la marcha de todos los campamentos, partió la
bandera del campamento de los hijos de Dan, por cuerpos de ejército. Al
frente de su tropa iba Ajiézer, hijo de Ammisadday;
26 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Aser, Paguiel, hijo de
Okrán;
27 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de
Enán.
28 Este fue el orden de marcha de los israelitas, repartidos en cuerpos
de ejército. Y así partieron.
29 Dijo Moisés a Jobab, hijo de Reuel el madianita, suegro de Moisés:
«Nosotros partimos para el lugar del que ha dicho Yahveh: Os lo daré. Ven
con nosotros y te trataremos bien, porque Yahveh ha prometido bienestar a
Israel.»
30 El respondió: «No iré, sino que me volveré a mi tierra y a mi
parentela.»
31 Moisés insistió: «Por favor, no os dejes; tú conoces los sitios donde
acampar en el desierto; tú serás nuestros ojos.
32 Si vienes con nosotros, te haremos partícipe del bienestar con que
Yahveh nos va a favorecer.»
33 Partieron del monte de Yahveh para hacer tres jornadas. El arca de
la alianza de Yahveh iba delante de ellos los tres días de camino,
buscándoles donde hacer alto.
34 La Nube de Yahveh iba de día sobre ellos, desde que dejaron el
campamento.
35 Cuando partía el arca, decía Moisés: «Levántate, Yahveh, que tus
enemigos se dispersen, huyan delante de ti los que te odian.»
36 Y cuando se detenía, decía: «Vuelve, Yahveh, a las miríadas de
Israel.»

Números 11

1 El pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yahveh, y Yahveh
lo oyó. Se encendió su ira y ardió un fuego de Yahveh entre ellos y devoró
un extremo del campamento.2 El pueblo clamó a Moisés y Moisés intercedió ante Yahveh, y el
fuego se apagó.
3 Por eso se llamó aquel lugar Taberá, porque había ardido contra
ellos el fuego de Yahveh.
4 La chusma que se había mezclado al pueblo se dejó llevar de su
apetito. También los israelitas volvieron a sus llantos diciendo: «¿Quién nos
dará carne para comer?
5 ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en
Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos!
6 En cambio ahora tenemos el alma seca. No hay de nada. Nuestros
ojos no ven más que el maná.»
7 El maná era como la semilla del cilantro; su aspecto era como el del
bedelio.
8 El pueblo se desparramaba para recogerlo; lo molían en la muela o
lo majaban en el mortero; luego lo cocían en la olla y hacían con él tortas.
Su sabor era parecido al de una torta de aceite.
9 Cuando, por la noche, caía el rocío sobre el campamento, caía
también sobre él el maná.
10 Moisés oyó llorar al pueblo, cada uno en su familia, a la puerta de
su tienda. Se irritó mucho la ira de Yahveh. A Moisés le pareció mal,
11 y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué no
he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mí la carga de
todo este pueblo?
12 ¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y lo ha
dado a luz, para que me digas: “Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza
al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus padres?”
13 ¿De dónde voy a sacar carne para dársela a todo este pueblo, que
me llora diciendo: Danos carne para comer?
14 No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado
pesado para mí.
15 Si vas a tratarme así, mátame, por favor, si he hallado gracia a tus
ojos, para que no vea más mi desventura.»
16 Yahveh respondió a Moisés: «Reúneme setenta ancianos de Israel,
de los que sabes que son ancianos y escribas del pueblo. Llévalos a la
Tienda del Encuentro y que estén allí contigo.
17 Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y
lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la
tengas que llevar tú solo.
18 «Y al pueblo le dirás: Santificaos para mañana, que vais a comer
carne, ya que os habéis lamentado a oídos de Yahveh, diciendo: “¿Quién
nos dará carne para comer? Mejor nos iba en Egipto.” Pues Yahveh os va a
dar carne, y comeréis.
19 No un día, ni dos, ni cinco, ni diez ni veinte la comeréis,
20 sino un mes entero, hasta que os salga por las narices y os dé
náuseas, pues habéis rechazado a Yahveh, que está en medio de vosotros, y os habéis lamentado en su presencia, diciendo: ¿Por qué salimos de
Egipto?»
21 Moisés respondió: «El pueblo en que estoy cuenta 600.000 de a
pie, ¿y tú dices que les darás carne para comer un mes entero?
22 Aunque se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría
acaso? Aunque se juntaran todos los peces del mar ¿habría suficiente?»
23 Pero Yahveh respondió a Moisés: «¿Es acaso corta la mano de
Yahveh? Ahora vas a ver si vale mi palabra o no.»
24 Salió Moisés y transmitió al pueblo las palabras de Yahveh. Luego
reunió a setenta ancianos del pueblo y los puso alrededor de la Tienda.
25 Bajó Yahveh en la Nube y le habló. Luego tomó algo del espíritu
que había en él y se lo dio a los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre
ellos el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no volvieron a hacerlo
más.
26 Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado
Eldad y el otro Medad. Reposó también sobre ellos el espíritu, pues aunque
no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y profetizaban en el
campamento.
27 Un muchacho corrió a anunciar a Moisés: «Eldad y Medad están
profetizando en el campamento.»
28 Josué, hijo de Nun, que estaba al servicio de Moisés desde su
mocedad, respondió y dijo: «Mi señor Moisés, prohíbeselo.»
29 Le respondió Moisés: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Quién me
diera que todo el pueblo de Yahveh profetizara porque Yahveh les daba su
espíritu!»
30 Luego Moisés volvió al campamento con los ancianos de Israel.
31 Se alzó un viento, enviado por Yahveh, que hizo pasar codornices
del lado del mar, y las extendió sobre el campamento, en una extensión de
una jornada de camino a uno y otro lado alrededor del campamento, y a una
altura de dos codos por encima del suelo.
32 El pueblo se dedicó todo aquel día y toda la noche y todo el día
siguiente a capturar las codornices. El que menos, reunió diez modios, y las
tendieron alrededor del campamento.
33 Y todavía tenían la carne entre los dientes, todavía la estaban
masticando, cuando se encendió la ira de Yahveh contra el pueblo, y lo
hirió Yahveh con una plaga muy grande.
34 Se llamó a aquel lugar Quibrot Hattaavá, porque allí sepultaron a la
muchedumbre de glotones.
35 De Quibrot Hattaavá partió el pueblo hacia Jaserot, y acamparon en
Jaserot.

Salmo 74 (73)

(1) = Poema. De Asaf. =
1 ¿Por qué has de rechazar, oh Dios, por siempre, por qué humear de
cólera contra el rebaño de tu pasto?
2 Acuérdate de la comunidad que de antiguo adquiriste, la que tú
rescataste, tribu de tu heredad, y del monte Sión donde pusiste tu morada.
3 Guía tus pasos a estas ruinas sin fin: todo en el santuario lo ha
devastado el enemigo.
4 En el lugar de tus reuniones rugieron tus adversarios, pusieron sus
enseñas, enseñas5 que no se conocían, en el frontón de la entrada. Machetes en bosque
espeso,
6 a una cercenaban sus jambas, y con hacha y martillo desgajaban.
7 Prendieron fuego a tu santuario, por tierra profanaron la mansión de
tu nombre.
8 Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos en bloque!» Quemaron en
la tierra todo lugar de santa reunión.
9 No vemos nuestras enseñas, no existen ya profetas, ni nadie entre
nosotros que sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, provocará el adversario? ¿Ultrajará tu
nombre por siempre el enemigo?
11 ¿Por qué retraes tu mano, y en tu seno retienes escondida tu
diestra?
12 Oh Dios, mi rey desde el principio, autor de salvación en medio de
la tierra,
13 tú hendiste el mar con tu poder, quebraste las cabezas de los
monstruos en las aguas;
14 tú machacaste las cabezas de Leviatán y las hiciste pasto de las
fieras;
15 tú abriste manantiales y torrentes, y secaste ríos inagotables;
16 tuyo es el día, tuya también la noche, tú la luna y el sol estableciste,
17 tú trazaste todos los confines de la tierra, el verano y el invierno tú
formaste.
18 Recuérdalo, Yahveh: provoca el enemigo, tu nombre ultraja un
pueblo necio.
19 No entregues a la bestia el alma de tu tórtola, la vida de tus pobres
no olvides para siempre.
20 Piensa en la alianza, que están llenos los rincones del país de
guaridas de violencia.
21 ¡No vuelva cubierto de vergüenza el oprimido; el humilde y el
pobre puedan loar tu nombre!
22 ¡Alzate, oh Dios, a defender tu causa, acuérdate del necio que te
provoca todo el día!
23 No olvides el griterío de tus adversarios, el clamor de tus agresores
que crece sin cesar!

Salmo 75 (74)

(1) = Del maestro de coro. «No destruyas.» Salmo. De Asaf. Cántico.

1 (2) Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu
nombre, tus maravillas pregonando.
2 (3) «En el momento en que decida, yo mismo juzgaré con rectitud.
3 (4) Se estremece la tierra con todos sus habitantes, mas yo sostengo
sus columnas. = Pausa. = 4 (5) «Digo a los arrogantes: ¡Fuera arrogancias!, y a los impíos: ¡No
levantéis la frente,
5 (6) no levantéis tan alto vuestra frente, no habléis con un cuello de
insolencia!»
6 (7) Pues ya no es por oriente ni por occidente, ya no por el desierto
de los montes,
7 (8) por donde Dios, el juez, a uno abate y a otro exalta:
8 (9) sino que hay una copa en la mano de Yahveh, y de vino drogado
está lleno el brebaje: él lo escanciará, y sorberán hasta las heces, lo beberán
todos los impíos de la tierra.
9 (10) Y yo lo anunciaré por siempre, salmodiaré para el Dios de
Jacob;
10 (11) quebraré toda frente de los impíos, y la frente del justo se
alzará.

Hechos 10
Fuente: https://www.jw.org/es/biblioteca/libros/historias-biblicas/7/pedro-cornelio/


24 Al siguiente día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando.
Había reunido a sus parientes y a los amigos íntimos.

25 Cuando Pedro entraba salió Cornelio a su encuentro y cayó
postrado a sus pies.
26 Pedro le levantó diciéndole: «Levántate, que también yo soy un
hombre.»
27 Y conversando con él entró y encontró a muchos reunidos.
28 Y les dijo: «Vosotros sabéis que no le está permitido a un judío
juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado
Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre.
29 Por eso al ser llamado he venido sin dudar. Os pregunto, pues, por
qué motivo me habéis enviado a llamar.»
30 Cornelio contestó: «Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo
haciendo la oración de nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de
mí un varón con vestidos resplandecientes,
31 y me dijo: “Cornelio, tu oración ha sido oída y se han recordado tus
limosnas ante Dios;
32 envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro, que se
hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar.”
33 Al instante mandé enviados donde ti, y tú has hecho bien en venir.
Ahora, pues, todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos dispuestos
para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.»
34 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente
comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le
es grato.
36 «El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, = anunciándoles la
Buena Nueva de la paz = por medio de Jesucristo que es el Señor de todos.
37 Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por
Galilea, después que Juan predicó el bautismo;
38 = cómo Dios = a Jesús de Nazaret = le ungió con el Espíritu Santo
= y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los
oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él;
39 y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los
judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero;
40 a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de
aparecerse,
41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de
antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó
de entre los muertos.
42 Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos
testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos.
43 De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree
en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.»
44 Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó
sobre todos los que escuchaban la Palabra.45 Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron
atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también
sobre los gentiles,
46 pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro
dijo:
47 «¿Acaso puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han
recibido el Espíritu Santo como nosotros?»
48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo.
Entonces le pidieron que se quedase algunos días.
Hechos 11
1 Los apóstoles y los hermanos que había por Judea oyeron que
también los gentiles habían aceptado la Palabra de Dios;
2 así que cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión se lo
reprochaban,
3 diciéndole: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con
ellos.»
4 Pedro entonces se puso a explicarles punto por punto diciendo:
5 «Estaba yo en oración en la ciudad de Joppe y en éxtasis vi una
visión: una cosa así como un lienzo, atado por las cuatro puntas, que bajaba
del cielo y llegó hasta mí.
6 Lo miré atentamente y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las
bestias, los reptiles, y las aves del cielo.
7 Oí también una voz que me decía: “Pedro, levántate, sacrifica y
come.”
8 Y respondí: “De ninguna manera, Señor; pues jamás entró en mi
boca nada profano ni impuro.”
9 Me dijo por segunda vez la voz venida del cielo: “Lo que Dios ha
purificado no lo llames tú profano.”
10 Esto se repitió hasta tres veces; y al fin fue retirado todo de nuevo
al cielo.
11 «En aquel momento se presentaron tres hombres en la casa donde
nosotros estábamos, enviados a mí desde Cesarea.
12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Fueron también
conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre.
13 El nos contó cómo había visto un ángel que se presentó en su casa
y le dijo: “Manda a buscar en Joppe a Simón, llamado Pedro,
14 quien te dirá palabras que traerán la salvación para ti y para toda tu
casa.”
15 «Había empezado yo a hablar cuando cayó sobre ellos el Espíritu
Santo, como al principio había caído sobre nosotros.
16 Me acordé entonces de aquellas palabras que dijo el Señor: = Juan
bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. =
17 Por tanto, si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros,
por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poner obstáculos
a Dios?»18 Al oír esto se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: «Así
pues, también a los gentiles les ha dado Dios la conversión que lleva a la
vida.»
19 Los que se habían dispersado cuando la tribulación originada a la
muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y
Antioquía, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos.
20 Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos
a Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena
Nueva del Señor Jesús.
21 La mano del Señor estaba con ellos, y un crecido número recibió la
fe y se convirtió al Señor.
22 La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y
enviaron a Bernabé a Antioquía.
23 Cuando llegó y vio la gracia de Dios se alegró y exhortaba a todos
a permanecer, con corazón firme, unidos al Señor,
24 porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una
considerable multitud se agregó al Señor.
25 Partió para Tarso en busca de Saulo,
26 y en cuanto le encontró, le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos
durante un año entero en la Iglesia y adoctrinaron a una gran muchedumbre.
En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el
nombre de «cristianos».
27 Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.
28 Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y
profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierra, la que hubo en
tiempo de Claudio.
29 Los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las
posibilidades de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea.
30 Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio de
Bernabé y de Saulo.

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