Deuteronomio 4
5 Cuando hayas engendrado hijos y nietos y hayáis envejecido en el
país, si os pervertís y hacéis alguna escultura de cualquier representación, si
hacéis lo malo a los ojos de Yahveh tu Dios hasta irritarle,
26 pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra que
desapareceréis rápidamente de esa tierra que vais a tomar en posesión al
pasar el Jordán. No prolongaréis en ella vuestros días, porque seréis
completamente destruidos.
27 Yahveh os dispersará entre los pueblos y no quedaréis más que
unos pocos, en medio de las naciones adonde Yahveh os lleve.
28 Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y
piedra, que ni ven ni oyen, ni comen ni huelen.
29 Desde allí buscarás a Yahveh tu Dios; y le encontrarás si le buscas
con todo tu corazón y con toda tu alma.
30 Cuando estés angustiado y te alcancen todas estas palabras, al fin
de los tiempos, te volverás a Yahveh tu Dios y escucharás su voz;
31 porque Yahveh tu Dios es un Dios misericordioso: no te
abandonará ni te destruirá, y no se olvidará de la alianza que con juramento
concluyó con tus padres.
32 Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido
desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde
un extremo a otro del cielo palabra tan grande como ésta? ¿Se oyó
semejante?
33 ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios
vivo hablando de en medio del fuego, y haya sobrevivido?
34 ¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación de en medio
de otra nación por medio de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano
fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que Yahveh vuestro
Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto?
35 A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahveh es el
verdadero Dios y que no hay otro fuera de él.
36 Desde el cielo te ha hecho oír su voz para instruirte, y en la tierra te
ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras.
37 Porque amó a tus padres y eligió a su descendencia después de
ellos, te sacó de Egipto personalmente con su gran fuerza,
38 desalojó ante ti naciones más numerosas y fuertes que tú, te
introdujo en su tierra y te la dio en herencia, como la tienes hoy.39 Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahveh es el
único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro.
40 Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy,
para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el
suelo que Yahveh tu Dios te da para siempre.
41 Moisés reservó entonces tres ciudades allende el Jordán, al oriente,
42 a las que pudiera huir el homicida que hubiera matado a su prójimo
sin querer, sin haberle odiado anteriormente, y huyendo a una de estas
ciudades, salvara su vida.
43 Eran éstas, para los rubenitas, Béser, en el desierto, en la
Altiplanicie; para los gaditas, Ramot en Galaad; para los manasitas, Golán
en Basán.
44 Esta es la ley que expuso Moisés a los israelitas.
45 Estos son los estatutos, preceptos y normas que dictó Moisés a los
israelitas a su salida de Egipto,
46 al otro lado del Jordán, en el valle próximo a Bet Peor, en el país de
Sijón, rey de los amorreos, que habitaba en Jesbón, aquel a quien Moisés y
los israelitas habían batido a su salida de Egipto,
47 y cuyo país habían conquistado, así como el país de Og, rey de
Basán, – los dos reyes amorreos del lado oriental del Jordán,
48 desde Aroer, que está situada al borde del valle del Arnón, hasta el
monte Siryón (esto es, el Hermón) –
49 con toda la Arabá del lado oriental del Jordán, hasta el mar de la
Arabá, al pie de las laderas del Pisgá.
Deuteronomio 5
1 Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Escucha, Israel, los
preceptos y las normas que yo pronuncio hoy a tus oídos. Apréndelos y
cuida de ponerlos en práctica.
2 Yahveh nuestro Dios ha concluido con nosotros una alianza en el
Horeb.
3 No con nuestros padres concluyó Yahveh esta alianza, sino con
nosotros, con nosotros que estamos hoy aquí, todos vivos.
4 Cara a cara os habló Yahveh en la montaña, de en medio del fuego;
5 yo estaba entre Yahveh y vosotros para comunicaros la palabra de
Yahveh, ya que vosotros teníais miedo del fuego y no subisteis a la
montaña. Dijo:
6 «Yo soy Yahveh tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la
casa de servidumbre.
7 «No habrá para ti otros dioses delante de mi.
8 «No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en
los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas
debajo de la tierra.
9 No te postrarás ante ellas ni les darás culto. Porque yo, Yahveh tu
Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos
hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,10 y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y
guardan mis mandamientos.
11 «No tomarás en falso el nombre de Yahveh tu Dios, porque
Yahveh no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso.
12 «Guardarás el día del sábado para santificarlo, como te lo ha
mandado Yahveh tu Dios.
13 Seis días trabajarás y harás todas tus tareas,
14 pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh tu Dios. No
harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni
tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el forastero que vive en tus
ciudades; de modo que puedan descansar, como tú, tu siervo, y tu sierva.
15 Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu
Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios
te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te ha
mandado guardar el día del sábado.
16 Honra a tu padre y a tu madre, como te lo ha mandado Yahveh tu
Dios, para que se prolonguen tus días y seas feliz en el suelo que Yahveh tu
Dios te da.
17 «No matarás.
18 «No cometerás adulterio.
19 «No robarás.
20 «No darás testimonio falso contra tu prójimo.
21 «No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su
campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu
prójimo.»
22 Estas palabras dijo Yahveh a toda vuestra asamblea, en la montaña,
de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada
más añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra y me las entregó a
mí.
23 Cuando vosotros oísteis la voz que salía de las tinieblas, mientras
la montaña ardía en fuego, os acercasteis a mí todos vosotros, jefes de tribu
y ancianos,
24 y dijisteis: «Mira, Yahveh nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y
su grandeza y hemos oído su voz de en medio del fuego. Hemos visto en
este día que puede Dios hablar al hombre y seguir éste con vida.
25 Pero ahora, ¿por qué hemos de morir? – porque este fuego nos va a
devorar -; si seguimos oyendo la voz de Yahveh nuestro Dios, moriremos.
26 Pues, ¿qué hombre ha oído como nosotros la voz del Dios vivo
hablando de en medio del fuego, y ha sobrevivido?
27 Acércate tú a oír todo lo que diga Yahveh nuestro Dios, y luego
nos dirás todo lo que Yahveh nuestro Dios te haya dicho; nosotros lo
escucharemos y lo pondremos en práctica.»
28 Yahveh oyó vuestras palabras y me dijo: «He oído las palabras de
este pueblo, lo que te han dicho; está bien todo lo que han dicho.
29 ¡Ojalá fuera siempre así su corazón para temerme y guardar todos
mis mandamientos, y de esta forma ser eternamente felices, ellos y sus
hijos!
30 Ve a decirles: “Volved a vuestras tiendas.”
31 Y tú quédate aquí junto a mí; yo te diré a ti todos los
mandamientos, preceptos y normas que has de enseñarles para que los
pongan en práctica en la tierra que yo les doy en posesión.»
Salmo 89 (88)
19 (20) Antaño hablaste tú en visión a tus amigos, y dijiste: «He
prestado mi asistencia a un bravo, he exaltado a un elegido de mi pueblo.
20 (21) «He encontrado a David mi servidor, con mi óleo santo le he
ungido;
21 (22) mi mano será firme para él, y mi brazo le hará fuerte.
22 (23) «No le ha de sorprender el enemigo, el hijo de iniquidad no le
oprimirá;
23 (24) yo aplastaré a sus adversarios ante él, heriré a los que le
odian.
24 (25) «Mi lealtad y mi amor irán con él, por mi nombre se exaltará
su frente;
25 (26) pondré su mano sobre el mar, sobre los ríos su derecha.
26 (27) «El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi
salvación!
27 (28) Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de
la tierra.
28 (29) «Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con
él;
29 (30) estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días
de los cielos.
30 (31) «Si sus hijos abandonan mi ley, y no siguen mis juicios,
31 (32) si profanan mis preceptos, y mis mandamientos no observan,
32 (33) «castigaré su rebelión con vara, y su culpa con azote,
33 (34) mas no retiraré de él mi amor, en mi lealtad no fallaré.
34 (35) «No violaré mi alianza, no cambiaré lo que sale de mis labios;
35 (36) una vez he jurado por mi santidad: ¡a David no he de mentir!
36 (37) «Su estirpe durará por siempre, y su trono como el sol ante
mí,
37 (38) por siempre se mantendrá como la luna, testigo fiel en el
cielo.» = Pausa. =
38 (39) Pero tú has rechazado y despreciado, contra tu ungido te has
enfurecido;
39 (40) has desechado la alianza con tu siervo, has profanado por
tierra su diadema. 40 (41) Has hecho brecha en todos sus vallados, sus plazas fuertes en
ruina has convertido;
41 (42) le han saqueado todos los transeúntes, se ha hecho el baldón
de sus vecinos.
42 (43) A sus adversarios la diestra has exaltado, a todos sus
enemigos has llenado de gozo;
43 (44) has embotado el filo de su espada, y no le has sostenido en el
combate.
44 (45) Le has quitado su cetro de esplendor, y su trono por tierra has
derribado;
45 (46) has abreviado los días de su juventud, le has cubierto de
ignominia. = Pausa. =
46 (47) ¿Hasta cuándo te esconderás, Yahveh? ¿arderá tu furor por
siempre como fuego?
47 (48) Recuerda, Señor, qué es la existencia, para qué poco creaste a
los hijos de Adán.
48 (49) ¿Qué hombre podrá vivir sin ver la muerte, quién librará su
alma de la garra del seol? = Pausa. =
49 (50) ¿Dónde están tus primeros amores, Señor, que juraste a David
por tu lealtad?
50 (51) Acuérdate, Señor, del ultraje de tus siervos: cómo recibo en
mi seno todos los dardos de los pueblos;
51 (52) así ultrajan tus enemigos, Yahveh, así ultrajan las huellas de
tu ungido.
52 (53) ¡Bendito sea Yahveh por siempre! ¡Amén! ¡Amén!
Hechos 21
1 Despidiéndonos de ellos nos hicimos a la mar y navegamos
derechamente hasta llegar a Cos; al día siguiente, hasta Rodas, y de allí
hasta Pátara.
2 Encontramos una nave que partía para Fenicia; nos embarcamos y
partimos.
3 Avistamos Chipre y, dejándola a la izquierda, íbamos navegando
rumbo a Siria; arribamos a Tiro, pues allí la nave debía dejar su
cargamento.
4 Habiendo encontrado a los discípulos nos quedamos allí siete días.
Ellos, iluminados por el Espíritu, decían a Pablo que no subiese a Jerusalén.
5 Cuando se nos pasaron aquellos días, salimos y nos pusimos en
camino. Todos nos acompañaron con sus mujeres e hijos, hasta las afueras
de la ciudad. En la playa nos pusimos de rodillas y oramos;
6 nos despedimos unos de otros y subimos a la nave; ellos se
volvieron a sus casas.
7 Nosotros, terminando la travesía, fuimos de Tiro a Tolemaida;
saludamos a los hermanos y nos quedamos un día con ellos.
8 Al siguiente partimos y llegamos a Cesarea; entramos en casa de
Felipe, el evangelista, que era uno de los Siete, y nos hospedamos en su
casa.
9 Tenía éste cuatro hijas vírgenes que profetizaban.
10 Nos detuvimos allí bastantes días; bajó entre tanto de Judea un
profeta llamado Ágabo;
11 se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y
sus manos y dijo: «Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en
Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de
los gentiles.»
12 Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera
a Jerusalén.13 Entonces Pablo contestó: «¿Por qué habéis de llorar y destrozarme
el corazón? Pues yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir
también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.»
14 Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos:
«Hágase la voluntad del Señor.»
15 Transcurridos estos días y hechos los preparativos de viaje,
subimos a Jerusalén.
16 Venían con nosotros algunos discípulos de Cesarea, que nos
llevaron a casa de cierto Mnasón, de Chipre, antiguo discípulo, donde nos
habíamos de hospedar.