# 74

Josué 1


1 Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo de Yahveh, que
habló Yahveh a Josué, hijo de Nun, y ayudante de Moisés, y le dijo:
2 «Moisés, mi siervo, ha muerto; arriba, pues; pasa ese Jordán, tú con
todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy (a los israelitas).
3 Os doy todo lugar que sea hollado por la planta de vuestros pies,
según declaré a Moisés.
4 Desde el desierto y el Líbano hasta el Río grande, el Eufrates, (toda
la tierra de los hititas) y hasta el mar Grande de poniente, será vuestro
territorio.
5 Nadie podrá mantenerse delante de ti en todos los días de tu vida: lo
mismo que estuve con Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.
6 «Sé valiente y firme, porque tú vas a dar a este pueblo la posesión
del país que juré dar a sus padres.
7 Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir toda la
Ley que te dio mi siervo Moisés. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la
izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas.
8 No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche;
así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás
suerte y éxito en tus empresas.
9 ¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te
acobardes, porque Yahveh tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.»
10 Josué, pues, dio a los escribas del pueblo la orden siguiente:
11 «Pasad por medio del campamento y dad esta orden al pueblo:
Haced provisiones, porque dentro de tres días pasaréis ese Jordán, para
entrar a poseer la tierra que Yahveh vuestro Dios os da en posesión.»
12 A los rubenitas, a los gaditas y a la medio tribu de Manasés les
habló así:
13 «Recordad la orden que os dio Moisés, siervo de Yahveh: Yahveh
vuestro Dios os ha concedido descanso, dándoos esta tierra.14 Vuestras mujeres, vuestros pequeños y vuestros rebaños se
quedarán en la tierra que os ha dado Moisés al otro lado del Jordán. Pero
vosotros, todos los guerreros esforzados, pasaréis en orden de batalla al
frente de vuestros hermanos y les ayudaréis
15 hasta que Yahveh conceda descanso a vuestros hermanos igual que
a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que Yahveh vuestro
Dios les da. Entonces volveréis al país que os pertenece, el que os dio
Moisés, siervo de Yahveh, al lado oriental del Jordán.»
16 Ellos respondieron a Josué: «Todo lo que nos has mandado, lo
haremos; dondequiera que nos envíes, iremos.
17 Lo mismo que obedecimos en todo a Moisés, te obedeceremos a ti.
Basta con que Yahveh tu Dios esté contigo como estuvo con Moisés.
18 A todo el que sea rebelde a tu voz y no obedezca tus órdenes, en
cualquier cosa que le mandes, se le hará morir. Tú, sé valiente y firme.»

Josué 2

1 Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sittim dos espías con
esta orden: «Id y explorad el país y Jericó.» Fueron y entraron en casa de
una prostituta, llamada Rajab, y durmieron allí.
2 Se le dijo al rey de Jericó: «Mira que unos hombres israelitas han
entrado aquí por la noche para explorar el país.»
3 Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rajab: «Haz salir a los
hombres que han entrado donde ti – que han entrado a tu casa – porque han
venido para explorar todo el país.»
4 Pero la mujer tomó a los dos hombres y los escondió. Luego
respondió: «Es verdad que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no
sabía de dónde eran.
5 Cuando se iba a cerrar la puerta por la noche, esos hombres salieron
y no sé adónde han ido. Perseguidles aprisa, que los alcanzaréis.»
6 Pero ella los había hecho subir al terrado y los había escondido entre
unos haces de lino que tenía amontonados en el terrado.
7 Salieron algunos hombres en su persecución camino del Jordán,
hacia los vados, y se cerró la puerta en cuanto los perseguidores salieron
tras ellos.
8 Todavía ellos no se habían acostado cuando Rajab subió al terrado,
donde ellos
9 y les dijo: «Ya sé que Yahveh os ha dado la tierra, que nos habéis
aterrorizado y que todos los habitantes de esta región han temblado ante
vosotros:
10 porque nos hemos enterado de cómo Yahveh secó las aguas del
mar de Suf delante de vosotros a vuestra salida de Egipto, y lo que habéis
hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, Sijón y Og, a
quienes consagrasteis al anatema.
11 Al oírlo, ha desfallecido nuestro corazón y no se encuentra ya nadie
con aliento en vuestra presencia, porque Yahveh vuestro Dios, es Dios
arriba en los cielos y abajo en la tierra.12 Juradme, pues, ahora por Yahveh, ya que os he tratado con bondad,
que vosotros también trataréis con bondad a la casa de mi padre, y dadme
una señal segura;
13 que respetaréis la vida de mi padre y de mi madre, de mis
hermanos y hermanas, y de todos los suyos, y que libraréis nuestras vidas
de la muerte.»
14 Los hombres le respondieron: «Muramos nosotros en vez de
vosotros, con tal de que no divulguéis nuestro asunto. Cuando Yahveh no
haya entregado la tierra, te trataremos a ti con bondad y lealtad.»
15 Ella los descolgó con una cuerda por la ventana, pues su casa
estaba en la pared de la muralla y vivía en la misma muralla.
16 Les dijo: «Id hacia la montaña, para que no os encuentren los que
os persiguen. Estad escondidos allí tres días hasta que vuelvan los
perseguidores: después podéis seguir vuestro camino.»
17 Los hombres le respondieron: «Nosotros quedaremos libres de ese
juramento que nos has exigido.
18 Cuando estemos entrando en el país, atarás este cordón de hilo
escarlata a la ventana por la que nos has descolgado, y reunirás junto a ti en
casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre.
19 Si alguno sale fuera de las puertas de tu casa, caiga su sangre sobre
su cabeza. Nosotros seremos inocentes. Pero la sangre de todos los que
estén contigo en casa, caiga sobre nuestras cabezas, si alguien pone su
mano sobre ellos.
20 Mas si divulgas nuestro asunto, quedaremos libres del juramento
que nos has exigido.»
21 Ella respondió: «Sea según vuestras palabras.» Y los hizo marchar;
ellos se fueron, y ella ató el cordón escarlata a la ventana.
22 Marcharon ellos y se metieron en el monte. Se quedaron allí tres
días, hasta que regresaron los perseguidores. Estos los habían buscado por
todo el camino, pero no los encontraron.
23 Entonces los dos hombres volvieron a bajar del monte, pasaron el
río y fueron donde Josué, hijo de Nun, a quien contaron todo lo que les
había ocurrido.
24 Dijeron a Josué: «Cierto que Yahveh ha puesto en nuestras manos
todo el país; todos los habitantes del país tiemblan ya ante nosotros.»

Josué 3

1 Josué se levantó de mañana, partieron de Sittim y llegaron hasta el
Jordán, él y todos los israelitas. Allí pernoctaron antes de pasar.
2 Al cabo de tres días, los escribas pasaron por medio del campamento
3 y dieron al pueblo esta orden: «Cuando veáis el arca de la alianza de
Yahveh vuestro Dios y a los sacerdotes levitas que la llevan, partiréis del
sitio donde estáis e iréis tras ella,
4 para que sepáis qué camino habéis de seguir, pues no habéis pasado
nunca hasta ahora por este camino. Pero que haya entre vosotros y el arca
una distancia de unos 2.000 codos: no os acerquéis.»5 Josué dijo al pueblo: «Purificaos, porque mañana Yahveh va a obrar
maravillas en medio de vosotros.»
6 Y dijo Josué a los sacerdotes: «Tomad el arca de la alianza y pasad
al frente del pueblo.» Ellos tomaron el arca de la alianza y partieron al
frente del pueblo.
7 Yahveh dijo a Josué: «Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a
los ojos de todo Israel, para que sepan que, lo mismo que estuve con
Moisés, estoy contigo.
8 Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza:
“En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os pararéis en el
Jordán.”»
9 Josué dijo a los Israelitas: «Acercaos y escuchad las palabras de
Yahveh vuestro Dios.»
10 Y dijo Josué: «En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio
de vosotros y que arrojará ciertamente de delante de vosotros al cananeo, al
hitita, al jivita, al perizita, al guirgasita, al amorreo y al jebuseo.
11 He aquí que el arca de Yahveh, Señor de toda la tierra, va a pasar el
Jordán delante de vosotros.
12 Escoged, pues, doce hombres de las tribus de Israel, un hombre por
cada tribu.
13 En cuanto las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el
arca de Yahveh, Señor de toda la tierra, pisen las aguas del Jordán, las
aguas del Jordán las que vienen de arriba, quedarán cortadas y se pararán
formando un solo bloque.»
14 Cuando el pueblo partió de sus tiendas para pasar el Jordán, los
sacerdotes llevaban el arca de la alianza a la cabeza del pueblo.
15 Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies
de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas, y el
Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega,
16 las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo
bloque a gran distancia, en Adam, la ciudad que está al lado de Sartán,
mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, se
separaron por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó.
17 Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahveh se
estuvieron a pie firme, en seco, en medio del Jordán, mientras que todo
Israel pasaba en seco, hasta que toda la gente acabó de pasar el Jordán.

Josué 4

Cuando todo el pueblo acabó de pasar el Jordán, Yahveh habló a
Josué y le dijo:
2 «Escoged doce hombres del pueblo, un hombre por cada tribu,
3 y dadles esta orden: “Sacad de aquí, del medio del Jordán, doce
piedras, que pasaréis con vosotros y depositaréis en el lugar donde paséis la
noche.”»
4 Llamó Josué a los doce hombres que había elegido entre los
israelitas, uno por cada tribu,5 y les dijo: «Pasad delante del arca de Yahveh vuestro Dios, hasta el
medio del Jordán, y cada uno de vosotros cargue sobre sus hombros una
piedra, según el número de las tribus israelitas,
6 para que sea esto una señal en medio de vosotros; cuando el día de
mañana vuestros hijos os pregunten: “¿Qué significan para vosotros estas
piedras?”,
7 les diréis: “Es que las aguas del Jordán se separaron delante del arca
de la alianza de Yahveh; cuando atravesó el Jordán, las aguas del Jordán se
separaron. Estas piedras serán para los israelitas memorial para siempre.”
8 Así lo hicieron los israelitas, según las órdenes de Josué: sacaron
doce piedras del medio del Jordán, según el número de las tribus israelitas,
como había mandado Yahveh a Josué, las llevaron al lugar donde iban a
pasar la noche y las depositaron allí.
9 Y Josué levantó doce piedras en medio del Jordán, donde habían
pisado los pies de los sacerdotes portadores del arca de la alianza, y allí
están todavía hoy.
10 Los sacerdotes portadores del arca estaban parados en medio del
Jordán hasta que se cumpliera todo lo que Yahveh había mandado a Josué
que dijera al pueblo (según todo lo que Moisés había ordenado a Josué); y
el pueblo se apresuró a pasar.
11 En cuanto terminó de pasar todo el pueblo, pasó el arca de Yahveh,
yendo los sacerdotes a la cabeza del pueblo.
12 Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés pasaron en
orden de batalla al frente de los israelitas, como les había dicho Moisés.
13 Pasaron unos 40.000 guerreros armados, dispuestos al combate,
delante de Yahveh, hacia la llanura de Jericó.
14 Aquel día Yahveh engrandeció a Josué delante de todo Israel; y le
respetaron a él como habían respetado a Moisés durante toda su vida.
15 Yahveh dijo a Josué:
16 «Manda a los sacerdotes que llevan el arca del Testimonio que
salgan del Jordán.»
17 Josué mandó a los sacerdotes: «Salid del Jordán.»
18 Cuando los sacerdotes portadores del arca de la alianza de Yahveh
salieron del Jordán, apenas las plantas de sus pies tocaron la orilla, las aguas
del Jordán volvieron a su cauce y empezaron a correr como antes, por todas
sus riberas.
19 El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero y acamparon
en Guilgal al oriente de Jericó.
20 Las doce piedras que habían sacado del Jordán las erigió Josué en
Guilgal.
21 Y dijo a los israelitas: «Cuando el día de mañana vuestros hijos
pregunten a sus padres: “¿Qué significan estas piedras?”
22 se lo explicaréis a vuestros hijos diciendo: “A pie enjuto pasó Israel
ese Jordán,23 porque Yahveh vuestro Dios secó delante de vosotros las aguas del
Jordán hasta que pasarais, lo mismo que había hecho Yahveh vuestro Dios
con el mar de Suf, que secó delante de nosotros hasta que pasamos,
24 para que todos los pueblos de la tierra reconozcan lo fuerte que es
la mano de Yahveh, y para que teman siempre a Yahveh vuestro Dios.”»

Josué 5

1 Cuando oyeron todos los reyes de los amorreos que habitaban al otro
lado del Jordán, al poniente, y todos los reyes de los cananeos que vivían
hacia el mar, que Yahveh había secado las aguas del Jordán ante los
israelitas hasta que pasaron, desfalleció su corazón y les faltó el aliento ante
la presencia de los israelitas.
2 En aquel tiempo dijo Yahveh a Josué: «Hazte cuchillos de pedernal
y vuelve a circuncidar (por segunda vez) a los israelitas.»
3 Josué se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los israelitas en el
Collado de los Prepucios.
4 Por este motivo hizo Josué esta circuncisión: toda la población
masculina salida de Egipto, los útiles para la guerra, había muerto en el
desierto, por el camino, después de la salida de Egipto.
5 Estaba circuncidada toda la población que había salido, pero el
pueblo nacido en el desierto, de camino, después de la salida de Egipto, no
había sido circuncidado.
6 Porque durante cuarenta años anduvieron los israelitas por el
desierto, hasta que pereció toda la nación, los hombres salidos de Egipto
útiles para la guerra. No obedecieron a la voz de Yahveh y Yahveh les juró
que no les dejaría ver la tierra que había prometido a sus padres que nos
daría, tierra que mana leche y miel.
7 En su lugar puso a sus hijos y éstos son los que Josué circuncidó,
porque eran incircuncisos, ya que no los habían circuncidado por el camino.
8 Cuando acabó de circuncidarse toda la gente, se quedaron donde
estaban en el campamento hasta que se curaron.
9 Y dijo Yahveh a Josué: «Hoy os he quitado de encima el oprobio de
Egipto.» Por eso se llamó aquel lugar Guilgal, hasta el día de hoy.
10 Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua el
día catorce del mes, a la tarde, en los llanos de Jericó.
11 Al día siguiente de la Pascua comieron ya de los productos del
país: panes ázimos y espigas tostadas, ese mismo día.
12 Y el maná cesó desde el día siguiente, en que empezaron a comer
los productos del país. Los israelitas no tuvieron en adelante maná, y se
alimentaron ya aquel año de los productos de la tierra de Canaán.
13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, levantó los ojos y vio a
un hombre plantado frente a él con una espada desnuda en la mano. Josué
se adelantó hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o de nuestros
enemigos?»14 Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahveh. He
venido ahora.» Cayó Josué rostro en tierra, le adoró y dijo: «¿Qué dice mi
Señor a su siervo?»
15 El jefe del ejército de Yahveh respondió a Josué: «Quítate las
sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es sagrado.» Así lo hizo
Josué.

Josué 6

1 Jericó estaba cerrada a cal y canto por mielo a los israelitas: nadie
salía ni entraba.
2 Yahveh dijo a Josué: «Mira, yo pongo en tus manos a Jericó y a sus
rey. Vosotros, valientes guerreros,
3 todos los hombres de guerra, rodearéis la ciudad, (dando una vuelta
alrededor. Así harás durante seis días.
4 Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero
delante del arca. El séptimo día daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los
sacerdotes tocarán las trompetas).
5 Cuando el cuerno de carnero suene (cuando oigáis la voz de la
trompeta), todo el pueblo prorrumpirá en un gran clamoreo y el muro de la
ciudad se vendrá abajo. Y el pueblo se lanzará al asalto cada uno por frente
a sí.»
6 Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: «Tomad el arca
de la alianza y que siete sacerdotes lleven las trompetas de cuerno de
carnero delante del arca de Yahveh.»
7 Al pueblo le dijo: «Pasad y dad la vuelta a la ciudad y que la
vanguardia pase delante del arca de Yahveh.»
8 (Se hizo según la orden dada por Josué al pueblo). Siete sacerdotes
llevando las siete trompetas de cuerno de carnero delante de Yahveh
pasaron y tocaron las trompetas; el arca de la alianza de Yahveh iba tras
ellos;
9 la vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las
trompetas y la retaguardia marchaba detrás del arca. Según iban caminando,
tocaban las trompetas.
10 Josué había dado esta orden al pueblo: «No gritéis, ni dejéis oír
vuestras voces (que no salga ni una palabra de vuestra boca) hasta el día en
que yo os diga: “Gritad.” Entonces gritaréis.»
11 Hizo que el arca de Yahveh diera la vuelta a la ciudad (rodeándola
una vez); luego volvieron al campamento, donde pasaron la noche.
12 Josué se levantó de mañana y los sacerdotes tomaron el arca de
Yahveh.
13 Siete sacerdotes, llevando las siete trompetas de cuerno de carnero
delante del arca de Yahveh, iban caminando y tocando las trompetas según
caminaban. La vanguardia iba delante de ellos y la retaguardia detrás del
arca de Yahveh, desfilando al son de las trompetas.
14 Dieron (el segundo día) una vuelta a la ciudad y volvieron al
campamento. Se hizo lo mismo los seis días.15 El séptimo día, se levantaron con el alba y dieron la vuelta a la
ciudad (según el mismo rito) siete veces. (Sólo aquel día dieron la vuelta a
la ciudad siete veces.)
16 La séptima vez, los sacerdotes tocaron la trompeta y Josué dijo al
pueblo: «¡Lanzad el grito de guerra, porque Yahveh os ha entregado la
ciudad!»
17 «La ciudad será consagrada como anatema a Yahveh con todo lo
que haya en ella; únicamente, Rajab, la prostituta, quedará con vida, así
como todos los que están con ella en su casa, por haber ocultado a los
emisarios que enviamos.
18 Pero vosotros guardaos del anatema, no vayáis a quedaros, llevados
de la codicia, con algo de lo que es anatema, porque convertiríais en
anatema todo el campamento de Israel y le acarrearíais la desgracia.
19 Toda la plata y todo el oro, todos los objetos de bronce y de hierro,
están consagrados a Yahveh: ingresarán en su tesoro.»
20 El pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo
la voz de la trompeta, prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo.
La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí, y se apoderaron de ella.
21 Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y
mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada.
22 Josué dijo a los dos hombres que habían explorado el país: «Entrad
en la casa de la prostituta y haced salir de ella a esa mujer con todos los
suyos, como se lo habéis jurado.»
23 Los jóvenes espías fueron e hicieron salir a Rajab, a su padre, a su
madre, a sus hermanos y a todos los suyos. También hicieron salir a todos
los de su familia y los pusieron a salvo, fuera del campamento de Israel.
24 Prendieron fuego a la ciudad con todo lo que contenía. Sólo la
plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro los depositaron el tesoro de
la casa de Yahveh.
25 Pero a Rajab, la prostituta, así como a la casa de su padre y a todos
los suyos, Josué los conservó con vida. Ella se quedó en Israel hasta el día
de hoy, por haber escondido a los emisarios que Josué había enviado a
explorar Jericó.
26 En aquel tiempo Josué pronunció este juramento: ¡Maldito sea
delante de Yahveh el hombre que se levante y reconstruya esta ciudad (de
Jericó)! ¡Sobre su primogénito echará su cimiento y sobre su pequeño
colocará las puertas!
27 Y Yahveh estuvo con Josué, cuya fama se extendió por toda la
tierra.

Salmo 105 (104)

¡Aleluya!
1 ¡Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los
pueblos sus hazañas!
2 ¡Cantadle, salmodiad para él, sus maravillas todas recitad;
3 gloriaos en su santo nombre, se alegre el corazón de los que buscan
a Yahveh!
4 ¡Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso,
5 recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios
de su boca!
6 Raza de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
7 él, Yahveh, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios.
8 El se acuerda por siempre de su alianza, palabra que impuso a mil
generaciones,
9 lo que pactó con Abraham, el juramento que hizo a Isaac,
10 y que puso a Jacob como precepto, a Israel como alianza eterna,
11 diciendo: «Yo te daré la tierra de Canaán por parte de vuestra
herencia».
12 Aunque ellos eran poco numerosos, gente de paso y forasteros allí,
13 cuando iban de nación en nación, desde un reino a otro pueblo,
14 a nadie permitió oprimirles, por ellos castigó a los reyes:
15 «Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno hagáis a mis
profetas.»
16 Llamó al hambre sobre aquel país, todo bastón de pan rompió;
17 delante de ellos envió a un hombre, José, vendido como esclavo.
18 Sus pies vejaron con grilletes, por su cuello pasaron las cadenas,
19 hasta que se cumplió su predicción, y le acreditó la palabra de
Yahveh.
20 El rey mandó a soltarle, el soberano de pueblos, a dejarle libre;
21 le erigió señor sobre su casa, y de toda su hacienda soberano,
22 para instruir a su gusto a sus magnates, y a sus ancianos hacer
sabios.
23 Entonces Israel entró en Egipto, Jacob residió en el país de Cam.
24 El aumentó a su pueblo en gran manera, le hizo más fuerte que sus
adversarios;
25 cambió el corazón de éstos para que odiasen a su pueblo y a sus
siervos pusieran asechanzas.
26 Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido, 27 que hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país
de Cam.
28 Mandó tinieblas y tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus
palabras.
29 Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio muerte.
30 Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes;
31 mandó él, y vinieron los mosquitos, los cínifes por toda su
comarca.
32 Les dio por lluvia el granizo, llamas de fuego en su país;
33 hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca.
34 Dio la orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable;
35 comieron toda hierba en su país, comieron el fruto de su suelo.
36 E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de todo su
vigor;
37 y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus
tribus.
38 Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror.
39 El desplegó una nube por cubierta, y un fuego para alumbrar de
noche.
40 Pidieron, y trajo codornices, de pan de los cielos los hartó;
41 abrió la roca, y brotaron las aguas, como río corrieron por los
sequedales.
42 Recordando su palabra sagrada dada a Abraham su servidor,
43 sacó a su pueblo en alborozo, a sus elegidos entre gritos de júbilo.
44 Y las tierras les dio de las naciones, el trabajo de las gentes
heredaron,
45 a fin de que guarden sus preceptos y sus leyes observen.

Salmo 106 (105)

1 ¡Aleluya! ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno
su amor!
2 ¿Quién dirá las proezas de Yahveh, hará oír toda su alabanza?
3 ¡Dichosos los que guardan el derecho, los que practican en todo
tiempo la justicia!
4 ¡Acuérdate de mí, Yahveh, por amor de tu pueblo; con tu salvación
visítame,
5 que vea yo la dicha de tus elegidos, me alegre en la alegría de tu
pueblo, con tu heredad me felicite!
6 Hemos pecado como nuestros padres, hemos faltado, nos hemos
hecho impíos;
7 nuestros padres, en Egipto, no comprendieron tus prodigios. No se
acordaron de tu inmenso amor, se rebelaron contra el Altísimo junto al mar
de Suf.
8 El los salvó por amor de su nombre, para dar a conocer su poderío.
9 Increpó al mar de Suf y éste se secó, los llevó por los abismos como
por un desierto, 10 los salvó de la mano del que odiaba, de la mano del enemigo los
libró.
11 El agua cubrió a sus adversarios, ni uno solo quedó.
12 Entonces ellos tuvieron fe en sus palabras y sus laudes cantaron.
13 Mas pronto se olvidaron de sus obras, no tuvieron en cuenta su
consejo;
14 en el desierto ardían de avidez, a Dios tentaban en la estepa.
15 El les concedió lo que pedían, mandó fiebre a sus almas.
16 Y en el campamento, de Moisés tuvieron celos, de Aarón, el santo
de Yahveh.
17 Se abre la tierra, traga a Datán, y cubre a la cuadrilla de Abirón;
18 un fuego se enciende contra su cuadrilla, una llama abrasa a los
impíos
19 En Horeb se fabricaron un becerro, se postraron ante un metal
fundido,
20 y cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come heno.
21 Olvidaban a Dios que les salvaba, al autor de cosas grandes en
Egipto,
22 de prodigios en el país de Cam, de portentos en el mar de Suf.
23 Hablaba ya de exterminarlos, si no es porque Moisés, su elegido, se
mantuvo en la brecha en su presencia, para apartar su furor de destruirlos.
24 Una tierra de delicias desdeñaron, en su palabra no tuvieron fe;
25 murmuraron dentro de sus tiendas, no escucharon la voz de
Yahveh.
26 Y él, mano en alto, les juró hacerles caer en el desierto,
27 desperdigar su raza entre las naciones, y dispersarlos por los países.
28 Luego se vincularon a Baal Peor y comieron sacrificios de muertos.
29 Así le irritaron con sus obras, y una plaga descargó sobre ellos.
30 Entonces surgió Pinjás, zanjó, y la plaga se detuvo;
31 esto se le contó como justicia de edad en edad, para siempre.
32 En las aguas de Meribá le enojaron, y mal le fue a Moisés por
culpa de ellos,
33 pues le amargaron el espíritu, y habló a la ligera con sus labios.
34 No exterminaron a los pueblos que Yahveh les había señalado,
35 sino que se mezclaron con las gentes, aprendieron sus prácticas.
36 Sirvieron a sus ídolos que fueron un lazo para ellos;
37 sacrificaban sus hijos y sus hijas a demonios.
38 Sangre inocente derramaban, la sangre de sus hijos y sus hijas, que
inmolaban a los ídolos de Canaán, y fue el país profanado de sangre.
39 Así se manchaban con sus obras, y se prostituían con sus prácticas.
40 Entonces se inflamó la cólera de Yahveh contra su pueblo, y
abominó de su heredad.
41 Los entregó en mano de las gentes, y los dominaron los que los
odiaban; 42 sus enemigos los tiranizaron, bajo su mano quedaron humillados.
43 Muchas veces los libró aunque ellos, en su propósito obstinados, se
hundían en su culpa;
44 y los miró cuando estaban en apuros, escuchando su clamor.
45 Se acordó en favor de ellos de su alianza, se enterneció según su
inmenso amor;
46 hizo que de ellos se apiadaran aquellos que cautivos los tenían.
47 ¡Sálvanos, Yahveh, Dios nuestro, reúnenos de entre las naciones,
para dar gracias a tu nombre santo, y gloriarnos en tu alabanza!
48 ¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, por eternidad de eternidades!
Y el pueblo todo diga: ¡Amén!

1 Tesalonicenses 4

1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús
a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios, según
aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más.
2 Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor
Jesús.
3 Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os
alejéis de la fornicación,
4 que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y
honor,
5 y no dominado por la pasión, como hacen = los gentiles que no
conocen a Dios. =
6 Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto,
pues el Señor = se vengará = de todo esto, como os lo dijimos ya y lo
atestiguamos,
7 pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad.
8 Así pues, el que esto deprecia, no desprecia a un hombre, sino a
Dios, = que os hace don de su Espíritu = Santo.
9 En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que
vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente.
10 Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os
exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más,
11 y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros
asuntos, y trabajando con vuestras manos, como os lo tenemos ordenado,
12 a fin de que viváis dignamente ante los de fuera, y no necesitéis de
nadie.13 Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los
muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen
esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma
manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús.
15 Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que
vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos
a los que murieron.
16 El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la
trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán
en primer lugar.
17 Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos
arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y
así estaremos siempre con el Señor.
18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

1 Tesalonicenses 5

1 En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis
necesidad que os escriba.
2 Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha de
venir como un ladrón en la noche.
3 Cuando digan: «Paz y seguridad», entonces mismo, de repente,
vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta;
y no escaparán.
4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en la oscuridad, para que ese Día
os sorprenda como ladrón,
5 pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no
somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos
sobrios.
7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan,
de noche se embriagan.
8 Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; =
revistamos la coraza = de la fe y de la caridad, = con el yelmo = de la
esperanza = de salvación. =
9 Dios no nos ha destinado para la cólera, sino para obtener la
salvación por nuestro Señor Jesucristo,
10 que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos
juntos con él.
11 Por esto, confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros,
como ya lo hacéis.
12 Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a los que
trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan.
13 Tenedles en la mayor estima con amor por su labor. Vivid en paz
unos con otros.14 Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que amonestéis a los que
viven desconcertados, animéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y
seáis pacientes con todos.
15 Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad
siempre el bien mutuo y el de todos.
16 Estad siempre alegres.
17 Orad constantemente.
18 En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús,
quiere de vosotros.
19 No extingáis el Espíritu;
20 no despreciéis las profecías;
21 examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
22 = Absteneos de todo genero de mal. =
23 Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo
vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la
Venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama y es él quien lo hará.
25 Hermanos, orad también por nosotros.
26 Saludad a todos los hermanos con el beso santo.
27 Os conjuro por el Señor que esta carta sea leída a todos los
hermanos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

%d bloggers like this: