2 Reyes 4
1 Una de las mujeres de la comunidad de los profetas clamó a Eliseo
diciendo: «Tu siervo, mi marido, ha muerto; tú sabes que tu siervo temía a
Yahveh. Pero el acreedor ha venido a tomar mis dos hijos para esclavos
suyos.»
2 Eliseo dijo: «¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.»
Respondió ella: «Tu sierva no tiene en casa más que una orza de aceite.»
3 Dijo él: «Anda y pide fuera vasijas a todas tus vecinas, vasijas
vacías, no te quedes corta.
4 Entra luego y cierra la puerta tras de ti y tras de tus hijos, y vierte
sobre todas esas vasijas, y las pones aparte a medida que se vayan
llenando.»
5 Se fue ella de su lado y cerró la puerta tras de sí y tras de sus hijos;
éstos le acercaban las vasijas y ella iba vertiendo.
6 Cuando las vasijas se llenaron, dijo ella a su hijo: «Tráeme otra
vasija.» El dijo: «Ya no hay más.» Y el aceite se detuvo.
7 Fue ella a decírselo al hombre de Dios, que dijo: «Anda y vende el
aceite y paga a tu acreedor, y tú y tus hijos viviréis de lo restante.»
8 Un día pasó Eliseo por Sunem; había allí una mujer principal y le
hizo fuerza para que se quedara a comer, y después, siempre que pasaba,
iba allí a comer.
9 Dijo ella a su marido: «Mira, sé que es un santo hombre de Dios que
siempre viene por casa.
10 Vamos a hacerle una pequeña alcoba de fábrica en la terraza y le
pondremos en ella una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y cuando
venga por casa, que se retire allí.»
11 Vino él en su día, se retiró a la habitación de arriba, y se acostó en
ella.
12 Dijo él a Guejazí su criado: «Llama a esta sunamita.» La llamó y
ella se detuvo ante él.
13 El dijo a su criado: «Dile: Te has tomado todos estos cuidados por
nosotros, ¿qué podemos hacer por ti?, ¿quieres que hablemos en tu favor al
rey o al jefe del ejército?» Ella dijo: «Vivo en medio de mi pueblo.»
14 Dijo él: «¿Qué podemos hacer por ella?» Respondió Guejazí: «Por
desgracia ella no tiene hijos y su marido es viejo.»
15 Dijo él: «Llámala.» La llamó y ella se detuvo a la entrada.16 Dijo él: «Al año próximo, por este mismo tiempo, abrazarás un
hijo.» Dijo ella: «No, mi señor, hombre de Dios, no engañes a tu sierva.»
17 Concibió la mujer y dio a luz un niño en el tiempo que le había
dicho Eliseo.
18 Creció el niño y un día se fue donde su padre junto a los segadores.
19 Dijo a su padre: «¡Mi cabeza, mi cabeza!» El padre dijo a un
criado: «Llévaselo a su madre.»
20 Lo tomó y lo llevó a su madre. Estuvo sobre las rodillas de ella
hasta el mediodía y murió.
21 Subió y le acostó sobre el lecho del hombre de Dios, cerró tras el
niño y salió.
22 Llamó a su marido y le dijo: «Envíame uno de los criados con una
asna. Voy a salir donde el hombre de Dios y volveré.»
23 Dijo él: «¿Por qué vas donde él? No es hoy novilunio ni sábado.»
Pero ella dijo: «Paz.»
24 Hizo aparejar el asna y dijo a su criado: «Guía y anda, no me
detengas en el viaje hasta que yo te diga.»
25 Fue ella y llegó donde el hombre de Dios, al monte Carmelo.
Cuando el hombre de Dios la vio a lo lejos, dijo a su criado Guejazí: «Ahí
viene nuestra sunamita.
26 Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Estás bien tú? ¿Está
bien tu marido? ¿Está bien el niño?» Ella respondió: «Bien.»
27 Llegó donde el hombre de Dios, al monte, y se abrazó a sus pies; se
acercó Guejazí para apartarla, pero el hombre de Dios dijo: «Déjala,
porque su alma está en amargura y Yahveh me lo ha ocultado y no me lo ha
manifestado.»
28 Ella dijo: «¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me
engañaras?»
29 Dijo a Guejazí: «Ciñe tu cintura, toma mi bastón en tu mano y
vete; si te encuentras con alguien no le saludes, y si alguien te saluda no le
respondas, y pon mi bastón sobre la cara del niño.»
30 Pero la madre del niño dijo: «Vive Yahveh y vive tu alma, que no
te dejaré.» El pues, se levantó y se fue tras ella.
31 Guejazí había partido antes que ellos y había colocado el bastón
sobre la cara del niño, pero no tenía voz ni señales de vida, de modo que se
volvió a su encuentro y le manifestó: «El niño no se despierta.»
32 Llegó Eliseo a la casa; el niño muerto estaba acostado en su lecho.
33 Entró y cerró la puerta tras de ambos, y oró a Yahveh.
34 Subió luego y se acostó sobre el niño, y puso su boca sobre la boca
de él, sus ojos sobre los ojos, sus manos sobre las manos, se recostó sobre
él y la carne del niño entró en calor.
35 Se puso a caminar por la casa de un lado para otro, volvió a subir y
a recostarse sobre él hasta siete veces y el niño estornudó y abrió sus ojos.
36 Llamó a Guejazí y le dijo: «Llama a la sunamita.» La llamó y ella
llegó donde él. Dijo él: «Toma tu hijo.»37 Entró ella y, cayendo a sus pies, se postró en tierra y salió
llevándose a su hijo.
38 Cuando Eliseo se volvió a Guilgal había hambre en el país. La
comunidad de los profetas estaba sentada ante él y dijo a su criado: «Toma
la olla grande y pon a cocer potaje para los profetas.»
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas comestibles;
encontró una viña silvestre y recogió una especie de calabazas silvestres
hasta llenar su vestido; fue y las cortó en pedazos en la olla del potaje, pues
no sabía lo que era.
40 Lo sirvieron después para que comieran los hombres y, cuando
estaban comiendo, comenzaron a gritar diciendo: « ¡La muerte en la olla,
hombre de Dios!» Y no pudieron comer.
41 El dijo: «Traedme harina», y la echó en la olla. Dijo: «Repartid
entre la gente.» Comieron y no había nada malo en la olla.
42 Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Dios primicias
de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga; y dijo Eliseo:
«Dáselo a la gente para que coman.»
43 Su servidor dijo: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?» Él dijo:
«Dáselo a la gente para que coman, porque así dice Yahveh: Comerán y
sobrará.»
44 Se lo dio, comieron y dejaron de sobra, según la palabra de
Yahveh.
2 Reyes 5
1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy
estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado
Yahveh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la tierra de
Israel una muchachita que se quedó al servicio de la mujer de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al profeta
que hay en Samaría, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la
muchacha israelita.»
5 Dijo el rey de Aram: «Anda y vete; yo enviaré una carta al rey de
Israel.» Fue y tomó en su mano diez talentos de plata, 6.000 siclos de oro y
diez vestidos nuevos.
6 Llevó al rey de Israel la carta que decía: «Con la presente, te envío a
mi siervo Naamán, para que le cures de su lepra.»
7 Al leer la carta el rey de Israel, desgarró sus vestidos diciendo:
«¿Acaso soy yo Dios para dar muerte y vida, pues éste me manda a que
cure a un hombre de su lepra? Reconoced y ved que me busca querella.»
8 Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había
rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: « ¿Por qué has rasgado tus
vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada
de la casa de Eliseo.10 Eliseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en
el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
11 Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había dicho:
¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de Yahveh su Dios,
frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra!
12 ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que
todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos para quedar
limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
13 Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre mío; si
el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la hubieras hecho?
¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio!»
14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la palabra
del hombre de Dios, y su carne se tornó como la carne de un niño pequeño,
y quedó limpio.
15 Se volvió al hombre de Dios, él y todo su acompañamiento, llegó,
se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en toda la tierra
otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un presente de tu siervo.»
16 Pero él dijo: «Vive Yahveh a quien sirvo, que no lo aceptaré»; le
insistió para que lo recibiera, pero no quiso.
17 Dijo Naamán: «Ya que no, que se dé a tu siervo, de esta tierra, la
carga de dos mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificio
a otros dioses sino a Yahveh.
18 Que Yahveh dispense a su siervo por tener que postrarse en el
templo de Rimmón cuando mi señor entre en el templo para adorar allí,
apoyado en mi brazo; que Yahveh dispense a tu siervo por ello.»
19 El le dijo: «Vete en paz.» Y se alejó de él una cierta distancia.
20 Guejazí, el criado de Eliseo, el hombre de Dios, se dijo: «Mi amo
ha sido indulgente con Naamán, ese arameo, al no aceptar de su mano lo
que traía. ¡Vive Yahveh!, que voy a correr tras él y tomaré algo de su
mano.»
21 Guejazí partió en seguimiento de Naamán. Naamán vio que corría
tras de él y saltó del carro a su encuentro y dijo: «Todo va bien?»
22 Respondió: «Bien. Mi señor me envía a decirte: Acaban de llegar a
mí dos jóvenes de la montaña de Efraím, de la comunidad de los profetas;
dame, por favor, para ellos un talento de plata y dos vestidos de fiesta.»
23 Dijo Naamán: «Dígnate aceptar dos talentos y dos vestidos de
fiesta.» Le insistió, y metió dos talentos de plata en dos sacos y se lo
entregó a dos de sus criados que lo llevaron delante de él.
24 Cuando llegó a Ofel, lo tomó de sus manos, y lo puso en la casa y
despidió a los hombres, que se fueron.
25 Cuando llegó y se presentó a su señor, Eliseo le dijo: «¿De dónde
vienes Guejazí?» Respondió él: «Tu siervo no ha ido ni aquí ni allá.»
26 Le replicó: «¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó
de su carro a tu encuentro? Ahora has recibido plata y puedes adquirir
jardines, olivares y viñas, rebaños de ovejas y bueyes, siervos y siervas.27 Pero la lepra de Naamán se pegará a ti y a tu descendencia para
siempre.» Y salió de su presencia con lepra blanca como la nieve.
2 Reyes 6
1 Los profetas dijeron a Eliseo: «Mira, el lugar en que habitamos a tu
lado, es estrecho para nosotros.
2 Vayamos al Jordán y tomemos allí cada uno una viga, y nos
haremos allí un lugar para habitar en él.» Dijo: «Id.»
3 Uno de ellos dijo: «Dígnate venir con tus siervos.» Dijo él: «Iré.»
4 Se fue con ellos y llegando al Jordán se pusieron a cortar los árboles.
5 Estaba uno derribando una viga cuando el hierro se cayó al agua y
gritó diciendo: «¡Ay, mi señor, que era prestado!»
6 El hombre de Dios dijo: «¿Dónde ha caído?» Y le mostró el sitio.
Entonces cortó un trozo de madera y lo arrojó allí, y sacó el hierro a flote.
7 Dijo: «Hazlo subir hacia ti.» El extendió su mano y lo agarró.
8 El rey de Aram estaba en guerra con Israel y celebró consejo con sus
siervos diciendo: «Bajad contra tal plaza.»
9 El hombre de Dios envió a decir al rey de Israel: «Ten cuidado de
esa plaza, porque los arameos bajan contra ella.»
10 El rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había
dicho. El le advertía y el rey estaba allí alerta, y no una ni dos veces.
11 El corazón del rey de Aram se inquietó por este hecho, y llamando
a sus oficiales les dijo: «¿No me vais a descubrir quién nos traiciona ante el
rey de Israel?»
12 Uno de los oficiales dijo: «No, rey mi señor, sino que Eliseo, el
profeta que hay en Israel, ha avisado al rey de Israel de las palabras que has
dicho en el interior de tu dormitorio.»
13 El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo.» Se le avisó
diciendo: «Está en Dotán.»
14 Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que
llegaron por la noche y cercaron la ciudad.
15 Al día siguiente se levantó el criado del hombre de Dios para salir,
pero el destacamento rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su criado
le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?»
16 El respondió: «No temas, que hay más con nosotros que con ellos.»
17 Oró Eliseo y dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vea.» Abrió
Yahveh los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y
carros de fuego en torno a Eliseo.
18 Bajaron hacia él los arameos y entonces Eliseo suplicó a Yahveh
diciendo: «Deslumbra a esas gentes.» Y las deslumbró según la palabra de
Eliseo.
19 Eliseo les dijo: «No es éste el camino y no es ésta la ciudad. Venid
detrás de mí y os llevaré donde el hombre que buscáis.» Y los llevó a
Samaría.20 Cuando entraron en Samaría, Eliseo dijo: «Yahveh, abre sus ojos
para que vean.» Abrió Yahveh sus ojos y vieron que estaban dentro de
Samaría.
21 Cuando el rey de Israel los vio dijo a Eliseo: «¿Los mato, padre
mío?»
22 El respondió: «No los mates. ¿Acaso a los que haces cautivos con
tu espada y con tu arco los matas? Pon ante ellos pan y agua para que
coman y beban y se vuelvan a su señor.»
23 Les sirvió un gran banquete, comieron, bebieron y los despidió, y
se fueron a su señor, y las bandas de Aram no volvieron a entrar en la tierra
de Israel.
24 Sucedió después de esto que Ben Hadad, rey de Aram, reunió todas
sus tropas y subió y puso sitio a Samaría.
25 Hubo gran hambre en Samaría; y tanto la apretaron que una cabeza
de asno valía ochenta siclos de plata, y un par de cebollas silvestres cinco
siclos de plata.
26 Pasaba el rey de Israel por la muralla cuando una mujer clamó a él
diciendo: «Sálvame, rey mi señor!»
27 Respondió: «Si Yahveh no te salva, ¿con qué puedo salvarte yo?
¿Con la era o con el lagar?»
28 Díjole el rey: «¿Qué te ocurre?» Ella respondió: «Esta mujer me
dijo: “Trae a tu hijo y lo comeremos hoy; y el mío lo comeremos mañana.”
29 Cocimos a mi hijo y nos lo comimos; al otro día le dije: “Trae tu
hijo y lo comeremos”, pero ella lo ha escondido.»
30 Cuando el rey oyó las palabras de la mujer desgarró sus vestidos;
como pasaba sobre la muralla, el pueblo vio que llevaba sayal a raíz de su
carne.
31 Dijo: «Esto me haga el señor y esto me añada si hoy le queda la
cabeza sobre los hombros a Eliseo, hijo de Safat.»
32 Estaba Eliseo sentado en su casa y los ancianos estaban sentados
con él. El rey envió un hombre por delante, pero antes que llegara el
mensajero a donde él, dijo él a los ancianos: «Habéis visto que este hijo de
asesino ha mandado cortar mi cabeza. Mirad, cuando llegue el mensajero,
cerrad la puerta y rechazadle con ella. ¿Acaso no se oye tras de él el ruido
de los pasos de su señor?»
33 Todavía estaba hablando con ellos cuando el rey bajó al él y dijo:
«¡Todo este mal viene de Yahveh! ¿Cómo he de confiar aún en Yahveh?»
2 Reyes 7
1 Dijo Eliseo: «Escucha la palabra de Yahveh: Así dice Yahveh:
Mañana a esta hora estará la arroba de flor de harina a siclo, y las dos
arrobas de cebada a siclo, en la puerta de Samaría.»
2 El escudero, sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al
hombre de Dios y le dijo: «Aunque Yahveh abriera ventanas en el cielo
¿podría ocurrir tal cosa?» Respondió: «Con tus ojos lo verás, pero no lo
comerás.»3 Cuatro hombres que estaban leprosos se hallaban a la entrada de la
puerta y se dijeron uno a otro: «¿Por qué estarnos aquí hasta morir?
4 Si decimos: “vamos a entrar en la ciudad”, como hay hambre en ella,
allí nos moriremos, y si nos quedamos aquí, moriremos igual. Así que
vamos a pasarnos al campamento de Aram; si nos dejan vivir, viviremos, y
si no matan, moriremos.»
5 Se levantaron al anochecer para ir al campamento de Aram; llegaron
hasta el límite del campamento de Aram y no había allí nadie,
6 porque el Señor había hecho oír en el campamento de Aram
estrépito de carros, estrépito de caballos y estrépito de un gran ejército, y se
dijeron unos a otros: «El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a
los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para que vengan contra
nosotros.»
7 Se levantaron y huyeron al anochecer abandonando su tiendas, sus
caballos y sus asnos, el campamento tal como estaba, y huyeron para salvar
sus vidas.
8 Aquellos leprosos llegaron al límite del campamento y, entrando en
una tienda, comieron, bebieron y se llevaron de allí plata, oro y vestidos, y
fueron a esconderlo. Regresaron y entraron en otra tienda y escondieron lo
que de allí se llevaron.
9 Se dijeron uno a otro: «No está bien lo que hacemos; hoy es un día
de albricias; y si nosotros estamos callados hasta el lucir de la mañana
incurriremos en culpa; así pues, vayamos, entremos y anunciémoslo a la
casa del rey.»
10 Llegaron y llamaron a los guardias de la ciudad y se lo anunciaron
diciendo: «Hemos ido al campamento de Aram y no hay nadie, ninguna voz
de hombre; sólo los caballos atados, los asnos atados y las tiendas intactas.»
11 Llamaron los centinelas y lo comunicaron al interior de la casa del
rey.
12 Se levantó el rey de noche y dijo a sus oficiales: «Os voy a decir lo
que nos ha hecho Aram; saben que estamos hambrientos, han salido del
campamento y se han escondido en el campo pensando: Saldrán de la
ciudad, los prenderemos vivos y entraremos en la ciudad.»
13 Uno de los oficiales respondió y dijo: «Que se tomen cinco de los
caballos restantes, pues les va a pasar lo que a toda la muchedumbre de
Israel que ha perecido; y enviémosles para ver.»
14 Tomaron dos tiros de caballos y los envió el rey en pos de los
arameos diciendo: «Id y ved.»
15 Fueron tras ellos hasta el Jordán, y todo el camino estaba lleno de
vestidos y objetos que habían arrojado los arameos en su precipitación. Los
mensajeros volvieron y se lo comunicaron al rey.
16 Salió el pueblo y saqueó el campamento de Aram; la arroba de flor
de harina estaba a siclo y las dos arrobas de cebada a siclo, según la palabra
de Yahveh.17 El rey había puesto de vigilancia a la puerta al escudero en cuyo
brazo se apoyaba; pero el pueblo le pisoteó en la puerta y murió, según la
palabra del hombre de Dios, cuando el rey bajó donde él.
18 Sucedió según la palabra del hombre de Dios al rey cuando dijo:
«Mañana a esta hora estarán a siclo las dos arrobas de cebada y a siclo la
arroba de flor de harina en la puerta de Samaría.»
19 Respondió el escudero al hombre de Dios diciendo: «Aunque
Yahveh abriera ventanas en el cielo, ¿podría ocurrir tal cosa?» Respondió:
«Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás.»
20 Y así sucedió. El pueblo lo pisoteó en la puerta y murió.
Proverbios 4
20 Atiende, hijo mío, a mis palabras, inclina tu oído a mis razones.
21 No las apartes de tus ojos, guárdalas dentro de tu corazón.
22 Porque son vida para los que las encuentran, y curación para toda
carne.
23 Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan
las fuentes de la vida.
24 Aparta de ti la falsía de la boca y el enredo de los labios arrójalo de
ti.
25 Miren de frente tus ojos, tus párpados derechos a lo que está ante tí.
26 Tantea bien el sendero de tus pies y sean firmes todos tus caminos.
27 No te tuerzas ni a derecha ni a izquierda, aparta tu pie de la maldad.
Proverbios 5
1 Presta, hijo mío, atención a mi sabiduría, aplica tu oído a mi
prudencia,
2 para que guardes tú la reflexión y tus labios conserven la ciencia. No
hagas caso de la mujer perversa,
3 pues miel destilan los labios de la extraña, su paladar es más suave
que el aceite;
4 pero al fin es amarga como el ajenjo, mordaz como espada de dos
filos.
5 Sus pies descienden a la muerte, sus pasos se dirigen al seol. 6 Por no seguir la senda de la vida, se desvía por sus vericuetos sin
saberlo.
7 Así pues, hijo mío, escúchame, no te apartes de los dichos de mi
boca:
8 aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa;
9 no sea que ella dé tu honor a otro y tus años a un hombre cruel;
10 no se harten de tus bienes los extraños, ni paren tus fatigas en casa
del extranjero;
11 no sea que gimas a la postre cuando tu cuerpo y tu carne se
consuman,
12 y digas: «Ay de mí, que he odiado la instrucción, mi corazón ha
despreciado los reproches,
13 no he escuchado la voz de mis maestros ni he prestado oídos a los
que me instruían.
14 A punto he estado de cualquier desgracia, en medio de la asamblea
y la comunidad.»
15 Bebe el agua de tu cisterna, la que brota de tu pozo.
16 ¿Se van a desbordar por fuera tus arroyos, las corrientes de agua
por las plazas?
17 Que sean para ti solo, no para que las beban contigo los extraños.
18 – Sea tu fuente bendita. Gózate en la mujer de tu mocedad,
19 cierva amable, graciosa gacela: embriáguente en todo tiempo sus
amores, su amor te apasione para siempre.
20 ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una ajena, abrazar el seno de una
extraña?
21 Pues los caminos del hombre están en la presencia de Yahveh, él
vigila todos sus senderos.
22 El malvado será presa de sus propias maldades, con los lazos de su
pecado se le capturará.
23 Morirá por su falta de instrucción, por su gran necedad se perderá.
1 Corintios 13

1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no
tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y
toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas,
si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las
llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el
mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las
lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a
cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy
conocido.
13 Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la
mayor de todas ellas es la caridad.
1 Corintios 14
1 Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales,
especialmente a la profecía.2 Pues el que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En
efecto, nadie le entiende: dice en espíritu cosas misteriosas.
3 Por el contrario, el que profetiza, habla a los hombres para su
edificación, exhortación y consolación.
4 El que habla en lengua, se edifica a sí mismo; el que profetiza,
edifica a toda la asamblea.
5 Deseo que habléis todos en lenguas; prefiero, sin embargo, que
profeticéis. Pues el que profetiza, supera al que habla en lenguas, a no ser
que también interprete, para que la asamblea reciba edificación.
6 Y ahora, hermanos, supongamos que yo vaya donde vosotros
hablándoos en lenguas, ¿qué os aprovecharía yo, si mi palabra no os trajese
ni revelación ni ciencia ni profecía ni enseñanza?
7 Así sucede con los instrumentos de música inanimados, tales como
la flauta o la cítara. Si no dan distintamente los sonidos, ¿cómo se conocerá
lo que toca la flauta o la cítara?
8 Y si la trompeta no da sino un sonido confuso, ¿quién se preparará
para la batalla?
9 Así también vosotros: si al hablar no pronunciáis palabras
inteligibles, ¿cómo se entenderá lo que decís? Es como si hablarais al
viento.
10 Hay en el mundo no sé cuántas variedades de lenguas, y nada hay
sin lenguaje.
11 Mas si yo desconozco el valor del lenguaje seré un bárbaro para el
que me habla; y el que me habla, un bárbaro para mí.
12 Así pues, ya que aspiráis a los dones espirituales, procurad abundar
en ellos para la edificación de la asamblea.
13 Por tanto, el que habla en lengua, pida el don de interpretar.
14 Porque si oro en lengua, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin
fruto.
15 Entonces, ¿qué hacer? Oraré con el espíritu, pero oraré también con
la mente. Cantaré salmos con el espíritu, pero también los cantaré con la
mente.
16 Porque si no bendices más que con el espíritu ¿cómo dirá «amén» a
tu acción de gracias el que ocupa el lugar del no iniciado, pues no sabe lo
que dices?
17 ¡Cierto!, tu acción de gracias es excelente; pero el otro no se
edifica.
18 Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos
vosotros;
19 pero en la asamblea, prefiero decir cinco palabras con mi mente,
para instruir a los demás, que 10.000 en lengua.
20 Hermanos, no seáis niños en juicio. Sed niños en malicia, pero
hombres maduros en juicio.
21 Está escrito en la Ley: = Por hombres de lenguas extrañas y por
boca de extraños hablaré yo a este pueblo, y ni así me escucharán, dice el
Señor.22 Así pues, las lenguas sirven de señal no para los creyentes, sino
para los infieles; en cambio la profecía, no para los infieles, sino para los
creyentes.
23 Si, pues, se reúne toda la asamblea y todos hablan en lenguas y
entran en ella no iniciados o infieles, ¿no dirán que estáis locos?
24 Por el contrario, si todos profetizan y entra un infiel o un no
iniciado, será convencido por todos, juzgado por todos.
25 Los secretos de su corazón quedarán al descubierto y, postrado
rostro en tierra, adorará a Dios confesando que = Dios está verdaderamente
entre vosotros. =
26 ¿Qué concluir, hermanos? Cuando os reunís, cada cual puede tener
un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lengua, una
interpretación; pero que todo sea para edificación.
27 Si se habla en lengua, que hablen dos, o a lo más, tres, y por turno;
y que haya un interprete.
28 Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea; hable
cada cual consigo mismo y con Dios.
29 En cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los demás juzguen.
30 Si algún otro que está sentado tiene una revelación, cállese el
primero.
31 Pues podéis profetizar todos por turno para que todos aprendan y
sean exhortados.
32 Los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas,
33 pues Dios no es un Dios de confusión, sino de paz. Como en todas
la Iglesias de los santos,
34 las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido
tomar la palabra antes bien, estén sumisas como también la Ley lo dice.
35 Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en
casa; pues es indecoroso que la mujer hable en la asamblea.
36 ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? O ¿solamente a
vosotros ha llegado?
37 Si alguien se cree profeta o inspirado por el Espíritu, reconozca en
lo que os escribo un mandato del Señor.
38 Si no lo conoce, tampoco él es conocido.
39 Por tanto, hermanos, aspirad al don de la profecía, y no estorbéis
que se hable en lenguas.
40 Pero hágase todo con decoro y orden.