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2 Reyes 8

1 Eliseo dijo a la mujer cuyo hijo había resucitado: «Levántate y vete,
tú y tu casa, a residir donde puedas, porque Yahveh ha llamado al hambre y
viene ya hacia la tierra por siete años.»
2 Se levantó la mujer e hizo según la palabra del hombre de Dios; se
fue ella y su familia a vivir en tierra de filisteos siete años.
3 Al cabo de los siete años volvió la mujer del país de los filisteos y
fue a apelar al rey por su casa y por su campo.
4 Estaba el rey hablando con Guejazí, criado del hombre de Dios, y le
decía: «Cuéntame todas las grandes cosas que hizo Eliseo.»
5 Estaba él contando al rey cómo había resucitado al muerto, cuando
llegó la mujer, cuyo hijo había resucitado, para apelar al rey por su casa y
su campo y dijo Guejazí: «¡Oh mi señor! Esta es la mujer y éste su hijo, al
que resucitó Eliseo.»
6 Preguntó el rey a la mujer y ella se lo relató; el rey puso un eunuco a
disposición de la mujer diciendo: «Que se le devuelva todo lo suyo, con
todos los productos del campo, desde el día en que ella abandonó la tierra
hasta ahora.»
7 Eliseo fue a Damasco. Ben Hadad, rey de Aram, estaba enfermo y le
avisaron: «El hombre de Dios ha venido aquí.»
8 Dijo el rey a Jazael: «Toma en tu mano un presente y vete al
encuentro del hombre de Dios y consulta a Yahveh por su medio diciendo:
¿Sobreviviré a esta enfermedad?»
9 Fue Jazael a su encuentro llevando en su mano un presente de todo
lo mejor de Damasco, la carga de cuarenta camellos; entró, se detuvo ante
él y dijo: «Tu hijo Ben Hadad, rey de Aram, me ha enviado a ti para
preguntarte: ¿Sobreviviré a esta enfermedad?»
10 Eliseo le dijo: «Vete y dile: “Puedes vivir”; pero Yahveh me ha
hecho ver que de cierto morirá.»
11 Y se inmovilizaron sus facciones quedándose rígido en extremo, y
rompió a llorar el varón de Dios.
12 Dijo Jazael: «¿Por qué llora mi señor?» Le respondió: «Porque sé
el mal que vas a hacer a los israelitas: pasarás a fuego sus fortalezas,
matarás a espada a sus mejores, aplastarás a sus pequeñuelos y abrirás el
vientre a sus embarazadas.»13 Dijo Jazael: «Pues, ¿qué es tu siervo? ¿Como un perro hará cosa
tan enorme?» Respondió Eliseo: «Yahveh ha hecho que te vea como rey de
Aram.»
14 Partió de junto a Eliseo y llegó donde su señor. Le preguntó: «¿Qué
te ha dicho Eliseo?» Respondió: «Me ha dicho que puedes vivir.»
15 A la mañana siguiente tomó una manta, la empapó en agua y la
extendió sobre su rostro y murió. Reinó en su lugar Jazael.
16 El año quinto de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a
reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá.
17 Tenía 32 años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en
Jerusalén.
18 Anduvo por el camino de los reyes de Israel como había hecho la
casa de Ajab, porque se había casado con una mujer de la familia de Ajab,
e hizo mal a los ojos de Yahveh.
19 Pero Yahveh no quiso destruir a Judá a causa de David su siervo
según lo que le había dicho, que le daría una lámpara en su presencia para
siempre.
20 En sus días se rebeló Edom de bajo la mano de Judá, y se
proclamaron un rey.
21 Pasó Joram a Saír con todos sus carros. Se levantó por la noche y
batió a Edom que le tenía cercado a él y a los jefes de los carros, pero el
pueblo huyó a sus tiendas.
22 Así se rebeló Edom de bajo la mano de Judá hasta el día de hoy;
también se rebeló Libná. En aquel tiempo…
23 El resto de los hechos de Joram, todo lo que hizo ¿no está escrito
en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
24 Joram se acostó con sus padres y fue sepultado con sus padres en la
ciudad de David, y reinó en su lugar su hijo Ocozías.
25 El año doce de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar
Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá.
26 Veintidós años tenía Ocozías cuando comenzó a reinar y reinó un
año en Jerusalén; el nombre de su madre era Atalía, hija de Omrí, rey de
Israel.
27 Anduvo por el camino de la casa de Ajab, e hizo mal a los ojos de
Yahveh como la casa de Ajab, porque había emparentado con la casa de
Ajab.
28 Partió con Joram, hijo de Ajab, para hacer la guerra a Jazael, rey de
Aram, en Ramot de Galaad, y los arameos hirieron a Joram.
29 El rey Joram se volvió a Yizreel para curarse de las heridas que le
habían infligido los arameos en Ramot cuando combatía a Jazael, rey de
Aram; Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel a visitar a Joram,
hijo de Ajab, porque estaba enfermo.

2 Reyes 9

1 El profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo:
«Ciñe tu cintura y toma este frasco de aceite en tu mano y vete a Ramot de
Galaad.
2 Cuando llegues allí, verás a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí; en
llegando, haz que se levante de entre sus compañeros y hazle entrar en una
habitación apartada.
3 Tomarás el frasco de aceite y lo derramarás sobre su cabeza
diciendo: “Así dice Yahveh: Te he ungido rey de Israel.” Abres luego la
puerta y huyes sin detenerte.»
4 El joven partió para Ramot de Galaad.
5 Cuando llegó estaban los jefes del ejército sentados y dijo: «Tengo
una palabra para ti, jefe.» Jehú preguntó: «¿Para quién de nosotros?»
Respondió: «Para ti, jefe.»
6 Jehú se levantó y entró en la casa; el joven derramó el aceite sobre
su cabeza y le dijo: «Así habla Yahveh, Dios de Israel: Te he ungido rey
del pueblo de Yahveh, de Israel.
7 Herirás a la casa de Ajab, tu señor, y vengaré la sangre de mis
siervos los profetas y la sangre de todos los siervos de Yahveh de mano de
Jezabel.
8 Toda la casa de Ajab perecerá y exterminaré a todos los varones de
Ajab, libres o esclavos, en Israel.
9 Dejaré la casa de Ajab como la casa de Jeroboam, hijo de Nebat, y
como la casa de Basá, hijo de Ajías.
10 Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Yizreel; no
tendrá sepultura.» Y abriendo la puerta, huyó.
11 Jehú salió a donde los servidores de su señor. Le dijeron: «¿Todo
va bien? ¿A qué ha venido a ti ese loco?» Respondió: «Vosotros conocéis a
ese hombre y sus palabras.»
12 Dijeron: «No es verdad. Dínoslo.» Replicó «Esto y esto me ha
dicho: Así dice Yahveh: Te he ungido rey de Israel.»
13 Se apresuraron a tomar cada uno su manto que colocaron bajo él
encima de las gradas; tocaron el cuerno y gritaron: «Jehú es rey.»
14 Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsí, conspiró contra Joram. Estaba
Joram custodiando Ramot de Galaad, él y todo Israel, contra Jazael, rey de
Aram.
15 Pero el rey Joram tuvo que volverse a Yizreel para curarse de las
heridas que le habían infligido los arameos en su batalla contra Jazael, rey
de Aram. Jehú dijo: «Si éste es vuestro deseo, que no salga de la ciudad
ningún fugitivo que ponga en aviso a Yizreel.»
16 Montó Jehú en el carro y se fue a Yizreel, pues Joram estaba
acostado allí, y Ocozías, rey de Judá, había bajado a visitar a Joram.
17 El vigía que estaba sobre la torre de Yizreel vio la tropa de Jehú
que llegaba y dijo: «Veo una tropa.» Dijo Joram: «Que se tome uno de a
caballo y se le envíe a su encuentro y pregunte: ¿Hay paz?»18 Salió el jinete a su encuentro y dijo: «Así dice el rey: ¿Hay paz?»
Jehú respondió: «¿Qué te importa a ti la paz? Ponte detrás de mí.» El vigía
avisó: «El mensajero ha llegado donde ellos, pero no vuelve.»
19 Volvió segunda vez a enviar un jinete que llegó donde ellos y dijo:
«Así dice el rey: ¿Hay paz?» Respondió Jehú: «¿Qué te importa a ti la paz?
Ponte detrás de mí.»
20 El vigía avisó: «Ha llegado a ellos pero no vuelve. Su modo de
guiar es el guiar de Jehú, hijo de Nimsí, pues conduce como un loco.»
21 Dijo Joram: «Enganchad.» Engancharon su carro y salieron Joram,
rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al
encuentro de Jehú. Le encontraron en el campo de Nabot el de Yizreel.
22 Cuando Joram vio a Jehú, preguntó: «¿Hay paz, Jehú?» Respondió:
«¿Qué paz mientras duran las prostituciones de tu madre Jezabel y sus
muchas hechicerías?»
23 Volvió riendas Joram y huyó diciendo a Ocozías: «Traición,
Ocozías.»
24 Jehú tensó el arco en su mano y alcanzó a Joram entre los hombros;
la flecha le atravesó el corazón y se desplomó en su carro.
25 Jehú dijo a su escudero Bidcar: «Llévale y arrójale en el campo de
Nabot de Yizreel, pues recuerda que, cuando yo y tú marchábamos en carro
detrás de Ajab, su padre, Yahveh lanzó contra él esta sentencia:
26 “¿Es que no he visto yo ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus
hijos?, oráculo de Yahveh. Yo le devolveré lo mismo en este campo,
oráculo de Yahveh.” Así que llévale y arrójale en el campo según la palabra
de Yahveh.»
27 Viendo esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet
Haggan; Jehú partió en su persecución diciendo: «¡ También a él!
¡Matadle!» Y le hirieron en su carro en la cuesta de Gur, la de Yibleam; se
refugió en Meguiddó y murió allí.
28 Sus servidores le llevaron en carro a Jerusalén y le sepultaron en su
sepulcro con sus padres en la ciudad de David.
29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el año once de
Joram, hijo de Ajab.
30 Entró Jehú en Yizreel; habiéndolo oído Jezabel, se puso afeites en
los ojos, adornó su cabeza y se asomó a la ventana,
31 y cuando Jehú entraba por la puerta, dijo ella: «¿Todo va bien,
Zimrí, asesino de su señor?»
32 Alzó su rostro hacia la ventana y dijo: «¿Quién está conmigo,
quién?» Se asomaron hacia él dos o tres eunucos,
33 y él les dijo: «Echadla abajo.» La echaron abajo y su sangre salpicó
los muros y a los caballos, que la pisotearon.
34 Entró, comió, bebió y dijo: «Ocupaos de esa maldita y enterradla,
pues es hija de rey.»
35 Fueron a enterrarla y no hallaron de ella más que el cráneo, los pies
y las palmas de las manos.

36 Volvieron a comunicárselo y él dijo: «Es la palabra que Yahveh
había dicho por boca de su siervo Elías tesbita: “En el campo de Yizreel
comerán los perros la carne de Jezabel.
37 El cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del
campo, de modo que no se podrá decir: Esta es Jezabel.”»

2 Reyes 10

1 Tenía Ajab setenta hijos en Samaría. Escribió Jehú cartas y las envió
a Samaría, a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los preceptores de los
hijos de Ajab diciendo:
2 «Así que esta carta llegue a vosotros, como están con vosotros los
hijos de vuestro señor y tenéis carros, caballos, una ciudad fuerte y armas,
3 ved quién es el mejor y más justo de los hijos de vuestro señor y
ponedle en el trono de su padre y pelead por la casa de vuestro señor.»
4 Pero ellos tuvieron grandísimo temor y dijeron: «Los dos reyes no
pudieron sostenerse ante él. ¿Cómo podremos resistir nosotros?»
5 El mayordomo de palacio, el comandante de la ciudad, los ancianos
y los preceptores enviaron a decir a Jehú: « Somos siervos tuyos; haremos
cuanto nos digas; no proclamaremos rey a nadie; haz lo que parezca bien a
tus ojos.»
6 Les envió una segunda carta diciendo: «Si estáis por mí y escucháis
mi voz, tomad a los jefes de los hombres de la casa de vuestro señor y venid
a mí mañana a esta hora, a Yizreel.» (Los setenta hijos del rey estaban con
los magnates de la ciudad que los criaban.)
7 En llegando la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los
setenta, pusieron sus cabezas en cestas y se las enviaron a Yizreel.
8 Entró el mensajero y le avisó diciendo: «Han hecho traer las cabezas
de los hijos del rey.» Respondió: «Ponedlas en dos montones a la entrada
de la puerta, hasta la mañana.»
9 Por la mañana salió, se presentó y dijo a todo el pueblo: «Sed justos.
Yo he conspirado contra mi señor y le he matado, pero ¿quién ha matado a
todos éstos?
10 Sabed, pues, que no caerá en tierra ninguna de las palabras que
Yahveh dijo contra la casa de Ajab: Yahveh ha hecho lo que dijo por boca
de su siervo Elías.»
11 Y Jehú mató a todos los que quedaban de la casa de Ajab en
Yizreel, a todos sus magnates, sus familiares, sus sacerdotes, sin dejar ni
uno con vida.
12 Se levantó Jehú y entró. Luego partió para Samaría y, estando de
camino en Bet Equed de los Pastores,
13 encontró Jehú a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y preguntó:
«¿Quiénes sois vosotros?» Ellos respondieron: «Somos los hermanos de
Ocozías y bajamos a saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina.»
14 Dijo él: «Prendedlos vivos.» Los prendieron vivos, y los degolló en
la cisterna de Bet Equed, 42 hombres, y no dejó ni uno de ellos.15 Partió de allí y encontró a Yonadab, hijo de Rekab, que le salía al
encuentro; le saludó y le dijo: «¿Es tu corazón tan recto como el mío para el
tuyo?» Respondió Yonadab: «Lo es.» «Si lo es, dame tu mano.» Yonadab le
dio la mano, y él le hizo subir a su carro.
16 Y le dijo: «Sube conmigo y verás mi celo por Yahveh»; y le llevó
en su carro.
17 Entró en Samaría y mató a todos los supervivientes de Ajab en
Samaría, hasta exterminarlos, según la palabra que había dicho Yahveh a
Elías.
18 Reunió Jehú a todo el pueblo y les dijo: «Ajab sirvió a Baal un
poco, Jehú le servirá mucho,
19 así que llamadme a todos los profetas de Baal, y a todos sus
sacerdotes, sin que falte ninguno, porque tengo que hacer un gran sacrificio
a Baal; todo el que falte morirá.» Jehú obraba con astucia para hacer
perecer a los servidores de Baal.
20 Dijo Jehú: «Convocad una reunión santa para Baal.» Ellos la
convocaron.
21 Envió Jehú mensajeros por todo Israel y vinieron todos los siervos
de Baal, no quedó nadie sin venir. Entraron en el templo de Baal quedando
lleno el templo de punta a cabo.
22 Dijo al encargado del vestuario: «Saca los vestidos para todos los
servidores de Baal.» El hizo sacar los vestidos para ellos.
23 Jehú vino con Yonadab, hijo de Rekab, al templo de Baal y dijo a
los fieles de Baal: «Investigad y ved no haya aquí entre vosotros algún
siervo de Yahveh, sino tan sólo siervos de Baal.»
24 Y entró para hacer los sacrificios y los holocaustos. Pero Jehú
había colocado fuera ochenta hombres y dijo: « El que deje escapar a uno
de los hombres que yo voy a entregar en vuestras manos, responderá con su
vida.»
25 Cuando hubo acabado de hacer el holocausto, dijo Jehú a la guardia
y a los escuderos: «Entrad y matadles. Que nadie salga.» La guardia y los
escuderos entraron, los pasaron a filo de espada y llegaron hasta el santuario
del templo de Baal.
26 Sacaron el cipo del templo de Baal y lo quemaron.
27 Derribaron el altar de Baal, demolieron el templo de Baal, y lo
convirtieron en cloaca hasta el día de hoy.
28 Jehú exterminó a Baal de Israel.
29 Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de
Nebat, hizo pecar a Israel, los becerros de oro de Betel y de Dan.
30 Dijo Yahveh a Jehú: «Porque te has portado bien haciendo lo recto
a mis ojos y has hecho a la casa de Ajab según todo lo que yo tenía en mi
corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán sobre el trono de
Israel.»
31 Pero Jehú no guardó el camino de la ley de Yahveh, Dios de Israel,
con todo su corazón, no se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo
pecar a Israel.32 En aquellos días comenzó Yahveh a cercenar a Israel, y Jazael
batió todas las fronteras de Israel,
33 desde el Jordán al sol levante, todo el país de Galaad, de los
gaditas, de los rubenitas, de Manasés, desde Aroer, sobre el torrente Arnón,
Galaad y Basán.
34 El resto de los hechos de Jehú, todo cuanto hizo, toda su bravura
¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
35 Se acostó Jehú con sus padres y le sepultaron en Samaría, y su hijo
Joacaz reinó en su lugar.
36 Los días que Jehú reinó sobre Israel fueron veintiocho años en
Samaría.

2 Reyes 11

1 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, se
levantó y exterminó toda la estirpe real.
2 Pero Yehosebá, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a
Joás, hijo de Ocozías y lo sacó de entre los hijos del rey a quienes estaban
matando, y puso a él y a su nodriza en el dormitorio, ocultándolo de la vista
de Atalia, y no le mataron.
3 Seis años estuvo escondido con ella en la Casa de Yahveh, mientras
Atalía reinaba en el país.
4 El año séptimo, Yehoyadá envió a buscar a los jefes de cien de los
carios y de los corredores, y los hizo venir donde él a la Casa de Yahveh y,
haciendo un pacto con ellos, les hizo prestar juramento y les mostró al hijo
del rey.
5 Luego, les ordenó: «Esto es lo que tenéis que hacer: un tercio de
vosotros, los que entran el sábado, que custodien la casa del rey.
7 Las otras dos partes, todos los que salen el sábado, se quedarán
guardando la Casa de Yahveh, junto al rey.
8 Os pondréis en torno al rey, cada uno con sus armas en la mano.
Todo el que venga contra vuestras filas, morirá. Estaréis junto al rey en sus
idas y venidas.»
9 Los jefes de cien hicieron cuanto les mandó el sacerdote Yehoyadá.
Cada uno tomó sus hombres, los que entraban el sábado y los que salían el
sábado, y vinieron junto al sacerdote Yehoyadá.
10 El sacerdote dio a los jefes de cien las lanzas y escudos del rey
David que estaban en la Casa de Yahveh.
11 La guardia se apostó cada uno con sus armas en la mano, desde el
lado derecho de la Casa hasta el lado izquierdo, entre el altar y la Casa, para
que rodeasen al rey.
12 Hizo salir entonces al hijo del rey, le puso la diadema y el
Testimonio y le ungió. Batieron palmas y gritaron: «¡Viva el rey!»
13 Oyó Atalía el clamor del pueblo y se acercó al pueblo que estaba
en la Casa de Yahveh.
14 Cuando vio al rey de pie junto a la columna, según la costumbre, y
a los jefes y las trompetas junto al rey, y a todo el pueblo de la tierra lleno de alegría y tocando las trompetas, rasgó Atalía sus vestidos y gritó: «
¡Traición, traición!»
15 El sacerdote Yehoyadá dio orden a los jefes de las tropas diciendo:
«Hacedla salir de las filas y el que la siga que sea pasado a espada», porque
dijo el sacerdote: «Que no la maten en la Casa de Yahveh.»
16 Le echaron mano y, cuando llegó a la casa del rey, por el camino
de la Entrada de los Caballos, allí la mataron.
17 Yehoyadá hizo una alianza entre Yahveh, el rey y el pueblo, para
ser pueblo de Yahveh; y entre el rey y el pueblo.
18 Fue todo el pueblo de la tierra al templo de Baal y lo derribó.
Destrozaron sus altares y sus imágenes, y mataron ante los altares a Matán,
sacerdote de Baal. El sacerdote puso centinelas en la Casa de Yahveh,
19 y después tomó a los jefes de cien, a los carios y a la guardia y a
todo el pueblo de la tierra, e hicieron bajar al rey de la Casa de Yahveh y
entraron a la casa del rey por el camino de la guardia, y se sentó en el trono
de los reyes.
20 Todo el pueblo de la tierra estaba contento y la ciudad quedó
tranquila; en cuanto a Atalía, había muerto a espada en la casa del rey.

2 Reyes 12

1 Siete años tenía Joás cuando comenzó a reinar.
2 El año séptimo de Jehú comenzó a reinar Joás y reinó cuarenta años
en Jerusalén; el nombre de su madre era Sibía de Berseba.
3 Joás hizo lo recto a los ojos de Yahveh todos los días, porque el
sacerdote Yehoyadá le había instruido.
4 Sólo que los altos no desaparecieron y el pueblo siguió ofreciendo
sacrificios y quemando incienso en los altos.
5 Joás dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero de las ofrendas sagradas
que ha entrado en la Casa de Yahveh, el dinero de las tasas personales, todo
el dinero que ofrece el corazón de cada uno a la Casa de Yahveh,
6 lo tomarán los sacerdotes, cada uno en el círculo de sus amistades, y
ellos proveerán a las reparaciones de la Casa, en todo lo que deba ser
reparado».
7 Pero en el año veintitrés del rey Joás los sacerdotes no habían hecho
las reparaciones de la Casa.
8 Llamó entonces el rey Joás al sacerdote Yehoyadá y a los sacerdotes
y les dijo: «¿Por qué no hacéis las reparaciones de la Casa? Así que no
recibiréis el dinero de vuestras amistades, sino que lo daréis para la
reparación de la Casa.»
9 Los sacerdotes consintieron en no tomar dinero del pueblo ni hacer
reparaciones en la Casa.
10 El sacerdote Yehoyadá tomó un cofre, hizo un agujero en la tapa y
lo puso junto a la estela, a la derecha según se entra en la Casa de Yahveh, y
los sacerdotes que custodiaban el umbral depositaban en él todo el dinero
ofrecido a la Casa de Yahveh.11 Cuando veían que había mucha plata en el cofre subía el secretario
del rey y el sumo sacerdote, se fundía, y se contaba la plata que se hallaba
en la Casa de Yahveh.
12 Entregaban el dinero contado en manos de los que hacían el
trabajo, los encargados de la Casa de Yahveh; éstos lo empleaban en los
carpinteros y constructores que trabajaban en la Casa de Yahveh,
13 los albañiles y canteros, para comprar maderas y piedra de cantería
para hacer reparaciones en la Casa de Yahveh y para cuanto había que
reparar en la Casa.
14 Pero no se hacían para la Casa de Yahveh ni fuentes de plata, ni
cuchillos, ni acetres, ni trompetas, ni objetos de oro o plata con el dinero
ofrecido a la Casa de Yahveh,
15 sino que se daba a los que hacían el trabajo de las reparaciones de
la Casa de Yahveh.
16 No se pedían cuentas a los hombres en cuyas manos se ponía el
dinero para que lo dieran a los que hacían el trabajo, porque trabajaban con
fidelidad.
17 El dinero por la expiación y el dinero por el pecado no era
entregado a la Casa de Yahveh; era para los sacerdotes.
18 Entonces Jazael, rey de Aram, subió para combatir contra Gat, la
tomó y se volvió para subir contra Jerusalén.
19 Joás, rey de Judá, tomó todas las cosas sagradas que habían
consagrado sus padres Josafat, Joram y Ocozías, reyes de Judá, todas las
cosas que él mismo había consagrado y todo el oro que se pudo encontrar
en los tesoros de la Casa de Yahveh y de la casa del rey, y lo mando a
Jazael, rey de Aram, que se alejó de Jerusalén.
20 El resto de los hechos de Joás, todo cuanto hizo ¿no está escrito en
el libro de los Anales de los reyes de Judá?
21 Sus servidores se levantaron y tramaron una conjura y mataron a
Joás en Bet Milló…
22 Le hirieron sus siervos Yozakar, hijo de Simat, y Yehozabad, hijo
de Somer, y murió. Le sepultaron con sus padres en la ciudad de David y
reinó en su lugar su hijo Amasías.
2 Reyes 13
1 En el año veintitrés de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a
reinar Joacaz, hijo de Jehú, sobre Israel, en Samaría; reinó diecisiete años.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh y anduvo tras los pecados con que
Jeroboam hijo de Nebat, hizo pecar a Israel, sin apartarse de ellos.
3 Se encendió la ira de Yahveh contra los israelitas y los entregó en
manos de Jazael, rey de Aram, y en manos de Jazael, rey de Aram, y en
manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo aquel tiempo.
4 Joacaz aplacó el rostro de Yahveh y Yahveh le escuchó porque
había visto la opresión de Israel, pues el rey de Aram los oprimía.
5 Concedió Yahveh a Israel un liberador que lo sacó de bajo la mano
de Aram, pudiendo habitar los hijos de Israel en sus tiendas como antes.6 Pero no se apartaron de los pecados con que Jeroboam había hecho
pecar a Israel, sino que anduvieron por ellos y el cipo siguió en pie en
Samaría.
7 Pero no le quedaron a Joacaz como tropas sino cincuenta jinetes,
diez carros y 10.000 infantes, pues el rey de Aram los había exterminado y
reducido a polvo de la tierra.
8 El resto de los hechos de Joacaz, todo cuanto hizo y su bravura ¿no
está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
9 Se acostó Joacaz con sus padres y lo sepultaron en Samaría. Reinó
en su lugar su hijo Joás.
10 En el año 37 de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Joás, hijo de
Joacaz, sobre Israel, en Samaría; reinó dieciséis años.
11 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, no se apartó de ninguno de los
pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, hizo pecar a Israel, sino que
anduvo por ellos.
12 El resto de los hechos de Joás, todo cuanto hizo, su bravura y cómo
combatió contra Amasías, rey de Judá ¿no está escrito en el libro de los
Anales de los reyes de Israel?
13 Se acostó Joás con sus padres y Jeroboam ocupó su trono. Fue
sepultado Joás en Samaría, junto a los reyes de Israel.
14 Cuando Eliseo enfermó de la enfermedad de que murió, bajó donde
él Joás, rey de Israel, y lloró sobre su rostro diciendo: «¡Padre mío, padre
mío, carro y caballos de Israel!»
15 Eliseo le dijo: «Toma un arco y flechas.» El se hizo con un arco y
flechas.
16 Dijo al rey de Israel: «Pon tu mano sobre el arco»; puso su mano.
Entonces Eliseo colocó sus manos sobre las manos del rey
17 y dijo: «Abre la ventana hacia Oriente.» El la abrió. Dijo Eliseo:
«¡Tira!» El tiró. Dijo Eliseo: «Flecha de victoria de Yahveh, flecha de
victoria contra Aram. Batirás a Aram en Afeq hasta el exterminio.»
18 Añadió: «Toma las flechas.» El las tomó. Eliseo dijo al rey: «Hiere
la tierra.» La hirió tres veces y se detuvo.
19 El hombre de Dios se irritó contra él y le dijo: «Tenías que haber
herido cinco o seis veces y entonces hubieras batido a Aram hasta el
exterminio, pero ahora lo batirás sólo tres veces.»
20 Eliseo murió y le sepultaron. Las bandas de Moab hacían
incursiones todos los años.
21 Estaban unos sepultando un hombre cuando vieron la banda y,
arrojando al hombre en el sepulcro de Eliseo, se fueron. Tocó el hombre los
huesos de Eliseo, cobró vida y se puso en pie.
22 Jazael, rey de Aram, había oprimido a Israel todos las días de
Joacaz.
23 Pero Yahveh tuvo piedad y se compadeció de ellos volviéndose a
ellos a causa de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob y no quiso
aniquilarlos ni echarlos lejos de su rostro.
24 Murió Jazael, rey de Aram, y reinó en su lugar su hijo Ben Hadad.25 Entonces Joás, hijo de Joacaz, volvió a tomar de mano de Ben
Hadad, hijo de Jazael, las ciudades que había tomado de mano de Joacaz su
padre, por las armas. Joás le batió tres veces y recobró las ciudades de
Israel.

Proverbios 6

1 Si has salido, hijo mío, fiador de tu prójimo, si has chocado tu mano
con un extraño,
2 si te has obligado con las palabras de tu boca, si de la palabra de tu
boca te has dejado prender,
3 haz esto, hijo mío, para quedar libre, pues has caído en manos de tu
prójimo: Vete, póstrate, importuna a tu prójimo;
4 no concedas a tus ojos sueño ni a tus párpados reposo;
5 líbrate, como la gacela del lazo, como el pájaro de la mano del
pajarero.
6 Vete donde la hormiga, perezoso, mira sus andanzas y te harás
sabio.
7 Ella no tiene jefe, ni capataz, ni amo;
8 asegura en el verano su sustento, recoge su comida al tiempo de la
mies.

9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿cuándo te levantarás de
tu sueño?
10 Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los
brazos cruzados;
11 y llegará como vagabundo tu miseria y como un mendigo tu
pobreza.
12 Un malvado, un hombre inicuo, anda con la boca torcida,
13 guiña el ojo, arrastra los pies, hace señas con los dedos.
14 Torcido está su corazón, medita el mal, pleitos siembra en todo
tiempo.
15 Por eso vendrá su ruina de repente, de improviso quebrará, y no
habrá remedio.
16 Seis cosas hay que aborrece Yahveh, y siete son abominación para
su alma:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre
inocente,
18 corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia
el mal,
19 testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre
los hermanos.
20 Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección
de tu madre.
21 Tenlos atados siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello;
22 en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti;
conversarán contigo al despertar.
23 Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz; camino de
vida los reproches y la instrucción,
24 para librarte de la mujer perversa, de la lengua suave de la extraña.
25 No codicies su hermosura en tu corazón, no te cautive con sus
párpados,
26 porque un mendrugo de pan basta a la prostituta, pero la casada va
a la caza de una vida preciosa.
27 ¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?
28 ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
29 Así le pasa al que se llega a la mujer del prójimo: no saldrá ileso
ninguno que la toque.
30 No se desprecia al ladrón cuando roba para llenar su estómago,
porque tiene hambre.
31 Mas, si le sorprenden, paga el séptuplo, tiene que dar todos los
bienes de su casa.
32 Pero el que hace adulterar a una mujer es un mentecato; un suicida
es el que lo hace;
33 encontrará golpes y deshonra y su vergüenza no se borrará. 34 Porque los celos enfurecen al marido. y no tendrá piedad el día de
la venganza.
35 No hará caso de compensación alguna; aunque prodigues regalos,
no aceptará.

Proverbios 7

1 Guarda, hijo mío, mis palabras, conserva como un tesoro mis
mandatos.
2 Guarda mis mandamientos y vivirás; sea mi lección como la niña de
tus ojos.
3 Átalos a tus dedos, escríbelos en la tablilla de tu corazón.
4 Dile a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», llama pariente a la
inteligencia,
5 para que te guarde de la mujer ajena, de la extraña de palabras
melosas.
6 Estaba yo a la ventana de mi casa y miraba a través de las celosías,
7 cuando ví, en el grupo de los simples, distinguí entre los muchachos
a un joven falto de juicio:
8 pasaba por la calle, junto a la esquina donde ella vivía, iba camino
de su casa,
9 al atardecer, ya oscurecido, en lo negro de la noche y de las sombras.
10 De repente, le sale al paso una mujer, con atavío de ramera y
astucia en el corazón.
11 Es alborotada y revoltosa, sus pies nunca paran en su casa.
12 Tan pronto en las calles como en las plazas, acecha por todas las
esquinas.
13 Ella lo agarró y lo abrazó, y desvergonzada le dijo:
14 «Tenía que ofrecer un sacrificio de comunión y hoy he cumplido
mi voto;
15 por eso he salido a tu encuentro para buscarte en seguida; y va te he
encontrado.
16 He puesto en mi lecho cobertores policromos, lencería de Egipto,
17 con mirra mi cama he rociado, con áloes y cinamomo.
18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana, solacémonos los
dos, entre caricias.
19 Porque no está el marido en casa, está de viaje muy lejos;
20 ha llevado en su mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la
luna llena.»
21 Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus
labios.
22 Se va tras ella en seguida, como buey al matadero, como el ciervo
atrapado en el cepo,
23 hasta que una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que se
precipita en la red, sin saber que le va en ello la vida.
24 Ahora pues, hijo mío, escúchame, pon atención a las palabras de mi
boca:25 no se desvíe tu corazón hacia sus caminos, no te descarríes por sus
senderos,
26 porque a muchos ha hecho caer muertos, robustos eran todos los
que ella mató.
27 Su morada es camino del seol, que baja hacia las cámaras de la
muerte.

1 Corintios 15

1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis
recibido y en el cual permanecéis firmes,
2 por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo
prediqué… Si no, ¡habríais creído en vano!
3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que
Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce;
6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los
cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron.
7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.
8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un
abortivo.
9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de
apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios.
10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no
ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no
yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo
que habéis creído.
12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los
muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay
resurrección de los muertos?
13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.
14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también
vuestra fe.
15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos
atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que
los muertos no resucitan.
16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en
vuestros pecados.
18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.
19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en
Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!
20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de
los que durmieron.
21 Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un
hombre viene la resurrección de los muertos.
22 Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también
todos revivirán en Cristo.
23 Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de
Cristo en su Venida.
24 Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de
haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad.
25 Porque debe él reinar = hasta que ponga a todos sus enemigos bajo
sus pies. =
26 El último enemigo en ser destruido será la Muerte.
27 Porque = ha sometido todas las cosas bajo sus pies. = Mas cuando
diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha
sometido a él todas las cosas.28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces
también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas,
para que Dios sea todo en todo.
29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los
muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos?
30 Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas
horas?
31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús
Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte.
32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué
provecho saqué? Si los muertos no resucitan, = comamos y bebamos, que
mañana moriremos. =
33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres.»
34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros
quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo
vuelven a la vida?
36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere.
37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un
simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta.
38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo
peculiar.
39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres,
otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces.
40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor
de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres.
41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las
estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.
42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra
corrupción, resucita incorrupción;
43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita
fortaleza;
44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si
hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual.
45 En efecto, así es como dice la Escritura: = Fue hecho el primer
hombre, = Adán, = alma viviente; = el último Adán, espíritu que da vida.
46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural;
luego, lo espiritual.
47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene
del cielo.
48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el
celeste, así serán los celestes.
49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre
terreno, llevaremos también la imagen del celeste.50 Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el
Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción.
51 ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos
seremos transformados.
52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta
final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y
nosotros seremos transformados.
53 En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de
incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad.
54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este
ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que
está escrita: = La muerte ha sido devorada en la victoria. =
55 = ¿Dónde está, oh muerte, = tu victoria? = ¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón? =
56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley.
57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro
Señor Jesucristo!
58 Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes,
inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de
que vuestro trabajo en el Señor no es vano.

1 Corintios 16

1 En cuanto a la colecta en favor de los santos, haced también
vosotros tal como mandé a las Iglesias de Galacia.
2 Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su
casa lo que haya podido ahorrar, de modo que no se hagan las colectas
cuando llegue yo.
3 Cuando me halle ahí, enviaré a los que hayáis considerado dignos,
acompañados de cartas, para que lleven a Jerusalén vuestra liberalidad.
4 Y si vale la pena de que vaya también yo, irán conmigo.
5 Iré donde vosotros después de haber atravesado Macedonia; pues
por Macedonia pasaré.
6 Tal vez me detenga entre vosotros y hasta pase ahí el invierno, para
que vosotros me encaminéis adonde haya de ir.
7 Pues no quiero ahora veros sólo de paso: espero estar algún tiempo
entre vosotros, si así lo permite el Señor.
8 De todos modos, seguiré en Éfeso hasta Pentecostés:
9 porque se me ha abierto una puerta grande y prometedora, y los
enemigos son muchos.
10 Si se presenta Timoteo, procurad que esté sin temor entre vosotros,
pues trabaja como yo en la obra del Señor.
11 Que nadie le menosprecie. Procurad que vuelva en paz a mí, que le
espero con los hermanos.
12 En cuanto a nuestro hermano Apolo, le he insistido mucho para
que vaya donde vosotros con los hermanos; pero no tiene intención alguna
de ir ahora. Irá cuando tenga oportunidad.13 Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes.
14 Haced todo con amor.
15 Os hago una recomendación, hermanos. Sabéis que la familia de
Estéfanas son las primicias de Acaya y se han puesto al servicio de los
santos.
16 También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo aquel que con
ellos trabaja y se afana.
17 Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de
Acaico, que han suplido vuestra ausencia.
18 Ellos han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a
estos hombres.
19 Las Iglesias de Asia os saludan. Os envían muchos saludos Aquila
y Prisca en el Señor, junto con la Iglesia que se reúne en su casa.
20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con el
beso santo.
21 El saludo va de mi mano, Pablo.
22 El que no quiera al Señor, ¡sea anatema! «Maran atha.»
23 ¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros!
24 Os amo a todos en Cristo Jesús.

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