1 Crónicas 25
1 David y los jefes del ejército separaron para el servicio a los hijos de
Asaf, Hemán y Yedutún, profetas, que cantaban con cítaras, salterios y
címbalos. Este es el número de personas que se encargaban de este servicio:
2 De los hijos de Asaf: Zakkur, José, Netanías, Asarelá, hijos de Asaf,
bajo la dirección de Asaf, que profetizaba según las órdenes del rey.
3 De Yedutún: los hijos de Yedutún: Guedalías, Serí, Isaías, Jasabías y
Mattitías, seis, bajo la dirección de su padre Yedutún que profetizaba al son
de la cítara para celebrar y alabar a Yahveh.
4 De Hemán: los hijos de Hemán: Buqquiyías, Mattanías, Uzziel,
Sebuel, Yerimot, Jananías, Jananí, Eliyatá, Guiddaltí, Romamti Ezer,
Yosbecasa, Mallotí, Hotir, Majaziot.
5 Todos estos eran hijos de Hemán, vidente del rey; a las palabras de
Dios debían hacer sonar la trompa. Dios había dado a Hemán catorce hijos
y tres hijas.
6 Todos ellos se hallaban bajo la dirección de su padre para el canto
de la Casa de Yahveh, con címbalos, salterios y cítaras al servicio de la
Casa de Dios, siguiendo las indicaciones del rey, de Asaf, Yedutún y
Hemán.
7 Su número, contando a sus hermanos, los que estaban instruidos en
el canto de Yahveh, todos ellos maestros, era de 288.
8 Echaron a suertes el turno del servicio, tanto el pequeño como el
grande, el maestro como el discípulo.
9 La primera suerte recayó sobre el asafita José; la segunda sobre
Guedalías con sus hermanos e hijos, doce;
10 la tercera, sobre Zakkur, sus hijos y hermanos, doce;
11 la cuarta sobre Yisrí, sus hijos y hermanos, doce;
12 la quinta sobre Netanías, sus hijos y hermanos, doce;13 la sexta sobre Buqquiyías, sus hijos y hermanos, doce;
14 la séptima sobre Yesarela, sus hijos y hermanos, doce;
15 la octava sobre Isaías, sus hijos y hermanos, doce;
16 la novena sobre Mattanías, sus hijos y hermanos, doce;
17 la décima sobre Simí, sus hijos y hermanos, doce;
18 la once sobre Azarel, sus hijos y hermanos, doce;
19 la doce sobre Jasabías, sus hijos y hermanos, doce;
20 la trece, sobre Subael, sus hijos y hermanos, doce
21 la catorce, sobre Mattitías, sus hijos y hermanos, doce;
22 la quince, sobre Yeremot, sus hijos y hermanos, doce;
23 la dieciséis, sobre Jananías, sus hijos y hermanos, doce;
24 la diecisiete, sobre Yosbecasa, sus hijos y hermanos, doce;
25 la dieciocho, sobre Jananí, sus hijos y hermanos, doce;
26 la diecinueve, sobre Mallotí, sus hijos y hermanos, doce;
27 la veinte, sobre Eliyatá, sus hijos y hermanos, doce;
28 la veintiuna, sobre Hotir, sus hijos y hermanos, doce;
29 la veintidós, sobre Guiddaltí, sus hijos y hermanos, doce;
30 la veintitrés, sobre Majaziot, sus hijos y hermanos, doce;
31 la veinticuatro, sobre Romamti Ezer, sus hijos y hermanos, doce.
1 Crónicas 26
1 Estas son las clases de porteros: De los coreítas: Meselemías, hijo de
Qoré, de los hijos de Ebyasaf.
2 Meselemías tuvo hijos: el primogénito, Zacarías; el segundo,
Yediael; el tercero, Zebadías; el cuarto, Yatniel;
3 el quinto, Elam; el sexto, Yehojanán; el séptimo, Elyehoenay.
4 Hijos de Obededom: Semaías, el primogénito; Yehozabad, el
segundo; Yoaj, el tercero; Sakar, el cuarto; Natanael, el quinto;
5 Amiel, el sexto; Isacar el séptimo; Peulletay, el octavo; pues Dios le
había bendecido.
6 A su hijo Semaáis le nacieron hijos, que se impusieron en sus
familias paternas, pues eran hombres valerosos.
7 Hijos de Semaáis: Otní, Rafael, Obed, Elzabad y sus hermanos,
hombres valerosos, Elihú y Semakías.
8 Todos estos eran hijos de Obededom; ellos y sus hijos y sus
hermanos eran hombres de gran valor para el servicio. 62 de Obededom.
9 Meselemías tuvo hijos y hermanos, dieciocho hombres valerosos.
10 Josá, de los hijos de Merarí, tuvo como hijos a Simrí, el primero,
pues aunque no fue el primogénito, su padre le puso al frente;
11 Jilquías, el segundo; Tebalías, el tercero; Zacarías, el cuarto. El
total de los hijos y hermanos de Josá fue de trece.
12 Estas secciones de los porteros, los jefes, igual que sus hermanos,
tenían el cuidado del ministerio de la Casa de Yahveh.
13 Echaron suertes para cada puerta, sobre pequeños y grandes, con
arreglo a sus casas paternas.14 Para la puerta oriental cayó la suerte sobre Selemías. Después
echaron suertes: tocó la parte norte a su hijo Zacarías, que era un prudente
consejero.
15 A Obededom le tocó el sur, y a sus hijos los almacenes.
16 A Supplim y a Josá, el occidente, con la puerta del tronco abatido,
en el camino de la subida, correspondiéndose un puesto de guardia con el
otro.
17 Al oriente seis por día, al norte cuatro por día, al mediodía cuatro
por día y en los almacenes de dos en dos;
18 en el Parbar, a occidente, había cuatro para la subida, dos para el
Parbar.
19 Estas son las clases de los porteros, de entre los hijos de los
coreítas y de los hijos de Merarí.
20 Los levitas, sus hermanos, custodiaban los tesoros de la Casa de
Dios, y los tesoros de las cosas sagradas.
21 Los hijos de Ladán, hijos de Guersón por la línea de Ladán, tenían
a los yejielitas por jefes de familia de Ladán el guersonita.
22 Los yejielitas, Zetam y su hermano Joel, estaban al frente de los
tesoros de la Casa de Yahveh.
23 Cuanto a los amramíes, los yisharitas, los hebronitas y los
ozzielitas:
24 Sebuel, hijo de Guersóm, hijo de Moisés, era tesorero mayor.
25 Sus hermanos por parte de Eliezer: Rejabías, hijo suyo; Isaías, hijo
suyo; Joram, hijo suyo; Zikrí, hijo suyo; Selomit, hijo suyo.
26 Este Selomit y sus hermanos estaban al cuidado de los tesoros de
las cosas sagradas que habían consagrado el rey David, los cabezas de las
casas paternas, los jefes de millar y de cien y los jefes del ejército.
27 Lo habían consagrado del botín de guerra y de los despojos, para el
sostenimiento de la Casa de Yahveh.
28 Todo lo que habían consagrado el vidente Samuel, Saúl, hijo de
Quis, Abner, hijo de Ner, y Joab, hijo de Sarvia: todo lo consagrado estaba
al cuidado de Selomit y sus hermanos.
29 De los yisharitas: Kenanías y sus hijos administraban como
escribas y jueces los negocios exteriores de Israel.
30 De los hebronitas: Jasabías y sus hermanos, hombres de valor, en
número de 1.700, estaban encargados de la administración de Israel allende
el Jordán, al occidente, para todos los asuntos referentes a Yahveh y al
servicio del rey.
31 El jefe de los hebronitas era Yeriyías. Acerca de los hebronitas, en
el año cuarenta del reinado de David, se hicieron investigaciones sobre sus
genealogías paternas, y se hallaron entre ellos hombres de valía en Yazer de
Galaad.
32 Los hermanos de Yeriyías, hombres valerosos, jefes de familias en
número de 2.700, fueron constituidos por el rey David sobre los rubenitas,
los gaditas y la media tribu de Manasés, en todos los asuntos de Dios y en
todos los negocios del rey.
1 Crónicas 27
1 Por lo que se refiere al número de los hijos de Israel: Los cabezas de
casas paternas, los jefes de millar y de cien y sus escribas atendían al
servicio de todo el que acudiera. Las secciones intervenían en todo asunto
del rey relevándose todos los meses del año. Cada sección tenía 24.000
hombres.
2 Al frente de la primera sección, que era la del primer mes, estaba
Yasobam, hijo de Zabdiel; en su sección había 24.000 hombres.
3 Pertenecía a los hijos de Peres y era jefe de todos los comandantes
del ejército del primer mes.
4 Al frente de la sección del segundo mes estaba Doday, el ajojita, su
sección tenía 24.000 hombres.
5 Jefe del tercer ejército, para el tercer mes, era Benaías, hijo del
sacerdote Yehoyadá; en su sección había 24.000 hombres.
6 Este Benaías era uno de los Treinta valientes y hallábase al frente de
ellos; en su sección estaba su hijo Ammizabad.
7 El cuarto, para el cuarto mes, era Asahel, hermano de Joab; le
sucedió su hijo Zebadías. En su sección había 24.000 hombres.
8 El quinto, para el quinto mes, era el jefe Samhut el zarejita, cuya
sección constaba de 24.000 hombres.
9 El sexto, para el sexto mes, era Irá, hijo de Iqués, el tecoíta, y en su
sección había 24.000 hombres.
10 El séptimo, para el séptimo mes, era Jeles el pelonita, de los
benjaminitas; su sección constaba de 24.000 hombres.
11 El octavo, para el octavo mes, era Sibbekay, de Jusá, el zarejita; su
sección constaba de 24.000 hombres.
12 El noveno, para el noveno mes, era Abiézer, de Anatot de los
benjaminitas; en su sección había 24.000 hombres.
13 El décimo, para el décimo mes, era Mahray, de Neftofá, zarejita; su
sección constaba de 24.000 hombres.
14 El undécimo, para el mes undécimo, era Benaías, de Piratón, de los
efraimitas; su sección tenía 24.000 hombres.
15 El duodécimo, para el mes duodécimo, era Jelday, de Netofá, de la
estirpe de Otniel; su sección comprendía 24.000 hombres.
16 Jefes de las tribus de Israel: Jefe de los rubenitas: Eliezer, hijo de
Zikrí. De los simeonitas: Sefatías, hijo de Maaká.
17 De los levitas: Jasabías, hijo de Quemuel. De Aarón: Sadoq.
18 De Judá: Elihú, uno de los hermanos de David. De Isacar: Omrí,
hijo de Miguel.
19 De Zabulón: Yismaías, hijo de Abdías. De Neftalí: Yerimot, hijo
de Azriel.
20 De los efraimitas: Oseas, hijo de Azarías. De la media tribu de
Manasés: Joel, hijo de Pedaías.
21 De la media tribu de Manasés en Galaad: Yiddó, hijo de Zacarías.
De Benjamín: Yaasiel, hijo de Abner.22 De Dan: Azarael, hijo de Yerojam. Estos son los jefes de las tribus
de Israel.
23 David no hizo el censo de los que tenían menos de veinte años,
porque Yahveh había dicho que multiplicaría a Israel como las estrellas del
cielo.
24 Joab, hijo de Sarvia, comenzó a hacer el censo, pero no lo acabó;
pues con ese motivo la Cólera descargó sobre Israel, por eso su número no
alcanza el número de los Anales del rey David.
25 Azmávet, hijo de Adiel, tenía a su cargo los depósitos reales. Sobre
los depósitos del campo, de las ciudades, de las aldeas, y de las torres,
estaba Jonatán, hijo de Uzzías;
26 sobre los labradores del campo que cultivaban las tierras, Ezrí, hijo
de Kelub;
27 sobre las viñas, Simí, de Ramá; sobre las provisiones de vino de las
bodegas, Zabdí, de Sefán;
28 sobre los olivares y los sicómoros que había en la Tierra Baja, Báal
Janán, de Guéder; sobre los almacenes de aceite, Joás;
29 sobre las vacadas que pacían en Sarón, Sitray el saronita; sobre las
vacadas de los valles, Safat, hijo de Adlay;
30 sobre los camellos, Obil el ismaelita; sobre las asnas, Jejdeías, de
Meronot;
31 sobre las ovejas, Yaziz el hagarita. Todos estos eran intendentes de
la hacienda del rey David.
32 Jonatán, tío de David, hombre prudente e instruido, era consejero;
él y Yejiel, hijo de Yakmoní, cuidaban de los hijos del rey.
33 Ajitófel era consejero del rey, y Jusay el arquita era amigo del rey.
34 Después de Ajitófel, lo fueron Yehoyadá, hijo de Benaías, y
Abiatar. Joab era el jefe del ejército del rey.
1 Crónicas 28
1 David reunió en Jerusalén a todos los jefes de Israel, los jefes de las
tribus, los jefes de las secciones que estaban al servicio del rey, los jefes de
millar y los jefes de cien, los administradores de la hacienda y del ganado
del rey y de sus hijos, a los eunucos, los valientes y todos los hombres de
valor.
2 Y, poniéndose en pie, dijo el rey David: «Oídme, hermanos míos y
pueblo mío: Había decidido en mi corazón edificar una Casa donde
descansase el arca de la alianza de Yahveh y sirviese de escabel de los pies
de nuestro Dios. Ya había hecho yo preparativos para la construcción,
3 pero Dios me dijo: “No edificarás tú la Casa a mi nombre, pues eres
hombre de guerra y has derramado sangre.
4 «Sin embargo, Yahveh, el Dios de Israel, me ha elegido de entre
toda la casa de mi padre, para que fuese rey de Israel para siempre. Pues
escogió a Judá para ser caudillo, y de las familias de Judá a la casa de mi
padre, y de entre los hijos de mi padre se ha complacido en mí para
establecer un rey sobre todo Israel.5 Y entre todos mis hijos – pues Yahveh me ha dado muchos hijos –
eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Yahveh
sobre Israel.
6 Y El me dijo: “Tú hijo Salomón edificará mi Casa y mis atrios;
porque le he escogido a él por hijo mío, y yo seré para él padre.
7 Haré estable su reino para siempre, si se mantiene firme en el
cumplimiento de mis mandamientos y de mis normas como lo hace hoy.”
8 «Ahora, pues, a los ojos de todo Israel, que es la asamblea de
Yahveh, y a oídos de nuestro Dios, guardad y meditad todos los
mandamientos de Yahveh vuestro Dios, para que podáis poseer esta tierra
espléndida y la dejéis como heredad a vuestros hijos después de vosotros
para siempre.
9 «Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele
con corazón entero y con ánimo generoso, porque Yahveh sondea todos los
corazones y penetra los pensamientos en todas sus formas. Si le buscas, se
dejará encontrar; pero si le dejas, él te desechará para siempre.
10 Mira ahora que Yahveh te ha elegido para edificar una Casa que
sea su santuario. ¡Sé fuerte, y manos a la obra!»
11 David dio a su hijo Salomón el diseño del vestíbulo y de los demás
edificios, de los almacenes, de las salas altas, de las salas interiores y del
lugar del Propiciatorio;
12 y también el diseño de todo lo que tenía en su mente respecto de
los atrios de la Casa de Yahveh, y de todas las cámaras de alrededor, para
los tesoros de la Casa de Dios y los tesoros de las cosas sagradas;
13 asimismo respecto de las clases de los sacerdotes y de los levitas y
del ejercicio del servicio de la Casa de Yahveh, como también de todos los
utensilios del servicio de la Casa de Yahveh.
14 Cuanto al oro, el peso de oro para cada uno de los utensilios de
cada servicio, y también la plata, según el peso que correspondía a cada uno
de los utensilios de cada clase de servicio;
15 asimismo el peso de los candelabros de oro y sus lámparas de oro,
según el peso de cada candelabro y de sus lámparas, y para los candelabros
de plata según el peso de cada candelabro y sus lámparas, conforme al
servicio de cada candelabro;
16 el peso de oro para las mesas de las filas de pan, para cada mesa, y
la plata para las mesas de plata;
17 oro puro para los tenedores, los acetres y los jarros; y asimismo lo
correspondiente para las copas de oro, según el peso de cada copa, y para
las copas de plata según el peso de cada copa;
18 para el altar del incienso, oro acrisolado según el peso; asimismo
según el peso; asimismo el modelo de la carroza y de los querubines que
extienden las alas y cubren el arca de la alianza de Yahveh.
19 Todo esto conforme a lo que Yahveh había escrito de su mano para
hacer comprender todos los detalles del diseño.
20 Y dijo David a su hijo Salomón: «¡Sé fuerte y ten buen ánimo; y
manos a la obra! No temas ni desmayes, porque Yahveh Dios, el Dios mío, está contigo; no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra
para el servicio de la Casa de Yahveh.
21 Ahí tienes las clases de los sacerdotes y de los levitas para todo el
servicio de la Casa de Dios; estarán a tu lado para cada clase de obra, todos
los hombres de buena voluntad y hábiles para cualquier clase de servicio; y
los jefes del pueblo entero están a tus órdenes.»
1 Crónicas 29
1 Dijo el rey David a toda la asamblea: «Mi hijo Salomón, el único
elegido por Dios, es todavía joven y débil, y la obra es grande; pues este
alcázar no es para hombre, sino para Yahveh Dios.
2 Con todas mis fuerzas he preparado, con destino a la Casa de mi
Dios, el oro para los objetos de oro, la plata para los de plata, el bronce para
los de bronce, el hierro para los de hierro, y la madera para los de madera;
piedras de ónice y de engaste, piedras brillantes y de varios colores, toda
suerte de piedras preciosas y piedras de alabastro en abundancia.
3 Fuera de esto, en mi amor por la Casa de mi Dios, doy a la Casa de
mi Dios el oro y la plata que poseo, además de todo lo que tengo preparado
para la Casa del santuario:
4 3.000 talentos de oro, del oro de Ofir, y 7.000 talentos de plata
acrisolada para recubrir las paredes de los edificios;
5 el oro para los objetos de oro, la plata para los de plata y para todas
las obras de orfebrería. ¿Quién, pues, quiere ahora hacer a manos llenas una
ofrenda a Yahveh?»
6 Entonces los cabezas de familia, los jefes de las tribus de Israel, los
jefes de millar y de cien, y los encargados de las obras del rey, ofrecieron
espontáneamente sus donativos,
7 y dieron para el servicio de la Casa de Dios 5.000 talentos de oro,
10.000 dáricos, 10.000 talentos de plata, 18.000 talentos de bronce y
100.000 talentos de hierro.
8 Los que tenían piedras preciosas las entregaron para el tesoro de la
Casa de Yahveh, en manos de Yejiel el guersonita .
9 Y el pueblo se alegró por estas ofrendas voluntarias; porque de todo
corazón la habían ofrecido espontáneamente a Yahveh. También el rey
David tuvo un gran gozo.
10 Después bendijo David a Yahveh en presencia de toda la asamblea
diciendo: «¡Bendito tú, oh Yahveh, Dios de nuestro padre Israel, desde
siempre hasta siempre!
11 Tuya, oh Yahveh, es la grandeza, la fuerza, la magnificencia, el
esplendor y la majestad; pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra.
Tuyo, oh Yahveh, es el reino; tú te levantas por encima de todo.
12 De ti proceden las riquezas y la gloria. Tú lo gobiernas todo; en tu
mano están el poder y la fortaleza, y es tu mano la que todo lo engrandece y
a todo da consistencia.
13 Pues bien, oh Dios nuestro, te celebramos y alabamos tu Nombre
magnífico.14 Pues, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que podamos
ofrecerle estos donativos? Porque todo viene de ti, y de tu mano te lo
damos.
15 Porque forasteros y huéspedes somos delante de ti, como todos
nuestros padres; como sombras son nuestros días sobre la tierra y no hay
esperanza.
16 Yahveh, Dios nuestro, todo este grande acopio que hemos
preparado para edificarte una Casa para tu santo Nombre, viene de tu mano
y tuyo es todo.
17 Bien sé, Dios mío, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud;
por eso te he ofrecido voluntariamente todo esto con rectitud de corazón, y
ahora veo con regocijo que tu pueblo, que está aquí, te ofrece
espontáneamente tus dones.
18 Oh Yahveh, Dios de nuestros padres Abraham, Isaac, e Israel,
conserva esto perpetuamente para formar los pensamientos en el corazón de
tu pueblo, y dirige tú su corazón hacia ti.
19 Da a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus
mandamientos, tus instrucciones y tus preceptos, para que todo lo ponga por
obra y edifique el alcázar que yo te he preparado.»
20 Después dijo David a toda la asamblea: «¡Bendecid a Yahveh,
vuestro Dios!» Y toda la asamblea bendijo a Yahveh, el Dios de sus padres,
se inclinaron y se postraron ante Yahveh y ante el rey.
21 Al día siguiente sacrificaron víctimas a Yahveh y le ofrecieron
holocaustos: mil novillos, mil carneros y mil corderos, con sus libaciones y
muchos sacrificios por todo Israel.
22 Aquel día comieron y bebieron ante Yahveh con gran gozo y por
segundo vez proclamaron rey a Salomón, hijo de David; le ungieron como
caudillo ante Yahveh, y a Sadoq como sacerdote.
23 Sentóse Salomón como rey sobre el trono de Yahveh en lugar de su
padre David: él prosperó y todo Israel le obedeció
24 Todos los jefes y valientes, y también todos los hijos del rey David,
prestaron obediencia al rey Salomón.
25 Y Yahveh engrandeció sobremanera a Salomón a los ojos de todo
Israel, y le dio un reinado glorioso como nunca había tenido ningún rey de
Israel antes de él.
26 David, hijo de Jesé, había reinado sobre todo Israel.
27 El tiempo que reinó sobre Israel fue de cuarenta años. En Hebrón
reinó siete años y en Jerusalén 33.
28 Murió en buena vejez, lleno de días, riqueza y gloria; y en su lugar
reinó su hijo Salomón.
29 Los hechos del rey David, de los primeros a los postreros, están
escritos en la historia del vidente Samuel, en la historia del profeta Natán y
en la historia del vidente Gad,
30 juntamente con todo su reinado y sus hazañas, y las cosas que le
sobrevinieron a él, a Israel y a todos los reinos de los demás países.LIBRO
SEGUNDO DE LAS CRÓNICAS
2 Crónicas 1
1 Salomón, hijo de David, se afianzó en su reino; Yahveh, su Dios,
estaba con él y le engrandeció sobremanera.
2 Salomón habló a todo Israel, a los jefes de millar y de cien, a los
jueces y a todos los jefes de todo Israel, cabezas de casas paternas.
3 Después Salomón fue con toda la asamblea al alto de Gabaón,
porque allí se hallaba la Tienda del Encuentro de Dios, que Moisés, siervo
de Yahveh, había hecho en el desierto.
4 Cuanto al arca de Dios, David la había llevado de Quiryat Yearim al
lugar preparado para ella, pues le había alzado una tienda en Jerusalén.
5 El altar de bronce que había hecho Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur,
estaba también allí delante de la Morada de Yahveh. Fueron, pues, Salomón
y la asamblea para consultarle.
6 Subió Salomón allí, al altar de bronce que estaba ante Yahveh, junto
a la Tienda del Encuentro, y ofreció sobre él mil holocaustos.
7 Aquella noche se apareció Dios a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que
quieras que te dé.»
8 Salomón respondió a Dios: «Tú tuviste gran amor a mi padre David,
y a mí me has hecho rey en su lugar.
9 Ahora, pues, oh Yahveh Dios, que se cumpla la promesa que hiciste
a mi padre David, ya que tú me has hecho rey sobre un pueblo numeroso
como el polvo de la tierra.
10 Dame, pues, ahora sabiduría e inteligencia, para que sepa
conducirme ante este pueblo tuyo tan grande.»
11 Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y
no has pedido riquezas ni bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni
tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría e
inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey,
12 por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y además te
daré riqueza, bienes y gloria como no las tuvieron los reyes que fueron
antes de ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan después de ti.»
13 Salomón regresó a Jerusalén desde el alto de Gabaón, de delante de
la Tienda del Encuentro, y reinó sobre Israel.
14 Salomón reunió carros y caballos, tuvo 1.400 carros y 12.000
caballos que llevó a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén.
15 Hizo el rey que la plata y el oro fuese tan abundante en Jerusalén
como las piedras y los cedros, como los sicómoros de la Tierra Baja.
16 Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia; los
mercaderes del rey los adquirían en Cilicia por su precio en dinero.
17 Traían de Egipto un carro por seiscientos siclos de plata, y un
caballo por 150. Los traían también como intermediarios para todos los
reyes de los hititas y todos los reyes de Aram.
18 Decidió, pues, Salomón edificar una Casa al Nombre de Yahveh y
una casa real para sí.
2 Crónicas 2
1 Salomón señaló 70.000 hombres para transportar cargas, 80.000
canteros en el monte y 3.600 capataces para ellos.
2 Salomón envió a decir a Juram, rey de Tiro: «Haz conmigo como
hiciste con mi padre David, enviándole maderas de cedro para que se
construyera una casa en que habitar.
3 Te hago saber que voy a edificar una Casa al Nombre de Yahveh, mi
Dios, para consagrársela, para quemar ante él incienso aromático, para la
ofrenda perpetua de los panes presentados, y para los holocaustos de la
mañana y de la tarde, de los sábados, novilunios y solemnidades de Yahveh
nuestro Dios, como se hace siempre en Israel.
4 La Casa que voy a edificar será grande, porque nuestro Dios es
mayor que todos los dioses.
5 Pero ¿quién será capaz de construirle una Casa, cuando los cielos y
los cielos de los cielos no pueden contenerle? ¿Y quién soy yo para
edificarle una Casa, aunque esté destinada tan sólo para quemar incienso en
su presencia?
6 Envíame, pues, un hombre diestro en trabajar el oro, la plata, el
bronce, el hierro, la púrpura escarlata, el carmesí y la púrpura violeta, y que
sepa grabar; estará con los expertos que tengo conmigo en Judá y en
Jerusalén, y que mi padre David ya había preparado.
7 Envíame también madera de cedro, de ciprés y algummim del
Líbano; pues bien sé que tus siervos saben talar los árboles del Líbano, y
mis siervos trabajarán con tus siervos,
8 para prepararme madera en abundancia; pues la Casa que voy a
edificar ha de ser grande y maravillosa.
9 Daré para el sustento de tus siervos, los taladores de los árboles,
20.000 cargas de trigo, 20.000 cargas de cebada, 20.000 medidas de vino y
20.000 medidas de aceite.»
10 Juram, rey de Tiro, respondió en una carta que envió al rey
Salomón: «Por el amor que tiene Yahveh a su pueblo te ha hecho rey sobre
ellos.»
11 Y añadía Juram: «Bendito sea Yahveh, el Dios de Israel, hacedor
del cielo y de la tierra, que ha dado al rey David un hijo sabio, prudente e
inteligente, que edificará una Casa a Yahveh y una casa real para sí.
12 Te envío, pues, ahora a Juram Abí, hombre hábil, dotado de
inteligencia;
13 es hijo de una danita, y su padre es de Tiro. Sabe trabajar el oro, la
plata, el bronce, el hierro, la piedra y la madera, la púrpura escarlata, la
púrpura violeta, el lino fino y el carmesí. Sabe también hacer toda clase de
grabados y ejecutar cualquier obra que se le proponga, a una con tus
artífices y los artífices de mi señor David, tu padre.
14 Que mande, pues, a sus siervos el trigo, la cebada, el aceite y el
vino de que ha hablado mi señor,
15 y por nuestra parte cortaremos del Líbano toda la madera que
necesites y te la llevaremos en balsas, por mar, hasta Joppe, y luego tú
mandarás que la suban a Jerusalén.»
16 Salomón hizo el censo de todos los forasteros residentes en Israel,
tomando por modelo el censo que había hecho su padre David; y se halló
que eran 153.600.
17 De ellos destinó 70.000 para el transporte de cargas, 80.000 para
las canteras en las montañas y 3.600 como capataces para hacer trabajar al
pueblo.
2 Crónicas 3
1 Empezó, pues, Salomón a edificar la Casa de Yahveh en Jerusalén,
en el monte Moria, donde Dios se había manifestado a su padre David, en el
lugar donde David había hecho los preparativos, en la era de Ornán el
jebuseo.
2 Dio comienzo a las obras el segundo mes del año cuarto de su
reinado.
3 Este es el plano sobre el que Salomón edificó la Casa de Dios:
sesenta codos de longitud, en codos de medida antigua, y veinte codos de
anchura.
4 El Ulam que estaba delante del Hekal de la Casa tenía una longitud
de veinte codos, correspondiente al ancho de la Casa, y una altura de 120.
Salomón lo recubrió por dentro de oro puro.
5 Revistió la Sala Grande de madera de ciprés y la recubrió de oro
fino, haciendo esculpir en ella palmas y cadenillas.
6 Para adornar la Casa la revistió también de piedras preciosas; el oro
era oro de Parvayim.
7 Recubrió de oro la Casa, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus
puertas, y esculpió querubines sobre las paredes.
8 Construyó también la sala del Santo de los Santos, cuya longitud,
correspondiente al ancho de la Casa, era de veinte codos, y su anchura
igualmente de veinte codos. Lo revistió de oro puro, que pesaba seiscientos
talentos.
9 Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. Cubrió también de oro
las salas altas.
10 En el interior de la sala del Santo de los Santos hizo dos
querubines, de obra esculpida, que revistió de oro.
11 Las alas de los querubines tenían veinte codos de largo. Un ala era
de cinco codos y tocaba la pared de la sala; la otra ala tenía también cinco
codos y tocaba el ala del otro querubín.
12 El ala del segundo querubín era de cinco codos y tocaba la pared de
la sala; la otra ala tenía también cinco codos y pegaba con el ala del primer
querubín.
13 Las alas desplegadas de estos querubines medían veinte codos.
Estaban de pie, y con sus caras vueltas hacia la sala.14 Hizo también el velo de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí
y lino fino, y en él hizo poner querubines.
15 Delante de la sala hizo dos columnas de 35 codos de alto. El capitel
que las coronaba tenía cinco codos.
16 En el Debir hizo cadenillas y las colocó sobre los remates de las
columnas; hizo también cien granadas, que puso en las cadenillas.
17 Erigió las columnas delante del Hekal, una a la derecha y otra a la
izquierda, y llamó a la de la derecha Yakín y a la de la izquierda Boaz.
Proverbios 16
1 Al hombre, los planes del corazón; pero de Yahveh, la respuesta.
2 Al hombre le parecen puros todos sus caminos, pero Yahveh
pondera los espíritus.
3 Encomienda tus obras a Yahveh y tus proyectos se llevarán a cabo.
4 Todas las obras de Yahveh tienen su propio fin, hasta el malvado,
para el día del mal
5 Yahveh abomina al de corazón altivo, de cierto no quedará impune.
6 Con amor y lealtad se expía la falta; con el temor de Yahveh se evita
el mal.
7 Cuando Yahveh se complace en la conducta de un hombre. hasta a
sus enemigos los reconcilia con él.
8 Más vale poco, con justicia, que mucha renta sin equidad.
9 El corazón del hombre medita su camino, pero es Yahveh quien
asegura sus pasos
10 Oráculo en los labios del rey: en el juicio no comete falta su boca.
11 De Yahveh son la balanza y los platillos justos, todas las pesas del
saco son obra suya.
12 Los reyes aborrecen las malas acciones, pues su trono en la justicia
se afianza.
13 El favor del rey para los labios justos; y ama al que habla
rectamente.
14 El furor del rey es mensajero de muerte; pero el hombre sabio lo
apacigua.
15 Si el rostro del rey se ilumina, hay vida; su favor es como nube de
lluvia tardía.
16 Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro; adquirir inteligencia es
preferible a la plata.
17 La calzada de los rectos es apartarse del mal; el que atiende a su
camino, guarda su alma.
18 La arrogancia precede a la ruina; el espíritu altivo a la caída.
19 Mejor es ser humilde con los pobres que participar en el botín con
los soberbios.
20 El que está atento a la palabra encontrará la dicha, el que confía en
Yahveh será feliz.
21 Al de corazón sabio, se le llama inteligente, la dulzura de labios
aumenta el saber.
22 La prudencia es fuente de vida para el que la tiene, el castigo de los
necios es la necedad.
23 El corazón del sabio hace circunspecta su boca, y aumenta el saber
de sus labios.
24 Palabras suaves, panal de miel: dulces al alma, saludables al
cuerpo.
25 Hay caminos que parecen rectos, pero al cabo son caminos de
muerte.
26 El ansia del trabajador para él trabaja, pues le empuja el hambre de
su boca.
27 El hombre malvado trama el mal, tiene en los labios como un fuego
ardiente.
28 El hombre perverso provoca querellas, el delator divide a los
amigos.
29 El hombre violento seduce al vecino, y le hace ir por camino no
bueno.
30 Quien cierra los ojos es para meditar maldades, el que se muerde
los labios, ha consumado el mal.
31 Cabellos blancos son corona de honor; y en el camino de la justicia
se la encuentra.
32 Más vale el hombre paciente que el héroe, el dueño de sí que el
conquistador de ciudades.
33 Se echan las suertes en el seno, pero la decisión viene de Yahveh.
Proverbios 17
1 Mejor es un mendrugo de pan a secas, pero con tranquilidad, que
casa llena de sacrificios de discordia.
2 El siervo prudente prevalece sobre el hijo sin honra; tendrá, con los
hermanos, parte en la herencia.
3 Crisol para la plata, horno para el oro; los corazones, Yahveh mismo
los prueba.
4 El malo está atento a los labios inicuos, el mentiroso presta oído a la
lengua perversa.
5 Quien se burla de un pobre, ultraja a su Hacedor, quien se ríe de la
desgracia no quedará impune.
6 Corona de los ancianos son los hijos de los hijos; los padres son el
honor de los hijos.
7 Al necio no le sienta un lenguaje pulido, y aún menos al noble un
hablar engañoso.
8 El obsequio es un talismán, para el que puede hacerlo; dondequiera
que vaya, tiene éxito.
9 El que cubre un delito, se gana una amistad el que propala cosas,
divide a los amigos.10 Más afecta un reproche a un hombre inteligente que cien golpes a
un necio.
11 El malvado sólo busca rebeliones, pero le será enviado un cruel
mensajero.
12 Mejor topar con osa privada de sus cachorros que con tonto en su
necedad.
13 Si uno devuelve mal por bien no se alejará la desdicha de su casa.
14 Entablar proceso es dar curso libre a las aguas; interrúmpelo antes
de que se extienda.
15 Justificar al malo y condenar al justo; ambas cosas abomina
Yahveh.
Romanos 3
1 ¿Cuál es, pues, la ventaja del judío? ¿Cuál la utilidad de la
circuncisión?
2 Grande, de todas maneras. Ante todo, a ellos les fueron confiados
los oráculos de Dios.
3 Pues ¿qué? Si algunos de ellos fueron infieles ¿frustrará, por
ventura, su infidelidad la fidelidad de Dios?
4 ¡De ningún modo! Dios tiene que ser veraz y = todo hombre
mentiroso, = como dice la Escritura: = Para que seas justificado en tus
palabras y triunfes al ser juzgado. =
5 Pero si nuestra injusticia realza la justicia de Dios, ¿qué diremos?
¿Será acaso injusto Dios al descargar su cólera? (Hablo en términos
humanos.)
6 ¡De ningún modo! Si no, ¿cómo juzgará Dios al mundo?
7 Pero si con mi mentira sale ganando la verdad de Dios para gloria
suya ¿por qué razón soy también yo todavía juzgado como pecador?
8 Y ¿por qué no hacer el mal para que venga el bien, como algunos
calumniosamente nos acusan que decimos? Esos tales tienen merecida su
condenación.
9 Entonces ¿qué? ¿Llevamos ventaja? ¡De ningún modo!
10 Pues ya demostramos que tanto judíos como griegos están bajo el
pecado, como dice la Escritura: = No hay quien sea justo, ni siquiera uno
solo. =
11 = No hay un sensato, no hay quien busque a Dios. =
12 = Todos se desviaron, a una se corrompieron; no hay quien obre el
bien, no hay siquiera uno. =
13 = Sepulcro abierto es su garganta, con su lengua urden engaños.
Veneno de áspides bajo sus labios; =
14 = maldición y amargura rebosa su boca. =
15 = Ligeros sus pies para derramar sangre; =
16 = ruina y miseria son sus caminos. =
17 = El camino de la paz no lo conocieron, =
18 = no hay temor de Dios ante sus ojos. =
19 Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley lo dice para los que
están bajo la ley, para que toda boca enmudezca y el mundo entero se
reconozca reo ante Dios,
20 ya que = nadie será justificado ante él = por las obras de la ley,
pues la ley no da sino el conocimiento del pecado.
21 Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha
manifestado, atestiguada por la ley y los profetas,
22 justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen –
pues no hay diferencia alguna;
23 todos pecaron y están privados de la gloria de Dios –
24 y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención
realizada en Cristo Jesús,
25 a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su
propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por
alto los pecados cometidos anteriormente,
26 en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia
en el tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús.
27 ¿Dónde está, entonces, el derecho a gloriarse? Queda eliminado.!?
Por qué ley? ¿Por la de las obras? No. Por la ley de la fe.
28 Porque pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las
obras de la ley.
29 ¿Acaso Dios lo es únicamente de los judíos y no también de los
gentiles? ¡Sí, por cierto!, también de los gentiles;
30 porque no hay más que un solo Dios, que justificará a los
circuncisos en virtud de la fe y a los incircuncisos por medio de la fe.
31 Entonces ¿por la fe privamos a la ley de su valor? ¡De ningún
modo! Más bien, la consolidamos.
Romanos 4
1 ¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Si Abraham obtuvo la justicia por las obras, tiene de qué gloriarse,
mas no delante de Dios.
3 En efecto, ¿qué dice la Escritura? = Creyó Abraham en Dios y le fue
reputado como justicia. =
4 Al que trabaja no se le cuenta el salario como favor sino como
deuda;5 en cambio, al que, sin trabajar, cree en aquel que justifica al impío,
su fe se le reputa como justicia.
6 Como también David proclama bienaventurado al hombre a quien
Dios imputa la justicia independientemente de las obras:
7 = Bienaventurados aquellos cuyas maldades fueron perdonadas, y
cubiertos sus pecados. =
8 = Dichoso el hombre a quien el Señor no imputa culpa alguna. =
9 Entonces, ¿esta dicha recae sólo sobre los circuncisos o también
sobre los incircuncisos? Decimos, en efecto, que = la fe de Abraham le fue
reputada como justicia. =
10 Y ¿cómo le fue reputada? ¿siendo él circunciso o antes de serlo?
No siendo circunciso sino antes;
11 y = recibió la señal de la circuncisión = como sello de la justicia de
la fe que poseía siendo incircunciso. Así se convertía en padre de todos los
creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les fuera igualmente
imputada;
12 y en padre también de los circuncisos que no se contentan con la
circuncisión, sino que siguen además las huellas de la fe que tuvo nuestro
padre Abraham antes de la circuncisión.
13 En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a
Abraham y su posteridad la promesa de ser heredero del mundo.
14 Porque si son herederos los de la ley, la fe carece de objeto, y la
promesa queda abolida;
15 porque la ley produce la cólera; por el contrario, donde no hay ley,
no hay transgresión.
16 Por eso depende de la fe, para ser favor gratuito, a fin de que la
Promesa quede asegurada para toda la posteridad, no tan sólo para los de la
ley, sino también para los de la fe de Abraham, padre de todos nosotros,
17 como dice la Escritura: = Te he constituido padre de muchas
naciones: = padre nuestro delante de Aquel a quien creyó, de Dios que da la
vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean.
18 El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho =
padre de muchas naciones = según le había sido dicho: = Así será tu
posteridad. =
19 No vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor – tenía unos
cien años – y el seno de Sara, igualmente estéril.
20 Por el contrario, ante la promesa divina, no cedió a la duda con
incredulidad; más bien, fortalecido en su fe, dio gloria a Dios,
21 con el pleno convencimiento de que poderoso es Dios para cumplir
lo prometido.
22 Por eso = le fue reputado como justicia. =
23 Y la Escritura no dice solamente por él que = le fue reputado, =
sino también por nosotros,
24 a quienes ha de ser imputada la fe, a nosotros que creemos en
Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús Señor nuestro,
25 quien = fue entregado por nuestros pecados, = y fue resucitado para
nuestra justificación.
Romanos 5

1 Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en
paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo,
2 por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta
gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios.
3 Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación engendra la paciencia;
4 la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza,
5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.
6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo
señalado, Cristo murió por los impíos; –
7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de
bien tal vez se atrevería uno a morir -;
8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros
todavía pecadores, murió por nosotros.
9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre,
seremos por él salvos de la cólera!
10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados,
seremos salvos por su vida!
11 Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por
nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
12 Por tanto, como por un solo hombre = entró el pecado en el mundo
= y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron;
13 – porque, hasta la ley, había pecado en el mundo, pero el pecado no
se imputa no habiendo ley;
14 con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés aun sobre
aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el
cual es figura del que había de venir…
15 Pero con el don no sucede como con el delito. Si por el delito de
uno solo murieron todos ¡cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado
por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre todos!
16 Y no sucede con el don como con las consecuencias del pecado de
uno solo; porque la sentencia, partiendo de uno solo, lleva a la
condenación, mas la obra de la gracia, partiendo de muchos delitos, se
resuelve en justificación.
17 En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo
hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el
don de la justicia, reinarán en la vida por un solo, por Jesucristo!18 Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres
la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la
justificación que da la vida.
19 En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo
todos serán constituidos justos.
20 La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero
donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;
21 así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría
la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro
Señor.