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2 Crónicas 30

1 Ezequías envió mensajeros a todo Israel y Judá, y escribió también
cartas a Efraím y Manasés, para que viniesen a la Casa de Yahveh, en
Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua en honor de Yahveh, el Dios de Israel.
2 Pues el rey y sus jefes y toda la asamblea de Jerusalén habían
determinado celebrar la Pascua en el mes segundo,
3 ya que no fue posible celebrarla a su debido tiempo, porque los
sacerdotes no se habían santificado en número suficiente y el pueblo no se
había reunido en Jerusalén.
4 Pareció bien esto a los ojos del rey y de toda la asamblea.
5 Y decidieron enviar aviso a todo Israel, desde Berseba hasta Dan,
para que vinieran a Jerusalén a celebrar la Pascua en que eran muchos los
que no la habían celebrado según lo escrito.
6 Los correos, con las cartas del rey y de sus jefes, recorrieron todo
Israel y Judá, como el rey lo había mandado y decían: «Hijos de Israel,
volveos a Yahveh, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá
al resto que ha quedado de vosotros, los que han escapado de la mano de los
reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron
infieles a Yahveh, el Dios de sus padres; por lo cual él los entregó a la
desolación, como estáis viendo.
8 Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la
mano a Yahveh, venid a su santuario, que él ha santificado para siempre;
servid a Yahveh, vuestro Dios, y se apartará de vosotros el furor de su ira.
9 Porque si os volvéis a Yahveh, vuestros hermanos y vuestros hijos
hallarán misericordia ante aquellos que los llevaron cautivos, y volverán a
esta tierra, pues Yahveh vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no
apartará de vosotros su rostro, si vosotros os convertís a él.»
10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad por el país de Efraím y de
Manasés, llegaron hasta Zabulón; pero se reían y se burlaban de ellos.
11 Sin embargo, hubo hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón que
se humillaron y vinieron a Jerusalén.
12 También en Judá se dejó sentir la mano de Dios, que les dio
corazón unánime para cumplir el mandamiento del rey y de los jefes, según
la palabra de Yahveh.
13 Se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta de los
Ázimos en el mes segundo; era una asamblea muy grande.
14 Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén;
quitaron también todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente
Cedrón.
15 Inmolaron la Pascua el día catorce del mes segundo. También los
sacerdotes y los levitas, llenos de confusión, se santificaron y trajeron
holocaustos a la Casa de Yahveh.
16 Ocuparon sus puestos según su reglamento, conforme a la Ley de
Moisés, hombre de Dios; y los sacerdotes rociaban con la sangre que
recibían de mano de los levitas.17 Y como muchos de la asamblea no se habían santificado, los levitas
fueron encargados de inmolar los corderos pascuales para todos los que no
se hallaban puros, a fin de santificarlos para Yahveh.
18 Pues una gran parte del pueblo, muchos de Efraím, de Manasés, de
Isacar y de Zabulón, no se habían purificado, y con todo comieron la Pascua
sin observar lo escrito. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: «¡Que
Yahveh, que es bueno, perdone a todos aquellos
19 cuyo corazón está dispuesto a buscar al Dios Yahveh, el Dios de
sus padres, aunque no tengan la pureza requerida para las cosas sagradas!»
20 Y oyó Yahveh a Ezequías y dejó salvo al pueblo.
21 Los israelitas que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los
Ázimos por siete días con gran alegría; mientras los levitas y los sacerdotes
alababan a Yahveh todos los días con todas sus fuerzas.
22 Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían perfecto
conocimiento de Yahveh. Comieron durante los siete días las víctimas de la
solemnidad, sacrificando sacrificios de comunión y alabando a Yahveh, el
Dios de sus padres.
23 Toda la asamblea resolvió celebrar la solemnidad por otros siete
días, y la celebraron con júbilo siete días más.
24 Porque Ezequías, rey de Judá, había reservado para toda la
asamblea mil novillos y 7.000 ovejas. Los jefes, por su parte, habían
reservado para la asamblea mil novillos y 10.000 ovejas, pues ya se habían
santificado muchos sacerdotes.
25 Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas y también
toda la asamblea que había venido de Israel y los forasteros venidos de la
tierra de Israel, lo mismo que los que habitaban en Judá, se llenaron de
alegría.
26 Hubo gran gozo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón,
hijo de David, rey de Israel, no se había hecho cosa semejante en Jerusalén.
27 Después se levantaron los sacerdotes y los levitas, y bendijeron al
pueblo; y fue oída su voz, y su oración penetró en el cielo, su santa morada.

2 Crónicas 31

1 Terminado todo esto, salieron todos los israelitas que se hallaban
presentes a recorrer las ciudades de Judá; y rompieron las estelas, abatieron
los cipos y derribaron los altos y los altares en todo Judá y Benjamín, y
también en Efraím y Manasés, hasta acabar con ellos. Después volvieron
todos los hijos de Israel, cada cual a su propiedad, a sus ciudades.
2 Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas,
cada uno en su sección, según su servicio, ya fuera sacerdote, ya levita, ya
se tratara de holocaustos y sacrificios de comunión, ya de servicio litúrgico,
acción de gracias o himnos, en las puertas del campamento de Yahveh.
3 Destinó el rey una parte de su hacienda para los holocaustos,
holocaustos de la mañana y de la tarde y holocaustos de los sábados, de los
novilunios y de las solemnidades, según lo escrito en la Ley de Yahveh.4 Mandó al pueblo que habitaba en Jerusalén que entregase la parte de
los sacerdotes y levitas a fin de que pudiesen perseverar en la Ley de
Yahveh.
5 Cuando se divulgó esta disposición, los israelitas trajeron en
abundancia las primicias del trigo, del vino, del aceite y de la miel y de
todos los productos del campo; presentaron igualmente el diezmo de todo
en abundancia.
6 Los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá
trajeron también el diezmo del ganado mayor y menor y el diezmo de las
cosas sagradas consagradas a Yahveh, su Dios, y lo distribuyeron por
montones.
7 En el mes tercero comenzaron a apilar los montones y terminaron el
mes séptimo.
8 Vinieron Ezequías y los jefes a ver los montones y bendijeron a
Yahveh y a su pueblo Israel.
9 Cuando Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de
los montones,
10 respondió el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoq, y dijo:
«Desde que se comenzaron a traer las ofrendas reservadas a la Casa de
Yahveh, hemos comido y nos hemos saciado, y aún sobra muchísimo,
porque Yahveh ha bendecido a su pueblo; y esta gran cantidad es lo que
sobra.»
11 Entonces mandó Ezequías que se preparasen salas en la Casa de
Yahveh. Las prepararon,
12 y metieron allí en lugar seguro las ofrendas reservadas, los diezmos
y las cosas consagradas. El levita Konanías fue nombrado intendente, y
Simí, hermano suyo, era el segundo.
13 Yejiel, Azazías, Najat, Asahel, Yerimot, Yozabad, Eliel, Jismakías,
Májat y Benaías eran inspectores, a las órdenes de Konanías y de Simí, su
hermano, bajo la vigilancia del rey Ezequías y de Azarías, príncipe de la
Casa de Dios.
14 El levita Qoré, hijo de Yimná, portero de la puerta oriental, estaba
encargado de las ofrendas voluntarias hechas a Dios, y de repartir la ofrenda
reservada a Yahveh y las cosas sacratísimas.
15 En las ciudades sacerdotales estaban permanentemente bajo sus
órdenes Eden, Minyamín, Yesúa, Semaías, Amarías y Sekanías, para
repartir a sus hermanos, así grandes como chicos, según sus clases,
16 dejando aparte a los hombres de treinta años para arriba, inscritos
en las genealogías, a todos los que entraban en la Casa de Yahveh, según la
tarea de cada día, para cumplir los servicios de su ministerio, conforme a
sus clases.
17 Los sacerdotes estaban inscritos en las genealogías, conforme a sus
casas paternas, igual que los levitas, desde los veinte años en adelante,
según sus obligaciones y sus clases.18 Estaban también inscritos en las genealogías todos sus niños, sus
mujeres, sus hijos y sus hijas, de toda la asamblea, porque se santificaban
fielmente por medio de las cosas sagradas.
19 Para los sacerdotes, hijos de Aarón, que vivían en el campo, en los
ejidos de sus ciudades, había en cada ciudad hombres designados
nominalmente, para dar las porciones a todos los varones de los sacerdotes,
y a todos los levitas inscritos en las genealogías.
20 Esto hizo Ezequías en todo Judá haciendo lo bueno y recto y
verdadero ante Yahveh su Dios.
21 Todas las obras que emprendió en servicio de la Casa de Dios, la
Ley y los mandamientos, las hizo buscando a su Dios con todo su corazón y
tuvo éxito.

2 Crónicas 32

1 Después de todas estas pruebas de fidelidad, vino Senaquerib, rey de
Asiria, invadió Judá, puso sitio a las ciudades fortificadas y mandó forzar
las murallas.
2 Cuando vio Ezequías que Senaquerib venía con intención de atacar a
Jerusalén,
3 tomó consejo con sus jefes y sus valientes en orden a cegar las
fuentes de agua que había fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron.
4 Juntóse mucha gente, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que
corría por medio de la región, diciendo: «Cuando vengan los reyes de
Asiria, ¿por qué han de hallar tanta agua?»
5 Y cobrando ánimo, reparó toda la muralla que estaba derribada,
alzando torres sobre la misma, levantó otro muralla exterior, fortificó el
Milló en la Ciudad de David, y fabricó una gran cantidad de armas
arrojadizas y escudos.
6 Puso jefes de combate sobre el pueblo, los reunió a su lado en la
plaza de la puerta de la ciudad, y hablándoles al corazón, dijo:
7 «Sed fuertes y tened ánimo; no temáis, ni desmayéis ante el rey de
Asiria, ni ante toda la muchedumbre que viene con él, porque es más el que
está con nosotros que el que está con él.
8 Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Yahveh
nuestro Dios para ayudarnos y para combatir nuestros combates.» Y el
pueblo quedó confortado con las palabras de Ezequías, rey de Judá.
9 Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando
Lakís, con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén, a Ezequías, rey
de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén para decirles:
10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué ponéis vuestra
confianza, para que permanezcáis cercados en Jerusalén?
11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a la muerte por hambre y
sed, cuando dice: “Yahveh nuestro Dios nos librará de la mano del rey de
Asiria”?12 ¿No es este el mismo Ezequías que ha quitado sus altos y sus
altares y ha dicho a Judá y Jerusalén: “Ante un solo altar os postraréis y
sobre él habréis de quemar incienso”?
13 ¿Acaso no sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho con todos
los pueblos de los países? ¿Por ventura los dioses de las naciones de estos
países han sido capaces de librar sus territorios de mi mano?
14 ¿Quién de entre todos los dioses de aquellas naciones que mis
padres dieron al anatema pudo librar a su pueblo de mi mano? ¿Es que
vuestro Dios podrá libraros de mi mano?
15 Ahora, pues, que no os engañe Ezequías ni os embauque de esa
manera. No le creáis; ningún dios de ninguna nación ni de ningún reino ha
podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de la mano de mis padres, ¡cuánto
menos podrá vuestro Dios libraros a vosotros de mi mano!»
16 Sus siervos dijeron todavía más cosas contra Yahveh Dios y contra
Ezequías su siervo.
17 Escribió además cartas para insultar a Yahveh, Dios de Israel,
hablando contra él de este modo: «Así como los dioses de las naciones de
otros países no han salvado a sus pueblos de mi mano, así tampoco el Dios
de Ezequías salvará a su pueblo de mi mano.»
18 Los enviados gritaban en voz alta, en lengua judía, al pueblo de
Jerusalén, que estaba sobre el muro, para atemorizarlos y asustarlos, y
poder conquistar la ciudad,
19 y hablando del Dios de Jerusalén como de los dioses de los pueblos
de la tierra, que son obra de manos de hombre.
20 En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós,
oraron y clamaron al cielo.
21 Y Yahveh envió un ángel que exterminó a todos los guerreros
esforzados de su ejército, a los príncipes y a los jefes que había en el
campamento del rey de Asiria; el cual volvió a su tierra cubierta la cara de
vergüenza, y al entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus
propias entrañas le hicieron caer a espada.
22 Así salvó Yahveh a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la
mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y
les dio paz por todos lados.
23 Muchos trajeron entonces ofrendas a Yahveh, a Jerusalén, y
presentes a Ezequías, rey de Judá; el cual de allí en adelante adquirió gran
prestigio a los ojos de todas las naciones.
24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; pero hizo
oración a Yahveh, que le escuchó y le otorgó una señal maravillosa.
25 Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, pues se
ensoberbeció su corazón, por lo cual la Cólera vino sobre él, sobre Judá y
Jerusalén.
26 Mas después de haberse ensoberbecido en su corazón, se humilló
Ezequías, él y los habitantes de Jerusalén; y por eso no estalló contra ellos
la ira de Yahveh en los días de Ezequías.27 Ezequías tuvo riquezas y gloria en gran abundancia. Adquirió
tesoros de plata, oro, piedras preciosas, bálsamos, joyas y de toda suerte de
objetos de valor.
28 Tuvo también almacenes para las rentas de trigo, de mosto y de
aceite; pesebres para toda clase de ganado y apriscos para los rebaños.
29 Se hizo con asnos y poseía ganado menor y mayor en abundancia,
pues Dios le había dado muchísima hacienda.
30 Este mismo Ezequías cegó la salida superior de las aguas del
Guijón y las condujo, bajo tierra, a la parte occidental de la Ciudad de
David. Ezequías triunfó en todas sus empresas;
31 cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para
investigar la señal maravillosa ocurrida en el país, Dios le abandonó para
probarle y descubrir todo lo que tenía en su corazón.
32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras piadosas están
escritos en las visiones del profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los
reyes de Judá y de Israel.
33 Se acostó Ezequías con sus padres, y le sepultaron en la subida de
los sepulcros de los hijos de David; y todo Judá y los habitantes de
Jerusalén le rindieron honores a su muerte. En su lugar reinó su hijo
Manasés.

2 Crónicas 33

1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó 55 años
en Jerusalén.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh según las abominaciones de las
gentes que Yahveh había expulsado delante de los israelitas.
3 Volvió a edificar los altos que su padre Ezequías había derribado,
alzó altares a los Baales, hizo cipos, se postró ante todo el ejército de los
cielos y les sirvió.
4 Construyó también altares en la Casa de Yahveh, de la que Yahveh
había dicho: «En Jerusalén estará mi Nombre para siempre.»
5 Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios de la
Casa de Yahveh,
6 e hizo pasar a sus hijos por el fuego en el valle de Ben Hinnom;
practicó los presagios, los augurios y la hechicería, e hizo traer nigromantes
y adivinos, haciendo mucho mal a los ojos de Yahveh y provocando su
cólera.
7 Colocó la imagen del ídolo, que había fabricado, en la Casa de Dios,
de la cual había dicho Dios a David y a Salomón, su hijo: «En esta Casa y
en Jerusalén, que he elegido de entre todas las tribus de Israel, pondré mi
Nombre para siempre.
8 Y no apartaré más el pie de Israel de sobre la tierra que di a vuestros
padres, con tal que procuren hacer según todo lo que les he mandado,
según toda la Ley, los decretos y las normas ordenados por Moisés.»9 Manasés desvió a Judá y a los habitantes de Jerusalén para que
hicieran mayores males que las gentes que Yahveh había exterminado
delante de los israelitas.
10 Habló Yahveh a Manasés y a su pueblo, pero no hicieron caso.
11 Entonces Yahveh hizo venir sobre ellos a los jefes del ejército del
rey de Asiria, que apresaron a Manasés con ganchos, le ataron con cadenas
de bronce y le llevaron a Babilonia.
12 Cuando se vio en angustia, quiso aplacar a Yahveh su Dios,
humillándose profundamente en presencia del Dios de sus padres.
13 Oró a él y Dios accedió, oyó su oración y le concedió el retorno a
Jerusalén, a su reino. Entonces supo Manasés que Yahveh es el Dios.
14 Después de esto edificó la muralla exterior de la Ciudad de David
al occidente de Guijón, en el torrente, hasta la entrada de la Puerta de los
Peces, cercando el Ofel, y la elevó a gran altura. Puso también jefes del
ejército en todas las plazas fuertes de Judá.
15 Quitó de la Casa de Yahveh los dioses extraños, el ídolo y todos
los altares que había erigido en el monte de la Casa de Yahveh y en
Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad.
16 Reedificó el altar de Yahveh y ofreció sobre él sacrificios de
comunión y de alabanza, y mandó a Judá que sirviese a Yahveh, el Dios de
Israel.
17 Sin embargo, el pueblo ofrecía aún sacrificios en los altos, aunque
sólo a Yahveh su Dios.
18 El resto de los hechos de Manasés, su oración a Dios, y las palabras
de los videntes que le hablaron en nombre de Yahveh, Dios de Israel, se
encuentran escritos en los Hechos de los reyes de Israel.
19 Su oración y cómo fue oído, todo su pecado, su infidelidad, los
sitios donde edificó altos y donde puso cipos e ídolos antes de humillarse:
todo está escrito en los Hechos de Jozay.
20 Se acostó Manasés con sus padres, y le sepultaron en su casa. En su
lugar reinó su hijo Amón.
21 Amón tenía veintidós años cuando empezó a reinar, y reinó dos
años en Jerusalén.
22 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, como había hecho su padre
Manasés. Amón ofreció sacrificios y sirvió a todos los ídolos que había
fabricado su padre Manasés.
23 Pero no se humilló delante de Yahveh, como se había humillado su
padre Manasés; al contrario, Amón cometió aún más pecados.
24 Se conjuraron contra él sus siervos, y le dieron muerte en su casa.
25 Pero el pueblo de la tierra mató a todos los conjurados contra el rey
Amón, y proclamó rey en su lugar a su hijo Josías.

2 Crónicas 34

1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó 31 años en
Jerusalén.2 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh, siguiendo los caminos de su
padre David; sin apartarse a derecha ni a izquierda.

3 El año octavo de su reinado, siendo todavía joven, comenzó a buscar
al Dios de su padre David; y en el año doce empezó a purificar a Judá y
Jerusalén de los altos, de los cipos, de las estatuas y de los ídolos fundidos.
4 Derribaron en su presencia los altares de los Baales, hizo arrancar
los altares de aromas que había sobre ellos, y rompió los cipos, las
imágenes y los ídolos fundidos reduciéndolos a polvo, que esparció sobre
las sepulturas de los que les habían ofrecido sacrificios.
5 Quemó los huesos de los sacerdotes sobre los altares y purificó a
Judá y Jerusalén.
6 En las ciudades de Manasés, de Efraím y de Simeón, y hasta en
Neftalí y en los territorios asolados que las rodeaban,
7 derribó los altares, demolió los cipos y las estatuas y las redujo a
polvo, y abatió los altares de aromas en toda la tierra de Israel. Después
regresó a Jerusalén.
8 El año dieciocho de su reinado, mandó a Safán, hijo de Asalías, a
Maasías, comandante de la ciudad, y a Yoaj, hijo de Yoajaz, heraldo, que
reparasen la Casa de Yahveh su Dios para purificar la tierra y la Casa.
9 Fueron ellos donde el sumo sacerdote Jilquías y le entregaron el
dinero traído a la Casa de Dios, que los levitas y porteros habían recibido de
Manasés y de Efraím y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjamín y
de los habitantes de Jerusalén.
10 Lo pusieron en manos de los que hacían el trabajo, los encargados
de la Casa de Yahveh, y éstos se lo dieron a los obreros para reparar y
restaurar la Casa.
11 Lo dieron a los carpinteros y obreros de la construcción para
comprar piedras de cantería y madera y vigas de trabazón para el
maderamen de los edificios destruidos por los reyes de Judá.
12 Estos hombres ejecutaban los trabajos honradamente. Estaban bajo
la vigilancia de Yájat y Abdías, levitas de los hijos de Merarí, y de Zacarías
y Mesul-lam, de los hijos de Quehat, que les dirigían, y de otros levitas;
todos ellos maestros en tañer instrumentos músicos.
13 Dirigían también a los peones de carga y a todos los que trabajaban
en la obra, en los distintos servicios. Entre los levitas había además,
escribas, notarios y porteros.
14 Cuando estaban sacando el dinero traído a la Casa de Yahveh, el
sacerdote Jilquías encontró el libro de la Ley de Yahveh dada por Moisés;
15 y Jilquías tomó la palabra y dijo al secretario Safán: «He
encontrado el libro de la Ley en la Casa de Yahveh»; y Jilquías entregó el
libro a Safán.
16 Safán llevó el libro al rey, y le rindió cuentas diciendo: «Tus
siervos están haciendo todo lo que les ha sido encargado.
17 Han fundido el dinero traído a la Casa de Yahveh y lo han
entregado a los encargados y a los que trabajan en la obra.»18 El secretario Safán anunció al rey: «El sacerdote Jilquías me ha
entregado un libro.» Y Safán leyó una parte en presencia del rey.
19 Cuando el rey oyó las palabras de la Ley, rasgó sus vestidos,
20 y ordenó a Jilquías, a Ajicam, hijo de Safán, a Abdón, hijo de
Miká, a Safán, secretario, y a Asaías, servidor del rey:
21 «¡Id!; consultad a Yahveh por mí y por el resto de Israel y de Judá,
acerca de las palabras del libro que ha sido encontrado, porque grande es la
cólera de Yahveh que se derrama sobre nosotros; pues nuestros padres no
han guardado la palabra de Yahveh haciendo conforme a todo lo escrito en
este libro.»
22 Jilquías y los enviados del rey fueron donde la profetisa Juldá,
mujer de Sallum, hijo de Toqhat, hijo de Jasrá, encargado del vestuario;
vivía ella en Jerusalén, en la ciudad nueva; y ellos le hablaron conforme a lo
indicado;
23 ella les respondió: «Así habla Yahveh, el Dios de Israel: Decid al
hombre que os ha enviado a mí:
24 Así habla Yahveh: Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus
habitantes; todas las maldiciones escritas en el libro que se ha leído delante
del rey de Judá;
25 porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros
dioses, irritándome con todas las obras de sus manos; mi cólera se ha
derramado sobre este lugar y no se apagará.
26 Y al rey de Judá que os ha enviado para consultar a Yahveh, le
diréis: Así dice Yahveh, Dios de Israel, acerca de las palabras que has
oído…
27 Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de
Dios al oír sus palabras contra este lugar y sus habitantes, y porque te has
humillado ante mí, has rasgado tus vestidos y has llorado ante mí, por eso
yo, a mi vez, he oído, oráculo de Yahveh.
28 Voy a reunirte con tus padres y serás recibido en paz en tu
sepulcro; y no verán tus ojos ninguno de los males que voy a traer sobre
este lugar y sus moradores.» Ellos llevaron la respuesta al rey.
29 Entonces el rey hizo reunir a todos los ancianos de Judá y de
Jerusalén.
30 Subió el rey a la Casa de Yahveh con todos los hombres de Judá y
los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes y los levitas, y todo el pueblo
desde el mayor hasta el menor, y leyó a sus oídos todas las palabras del
libro de la alianza que había sido encontrado en la Casa de Yahveh.
31 Y puesto en pie junto a la columna, hizo el rey alianza en presencia
de Yahveh, para andar tras de Yahveh y guardar sus mandamientos, sus
testimonios y sus preceptos, con todo su corazón y con toda su alma,
cumpliendo las palabras de la alianza escritas en aquel libro.
32 Hizo que la aceptaran cuantos se hallaban en Jerusalén y en
Benjamín. Y los habitantes de Jerusalén hicieron conforme a la alianza de
Dios, el Dios de sus padres.33 Josías hizo desaparecer todas las abominaciones de todas las
regiones de los israelitas, y obligó a todos los que se hallaban en Israel a
servir a Yahveh su Dios. Y mientras él vivió no se apartaron de Yahveh, el
Dios de sus padres.

2 Crónicas 35

1 Josías celebró una Pascua en honor de Yahveh en Jerusalén;
inmolaron la Pascua el día catorce del primer mes.
2 Restableció a los sacerdotes en sus ministerios y los animó al
servicio de la Casa de Yahveh.
3 Dijo a los levitas que tenían inteligencia para todo Israel y estaban
consagrados a Yahveh: «Colocad el arca santa en la Casa que edificó
Salomón, hijo de David, rey de Israel, porque ya no habréis de llevarla a
hombros; servid ahora a Yahveh vuestro Dios y a Israel, su pueblo.
4 Estad preparados según vuestras casas paternas y vuestras clases,
conforme a lo escrito por David, rey de Israel, y lo escrito por su hijo
Salomón.
5 Ocupad vuestros sitios en el santuario según los grupos de casas
paternas a disposición de vuestros hermanos, los hijos del pueblo; los
levitas tendrán parte en la familia paterna.
6 E inmolad la Pascua, santificaos y preparadla para vuestros
hermanos, cumpliendo la orden de Yahveh, dada por medio de Moisés.
7 Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos
como cabritos, en número de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales
para cuantos se hallaban presentes, y 3.000 bueyes. Todo ello de la
hacienda del rey.
8 También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo,
los sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la
Casa de Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas pascuales, 2.600
ovejas y trescientos bueyes.
9 Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y
Yozabad, jefes de los levitas, reservaron para los levitas 5.000 corderos
pascuales y quinientos bueyes.
10 Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo
mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del rey.
11 Se inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los sacerdotes
rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas, los levitas las
desollaban
12 y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las secciones de
las casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que lo ofreciesen a
Yahveh conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo mismo se hizo con
los bueyes.
13 Asaron la Pascua al fuego, según el ritual; cocieron las cosas
sagradas en ollas, calderos y cazuelas, y las repartieron con presteza entre
todos los hijos del pueblo.14 Después prepararon la Pascua para sí y para los sacerdotes; porque
los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en
ofrecer los holocaustos y las grasas. Por eso los levitas la prepararon para sí
y para los sacerdotes, hijos de Aarón.
15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto,
conforme a lo dispuesto por David, Asaf, Hemán y Yedutún, vidente del
rey; lo mismo los porteros, cada uno en su puerta. No tenían necesidad de
retirarse de su servicio, porque sus hermanos, los levitas, se lo preparaban
todo.
16 De esta manera se organizó aquel día todo el servicio de Yahveh
para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos sobre el altar de Yahveh,
según la orden del rey Josías.
17 Los israelitas que se hallaban allí celebraron en ese tiempo la
Pascua y la fiesta de los Ázimos durante siete días.
18 No se había celebrado Pascua como ésta en Israel desde los días de
Samuel, profeta; y ningún rey de Israel celebró una Pascua como la que
celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo Judá e Israel, que allí se
hallaban presentes, y los habitantes de Jerusalén.
19 Esta Pascua se celebró el año dieciocho del reinado de Josías.
20 Después de todo lo que hizo para reparar el Templo, subió Nekó,
rey de Egipto, para combatir en Karkemis, junto al Eufrates; y Josías le
salió al encuentro.
21 Nekó le envió mensajeros para decirle: «¿Qué tengo yo que ver
contigo, rey de Judá? No he venido hoy contra ti, sino contra la casa con la
cual estoy en guerra; y Dios me ha mandado que me apresure. Deja de
oponerte a Dios, que está conmigo, no sea que él te destruya.»
22 Pero Josías no se apartó de él, pues estaba decidido a darle batalla,
sin escuchar las palabras de Nekó, que venían de boca de Dios. Y avanzó
para librar batalla en la llanura de Meguiddó.
23 Los arqueros tiraron contra el rey Josías, y dijo el rey a sus siervos:
«Llevadme fuera, pues estoy gravemente herido.»
24 Sus siervos le sacaron del carro, y pasándole a otro carro que tenía,
le llevaron a Jerusalén, donde murió. Fue sepultado en los sepulcros de sus
padres y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías.
25 Jeremías compuso una elegía sobre Josías, y todos los cantores y
cantoras hablan todavía hoy de Josías en sus elegías; lo cual se ha hecho
costumbre en Israel. Están escritas entre las Lamentaciones.
26 El resto de los hechos de Josías, sus obras piadosas conforme a lo
escrito en la Ley de Yahveh,
27 y sus obras primeras y postreras, están escritas en el libro de los
reyes de Israel y de Judá.

Proverbios 22

1 Más vale buen nombre que muchas riquezas, y mejor es favor que
plata y oro.
2 El rico y el pobre se encuentran, a los dos los hizo Yahveh.
3 El hombre precavido ve el mal y se esconde, los simples pasan y
reciben castigo.
4 Premio de la humildad, el temor de Yahveh, la riqueza, el honor y la
vida.
5 Espinas y lazos en la senda del malo, el que cuida de su vida, se
aleja de ellos.
6 Instruye al joven según sus disposiciones, que luego, de viejo, no se
apartará de ellas.
7 El rico domina a los pobres, el deudor es esclavo de su acreedor.
8 Quien siembra injusticia cosecha miserias y la vara de su cólera
desaparecerá.9 El de buena intención será bendito, porque da de su pan al débil.
10 Expulsa al arrogante y se irá el litigio, y pleitos e injurias cesarán.
11 El que ama los corazones puros, el de gracia en los labios, es amigo
del rey.
12 Los ojos de Yahveh custodian la ciencia, pero confunden las
palabras del pérfido.
13 El perezoso dice: «Hay fuera un león; voy a ser muerto en medio
de la calle.»
14 Fosa profunda la boca de las mujeres ajenas: aquel contra el que
Yahveh se aíra, caerá en ella.
15 La necedad está enraizada en el corazón del joven, la vara de la
instrucción lo alejará de ella.
16 El que oprime a un débil, lo engrandece; el que da a un rico, llega a
empobrecerlo.
17 Presta oído y escucha las palabras de los sabios, y aplica tu corazón
a mi ciencia,
18 porque te será dulce guardarlas en tu seno, y tener todas a punto en
tus labios.
19 Para que esté en Yahveh tu confianza también a ti hoy te enseñaré.
20 ¿No he escrito para ti treinta capítulos de consejos y ciencia,
21 para hacerte conocer la certeza de las palabras verdaderas, y puedas
responder palabras verdaderas a quien te envíe?
22 No despojes al débil, porque es débil, y no aplastes al desdichado
en la puerta,
23 porque Yahveh defenderá su causa y despojará de la vida a los
despojadores.
24 No tomes por compañero a un hombre airado, ni vayas con un
hombre violento,
25 no sea que aprendas sus senderos, y te encuentres con un lazo para
tu vida.
26 No seas de los que chocan la mano, y salen fiadores de préstamos:
27 porque si no tienes con qué pagar, te tomarán el lecho en que te
acuestas.
28 No desplaces el lindero antiguo que tus padres pusieron.
29 ¿Has visto un hombre hábil en su oficio? Se colocará al servicio de
los reyes. No quedará al servicio de gentes oscuras.

Proverbios 23

1 Si te sientas a comer con poderoso, mira bien al que está frente a ti;
2 pon un cuchillo a tu garganta si eres hombre de apetito;
3 no desees sus manjares, porque es alimento engañoso.
4 No te fatigues por enriquecerte, deja de pensar en ello.
5 Pones tus ojos en ello y no hay nada. Porque se hace alas como
águila, y se vuela hasta el cielo.
6 No comas pan con hombre de malas intenciones, ni desees sus
manjares. 7 Porque, según lo que calcula en su interior, te dice: «¡Come y
bebe!», pero su corazón no está contigo.
8 Nada más comer lo vomitarías y tus palabras amables serían tu
ruina.
9 A oídos de necio no hables, porque se burlará de la prudencia de tus
dichos.
10 No desplaces el lindero antiguo, no entres en el campo de los
huérfanos,
11 porque su vengador es poderoso, y defendería su pleito contra ti.
12 Aplica tu corazón a la instrucción, y tus oídos a las palabras de la
ciencia.
13 No ahorres corrección al niño, que no se va a morir porque le
castigues con la vara.
14 Con la vara le castigarás y librarás su alma del seol.
15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, se alegrará también mi corazón,
16 y exultarán mis riñones al decir tus labios cosas rectas.
17 No envidie tu corazón a los pecadores, más bien en el temor de
Yahveh permanezca todo el día,
18 porque hay un mañana, y tu esperanza no será aniquilada.
19 Escucha, hijo, y serás sabio, y endereza tu corazón por el camino…
20 No seas de los que se emborrachan de vino, ni de los que se ahítan
de carne,
21 porque borracho y glotón se empobrecen y el sopor se viste de
harapos.

Romanos 15


1 Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los
débiles y no buscar nuestro propio agrado.
2 Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien,
buscando su edificación;
3 pues tampoco Cristo buscó su propio agrado, antes bien, como dice
la Escritura: = Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mi. =4 En efecto todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para
enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las
Escrituras mantengamos la esperanza.
5 Y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos
para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús,
6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo.
7 Por tanto, acogeos mutuamente como os acogió Cristo para gloria de
Dios.
8 Pues afirmo que Cristo se puso al servicio de los circuncisos a favor
de la veracidad de Dios, para dar cumplimiento a las promesas hechas a los
patriarcas,
9 y para que los gentiles glorificasen a Dios por su misericordia, como
dice la Escritura: = Por eso te bendeciré entre los gentiles y ensalzaré tu
nombre. =
10 Y en otro lugar: = Gentiles, regocijaos juntamente con su pueblo; =
11 y de nuevo: = Alabad, gentiles todos, al Señor y cántenle himnos
todos los pueblos. =
12 Y a su vez Isaías dice: = Aparecerá el retoño de Jesé, el que se
levanta para imperar sobre los gentiles. En él pondrán los gentiles su
esperanza. =
13 El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe,
hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.
14 Por mi parte estoy persuadido, hermanos míos, en lo que a vosotros
toca, de que también vosotros estáis llenos de buenas disposiciones,
henchidos de todo conocimiento y capacitados también para amonestaros
mutuamente.
15 Sin embargo, en algunos pasajes os he escrito con cierto
atrevimiento, como para reavivar vuestros recuerdos, en virtud de la gracia
que me ha sido otorgada por Dios,
16 de ser para los gentiles ministro de Cristo Jesús, ejerciendo el
sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la oblación de los gentiles
sea agradable, santificada por el Espíritu Santo.
17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo referente al
servicio de Dios.
18 Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya
realizado por medio de mi para conseguir la obediencia de los gentiles, de
palabra y de obra,
19 en virtud de señales y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios,
tanto que desde Jerusalén y en todas direcciones hasta el Ilírico he dado
cumplimiento al Evangelio de Cristo;
20 teniendo así, como punto de honra, no anunciar el Evangelio sino
allí donde el nombre de Cristo no era aún conocido, para no construir sobre
cimientos ya puestos por otros,
21 antes bien, como dice la Escritura: = Los que ningún anuncio
recibieron de él, le verán, y los que nada oyeron, comprenderán. =22 Esa era la razón por la cual siempre me veía impedido de llegar
hasta vosotros.
23 Mas ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones, y
deseando vivamente desde hace muchos años ir donde vosotros,
24 cuando me dirija a España… Pues espero veros al pasar, y ser
encaminado por vosotros hacia allá, después de haber disfrutado un poco de
vuestra compañía.
25 Mas, por ahora, voy a Jerusalén para el servicio de los santos,
26 pues Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta en favor
de los pobres de entre los santos de Jerusalén.
27 Lo tuvieron a bien, y debían hacérselo; pues si los gentiles han
participado en sus bienes espirituales, ellos a su vez deben servirles con sus
bienes temporales.
28 Así que, una vez terminado este asunto, y entregado oficialmente el
fruto de la colecta, partiré para España, pasando por vosotros.
29 Y bien sé que, al ir a vosotros, lo haré con la plenitud de las
bendiciones de Cristo.
30 Pero os suplico, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el
amor del Espíritu Santo, que luchéis juntamente conmigo en vuestras
oraciones rogando a Dios por mí,
31 para que me vea libre de los incrédulos de Judea, y el socorro que
llevo a Jerusalén sea bien recibido por los santos;
32 y pueda también llegar con alegría a vosotros por la voluntad de
Dios, y disfrutar de algún reposo entre vosotros.
33 El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.

Romanos 16

1 Os recomiendo a Febe, nuestra hermana, diaconisa de la Iglesia de
Cencreas.
2 Recibidla en el Señor de una manera digna de los santos, y asistidla
en cualquier cosa que necesite de vosotros, pues ella ha sido protectora de
muchos, incluso de mí mismo.
3 Saludad a Prisca y Aquila, colaboradores míos en Cristo Jesús.
4 Ellos expusieron sus cabezas para salvarme. Y no soy solo en
agradecérselo, sino también todas las Iglesias de la gentilidad;
5 saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa. Saludad a mi
querido Epéneto, primicias del Asia para Cristo.
6 Saludad a María, que se ha afanado mucho por vosotros.
7 Saludad a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de
prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo.
8 Saludad a Ampliato, mi amado en el Señor.
9 Saludad a Urbano, colaborador nuestro en Cristo; y a mi querido
Estaquio.
10 Saludad a Apeles, que ha dado buenas pruebas de sí en Cristo.
Saludad a los de la casa de Aristóbulo.11 Saludad a mi pariente Herodión. Saludad a los de la casa de
Narciso, en el Señor.
12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que se han fatigado en el Señor.
Saludad a la amada Pérside, que trabajó mucho en el Señor.
13 Saludad a Rufo, el escogido del Señor; y a su madre, que lo es
también mía.
14 Saludad a Asíncrito y Flegonta, a Hermes, a Patrobas, a Hermas y a
los hermanos que están con ellos.
15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, lo mismo que
a Olimpas y a todos los santos que están con ellos.
16 Saludaos los unos a los otros con el beso santo. Todas las Iglesias
de Cristo os saludan.
17 Os ruego, hermanos, que os guardéis de los que suscitan divisiones
y escándalos contra la doctrina que habéis aprendido; apartaos de ellos,
18 pues esos tales no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su
propio vientre, y, por medio de suaves palabras y lisonjas, seducen los
corazones de los sencillos.
19 Vuestra obediencia se ha divulgado por todas partes; por lo cual,
me alegro de vosotros. Pero quiero que seáis ingeniosos para el bien e
inocentes para el mal.
20 Y el Dios de la paz aplastará bien pronto a Satanás bajo vuestros
pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
21 Os saluda Timoteo, mi colaborador, lo mismo que Lucio, Jasón y
Sosípatro, mis parientes.
22 Os saludo en el Señor yo, Tercio, que he escrito esta carta.
23 Os saluda Gayo, huésped mío y de toda la Iglesia.
25 Os saluda Erasto, cuestor de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano.
A Aquel que puede consolidaros conforme al Evangelio mío y la
predicación de Jesucristo: revelación de un Misterio mantenido en secreto
durante siglos eternos,
26 pero manifestado al presente, por la Escrituras que lo predicen, por
disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para
obediencia de la fe,
27 a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los siglos
de los siglos! Amén.

EPÍSTOLA A LOS EFESIOS

Efesios 1

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos y
fieles en Cristo Jesús.
2 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en
Cristo;
4 por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo,
para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor;
5 eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de
Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el
Amado.
7 En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los
delitos, según la riqueza de su gracia
8 que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo
designio que en él se propuso de antemano,
10 para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a
Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.
11 A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según
el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su
voluntad,
12 para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes
esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el
Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la Promesa,
14 que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su
posesión, para alabanza de su gloria.
15 Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús
y de vuestra caridad para con todos los santos,
16 no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones,
17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria,
os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle
perfectamente;
18 iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es
la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria
otorgada por él en herencia a los santos,
19 y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los
creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa,

20 que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y
sentándole a su diestra en los cielos,
21 por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de
todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el
venidero.
22 = Bajo sus pies sometió todas la cosas = y le constituyó Cabeza
suprema de la Iglesia,
23 que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.

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