# 129

Isaías 60

1 ¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh
sobre ti ha amanecido!
2 Pues mira cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los
pueblos, mas sobre ti amanece Yahveh y su gloria sobre ti aparece.
3 Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
alborada.
4 Alza los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti. Tus
hijos vienen de lejos, y tus hijas son llevadas en brazos.
5 Tú entonces al verlo te pondrás radiante, se estremecerá y se
ensanchará tu corazón, porque vendrán a ti los tesoros del mar, las riquezas
de las naciones vendrán a ti.
6 Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y
Efá. Todos ellos de Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando
alabanzas a Yahveh.
7 Todas las ovejas de Quedar se apiñarán junto a ti, los machos
cabríos de Nebayot estarán a tu servicio. Subirán en holocausto agradable a
mi altar, y mi hermosa Casa hermosearé aún más.
8 ¿Quiénes son éstos que como nube vuelan, como palomas a sus
palomares?
9 Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en cabeza, para
traer a tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, por el nombre de
Yahveh tu Dios y por el Santo de Israel, que te hermosea.
10 Hijos de extranjeros construirán tus muros, y sus reyes se pondrán
a tu servicio, porque en mi cólera te herí, pero en mi benevolencia he tenido
compasión de ti.
11 Abiertas estarán tus puertas de continuo; ni de día ni de noche se
cerrarán, para dejar entrar a ti las riquezas de las naciones, traídas por sus
reyes.
12 Pues la nación y el reino que no se sometan a ti perecerán, esas
naciones serán arruinadas por completo.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj a una, a
embellecer mi Lugar Santo y honrar el lugar donde mis pies reposan.
14 Acudirán a ti encorvados los hijos de los que te humillaban, se
postrarán a tus pies todos los que te menospreciaban, y te llamarán la
Ciudad de Yahveh, la Sión del Santo de Israel.
15 En vez de estar tú abandonada, aborrecida y sin viandantes, yo te
convertiré en lozanía eterna, gozo de siglos y siglos.
16 Te nutrirás con la leche de las naciones, con las riquezas de los
reyes serás amamantada, y sabrás que yo soy Yahveh tu Salvador, y el que
rescata, el Fuerte de Jacob.
17 En vez de bronce traeré oro, en vez de hierro traeré plata, en vez de
madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Te pondré como gobernantes la
Paz, y por gobierno la Justicia.
18 No se oirá más hablar de violencia en tu tierra, ni de despojo o
quebranto en tus fronteras, antes llamarás a tus murallas «Salvación» y a tus
puertas «Alabanza».
19 No será para ti ya nunca más el sol luz del día, ni el resplandor de
la luna te alumbrará de noche, sino que tendrás a Yahveh por luz eterna, y a
tu Dios por tu hermosura.
20 No se pondrá jamás tu sol, ni tu luna menguará, pues Yahveh será
para ti luz eterna, y se habrán acabado los días de tu luto.
21 Todos los de tu pueblo serán justos, para siempre heredarán la
tierra; retoño de mis plantaciones, obra de mis manos para manifestar mi
gloria.
22 El más pequeño vendrá a ser un millar, el más chiquito, una nación
poderosa. Yo, Yahveh, a su tiempo me apresuraré a cumplirlo.

Isaías 61

1 El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha
ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a
vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los
reclusos la libertad;
2 a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro
Dios; para consolar a todos los que lloran,
3 para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de
vestido de luto, alabanza en vez de espíritu abatido. Se les llamará robles de
justicia, plantación de Yahveh para manifestar su gloria.
4 Edificarán las ruinas seculares, los lugares de antiguo desolados
levantarán, y restaurarán las ciudades en ruinas, los lugares por siempre
desolados.
5 Vendrán extranjeros y apacentarán vuestros rebaños, e hijos de
extraños serán vuestros labradores y viñadores.
6 Y vosotros seréis llamados «sacerdotes de Yahveh», «ministros de
nuestro Dios» se os llamará. La riqueza de las naciones comeréis y en su
gloria les sucederéis.
7 Por cuanto su vergüenza había sido doble, y en lugar de afrenta,
gritos de regocijo fueron su herencia, por eso en su propia tierra heredarán
el doble, y tendrán ellos alegría eterna.
8 Pues yo, Yahveh, amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen.
Les daré el salario de su trabajo lealmente, y alianza eterna pactaré con
ellos.
9 Será conocida en las naciones su raza y sus vástagos entre los
pueblos; todos los que los vean reconocerán que son raza bendita de
Yahveh.
10 «Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios,
porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha
envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con
aderezos.
11 Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un huerto
produce su simiente, así el Señor Yahveh hace germinar la justicia y la
alabanza en presencia de todas las naciones.»

Isaías 62

1 Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de
estar quedo, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación
brille como antorcha.
2 Verán las naciones tu justicia, todos los reyes tu gloria, y te llamarán
con un nombre nuevo que la boca de Yahveh declarará.
3 Serás corona de adorno en la mano de Yahveh, y tiara real en la
palma de tu Dios.
4 No se dirá de ti jamás «Abandonada», ni de tu tierra se dirá jamás
«Desolada», sino que a ti se te llamará «Mi Complacencia», y a tu tierra,
«Desposada». Porque Yahveh se complacerá en ti, y tu tierra será
desposada.
5 Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu
edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios.
6 Sobre los muros de Jerusalén he apostado guardianes; ni en todo el
día ni en toda la noche estarán callados. Los que hacéis que Yahveh
recuerde, no guardéis silencio.
7 No le dejéis descansar, hasta que restablezca, hasta que trueque a
Jerusalén en alabanza en la tierra.
8 Ha jurado Yahveh por su diestra y por su fuerte brazo: «No daré tu
grano jamás por manjar a tus enemigos. No beberán hijos de extraños tu
mosto por el que te fatigaste,
9 sino que los que lo cosechen lo comerán y alabarán a Yahveh, y los
que los recolecten lo beberán en mis atrios sagrados.»
10 ¡Pasad, pasad por las puertas! ¡Abrid camino al pueblo! ¡Reparad,
reparad el camino, y limpiadlo de piedras! ¡Izad pendón hacia los pueblos!
11 Mirad que Yahveh hace oír hasta los confines de la tierra: «Decid a
la hija de Sión: Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña, y
su paga le precede.
12 Se les llamará “Pueblo Santo”, “Rescatados de Yahveh”; y a ti se te
llamará “Buscada”, “Ciudad no Abandonada”.»

Isaías 63

1 – ¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosrá, con ropaje teñido de
rojo? ¿Ese del vestido esplendoroso, y de andar tan esforzado? – Soy yo que
hablo con justicia, un gran libertador.
2 – Y ¿por qué está de rojo tu vestido, y tu ropaje como el de un
lagarero?
3 – El lagar he pisado yo solo; de mi pueblo no hubo nadie conmigo.
Los pisé con ira, los pateé con furia, y salpicó su sangre mis vestidos, y toda
mi vestimenta he manchado.
4 ¡Era el día de la venganza que tenía pensada, el año de mi desquite
era llegado!
5 Miré bien y no había auxiliador; me asombré de que no hubiera
quien apoyase. Así que me salvó mi propio brazo, y fue mi furia la que me
sostuvo.
6 Pisoteé a pueblos en mi ira, los pise con furia e hice correr por tierra
su sangre.
7 Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de
Yahveh, por todo lo que nos ha premiado Yahveh, por la gran bondad para
la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su misericordia, y por la
abundancia de sus bondades.
8 Dijo él: «De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no
engañarán.» Y fue él su Salvador
9 en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él mismo
en persona los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató: los levantó
y los llevó todos los días desde siempre.
10 Mas ellos se rebelaron y contristaron a su Espíritu santo, y él se
convirtió en su enemigo, guerreó contra ellos.
11 Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés su siervo.
¿Dónde está el que los sacó de la mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el
que puso en él su Espíritu santo,
12 el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de Moisés, el que
hendió las aguas ante ellos para hacerse un nombre eterno,
13 el que les hizo andar por los abismos como un caballo por el
desierto, sin que tropezaran,
14 cual ganado que desciende al valle? El Espíritu de Yahveh los llevó
a descansar. Así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso.
15 observa desde los cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso.
¿Dónde está tu celo y tu fuerza, la conmoción de tus entrañas? ¿Es que tus
entrañas se han cerrado para mí?
16 Porque tú eres nuestro Padre, que Abraham no nos conoce, ni Israel
nos recuerda. Tú, Yahveh, eres nuestro Padre, tu nombre es «El que nos
rescata» desde siempre.
17 ¿Por qué nos dejaste errar, Yahveh, fuera de tus caminos,
endurecerse nuestros corazones lejos de tu temor? Vuélvete, por amor de
tus siervos, por las tribus de tu heredad.
18 ¿Por qué el enemigo ha invalido tu santuario, tu santuario han
pisoteado nuestros opresores?
19 Somos desde antiguo gente a la que no gobiernas, no se nos llama
por tu nombre. ¡Ah si rompieses los cielos y descendieses – ante tu faz los
montes se derretirían,

Isaías 64

1 como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al
agua – para dar a conocer tu nombre a tus adversarios, y hacer temblar a las
naciones ante ti,
2 haciendo tú cosas terribles, inesperadas. (Tú descendiste: ante tu faz,
los montes se derretirán.)
3 Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio a un Dios,
sino a ti, que tal hiciese para el que espera en él.
4 Te haces encontradizo de quienes se alegran y practican justicia y
recuerdan tus caminos. He aquí que estuviste enojado, pero es que fuimos
pecadores; estamos para siempre en tu camino y nos salvaremos.
5 Somos como impuros todos nosotros, como paño inmundo todas
nuestras obras justas. Caímos como la hoja todos nosotros, y nuestras
culpas como el viento nos llevaron.
6 No hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse a ti.
Pues encubriste tu rostro de nosotros, y nos dejaste a merced de nuestras
culpas.
7 Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro Padre. Nosotros la arcilla, y tú
nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.
8 No te irrites, Yahveh, demasiado, ni para siempre recuerdes la culpa.
Ea, mira, todos nosotros somos tu pueblo.
9 Tus ciudades santas han quedado desiertas, Sión desierta ha
quedado, Jerusalén desolada.
10 Nuestra Casa santa y gloriosa, en donde te alabaron nuestros
padres, ha parado en hoguera de fuego, y todas nuestras cosas más queridas
han parado en ruinas.
11 ¿Es que ante esto te endurecerás, Yahveh, callarás y nos humillarás
sin medida?

Isaías 65

1 Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he
dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: «Aquí estoy, aquí estoy» a
gente que no invocaba mi nombre.
2 Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un
camino equivocado en pos de sus pensamientos;
3 pueblo que me irrita en mi propia cara de continuo, que sacrifican en
los jardines y queman incienso sobre ladrillos;
4 que habitan en tumbas y en antros hacen noche; que comen carne de
cerdo y bazofia descompuesta en sus cacharros;
5 los que dicen: «Quédate ahí, no te llegues a mí, que te santificaría.»
Estos son humo en mi nariz, fuego que abrasa siempre.
6 Mirad que está escrito delante de mí: no callaré hasta no haber
puesto su paga en su seno,
7 la de vuestras culpas y las de vuestros padres juntamente – dice
Yahveh – que quemaron incienso en los montes y en las colinas me
afrentaron; pero yo voy a medirles la paga de su obra y se la pondré en su
seno.
8 Así dice Yahveh: Como cuando se encuentra mosto en el racimo y
se dice: «No lo eches a perder, porque es una bendición», así haré yo por
amor de mis siervos, evitando destruirlos a todos.
9 Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los
heredarán mis elegidos y mis siervos morarán allí.
10 Sarón será majada de ovejas y el valle de Akor corral de vacas para
mi pueblo, los que me buscaron.
11 Mas vosotros, los que abandonáis a Yahveh, los que olvidáis mi
monte santo, los que ponéis una mesa a Gad y llenáis una copa a Mení,
12 Yo os destino a la espada y todos vosotros caeréis degollados,
porque os llamé y no respondisteis, hablé y no oísteis, sino que hicisteis lo
que me desagrada, y lo que no me gusta elegisteis.
13 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: Mirad que mis siervos
comerán, mas vosotros tendréis hambre; mirad que mis siervos beberán,
mas vosotros tendréis sed; mirad que mis siervos se alegrarán, mas vosotros
padeceréis vergüenza;
14 mirad que mis siervos cantarán con corazón dichoso, mas vosotros
gritaréis con corazón triste, y con espíritu quebrantado gemiréis.
15 Dejaréis vuestro nombre a mis elegidos para que sirva de
imprecación: «¡Así te haga morir el Señor Yahveh…!», pero a sus siervos
les dará un nombre nuevo
16 tal que, quien desee ser bendecido en la tierra, deseará serlo en el
Dios del Amén, y quien jurare en la tierra, jurará en el Dios del Amén;
cuando se hayan olvidado las angustias primeras, y cuando estén ocultas a
mis ojos.
17 Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán
mentados los primeros ni vendrán a la memoria;
18 antes habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a
crear. Pues he aquí que yo voy a crear a Jerusalén «Regocijo», y a su
pueblo «Alegría»;
19 me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se
oiga allí jamás lloro ni quejido.
20 No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene
sus días, pues morir joven será morir a los cien años, y el que no alcance
los cien años será porque está maldito.
21 Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su
fruto.
22 No edificarán para que otro habite, no plantarán para que otro
coma, pues cuanto vive un árbol vivirá mi pueblo, y mis elegidos
disfrutarán del trabajo de sus manos.
23 No se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán
raza bendita de Yahveh ellos y sus retoños con ellos.
24 Antes que me llamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo
les escucharé.
25 Lobo y cordero pacerán a una, = el león comerá paja como el buey
=, y la serpiente se alimentará de polvo, = no harán más daño ni perjuicio
en todo mi santo monte – dice Yahveh.

Isaías 66

1 Así dice Yahveh: Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de
mis pies, Pues ¿qué casa vais a edificarme, o qué lugar para mi reposo,
2 si todo lo hizo mi mano, y es mío todo ello? – Oráculo de Yahveh -.
Y ¿en quién voy a fijarme? En el humilde y contrito que tiembla a mi
palabra.
3 Se inmola un buey, se abate un hombre, se sacrifica una oveja, se
desnuca un perro, se ofrece en oblación sangre de cerdo, se hace un
memorial de incienso, se bendice a los ídolos. Ellos mismos eligieron sus
propios caminos y en sus monstruos abominables halló su alma
complacencia.
4 También yo elegiré el vejarlos y sus temores traeré sobre ellos, por
cuanto que llamé y nadie respondió, hablé y no escucharon, sino que
hicieron lo que me parece mal y lo que no me gusta eligieron.
5 Escuchad la palabra de Yahveh, los que tembláis a su palabra.
Dijeron vuestros hermanos que os aborrecen, que os rechazan por causa de
mi nombre: «Que Yahveh muestre su gloria y veamos vuestra alegría.»
Pero ellos quedarán avergonzados.
6 Voz estruendosa viene de la ciudad, voz del Templo: la voz de
Yahveh que paga el merecido a sus enemigos.
7 Antes de tener dolores dio a luz, antes de llegarle el parto dio a luz
varón.
8 ¿Quién oyó tal? ¿Quién vio cosa semejante? ¿Es dado a luz un país
en un solo día? ¿O nace un pueblo todo de una vez? Pues bien: Tuvo
dolores y dio a luz Sión a sus hijos.
9 ¿Abriré yo el seno sin hacer dar a luz – dice Yahveh – o lo cerraré
yo, que hago dar a luz? – Dice tu Dios.
10 Alegraos, Jerusalén, y regocijaos por ella todos los que la amáis,
llenaos de alegría por ella todos los que por ella hacíais duelo;
11 de modo que maméis y os hartéis del seno de sus consuelos, de
modo que chupéis y os deleitéis de los pechos de su gloria.
12 Porque así dice Yahveh: Mirad que yo tiendo hacia ella, como río
la paz, y como raudal desbordante la gloria de las naciones, seréis
alimentados, en brazos seréis llevados y sobre las rodillas seréis
acariciados.
13 Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré (y por
Jerusalén seréis consolados).
14 Al verlo se os regocijará el corazón, vuestros huesos como el
césped florecerán, la mano de Yahveh se dará a conocer a sus siervos, y su
enojo a sus enemigos.
15 Pues he aquí que Yahveh en fuego viene y como torbellino son sus
carros, para desfogar su cólera con ira y su amenaza con llamas de fuego.
16 Porque con fuego Yahveh va a juzgar y con su espada a toda
carne, y serán muchas las víctimas de Yahveh.
17 Los que se consagran y los que se purifican en los jardines, detrás
de uno que está en medio, que comen carne de cerdo, cosas inmundas y de
rata, a una serán eliminados con sus acciones y sus pensamientos, – oráculo
de Yahveh -.
18 Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán y verán
mi gloria.
19 Pondré en ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las
naciones: a Tarsis, Put y Lud, Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas
remotas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria. Ellos anunciarán mi
gloria a las naciones.
20 Y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones como
oblación a Yahveh – en caballos, carros, literas, mulos y dromedarios – a mi
monte santo de Jerusalén – dice Yahveh – como traen los hijos de Israel la
oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh.
21 Y también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas – dice
Yahveh.
22 Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago
permanecen en mi presencia – oráculo de Yahveh – así permanecerá vuestra
raza y vuestro nombre.
23 Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá
todo el mundo a prosternarse ante mí – dice Yahveh.
24 Y en saliendo, verán los cadáveres de aquellos que se rebelaron
contra mí; su gusano no morirá su fuego no se apagará, y serán el asco de
todo el mundo.

JEREMÍAS

Jeremías 1

1 Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, de los sacerdotes de Anatot,
en la tierra de Benjamín,
2 a quien fue dirigida la palabra de Yahveh en tiempo de Josías, hijo
de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado,
3 y después en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta
cumplirse el año undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea,
hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.
4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes
que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.
6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy
un muchacho.»
7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues
adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás.
8 No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte – oráculo de
Yahveh -.
9 Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo
Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca.
10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los
reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y
plantar.
11 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
«¿Qué estás viendo, Jeremías?» «Una rama de almendro estoy viendo.»
12 Y me dijo Yahveh: «Bien has visto. Pues así soy yo, velador de mi
palabra para cumplirla.»
13 Nuevamente me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos
términos: «¿Qué estás viendo?» «Un puchero hirviendo estoy viendo, que
se vuelca de norte a sur.»
14 Y me dijo Yahveh: «Es que desde el norte se iniciará el desastre
sobre todos los moradores de esta tierra.
15 Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte –
oráculo de Yahveh – y vendrán a instalarse a las mismas puertas de
Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y contra todas las ciudades
de Judá,
16 a las que yo sentenciaré por toda su malicia: por haberme dejado a
mí para ofrecer incienso a otros dioses, y adorar la obra de sus propias
manos.
17 Por tu parte, te apretarás la cintura, te alzarás y les dirás todo lo que
yo te mande. No desmayes ante ellos, y no te haré yo desmayar delante de
ellos;
18 pues, por mi parte, mira que hoy te he convertido en plaza fuerte,
en pilar de hierro, en muralla de bronce frente a toda esta tierra, así se trate
de los reyes de Judá como de sus jefes, de sus sacerdotes o del pueblo de la
tierra.
19 Te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo –
oráculo de Yahveh – para salvarte.»

Jeremías 2

1 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
2 Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahveh: De ti recuerdo
tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto,
por la tierra no sembrada.
3 Consagrado a Yahveh estaba Israel, primicias de su cosecha.
«Quienquiera que lo coma, será reo; mal le sucederá» – oráculo de Yahveh -.
4 Oíd la palabra de Yahveh, casa de Jacob, y todas las familias de la
casa de Israel.
5 Así dice Yahveh: ¿Qué encontraban vuestros padres en mí de
torcido, que se alejaron de mi vera, y yendo en pos de la Vanidad se
hicieron vanos?
6 En cambio no dijeron: «¿Dónde está Yahveh, que nos subió de la
tierra de Egipto, que nos llevó por el desierto, por la estepa y la paramera,
por tierra seca y sombría, tierra por donde nadie pasa y en donde nadie se
asienta?»
7 Luego os traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien.
Llegasteis y ensuciasteis mi tierra, y pusisteis mi heredad asquerosa.
8 Los sacerdotes no decían: «¿Dónde está Yahveh?»; ni los peritos de
la Ley me conocían; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas
profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles andaban.
9 Por eso, continuaré litigando con vosotros – oráculo de Yahveh – y
hasta con los hijos de vuestros hijos litigaré.
10 Porque, en efecto, pasad a las islas de los Kittim y ved, enviad a
Quedar quien investigue a fondo, pensadlo bien y ved si aconteció cosa tal:
11 si las gentes cambiaron de dioses – ¡aunque aquéllos no son dioses!
-. Pues mi pueblo ha trocado su Gloria por el Inútil.
12 Pasmaos, cielos, de ello, erizaos y cobrad gran espanto – oráculo de
Yahveh -.
13 Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de
aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no
retienen.
14 ¿Es un esclavo Israel, o nació siervo? Pues ¿cómo es que ha
servido de botín?
15 Contra él rugieron leoncillos, dieron voces y dejaron su país hecho
una desolación, sus ciudades incendiadas, sin habitantes.
16 Hasta los hijos de Nof y de Tafnis te han rapado el cráneo.
17 ¿No te ha sucedido esto por haber dejado a Yahveh tu Dios cuando
te guiaba en tu camino?
18 Y entonces, ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Egipto para beber
las aguas del Nilo?, o ¿qué cuenta te tiene encaminarte a Asur para beber
las aguas del Río?
19 Que te enseñe tu propio daño, que tus apostasías te escarmienten;
reconoce y ve lo malo y amargo que te resulta el dejar a Yahveh tu Dios y
no temblar ante mí – oráculo del Señor Yahveh Sebaot -.
20 Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las
coyundas, decías: «¡No serviré!», tú, que sobre todo otero prominente y
bajo todo árbol frondoso estabas yaciendo, prostituta.
21 Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente
legítima. Pues ¿cómo te has mudado en sarmiento de vid bastarda?
22 Porque, así te blanquees con salitre y te des cantidad de lejía, se te
nota la culpa en mi presencia – oráculo del Señor Yahveh -.
23 Cómo dices: «No estoy manchada; en pos de los Baales no
anduve?» ¡Mira tu rastro en el Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita
liviana que trenza sus derroteros,
24 irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro,
¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada la
encuentra!
25 Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices:
«No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»
26 Cual se avergüenza el ladrón cuando es sorprendido, así se ha
avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y
sus profetas,
27 los que dicen al madero: «Mi padre eres tú», y a la piedra: «Tú me
diste a luz.» Tras de volverme la espalda, que no la cara, al tiempo de su
mal dice: «¡Levántate y sálvanos!»
28 Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se
levanten ellos, a ver si te salvan en tiempo de desgracia! Pues cuantas son
tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles cuenta
Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal).
29 ¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis
rebelado contra mí? – oráculo de Yahveh -.
30 En vano golpeé a vuestros hijos, pues no aprendieron. Ha devorado
vuestra espada a vuestos profetas, como el león cuando estraga.
31 ¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh:
¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces,
dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»?
32 ¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi
pueblo sí que me ha olvidado días sin número.
33 ¡Qué hermoso te parece tu camino en busca del amor! A la verdad,
hasta con maldades aprendiste tus caminos.
34 En tus mismas haldas se encontraban manchas de sangre de las
almas de pobres inocentes: no los sorprendiste en escalo. Y con todo eso,
35 dices: «Soy inocente; basta ya de ira contra mí.» Pues bien, aquí
me tienes para discutir contigo eso que has dicho: «No he pecado.»
36 ¡Cuánta ligereza la tuya para cambiar de dirección! También de
Egipto te avergonzarás como te avergonzaste de Asur.
37 También de ésta saldrás con las manos en la cabeza. Porque
Yahveh ha rechazado aquello en que confías, y no saldrás bien de ello.

Eclesiástico 7

1 No hagas mal, y el mal no te dominará,
2 sepárate del injusto, y él se alejará de ti.
3 No siempres, hijo, en surcos de injusticia, no sea que coseches siete
veces más.
4 No pidas al Señor la preeminencia, ni al rey silla de gloria.
5 No te hagas el justo delante del Señor, ante el rey no te las des de
sabio.
6 No te empeñes en llegar a ser juez, no sea que no puedas extirpar la
injusticia, o te dejes influir del poderoso, y pongas un tropiezo en tu
entereza.
7 No peques contra la asamblea de la ciudad, ni te rebajes a ti mismo
ante el pueblo.
8 En el pecado no te enredes dos veces, pues ni una sola quedarás
impune.
9 No digas: «Pondrá él sus ojos en la abundancia de mis dones,
cuando se los presente al Dios Altísimo, los aceptará.»
10 No seas en tu plegaria pusilánime, y hacer limosna no descuides.
11 No te burles del hombre que vive en aflicción, porque el que
humilla, también exalta.
12 No trames mentira contra tu hermano ni hagas otro tanto con tu
amigo.
13 Propónte no decir mentira alguna, que persistir en ello no lleva a
nada bueno.
14 No seas hablador en la reunión de los ancianos, en tu plegaria no
repitas palabras.
15 No rehúyas el trabajo penoso, ni la labor del campo que creó el
Altísimo.
16 No te incluyas en el grupo de los pecadores, recuerda que la
Cólera no se hará esperar.
17 Humilla hondamente tu alma, que el castigo del impío es fuego y
gusanos.
18 No cambies un amigo por dinero, ni un hermano de veras por el
oro de Ofir.
19 No faltes a la mujer sabia y buena, que su gracia vale más que el
oro.
20 No maltrates al criado que trabaja fielmente, ni al jornalero que
pone su empeño.
21 Al criado prudente ame tu alma, y no le prives de la libertad.
22 ¿Tienes rebaños? Pásales revista; y si te dan ganancia,
consérvalos.
23 ¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cerviz desde su juventud.
24 ¿Tienes hijas? Cuídate de ellas, y no pongas ante ellas cara muy
risueña.
25 Casa a tu hija y habrás hecho una gran cosa, pero dásela a un
hombre prudente.
26 ¿Tienes una mujer que te gusta? No la despidas, pero si la
aborreces, no te confíes a ella.
27 Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de
tu madre.
28 Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que
contigo han hecho?
29 Con toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
30 Con todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no
abandones.
31 Teme al Señor y honra el sacerdote, dale su porción como te está
prescrito: primicias, sacrificios de reparación, pierna de las ofrendas,
oblación de santidad y primicias de las cosas sagradas.
32 También al pobre tiéndele tu mano, para que tu bendición sea
perfecta.
33 La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente, ni siquiera a los
muertos les rehúses tu gracia.
34 No te rezagues ante los que lloran, y con los afligidos muéstrate
afligido.
35 No descuides visitar al enfermo, que por obras de éstas ganarás
amor.
36 En todas tus acciones ten presente tu fin, y jamás cometerás
pecado.

Eclesiástico 8

1 No disputes con hombre poderoso, no sea que caigas en sus manos.
2 No discutas con hombre rico, no sea que te venza con su peso.
Porque a muchos perdió el oro, hasta los corazones de los reyes descarrió.
3 No disputes con hombre charlatán, no eches más leña a su fuego.
4 No bromees con el ineducado, para que tus mayores no queden en
deshonra.
5 No reproches al hombre que se vuelve del pecado, recuerda que
culpables somos todos.
6 No deshonres al hombre en su vejez, que entre nosotros también se
llega a viejos.
7 No te alegres de la muerte de nadie, recuerda que todos moriremos.
8 No dedeñes lo que narran los sabios, vuelve a menudo a sus
proverbios, que de ellos aprenderás doctrina y el modo de servir a los
grandes.
9 No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han
aprendido de sus padres; pues de ellos aprenderás prudencia y a dar
respuesta en el momento justo.
10 No enciendas los carbones del pecador, no sea que te abrases en el
fuego de su llama.
11 No te encares con el insolente, para que no sea como trampa
tendida a tu boca.
12 No prestes al que puede más que tú; si prestas, dalo por perdido.
13 No salgas fiador por encima de tus medios; si lo haces, date por
deudor.
14 No entres en pleito con un juez, que por su dignidad fallarán en su
favor.
15 Con el osado no te pongas en camino, para que no te agote, pues él
procederá a su antojo, y por su locura te perderás con él.
16 Con el colérico no entres en pelea, ni te adentres con él en el
desierto, porque a sus ojos nada es la sangre, y donde no haya quien te
auxilie se echará sobre ti.
17 No le pidas consejo al insensato, pues no podrá mantenerlo en
silencio.
18 Delante de un extraño no hagas cosa secreta, pues no sabes qué
inventará después.
19 No abras tu corazón a todo el mundo, pues no te han de compensar
con gracia alguna.

Hebreos 11

1 La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que
no se ven.
2 Por ella fueron alabados nuestros mayores.
3 Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de
Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece.
4 Por la fe, ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que Caín,
por ella fue declarado justo, con la aprobación que dio = Dios a sus
ofrendas; = y por ella, aun muerto, habla todavía.
5 Por la fe, Henoc fue trasladado, de modo que no vio la muerte y =
no se le halló, porque le trasladó Dios. = Porque antes de contar su traslado,
la Escritura da en su favor testimonio = de haber agradado a Dios. =
6 Ahora bien, sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a
Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan.
7 Por la fe, Noé, advertido por Dios de lo que aún no se veía, con
religioso temor construyó un arca para salvar a su familia; por la fe,
condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia según la fe.
8 Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y = salió =
para el lugar que había de recibir en herencia, y = salió = sin saber a dónde
iba.
9 Por la fe, = peregrinó = por la Tierra Prometida como en tierra
extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de
las mismas promesas.
10 Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto
y constructor es Dios.
11 Por la fe, también Sara recibió, aun fuera de la edad apropiada,
vigor para ser madre, pues tuvo como digno de fe al que se lo prometía.
12 Por lo cual también de uno solo y ya gastado nacieron hijos, =
numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las
orillas del mar. =
13 En la fe murieron todos ellos, sin haber conseguido el objeto de las
promesas: viéndolas y saludándolas desde lejos y confesándose = extraños
y forasteros sobre la tierra. =
14 Los que tal dicen, claramente dan a entender que van en busca de
una patria;
15 pues si hubiesen pensado en la tierra de la que habían salido,
habrían tenido ocasión de retornar a ella.
16 Más bien aspiran a una mejor, a la celestial. Por eso Dios no se
avergüenza de ellos, de ser llamado Dios suyo, pues les tiene preparada una
ciudad…
17 Por la fe, Abraham, = sometido a la prueba, presentó a Isaac =
como ofrenda, y el que había recibido las promesas, ofrecía a su = unigénito
=,
18 respecto del cual se le había dicho: = Por Isaac tendrás
descendencia. =
19 Pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar de entre los
muertos. Por eso lo recobró para que Isaac fuera también figura.
20 Por la fe, bendijo Isaac a Jacob y Esaú en orden al futuro.
21 Por la fe, Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de los hijos de
José, y = se inclinó apoyado en la cabeza de su bastón. =
22 Por la fe, José, moribundo, evocó el éxodo de los hijos de Israel, y
dio órdenes respecto de sus huesos.
23 Por la fe, Moisés, recién nacido, = fue durante tres meses ocultado
por sus padres, = pues = vieron = que el niño era = hermoso = y no
temieron el edicto del rey.
24 Por la fe, = Moisés, ya adulto, = rehusó ser llamado hijo de una hija
de Faraón,
25 prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el
efímero goce del pecado,
26 estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto = el
oprobio de Cristo, = porque tenía los ojos puestos en la recompensa.
27 Por la fe, salió de Egipto sin temer la ira del rey; se mantuvo firme
como si viera al invisible.
28 Por la fe, celebró la = Pascua = e hizo la aspersión de = sangre =
para que el = Exterminador = no tocase a los primogénitos de Israel.
29 Por la fe, atravesaron el mar Rojo como por una tierra seca;
mientras que los egipcios intentando lo mismo, fueron tragados.
30 Por la fe, se derrumbaron los muros de Jericó, después de ser
rodeados durante siete días.
31 Por la fe, la ramera Rajab no pereció con los incrédulos, por haber
acogido amistosamente a los exploradores.
32 Y ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar
sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas.
33 Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las
promesas, cerraron la boca a los leones;
34 apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada,
curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazando
ejércitos extranjeros;
35 las mujeres recobraban resucitados a sus muertos. Unos fueron
torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor;
36 otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones;
37 apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron
errantes cubiertos de pieles de oveja y de cabras; faltos de todo; oprimidos y
maltratados,
38 ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos
y montañas, por cavernas y antros de la tierra.
39 Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto
de las promesas.
40 Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no
llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Hebreos 12

1 Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube
de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos
con fortaleza la prueba que se nos propone,
2 fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar
del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y =
está sentado a la diestra = del trono de Dios.
3 Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los
pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo.
4 No habéis resistido todavía hasta llegar a la sangre en vuestra lucha
contra el pecado.
5 Habéis echado en olvido la exhortación que como a hijos se os
dirige: = Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te
desanimes al ser reprendido por él. =
6 = Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que
acoge. =
7 Sufrís para = corrección = vuestra. Como a = hijos = os trata Dios, y
¿qué = hijo = hay a quien su padre no = corrige? =
8 Mas si quedáis sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que
sois bastardos y no = hijos =.
9 Además, teníamos a nuestros padres según la carne, que nos
corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mejor al Padre de los
espíritus para vivir?
10 ¡Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!;
mas él, para provecho nuestro, en orden a hacernos partícipes de su
santidad.
11 Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino
penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en
ella.
12 Por tanto, = levantad las manos caídas y las rodillas entumecidas =
13 = y enderezad para vuestros pies los caminos tortuosos, = para que
el cojo no se descoyunte, sino que más bien se cure.
14 = Procurad la paz = con todos y la santidad, sin la cual nadie verá
al Señor.
15 Poned cuidado en que nadie se vea privado de la gracia de Dios; en
que = ninguna raíz amarga retoñe ni os turbe = y por ella llegue a
inficionarse la comunidad.
16 Que no haya ningún fornicario o impío como Esaú, que por una
comida = vendió su primogenitura. =
17 Ya sabéis cómo luego quiso heredar la bendición; pero fue
rechazado y no logró un cambio de parecer, aunque lo procuró con
lágrimas.
18 No os habéis acercado a una realidad sensible: = fuego ardiente,
oscuridad, tinieblas, huracán, =
19 = sonido de trompeta = y = a un ruido de palabras = tal, que
suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más.
20 Es que no podían soportar esta orden: = El que toque el monte,
aunque sea un animal, será lapidado. =
21 Tan terrible era el espectáculo, que el mismo Moisés dijo: =
Espantado estoy = y temblando.
22 Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad
de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión
solemne
23 y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios,
juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación,
24 y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión
purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
25 Guardaos de rechazar al que os habla; pues si los que rechazaron al
que promulgaba los oráculos desde la tierra no escaparon al castigo, mucho
menos nosotros, si volvemos la espalda al que nos habla desde el cielo.
26 Su voz conmovió entonces la tierra. Mas ahora hace esta promesa:
= Una vez más haré yo que se estremezca = no sólo = la tierra, = sino
también = el cielo. =
27 Estas palabras, = una vez más, = quieren decir que las cosas
conmovidas se cambiarán, ya que son realidades creadas, a fin de que
permanezcan las inconmovibles.
28 Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de
mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea
grato, con religiosa piedad y reverencia,
29 pues nuestro = Dios es fuego devorador. =

Hebreos 13

1 Permaneced en el amor fraterno.
2 No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos,
sin saberlo, a ángeles.
3 Acordaos de los presos, como si estuvierais con ellos encarcelados,
y de los maltratados, pensando que también vosotros tenéis un cuerpo.
4 Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea
inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.
5 Sea vuestra conducta sin avaricia; contentos con lo que tenéis, pues
él ha dicho: = No te dejaré ni te abandonaré; =
6 de modo que podamos decir confiados: = El Señor es mi ayuda; no
temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? =
7 Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de
Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe.


8 Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre.

9 No os dejéis seducir por doctrinas varias y extrañas. Mejor es
fortalecer el corazón con la gracia que con alimentos que nada
aprovecharon a los que siguieron ese camino.
10 Tenemos nosotros un altar del cual no tienen derecho a comer los
que dan culto en la Tienda.
11 Los cuerpos de los animales, cuya = sangre lleva = el Sumo
Sacerdote = al santuario para la expiación del pecado, son quemados fuera
del campamento. =
12 Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con su sangre,
padeció fuera de la puerta.
13 Así pues, salgamos donde él = fuera del campamento, = cargando
con su oprobio;
14 que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos
buscando la del futuro.
15 = Ofrezcamos sin cesar, = por medio de él, = a Dios un sacrificio
de alabanza, = es decir, = el fruto de los labios = que celebran su nombre.
16 No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos
son los sacrificios que agradan a Dios.
17 Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan
sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo
hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna.
18 Rogad por nosotros, pues estamos seguros de tener recta
conciencia, deseosos de proceder en todo con rectitud.
19 Con la mayor insistencia os pido que lo hagáis, para que muy
pronto os sea yo devuelto.
20 Y el Dios de la paz que = suscitó = de entre los muertos a nuestro
Señor Jesús, el gran = Pastor de la ovejas en virtud de la sangre de una
Alianza eterna, =
21 os disponga con toda clase de bienes para cumplir su voluntad,
realizando él en nosotros lo que es agradable a sus ojos, por mediación de
Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
22 Os ruego, hermanos, que aceptéis estas palabras de exhortación,
pues os he escrito brevemente.
23 Sabed que nuestro hermano Timoteo ha sido liberado. Si viene
pronto, iré con él a veros.
24 Saludad a todos vuestros dirigentes y a todos los santos. Os saludan
los de Italia.
25 La gracia sea con vosotros.

SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO

2 Timoteo 1

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la
Promesa de vida que está en Cristo Jesús,
2 a Timoteo, hijo querido. Gracia, misericordia y paz de parte de Dios
Padre y de Cristo Jesús Señor nuestro.
3 Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, rindo culto con
una conciencia pura, cuando continuamente, noche y día, me acuerdo de ti
en mis oraciones.
4 Tengo vivos deseos de verte, al acordarme de tus lágrimas, para
llenarme de alegría.
5 Pues evoco el recuerdo de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó
primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha
arraigado en ti.
6 Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en
ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de
fortaleza, de caridad y de templanza.
8 No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro
Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los
sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios,
9 que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por
nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio
desde toda la eternidad en Cristo Jesús,
10 y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro
Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida
e inmortalidad por medio del Evangelio
11 para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo, apóstol y
maestro.
12 Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me
avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy
convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día.
13 Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en la
caridad de Cristo Jesús.
14 Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en
nosotros.
15 Ya sabes tú que todos los de Asia me han abandonado, y entre ellos
Figelo y Hermógenes.
16 Que el Señor conceda misericordia a la familia de Onesíforo, pues
me alivió muchas veces y no se avergonzó de mis cadenas,
17 sino que, en cuanto llegó a Roma, me buscó solícitamente y me
encontró.
18 Concédale el Señor encontrar misericordia ante el Señor aquel Día.
Además, cuántos buenos servicios me prestó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

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