# 130

Jeremías 3

1 «Supongamos que despide un marido a su mujer; ella se va de su
lado y es de otro hombre: ¿podrá volver a él? ¿no sería como una tierra
manchada?» Pues bien, tú has fornicado con muchos compañeros, ¡y vas a
volver a mí! – oráculo de Yahveh -.
2 Alza los ojos a los calveros y mira: ¿en dónde no fuiste gozada? A la
vera de los caminos te sentabas para ellos, como el árabe en el desierto, y
manchaste la tierra con tus fornicaciones y malicia.
3 Se suspendieron las lloviznas de otoño, y faltó lluvia tardía; pero tú
tenías rostro de mujer descarada, rehusaste avergonzarte.
4 ¿Es que entonces mismo no me llamabas: «Padre mío; el amigo de
mi juventud eres tú?;
5 ¿tendrá rencor para siempre?, ¿lo guardará hasta el fin?» Ahí tienes
cómo has hablado; las maldades que hiciste las has colmado.
6 Yahveh me dijo en tiempos del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo
Israel, la apóstata? Andaba ella sobre cualquier monte elevado y bajo
cualquier árbol frondoso, fornicando allí.
7 En vista de lo que había hecho, dije: «No vuelvas a mí.» Y no
volvió. Vio esto su hermana Judá, la pérfida;
8 vio que a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la
había despedido dándole su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana
Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también ella,
9 tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con
la piedra y con el leño.
10 A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de
todo corazón, sino engañosamente – oráculo de Yahveh.
11 Y me dijo Yahveh: Más justa se ha manifestado Israel, la apóstata,
que Judá, la pérfida.
12 Anda y pregona estas palabras al Norte y di: Vuelve, Israel
apóstata, – oráculo de Yahveh -; no estará airado mi semblante contra
vosotros, porque piadoso soy – oráculo de Yahveh – no guardo rencor para
siempre.
13 Tan sólo reconoce tu culpa, pues contra Yahveh tu Dios te
rebelaste, frecuentaste a extranjeros bajo todo árbol frondoso, y mi voz no
oísteis – oráculo de Yahveh -.
14 Volved, hijos apóstatas – oráculo de Yahveh – porque yo soy
vuestro Señor. Os iré recogiendo uno a uno de cada ciudad, y por parejas de
cada familia, y os traeré a Sión.
15 Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de
conocimiento y prudencia.
16 Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en
aquellos días – oráculo de Yahveh – no se hablará más del arca de la alianza
de Yahveh, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni
será reconstruida jamás.
17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se
incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en
Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones.
18 En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán
juntos desde tierras del norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.
19 Yo había dicho: «Sí, te tendré como a un hijo y te daré una tierra
espléndida, flor de las heredades de las naciones.» Y añadí: «Padre me
llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis.»
20 Pues bien, como engaña una mujer a su compañero, así me ha
engañado la casa de Israel, oráculo de Yahveh.
21 Voces sobre los calveros se oían: rogativas llorosas de los hijos de
Israel, porque torcieron su camino, olvidaron a su Dios Yahveh.
22 – Volved, hijos apóstatas; yo remediaré vuestras apostasías. – Aquí
nos tienes de vuelta a ti, porque tú, Yahveh, eres nuestro Dios.
23 ¡Luego eran mentira los altos, la barahúnda de los montes! ¡Luego
por Yahveh, nuestro Dios, se salva Israel!
24 La Vergüenza se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra
mocedad: sus ovejas y vacas, sus hijos e hijas.
25 Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra propia
confusión, ya que contra Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros
como nuestros padres desde nuestra mocedad hasta hoy, y no escuchamos
la voz de Yahveh nuestro Dios.

Jeremías 4

1 ¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahveh, ¡si a mí volvieras!, si
quitaras tus Monstruos abominables, y de mí no huyeras!
2 Jurarías: «¡Por vida de Yahveh!» con verdad, con derecho y con
justicia, y se bendecirían por él las naciones, y por él se alabarían.
3 Porque así dice Yahveh al hombre de Judá y a Jerusalén: – Cultivad
el barbecho y no sembréis sobre cardos.
4 Circuncidaos para Yahveh y extirpad los prepucios de vuestros
corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén; no sea que brote
como fuego mi saña, y arda y no haya quien la apague, en vista de vuestras
perversas acciones.
5 Avisad en Judá y que se oiga en Jerusalén. Tañed el cuerno por el
país, pregonad a voz en grito: ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes!
6 ¡Izad bandera hacia Sión! ¡Escapad, no os paréis! Porque yo traigo
una calamidad del norte y un quebranto grande.
7 Se ha levantado el león de su cubil, y el devorador de naciones se ha
puesto en marcha: salió de su lugar para dejar la tierra desolada. Tus
ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes.
8 Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: – «¡No; no se va de
nosotros la ardiente ira de Yahveh!»
9 Sucederá aquel día – oráculo de Yahveh – que se perderá el ánimo
del rey y el de los príncipes, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se
espantarán.
10 Y yo digo: «¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo
y a Jerusalén diciendo: “Paz tendréis”, y ha penetrado la espada hasta el
alma!»
11 En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: – Un viento
ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no para
beldar, ni para limpiar.
12 Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí
alegar mis razones respecto a ellos.
13 Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y
ligeros más que águilas sus corceles. – ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!
14 – Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva.
¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos?
15 Una voz avisa desde Dan y da la mala nueva desde la sierra de
Efraím.
16 Pregonad: «¡Los gentiles! ¡Ya están aquí!»; hacedlo oír en
Jerusalén. Los enemigos vienen de tierra lejana y dan voces contra las
ciudades de Judá.
17 Como guardas de campo se han puesto frente a ella en torno,
porque contra mí se rebelaron – oráculo de Yahveh -.
18 Tu proceder y fechorías te acarrearon esto; esto tu desgracia te ha
penetrado hasta el corazón porque te rebelaste contra mí.
19 – ¡Mis entrañas, mis entrañas!, ¡me duelen las telas del corazón, se
me salta el corazón del pecho! No callaré, porque mi alma ha oído sones de
cuerno, el clamoreo del combate.
20 Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la
tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis
toldos.
21 ¿Hasta cuándo veré enseñas, y oiré sones de cuerno?
22 – Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas
necias son, carecen de talento. Sabios son para lo malo, ignorantes para el
bien.
23 Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su
luz.
24 Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros
trepidaban.
25 Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se
habían volado.
26 Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades
estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira.
27 Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra,
aunque no acabaré con ella.
28 Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba;
pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.
29 Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por
los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad quedó abandonada, sin
quedar en ellas habitantes.
30 Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque
te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te
hermoseas: te han rechazado tus amantes: ¡tu muerte es lo que buscan!
31 Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de
primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas:
«¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece a manos de asesinos!»

Jeremías 5

1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y enteraos; buscad por
sus plazas, a ver si topáis con alguno que practique la justicia, que busque la
verdad, y yo la perdonaría.
2 Pues, si bien dicen: «¡Por vida de Yahveh!», también juran en falso.
3 – ¡Oh Yahveh! tus ojos, ¿no son para la verdad? Les heriste, mas no
acusaron el golpe; acabaste con ellos, pero no quisieron aprender.
Endurecieron sus caras más que peñascos, rehusaron convertirse.
4 Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino
de Yahveh, el derecho de su Dios.
5 Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen
el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían
quebrado el yugo y arrancado las coyundas.
6 Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los
destrozará, el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas
será despedazado. – Porque son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son
grandes.
7 ¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron
por el no – dios. Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros, y el lupanar
frecuentaron.
8 Son caballos lustrosos y vagabundos: cada cual relincha por la mujer
de su prójimo.
9 ¿Y de esto no pediré cuentas? – oráculo de Yahveh -, ¿de una nación
así no se vengará mi alma?
10 Escalad sus murallas, destruid, mas no acabéis con ella. Quitad sus
sarmientos porque no son de Yahveh.
11 Porque bien me engañaron, la casa de Judá y la casa de Israel –
oráculo de Yahveh -.
12 Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos
sobrevendrá daño alguno, ni espada ni hambre veremos!
13 Cuanto a los profetas, el viento se los lleve, pues carecen de
Palabra.» – Así les será hecho.
14 Por tanto, así dice Yahveh, el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos
tal palabra, he aquí que yo pongo las mías en tu boca como fuego, y a este
pueblo como leños, y los consumirá.
15 He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh
casa de Israel! – oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación
antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no entiendes los que
habla;
16 cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son valientes.
17 Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus
ovejas y vacas, comerá tus viñas e higueras; con la espada destruirá tus
plazas fuertes en que confías.
18 Por lo demás, en los días aquellos – oráculo de Yahveh – todavía no
acabaré con vosotros.
19 – Y cuando dijereis: «¿Por qué nos hace Yahveh nuestro Dios todo
esto?», les dirás: «Lo mismo que me dejasteis a mí y servisteis a dioses
extraños en vuestra tierra, así serviréis a extraños en una tierra no vuestra.»
20 Anunciad esto a la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:
21 – Ea, oíd esto, pueblo necio y sin seso – tienen ojos y no ven, orejas
y no oyen -:
22 ¿A mí no me temeréis? – oráculo de Yahveh -, ¿delante de mí no
temblaréis, que puse la arena por término al mar, límite eterno, que no
traspasará? Se agitará, mas no lo logrará; mugirán sus olas, pero no pasarán.
23 Pero este pueblo tiene un corazón traidor y rebelde: traicionaron
llegando hasta el fin.
24 Y no se les ocurrió decir: «Ea, temamos a Yahveh nuestro Dios,
que da la lluvia tempranera y la tardía a su tiempo; que nos garantiza las
semanas que regulan la siega.»
25 Todo esto lo trastornaron vuestras culpas y vuestros pecados os
privaron del bien.
26 Porque se encuentran en mi pueblo malhechores: preparan la red,
cual paranceros montan celada: ¡hombres son atrapados!
27 Como jaula llena de aves, así están sus casas llenas de fraudes. Así
se engrandecieron y se enriquecieron,
28 engordaron, se alustraron. Ejecutaban malas acciones. La causa del
huérfano no juzgaban y el derecho de los pobres no sentenciaban.
29 ¿Y de esto no pediré cuentas? – oráculo de Yahveh -, ¿de una
nación así no se vengará mi alma?
30 Algo pasmoso y horrendo se ha dado en la tierra:
31 los profetas profetizaron con mentira, y los sacerdotes dispusieron
a su guisa. Pero mi pueblo lo prefiere así. ¿A dónde vais a parar?

Jeremías 6

1 Escapad, hijos de Benjamín, de dentro de Jerusalén, en Técoa tañed
el cuerno, y sobre Bet Hakkérem izad bandera, porque una desgracia
amenaza del norte y un quebranto grande.
2 ¿Acaso a una deliciosa pradera te comparas, hija de Sión?
3 A ella vienen pastores con sus rebaños, han montado las tiendas,
junto a ella en derredor, y apacientan cada cual su manada.
4 – «¡Declaradle la guerra santa! ¡En pie y subamos contra ella a
mediodía!… ¡Ay de nosotros, que el día va cayendo, y se alargan las
sombras de la tarde!…
5 ¡Pues arriba y subamos de noche y destruiremos sus alcázares!»
6 Porque así dice Yahveh Sebaot: «Talad sus árboles y alzad contra
Jerusalén un terraplén.» Es la ciudad de visita. Todo el mundo se atropella
en su interior.
7 Cual mana un pozo sus aguas, tal mana ella su malicia.
«¡Atropello!», «¡despojo!» – se oye decir en ella; ante mí de continuo
heridas y golpes.
8 Aprende, Jerusalén, no sea que se despegue mi alma de ti, no sea
que te convierta en desolación, en tierra despoblada.
9 Así dice Yahveh Sebaot: Busca, rebusca como en una cepa en el
resto de Israel; vuelve a pasar tu mano como el vendimiador por los
pámpanos.
10 – ¿A quiénes que me oigan voy a hablar y avisar? He aquí que su
oído es incircunciso y no pueden entender. He aquí que la palabra de
Yahveh se les ha vuelto oprobio: no les agrada.
11 También yo estoy lleno de la saña de Yahveh y cansado de
retenerla. La verteré sobre el niño de la calle y sobre el grupo de mancebos
juntos. También el hombre y la mujer serán apresados, el viejo con la
anciana.
12 Pasarán sus casas a otros, campos y mujeres a la vez, cuando
extienda yo mi mano sobre los habitantes de esta tierra – oráculo de Yahveh-.
13 Porque desde el más chiquito de ellos hasta el más grande, todos
andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos
practican el fraude.
14 Han curado el quebranto de mi pueblo a la ligera, diciendo: «¡Paz,
paz!», cuando no había paz.
15 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron?
Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron; por tanto
caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite – dice Yahveh.
16 Así dice Yahveh: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por
los senderos antiguos, cuál es el camino bueno, y andad por él, y
encontraréis sosiego para vuestras almas. Pero dijeron: «No vamos.»
17 Entonces les puse centinelas: «¡Atención al toque de cuerno!» Pero
dijeron: «No atendemos.»
18 Por tanto, oíd, naciones, y conoce, asamblea, lo que vendrá sobre
ellos;
19 oye, tierra: He aquí que traigo desgracia a este pueblo, como fruto
de sus pensamientos, porque a mis razones no atendieron, y por lo que
respecta a mi Ley, la desecharon.
20 – ¿A qué traerme incienso de Seba y canela fina de país remoto? Ni
vuestros holocaustos me son gratos, ni vuestros sacrificios me complacen.
21 Por tanto, así dice Yahveh: Mirad que pongo a este pueblo
tropiezos y tropezarán en ellos padres e hijos a una, el vecino y su prójimo
perecerán.
22 Así dice Yahveh: Mirad que un pueblo viene de tierras del norte y
una gran nación se despierta de los confines de la tierra.
23 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la
mar muge, y a caballo van montados, ordenados como un solo hombre para
la guerra contra ti, hija de Sión.
24 – Oímos su fama, flaquean nuestras manos, angustia nos asalta,
dolor como de parturienta.
25 No salgáis al campo, no andéis por el camino, que el enemigo lleva
espada: terror por doquier.
26 – Hija de mi pueblo, cíñete de sayal y revuélcate en ceniza, haz por
ti misma un duelo de hijo único, una endecha amarguísima, porque en
seguida viene el saqueador sobre nosotros.
27 – A ti te puse en mi pueblo por inquisidor sagaz para que
examinaras y probaras su conducta.
28 – Todos ellos son rebeldes que andan difamando; bronce y hierro;
todos son degenerados.
29 Jadeó el fuelle, el plomo se consumió por el fuego. En vano afinó
el afinador, porque la ganga no se desprendió.
30 Serán llamados «plata de desecho», porque Yahveh los desechó.
Jeremías 7
1 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:
2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta
palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que entráis por
estas puertas a postraros ante Yahveh.
3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de
obras, y yo haré que os quedéis en este lugar.
4 No fiéis en palabras engañosas diciendo: «¡Templo de Yahveh,
Templo de Yahveh, Templo de Yahveh es éste!»
5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente
hacéis justicia mutua
6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no vertéis
sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro
daño,
7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que
di a vuestros padres desde siempre hasta siempre.
8 Pero he aquí que vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada
sirven,
9 para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a
otros dioses que no conocíais.
10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi
Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas
abominaciones.
11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa
que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! – oráculo de Yahveh-.
12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre
antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel.
13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto – oráculo de Yahveh –
por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas
no respondisteis,
14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que
confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice
con Silo,
15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos,
a toda la descendencia de Efraím.
16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria
ni oración, ni me insistas, porque no te oiré.
17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las
calles de Jerusalén?
18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres
amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en honor de
otros dioses para exasperarme.
19 ¿A mí me exasperan ésos? – oráculo de Yahveh -, ¿no es a sí
mismos, para vergüenza de sus rostros?
20 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: He aquí que mi ira y mi saña
se vuelca sobre este lugar, sobre hombres y bestias bestias, sobre los
árboles del campo y el fruto del suelo; arderá y no se apagará.
21 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros
holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne.
22 Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les
hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio.
23 Lo que les mandé fue esto otro: «Escuchad mi voz y yo seré
vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os
mandare, para que os vaya bien.»
24 Mas ellos no escucharon ni prestaron el oído, sino que procedieron
en sus consejos según la pertinacia de su mal corazón, y se pusieron de
espaldas, que no de cara;
25 desde la fecha en que salieron vuestros padres del país de Egipto
hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día
puntualmente.
26 Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la
cerviz hicieron peor que sus padres.
27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les
llamarás y no te responderán.
28 Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de
Yahveh su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha
desaparecido de su boca.
29 Córtate tus guedejas y tíralas, y entona por los calveros una elegía;
que Yahveh ha desechado y repudiado a la generación objeto de su cólera.
30 Los hijos de Judá han hecho lo que me parece malo – oráculo de
Yahveh -: han puesto sus Monstruos abominables en la Casa que llaman por
mi Nombre profanándola,
31 y han construido los altos de Tófet – que está en el valle de Ben
Hinnom – para quemar a sus hijos e hijas en el fuego, cosa que nos les
mandé ni me pasó por las mientes.
32 Por tanto, he aquí que vienen días – oráculo de Yahveh – en que no
se hablará más de Tófet, ni del valle de Ben Hinnom, sino del “valle de la
Matanza”. Se harán enterramientos en Tófet por falta de sitio,
33 y los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del
cielo y a las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante.
34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén
toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque
toda la tierra quedará desolada.

Jeremías 8

1 En aquel tiempo – oráculo de Yahveh – sacarán de sus tumbas los
huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los
sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de
Jerusalén,
2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército celeste a
quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y adoraron,
para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz
de la tierra.
3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que
subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue – oráculo de
Yahveh Sebaot -.
4 Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno
se extravía ¿no cabe tornar?
5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía
perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.
6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su
maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su
carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la
golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo
ignora el derecho de Yahveh.
8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?»
Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso
de los escribas.
9 Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que
han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve?
10 Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos,
porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho,
y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.
11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera,
diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz.
12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron?
¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por
tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite – dice
Yahveh -.
13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa – oráculo de Yahveh – pero
no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas.
Es que yo les he dado quien les despoje.
14 – «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas
fuertes para enmudecer allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos
propina agua envenenada, porque hemos pecado contra Yahveh!
15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se
presenta el miedo.
16 Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho
sonoro de sus corceles tembló la tierra toda. Vendrán y comerán el país y
sus bienes, la ciudad y sus habitantes.»
17 – Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra
las que no existe encantamiento, y os picarán – oráculo de Yahveh -.
18 Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;
19 he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los
rincones del país: «¿No está Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella?
(¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas Vanidades traídas del
extranjero?)
20 La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.»
21 Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el
pánico se apodera de mí.
22 ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues
¿cómo es que no llega el remedio para la hija de mi pueblo?
23 ¡Quién convirtiera mi cabeza en llanto, mis ojos en manantial de
lágrimas para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!

Jeremías 9

1 ¡Quién me diese en el desierto una posada de caminantes, para poder
dejar a mi pueblo y alejarme de su compañía! Porque todos ellos son
adúlteros, un hatajo de traidores
2 que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no la verdad,
lo que prevalece en esta tierra. Van de mal en peor, y a Yahveh desconocen.
3 ¡Que cada cual se guarde de su prójimo!, ¡desconfiad de cualquier
hermano!, porque todo hermano pone la zancadilla, y todo prójimo propala
la calumnia.
4 Se engañan unos a otros, no dicen la verdad; han avezado sus
lenguas a mentir, se han pervertido, incapaces
5 de convertirse. Fraude por fraude, engaño por engaño, se niegan a
reconocer a Yahveh.
6 Por ende, así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo voy a afinarlos y
probarlos; mas ¿cómo haré para tratar a la hija de mi pueblo?
7 Su lengua es saeta mortífera, las palabras de su boca, embusteras. Se
saluda al prójimo, pero por dentro se le pone celada.
8 Y por estas acciones, ¿no les he de castigar? – oráculo de Yahveh -,
¿de una nación así no se vengará mi alma?
9 Alzo sobre los montes lloro y lamento, y una elegía por las dehesas
del desierto, porque han sido incendiadas; nadie pasa por allí, y no se oyen
los gritos del ganado. Desde las aves del cielo hasta las bestias, todas han
huido, se han marchado.
10 Voy a hacer de Jerusalén un montón de piedras, guarida de
chacales, y de las ciudades de Judá haré una soledad sin ningún habitante.
11 ¿Quién es el sabio?, pues que entienda esto; a quién ha hablado la
boca de Yahveh?, pues que lo diga; ¿por qué el país se ha perdido,
incendiado como el desierto donde no pasa nadie?
12 Yahveh lo ha dicho: Es que han abandonado mi Ley que yo les
propuse, y no han escuchado mi voz ni la han seguido;
13 sino que han ido en pos de la inclinación de sus corazones tercos,
en pos de los Baales que sus padres les enseñaron.
14 Por eso, así dice Yahveh Sebaot, el dios de Israel: He aquí que voy
a dar de comer a este pueblo ajenjo y les voy a dar de beber agua
emponzoñada.
15 Les voy a dispersar entre las naciones desconocidas de ellos y de
sus padres, y enviaré detrás de ellos la espada hasta exterminarlos.
16 Así habla Yahveh Sebaot: ¡Hala! Llamad a las plañideras, que
vengan: mandad por las más hábiles, que vengan.
17 ¡Pronto! que entonen por nosotros una lamentación. Dejen caer
lágrimas nuestros ojos, y nuestros párpados den curso al llanto.
18 Sí, una lamentación se deja oír desde Sión: «¡Ay, que somos
saqueados!, ¡qué vergüenza tan grande, que se nos hace dejar nuestra tierra,
han derruido nuestros hogares!»
19 Oíd, pues, mujeres, la palabra de Yahveh; reciba vuestro oído la
palabra de su boca: Enseñad a vuestras hijas esta lamentación, y las unas a
las otras esta elegía:
20 «La muerte ha trepado por nuestras ventanas, ha entrado en
nuestros palacios, barriendo de la calle al chiquillo, a los mozos de las
plazas.
21 ¡Habla! Tal es el oráculo de Yahveh: Los cadáveres humanos
yacen como boñigas por el campo, como manojos detrás del segador, y no
hay quien los reúna.»
22 Así dice Yahveh: No se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe
el valiente por su valentía, ni se alabe el rico por su riqueza;
23 mas en esto se alabe quien se alabare: en tener seso y conocerme,
por que yo soy Yahveh, que hago merced, derecho y justicia sobre la tierra,
porque en eso me complazco – oráculo de Yahveh -.
24 He aquí que vienen días – oráculo de Yahveh – en que he de visitar
a todo circuncidado que sólo lo sea en su carne:
25 a Egipto, Judá, Edom y a los hijos de Ammón, a Moab, y a todos
los de sien rapada, los que moran en el desierto. Porque todas estas gentes
lo son. Pero también los de la casa de Israel son incircuncisos de corazón.

Jeremías 10

1 Oíd la palabra que os dedica Yahveh, oh casa de Israel.
2 Así dice Yahveh: Al proceder de los gentiles no os habituéis, ni de
los signos celestes os espantéis. ¡Que se espanten de ellos los gentiles!
3 Porque las costumbres de los gentiles son vanidad: un madero del
bosque, obra de manos del maestro que con el hacha lo cortó,
4 con plata y oro lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta
para que no se menee.
5 Son como espantajos de pepinar, que ni hablan. Tienen que ser
transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien
ni mal.
6 No hay como tú, Yahveh; grande eres tú, y grande tu Nombre en
poderío.
7 ¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso.
Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no
hay nadie como tú.
8 Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan
los ídolos.
9 Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir; hechura de
maestro y de manos de platero (de púrpura violeta y escarlata es su vestido):
todos son obra de artistas.
10 Pero Yahveh es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el Rey eterno.
Cuando se irrita, tiembla la tierra, y no aguantan las naciones su
indignación.
11 (Así les diréis: «Los dioses que no hicieron el cielo ni la tierra,
perecerán de la tierra y de debajo del cielo.»)
12 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con
su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.
13 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace
subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la
lluvia y saca el viento de sus depósitos.
14 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo
todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.
15 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.
16 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo,
y aquel cuyo heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.
17 Recoge del suelo tu mercancía, oh tú, que estás sitiada:
18 porque así dice Yahveh: He aquí que yo voy a hondear a los
moradores del país – ¡esta vez va de veras! – y les apremiaré de modo que
den conmigo.
19 – «¡Ay de mí, por mi quebranto! ¡me duele la herida! Y yo que
decía: “Ese es un sufrimiento, pero me lo aguantaré”…
20 Mi tienda ha sido saqueada, y todos mis tensores arrancados. Mis
hijos me han sido quitados y no existen. No hay quien despliegue ya mi
tienda ni quien ice mis toldos.»
21 – Es que han sido torpes los pastores y no han buscado a Yahveh;
así no obraron cuerdamente, y toda su grey fue dispersada.
22 ¡Se oye un rumor! ¡ya llega!: un gran estrépito del país del norte,
para trocar las ciudades de Judá en desolación, guarida de chacales.
23 Yo sé, Yahveh, que no depende del hombre su camino, que no es
del que anda enderezar su paso.
24 Corrígeme, Yahveh, pero con tino, no con tu ira, no sea que me
quede en poco.
25 Vierte tu cólera sobre las naciones que te desconocen, y sobre los
linajes que no invocan tu Nombre. Porque han devorado a Jacob hasta
consumirle, lo han devorado y su mansión han desolado.

Eclesiástico 9

1 No tengas celos de tu propia mujer, para no enseñarle a hacerte mal.
2 No te entregues del todo a tu mujer, no sea que te llegue a dominar.
3 No vayas al encuentro de una mujer prostituta, no sea que caigas en
sus redes.
4 Con cantadora no frecuentes el trato, para no quedar prendido en
sus enredos.
5 No te quedes mirando a doncella, para que no incurras en su propio
castigo.
6 A prostitutas no te entregues, para no perder tu herencia.
7 No andes fisgando por los calles de la ciudad, ni divagues por sus
sitios solitarios.
8 Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza
ajena. Por la belleza de la mujer se perdieron muchos, junto a ella el amor
se inflama como fuego.
9 Junto a mujer casada no te sientes jamás, a la mesa con ella no te
huelgues con vino, para que tu corazón no se desvíe hacia ella y en tu
ímpetu te deslices a la ruina.
10 No abandones a un viejo amigo, porque el nuevo no le iguala.
Vino nuevo, amigo nuevo, cuando sea añejo, con placer lo beberás.
11 No envidies la gloria del pecador, pues no sabes cómo se le
volverá la fortuna.
12 No asientas al éxito de los impíos, recuerda que no quedarán hasta
el seol impunes.
13 Ponte lejos del hombre que es capaz de matar, y no experimentarás
miedo a la muerte. Si te acercas a él, no te descuides, para que no te quite la
vida. Date cuenta de que pasas entre lazos y que caminas sobre el muro de
la ciudad.
14 Cuando puedas acude a tu prójimo, y con los sabios aconséjate.
15 Con los inteligentes ten conversación, y tus charlas versen sobre la
Ley del Altísimo.
16 Varones justos sean tus comensales, y en el temor del Señor esté
tu orgullo.
17 Por la mano del artista la obra es alabada, y el jefe del pueblo
aparece sabio en su palabra.
18 Temible en su ciudad el hombre charlatán, el desmedido por su
lenguaje se hace odioso.

Eclesiástico 10

1 El juez sabio adoctrina a su pueblo, la autoridad del sensato está
bien regulada.
2 Según el juez del pueblo, así serán sus ministros, como el jefe de la
ciudad, todos sus habitantes.
3 El rey sin instrucción arruinará a su pueblo, la ciudad se edifica
sobre la prudencia de los dirigentes.
4 En manos del Señor está el gobierno de la tierra, a su tiempo suscita
para ella al que conviene.
5 En manos del Señor el recto camino del hombre, él pone su gloria
en el escriba.
6 Sea cual fuere su agravio, no guardes rencor al prójimo, y no hagas
nada en un arrebato de violencia.
7 Odioso es al Señor y a los hombres el orgullo, para ambos es un
yerro la injusticia.
8 La soberanía pasa de una nación a otra, por las injusticias, las
violencias y el dinero.
9 ¿Por qué se enorgullece el que es tierra y ceniza? ¡si ya en vida es
su vientre podredumbre!
10 La larga enfermedad deja perplejo al médico, y el que hoy es rey
fenecerá mañana.
11 Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras
y gusanos.
12 El comienzo del orgullo del hombre es alejarse del Señor, cuando
de su Hacedor se apartó su corazón.
13 Que el comienzo del orgullo es el pecado, el que se agarra a él
vierte abominación. Por eso les dio el Señor asombrosos castigos, y les
abatió hasta aniquilarlos.
14 Los tronos de los príncipes los volteó el Señor, y en su lugar sentó
a los mansos.
15 Las raíces de los orgullosos las arrancó el Señor, y en su lugar
plantó a los humildes.
16 Las comarcas de las naciones las arrasó el Señor, y las destruyó
hasta los cimientos de la tierra.
17 Tomó algunos de ellos y los destruyó, y borró de la tierra su
recuerdo.
18 No se ha hecho para los hombres el orgullo, ni el furor de la ira
para los nacidos de mujer.
19 ¿Qué raza es honorable? La del hombre. ¿Qué raza es honorable?
Los que temen al Señor. ¿Qué raza es despreciable? La del hombre. ¿Qué
raza es despreciable? Los que violan sus mandatos.
20 En medio de sus hermanos es honorable el jefe, y los que temen al
Señor, a los ojos de él.
22 Sean ricos, llenos de gloria o pobres, su orgullo es el temor del
Señor.
23 No es justo despreciar al pobre inteligente, ni procede glorificar al
pecador.
24 Grande, juez y poderoso reciben honores, mas no hay mayor entre
ellos que el que teme al Señor.
25 Al siervo sabio los hombres libres sirven, y el hombre de saber no
lo critica.
26 No te hagas el sabio cuando cumples tu obra, no te gloríes en el
momento de tu aprieto.
27 Más vale el que trabaja y le sobra de todo que el que anda
gloriándose y carece de pan.
28 Hijo, gloríate con moderación, y estímate en lo que vales.
29 Al que peca contra sí mismo, ¿quién le justificará? ¿quién
apreciará al que desprecia su vida?
30 El pobre es honrado por su saber, y el rico lo es por su riqueza.
31 Quien es estimado en la pobreza, ¡cuánto más en la riqueza! quien
es despreciado en la riqueza, ¡cuánto más en la pobreza!

Eclesiástico 11

1 La sabiduría del humilde le hace erguir la cabeza, y le da asiento
entre los grandes.
2 No alabes nunca a un hombre por su buen parecer, ni abomines de
nadie por su aspecto.
3 Pequeña entre los que vuelan es la abeja, mas lo que ella elabora es
lo más dulce.
4 No te gloríes del manto que te envuelve, el día de la gloria no te
engrías; pues admirables son las obras del Señor, pero están ocultas a los
hombres.
5 Muchos tiranos se sentaron en el suelo, y un desconocido se puso la
diadema.
6 Muchos poderosos fueron muy deshonrados, y hombres ilustres
entregados a otras manos.
7 Sin haberte informado no reprendas, reflexiona primero y haz luego
tu reproche.
8 Sin haber escuchado no respondas ni interrumpas en medio del
discuro.
9 Por lo que no te incumbe no discutas, y en las contiendas de los
pecadores no te mezcles.
10 Hijo, no te metas en múltiples asuntos, si los multiplicas no saldrás
bien parado; aunque los persigas no los alcanzarás ni podrás escapar aunque
quieras huir.
11 Hay quien se agota, se fatiga y se apresura, y cuanto más, más
tarde llega.
12 Hay quien es débil, necesitado de apoyo, falto de bienes y sobrado
de pobreza, mas los ojos del Señor le miran para bien, él le recobra de su
humillación.
13 Levanta su cabeza, y por él se admiran muchos.
14 Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del
Señor.
17 El don del Señor con los piadosos permanece, y su complacencia
les lleva por buen camino para siempre.

2 Timoteo 2

1 Tú, pues, hijo mío, manténte fuerte en la gracia de Cristo Jesús;
2 y cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a
hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de instruir a otros.
3 Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús.
4 Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida,
si quiere complacer al que le ha alistado.
5 Y lo mismo el atleta; no recibe la corona si no ha competido según
el reglamento.
6 Y el labrador que trabaja es el primero que tiene derecho a percibir
los frutos.
7 Entiende lo que quiero decirte, pues el Señor te dará la inteligencia
de todo.
8 Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos,
descendiente de David, según mi Evangelio;
9 por él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero
la Palabra de Dios no está encadenada.
10 Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos
alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna.
11 Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también
viviremos con él;
12 si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le
negamos, también él nos negará;
13 si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí
mismo.
14 Esto has de enseñar; y conjura en presencia de Dios que se eviten
las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si no es para perdición
de los que las oyen.
15 Procura cuidadosamente presentarte ante Dios como hombre
probado, como obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel
distribuidor de la Palabra de la verdad.
16 Evita las palabrerías profanas, pues los que a ellas se dan crecerán
cada vez más en impiedad,
17 y su palabra irá cundiendo como gangrena. Himeneo y Fileto son
de éstos:
18 se han desviado de la verdad al afirmar que la resurrección ya ha
sucedido; y pervierten la fe de algunos.
19 Sin embargo el sólido fundamento puesto por Dios se mantiene
firme, marcado con este sello: = El Señor conoce a los que son suyos; = y:
Apártese de la iniquidad todo el que = pronuncia el nombre del Señor. =
20 En una casa grande no hay solamente utensilios de oro y de plata,
sino también de madera y de barro; y unos son para usos nobles y otros para
usos viles.
21 Si, pues, alguno se mantiene limpio de estas faltas, será un
utensilio para uso noble, santificado y útil para su Dueño, dispuesto para
toda obra buena.
22 Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la
fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con
corazón puro.
23 Evita las discusiones necias y estúpidas; tú sabes bien que
engendran altercados.
24 Y a un siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser amable,
con todos, pronto a enseñar, sufrido,
25 y que corrija con mansedumbre a los adversarios, por si Dios les
otorga la conversión que les haga conocer plenamente la verdad,
26 y volver al buen sentido, librándose de los lazos del Diablo que los
tiene cautivos, rendidos a su voluntad.

2 Timoteo 3

1 Ten presente que en los últimos días sobrevendrán momentos
difíciles;
2 los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios,
difamadores, rebeldes a los padres, ingratos, irreligiosos,
3 desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos,
despiadados, enemigos del bien,
4 traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que de
Dios,
5 que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia.
Guárdate también de ellos.
6 A éstos pertenecen esos que se introducen en las casas y conquistan
a mujerzuelas cargadas de pecados y agitadas por toda clase de pasiones,
7 que siempre están aprendiendo y no son capaces de llegar al pleno
conocimiento de la verdad.
8 Del mismo modo que Jannés y Jambrés se enfrentaron a Moisés, así
también estos se oponen a la verdad; son hombres de mente corrompida,
descalificados en la fe.
9 Pero no progresarán más, porque su insensatez quedará patente a
todos, como sucedió con la de aquéllos.
10 Tú, en cambio, me has seguido asiduamente en mis enseñanzas,
conducta, planes, fe, paciencia, caridad, constancia,
11 en mis persecuciones y sufrimientos, como los que soporté en
Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Qué persecuciones hube de sufrir! Y de
todas me libró el Señor.
12 Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús,
sufrirán persecuciones.
13 En cambio los malos y embaucadores irán de mal en peor, serán
seductores y a la vez seducidos.
14 Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste,
teniendo presente de quiénes lo aprendiste,
15 y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la
sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para
argüir, para corregir y para educar en la justicia;
17 así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda
obra buena.

2 Timoteo 4

1 Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a
juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y por su Reino:
2 Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende,
amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina.
3 Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la
doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con
un montón de maestros por el prurito de oír novedades;
4 apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas.
5 Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los
sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la
perfección tu ministerio.
6 Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento
de mi partida es inminente.
7 He competido en la noble competición, he llegado a la meta en la
carrera, he conservado la fe.
8 Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me
entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos
los que hayan esperado con amor su Manifestación.
9 Apresúrate a venir a mí cuanto antes,
10 porque me ha abandonado Demás por amor a este mundo y se ha
marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.
11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele
contigo, pues me es muy útil para el ministerio.
12 A Tíquico le he mandado a Éfeso.
13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de
Carpo, y los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. = El Señor le
retribuirá según sus obras. =
15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra
predicación.
16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me
desampararon. Que no se les tome en cuenta.
17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio,
se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui =
librado de la boca del león. =
18 El Señor me librará de toda obra mala y me salvará guardándome
para su Reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
19 Saluda a Prisca y Aquila y a la familia de Onesíforo.
20 Erasto se quedó en Corinto; a Trófimo le dejé enfermo en Mileto.
21 Date prisa en venir antes del invierno. Te saludan Eubulo,
Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
22 El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.

EPÍSTOLA DE SAN JUDAS

Judas 1

1 Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago, a los que han sido
llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo.
2 A vosotros, misericordia, paz y amor abundantes.
3 Queridos, tenía yo mucho empeño en escribiros acerca de nuestra
común salvación y me he visto en la necesidad de hacerlo para exhortaros a
combatir por la fe que ha sido transmitida a los santos de una vez para
siempre.
4 Porque se han introducido solapadamente algunos que hace tiempo
la Escritura señaló ya para esta sentencia. Son impíos, que conviertan en
libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor
nuestro Jesucristo.
5 Quiero recordaros a vosotros, que ya habéis aprendido todo esto de
una vez para siempre, que el Señor, habiendo librado al pueblo de la tierra
de Egipto, destruyó después a los que no creyeron;
6 y además que a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino
que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras
eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día.
7 Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como
ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de
un fuego eterno, sirven de ejemplo.
8 Igualmente éstos, a pesar de todo, alucinados en sus delirios,
manchan la carne, desprecian al Señorío e injurian a las Glorias.
9 En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo
disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él
juicio injurioso, sino que dijo: = «Que te castigue el Señor». =
10 Pero éstos injurian lo que ignoran y se corrompen en las cosas que,
como animales irracionales, conocen por instinto.
11 ¡Ay de ellos!, porque se han ido por el camino de Caín, y por un
salario se han abandonado al descarrío de Balaam, y han perecido en la
rebelión de Coré.
12 Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en
vuestros ágapes y se apacientan a sí mismos; son nubes sin agua
zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos,
arrancados de raíz;
13 son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia
vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las
tinieblas para siempre.
14 Henoc, el séptimo después de Adán, profetizó ya sobre ellos:
«Mirad, el Señor ha venido con sus santas miríadas
15 para realizar el juicio contra todos y dejar convictos a todos los
impíos de todas las obras de impiedad que realizaron y de todas las palabras
duras que hablaron contra él los pecadores impíos.»
16 Estos son unos murmuradores, descontentos de su suerte, que viven
según sus pasiones, = cuya boca dice palabras altisonantes, = que adulan
por interés.
17 En cambio vosotros, queridos, acordaos de las predicciones de los
apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.
18 Ellos os decían: «Al fin de los tiempos aparecerán hombres
sarcásticos que vivirán según sus propias pasiones impías.»
19 Estos son los que crean divisiones, viven una vida sólo natural sin
tener el espíritu.
20 Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y
orando en el Espíritu Santo,
21 manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de
nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
22 A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos;
23 a otros, tratad de salvarlos arrancándolos del fuego; y a otros
mostradles misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada
por su carne.
24 Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin
tacha ante su gloria con alegría,
25 al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro
Señor, gloria, majestad, fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por
todos los siglos. Amén.

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