Ezequiel 27
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Y tú, hijo de hombre, entona una elegía sobre Tiro.
3 Dirás a Tiro, la ciudad sentada a la entrada del mar, centro del
tráfico de los pueblos hacia islas sin cuento: Así dice el Señor Yahveh:
Tiro, tú decías: Yo soy un navío de perfecta hermosura.
4 En el corazón de los mares estaban tus fronteras. Tus fundadores
hicieron perfecta tu hermosura.
5 Con cipreses de Senir te construyeron todas tus planchas. Del
Líbano tomaron un cedro para erigirte un mástil.
6 De las encinas de Basán hicieron tus remos. El puente te lo hicieron
de marfil incrustado en cedro de las islas de Kittim.
7 De lino recamado de Egipto era tu vela que te servía de enseña.
Púrpura y escarlata de las islas de Elisá formaban tu toldo.
8 Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros. Y tus sabios,
Tiro, iban a bordo como timoneles.
9 En ti estaban los ancianos de Guebal y sus artesanos para reparar tus
averías. Todas las naves del mar y sus marineros estaban contigo para
asegurar tu comercio.
10 Los de Persia, de Lud y de Put servían en tu ejército como hombres
de guerra; suspendían en ti el escudo y el yelmo, te daban esplendor.
11 Los hijos de Arvad, con tu ejército, guarnecían por todas partes tus
murallas, y los gammadeos tus torres. Suspendían sus escudos en tus
murallas, todo alrededor, y hacían perfecta tu hermosura.
12 Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata,
hierro, estaño y plomo daba por tus mercancías.
13 Yaván, Túbal y Mések traficaban contigo: te daban a cambio
hombres y utensilios de bronce.
14 Los de Bet Togarmá daban por tus mercancías caballos de tiro y de
silla, y mulos.
15 Los hijos de Rodán traficaban contigo; numerosas islas eran
clientes tuyas; te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano.
16 Edom era cliente tuyo por la abundancia de tus productos: daba por
tus mercancías malaquita, púrpura, recamados, batista, coral y rubíes.
17 Judá y la tierra de Israel traficaban también contigo: te daban a
cambio trigo de Minnit, pannag, miel, aceite y resina.
18 Damasco era cliente tuya por la abundancia de tus productos;
gracias a la abundancia de toda riqueza, te proveía de vino de Jelbón y lana
de Sajar.
19 Dan y Yaván, desde Uzal, daban por tus mercancías hierro forjado,
canela y caña.
20 Dedán traficaba contigo en sillas de montar.
21 Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes:
pagaban con corderos, carneros y machos cabríos.
22 Los mercaderes de Sabá y de Ramá traficaban contigo: aromas de
primera calidad y toda clase de piedras preciosas y oro daban por tus
mercancías.
23 Jarán, Kanné y Edén, los mercaderes de Sabá, de Asur y de Kilmad
traficaban contigo.
24 Traían a tu mercado vestidos de lujo, mantos de púrpura y brocado,
tapices multicolores y maromas trenzadas.
25 Las naves de Tarsis formaban tu flota comercial. Estabas repleta y
pesada en el corazón de los mares.
26 A alta mar te condujeron los que a remo te llevaban. El viento de
oriente te ha quebrado en el corazón de los mares.
27 Tus riquezas, tus mercancías y tus fletes, tus marineros y tus
timoneles, tus calafates, tus agentes comerciales, todos los guerreros que
llevas, toda la tripulación que transportas, se hundirán en el corazón de los
mares el día de tu naufragio.
28 Al oír los gritos de tus marinos, se asustarán las costas.
29 Entonces desembarcarán de sus naves todos los remeros. Los
marineros, todos los hombres de mar, se quedarán en tierra.
30 Lanzarán su clamor por ti, gritarán amargamente. Se echarán polvo
en la cabeza, se revolcarán en la ceniza;
31 se raparán el pelo por tu causa, se ceñirán de sayal. Llorarán por ti,
en la amargura de su alma, con amargo lamento.
32 Entonarán por ti, en su duelo, una elegía, harán por ti esta
lamentación: «¿Quién era semejante a Tiro en medio del mar?
33 Cuando tus mercancías se desembarcaban, saciabas a muchos
pueblos; con la abundancia de tus riquezas y productos enriquecías a los
reyes de la tierra.
34 Mas ahora estás ahí quebrada por los mares en las honduras de las
aguas. Tu carga y toda tu tripulación se han hundido contigo.
35 Todos los habitantes de las islas están pasmados por tu causa. Sus
reyes están estremecidos de terror, descompuesto su rostro.
36 Los mercaderes de los pueblos silban sobre ti, porque te has
convertido en objeto de espanto, y has desaparecido para siempre.»
Ezequiel 28
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así dice el Señor Yahveh:
¡Oh!, tu corazón se ha engreído y has dicho: «Soy un dios, estoy sentado en
un trono divino, en el corazón de los mares.» Tú que eres un hombre y no
un dios, equiparas tu corazón al corazón de Dios.
3 ¡Oh sí, eres más sabio que Danel! Ningún sabio es semejante a ti.
4 Con tu sabiduría y tu inteligencia te has hecho una fortuna, has
amontonado oro y plata en tus tesoros.
5 Por tu gran sabiduría y tu comercio has multiplicado tu fortuna, y
por su fortuna se ha engreído tu corazón.
6 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Porque has equiparado tu corazón
al corazón de Dios,
7 por eso, he aquí que yo traigo contra ti extranjeros, los más bárbaros
entre las naciones. Desenvainarán la espada contra tu linda sabiduría, y
profanarán tu esplendor;
8 te precipitarán en la fosa, y morirás de muerte violenta en el corazón
de los mares.
9 ¿Podrás decir aún: «Soy un dios», ante tus verdugos? Pero serás un
hombre, que no un dios, entre las manos de los que te traspasen.
10 Tendrás la muerte de los incircuncisos, a manos de extranjeros.
Porque he hablado yo, oráculo del Señor Yahveh.
11 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
12 Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro. Le dirás:
Así dice el Señor Yahveh: Eras el sello de una obra maestra, lleno de
sabiduría, acabado en belleza.
13 En Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras
preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de
ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes
y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación.
14 Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas
en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego.
15 Fuiste perfecto en su conducta desde el día de tu creación, hasta el
día en que se halló en ti iniquidad.
16 Por la amplitud de tu comercio se ha llenado tu interior de
violencia, y has pecado. Y yo te he degradado del monte de Dios, y te he
eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego.
17 Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría
por causa de tu esplendor. Yo te he precipitado en tierra, te he expuesto
como espectáculo a los reyes.
18 Por la multitud de tus culpas por la inmoralidad de tu comercio, has
profanado tus santuarios. Y yo he sacado de ti mismo el fuego que te ha
devorado; te he reducido a ceniza sobre la tierra, a los ojos de todos los que
te miraban.
19 Todos los pueblos que te conocían están pasmados por ti. Eres un
objeto de espanto, y has desaparecido para siempre.
20 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
21 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Sidón y profetiza contra
ella.
22 Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Sidón; en
medio de ti seré glorificado. Se sabrá que yo soy Yahveh, cuando yo haga
justicia de ella y manifieste en ella mi santidad.
23 Mandaré contra ella la peste, habrá sangre en sus calles; las
víctimas caerán en medio de ella, bajo la espada que la cercará por todas
partes, y se sabrá que yo soy Yahveh.
24 No habrá más, para la casa de Israel, espina que punce ni zarza que
lacere, entre todos sus vecinos que la desprecian, y se sabrá que yo soy el
Señor Yahveh.
25 Así dice el Señor Yahveh: Cuando yo reúna a la casa de Israel de
en medio de los pueblos donde está dispersa, manifestaré en ellos mi
santidad a los ojos de las naciones. Habitarán en la tierra que yo di a mi
siervo Jacob;
26 habitarán allí con seguridad, construirán casas y plantarán viñas;
vivirán seguros. Cuando yo haga justicia de todos sus vecinos que los
desprecian, se sabrá que yo soy Yahveh su Dios.
Ezequiel 29
1 El año décimo, el día doce del décimo mes, la palabra de Yahveh me
fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Faraón, rey de Egipto, y
profetiza contra él y contra todo Egipto.
3 Habla y di: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Faraón,
rey de Egipto, gran cocodrilo, recostado en medio de sus Nilos, tú que has
dicho: «Mi Nilo es mío. yo mismo lo he hecho.»
4 Voy a ponerte garfios en las quijadas, pegaré a tus escamas los peces
de tus Nilos, te sacaré fuera de tus Nilos, con todos los peces de tus Nilos,
pegados a tus escamas.
5 Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la haz
del campo caerás, no serás recogido ni enterrado. A las bestias de la tierra y
a las aves del cielo te entregaré como pasto,
6 y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy Yahveh. Porque
has sido un apoyo de caña para la casa de Israel;
7 cuando ellos te agarraban, te rompías en sus manos y desgarrabas
toda su palma; cuando se apoyaban en tí, te hacías pedazos y hacías vacilar
todos los riñones.
8 Por eso, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo traigo contra ti la
espada, para extirpar de ti hombres y bestias.
9 El país de Egipto se convertirá en desolación y ruina, y se sabrá que
yo soy Yahveh. Por haber dicho: «El Nilo es mío, yo mismo lo he hecho»,
10 por eso, aquí estoy yo contra ti y contra tus Nilos. Convertiré el
país de Egipto en ruinas, devastación y desolación, desde Migdol hasta
Siene y hasta la frontera de Etiopía.
11 No pasará por él pie de hombre, pie de animal no pasará por él.
Quedará deshabitado durante cuarenta años.
12 Yo haré del país de Egipto una desolación en medio de países
desolados; sus ciudades serán una desolación entre ciudades en ruinas,
durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los
esparciré por los países.
13 Porque así dice el Señor Yahveh: Al cabo de cuarenta años, reuniré
a los habitantes de Egipto de entre los pueblos en los que habían sido
dispersados.
14 Recogeré a los cautivos egipcios y los haré volver al país de Patrós,
su país de origen. Allí formarán un reino modesto.
15 Egipto será el más modesto de los reinos y no se alzará más sobre
las naciones; le haré pequeño para que no vuelva a imponerse a las
naciones.
16 No volverá a ser para la casa de Israel apoyo de su confianza, que
provoque el delito de irse en pos de él. Y se sabrá que yo soy el Señor
Yahveh.
17 El año veintisiete, el día uno del primer mes, la palabra de Yahveh
me fue dirigida en estos términos:
18 Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha emprendido
con su ejército grandes movimientos contra Tiro. Todas las cabezas han
quedado peladas y todas las espaldas llagadas, pero no ha obtenido de Tiro,
ni para sí ni para su ejército, ningún provecho de la empresa acometida
contra ella.
19 Por eso, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo entrego a
Nabucodonosor, rey de Babilonia, el país de Egipto. El saqueará sus
riquezas, se apoderará de sus despojos y se llevará su botín, que será la paga
de su ejército.
20 En compensación de su esfuerzo contra Tiro, yo le entrego el país
de Egipto, porque han trabajado para mí, oráculo del Señor Yahveh.
21 Aquel día yo haré brotar un cuerno a la casa de Israel, y a ti te
permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy Yahveh.
Ezequiel 30
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahveh: Gemid:
«¡Ah, el día aquel!»
3 Porque está cercano el día, está cercano el día de Yahveh, día
cargado de nubarrones, la hora de las naciones será.
4 Vendrá la espada sobre Egipto, cundirá el pánico en Kus, cuando las
víctimas caigan en Egipto, cuando sean saqueadas sus riquezas y sus
cimientos derruidos.
5 Kus, Put y Lud, toda Arabia y Kub, y los hijos del país de la alianza,
caerán con ellos a espada.
6 Así dice Yahveh: Caerán los apoyos de Egipto, se desplomará el
orgullo de su fuerza; desde Migdol a Siene, caerán todos a espada, oráculo
del Señor Yahveh.
7 Quedarán desolados entre los países desolados, y sus ciudades
estarán entre las ciudades en ruinas.
8 Sabrán que yo soy Yahveh, cuando prenda fuego a Egipto, y se
rompan todos sus apoyos.
9 Aquel día saldrán de mi presencia mensajeros en navíos a sembrar el
terror en Kus que se cree segura. Cundirá el pánico entre sus habitantes, en
el día de Egipto, vedle aquí que llega.
10 Así dice el Señor Yahveh: Yo pondré fin a la multitud de Egipto,
por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
11 El, y su pueblo con él, la más bárbara de las naciones, serán
enviados a asolar el país. Desenvainarán la espada contra Egipto, y llenarán
el país de víctimas.
12 Yo dejaré secos los Nilos, y venderé el país en manos de malvados.
Devastaré el país y todo lo que encierra, por mano de extranjeros. Yo,
Yahveh, he hablado.
13 Así dice el Señor Yahveh: Haré desaparecer las basuras, y pondré
fin a los falsos dioses de Nof. No habrá más príncipes en Egipto, y yo
sembraré el terror en el país de Egipto.
14 Devastaré Patrós, prenderé fuego a Soán, haré justicia de No.
15 Derramaré mi furor en Sin, la fortaleza de Egipto, exterminaré la
multitud de No.
16 Prenderé fuego a Egipto. Sin se retorcerá de dolor, en No se abrirá
brecha y cundirán las aguas.
17 Los jóvenes de On y de Pi Béset caerán a espada, y las ciudades
mismas partirán al cautiverio.
18 En Tafnis el día se convertirá en tinieblas cuando yo quiebre allí el
yugo de Egipto y se acabe el orgullo de su fuerza. A ella le cubrirá un
nubarrón, y sus hijas partirán al cautiverio.
19 Así haré justicia de Egipto, y se sabrá que yo soy Yahveh.
20 El año undécimo, el día siete del primer mes, la palabra de Yahveh
me fue dirigida en estos términos:
21 Hijo de hombre, yo he roto el brazo de Faraón, rey de Egipto, y he
aquí que nadie ha curado su herida aplicándole medicamentos y vendas para
curarle, de modo que recobre el vigor para empuñar la espada.
22 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra Faraón,
rey de Egipto; quebraré sus brazos, el que está sano y el que está roto, y
haré que la espada caiga de su mano.
23 Dispersaré a Egipto entre las naciones, lo esparciré por los países.
24 Robusteceré los brazos del rey de Babilonia, pondré mi espada en
su mano y romperé los brazos de Faraón, que lanzará ante él gemidos de
víctima.
25 Robusteceré los brazos del rey de Babilonia, y los brazos de Faraón
desmayarán. Y se sabrá que yo soy Yahveh, cuando pongo mi espada en la
mano del rey de Babilonia y él la esgrima contra el país de Egipto.
26 Dispersaré a Egipto entre las naciones, lo esparciré por los países; y
se sabrá que yo soy Yahveh.
Ezequiel 31
1 El año undécimo, el día uno del tercer mes, la palabra de Yahveh me
fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, di a Faraón, rey de Egipto, y a la multitud de sus
súbditos: ¿A quién compararte en tu grandeza?
3 Mira: a un cedro del Líbano de espléndido ramaje, de fronda de
amplia sombra y de elevada talla. Entre las nubes despuntaba su copa.
4 Las aguas le hicieron crecer, el abismo le hizo subir, derramando sus
aguas en torno a su plantación, enviando sus acequias a todos los árboles
del campo.
5 Por eso su tronco superaba en altura a todos los árboles del campo,
sus ramas se multiplicaban, se alargaba su ramaje, por la abundancia de
agua que le hacía crecer.
6 En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo, bajo su fronda
parían todas las bestias del campo, a su sombra se sentaban naciones
numerosas.
7 Era hermoso en su grandeza, en su despliegue de ramaje, porque sus
raíces se alargaban hacia aguas abundantes.
8 No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses
no podían competir con su ramaje, los plátanos no tenían ramas como las
suyas. Ningún árbol, en el jardín de Dios, le igualaba en belleza.
9 Yo le había embellecido con follaje abundante, y le envidiaban
todos los árboles de Edén, los del jardín de Dios.
10 Pues bien, así dice el Señor Yahveh: Por haber exagerado su talla,
levantando su copa por entre las nubes, y haberse engreído su corazón de su
altura,
11 yo le he entregado en manos del conductor de las naciones, para
que le trate conforme a su maldad; ¡le he desechado!
12 Extranjeros, los más bárbaros entre las naciones, lo han talado y lo
han abandonado. En los montes y por todos los valles yace su ramaje; sus
ramas están destrozadas por todos los barrancos del país; toda la población
del país se ha retirado de su sombra y lo ha abandonado.
13 Sobre sus despojos se han posado todos los pájaros del cielo, a sus
ramas han venido todas las bestias del campo.
14 Ha sido para que ningún árbol plantado junto a las aguas se engría
de su talla, ni levante su copa por entre las nubes, y para que ningún árbol
bien regado se estire hacia ellas con su altura. ¡Porque todos ellos están
destinados a la muerte, a los infiernos, como el común de los hombres,
como los que bajan a la fosa!
15 Así dice el Señor Yahveh: El día que bajó al seol, en señal de duelo
yo cerré sobre él el abismo, detuve sus ríos, y las aguas abundantes cesaron;
por causa de él llené de sombra el Líbano, y todos los árboles del campo se
amustiaron por él.
16 Hice temblar a las naciones por el estrépito de su caída, cuando le
precipité en el seol, con los que bajan a la fosa. En los infiernos se
consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y más bello del
Líbano, regados todos por las aguas.
17 Y al mismo tiempo que él, bajaron al seol, donde las víctimas de la
espada, los que eran su brazo y moraban a su sombra en medio de las
naciones.
18 ¿A quién eras comparable en gloria y en grandeza, entre los árboles
de Edén? Sin embargo has sido precipitado, con los árboles de Edén, en los
infiernos; en medio de incircuncisos yaces, con las víctimas de la espada:
ése es Faraón y toda su multitud, oráculo del Señor Yahveh.
Ezequiel 32
1 El año duodécimo, el día uno del duodécimo mes, la palabra de
Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, entona una elegía sobre Faraón, rey de Egipto. Le
dirás: Leoncillo de las naciones, estás perdido. Eras como un cocodrilo en
los mares, chapoteabas en tus ríos, enturbiabas el agua con tus patas,
agitabas su corriente.
3 Así dice el Señor Yahveh: Yo echaré sobre ti mi red entre una
asamblea de pueblos numerosos, en mi red te sacarán.
4 Te dejaré abandonado por tierra, te tiraré sobre la haz del campo,
haré que se posen sobre ti todos los pájaros del cielo, hartaré de ti a todas
las bestias de la tierra.
5 Echaré tu carne por los montes, de tu carroña llenaré los valles.
6 Regaré el país con tus despojos, con tu sangre, sobre los montes, y
los barrancos se llenarán de ti.
7 Cuando te extingas, velaré los cielos y oscureceré las estrellas.
Cubriré el sol de nubes y la luna no dará más su claridad.
8 Oscureceré por tu causa todos los astros que brillan en el cielo, y
traeré tinieblas sobre tu país, oráculo del Señor Yahveh.
9 Entristeceré el corazón de muchos pueblos cuando haga llegar la
noticia de tu ruina entre las naciones, hasta países que no conoces.
10 Dejaré pasmados por ti a muchos pueblos, y sus reyes se
estremecerán de horror por tu causa, cuando yo blanda mi espada ante
ellos. Temblarán sin tregua, cada uno por su vida, el día de tu caída.
11 Porque así dice el Señor Yahveh: La espada del rey de Babilonia
caerá sobre ti.
12 Abatiré la multitud de tus súbditos, por la espada de guerreros,
todos ellos los más bárbaros de las naciones; arrasarán el orgullo de Egipto
y toda su multitud será exterminada.
13 Y haré perecer a todo tu ganado, junto a las aguas abundantes. No
las enturbiará más pie de hombre, no volverá a enturbiarlas pezuña de
animal.
14 Entonces yo amansaré sus aguas, haré correr sus ríos como aceite,
oráculo del Señor Yahveh.
15 Cuando yo convierta a Egipto en desolación, y el país sea
despojado de cuanto contiene, cuando hiera a todos los que lo habitan,
sabrán que yo soy Yahveh.
16 Una elegía es ésta, que cantarán las hijas de las naciones. La
cantarán sobre Egipto y sobre toda su multitud. Cantarán esta elegía,
oráculo del Señor Yahveh.
17 El año duodécimo, el quince del primer mes, la palabra de Yahveh
me fue dirigida en estos términos:
18 Hijo de hombre, haz una lamentación sobre la multitud de Egipto,
hazle bajar, a él y a las hijas de las naciones, majestuosas, a los infiernos,
con los que bajan a la fosa.
19 ¿A quién superas en belleza? Baja, acuéstate con los incircuncisos.
20 En medio de las víctimas de la espada caen (la espada ha sido
entregada, la han sacado) él y todas sus multitudes.
21 Le hablan de en medio del seol los más esclarecidos héroes, con
sus auxiliares: «Han bajado, yacen ya los incircuncisos, víctimas de la
espada».
22 Allí está Asur y toda su asamblea con sus sepulcros en torno a él,
todos caídos, víctimas de la espada;
23 sus sepulcros han sido puestos en las profundidades de la fosa, y su
asamblea está en torno a su sepulcro, todos caídos víctimas de la espada,
los que sembraban el pánico en la tierra de los vivos.
24 Allí está Elam con toda su multitud en torno a su sepulcro; todos
caídos víctimas de la espada, han bajado, incircuncisos, a los infiernos, ellos
que sembraban el pánico en la tierra de los vivos. Soportan su ignominia
con los que bajan a la fosa.
25 En medio de estas víctimas se le ha preparado un lecho, entre toda
su multitud con sus sepulcros en torno a él; todos ellos incircuncisos,
víctimas de la espada, por haber sembrado el pánico en la tierra de los
vivos; soportan su ignominia con los que bajan a la fosa. Se les ha puesto en
medio de estas víctimas.
26 Allí están Mesek, Túbal y toda su multitud con sus sepulcros en
torno a él, todos incircuncisos, atravesados por la espada, por haber
sembrado el pánico en la tierra de los vivos.
27 No yacen con los héroes caídos de antaño, aquellos que bajaron al
seol con sus armas de guerra, a los que se les ha puesto la espada bajo su
cabeza y los escudos sobre sus huesos, porque el pánico de los héroes
cundía en la tierra de los vivos.
28 Pero tú serás quebrantado en medio de incircuncisos y yacerás con
las víctimas de la espada.
29 Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, que fueron puestos,
a pesar de su prepotencia, entre las víctimas de la espada. Yacen entre
incircuncisos, con los que bajan a la fosa.
30 Allí están todos los príncipes del norte, todos los sidonios, que
bajaron con las víctimas, a pesar del pánico que sembraba su prepotencia.
Confundidos, yacen, incircuncisos, entre las víctimas de la espada, y
soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.
31 Faraón los verá y se consolará a la vista de toda esa multitud,
víctima de la espada, Faraón y todo su ejército, oráculo del Señor Yahveh.
32 Porque había sembrado el pánico en la tierra de los vivos, será
tendido en medio de incircuncisos, con las víctimas de la espada: Faraón y
toda su multitud, oráculo del Señor Yahveh.
Eclesiástico 32
14 El que teme al Señor acepta la instrucción, los que madrugan
encuentran su favor.
15 El que busca la ley se llena de ella, al hipócrita le sirve de
tropiezo.
16 Los que temen al Señor son justificados, hacen brillar sus buenas
acciones como luz.
17 El pecador rehúye la reprensión, según su voluntad encuentra
excusa.
18 El varón de consejo no descuida la reflexión, el extraño y el
orgulloso no se encogen de miedo.
19 Sin consejo no hagas nada, y no te arrepentirás de tus acciones.
20 Por caminos escabrosos no vayas, y no tropezarás en piedras.
21 No te confies en camino inexplorado,
22 y de tus hijos guárdate.
23 En todos tus actos vela sobre ti, que esto es también guardar los
mandamientos.
24 El que tiene confianza en la ley atiende a los mandamientos, y el
que pone su confianza en el Señor no sufre daño.
Eclesiástico 33
1 Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una
prueba, se verá librado.
2 El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es
como nave en borrasca.
3 El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él
digna de fe como un oráculo.
4 Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y
responde.
5 Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas,
su razonamiento.
6 Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta
relincha.
7 ¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año
viene del sol?
8 En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas
estaciones y fiestas.
9 A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.
10 Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado
Adán.
11 Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus
caminos.
12 A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a
otros los maldijo y humilló y los derribó de su puesto.
13 Como la arcilla del alfarero está en su mano, – y todos sus caminos
en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno
da según su juicio.
14 Frente al mal está el bien, frente a la muerte, la vida. Así frente al
piadoso, el pecador.
15 Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente
a otra.
16 También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras
de los viñadores.
17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he
llenado el lagar.
18 Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que
buscan la instrucción.
19 Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad
oído.
20 A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida
tuya. No des a otros tus riquezas, no sea que, arrepentido, tengas que
suplicar por ellas.
21 Mientras vivas y haya aliento en ti, no te enajenes a ti mismo a
nadie.
22 Pues es mejor que tus hijos te pidan, que no que tengas que mirar a
los manos de tus hijos.
23 En todas tus obras muéstrate con dominio, no pongas mancha en
tu gloria.
24 Cuando se acaben los días de tu vida, a la hora de la muerte,
reparte tu herencia.
25 Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.
26 Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus
manos, y buscará la libertad.
27 Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e
inquisiciones.
28 Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó
la ociosidad.
29 Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies
de grillos.
30 Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.
31 Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.
32 Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de
él como de ti mismo.
33 Si le maltratas, y levantándose, se escapa, ¿por qué camino irás a
buscarle?
Juan 2
1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba
allí la madre de Jesús.
2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le
dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha
llegado mi hora.»
5 Dice su madre a los sirvientes: = «Haced lo que él os diga.» =
6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de
los judíos, de dos o tres medidas cada una.
7 Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta
arriba.
8 «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo
llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como
ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que
lo sabían), llama el maestresala al novio
10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están
bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y
manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
12 Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus
discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14 Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y
palomas, y a los cambistas en sus puestos.
15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo,
con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les
volcó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis
de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: = El celo por tu
Casa me devorará. =
18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos
muestras para obrar así?»
19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo
levantaré.»
20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en
construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus
discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las
palabras que había dicho Jesús.
23 Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron
muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.
24 Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
25 y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los
hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.
Juan 3
1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado
judío.
2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has
venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que
tú realizas si Dios no está con él.»
3 Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca
de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo?
¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?»
5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de
agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.
7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto.
8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
9 Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?»
10 Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas
cosas?
11 «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que
sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no
aceptáis nuestro testimonio.
12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os
digo cosas del cielo?
13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del
hombre.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre,
15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18 El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está
juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para
que no sean censuradas sus obras.
21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de
manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
22 Después de esto, se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; y
allí se estaba con ellos y bautizaba.
23 Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque
había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba.
24 Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel.
25 Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío
acerca de la purificación.
26 Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba
contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está
bautizando y todos se van a él.»
27 Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del
cielo.
28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: “Yo no soy el
Cristo, sino que he sido enviado delante de él.”
29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que
asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi
alegría, que ha alcanzado su plenitud.
30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la
tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo,
32 da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo
acepta.
33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios,
porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el
Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.»
Apocalipsis 1
1 Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus
siervos = lo que ha de suceder = pronto; y envió a su Ángel para dársela a
conocer a su siervo Juan,
2 el cual ha atestiguado la Palabra de Dios y el testimonio de
Jesucristo: todo lo que vio.
3 Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y
guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.
4 Juan, a las siete Iglesias de Asia. Gracia y paz a vosotros de parte de
«Aquel que es, que era y que va a venir», de parte de los siete Espíritus que
están ante su trono,
5 y de parte de Jesucristo, = el Testigo fiel, el Primogénito = de entre
los muertos, = el Príncipe de los reyes de la tierra. = Al que nos ama y nos
ha lavado con su sangre de nuestros pecados
6 y ha hecho de nosotros = un Reino de Sacerdotes = para su Dios y
Padre, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
7 Mirad, = viene acompañado de nubes: = todo ojo le verá, hasta = los
que le traspasaron, = y = por él harán duelo todas las razas = de la tierra. Sí.
Amén.
8 Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que
era y que va a venir», el Todopoderoso.
9 Yo, Juan, vuestro hermano y compañero de la tribulación, del reino
y de la paciencia, en Jesús. Yo me encontraba en la isla llamada Patmos,
por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
10 Caí en éxtasis el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz,
como de trompeta, que decía:
11 «Lo que veas escríbelo en un libro y envíalo a las siete Iglesias: a
Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea».
12 Me volví a ver qué voz era la que me hablaba y al volverme, vi
siete candeleros de oro,
13 y en medio de los candeleros = como a un Hijo de hombre, =
vestido de una túnica talar, ceñido al talle con un = ceñidor de oro. =
14 = Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana blanca, =
como la nieve; = sus ojos como = llama de = fuego =;
15 = sus pies parecían de metal = precioso acrisolado en el horno; = su
voz como voz de grandes aguas. =
16 Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una
espada aguda de dos filos; y su rostro, como el sol cuando brilla con toda
su fuerza.
17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha
sobre mí diciendo: «No temas, soy yo, = el Primero y el Ultimo, =
18 el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de
los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.
19 Escribe, pues, lo que has visto: lo que ya es y = lo que va a suceder
más tarde. =
20 La explicación del misterio de las siete estrellas que has visto en mi
mano derecha y de los siete candeleros de oro es ésta: las siete estrellas son
los Ángeles de las siete Iglesias, y los siete candeleros son las siete Iglesias.