Ezequiel 33
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo. Les dirás: Si yo hago
venir la espada sobre un país, y la gente de ese país escoge a uno de los
suyos y le ponen como centinela;
3 y éste, al ver venir la espada sobre el país, toca el cuerno para
advertir al pueblo:
4 si resulta que alguien oye bien el sonido del cuerno, pero no hace
caso, de suerte que la espada sobreviene y le mata, la sangre de este hombre
recaerá sobre su propia cabeza.
5 Ha oído el sonido del cuerno y no ha hecho caso: su sangre recaerá
sobre él. En cambio, el que haya hecho caso, salvará su vida.
6 Si, por el contrario, el centinela ve venir la espada y no toca el
cuerno, de suerte que el pueblo no es advertido, y la espada sobreviene y
mata a alguno de ellos, perecerá éste por su culpa, pero de su sangre yo
pediré cuentas al centinela.
7 A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de
Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte.
8 Si yo digo al malvado: «Malvado, vas a morir sin remedio», y tú no
le hablas para advertir al malvado que deje su conducta, él, el malvado,
morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti.
9 Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su
conducta, y él no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú
habrás salvado tu vida.
10 Y tú, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros andáis
diciendo: «Nuestros crímenes y nuestros pecados pesan sobre nosotros y
por causa de ellos nos consumimos. ¿Cómo podremos vivir?»
11 Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo no me
complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta
de su conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra mala conducta.
¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?»
12 Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del
justo no le salvará el día de su perversión, ni la maldad del malvado le hará
sucumbir el día en que se aparte de su maldad. Pero tampoco el justo vivirá
en virtud de su justicia el día en que peque.
13 Si yo digo al justo: «Vivirás», pero él, fiándose de su justicia,
comete la injusticia, no quedará memoria de toda su justicia, sino que
morirá por la injusticia que cometió.
14 Y si digo al malvado: «Vas a morir», y él se aparta de pecado y
practica el derecho y la justicia,
15 si devuelve la prenda, restituye lo que robó, observa los preceptos
que dan la vida y deja de cometer injusticia, vivirá ciertamente, no morirá.
16 Ninguno de los pecados que cometió se le recordará más: ha
observado el derecho y la justicia; ciertamente vivirá.
17 Y los hijos de tu pueblo dicen: «No es justo el proceder del Señor.»
El proceder de ellos es el que no es justo.
18 Cuando el justo se aparta de su justicia para cometer injusticia,
muere por ello.
19 Y cuando el malvado se aparta de su maldad y observa el derecho y
la justicia, vive por ello.
20 Y vosotros decís: «No es justo el proceder del Señor.» Yo os
juzgaré, a cada uno según su conducta, casa de Israel.
21 El año duodécimo, el día cinco del décimo mes de nuestra
cautividad, llegó donde mí el fugitivo de Jerusalén y me anunció: «La
ciudad ha sido tomada.»
22 La mano de Yahveh había venido sobre mí, la tarde antes de llegar
el fugitivo, y me había abierto la boca para cuando éste llegó donde mí por
la mañana; mi boca se abrió y no estuve más mudo.
23 Entonces, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Hijo de hombre, los que habitan esas ruinas, en el suelo de Israel,
dicen: «Uno solo era Abraham y obtuvo en posesión esta tierra. Nosotros
somos muchos; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión.»
25 Pues bien, diles: Así dice el Señor Yahveh: Vosotros coméis con
sangre, alzáis los ojos hacia vuestras basuras, derramáis sangre, ¡y vais a
poseer esta tierra!
26 Confiáis en vuestras espadas, cometéis abominación, cada cual
contamina a la mujer de su prójimo, ¡y vais a poseer esta tierra!
27 Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: Por mi vida, que los que están
entre las ruinas caerán a espada, a los que andan por el campo los entregaré
a las bestias como pasto, y los que están en las escarpaduras y en las cuevas
morirán de peste.
28 Convertiré esta tierra en soledad desolada, y se acabará el orgullo
de su fuerza. Los montes de Israel serán devastados y nadie pasará más por
ellos.
29 Y se sabrá que yo soy Yahveh, cuando convierta esta tierra soledad
desolada, por todas las abominaciones que han cometido.
30 En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti a
la vera de los muros y a las puertas de las casas. Se dicen unos a otros:
«Vamos a escuchar qué palabra viene de parte de Yahveh.»
31 Y vienen a ti en masa, y mi pueblo se sienta delante de ti; escuchan
tus palabras, pero no las ponen en práctica. Porque hacen amores con su
boca, pero su corazón sólo anda buscando su interés.
32 Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente
cantada, con acompañamiento de buena música. Escuchan tus palabras,
pero no hay quien las cumpla.
33 Mas cuando todo esto llegue – y he aquí que ya llega -, sabrán que
había un profeta en medio de ellos.
Ezequiel 34
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza.
Dirás a los pastores: Así dice el Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel
que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño?
3 Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana,
habéis sacrificado las ovejas más pingües; no habéis apacentado el rebaño.
4 No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la
enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada
ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y
dureza.
5 Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en
presa de todas las fieras del campo; andan dispersas.
6 Mi rebaño anda errante por todos los montes y altos collados; mi
rebaño anda disperso por toda la superficie de la tierra, sin que nadie se
ocupe de él ni salga en su busca.
7 Por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh:
8 Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, lo juro: Porque mi rebaño ha
sido expuesto al pillaje y se ha hecho pasto de todas las fieras del campo
por falta de pastor, porque mis pastores no se ocupan de mi rebaño, porque
ellos, los pastores, se apacientan a sí mismos y no apacientan mi rebaño;
9 por eso, pastores, escuchad la palabra de Yahveh.
10 Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra los pastores:
reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así
los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas
de su boca, y no serán más su presa.
11 Porque así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré
de mi rebaño y velaré por él.
12 Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio
de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos
los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas.
13 Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y
las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por
los barrancos y por todos los poblados de esta tierra.
14 Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes
de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües
pastos por los montes de Israel.
15 Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo
del Señor Yahveh.
16 Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la
herida, confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la
exterminaré: las pastorearé con justicia.
17 En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Yahveh: He
aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
18 ¿Os parece poco pacer en buenos pastos, para que pisoteéis con los
pies el resto de vuestros pastos? Os parece poco beber en agua limpia, para
que enturbiéis el resto con los pies?
19 ¡Mis ovejas tienen que pastar lo que vuestros pies han pisoteado y
beber lo que vuestros pies han enturbiado!
20 Por eso, así les dice el Señor Yahveh: Yo mismo voy a juzgar entre
la oveja gorda y la flaca.
21 Puesto que vosotras habéis empujado con el flanco y con el lomo y
habéis topado con los cuernos a todas las ovejas más débiles hasta
dispersarlas fuera,
22 yo vendré a salvar a mis ovejas para que no estén más expuestas al
pillaje; voy a juzgar entre oveja y oveja.
23 Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las
apacentará, mi siervo David: él las apacentará y será su pastor.
24 Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en
medio de ellos. Yo, Yahveh, he hablado.
25 Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta
tierra las bestias feroces. Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán
en los bosques.
26 Yo los asentaré en los alrededores de mi colina, y mandaré a su
tiempo la lluvia, que será una lluvia de bendición.
27 El árbol del campo dará su fruto, la tierra dará sus productos, y
ellos vivirán en seguridad en su suelo. Y sabrán que yo soy Yahveh, cuando
despedace las barras de su yugo y los libre de la mano de los que los tienen
esclavizados.
28 No volverán a ser presa de las naciones, las bestias salvajes no
volverán a devorarlos. Habitarán en seguridad y no se les turbará más.
29 Haré brotar para ellos un plantío famoso; no habrá más víctimas
del hambre en el país, ni sufrirán más el ultraje de las naciones.
30 Y sabrán que yo, Yahveh su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la
casa de Israel, son mi pueblo, oráculo del Señor Yahveh.
31 Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño humano que yo apaciento, y
yo soy vuestro Dios, oráculo del Señor Yahveh.
Ezequiel 35
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia la montaña de Seír, y
profetiza contra ella.
3 Le dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, montaña de
Seír. Voy a extender mi mano contra ti: te convertiré en soledad desolada,
4 y dejaré en ruinas tus ciudades; serás una desolación, y sabrás que
yo soy Yahveh.
5 Por haber alimentado un odio eterno y haber entregado a la espada a
los hijos de Israel el día de su desastre, el día de su última culpa,
6 por eso, por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo te dejaré en
sangre y la sangre te perseguirá. Sí, eres rea de sangre, ¡y la sangre te
perseguirá!
7 Haré de la montaña de Seír una soledad desolada, y extirparé de allí
al que va y al que viene.
8 Llenaré de víctimas sus montes; en tus colinas, en tus valles y en
todos tus barrancos, caerán las víctimas de la espada.
9 Te convertiré en soledades eternas, tus ciudades no volverán a ser
habitadas, y sabréis que yo soy Yahveh.
10 Por haber dicho tú: «Las dos naciones, los dos países son míos,
vamos a tomarlos en posesión», siendo así que Yahveh estaba allí,
11 por eso, por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que procederé con
la misma cólera y los mismos celos con que tú has procedido en tu odio
contra ellos, y me daré a conocer, por ellos, cuando te castigue.
12 Sabrás que yo, Yahveh, he oído todos los insultos que lanzabas
contra los montes de Israel diciendo: «Están devastados, nos han sido
entregados como pasto.»
13 Me habéis desafiado con vuestra boca, habéis multiplicado contra
mí vuestras palabras, lo he oído todo.
14 Así dice el Señor Yahveh: Para alegría de toda esta tierra yo haré
de ti una desolación.
15 Como tú te alegraste cuando la heredad de la casa de Israel era una
desolación, yo te trataré a ti de la misma manera. Serás una desolación,
montaña de Seír, así como Edom entero, y se sabrá que yo soy Yahveh.
Ezequiel 36
1 Y tú, hijo de hombre, profetiza sobre los montes de Israel. Dirás:
Montes de Israel, escuchad la palabra de Yahveh.
2 Así dice el Señor Yahveh: Porque el enemigo ha dicho contra
vosotros: «¡Ja, ja, estas alturas eternas han pasado a ser posesión nuestra!»,
3 por eso, profetiza. Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Porque habéis
sido asolados y se os ha codiciado por todas partes hasta pasar a ser
posesión de las otras naciones, porque habéis sido el blanco de la habladuría
y de la difamación de la gente,
4 por eso, escuchad, montes de Israel, la palabra del Señor Yahveh.
Así dice el Señor Yahveh a los montes, a las colinas, a los barrancos y a los
valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas que han sido
entregadas al pillaje y a la irrisión del resto de las naciones circunvecinas.
5 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Sí, en el ardor de mis celos voy a
hablar contra las otras naciones y contra Edom entero, que, con alegría en
el corazón y desprecio en el alma, se han atribuido mi tierra en posesión
para entregar su pasto al pillaje.
6 Por ello, profetiza sobre la tierra de Israel. Dirás a los montes y a las
colinas, a los barrancos y a los valles: Así dice el Señor Yahveh: Ved que
hablo en mis celos y mi furor: Porque habéis sufrido el ultraje de las
naciones,
7 por eso, así dice el Señor Yahveh: Juro mano en alto que las
naciones que os rodean cargarán con sus propios ultrajes.
8 Y vosotros, montes de Israel, vais a echar vuestras ramas y a
producir vuestros frutos para mi pueblo Israel, porque está a punto de
volver.
9 Sí, heme aquí por vosotros, a vosotros me vuelvo, vais a ser
cultivados y sembrados.
10 Yo multiplicaré sobre vosotros los hombres, la casa de Israel
entera. Las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas.
11 Multiplicaré en vosotros hombres y bestias, y serán numerosos y
fecundos. Os repoblaré como antaño, mejoraré vuestra condición
precedente, y sabréis que yo soy Yahveh.
12 Haré que circulen por vosotros los hombres, mi pueblo Israel.
Tomarán posesión de ti, y tu serás su heredad, y no volverás a privarles de
sus hijos.
13 Así dice el Señor Yahveh: Porque se ha dicho de ti que devoras a
los hombres y que has privado a tu nación de hijos,
14 por eso, ya no devorarás más hombres, ni volverás a privar de hijos
a tu nación, oráculo del Señor Yahveh.
15 No consentiré que vuelvas a oír el ultraje de las naciones, no
sufrirás más los insultos de los pueblos, y no volverás a privar de hijos a tu
nación, oráculo del Señor Yahveh.
16 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
17 Hijo de hombre, los de la casa de Israel que habitaban en su tierra,
la contaminaron con su conducta y sus obras; como la impureza de una
menstruante era su conducta ante mí.
18 Entonces yo derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían
vertido en su tierra y por las basuras con las que la habían contaminado.
19 Los dispersé entre las naciones y fueron esparcidos por los países.
Los juzgué según su conducta y sus obras.
20 Y en las naciones donde llegaron, profanaron mi santo nombre,
haciendo que se dijera a propósito de ellos: «Son el pueblo de Yahveh, y
han tenido que salir de su tierra.»
21 Pero yo he tenido consideración a mi santo nombre que la casa de
Israel profanó entre las naciones adonde había ido.
22 Por eso, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: No hago
esto por consideración a vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre,
que vosotros habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis.
23 Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones,
profanado allí por vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy Yahveh –
oráculo del Señor Yahveh – cuando yo, por medio de vosotros, manifieste
mi santidad a la vista de ellos.
24 Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y
os llevaré a vuestro suelo.
25 Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras
impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré.
26 Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu
nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de
carne.
27 Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según
mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.
28 Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi
pueblo y yo seré vuestro Dios.
29 Os salvaré de todas vuestras impurezas, llamaré al trigo y lo
multiplicaré y no os someteré más al hambre.
30 Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos de los
campos, para que no sufráis más el oprobio del hambre entre las naciones.
31 Entonces os acordaréis de vuestra mala conducta y de vuestras
acciones que no eran buenas, y sentiréis asco de vosotros mismos por
vuestras culpas y vuestras abominaciones.
32 No hago esto por vosotros – oráculo del Señor Yahveh – sabedlo
bien. Avergonzaos y confundíos de vuestra conducta, casa de Israel.
33 Así dice el Señor Yahveh: El día que yo os purifique de todas
vuestras culpas, repoblaré las ciudades y las ruinas serán reconstruidas;
34 la tierra devastada será cultivada, después de haber sido una
desolación a los ojos de todos los transeúntes.
35 Y se dirá: «Esta tierra, hasta ahora devastada, se ha hecho como
jardín de Edén, y las ciudades en ruinas, devastadas y demolidas, están de
nuevo fortificadas y habitadas.»
36 Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que yo,
Yahveh, he reconstruido lo que estaba demolido y he replantado lo que
estaba devastado. Yo, Yahveh, lo digo y lo hago.
37 Así dice el Señor Yahveh: Me dejaré todavía buscar por la casa de
Israel, para hacer por ellos esto: multiplicarlos como un rebaño humano,
38 como un rebaño de reses consagradas, como el rebaño reunido en
Jerusalén, en las fiestas solemnes. Así se llenarán de un rebaño humano
vuestras ciudades en ruinas, y se sabrá que yo soy Yahveh.
Ezequiel 37
1 La mano de Yahveh fue sobre mí y, por su espíritu, Yahveh me sacó
y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos.
2 Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos
eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente
secos.
3 Me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?» Yo dije:
«Señor Yahveh, tú lo sabes.»
4 Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos
secos, escuchad la palabra de Yahveh.
5 Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer
entrar el espíritu en vosotros, y viviréis.
6 Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré
de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh.»
7 Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba
se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron
unos con otros.
8 Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel
se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos.
9 El me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al
espíritu: Así dice el Señor Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y
sopla sobre estos muertos para que vivan.»
10 Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en
ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso
ejército.
11 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa
de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha
desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros.
12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí
que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío,
y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.
13 Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga
salir de vuestras tumbas, pueblo mío.
14 Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en
vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de
Yahveh.»
15 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
16 Y tú, hijo de hombre, toma un leño y escribe en él: «Judá y los
israelitas que están con él.» Toma luego otro leño y escribe en él: «José,
leño de Efraím, y toda la casa de Israel que está con él.»
17 Júntalos el uno con el otro de suerte que formen un solo leño, que
sean una sola cosa en tu mano.
18 Y cuando los hijos de tu pueblo te digan: «¿No nos explicarás qué
es eso que tienes ahí?»,
19 les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que voy a tomar el
leño de José (que está en la mano de Efraím) y las tribus de Israel que están
con él, los pondré junto al leño de Judá, haré de todo un solo leño, y serán
una sola cosa en mi mano.
20 Los leños en los cuales hayas escrito tenlos en tu mano, ante sus
ojos,
21 y diles: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo recojo a los hijos
de Israel de entre las naciones a las que marcharon. Los congregaré de todas
partes para conducirlos a su suelo.
22 Haré de ellos una sola nación en esta tierra, en los montes de Israel,
y un solo rey será el rey de todos ellos; no volverán a formar dos naciones,
ni volverán a estar divididos en dos reinos.
23 No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con
todos sus crímenes. Los salvaré de las infidelidades por las que pecaron,
los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único
pastor; obedecerán mis normas, observarán mis preceptos y los pondrán en
práctica.
25 Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, donde habitaron
vuestros padres. Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para
siempre, y mi siervo David será su príncipe eternamente.
26 Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una
alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en
medio de ellos para siempre.
27 Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi
pueblo.
28 Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel,
cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.
Ezequiel 38
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Gog, en el país de Magog,
príncipe supremo de Mesek y Túbal, y profetiza contra él.
3 Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Gog, príncipe
supremo de Mesek y Túbal.
4 Yo te haré dar media vuelta, te pondré garfios en las quijadas, y te
haré salir con todo tu ejército, caballos y caballeros, todos bien equipados,
inmensa asamblea, todos con escudos y paveses, y diestros en el manejo de
la espada.
5 Persia, Kus y Put están con ellos, todos con escudo y yelmo.
6 Gómer, con todas sus huestes, Bet Togarmá, en el extremo norte,
con todas sus huestes, pueblos numerosos, están contigo.
7 Disponte y prepárate, tú y toda tu asamblea concentrada en torno a
ti, y ponte a mi servicio.
8 Al cabo de muchos días, recibirás órdenes. Después de muchos
años, vendrás hacia la tierra cuyos habitantes escaparon a la espada y fueron
congregados de entre una multitud de pueblos en los montes de Israel, que
habían sido un desierto permanente. Desde que fueron separados de los
otros pueblos, habitan todos en seguridad.
9 Tú subirás, avanzarás como un huracán, como un nubarrón que
cubrirá la tierra, tú y todas tus huestes, y los numerosos pueblos que están
contigo.
10 Así dice el Señor Yahveh: Aquel día te vendrán al corazón
proyectos y concebirás perversos planes.
11 Dirás: «Voy a subir contra una tierra abierta, marcharé contra gente
tranquila que habita en seguridad. Habitan todos en ciudades sin murallas,
sin cerrojos ni puertas.»
12 Irás a saquear, a hacer botín, a poner tu mano sobre ruinas
repobladas, en un pueblo congregado de entre las naciones, entregado a
reponer el ganado y la hacienda, que habita en el centro de la tierra.»
13 Sabá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus leoncillos te
dirán: «¿A saquear has venido? ¿Para hacer botín has concentrado tu
asamblea? ¿Para llevarte el oro y la plata, para apoderarte de ganados y
haciendas, para hacer un gran botín?»
14 Por eso, profetiza, hijo de hombre. Dirás a Gog: Así dice el Señor
Yahveh: ¿No es verdad que aquel día, cuando mi pueblo Israel viva en
seguridad, te pondrás en movimiento?
15 Vendrás de tu lugar, del extremo norte, tú y pueblos numerosos
contigo, todos montados a caballo, enorme asamblea, ejército innumerable.
16 Subirás contra mi pueblo Israel como un nublado que recubre la
tierra. Será al fin de los días; yo te haré venir entonces contra mi tierra para
que las naciones me conozcan, cuando yo manifieste mi santidad a sus ojos,
a costa tuya, Gog.
17 Así dice el Señor Yahveh: Tú eres aquel de quien yo hablé antaño,
por medio de mis siervos los profetas de Israel, que profetizaron en aquel
tiempo, durante años, que yo te haría venir contra ellos.
18 Aquel día, cuando Gog avance contra el suelo de Israel – oráculo
del Señor Yahveh – estallará mi furor. En mi cólera,
19 en mis celos, en el ardor de mi furia lo digo: Sí, aquel día habrá un
gran terremoto en el suelo de Israel.
20 Temblarán entonces ante mí los peces del mar y los pájaros del
cielo, las bestias del campo y todos los reptiles que serpean por el suelo, y
todos los hombres de sobre la haz de la tierra. Se desplomarán los montes,
caerán las rocas, todas las murallas caerán por tierra.
21 Convocaré contra él toda clase de terrores, oráculo del Señor
Yahveh. Volverán la espada unos contra otros.
22 Le castigaré con la peste y la sangre, haré caer una lluvia torrencial,
granizos, fuego y azufre, sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos
pueblos que van con él.
23 Manifestaré mi grandeza y mi santidad, me daré a conocer a los
ojos de numerosas naciones y sabrán que yo soy Yahveh.
Ezequiel 39
1 Y tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog. Dirás: Así dice el Señor
Yahveh: Aquí estoy contra ti, Gog, príncipe supremo de Mések y Túbal.
2 Yo te haré dar media vuelta, te conduciré, te haré subir desde el
extremo norte y te guiaré a los montes de Israel.
3 Romperé tu arco en tu mano izquierda y haré caer tus flechas de tu
mano derecha.
4 En los montes de Israel caerás tú, tus huestes y los pueblos que van
contigo. Te he entregado como pasto a toda clase de aves de rapiña y a las
fieras del campo.
5 En la haz del campo caerás, porque he hablado yo, oráculo del Señor
Yahveh.
6 Mandaré fuego sobre Magog y sobre los que viven seguros en las
islas, y sabrán que yo soy Yahveh.
7 Manifestaré mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no
dejaré que vuelva a ser profanado mi santo nombre, y las naciones sabrán
que yo soy Yahveh, santo en Israel.
8 He aquí que todo esto llega y se va a realizar – oráculo del Señor
Yahveh -: éste es el día que yo he anunciado.
9 Entonces los habitantes de las ciudades de Israel saldrán a quemar y
a entregar a las llamas las armas, paveses y escudos, arcos y flechas, mazas
y lanzas. Harán fuego con ello durante siete años.
10 No irán ya a buscar leña en el campo, ni la recogerán en el bosque,
porque harán el fuego con las armas. Saquearán a sus saqueadores y harán
botín de sus depredadores, oráculo del Señor Yahveh.
11 Aquel día, yo daré a Gog como sepulcro en Israel un lugar famoso,
el valle de los Oberim, al este del mar, el que corta el paso a los viajeros:
allí será enterrado Gog con toda su multitud, y se le llamará valle de Hamón
Gog.
12 La casa de Israel los enterrará para purificar la tierra, durante siete
meses.
13 Todo el pueblo de la tierra será movilizado para enterrarlos, y ello
les dará renombre el día que yo manifieste mi gloria, oráculo del Señor
Yahveh.
14 Luego se escogerán hombres que recorran constantemente el país y
entierren a los que hayan quedado por el suelo, para purificarlo. Al cabo de
siete meses empezarán su búsqueda.
15 Cuando, al recorrer el país, alguno de ellos vea huesos humanos,
pondrá al lado una señal hasta que los sepultureros los entierren en el valle
de Hamón Gog,
16 (Hamoná es también el nombre de una ciudad) y purifiquen así la
tierra.
17 En cuanto a ti, hijo de hombre, así dice el Señor Yahveh: Di a los
pájaros de todas clases y a todas las fieras del campo: Congregaos, venid,
reuníos de todas partes para el sacrificio que yo os ofrezco, un gran
sacrificio sobre los montes de Israel; comeréis carne y beberéis sangre.
18 Carne de héroes comeréis, sangre de príncipes de la tierra beberéis.
Todos son carneros, corderos, machos cabríos, pingües toros de Basán.
19 Comeréis grasa hasta la saciedad y beberéis sangre hasta la
embriaguez, en este sacrificio que yo os brindo.
20 Os hartaréis a mi mesa de caballos y caballeros, de héroes y de toda
clase de guerreros, oráculo del Señor Yahveh.
21 Así manifestaré yo mi gloria entre las naciones, y todas las
naciones verán el juicio que voy a ejecutar y la mano que pondré sobre
ellos.
22 Y la casa de Israel sabrá desde ese día en adelante que yo soy
Yahveh su Dios.
23 Y sabrán las naciones que la casa de Israel fue deportada por sus
culpas, que, por haberme sido infieles, yo les oculté mi rostro y los
entregué en manos de sus enemigos, y cayeron todos a espada.
24 Los traté como lo merecían sus impurezas y sus crímenes, y les
oculté mi rostro.
25 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Ahora voy a hacer volver a los
cautivos de Jacob, me compadeceré de toda la casa de Israel, y me
mostraré celoso de mi santo nombre.
26 Ellos olvidarán su ignominia y todas las infidelidades que
cometieron contra mí, cuando vivan seguros en su país, sin que nadie los
inquiete.
27 Cuando yo los haga volver de entre los pueblos y los recoja de los
países de sus enemigos, manifestaré en ellos mi santidad a los ojos de
numerosas naciones,
28 y sabrán que yo soy Yahveh su Dios, cuando, después de haberlos
llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna en su suelo sin dejar allí a
ninguno de ellos.
29 No les ocultaré más mi rostro, porque derramaré mi Espíritu sobre
la casa de Israel, oráculo del Señor Yahveh.
Eclesiástico 34
1 Las esperanzas vanas y engañosas son para el imbécil, los sueños
dan alas a los insensatos.
2 Tratar de asir una sombra o perseguir el viento es buscar apoyo en
los sueños.
3 Espejo y sueño son casas semejantes, frente a un rostro, una imagen
de rostro.
4 De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué
verdad puede salir?
5 Adivinaciones, augurios y sueños cosas vanas son, como fantasías
de corazón de mujer en parto.
6 A menos que te sean enviadas por el Altísimo en visita, no abras tu
corazón a estas cosas.
7 Que a muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que en ellos
esperaban.
8 Sin dolo se ha de cumplir la Ley, y sabiduría en boca fiel es
perfección.
9 Hombre que ha corrido mundo sabe muchas cosas, el que tiene
experiencia se expresa con inteligencia.
10 Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo
posee gran destreza.
11 Muchas cosas he visto en el curso de mis viajes, más vasta que mis
palabras es mi inteligencia.
12 Bien de veces he estado en peligro de muerte, y me salvé gracias a
todo esto.
13 El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque su esperanza
está puesta en aquel que los salva.
14 Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque
él es su esperanza.
15 Feliz el alma del que teme al Señor: ¿en quién se sostiene? ¿cuál
es su apoyo?
16 Los ojos del Señor sobre quienes le aman, poderosa protección,
probado apoyo, abrigo contra el viento abrasador, abrigo contra el ardor del
mediodía, guardia contra tropiezos, auxilio contra caídas,
17 que levanta el alma, alumbra los ojos, da salud, vida y bendición.
18 Sacrificar cosa injusta es hacer ofrenda rechazada, no logran
complacencia los presentes de los sin ley.
19 No se complace el Altísimo en ofrendas de impíos, ni por el
cúmulo de víctimas perdona los pecados.
20 Inmola a un hijo a los ojos de su padre quien ofrece víctima a
costa de los bienes de los humildes.
21 Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un
hombre sanguinario.
22 Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre
quien quita el jornal al jornalero.
23 Uno edifica, el otro destruye, ¿qué ganan con ello más que fatigas?
24 Uno bendice, el otro maldice, ¿a quién de los dos escuchará el
amo?
25 Quien se purifica del contacto de un muerto y le vuelve a tocar,
¿qué ha ganado con su baño de purificación?
26 Así el hombre que ayuna por sus pecados y que vuelve otra vez a
hacer lo mismo; su oración, ¿quién la escuchará? ¿de qué le ha servido el
humillarse?
Eclesiástico 35
1 Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los
mandamientos es hacer sacrificios de comunión.
2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es
ofrecer sacrificios de alabanza.
3 Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación
apartarse de la injusticia.
4 No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto
es lo que prescribe el mandamiento.
5 La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el
Altísimo.
6 El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.
7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no escatimes las primicias de
tus manos.
8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con contento consagra los
diezmos.
9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con
arreglo a tus medios.
10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más.
11 No trates de corromperle con presentes, porque no los acepta, no
te apoyes en sacrificio injusto.
12 Porque el Señor es juez, y no cuenta para él la gloria de nadie.
13 No hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del
agraviado escucha.
14 No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda, cuando derrama
su lamento.
15 Las lágrimas de la viuda, ¿no bajan por su mejilla, y su clamor
contra el que las provocó?
16 Quien sirve de buena gana, es aceptado, su plegaria sube hasta las
nubes.
17 La oración del humilde las nubes atraviesa, hasta que no llega a su
término no se consuela él.
18 Y no desiste hasta que vuelve los ojos el Altísimo, hace justicia a
los justos y ejecuta el juicio.
19 Y el Señor no se tardará, ni tendrá con éstos más paciencia,
20 hasta no haber machacado los lomos de los sin entrañas, y haber
tomado venganza de las naciones,
21 haber extirpado el tropel de los soberbios, y quebrado el cetro de
los injustos,
22 hasta no haber pagado a cada cual según sus actos, las obras de los
hombres según sus intenciones,
23 haber hecho justicia a su pueblo, y haberles dado contento con su
misericordia.
24 Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de
lluvia en tiempo de sequía.
Apocalipsis 2
1 Al Ángel de la Iglesia de Éfeso, escribe: Esto dice el que tiene las
siete estrellas en su mano derecha, el que camina entre los siete candeleros
de oro.
2 Conozco tu conducta: tus fatigas y paciencia; y que no puedes
soportar a los malvados y que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles
sin serlo y descubriste su engaño.
3 Tienes paciencia: y has sufrido por mi nombre sin desfallecer.
4 Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes.
5 Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu
conducta primera. Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu candelero, si
no te arrepientes.
6 Tienes en cambio a tu favor que detestas el proceder de los
nicolaítas, que yo también detesto.
7 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al
vencedor le daré a comer = del árbol de la vida, que está en el Paraíso = de
Dios.
8 Al Ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice = el Primero y
el Ultimo, = el que estuvo muerto y revivió.
9 Conozco tu tribulación y tu pobreza – aunque eres rico – y las
calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en realidad una
sinagoga de Satanás.
10 No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de
vosotros en la cárcel = para que seáis tentados, = y sufriréis una tribulación
de = diez días. = Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
11 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el
vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.
12 Al Ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe: Esto dice el que tiene la
espada aguda de dos filos.
13 Sé dónde vives: donde está el trono de Satanás. Eres fiel a mi
nombre y no has renegado de mi fe, ni siquiera en los días de Antipas, mi
testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, ahí donde habita Satanás.
14 Pero tengo alguna cosa contra ti: mantienes ahí algunos que
sostienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balaq a poner tropiezos a
los hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a los ídolos y
fornicaran.
15 Así tú también mantienes algunos que sostienen la doctrina de los
nicolaítas.
16 Arrepiéntete, pues; si no, iré pronto donde ti y lucharé contra ésos
con la espada de mi boca.
17 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al
vencedor le daré maná escondido; y le daré también una piedrecita blanca,
y, grabado en la piedrecita, = un nombre nuevo = que nadie conoce, sino el
que lo recibe.
18 Escribe al Ángel de la Iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios,
cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de metal
precioso.
19 Conozco tu conducta: tu caridad, tu fe, tu espíritu de servicio, tu
paciencia; tus obras últimas sobrepujan a las primeras.
20 Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, esa mujer que se llama
profetisa y está enseñando y engañando a mis siervos para que forniquen y
coman carne inmolada a los ídolos.
21 Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación.
22 Mira, a ella voy a arrojarla al lecho del dolor, y a los que adulteran
con ella, a una gran tribulación, si no se arrepienten de sus obras.
23 Y a sus hijos, los voy a herir de muerte: así sabrán todas las
Iglesias que yo soy = el que sondea los riñones y los corazones, = y yo os =
daré a cada uno según vuestras obras. =
24 Pero a vosotros, a los demás de Tiatira, que no compartís esa
doctrina, que no conocéis «las profundidades de Satanás», como ellos
dicen, os digo: No os impongo ninguna otra carga;
25 sólo que mantengáis firmemente hasta mi vuelta lo que ya tenéis.
26 Al vencedor, al que se mantenga fiel a mis obras hasta el fin, = le
daré = poder sobre = las naciones: =
27 = las regirá con cetro de hierro, como se quebrantan las piezas de
arcilla. =
28 Yo también lo he recibido de mi Padre. Y le daré el Lucero del
alba.
29 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Apocalipsis 3
1 Al Ángel de la Iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los
siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco tu conducta; tienes
nombre como de quien vive, pero estás muerto.
2 Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues
no he encontrado tus obras llenas a los ojos de mi Dios.
3 Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi Palabra: guárdala
y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás
a qué hora vendré sobre ti.
4 Tienes no obstante en Sardes unos pocos que no han manchado sus
vestidos. Ellos andarán conmigo vestidos de blanco; porque lo merecen.
5 El vencedor será así revestido de blancas vestiduras y no borraré su
nombre del libro de la vida, sino que me declararé por él delante de mi
Padre y de sus Ángeles.
6 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
7 Al Ángel de la Iglesia de Filadelfia escribe: Esto dice el Santo, el
Veraz, el que = tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él
cierra, nadie puede abrir. =
8 Conozco tu conducta: mira que he abierto ante ti una puerta que
nadie puede cerrar, porque, aunque tienes poco poder, has guardado mi
Palabra y no has renegado de mi nombre.
9 Mira que te voy a entregar algunos de la Sinagoga de Satanás, de los
que se proclaman judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que = vayan
a postrarse delante de tus pies, = para que sepan = que yo te he amado. =
10 Ya que has guardado mi recomendación de ser paciente, también
yo te guardaré de la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero
para probar a los habitantes de la tierra.
11 Vengo pronto; mantén con firmeza lo que tienes, para que nadie te
arrebate tu corona.
12 Al vencedor le pondré de columna en el Santuario de mi Dios, y no
saldrá fuera ya más; y grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre de
la Ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que baja del cielo enviada por mi
Dios, y mi = nombre nuevo. =
13 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
14 Al Ángel de la Iglesia de Laodicea escribe: Así habla el Amén, el
Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios.
15 Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o
caliente!
16 Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a
vomitarte de mi boca.
17 Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te
das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y
desnudo.
18 Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te
enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto
la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y
recobres la vista.
19 = Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. = Sé, pues, ferviente y
arrepiéntete.
20 Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre
la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
21 Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo
también vencí y me senté con mi Padre en su trono.
22 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Apocalipsis 4
1 Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el
cielo, y aquella voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara
conmigo, me decía: «Sube acá, que te voy a enseñar = lo que ha de suceder
= después».
2 Al instante caí en éxtasis. Vi que un trono estaba erigido en el cielo,
y = Uno sentado en el trono. =
3 El que estaba sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la
cornalina; y un arcoiris alrededor del trono, de aspecto semejante a la
esmeralda.
4 Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos,
a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus
cabezas.
5 Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono
arden siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.
6 Delante del trono como un mar transparente semejante al cristal. =
En medio = del trono, y en torno al trono, = cuatro Vivientes llenos de ojos
= por delante y por detrás.
7 = El primer Viviente, = como = un león; el segundo Viviente, =
como = un novillo; el tercer Viviente = tiene = un rostro como de hombre;
el cuarto viviente = es como = un águila = en vuelo.
8 Los cuatro Vivientes tienen = cada uno seis alas, = están = llenos de
ojos todo alrededor = y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: =
«Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, = “Aquel que era, que es
y que va a venir”.»
9 Y cada vez que los Vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al
que está sentado en el trono y = vive por los siglos de los siglos, =
10 los veinticuatro Ancianos se postran ante el que está sentado en el
trono y adoran al que = vive por los siglos de los siglos, = y arrojan sus
coronas delante del trono diciendo:
11 «Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y
el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue
creado.»